Kyuhyun
no podría haber pedido una distracción mejor que la urdida por Sungmin, en
particular porque todos los hijos de los Park les habían seguido a arriba. Se
había quedado solo en la sala con Samuel, el abuelo de su esposa y dos de sus
primos mayores. Kyuhyun esperaba que la conversación volviera a animarse en
unos momentos.
—Todas
estas dificultades del embarazo son nuevas para mí —dijo, entonces, mirando la
puerta vacía con el ceño fruncido para asegurarse de que Park se daba cuenta de
su preocupación—. En el fondo pienso que tengo la culpa y no puedo por menos
que ir a ayudarlo. Regresaré en un momento.
No
esperó a que su anfitrión le dijera que Sungmin estaba en buenas manos. Salió
precipitadamente de la sala. Interpretar el papel de padre y marido inexperto
no era algo con lo que estuviera familiarizado, pero debió de haber sido una
buena interpretación pues al abandonar la estancia sólo oyó algunas risitas
compresivas a su espalda.
No
tenía tiempo que perder, pues los niños podían bajar en cualquier momento por
la escalera que se encontraba al fondo del vestíbulo. Tenía que pasar por dos
habitaciones antes de llegar a ella. Ambas tenían las puertas abiertas y vio
que una de las estancias era un estudio, así que se coló dentro rápidamente.
Fue
directamente al escritorio. Sabía que una búsqueda metódica sería imposible.
Odiaba tener que apresurarse. En realidad prefería trabajar de noche y a
oscuras, pero no tenía tiempo para eso. Tampoco se atrevía a cerrar la puerta,
pues a nadie se le pasaría por alto aquel detalle revelador. Todo lo que pudo
hacer fue meterse los papeles que encontró en los bolsillos y esperar que
alguno de ellos resultara ser la prueba que estaba buscando. Park acabaría por
darse cuenta de que los documentos habían desaparecido y sospecharía de Kyuhyun
de inmediato, pero para entonces esperaba estar de camino de la costa. Por si
acaso sus planes se iban al garete, le había dicho a Matthew que aparcara el
carruaje en la calle frente a la casa de los Park de manera que el blasón
familiar no fuera visible.
Sabía
por experiencia lo bueno que Sungmin era
como actor y, aunque no lo había perdido de vista, no había podido saber cómo
había logrado fingir las arcadas.
¿Quizá se había metido un dedo en la garganta
cuando se cubrió la boca con las manos?
—No
debería estar aquí—le dijo un criado desde la puerta del estudio con el ceño
fruncido.
—Necesitaba
un momento para tranquilizarme dado que siempre rompo a sudar cuando mi esposo
me avergüenza con sus náuseas matutinas —le dijo Kyuhyun al hombre.
El
criado no se rio. Todavía parecía sospechar, pero Kyuhyun se había ido
acercando a él mientras le daba la improvisada excusa y, para cuando dijo la
última palabra, ya estaba a su lado. Su intención era golpearle y agarrarle por
la pechera de la camisa antes de que cayera al suelo. Si eso no lo dejaba fuera
de combate, entonces no sabía qué más hacer. No quería hacerle daño al tipo,
sólo que se desvaneciera para poder sacarlo por la ventana.
La
mitad del plan funcionó. El hombre perdió el conocimiento y Kyuhyun lo sujetó a
tiempo de impedir que cayera al suelo. Incluso lo llevó hasta la ventana con
facilidad, pero ahí acabó todo. El resto del plan fracasó. Habían clavado el
marco de la ventana para impedir que entraran las corrientes de aire en los
fríos meses de invierno. Maldición, aún no hacía tanto frío. Y para colmo no
había muebles grandes tras los que esconder al hombre. Como último recurso, lo
arrastró hasta la pared que daba al pasillo y lo dejó allí tirado cuan largo
era. De esa manera no lo vería nadie que pasara junto al estudio.
Finalmente,
subió corriendo las escaleras y se topó con Mary Park que salía de una de las
habitaciones de sus hijos. Al verle, ella sonrió comprensiva y le señaló con la
cabeza la habitación del fondo. Estaba cerrada. La abrió y volvió a cerrarla
después de entrar.
Sungmin
estaba de rodillas en una esquina, gimiendo de nuevo sobre un bacín.
Últimamente no hacía nada más que encontrarlo en esa posición y, aunque ver a
un joven en esa postura provocaba su excitación, las arcadas que él tenía
apagaban cualquier deseo.
—Bien
hecho, Minie. Pero ahora tenemos que irnos.
Sungmin
lo miró, pero sólo el tiempo suficiente para lanzarle una mirada furiosa antes
de volverse al bacín y seguir vomitando.
Él
suspiró.
—No
estoy bromeando. Nos justificaremos diciendo que necesitas tomar aire fresco.
—Al ver que seguía sin levantarse, Kyuhyun añadió con mal humor—: No va a venir
nadie más a observar la función y tenemos que...
El
hizo una pausa al darse cuenta de lo grande que era aquella estancia para una
casa tan pequeña. Aquélla tenía que ser la habitación principal. Y había un
escritorio. Se acercó a él y vio lo que parecía un libro de cuentas o un diario
encuadernado en piel. Al abrirlo descubrió que, definitivamente, era un libro
de cuentas con fechas, cantidades de compras y ventas, una cuenta de gastos
corrientes e incluso los nombres de los empleados de Park; cuánto les pagaba y
por qué servicio.
Casi
se rio cuando vio el nombre del ladrón que había confesado que Park era quien
lo había contratado. Decidió llevarse el libro intacto como prueba, en vez de
arrancar las páginas que necesitaba.
—¿Crees
que podrías esconder este libro bajo tu ropa mientras salimos de la casa? —Era
demasiado grande para sus bolsillos.
—Por
supuesto, pero no voy a ir a ningún... —dijo ella lanzando un vistazo al libro
que él tenía en la mano.
—Tuve
que dejar inconsciente a un criado en la planta de abajo —lo interrumpió él—.
Podría recuperar el conocimiento en cualquier momento y dar la alarma. No
tenemos tiempo para discutir, nos vamos ya.
Aunque
él solía disfrutar de ese tipo de riesgos, la cosa cambiaba mucho con Sungmin a
su lado. Incluso comenzaba a sentir una extraña punzada de pánico por él. A
pesar de lo molesto y frustrante que era, pensar en que pudiera resultar herido
le hacía sentir un sudor frío al que no estaba acostumbrado.
No le
dio el libro, simplemente lo cogió del brazo y arrastró hacia la puerta,
deslizándose el volumen en la cinturilla de los pantalones, bajo el abrigo.
—No te
detengas, sal directamente por la puerta principal y sube al carruaje. Si aún
tengo tiempo me disculparé con nuestro anfitrión, si no me abriré paso a la
fuerza... Bueno, esa palidez es perfecta. Continúa así.
Kyuhyun
estaba razonablemente seguro de que Sungmin no seguiría fingiendo que se
encontraba mal ahora que la situación se había vuelto tan arriesgada. Pero
tampoco tenían tiempo para hablar sobre ello. Al menos Mary Park ya no se
encontraba en el pasillo, así que Kyuhyun ayudó a Sungmin a bajar
apresuradamente las escaleras y lo empujó hacia la puerta principal antes de
entrar de nuevo en la sala.
Kyuhyun
casi esperaba encontrarse una habitación llena de pistolas, pero al parecer
había golpeado al criado con más fuerza de la que había creído. Los hombres
todavía conversaban, y Mary estaba sentada en el sofá con sus cuatro hijos más
pequeños. Cho se disculpó por tener que marcharse con tanta premura, y propuso
volver a visitarlos de nuevo al día siguiente por la tarde antes de reanudar su
viaje.
Sungmin
todavía estaba muy pálido cuando se reunió con él en el carruaje, pero se
apresuró a tranquilizarlo.
—A
menos que Park vaya de inmediato a su estudio, quizá pase una hora o más antes
de que descubran al criado que dejé fuera de combate. Por ahora no debemos
preocuparnos, aunque tenemos que darnos prisa en llegar a la costa.
Sungmin
no abrió la boca, pero su expresión lo decía todo. Todavía estaba enfadado por
algo, probablemente porque él lo hubiera puesto en peligro de esa manera y,
ciertamente, no podía culparlo. Pero ya había pasado el peligro y estaban
dejando atrás los últimos edificios de Le Mans. No había acabado de pensarlo
cuando comenzaron a dispararles.
Kyuhyun
arrancó bruscamente a Sungmin del
asiento y lo empujó al suelo. Por si eso no fuera lo suficientemente malo, se
tiró encima de él; no con todo su peso, desde luego, aunque sí con el
suficiente para hacerlo sentir ligeramente incómodo.
Por
supuesto, Sungmin había oído el disparo que había provocado las acciones de Kyuhyun.
No era sordo. Todavía molesto, le preguntó:
—¿De
verdad crees que un disparo atravesará el panel de un carruaje tan resistente?
¿O que acertarán a dar a un vehículo en movimiento?
—Vienen
a caballo —fue todo lo que él dijo.
—Pues
tanto mejor. ¿Crees que alguien puede acertar en el blanco mientras monta a
caballo?
Sungmin
soltó un bufido, sin creerle del todo. Pero sabía lo que implicaba que los
perseguidores fueran a caballo. Si bien Matthew había espoleado a los caballos
hasta un nivel temerario, sus asaltantes no tardarían demasiado tiempo en
darles alcance.
—¿Es
posible que sean salteadores de caminos? —preguntó Sungmin, sin poder ocultar
el tono esperanzado de su voz.
—¿A
plena luz del día?
—A lo
mejor están desesperados.
Ser
atracado no sería agradable, pero ciertamente era preferible a que un criminal
enfadado estuviera intentando recuperar sus bienes robados.
—Sería
una suposición lógica, Minie, si no hubiéramos acabado de abandonar la casa de
un asesino.
—¿Así
que has encontrado pruebas de su culpabilidad?
—En el
libro que te pedí que escondieras. Considerando lo rápido que nos fuimos de
allí, Mary Park pudo haber sospechado algo y haberle mencionado a su marido que
te había llevado a su dormitorio y que yo te había seguido. Si fue así, Samuel
debió subir directamente arriba para averiguar si su incriminador libro de
cuentas, que él tan descuidadamente había dejado encima del escritorio, seguía
en su lugar.
—Y,
por supuesto, no lo encontró —dijo con un suspiro.
—No te
desesperes. No nos pasará nada.
Sungmin
hubiera gritado como una arpía ante esa ridícula afirmación. Después de un par
de disparos más, su miedo aumentó con rapidez. El pánico había comenzado a
apoderarse de Sungmin en la casa de los Park, en cuanto Kyuhyun le había dicho
que había noqueado a uno de los sirvientes, ya que eso significaba que podían
comenzar a buscarles en cualquier momento. En ese instante, las náuseas habían
desaparecido de repente. Increíble.
¿El
miedo tenía ese efecto en él? No es que pensara salir a buscar cosas que lo
aterrorizaran sólo para aliviar los síntomas del embarazo, pero era bueno
saberlo. Al menos podría probar la teoría en casa diciéndole a Sunny que
intentara sobresaltarlo o... ¿por qué demonios estaba pensando en eso cuando
podrían matarlo en cualquier momento?
—¿No
estás asustado? —le preguntó a Kyuhyun.
—No
mucho, por lo menos mientras te quedes tumbado en el suelo —tuvo el descaro de
decir—. Probablemente ya nos seguían el rastro antes de salir de la ciudad.
—Entonces,
¿por qué no dispararon antes?
—Por
los testigos. Disparar en calles llenas de gente implica muchas explicaciones,
y bueno, no pueden matarnos delante de todo el mundo. Además, Park vive en esa
ciudad, no querría exponerse de esa manera. Por eso han esperado a que
saliéramos de allí. Aquí, en medio del camino, somos un blanco fácil.
—¡Pues
no entiendo cómo puedes estar tan tranquilo! —le chilló.
Kyuhyun
se inclinó un poco más sobre él.
—No
dejaré que te hagan daño, te lo prometo —le dijo al oído.
Su
tono era tan tranquilizador que Sungmin casi le creyó. Casi.
—Tenemos
uno de los tiros de caballos más rápidos del mundo —continuó él—. No te sorprendas
si llegamos al pueblo siguiente antes de que se acerquen lo suficiente para
poder abordarnos.
Sungmin
deseó que él no hubiera añadido eso último. Indicaba con claridad que los
perseguidores estarían tratando de acertarle primero al pobre Matthew, algo que
frenaría de inmediato la marcha del carruaje si no lo detenía por completo... o
lo hacía volcar.
Pero
antes de que pudiera señalárselo, Kyuhyun le dijo:
—Perdona.
—Y se levantó del suelo.
Sungmin
lo observó rebuscar unas cajas bajo el asiento que él había ocupado antes.
Metió una mano en el compartimiento de debajo y sacó un rifle. Sungmin abrió mucho los ojos ante la evidente
conclusión.
—No
irás a matar a nadie con eso, ¿verdad?
—¿Acaso
no crees que se lo merezca? Pero no te preocupes, no, no es ésa mi intención.
Tengo una puntería excelente. Sólo voy a intentar convencerles de que den la
vuelta.
¿Así
como así? Lo dijo con tal confianza que Sungmin pensó que él le estaba tomando
el pelo, pero supo que no era así cuando lo observó abrir la ventanilla de la
puerta más cercana a él. De rodillas, porque era demasiado alto para ponerse en
pie dentro del carruaje, sacó la cabeza, medio torso y el rifle por la
ventanilla, lo que no fue fácil porque aunque la ventanilla era ancha, el pecho
de Kyuhyun lo era todavía más. Luego apuntó.
El
sonido de un disparo cercano retumbó en los oídos del joven. Apenas oyó la
maldición de Kyuhyun cuando el carruaje volvió a balancearse después de que él
disparara por primera vez. Obviamente había errado el blanco. Sungmin se cubrió
las orejas con las manos durante un buen rato. No sirvió de mucho, porque
durante los cinco minutos siguientes, Kyuhyun hizo tres disparos más, el último
desde la otra ventanilla.
—Ya
puedes levantarte.
Intentó
mostrarse indignado mientras se sentaba en el asiento para que él no notara lo
asustado que había estado, no sólo por sí mismo, sino por el bebé.
—Así
que has tenido que disparar tres veces para que Park cambie de opinión, ¿no?
Después de todo no tienes tan buena puntería, ¿eh?
—Había
dos hombres más con él. Y los tres están heridos ahora.
El
sonrojo de Sungmin apenas se notó pues todavía estaba pálido por el miedo. El
tiroteo podía haber cesado, pero sus estremecimientos no. En ningún momento Kyuhyun
le había mencionado, durante su descripción de la misión en Le Mans, que
tendrían que salir corriendo para salvar la vida.
Kyuhyun
observó el rostro de Sungmin después de
volver a sentarse frente a él con los brazos cruzados.
—¿Sabes
? Creo que ésta es la primera vez que estoy con un joven señor en un cómodo
carruaje y no he intentado sentarlo en mi regazo para hacer el trayecto más
agradable —comentó.
—¿Debo
suponer que ese comentario tiene algún significado oculto? —preguntó.
—He
pensado que sería mejor advertirte primero —dijo él con una amplia y picara
sonrisa mientras lo cogía de la mano y lo sentaba encima de su regazo.
-¿Que...?
—Te
has llevado un buen susto —le dijo él al oído, provocándole un estremecimiento
en la espalda con su cálido aliento—. Esto hará que dejes de pensar en ello,
¿no crees?
¡Ya no
pensaba en ello! Sungmin no podía entender por qué querría tranquilizarlo
cuando tenía tan baja opinión de él, pero Kyuhyun no esperó su respuesta.
Poniéndole una mano en la mejilla, acercó los labios del joven a los suyos, y
en sólo unos segundos el beso se volvió más cálido y explosivo. Haber estado
tan cerca de la muerte había provocado tantas emociones que al final se habían
desbordado.
Dios,
¿cómo conseguía Kyuhyun seguir haciéndole eso, hacer que lo deseara hasta tal
punto que nada más importara? Ya era bastante malo tener que mirarle, pero
¡tener que saborearle! ¡Tener que sentirle! Si al menos no recordara su manera
de hacer el amor, si no conociera la experiencia de primera mano, podría haber
reunido la voluntad suficiente para detenerle, pero sabía cómo era hacer el
amor con él y no quería detenerle.
Sungmin
hundió los dedos en el sedoso pelo de Kyuhyun. Un mechón le rozó la mejilla
cuando él lo cambió de posición sin interrumpir el beso. La cabeza del joven
descansaba ahora en el hueco del codo de Kyuhyun mientras él deslizaba la mano
en una caricia lenta y sensual, desde el cuello al vientre de Sungmin ,
deteniéndose sólo un momento antes de que sintiera la presión de sus dedos por
encima de la ropa, ¡allí donde se unían sus piernas!
Un
duro bote del carruaje interrumpió el beso y despejó la cabeza de Sungmin lo suficiente para darse cuenta de que tenía
que volver a intentar convencerle de que estaba embarazado de verdad antes de
dejar que continuara con eso. Los dos lo lamentarían más tarde si no lo hacía.
¡O quizá fuera ésa la manera que tenía Kyuhyun de demostrarle que le creía!
Le
puso los dedos en los labios antes de que pudiera volver a besarlo.
—¿Me
crees ahora? —preguntó.
—¿Sobre
qué?
Kyuhyun
parecía realmente confuso ahora. Pero claro, él tenía la cabeza puesta en otra
cosa y la pasión todavía se reflejaba en sus ojos.
—Sobre
el bebé —le aclaró.
Aquello
apagó el fuego de la pasión con rapidez... por lo menos en él. Lo depositó de
nuevo en su asiento, se pasó la mano por el pelo y le clavó una mirada ceñuda.
—Sungmin,
tu sentido de la oportunidad es lamentable. Creía que ya te había dejado claro
que no pensaba caer en esa trampa de nuevo.
Aquello
apagó el deseo sensual del joven. ¡Si todavía pensaba eso, no debería haberle
besado! No importaba que hubiera logrado hacerle olvidar sus miedos por los
disparos, ahora lo que sentía era pura frustración.
Debía
intentar convencerle una última vez de que se equivocaba, pero al final sólo
pudo decir:
—¿Sabes?
Cuando los dos seamos unos ancianos de pelo canoso y rememoremos nuestras
vidas, sólo yo tendré recuerdos de este bebé que creamos juntos. Creo que en
ese momento sentiré mucha lástima por ti.
Definitivamente
aquella declaración debió de haber tocado la fibra sensible de Kyuhyun a tenor
de la mirada ominosa que le dirigió. Pero no le importó. Aquella predicción no
era más de lo que se merecía.
Kyuhyun
no dijo nada más.
Sungmin
había dicho demasiado.
Luego Kyuhyun
sacudió la cabeza.
—No
hago más que quedar como un tonto contigo. Eres un manipulador nato. ¿Así que
quieres casarte conmigo? Estupendo, le diré al capitán del barco que nos case
en alta mar cuando regresemos a Inglaterra. Pero no pienses que vas a obtener
lo que quieres, Minie. Eso no te abrirá las puertas de mi casa. Éste será sólo
un matrimonio de nombre hasta que se demuestre que no estás embarazado, y
entonces solicitaré la anulación del matrimonio. Tendrás que abandonar tu
puesto en palacio, por supuesto. Los jóvenes de la corte pierden ese título
cuando se casan y más cuando tienen bebés, así que tendrás que ocultarte en
casa durante todo el proceso.
¡Cómo
se atrevía a darle aquellas despreciables órdenes!
—Ya
había pensado regresar a mi casa porque cada vez es más difícil ocultar las
náuseas. ¿Sabes qué? ¡No me importaría casarme contigo sólo por fastidiarte!
Pero casarme con el mayor playboy de Londres no es una opción, así que ya
tienes mi respuesta. No lo haré.
—Lo
harás —insistió él.
-¡Ja!
—¿Eso
crees? Entonces supongo que no te importará que se publique en los periódicos
que estás embarazado.
Sungmin
inspiró bruscamente, lívido de furia.
—¿Por
qué harías eso?
—Porque,
finalmente, me has hecho dudar, y mientras tenga la más mínima sombra de duda,
no consentiré que ningún hijo mío se críe con desconocidos.
—¡Pues
vas listo!
—¿Cómo
se podía odiar a alguien de esa manera y aun así sentirse mal por hacerlo?
¡Porque él se sentía mal! Sungmin tenía que hacer un verdadero esfuerzo para no
pedirle disculpas a Kyuhyun. Tenía la seguridad de que sólo había hablado en un
momento de enfado y que no se casaría con él.
Pero
lo hizo.
La
sorpresa había sido monumental y no desaparecía. De pie, en la cubierta del
pequeño barco en el que Kyuhyun había conseguido pasaje, con el viento frío
azotándole el rostro tuvo que enjugarse las lágrimas con rapidez sin saber
siquiera por qué lloraba. Era una manera horrible de casarse y, para colmo, no
podía resistirse a ese ángel caído. Trataba de pensar lo que ese «matrimonio»
significaría para él y no podía. ¡No significaba nada!
Un
barco más grande trasladaría al carruaje y a los caballos, pero sólo Matthew
viajaría en él, ya que no zarparía hasta el día siguiente. El barco en el que
ellos iban no tenía camarotes, pero saldría de inmediato.
Sungmin
estaba de pie junto a la barandilla cuando sintió la presencia de Kyuhyun a su
lado. No quería mirarlo. La costa inglesa ya estaba a la vista y no apartó la
mirada de ella.
—Ten
por seguro, Minie —dijo Kyuhyun en tono tranquilo y bajo, como si en realidad
estuviera haciéndole un favor—, que no volveré a tocarte. Este será sólo un
matrimonio de nombre.
Sungmin
se lo habría agradecido si hubiera logrado abrir la boca. No obstante, le
pondría los puntos sobre las íes en cuanto recuperara la voz.
Pero
él no había terminado todavía de hablar.
—No
voy a darte la oportunidad de que te quedes embarazado de verdad —añadió.
Si
fuera propenso a los histerismos, a esas alturas le habría dado un ataque. Pero
él todavía no había terminado de aplastar su autoestima. Aunque su voz
permanecía calmada, no dejó de insultarle.
—No
volveremos a vernos hasta que haya pasado el tiempo suficiente para probar que
mientes sobre tu embarazo. De hecho, ni siquiera necesito presentarme en
persona para comprobarlo. Cuando lo considere necesario enviaré a uno de mis
hermanos para que dé fe de ello y nuestro matrimonio será anulado en el acto.
Tal y como yo lo veo, todo será muy sencillo.
—Me
alegro de que lo veas así —masculló con mordacidad.
—Sé
que casarte conmigo es lo que has querido desde el principio, a pesar de todos
esos absurdos alegatos en contra. Una lástima, porque nadie va a enterarse de
esto. ¿Te ha quedado claro?
—No,
explícamelo —contestó con brusquedad—. Soy brillantemente astuto, y
estúpidamente torpe al mismo tiempo. Continúas tratándome como a un niño.
—Tu
sarcasmo es totalmente impropio.
—No
estoy de acuerdo. De hecho, nunca estaré de acuerdo contigo, ¡aunque tengas
toda la razón del mundo! Si te empeñas en tratarme como a un niño, me
comportaré como tal.
Sungmin
todavía no le había mirado, pero al
bajar la vista vio que tenía los nudillos blancos por la fuerza con la que
agarraba la barandilla. Bien, ¿por qué tendría que ser él el único furioso por
aquella lamentable situación?
—¡Como
quieras! Te lo dejaré bien claro —escupió él—. Será mejor que nadie se entere
de este matrimonio que ni tú ni yo hemos querido.
¿Estaba
amenazándolo? ¿Con qué? ¿Con seguir casados de por vida? Quizá sí se pusiera
histérico después de todo.
—Puedes
decírselo a tu madre, por supuesto —continuó él—. No quiero que me eche la
puerta abajo si es lo suficientemente tonta para creerse que estás emarazado.
Pero no se lo dirás a nadie más y le avisarás de que ella haga lo mismo.
—¿De
veras ? ¿Y qué te hace pensar que voy a hacer cualquier cosa que me digas?
—Porque
por el momento, eres legalmente mío, y eso significa que debes obedecerme.
Sungmin
casi se atragantó al inspirar bruscamente.
—No
cuentes con ello, Cho. No me importa qué clase de derechos crees haber
adquirido con este ridículo matrimonio, pero en lo que a mí concierne, este
matrimonio no existe. ¿He sido lo suficientemente claro?
—No,
creo que estamos de acuerdo en que ambos queremos olvidarnos el uno del otro,
lo que me parece maravilloso. Mientras no hagas nada que se gane mi
desaprobación, como no quedarte en casa el tiempo que sea necesario.
—Tus
amenazas no me asustan.
Él arqueó
una ceja.
—¿No?
Entonces debes de tener unas ideas muy extrañas sobre el matrimonio si piensas
que puedes hacer lo que te plazca. Pregúntale a tu madre si dudas de mí.
Él se
marchó, y Sungmin no se molestó en mirar a dónde. Estaban casados, y lo estarían
hasta que Kyuhyun anulara el matrimonio. Pero qué sorpresa se iba a llevar
dentro de tres o cuatro meses cuando descubriera la verdad.
ESTÚPIDO KYUHYUN
ResponderEliminarMadre mia,este hombre es un idiota.
Expone a Min a esos riesgos,le dice cuanta cosa quiere,ahora se caso con él y además está 100% seguro que Min le miento sobre el embarazo.
Que dentro de unos meses se divorciaran porque descubrirá su mentira.....oiganlo nada más,hombre más estupido de veras.
Me dan ganas de darle un golpe y que no puede engendrar más descendencia.
Y todavia lo amenaza y que es suyo y puroas loqueras.
Pobre Min.. solo espero que con sus tobterias,no le proboque algo imposible de remediar😕
Kyu está enamorado de mim, solo que no lo sabe 😂🤣
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