Debutantes III -15




—Realmente provocaste una gran sorpresa en palacio al dejar tu puesto en la corte sin una buena razón.
Sungmin  gimió para sus adentros. Reconoció la voz de Kim Suho a su espalda. Observó como Donghae se reía ahora con uno de los jóvenes que lo conducía a la pista de baile mientras el resto de los caballeros se dispersaba, y se volvió hacia su antigua némesis, preparándose mentalmente para una conversación desagradable. Sin embargo, casi se rio al ver el traje de Suho, una prenda de un chillón color naranja con mangas abullonadas. El joven seguía sin tener sentido del gusto ni de la moda.
—Tenía una buena razón —respondió Sungmin —. Se la comuniqué a lady Boah. Si ella eligió no decirlo...
—Boah también se marchó —dijo Suho en tono acerado—. Key, ese víbora egoísta, se quejó de las tareas sin importancia que le encargaba y su protesta llegó a oídos de la duquesa.
—¿Así que la madre de la reina no conocía las intrigas de Boah?
—¿Intrigas? —se mofó Suho—. Boah sólo quería estar al corriente de todo. Aunque utilizaba unos métodos extraños —añadió Suho con un encogimiento de hombros— no hacía daño a nadie.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Sungmin  con gesto de incredulidad ante la actitud indiferente de su antiguo compañero—. Tú sólo eras su lacayo. No tienes ni idea de qué hacía con la información que recababa ni si hacía daño a alguien con ella.
—¿Importa ahora? —dijo Suho malhumorado—-. La duquesa se puso furiosa y la despidió de inmediato, a pesar de su larga amistad. Dijo que no consentiría que se relacionara a su séquito personal con ningún escándalo que pudiera perjudicar la imagen de la reina.
—¿Hubo un escándalo?
—¿No me estás escuchando? Lo cortaron de raíz. Pero la corte es muy aburrida ahora que Boah no está.
—¿Por eso estás aquí?
—Por supuesto. El heredero al trono ni siquiera tiene un mes. Salvo en los festejos por su nacimiento, la reina no se ha dejado ver y no ha dispuesto ningún otro evento todavía. ¿Cuál fue el motivo por el que te fuiste?
Sungmin  debería haberse limitado a señalar con sequedad que ése no era asunto suyo, ya que no eran educados conocidos ni mucho menos amigos. Pero el diablo debió de metérsele en el cuerpo porque le espetó:
—Me casé con Kyuhyun.
La cara de Suho se contorsionó de furia.
—¡Estás mintiendo!
—Pregúntaselo.
El joven lo miró con tal veneno en los ojos que fue asombroso que se controlara lo suficiente para encogerse de hombros con indiferencia.
—No importa. De todas maneras no quería casarme con él. Es evidente que no será un buen marido. Qué lástima que aún no te hayas dado cuenta. Sin embargo, no me importaría mantener una breve aventura con él. Debería agradecértelo. Disfrutaré mucho cuando vuelva a estar en la cama del marqués otra vez.
Sungmin se puso rojo de ira. El deseo de abalanzarse sobre Suho y clavarle las uñas en la cara fue tan abrumador que apenas pudo resistirlo. Suho desapareció de inmediato y él no intentó detenerlo. ¡Iba a provocar el peor escándalo que Londres hubiera visto en décadas y no le importaba nada!
—En realidad esperaba encontrarte solo, no aquí en medio del salón de baile como un volcán a punto de estallar.
Sungmin  se dio la vuelta. Su sorpresa al encontrar a su marido, sonriéndole mientras le soltaba aquel comentario provocador, era tal que su arrebato de cólera se disipó. Se le veía muy atractivo con aquella chaqueta negra de gala y los pantalones a juego. Se había cortado un poco el pelo.
Sungmin tuvo que hacer un gran esfuerzo para aplastar aquel viejo embelesamiento que él todavía le hacía sentir.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Os marchasteis de casa antes de que terminara de vestirme —lo reprendió Kyuhyun con desdén.
Él le lanzó una mirada llameante.
—Si tenías intención de venir con nosotros, ¿por qué no nos lo dijiste?
—Quería daros una sorpresa, pero debería haber sabido que mi primo saldría por la puerta en cuanto estuvierais listos.
Con la mente todavía un poco confusa por la cólera que Suho había suscitado en él, Sungmin  intentó averiguar los motivos de Kyuhyun.
—Pero ¿por qué? Donghae sólo necesita un acompañante.
—Porque pensé que podrías apreciar un poco de compañía. He acompañado a Donghae a muchos bailes, y sé que esos jovenzuelos impacientes no le dan un momento de tregua. Por supuesto a él no le importa, pero claro, sus acompañantes se quedan solos.
¿Kyuhyun estaba portándose bien? ¿Rescatándolo? ¿De verdad pensaba que se iba a creer eso?
—¿No se te ha ocurrido pensar que yo también podría pasarme la velada bailando? —dijo.
—Ahora estás casado, así que no, no se me pasó por la cabeza.
Sungmin contuvo la risa. ¿Estaba diciéndole que porque estaba casado ya no podía divertirse? ¿Por qué no le sorprendía?
Pero Kyuhyun todavía no había acabado de hablar.
—Pensé que te morirías de aburrimiento alternando con las matronas, madres y appas —añadió—. Pero ahora que has mencionado el baile, recuerdo que es algo que se te da muy bien.
No le preguntó si quería bailar con él. Kyuhyun no había acabado de hacer ese comentario cuando lo tomó en sus brazos y lo hizo girar por la pista de baile. Sungmin se mantuvo rígido gracias sólo a la fuerza de voluntad. ¿Por qué él le estaba haciendo eso? Santo Dios, sería tan fácil dejarse llevar... ¡no!
—¿Cómo pudiste hacer el amor con Suho?
—¿Con quién?
Tan pronto como Sungmin lanzó la acusación se sintió consternado y avergonzado, y lamentó no haberse callado la boca. Pero aquel «¿con quién?» de Kyuhyun lo había vuelto a poner furioso.
—¿Cómo que «con quién»? ¡Acabas de verme hablando con él!
—Si estabas hablando con alguien cuando llegué, me temo que no me di cuenta. Sólo tenía ojos para ti.
Sungmin  se sonrojó. Por supuesto no se había creído ni una sola palabra, pero aun así ¡se sonrojó!
—Kim Suho —le recordó.
—Dios mío, sí. ¿Cómo he podido olvidarlo? Un joven menudo y aborrecible. Pero has llegado a una conclusión descabellada, querido.
—No es una conclusión mía, esas palabras acaban de salir de su boca hace sólo un momento.
Él arqueó una ceja.
—Bueno, si eso es cierto, realmente no sería la primera vez que ocurre. Es fascinante cómo algunos pueden empañar su reputación con tal de decir que se han acostado conmigo. No sé si es por celos o por jactancia. —Se encogió de hombros—. Jamás he entendido esas cosas. Pero no hay que creer todo lo que se dice. Lo aprendí hace mucho tiempo.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Mi relación con Suho se limitó a un coqueteo, pero él dice que nos fuimos a la cama cuando mi intención fue evitarlo a toda costa.
—Así que no era un objetivo en tu lista de conquistas, sólo dejaste que él lo creyera. ¿Te parece divertido?
—¿Por qué lo defiendes ahora cuando Suho no te cae mejor que a mí? —Se rio él—. Había una buena razón en ese momento. Ahora no importa. ¿Sabes que comienzas a sonar como un esposo celoso? ¿Estás celoso, cariño? Lo cierto es que todo esto empieza a parecerme cada vez más divertido.
—No te rías tanto porque no es cierto.
—¿No?
Él todavía sonreía ampliamente, provocándole.
—Tu inesperada presencia aquí también parece resultado de los celos, como si hubieras venido a vigilar a tu esposo, pero no me oirás acusándote de ello.
—Creo que acabas de hacerlo.
La diversión de Kyuhyun era irritante. Sobre todo cuando era a costa suya lo que venía siendo habitual. Pero la ira de Sungmin  se había disipado. No es que quisiera creerle, pero sabía que Suho era un mentiroso consumado. Si sus emociones no hubieran sido tan tumultuosas para empezar, Sungmin no habría dado crédito a las palabras de su antiguo compañero de habitación. ¿Y por qué diantres debería importarle aquello?
—¿No te cansas de discutir todo el rato? —preguntó Kyuhyun con indolencia después de haberlo hecho girar por la pista varias veces más—. Empieza a resultarme algo tedioso. Incluso te he otorgado el beneficio de la duda...
—No me hagas ningún favor —masculló, apartando la mirada.
Él ladeó la cabeza a un lado.
—¿Y eras tú el que me desafió a que me comportara de una manera dulce y adorable? ¡Y pensar que te creí!
La mirada de Sungmin voló a la de él, pero no pudo más que farfullar ante tal disparate. Sin duda los pálidos ojos de Kyuhyun brillaban de risa contenida. ¡¿Qué diantres estaba haciendo él?! No podía hablar en serio. Aun así, ¡había rozado su mejilla con la de él en medio de la pista de baile!
-¿Que...?
Sungmin no debería haber vuelto la cabeza ante esa inesperada caricia. ¿Estarían destinados a besarse accidentalmente una y otra vez? Sungmin  se apartó al instante, mientras aún tenía la suficiente presencia de ánimo para hacerlo. Pero él no lo hizo. De hecho, se acercó todavía más, ¡siguiendo su boca con la de él de una manera que no tenía nada de accidental!
Sungmin se tambaleó al sentir que se mareaba. Eso lo alentó a abrazarlo y a besarlo con mayor profundidad. Sungmin se estaba acercando con rapidez al punto en el que nada más importaba.
Desesperadamente, apartó su boca de la de él casi sin aliento.
—¡Vas a provocar un escándalo!
—Creo que valdría la pena —le dijo con suavidad al oído—. Pero será sólo una infracción sin importancia ya que todos saben que estamos casados.
—No, no lo saben. No lo he anunciado.
Él se detuvo bruscamente. Varias parejas casi tropezaron con ellos.
—¿Por qué no?
Sungmin apartó la vista del ceño fruncido de Kyuhyun que le hacía sentirse claramente inquieto. ¿Cómo explicarle su vacilación anterior sin que pareciera lo que en realidad había sido: un ataque de pánico? Pero él no esperó su respuesta.
Sin mediar palabra lo condujo fuera de la pista de baile. Comenzó a hacer un recorrido social por todo el salón, sin descartar a nadie que no estuviera bailando. Kyuhyun se fue deteniendo de grupo en grupo y presentando a Sungmin  como su esposo, el joven marqués de Yeomgwang. Lo hizo bruscamente, como si estuviera cumpliendo una tarea obligada, con lo que dejaba claro a su esposo que lo estaba castigando. Sungmin se sentía avergonzado. ¡La mayoría de los presentes pensaban que Kyuhyun estaba bromeando! Lo conocían. Conocían su reputación. Y no se estaba comportando con normalidad.
Incluso tenía una excusa para explicar por qué nadie había oído hablar aún de su matrimonio.
—Llevamos algún tiempo casados en secreto. Intentamos ocultárselo a su madre pues ella quería algo mejor que yo para su hijo. Pero no hay razón para seguir ocultándolo por más tiempo cuando ella ya nos ha descubierto.
Sungmin  podría haberle seguido la corriente, podría haber inyectado un poco de humor a la historia de su madre, pero estaba demasiado sorprendido para añadir una sola palabra. Cuando regresaron de nuevo a la pista de baile, él lo estrechó con más fuerza entre sus brazos. Sungmin levantó la mirada hacia Kyuhyun, desconcertado.
—¿Cómo has podido hacerlo?
—No negarás quién eres, Minie. He desarrollado una profunda actitud protectora por mi hijo y reconozco que puedes llevarlo en tu vientre. Por ahora estamos casados y te agradecería que actuaras como si así fuera de una maldita vez.
Sungmin estaba cada vez más confundido por el comportamiento de su marido.
—¿Por las apariencias?
El le miró tan profundamente a los ojos que acabó conteniendo el aliento por la expectación. Luego Kyuhyun apartó la mirada y le dijo lo que quería oír:
—Sí, por las apariencias.
O al menos eso era lo que pensaba que quería oír. Sin embargo, para su consternación, su reacción fue la opuesta a la que debería haber sido.
—Sin embargo, sigues con tus antiguas costumbres. ¿O acaso crees que engañaste a alguien con tu cita de anoche? Eso fue lo que le dijiste a tu madre, ¿no? ¿Qué tenías una cita?
Kyuhyun lo miró a los ojos.
—¿Eso que oigo son celos otra vez?
—Es una pregunta pertinente —dijo con rigidez—-. Si crees que guardar las apariencias es cosa de uno, pongamos fin a esta farsa ahora mismo.
Por increíble que pareciera, él volvía a estar de buen humor y le brindaba una amplia sonrisa.
—Antes de que mueras de celos, te diré que «cita» no es la palabra adecuada, dado que no era una reunión concertada. Sólo fui a ver a mi abogado, y no, no es un joven o lleva faldas.
Sungmin  ignoró aquel ridículo intento de hacer un chiste.
—¿Por la noche? —se mofó.
Él suspiró.
-Sí, como último recurso. Habría ido a su despacho a horas normales, pero no podía darme cita hasta la semana que viene. Y puesto que había cinco clientes más esperándole y no soy de los que tiene paciencia, decidí ir a su casa más tarde, a una hora en la que sabía que podía encontrarle, para que se ocupara de un asunto.
—¿Tan importante...?
—Pero ¿aún tienes más preguntas?
Kyuhyun siempre bromeaba en los momentos más inoportunos, dejándolo con la boca abierta de incredulidad. Como ahora.
—Tenía que cambiar mi testamento para incluir a mi hijo. Me llevó más tiempo del que esperaba porque mi abogado intentó convencerme de que esperara a que el niño naciera, pero fui yo quien le convencí de que ésa no era una buena idea.
—¿Por qué no?
—Por si acaso me ocurría algo antes de que naciera.
Por fortuna, Donghae reclamó la atención de su primo en ese momento, al pasar bailando a su lado y saludarle con la mano, así que no vio que Sungmin palidecía. Aunque puede que sí notara la repentina humedad de la palma de su mano cuando quedó cubierta de un sudor frío. Él le había dado una respuesta lógica, pero ¿por qué le embargaba el miedo ante el mero pensamiento de perderle? ¿Es que se había vuelto loco?


Su interpretación de un matrimonio feliz podría haber sido considerada la estafa del siglo, pero pasaron varias semanas y continuó con tal perfección que Sungmin  tenía que pellizcarse para poder creérselo.
El Ángel era demasiado bueno. Desde la noche del baile, había estado pendiente de él en todo momento. ¿Quizá para compensar su mal comportamiento?
Sungmin no podía asegurarlo y, desde luego, no pensaba preguntárselo. Pero habían estado bailando una y otra vez aquella noche. Se había quedado a su lado cuando Sungmin  necesitaba descansar. Incluso habían vuelto a hacer una ronda social por el salón, pero esa vez Kyuhyun había hecho reír a todo el mundo, incluido él.
Aquella buena conducta había continuado también en casa, tanto cuando estaban solos con Ahra, que conocía la verdad de su matrimonio, como cuando estaban con Jaehyun y Donghae, que no la conocían.
Pero fue algo más que eso. Incluso cuando estaban solos e intercambiaban comentarios personales, él no volvió a mostrar aquella ira que siempre había provocado la suya.
Comenzó a pensar que él había hablado realmente en serio cuando le dijo que no quería discutir más. Pero por extraña que pareciera aquella situación, aprovechó aquella tregua de paz y no hizo nada para enturbiar las cosas.
Fue una noche, durante la hora de la cena, cuando Minho, el hijo mediano de Ahra, entró por fin en escena.
—Lamento haberme ausentado tanto tiempo, mamá —dijo Minho  mientras se dirigía a una silla, deteniéndose sólo para depositar un beso en la coronilla de Donghae cuando pasó junto a él—. Estuve en una fiesta campestre que duró más de lo que había previsto.
Sus ojos cayeron entonces sobre Sungmin  y no se apartaron, aunque siguió hablando con su madre
—¿Quién es nuestro hermoso invitado? Quizá debería haber adelantado mi regreso a casa, después de todo.
—No por esa razón—lo reprendió Ahra antes de añadir con una enorme sonrisa de orgullo—: Cho Sungmin, éste es mi segundo hijo.
—¿Cho? —dijo Minho confundido—. ¿Un primo perdido?
—Un nuevo y encantador miembro de la familia. Se ha casado con tu hermano.
Los ojos de Minho  cayeron con incredulidad en Jaehyun, que comenzó a sonrojarse.
—El no, tonto. Yo. —Se apresuró a decir Kyuhyun, pero Minho estalló en carcajadas.
—Buen intento, hombre, pero sé reconocer una mentira cuando la oigo. La única manera de que te hubieras casado sería cayendo en una trampa, como tantas veces has dicho.
Ahra le lanzó una cuchara.
—¿Qué? —gritó con sorpresa.
Pero Kyuhyun también se había levantado de la silla para darle a su hermano una palmada en la cabeza; una bastante fuerte.
—¿Qué? Estoy bromeando, pero tú también bromeabas. ¿Qué demonios ocurre?
—¿Acaso te parece que está bromeando? —preguntó Ahra con una mirada ominosa.
—Bueno... No, realmente —admitió Minho  comenzando a mostrarse un poco intranquilo.
—Exacto —gruñó Ahra.
—Disculpad mientras voy a sacar la pata del hoyo en que la he metido —dijo Minho  encogiéndose de vergüenza y dando un paso atrás.
—Siéntate —respondió Kyuhyun regresando a la cabecera de la mesa. Luego le dijo a su madre—: Le escribirías una nota, ¿no? ¿Acaso no la ha recibido porque ha estado fuera de Londres?
—En realidad, pensé que te gustaría ser tú quien le diera la noticia, así que no, me resistí a hacerlo. No me ha resultado fácil, la verdad. Estaba a punto de estallar de felicidad, por así decirlo.
—No te sonrojes, Sungmin —dijo Donghae, sentado al lado de Sungmin —. Los Cho son así. Ya te acostumbrarás.
Sungmin  sólo estaba un poco avergonzado, pero se quedó asombrado de que Kyuhyun hubiera reaccionado de esa manera ante la palabra «trampa», dado que era así como había definido su matrimonio. Pero incluso a pesar de que aquello parecía un chiste de mal gusto, él se había comportado protectoramente con él como un marido debe hacerlo.
—Bueno, no cometamos este error de nuevo —le dijo Kyuhyun a Ahra—. Escribe las notas pertinentes, mamá. Ya sé que estás rebosante de felicidad.
Ahra se había reído entre dientes y había mostrado su aprobación con una inclinación de cabeza.
—No creo que sea realmente necesario —dijo Donghae.
—Por supuesto que sí —repuso Ahra.
—¿Acaso no te ha contado que él mismo presentó personalmente a Sungmin a todo el mundo en el baile la otra noche... como su esposo? —continuó Donghae—. Créeme, tía Ahra, su matrimonio ya está en boca de todos.
—De buena manera, espero.
Donghae parpadeó.
—Pues claro. ¿Cómo iba a ser si no? —Luego adivinó—: Oh, ¿es que ya está embarazado?
—¿Embarazado? —se atragantó Minho .
—Bueno, es que no acaban de casarse, ¿sabes? —le respondió Donghae a su primo, luego se corrigió él mismo—: No, por supuesto que no lo sabes. Lo siento, es que se lo ocultaron a la madre de Sungmin —explicó Donghae antes de echarse a reír—. Al menos eso es lo que oí en el baile. Pero no lo de que estaban en «estado de buena esperanza». Después de todo, no había ninguna razón para contar a la gente cosas que no son de su incumbencia.
Ahra miró a Kyuhyun con el ceño fruncido, pero su hijo no se dio cuenta ya que estaba lanzando una mirada cariñosa a su primo. Sungmin  deseó meterse debajo de la mesa, pues todavía no se había acostumbrado a que hablaran de su embarazo de esa manera.
Minho  miró la gran variedad de expresiones que había alrededor de la mesa y suspiró.
—Creo que la próxima vez que me inviten al campo me quedaré en casa. ¿Por qué suceden las cosas más excitantes cuando no estoy aquí para disfrutarlas?



La gente comenzó a aparecer en casa de Kyuhyun a la semana siguiente al baile con la excusa de visitar a su madre. Ahra no tenía por costumbre recibir tantas visitas, pero Kyuhyun jamás había visto a su madre tan complaciente. Ahora era la suegra amorosa que pronto se convertiría en una abuela todavía más amorosa, aunque eso no era algo que compartiera con aquellos inesperados invitados. Evidentemente quería hacerlo, pero esperaba el permiso de su hijo y él, desde luego, no estaba preparado para darlo.
Kyuhyun debía dar gracias a Dios de que ni Sungmin  ni su madre supieran que al menos la mitad de los jóvenes y mujeres que se habían presentado en la puerta de su casa esa semana habían sido sus amantes y que sencillamente se negaban a creer que él se hubiera casado, a pesar de las habladurías que aseguraban que había sido el propio Kyuhyun quien lo había anunciado. Pero conociéndolo como lo conocían era lógico que todas dudaran de ese rumor. Querían conocer la noticia de primera mano y oírselo decir a su madre.
Kyuhyun jamás se había sentido tan feliz de haber acabado en buenos términos con ellos y seguir siendo amigo de unos cuantos. Extrañamente, con los que sólo había coqueteado y nunca se había acostado fueron los que se sintieron más disgustados. Incluso hubo algunos que se mostraron rencorosos. Kim Suho había sido la única excepción, pero claro, lo de él había sido por un asunto de trabajo no de placer.
Sungmin lo llevó todo muy bien. Era una persona muy sociable, elocuente, divertida, y extrovertida. Incluso le caía bien a su familia. Kyuhyun no estaba seguro de si aquello era bueno, pero supuso que era preferible a que lo condenaran por la trampa que le había tendido y lo trataran como a un paria.
Kyuhyun aún seguía enfadado por eso, pero había relegado la rabia a un profundo rincón de su mente y tendía a olvidarse de que estaba allí. La había guardado bajo llave por una buena razón. Estaba protegiendo a su bebé. No quería que su ira provocara la de Sungmin  y que eso perjudicara a su hijo de alguna manera.
Sin embargo, la tregua con él había tenido inesperados resultados que lo habían puesto en un dilema de otro tipo. Aunque Sungmin no llevaba mucho tiempo en su casa, Kyuhyun se había acostumbrado a su presencia allí y ahora no quería que se fuera. ¡Quería que se quedara con él! Lo cual no tenía sentido. Sungmin se iría en cuanto se descubriera su mentira. Pero ¿y si no lo hacía? ¿Y sí él decidía mantenerlo a su lado?
No podía negar que si él hubiera estado buscando esposo, Sungmin  habría sido el candidato perfecto. Era encantador y hermoso, muy inteligente y demasiado ocurrente para su propio bien. ¡Incluso lo hacía reír cuando estaba furioso con él! Para ser sinceros, admiraba muchas condenadas cosas de Sungmin  y se sentía cada vez más atraído por él. Kyuhyun no debería desear al joven que había provocado su ruina, pero lo hacía.
Ser empujado en tantas direcciones distintas a la vez era realmente desequilibrante. No había más que ver su ridícula reacción en el baile cuando había querido mantener el matrimonio en secreto. ¿De dónde demonios habían salido aquellos celos y esa furia? Lo más probable era que Sungmin hubiera llegado a la conclusión de que aquel comportamiento era la manera que había tenido su marido de ejercer sus derechos sobre él, y que contener su ira y decirle que estaba cansado de discutir, independientemente de si eso era cierto o no, había sido como admitir que su esposo había ganado esa guerra. Lo cual no era el caso.
Así que se alegró mucho cuando llegó la misiva de Sukchun solicitando que se reuniera con él. Kyuhyun estaba preparado para agarrarse a cualquier cosa que lo sacara de casa, lejos de la constante presencia de Sungmin .
Llegó a palacio a la hora concertada. Sukchun sólo le hizo esperar unos minutos.
—¿Han arrestado a Park? —preguntó Kyuhyun.
—No fue necesario —dijo Sukchun de camino a la licorera—. ¿Un brandy?
Kyuhyun se puso rígido.
—No. ¿Por qué no fue necesario? ¿Las pruebas que te envié no fueron lo suficientemente concluyentes?
Con el brandy en la mano y su habitual expresión inescrutable, Sukchun se sentó a su lado.
—Al contrario, las pruebas le habrían colgado, pero tu bala nos ahorró las molestias. La herida que le provocaste fue muy grave y murió unos días después de que regresaras a Inglaterra.
—Qué diablos. Tengo buena puntería y no estaba tratando de matarle.
Sukchun se encogió de hombros, imperturbable.
—Pero tú mismo dijiste que estaban tiroteando el carruaje. Es perfectamente comprensible que no afinaras la puntería en ese caso. Así que, para nuestra satisfacción, se ha hecho justicia. Un buen trabajo, muchacho.
A Kyuhyun no le gustaba ese tipo de finales inesperados. Molesto, sacó a colación su llamamiento.
—Espero que no me envíes fuera del país otra vez. Preferiría quedarme cerca de casa por ahora.
—¿Ha enfermado alguien?
—No
Como Kyuhyun no se extendió más, Sukchun torció el gesto y fue directamente al grano.
—Finalmente, Boah se ha marchado de palacio para siempre.
—¿Por elección propia?
—No
Cuando Sukchun no se explayó, Kyuhyun casi se rio. Touché. Pero sabía que Sukchun no dejaría las cosas así, y no lo hizo.
—Al parecer se ha retirado también de las intrigas, ya que no tiene a una horda de lacayos a los que hacer cumplir sus órdenes. Sin embargo, se va a casar, así que creo que es cierto que se ha retirado.
Eso sí provocó la sorpresa de Kyuhyun.
—¿Boah se va a casar? ¿Con quién?
—Con lord Joowo. No es una mala elección, aunque los jóvenes debutantes podrían pensar lo contrario ya que tiene casi cincuenta años. Pero es un hombre con título, rico y atractivo.
—Mientras que Boah es todo lo contrario. ¿Qué ha tenido que hacer? ¿Chantajearle?
Sukchun se encogió de hombros.
—No me extrañaría. Él fue uno de sus objetivos el año pasado.
—¿Por el atentado a la reina?
—No, he dejado de intentar relacionar a Joowo con ese desagradable acto, pero durante esa investigación descubrí la sórdida y breve aventura que él mantuvo con una joven duquesa casada.
—¿Y crees que es eso lo que Boah tiene contra él?
—Es lo que imagino. De hecho, estoy dispuesto a creer que la mayor parte de las intrigas de Boah eran para conseguir un marido para sí misma. No niego que se haya llenado los bolsillos con ello, pero tengo el presentimiento de que ella prefería un buen partido a ese dinero.
—Por su edad, no creo que él sea un buen partido.
—Para una mujer de la edad de Boah, sí. Además, para lord Joowo supone un gran prestigio casarse con una mujer más joven.
Kyuhyun arqueó una ceja.
—Para poder alardear, ¿no?
—Si quieres llamarlo así.
—Pero si Boah solamente quería casarse, ¿por qué esperó tanto?
—¿Para pescarlo? —Sukchun puso los ojos en blanco ante el malicioso comentario—. ¿Quién sabe lo que piensa una pareja? Puede que sólo quisiera tener una gran lista de títulos entre los que poder elegir. De cualquier manera, necesito estar absolutamente seguro de que ella ya ha terminado de recabar información que ni le va ni le viene.
Así que ésa sería su misión. Kyuhyun no pudo evitar gemir.
—Ella otra vez, no.
—Todavía eres amigo suyo, ¿no?
—Pero nos fuimos distanciando, así que no creo que Boah lo vea de esa manera.
—Bueno, ahora que está fuera de palacio, no le hará mal a nadie si simplemente te sinceras con ella... y le preguntas directamente. Esta noche hay una fiesta en casa de Joowo para anunciar su compromiso. He conseguido una invitación para ti y un acompañante.
Kyuhyun suspiró y aceptó la invitación doblada que Sukchun le entregó.
—Supongo que mi esposo podría acompañarme.
—No tiene gracia.
—¿Qué es lo que te parece un chiste?
—¿Te has casado?
—¿Tan ocupado has estado con tus investigaciones que no te has enterado de los rumores que circulan por todo Londres? Eso no habla muy bien de ti.
Sukchun no sólo parecía conmocionado sino también desolado. Y, desde luego, no era por ser el último en saberlo. Pero por una vez, Kyuhyun no perdió los estribos ante el evidente recordatorio de lo que Sukchun sentía por él. Incluso podía comprenderlo un poco mejor ahora que él tenía sus propios sentimientos fuera de control.
Sukchun pareció recuperarse un poco después de terminarse el brandy de golpe. Al menos logró mantener la expresión pétrea.
Su voz, sin embargo, todavía resultaba temblorosa cuando dijo:
—Supongo que tengo que felicitarte.
Kyuhyun mantuvo su propia voz inexpresiva.
—En realidad no. Puede que sólo sea un acuerdo temporal. No lo sabremos hasta dentro de unos meses.
—Conque ésas tenemos, ¿eh? Pensé que te mantenías alejado de los jóvenes vírgenes.
—Y lo hago... lo hacía. Pero una visita en mi habitación de palacio a altas horas de la noche fue difícil de resistir. Tal audacia podría hacer pensar que no era virgen, pero lo era —concluyó Kyuhyun con un suspiro.
—¿Quién es?
—Nuestro último joven de la corte, Lee Sungmin.
Sukchun pareció consternado.
—¡Santo Dios, espero que no fuera por mi culpa!
—Puedes dormir tranquilo —dijo Kyuhyun entrecerrando ligeramente los ojos—. Tú sólo le diste una excusa para perseguir sus propios objetivos, que no eran otros que formar parte de mi familia.
¿De verdad seguía creyendo eso? Ahora tenía sus dudas. En realidad, tenía demasiadas dudas en lo que a Sungmin concernía. Incluso admitía que había encontrado la inocencia de Sungmin  demasiado sugerente y que quizá se había pasado un poco. Si otro virgen hubiera aparecido en su habitación, una que no hubiera parecido ni sonado tan sexy, él habría saltado espantado por la maldita ventana para librarse de una trampa tan obvia. Así que lo cierto era que no había querido resistirse a Sungmin.
Sukchun interrumpió sus pensamientos.
—Ese joven nunca me pareció un mercenario —observó.
Kyuhyun contuvo la risa mientras se levantaba para irse.
—Es una falacia por nuestra parte pensar que todas las parejas tienen la cabeza de chorlito y necesitan que les guiemos. Sabes que eso es lo que ellas quieren que creamos.
—No todas son tan inteligentes como ese joven.
—Por supuesto que no, igual que no todos los hombres son iguales. Pero te sorprendería saber cuántas son más listas de lo que parece.
Kyuhyun se dirigió a la puerta.
—Aunque me sorprenda decirlo, creo que será perfecto para ti —comentó Sukchun detrás de él.
Kyuhyun se detuvo y se dio media vuelta, furioso.
—Ni se te ocurra intentar reclutarlo de nuevo.
—Oh, ni en sueños. Lamenté mucho que no quisiera trabajar para mí. Puede que no todos los jovencitos tengan la cabeza de chorlito, como tú dices, pero es muy raro encontrar a uno con la inteligencia suficiente para improvisar cuando hace falta. Sólo te recordaba que en una ocasión lo habías considerado un reto, incluso me lo recalcaste. Creo que te resultaría aburrido cualquier otro esposo que no representara esa clase de reto. Al menos él siempre te mantendrá en ascuas.
Eso ni siquiera merecía una respuesta. Sungmin  era un reto, sin duda. El joven no había sido otra cosa más que un reto. ¡Pero que lo condenasen si iba a dejar que lo mantuviera en ascuas!



1 comentario:

  1. Kyuhyun será un estúpido hasta el final de los días
    Hace cosas desconcertantes para Min y luego sus idioteces😒
    Pero bueno,al menos la espinita ya la tiene más clavada...aunque también siga creyendo que Min miente.
    Y ademas ya piensa en mantenerlo sino es verdad....ay Kyu,lo vas a tener todo,a Min,a un bebé,un matrimonio que tu exijiste,a tu familia feliz...qué más puedes pedir idiota😂😂😂😂😂😂

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...