Debutantes III -4




Sungmin  se dirigía de vuelta al salón de baile donde había dejado a Ryeowook cuando una chaqueta de raso brillante captó su atención. Rápidamente se abrió paso entre la gente para poder ver mejor.
No había duda, era Cho Kyuhyun con su disfraz de dandi. Debía de haber llegado mientras estaba hablando con Boah. Incluso a sus espaldas y con el brazo apoyado en la pared, Sungmin  podía ver el perfil de su apuesta cara. Estaba con un joven. Aunque sus hombros le bloqueaban la vista de la cara del joven, parecía que estaba apoyado contra la pared, sin duda contemplando a Kyuhyun con arrobada atención.
El se rio, y se inclinó para susurrarle algo. Sungmin creyó oír una risita nerviosa propia de alguien muy joven. Evidentemente, Kyuhyun estaba coqueteando con el joven. Bueno, había oído ambiguas alusiones a que él era un reconocido calavera. No le parecía nada ambiguo, sino muy evidente. Sungmin se dijo a sí mismo que no debería preocuparle si el halo radiante con el que lo imaginaba estaba un poco deslustrado.
Comenzó a darse la vuelta para marcharse cuando Kyuhyun   se enderezó, apartando la mano de la pared. Eso le permitió ver al joven con el que él estaba coqueteando. A Sungmin le costaba trabajo creer lo que veían sus ojos. ¿Kim Suho? Santo Dios, ¿estaba el Ángel coqueteando con su compañero de habitación?
Sungmin se dio la vuelta de golpe, sintiéndose... no estaba seguro de cómo se sentía. ¿Enfadado? Por supuesto que no. ¿Indignado? ¿Y por qué debería estarlo? ¿Porque jamás en la vida había imaginado que Cho Kyuhyun podía sentirse atraído por un joven tan mezquino y ruin? Probablemente no sabía cómo era en realidad. Además Suho era un jovencito guapo cuando componía su mejor expresión. Bueno, ¡menudo bobo!
Sungmin  volvió hacia el lugar donde había dejado a Ryeowook, pero su nuevo amigo no estaba allí. Estaba en la pista bailando. Sungmin  esperó algunos minutos para ver si cesaba la música, pero la orquesta no dejó de tocar, y se dio cuenta de que no tenía ninguna razón para seguir allí.
Sintiéndose un poco desesperado, se abrió paso entre la gente hacia la puerta. Al menos podía quedarse a oír la música. La orquesta era la mejor que hubiera escuchado nunca. Aunque se suponía que tenían que ser los mejores si querían tocar en palacio.
—¿No cree que es un poco pronto para marcharse?
Por primera vez, Sungmin  no se quedó mudo ante la repentina presencia de Kyuhyun al verlo aparecer a su lado. Era sólo un hombre, aunque fuera tan guapo como un adonis. Alto, robusto, oh Dios, un culmen de la perfección absoluta..- pero no por ello dejaba de ser sólo un hombre. Su halo deslustrado era buena prueba de ello.
—Sí, pero como puede ver, definitivamente me voy —le respondió con acritud—. Me siento fuera de lugar vestido así, y de eso tiene la culpa una de sus amistades.
—¿Sukchun? —inquirió él con sorpresa.
—No, ya le dije que no lo conozco.
—Entonces, ¿a qué amistad se refiere?
—A Kim Suho.
—Ah, sí, el pequeño Su. Un jovenzuelo de lo más superficial. No tiene un talento natural para la duplicidad. Se la cala enseguida. A usted por el contrario...
No terminó la frase. Cogió la mano de Sungmin  y lo guió hasta el centro de la pista de baile. ¿Iba a bailar con él? Eso parecía, pues tomó una de sus manos en la suya y le puso la otra en la cintura. Luego comenzó a dar vueltas con él al compás de la alegre melodía de un vals.
—Mucho mejor —dijo él mientras paseaba la mirada por las parejas que los observaban—. Me disgusta mucho que la gente hable de mí. Pero un baile es irrelevante y puede deberse a innumerables razones que nada tengan que ver con la elección de uno.
Sungmin  tardó sólo un momento en comprender lo que había querido decir.
—Así que bailar conmigo no es una elección de su gusto, pues le aseguro que yo no le he puesto una correa para mantenerle a mi lado. Bailar puede ser también un modo de satisfacer las demandas de la etiqueta.
—¡Exacto! Sabía que era un joven inteligente, querido.
Sungmin  no estaba seguro de si debía desconfiar de aquel cumplido o no. Podría significar que él no se había creído ni una sola palabra de la excusa que le había dado antes, y le hacía pensar en la advertencia que él le había lanzado antes de que hubiera salido de la habitación de Sukchun. Aun así lo había dejado marchar, ¿por qué?
No pensaba preguntarle. Puede que le hubiera atribuido más inteligencia de la que en realidad poseía. De hecho, muchas de las cosas que él le había dicho podían ser atribuidas a su fama de calavera. Santo Dios, no estaría tratando de seducirlo sutilmente, ¿verdad?
—Así que... —comenzó él.
Bajó los ojos a los suyos y le sostuvo la mirada. Era muy desconcertante que Cho Kyuhyun fijara de esa manera toda su atención en él. Y ¡¿acaso le estaba acariciando la cintura?! Kyuhyun había colocado la mano sutilmente por debajo de la chaqueta, fuera de la vista, así que nadie podía advertir que no estaba comportándose de manera correcta... salvo él. ¿Sería cosa de su imaginación? ¿O es que sus artes amatorias estaba tan arraigadas en él que le resultaba de lo más natural acariciar a un joven, cualquier joven, que tuviera entre sus brazos?
Una cálida sensación se extendió por el cuerpo de Sungmin. Podía sentirla en su rostro, aunque no creía haberse sonrojado. ¡Aquel ángel caído era ciertamente un peligro para sus sentidos!
—¿Voy a notar el aliento de su mentora en el cogote por impedirle ir a buscar su bufanda? —continuó él en un tono que decía que los dos sabían que nadie le había enviado a buscar esa estúpida bufanda.
Eso por pensar que él estaba intentando seducirlo. ¡Aquel baile no iba a ser más que un interrogatorio! Pues muy bien, estaría a la altura de las circunstancias.
—No, le mentí. Le dije que usted era bajo, gordo y que vestía un hábito de monje.
Sungmin  se dio cuenta al instante de que no debería haberle dicho eso. Era una prueba de que Boah lo había estado interrogando sobre él. Y también una prueba de que la había estado mintiendo.
Pero él se limitó a arquear la ceja sorprendido y luego esbozó una amplia sonrisa.
—¿De verdad le ha dicho eso?
Como lo único que parecía peligroso de él en ese momento era su seductor encanto, Sungmin no encontró razones para mentirle.
—Ella ha querido convencerme de que tanto su amigo como usted no son más que criminales. Yo prefiero juzgar por mí mismo.
—Sin embargo, supongo que le habrá mencionado mi nombre.
—¿Por qué habría de hacerlo si no creo que el nombre que me dio fuera real?
—Agradezco su franqueza, pero ¿qué es lo que le encuentra de malo a mi nombre?
Sungmin no le respondió de inmediato. En lugar de eso le preguntó:
—¿Se da cuenta de la sensación que causa?
Sungmin se había dado cuenta de que toda la gente del salón clavaba su mirada en él repetidamente. Tanto hombres como jóvenes y mujeres parecían fascinados por aquel ángel. Algunas personas incluso se tropezaban en la pista de baile porque no podían apartar la vista de él.
—¿De verdad cree que podría ignorarlo? —respondió él con sequedad.
—Bueno, ¿entonces entiende lo que quiero decir?
—¿A qué se refiere? ¿Acaso me cree capaz de leer los pensamientos? Lo normal es explicar las cosas si uno quiere que los demás las entiendan.
Le estaba tomando el pelo. ¿Sería todo una broma? Eso era algo en lo que no era un experto. Durante las reuniones sociales a las que su madre y él habían asistido durante años no se había relacionado con jóvenes caballeros, ni mucho menos con auténticos seductores como su ángel caído. Además, Sungmin prefería las conversaciones de verdad, no aquellas ingeniosas réplicas sin sentido que no conducían a ninguna parte y que no revelaban nada.
Pero se limitó a encogerse de hombros y a explicarle su punto de vista.
—A mi parecer, usted debería de tener un nombre más exótico, uno más acorde con su imagen.
El se rio entre dientes.
—¿Así que soy exótico? Supongo que eso es mejor que ser un lobo hambriento.
Sungmin también sonrió ampliamente. Quizá sí podría acostumbrarse a ese tipo de conversación burlona después de todo. El parecía un maestro excelente.
—Según como se mire, ¿no? —bromeó.
—Bueno, que me condenen si no estoy de acuerdo con usted. No deja de asombrarme. Ni de fascinarme.
Finalmente, Sungmin  se sonrojó. Y él perdió su tono jocoso y añadió:
—¿Tiene que decir algo más sobre la debacle de esta noche antes de que proceda a lanzar mis funestas advertencias?
Se tomó su tiempo, no por las «advertencias» que no se tomó en serio, sino para meditar bien la pregunta. ¿Podía ser que la finalidad de todas aquellas bromas fuera hacerle bajar la guardia para que respondiera sin pensar? Recordó lo que Ryeowook le había dicho sobre distraer a alguien antes de hacerle la pregunta importante. Y que él parecía ser un espía.
Pero Sungmin  ya había llegado a la conclusión de que Kwon Boah era la única intrigante aquella noche. La mujer incluso había admitido que la tarea que le había asignado había sido de carácter personal más que político, así que Sungmin no veía ninguna razón para no decirle lo importante que era para Boah saber algo sobre aquello que estuviera buscando.
—Según ella, debería haberle quitado la máscara que le dije que usted llevaba puesta.
Sungmin  había conseguido sorprenderle otra vez a tenor de su expresión y la mirada chispeante que apareció en los ojos masculinos.
—Eso sí que suena muy interesante. Ha captado toda mi atención. Adelante, cortéjeme.
—No sabría cómo —admitió, inclinando la cabeza con repentina timidez.
—Acerquese un poco más, querido. Le prometo que se lo pondré fácil.
Sungmin levantó la cabeza de golpe.
—Es usted demasiado atrevido, Cho Kyuhyun.
—Lo sé. ¿No le parezco maravilloso?
Sungmin puso los ojos en blanco. Para él este Kyuhyun era preferible al hombre peligroso que se había encontrado en la habitación de Sukchun. Pero ¿cuál de los dos era realmente el auténtico Cho?
Consciente de que el baile terminaría de un momento a otro, dijo:
—Ahora me toca a mí. ¿Es de verdad un espía?
—Santo Dios, ¿de verdad cree que se lo diría si así fuera? —respondió él, con una expresión horrorizada que evidentemente era fingida.
—Creía que estábamos siendo sinceros.
—No, usted es sincero. Yo sólo disfruto con ello.
Sungmin rechinó los dientes. Al final, él había logrado provocar su ira con sus respuestas evasivas. Dejó de bailar, le apartó las manos y se alejó de él.
Sin embargo, oyó que lo llamaba suavemente.
—¡Espere! ¡Aún no ha escuchado mis funestas advertencias!
—Guárdeselas —le respondió airado—. De todas maneras no hubiera hecho caso de ellas.
¿Había tenido Cho Kyuhyun el descaro de reírse de sus palabras?


—¿Una noche dura? —le preguntó Sukchun a Kyuhyun al día siguiente mientras le propinaba un codazo para que se despertara.
Kyuhyun se incorporó al instante, furioso consigo mismo por haberse quedado dormido precisamente en la habitación de Sukchun mientras esperaba que apareciera su superior. No podía soportar la idea de que Sukchun le estuviera observando mientras dormía, y no tenía ninguna duda de que Sukchun lo había hecho.
El problema era que la actual misión de Kyuhyun, investigar a los nuevos de la corte, era demasiado sencilla y le aburría soberanamente. No conllevaba ningún peligro. Y, aunque él era un experto en la materia debido a su reputación con las parejas, prefería misiones que implicaran algún tipo de riesgo. Jamás se quedaba dormido en medio de una misión cuando estaba armado y alerta.
—No —respondió Kyuhyun, relajándose ligeramente—. Sentarme a esperarte durante tanto tiempo es lo que ha conseguido que me quedara dormido. Supongo que debería de haber venido en medio de la noche cuando sé que estás
—¿Y tener que despertarme cuando podrías limitarte a dejarme una nota?
—Ése es el problema, dejarte notas en la habitación ya no es una opción —respondió Kyuhyun, incapaz de contener un bostezo. Sacudió la cabeza con brusquedad para terminar de despejarse—. Y tampoco es aconsejable que dejes la puerta de la habitación abierta para que yo entre, a menos que tú estés dentro.
—He estado muy ocupado, de lo contrario habría conseguido una llave para ti.
—Entonces cierra con llave hasta que la tengas. ¿O prefieres que te registren la habitación?
La única razón por la que Sukchun no cerraba con llave era para que Kyuhyun no tuviera que esperarle en el pasillo, donde cualquiera podría verlo. Ni siquiera quería que los sirvientes de palacio los vincularan de ninguna manera. Estaba obsesionado con ello. Y ahora Kyuhyun iba a tener que decirle que alguien le había encontrado allí dentro.
Pero Sukchun se mostró divertido al sacar una conclusión errónea.
—Oh, Santo Dios, ¿de verdad registraste mi habitación?
—No seas absurdo. Y vamos al grano. Esta tarde tengo una cita con el joven Suho en los jardines reales.
Sukchun asintió con la cabeza.
—Yo también tengo una cita, así que adelante. Supongo que has averiguado algo nuevo, ¿no?
—Sí, dos de los nuevos son fieles a Boah, y ambos se creen enamoradas de mí —gimió Kyuhyun cerrando los ojos.
-¿Y?
—¿Acaso no te sorprende?
—No seas tonto —dijo Sukchun—. Sabes de sobra que se enamoran de ti todos los días. Por supuesto que no me sorprende.
Kyuhyun se rio.
—¿No te parece que exageras un poco, hombre?
—En absoluto. Incluso la propia Kwon Boah se enamoró de ti a principios de año cuando volcaste todos tus encantos en ella. Fue una de tus mayores hazañas. —Sukchun se rio entre dientes—. Jamás comprendí cómo lo conseguiste, sobre todo cuando me confesaste que ni siquiera tuviste que hacer el amor con ella.
—La convencí de que me resultaba de lo más fascinante en otros aspectos. No siempre hay que recurrir al atractivo físico, ¿sabes? Me hice amigo de ella. Y eso fue todo, hasta que Boah comenzó a querer algo más. —Kyuhyun no añadió que Sukchun debería saber mejor que nadie cómo las emociones más fuertes podían afectar de manera inesperada a una persona, como había ocurrido con Boah—. Ya sabes que la amistad hace bajar la guardia con más facilidad que el amor.
—¿Y el tercero?
—¿Key? Se resiste a acatar las órdenes de Boah y le ha cogido una fuerte aversión. Un buen candidato para ti, creo.
—¿Cuál es el pero?
—Yo no te recomendaría aprovecharme de su resentimiento para intentar atraerlo a tu bando. No me parece muy competente. Creo que le falta cerebro. —Kyuhyun se dio un golpecito en la cabeza—. Ya sabes a qué me refiero. En lo que concierne al joven Suho, registré su habitación antes de que le fuera asignado un nuevo compañero de cuarto. No había más que un montón de ropa. Supongo que tendré que volver a registrarla ahora que ha llegado su nuevo compañero. Se quejaba de él anoche.
—¿Ya ha llegado el nuevo joven de la corte?
—Eso parece y creo que incluso lo he conocido. Pero hay algo más que debes saber sobre Suho. Tendrás que vigilarlo de cerca después de que me vaya. Reconoció que había provocado un escándalo para deshacerse de su último compañero de habitación. Decía que de esa manera podría visitarlo en su habitación si así lo quería. Puede que haya recurrido a esas medidas tan drásticas por haberse encaprichado de mí, pero mi instinto me dice que carece por completo de principios. Así que podría estar metido de lleno en los turbios asuntos de Boah.
—Tomo nota. ¿Y qué hay del último que has conocido? ¿Por qué dudas de que sea el nuevo compañero de habitación de Suho?
Kyuhyun no estaba dispuesto a admitir que el jovencito lo había distraído hasta tal punto que se había olvidado de preguntarle su nombre. Sin embargo, no podía imaginar quién más podía ser, ya que también había sido invitado al baile la noche anterior y había admitido que conocía a Boah. A pesar del disfraz que llevaba, no le había cabido duda de que era un joven señor.
—Estoy casi del todo seguro que es Lee Sungmin, quien se esperaba que llegara ayer. Pero estaba más interesado en averiguar otras cosas de él y más teniendo en cuenta cómo lo conocí.
Sukchun arqueó una ceja con curiosidad.
—¿Por qué presiento que eso no presagia nada bueno?
—Porque lo conocí aquí mismo, en tu habitación, cuando lo pillé rebuscando entre tus pertenencias por orden de Boah.
Sukchun frunció el ceño de inmediato.
—¿Así que ahora Boah se dedica a convertir en ladrones a los jóvenes de la corte que están bajo su tutela? ¡Cómo se atreve!
—Veo que provoca tu ira. —Kyuhyun sonrió.
—Demonios —bufó Sukchun—. Estamos hablando de robar. Boah está yendo demasiado lejos.
Kyuhyun tuvo que reírse ante la hipocresía de su superior.
—Me has convertido en un ladrón en más de una ocasión. ¿Dónde está la diferencia?
—Si has tenido que robar ha sido por una cuestión de seguridad real y además tenías libertad para hacerlo. Por otro lado, podías devolver cualquier cosa que cogieras después de examinarla. Y siempre podías negarte a realizar cualquier trabajo con el que te sintieras incómodo. Pero ahora estamos hablando de jóvenes e inocentes que no saben lo que hacen.
—¿Es posible que esa chico encontrara algo útil?
—No a menos que tú dejases algo antes de que él llegara. Nunca he dejado nada importante aquí, ni siquiera cuando cierro la puerta con llave.
—Pensaba dejarte una nota con todos los datos que acabo de darte, pero después de encontrar a ese jovencito en tu habitación, preferí entregarte el informe en persona. Es inteligente y experto, por lo que no he podido hacerme un juicio rápido de él. Puso una excusa con mucha facilidad y una muy creíble por la manera en que la expuso.
Sukchun suspiró.
—Así que esta joven te ha relacionado conmigo. Ahora no me serás de mucha utilidad en esta misión, puesto que sin duda ya habrá informado a Boah. Seguro que querrá vengarse en cuanto se dé cuenta de que tu amistad con él era una farsa para recabar información.
Kyuhyun juntó las manos y tamborileó con los dedos en la barbilla varias veces antes de contestar con aire pensativo:
—No estoy seguro de que haya informado a Boah.
—¿Estás de broma?
—No, Lee Sungmin y yo mantuvimos una extraña conversación un poco más tarde, en el baile. Me dijo que le había dado a Boah una descripción falsa de mí y que ocultó mi nombre. Como bien sabes, soy demasiado conocido para intentar utilizar un nombre falso a menos que me encuentre fuera del país.
—¿Qué razón te dio para haberte protegido?
Kyuhyun se enderezó y frunció el ceño.
—¿Haberme protegido?
—Si es verdad lo que dice, eso es exactamente lo que hizo al ocultarle tu identidad a Boah.
—Ah, pero ése es el problema, que no sé si creerle. Ya te lo he dicho, es un joven inteligente. Es demasiado rápido en sus respuestas para no poseer más inteligencia de la que suelen tener estos doncells. Incluso sabe fingir emociones con rapidez cuando es necesario. Si es verdad lo que me ha dicho, es un material de primera que podrías moldear a tu antojo
—¿Qué te dice el instinto?
—Por una vez no sé qué pensar —dijo Kyuhyun con un suspiro—. Pero no voy a negar que posee un talento natural para mentir y fingir. Me ha dejado sorprendido en varias ocasiones. Y eso no es algo que suela ocurrirme.
—Entonces, ¿por qué razón no te ha entregado a Boah en bandeja de plata?
—Bueno, eso aún está por ver. Dijo que Boah le había hecho creer que éramos criminales y que prefería juzgar por sí mismo.
—¿Quieres decir que ese joven está dispuesto a investigar a Boah por su cuenta? —sugirió Sukchun.
Kyuhyun se rio entre dientes.
—Haces que parezca realmente divertido.
Sukchun puso los ojos en blanco.
—Estás demasiado acostumbrado a ese tipo de artimañas puesto que son las mismas que tú usas. Pero recuerda quién es él y que apenas acaba de llegar a palacio. La primera táctica de Boah con ellos es hacerles creer que todo lo que hacen por ella es por el bien del país. ¿No podría ser ése su caso?
—Nuestra conversación no llegó tan lejos.
—Bueno, si eso fue lo que ocurrió anoche, si ese jovencito piensa que estaba haciendo algo noble, entonces no es tan malo como parece. Pero antes de que dejemos de lado este tema —continuó Sukchun—, debes confirmar su identidad. Por otra parte, asegúrate de que no quiere ser partícipe de las intrigas de Boah. Y, además, quiero saber cosas concretas sobre Lee Sungmin. Conoces las reglas. No importa lo que tengas que hacer. Y si él está tan avezado en el engaño como dices, no lo quiero en palacio. Intentaré que se vaya.
Kyuhyun se puso rígido al oír la frase «no importa lo que tengas que hacer». Sacaba a relucir sus peores recuerdos. Sukchun había utilizado esa misma frase cuando había reclutado a Kyuhyun para ayudar a su país. Habían elegido a Kyuhyun porque el oficial francés al que necesitaban sonsacar información era un maldito pervertido. Al hombre no le interesaban los jovencitos, las mujeres, ni los hombres, pero sí le gustaban, y mucho, los chicos guapos. Y era la pieza clave de un complot para matar al rey francés y culpar al rey Jorge IV, lo que Podría haber desembocado en una guerra.
Kyuhyun se había visto envuelto en uno de los dilemas más horribles al que cualquiera, y mucho más si uno era un crío de catorce años, podía enfrentarse: sacrificarse o darle la espalda a su país. No podía resignarse a hacer lo que le pedían, pero sabía que sería un cobarde si no lo hacía.
Pero al final había descubierto cómo lograr su objetivo sin tener que sacrificarse al recordar a un de los doncells de casa de su madre. A principios de aquel año el mozo le había tenido babeando a sus pies, había provocado su lujuria hasta un nivel peligroso. Siempre se le estaba insinúando, pero jamás se le había entregado. Con catorce años y un amor secreto, Kyuhyun hubiera estado dispuesto a prometerle el mundo de lo enardecido que estaba.
El doncell jamás llegó a entregarse a él. Ni tampoco lo hizo Kyuhyun durante esa misión. Había utilizado la táctica del criado para lograr acabar el trabajo. Había prometido, pero jamás se había entregado.
Enfadado consigo mismo por dejar que aquellos recuerdos salieran a la superficie, se puso en pie para marcharse. Sukchun podía decir todo lo que quisiera «no importa lo que tengas que hacer», pero Kyuhyun rara vez tenía que recurrir a algo tan drástico cuando trabajaba para Sukchun. Podía usar su título nobiliario siempre que hiciera falta, así como su reputación de donjuán, como cariñosamente le había apodado su tío, el duque de Shiyuan, debido a su adoración por los jóvenes. Si un joven esperaba que él lo sedujera, pues que así fuera...
Sukchun debería haberse dado cuenta a esas alturas de que Kyuhyun hacía las cosas a su manera, no a la de él. Manteniendo la ira a raya, Kyuhyun miró directamente a su superior y dijo:
—Sé que mi país es lo primero. Siempre lo he sabido. Pero uno puede servir a su país sin tener que perder el sentido de la decencia. A eso se le llama encontrar el equilibrio entre lo que se puede hacer y lo que se puede soportar. Es usar la cabeza para encontrar una solución con la que se pueda vivir en vez de tomar el camino más rápido. Averiguaré si ese joven se ha dedicado a contarme un montón de mentiras, pero lo haré a mi manera.
—No sé por qué continúo recurriendo a ti —dijo Sukchun con petulancia— Jamás haces lo que te ordeno.
—Ah, pero no puedes negar que siempre logro terminar todos los trabajos que me encomiendas. —Kyuhyun se rio entre dientes mientras se dirigía a la puerta.





3 comentarios:

  1. celos y eso que no tiene una amistad

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  2. Esto,como que no pinta muy bien que digamos.
    El afán de la mujer esa por investigar o encontrar algo de su interes...y no importanfo cómo lo consiga. Eso de involucrar a los jovenes en sus artimañas,no me gusta.
    Si fuera Min,no sé qué hubiera sentido al ver a mi angel con el tipo ese😒...pero bueno,ya lo irà conociendo😂😂😂😂😂

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  3. Interesante, interesante, eso de que todos tienen que engañar a todos se está poniendo bueno

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...