Marcado VI -6




Sabía que solo podía pedirle su teléfono para llamar a un taxi y conseguir un viaje de regreso a casa. También sabía que Kyuhyun estaría feliz de levantarse y venir a recogerme, incluso si era bien pasada la media noche. Pero había estado esperando a que Kangin me llevara a su casa durante semanas, y si esta era la única oportunidad que iba a conseguir, entonces iba a seguirle la corriente, aunque pareciese más molesto y agitado que amoroso. Además, me había dado su abrigo de nuevo cuando la temperatura estaba muy fría y sabía de alguna manera que eso significaba algo, incluso si él no era consciente de ello.
—¿Cómo fue volver a trabajar? —Su acento era lento y cálido mientras me guiaba a lo largo de las silenciosas calles. No creo que conociera a otra persona que fuera adulta que aún no poseyera un auto. Era solo una pieza más del rompecabezas que era Wang Kangin.
—Ha sido difícil. Nunca había tenido otro compañero que no sea Jongkook, así que es extraño estar patrullando con alguien nuevo. —Mi compañero temporal era un tipo llamado Barrett. Era un poco mayor que yo y sin duda del tipo duro y silencioso. Estaba acostumbrado a dejar que Kook tomar la iniciativa, para seguir sus movimientos, por lo que fue extraño tratar de adaptarme.
Me apoyé en el costado de Kangin cuando me di cuenta de que estaba temblando de frío. Un estremecimiento corrió a través de mí, cuando él envolvió su brazo alrededor de mi hombro y me acurrucó. Claro, era probablemente por el calor, pero a mi libido no le importaba.
—¿Cómo está tu compañero?
Odiaba pensar en Kook estando postrado y curándose. Era un tipo al que le gusta la acción, ser práctico, pero en su estado actual lo único que podía hacer era quedarse en la cama y ver horas y horas de Netflix, mientras que sus hermanas se cernían sobre él. También me dolía cada vez que me ponía mi uniforme, que fuera el que tenía que ir a trabajar, que fuera el único que terminó bien, mientras que Kook era el que estaba trabado sin saber si su futuro iba a ser algo similar. La injusticia de todo me tocaba, y se metía bien dentro de mi piel cada turno.
—Está mejorando. Va a necesitar un montón de fisioterapia una vez que esté en modo pelea. El fémur roto no es una broma.
—Si necesitas un nombre, conozco a un tipo. —Lo miré desde debajo de mis pestañas.
—¿Conoces a un tipo? —Llegamos a un complejo de apartamentos muy insignificante y francamente horrible, y lo seguí hasta unos tramos de escaleras. Esto no es ni de cerca donde lo había imaginado viviendo.
—Bueno, Siwon conoce a un tipo. Solía salir con el hermano menor de Siwon, el gemelo de Hyukjae. Su nombre es Ayden y es un pez gordo entre los fisioterapeutas deportivos. He estado con él un par de veces cuando vino al Bar a hablar con Siwon. Parece un tipo bastante agradable, y de acuerdo con Siwon, sabe de su mierda.
Siwon no me parece que sea el tipo que reparte elogios, o respeto a la ligera, así que hice una nota mental del nombre para pasárselo a Kook, y seguí a Kangin al apartamento. Era pequeño, muy pequeño, y no había mucho en él. Quiero decir, era un estudio, así que no había mucho espacio para guardar cosas, pero más allá de la cama, un televisor de pantalla plana, de tamaño decente, el pequeño set de mesa y sillas, y un diván muy gastado, no parecía haber nada de él en el apartamento.
Si él estuvo preocupado o interesado en mi reacción, ligeramente sorprendido de su casa, no lo demostró. Encendió las luces, tiró sus llaves y su celular en la pequeña mesita, y metió las manos por su grueso cabello rubio.
—Déjame sacar algunas sábanas limpias y puedes cambiar la cama mientras me ducho. —Inclinó la cabeza hacia el diván—. Voy a dormir en el diván ya que puedo dormir en cualquier lugar y tú puedes tomar la cama.
Abrí la boca para discutir. No era una cama extra grande pero sin duda era lo suficientemente grande para que los dos la compartamos. Sin embargo, había un brillo en sus ojos, una luz de advertencia que me hizo cerrar mi boca en un silencio frustrado. Tomé las sábanas y la manta que me había empujado antes de que se volviera y se dirigiera a lo que supuse era el baño.
Me hundí en el borde de la cama y me quedé mirando fijamente la agrietada puerta abierta. Puse el bulto en mis brazos a mi lado y traté de sacar de mi cabeza lo que estaba sucediendo. Esto no era absolutamente lo que había imaginado que sería ir a casa con el atractivo bartender. Estaba seguro que una vez que solo estuviéramos solos, el innegable calor y la química que surgía y crepitaba entre nosotros, llegaría a un punto de ruptura. Luego, finalmente, obtendría todo lo que sabía que Kangin tenía que ofrecer, dirigido hacia mí.
Me levanté y fui a abrir un poco la puerta del baño, lo suficiente para que pudiera decirle que iba a llamar a un taxi y volver a casa. No iba a echarlo de su cama cuando él  obviamente no me quería  aquí. Ya tenía bastantes cosas en mi vida que me hacían sentir mal conmigo mismo; no necesitaba perseguir más rechazos de Kangin.
—Hey, solo voy a... —Mi voz se apagó, mientras mi lengua de repente se olvidó de cómo funcionaba, y todo pensamiento huía.
Por supuesto que no habría un baño y ducha de tamaño apropiado en este pequeño apartamento. Solo una ducha encerrada en vidrio, que apenas ocultaba nada. El vapor de la ducha no era suficiente para oscurecer la vista delante de mí, y mi mano, de una manera independiente al resto de mí, empujó la puerta para que se abriera por completo.
Tenía un brazo doblado por encima de la cabeza con la frente apoyada en él mientras el agua caía en cascada por su alrededor. Se dio la vuelta para mirarme cuando la puerta se abrió. Incluso con el vapor de la ducha y el cristal turbio entre nosotros, pude ver su brillante mirada en la mía, mientras su otro brazo se trasladaba a trabajar con su puño arriba y abajo, por una impresionante erección que obviamente era por mí.
Sabía que debería cerrar la puerta y darle la espalda. Era su espacio, su momento de intimidad, pero no podía hacerlo y estaba en partes iguales excitado y furioso, observándolo mientras se masturbaba, y me miraba sin pestañear.
Él era hermoso; eso era hermoso. Sin embargo, estaba tan enojado de que después de todas las formas en que había dejado claro, que podía tenerme, prefiriera auto complacerse, que llevarme a la cama. Estaba teniendo un momento difícil en apreciar toda esa belleza, incluso aunque estuviese paralizado por la visión. Estaba desperdiciando algo que era mío por derecho, y quería gritarle que se detuviera, que me pidiera unirme a él en el agua y que pusiera en mejor uso esa palpitante evidencia de excitación. Pero me quedé de piedra en silencio, clavado en el suelo por la pasión y furia.
Los músculos de su brazo, y en todos sus anchos hombros estaban flexionados y bailaban mientras su mano se movía sobre su impaciente excitación, que colgaba en un lugar destacado entre sus piernas. Sus definidos abdominales se contrajeron, luego se liberaron, mientras dejaba escapar un largo gemido después de unos cuantos decididos golpes que lo llevaron hasta su culminación.
Todo su cuerpo se sacudió un poco y pude jurar que pronunció mi nombre mientras se corría, pero podría haber sido una ilusión de mi parte. Su puño se relajó y parpadeó lentamente hacia mí, mientras que con una mano empujaba para abrir la puerta de la ducha. Nos miramos el uno al otro por un largo momento en silencio y me llevé una mano a la garganta, porque sentí que todo lo que quería decirle estaba atrapado allí.
—Das asco y en este momento como que te odio. —Mis palabras fueron roncas y ásperas, cuando giré sobre mis talones y salí del cuarto de baño; asegurándome de cerrar la puerta detrás de mí.
Quería estrangularlo y follarlo, no estoy seguro de que era más fuerte. Me acerqué a la mesa y agarré el teléfono con toda la intención de salir de este apartamento. Lejos de él. Era una sobrecarga emocional, y no quería obligarme a hacer algo que terminaría lamentando después, cuando estuviera pensando con más claridad.
El quid de la cuestión era que sabía que me había puesto una trampa, había querido que viera lo que estaba haciendo. La puerta quedó abierta por una razón; me había dejado tan pronto como entramos por la puerta principal a propósito. Era un hijo de puta que había calculado todo y estaba empezando a ver quién era en verdad bajo todo ese brillo y encanto tras el que se escondía la mayoría de las veces.
Kangin quería que supiera que a pesar de que él me deseaba, nunca iba a ir allí, incluso cuando estábamos solo nosotros, solos en su apartamento. Había hecho su punto de un modo asombrosamente claro y vivo, y ahora tenía que alejarme aunque nunca, nunca olvidaría las imágenes que había impreso en mi mente para siempre.
Por supuesto, el teléfono tenía una contraseña, lo que terminó por agrandar aún más mi frustración. Lo miré fijamente, tratando de averiguar mi próximo movimiento, cuando sus dedos se cerraron alrededor de mi muñeca y sacó de mi mano el inútil dispositivo. Me dio la vuelta y distraídamente tiró el teléfono de nuevo sobre la mesa. Estaba mirándome, lo cual tal vez habría sido intimidante, después de todo, yo no conocía realmente tan bien a Kangin, pero él no se había tomado la molestia de ponerse algo encima, ni siquiera una toalla. Estaba de pie demasiado cerca, y estaba demasiado desnudo para que sintiera algo que no fuese la maldita lujuria que parecía poseerme, mientras se apresuraba a regresar a la superficie.
Nos fulminamos con la mirada el uno al otro, sus dedos alrededor de mi pulso donde tronaba bajo su tacto. Tenía la boca en una línea dura, el agua corría por las sienes y en el buen plano de su pecho. Kangin era un hombre hermoso cuando llevaba jeans desgastados y una camiseta vieja; desnudo y enojado, parecía un antiguo dios griego de visita entre nosotros, los simples humanos.
—No tienes ni idea de en lo que te estás metiendo conmigo, Leeteuk. —Su voz siempre era rica y llena de cálidos tonos. Ahora su voz sonaba ronca y hubo un temblor, que hizo que mi corazón tropezara sobre sí mismo.
—Sí, bueno, soy un chico grande, Kangin. Debería tener la opción de darme cuenta de eso sin que lo decidas por mí.
Sus dedos revolotearon sobre mi muñeca, luego se trasladaron hasta el codo, viajando más arriba de manera que la palma estaba en mi hombro, y luego fue ahuecando mi mandíbula con su mano mientras frotaba el pulgar por mi labio inferior.
—Eres una policía. —Como si eso fuera una razón suficiente para que él siguiera luchando contra esta hambre y necesidad que tiraba de nosotros.
Solté un suspiro y levanté mi mano para envolverla alrededor de su muñeca.
—Lo sé, pero eso no es todo lo que soy. —El surrealismo de finalmente, tener esta conversación, mientras que él estaba desnudo, y yo todavía bastante enfadado, me mareó. Tal vez tenía razón. Tal vez no entendía muy bien en qué me estaba metiendo con él.
Una sonrisa asomó por la comisura de su boca y dio un paso atrás. Lucía diabólico y demasiado tentador.
—Estás enojado conmigo. Asentí, estando de acuerdo.
—Lo estoy. Ese truco de la ducha fue sucio. Sé que lo planeaste. Tú querías que te viera. Querías que supiera que a pesar de que te he estado persiguiendo, dejando claro que te deseo... no vas a cruzar esa línea conmigo. Ese fue un movimiento de un total idiota.
Al principio, lo deseaba porque parecía que era la perfecta distracción para todas las otras cosas que iban mal en mi vida. Luego, lo había deseado más porque estaba haciendo lo imposible para que lo consiguiese. Ahora solo lo deseaba. Este era un gran hombre sexy, desnudo de pie delante de mí, y la razón que podría una vez haber tenido para querer estar con él, parecía frívola cuando se enfrentaba con toda su ridícula belleza masculina.
Inclinó la barbilla hacia abajo solo un poco, lo suficiente para hacerme saber que había acertado con sus motivaciones. Mantuvo sus brazos hacia los lados, alzó ambas cejas en desafío, y me dijo en un tono suave y seductor:
—Debería haber sido suficiente. Lástima que no lo fue, porque estaba pensando en ti todo el tiempo. No sé si tenemos suerte o si estamos condenados, pero parece que nunca soy capaz de hacer lo correcto por mucho tiempo. Has estado detrás de mí por un tiempo Pelirrojo. No voy a cruzar la línea, pero si quieres, ya no te voy a detener.
Me mordí el labio inferior y observé la reacción ardiendo en sus ojos.
—¿Qué pasa después que lo haga? —Había vacilación en mi voz, y sabía que podía oírla. Él dejó caer los brazos y se volvió a la cama sin hacer.
Realmente no había pensado muy lejos en el futuro cuando tuve mis manos en sus pantalones en el estacionamiento, o cuando me estaba sacando a propósito la ropa delante de él en la pista de baile en el Bar. Todo lo que sabía era que él era el primer chico al que realmente le tenía ganas, muchas ganas, y él fue el primer hombre en hacer que lo persiguiera. Nunca me paré a pensar lo que pasaría una vez que lo tuviera.
—No puedo responder a eso, pero si tuviera que adivinar, diría que probablemente va a terminar en destrucción y angustia. Eso es por lo general lo que sucede cuando tengo algo bueno en mi vida.
Se arrastró sobre la cama y luego se volvió de espaldas y puso sus manos detrás de su cabeza.
—Si quieres el código de mi teléfono, voy a dártelo para que puedas irte. Si quieres quedarte, apaga las luces y sube aquí. Me comprometo a comportarme... por ahora.
Lo miré, miré el teléfono sobre la mesa, y suspiré. Realmente solo había una opción y no tenía nada que ver con él comportándose o yo yéndome. Me dijo que la línea era mía para que yo la cruzara y eso es exactamente lo que quería hacer, incluso si, efectivamente, conducía a la destrucción y la angustia.
Pasé los dedos por mi cabello, me quité las zapatillas, y apagué las luces. El pequeño apartamento se perdió inmediatamente en la oscuridad más absoluta y lo único que podía ver era el destello de cabello rubio de Kangin, y podría jurar, que sus ojos brillaban en la oscuridad, aunque sabía que eso era imposible.
Tal vez porque no había luz, tal vez porque sabía que tenía que estar de lleno en este momento con él, o nunca tendría otra oportunidad, pero el instinto me dijo que si quería demostrarle que la línea ya no existía, para ninguno de nosotros, tenía que estar tan desnudo como lo estaba cuando me metí en la cama con él.
Me saqué mi camiseta, y dejé mis pantalones y ropa interior en una pila en el suelo. Era extrañamente liberador, pensé mientras me movía hacia la cama. No era tímido o reservado, pero esto era lo más audaz que había hecho. Todo lo que se refería a este tipo me había obligado a ser el agresor, el perseguidor, y me gustaba la idea de finalmente ganar el premio, a no tener miedo de ir tras algo prohibido y oh… tan tentador.
Sus largas piernas se movieron cuando golpeé el borde de la cama, y extendí una mano para ubicarme en la oscuridad. Sentí los músculos de su pantorrilla contraerse con el primer roce de mis dedos, y no pude evitar sonreír ante la reacción.
La cama no era lo suficientemente grande para que me deslizara a su lado, así que tuve que arrastrarme arriba y sobre él, literalmente tenía mí piel desnuda arrastrando y rozando contra la suya. No había manera de que se perdiera la invitación. También tenía mis manos temblando, mis pezones se volvieron más duros, y no me perdí la forma en que su respiración se detuvo, y se estremeció ante el contacto. Sus manos se posaron en mi cintura mientras me sentaba a horcajadas en la oscuridad. Sus muslos se tensaron debajo de mi trasero desnudo, y su polla se movió y creció entre nosotros. Sus pulgares recorrieron lo largo de mi tórax y me dijo con voz ronca:
—Este podría ser el peor crimen que he cometido.
No podía ver mi expresión, pero fruncí el ceño, y me incliné hacia adelante con las manos sobre su pecho. Me gustaba como se sentían debajo de mis palmas sus suaves y duros músculos.
—¿Qué quieres decir?
Sus manos se movieron más lejos. Me sacudí por la sensación, y di un grito ahogado cuando pasó sus pulgares sobre los distendidos picos a cada lado. Se sentía tan bien que empecé a temblar de adentro hacia afuera. No estaba siendo muy gentil o reverente en la forma en que me estaba tocando, y creo que eso lo hacía aún mejor.
—Cuando un joven que se luce como tú se quita la ropa, debería ser un delito tener las luces apagadas. La idea de que estés desnudo es suficiente para que la mayoría de los chicos se exciten, Leeteuk. Tener la realidad justo en frente de mí y no ser capaz de ver, debería ser ilegal. —Fue un cumplido crudo, pero no obstante, dulce. He oído cosas similares antes, pero viniendo de él, no parecían palabras desechables, destinadas para entrar en mis pantalones. No es como si él necesitara palabras para hacerlo de todos modos; mis pantalones estaban fuera y ya al otro lado de la habitación.
Iba a decirle que me sentía de la misma manera, que era demasiado hermoso para irnos a la cama en la oscuridad, pero todo pensamiento quedó en la nada cuando sus pulgares de repente dejaron de acariciar y empezaron a pellizcar haciendo que mi espalda se curvara y mi cabeza fuera hacia atrás por el placer tan agudo que iba desde donde me tocaba hasta mi interior.
Ni siquiera me había besado, no había hecho nada romántico o apasionado, y yo ya estaba con ganas de subirme a su erección, que había venido a la vida entre nosotros, y calmar el dolor que estaba creciendo bajo mi vientre.
Soltó un pezón y pasó sus dedos por mi cabello. Tiró de mí hacia abajo, sobre él, hasta que nuestros labios se tocaron. Suspiré cuando su polla atrapada, se retorció ansiosamente contra mi mientras devoraba mi boca, una habilidad que debía ser considerada un arma. Nadie besaba como Kangin. Al menos nadie que me hubiese besado antes.
Me besó como si quisiera decirme cosas con los labios y la lengua, que no podía decir con palabras. Esto hizo que mi mente quedara borrosa, y que mi corazón comenzara a latir con fuerza. También era suficiente para que inconscientemente me moviera contra él por necesidad.
El sexo no era exactamente algo que había buscado antes de Kangin. Quiero decir, no era de ninguna manera virgen, pero había aprendido bastante pronto que el sexo tiende a ser mucho más sobre el chico de lo que era sobre mí, y que nunca me ponía demasiado dispuesto a desnudarme para ponerme en eso.
Había salido con un chico muy agradable durante casi un año completo, mientras estaba en la Academia de Policía, pero en algún momento se me había ocurrido que agradable no era suficiente para mantener una relación, e incluso con él, el sexo había sido solo agradable.
Esto no era agradable. Esto era caliente, tembloroso, y no solo por las reacciones de mi cuerpo. Mi corazón latía. Mi mente estaba frenéticamente tratando de entender cada sensación y mis pulmones ardían por falta de oxígeno mientras Kangin me seguía mordiendo y chupando. Estaba tratando excitarme solo besándome y era lo suficientemente talentoso que podría hacer que sucediera; pero había esperado demasiado tiempo para esto, había estado pensando en estar con él así, durante mucho tiempo, para no tenerlo dentro de mí.
Me aparté, dejándonos a ambos jadeando y suspirando en la oscuridad. Extendí la mano y encontré el borde de su nariz, y pasé mi dedo por ella, luego hacia arriba a través de una de sus cejas arqueadas.
—¿Estabas pensando en mí en la ducha? —Mi voz sonaba melancólica en mis propios oídos.
Hizo un suave ruido en su garganta, envolvió su brazo alrededor de mi espalda, y nos dio la vuelta para que estuviera tumbado debajo de su gran cuerpo. Se acercó a mí, condujo nuestras caderas juntas y tuvo su polla presionando donde yo quería. Oí un cajón abrirse, luego un sonido al ser cerrado y el de un envoltorio, que tenía que ser un condón, mientras era arrojado en la almohada al lado de mi cabeza. En realidad no podía ser tan malo como seguía tratando de decirme. La protección ni siquiera había pasado por mi cabeza, y sin embargo allí estaba cuidando una vez más por mis intereses sin que yo se lo pidiera.
—He estado pensando en ti desde la primera vez que te vi. Pienso en tus ojos y tu cabello. Pienso en esas piernas largas. Pienso en la forma en que tu culo se ve en esos apretados jeans que te pones cuando estás tratando de llamar mi atención. Entonces me recuerdo a mí mismo que todo eso viene con una placa y un arma, y recuerdo por qué masturbarme en la ducha en lugar de llevarte a la cama, es más seguro para los dos.
Me puse rígido automáticamente, pero tomó uno de los condones y me lo entregó mientras bajaba la cabeza para poder lamer mi clavícula. Acarició su nariz contra mi mejilla y luego puso sus labios en mi oído y susurró:
—Y sin embargo, aquí estamos.
Tragué un poco mientras se levantaba sobre mí, apoyando los antebrazos a cada lado de mi cabeza. Abrí el envoltorio del condón con los dientes y me las arreglé para llegar a donde se supone que debe ir, a pesar de que mis manos estaban temblando como locas. De repente, me preguntaba qué iba a hacer si esto terminaba siendo tan mediocre como todas las otras veces que lo había hecho. Parecía realmente estúpido entrar en la jaula del león y tirarle la cola sin saber si el riesgo valía la pena. ¿Dónde estaba toda esa claridad?
Pasé un brazo a través de su amplio hombro, otro justo encima de su esculpido trasero y le susurré de regreso:
—Aquí estamos.
Dejó un brazo por encima de mi cabeza y bajó el otro hasta que sus dedos se cerraron con fuerza alrededor de mi muslo. Levantó mi pierna, por su costado y solo sentí su punta tocar mi entrada.
Vi sus dientes en la oscuridad, justo antes de que bajara su boca de nuevo a la mía. Contra mis labios, murmuró:
—Esperemos que los dos salgamos de esto con vida. —Y entonces, me dio un beso, de esa manera que robaba el alma, mientras se hundía hasta el fondo de mi cuerpo.
Era todo menos mediocre.
Lo sentí en todas partes, dentro y fuera. Sus dedos se clavaron en mi carne mientras su boca se movía insistente y exigente contra la mía. Casi era demasiado. Demasiadas sensaciones, demasiados sentimientos, demasiada anticipación.
Sentí que mi cuerpo respondía con un mínimo de esfuerzo por su parte. Todo lo que tenía que hacer era tocarme, entrar y salir al ritmo constante que se había propuesto. Ya me retorcía, sintiendo en mi interior el terremoto, apretándome con contracciones alrededor de él. Dejé caer la mano en uno de los firmes cachetes de su trasero y clavé los dedos, solo para sostener algo, ya que la realidad se estaba desvaneciendo. Esto era con toda seguridad sexo que era todo sobre mí.
Él me besaba por todas partes. Mi boca, mi cuello, detrás de la oreja, y justo donde mi pulso se aceleraba en la curva de mi cuello. Su mano que había estado sosteniendo mi pierna hasta donde él la quería, la dejó cuando estaba claro que la iba dejar ahí abierta y arqueada. Se desvió a mi entrepierna. Con el primer toque de sus dedos en esa sensible protuberancia, grité su nombre. Fue tan fuerte que me dolió la cabeza, pero simplemente lo hizo reír sobre mi piel húmeda, donde me mordisqueaba con la fuerza suficiente para dejar marcas.
Sus dedos se movieron y me llevaron peligrosamente cerca del límite. Podía sentir mi reacción a sus caricias y sus embestidas, consiguiendo humedecernos y ponernos calientes. No había como esconder cuan eficazmente sabía cómo tocarme para obtener una reacción más dinámica.
Me presioné más arriba, incluso con más fuerza contra él. Quería más y ni siquiera era posible. Se sentía tan bien que casi dolía. Me sentía al borde de un orgasmo. Quería decirle que redujera la velocidad, que iba a ser demasiado rápido después de una larga espera, pero luego su boca esta- ba en mi oído y, esa voz que era toda miel y humo susurró:
—No puedo verte pero puedo sentirte, Leeteuk, y te sientes hermoso.
Mierda, era bueno. Entre sus palabras y lo que estaba haciendo con sus dedos, junto con el implacable empujón de su cuerpo en el interior del mío, estaba jodido. Moví mi cabeza hacia un lado y me dio un beso en la mejilla mientras me corría debajo de él.
No se parecía a nada de lo que había experimentado antes, y definitivamente valió la pena el trabajo que había puesto en conseguirlo. Mis ojos se cerraron. Su respiración se contrajo y dijo mi nombre en un suspiro. Entonces, su cuerpo se sacudió y su pecho cayó contra el mío, mientras se desplomaba encima de mí. Su corazón estaba tan inestable como el mío, mientras latían violentamente uno junto al otro. Estaba sintiendo demasiado, expuesto de una manera que no había previsto, y no estaba seguro de poder manejar lo que estaría buscando en mí. De repente me sentía muy contento de que no hubiera luces encendidas.
Se movió para poder salir de mi gastado e inerte cuerpo. Apretó mi trasero y rodó a un lado de la cama. Le oí por el baño, rodé sobre mi costado, y puse mis manos debajo de mi mejilla. Por alguna razón me sentía realmente como si fuese a llorar. La destrucción y la angustia realmente no sonaban tan divertidas como lo habían hecho antes que me hubiera ido a la cama con él.
El colchón se hundió bajo su peso cuando regresó, y pensé que iba a rodar justo al lado opuesto y dormir. Kangin no me parecía de los que se acurrucaban, y con toda honestidad, podría haber usado un minuto para conseguir tranquilizarme, solo que no me lo dio. En su lugar, se acurrucó contra mi espalda, envolvió uno de sus brazos a mí alrededor, y me atrajo hasta su pecho para que estuviéramos muy juntos. Su voz toda espesa por el sueño, me advirtió:
—El problema es siempre divertido... hasta que ya no lo es.
Estaba finalmente empezando a creerle. Todo lo que podía hacer era cerrar los ojos y dejar que su respiración regular me arrullara hasta dormir a pesar de que sentía que no acababa de cruzar la línea. La había mandado a la mierda y bailado sobre ella.



2 comentarios:

  1. Soooooooopas perico
    Este arroz ya se cociò y no hay vuelta atrás
    Ahora,a esperar qué es lo que le va a costar a estos dos estar juntos😕
    La cosa es que los dos traen un buen equipaje encima.

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  2. Tan buena pareja, espero que no haya mucho drama para que sean felices.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...