Marcado VI -2




Dixie cerró la puerta detrás del pelirrojo y se acercó a la barra.
—No sé cómo te las has arreglado para rechazarlo más de una vez.—Sacudió sus propios rizos y me sonrió—. Ni siquiera me gustan los jóvenes y creo que me acostaría con él si me lo pidiera. Es asombroso.
Murmuré algunas malas palabras en voz baja y bebí la segunda ronda de un solo trago. Quemó un poco y tuve que parpadear.
—Es policía, un policía que me ha arrestado. Tengo mejores instintos de auto preservación que eso. —En mi experiencia, los policías no eran mis mayores seguidores, y realmente no podía culparlos. Dejé el vaso vacío sobre la barra y me puse de pie. Era tarde y necesitaba un centenar de duchas de agua fría—. Además, en realidad no quiere follar, solo piensa que lo quiere.
Dixie resopló.
—Eso no es lo que me parece.
Podía parecer bastante claro y fácil de entender desde el exterior. Leeteuk era lindo, yo era lindo, y definitivamente teníamos una chispa, pero yo no había durado tanto como lo había hecho jodiendo a todos aquellos con quienes cruzaba caminos sin aprender cómo mirar más profundo, cómo ver el peligro avecinarse, y era obvio que Leeteuk era peligroso en más de un sentido.
—Ese es un joven muy bonito con una herida muy fea, y de alguna manera se metió en la cabeza que merece ser castigado, ser herido aún más.
—¿Así que él está tratando de arrastrarte a la cama para castigarse?
Eso suena pervertido y divertido.
Le arrojé mi trapo para limpiar y me elevé hacia la barra para así poder cerrar la caja nocturna y volver a casa. Ahora la idea de Leeteuk en sus esposas y nada más que eso iba a estar recorriendo mi cabeza por el resto de la noche. Como si necesitara ayuda para ser inolvidable.
—Se siente mal y está haciendo todo en su poder para sentirse peor.
No sabía todos los detalles de lo que había empezado la reciente decadencia de Leeteuk, pero sabía que su compañero en acción, quien en realidad era su mejor amigo y lo había sido durante la mayor parte de su vida, había sido herido muy gravemente en el cumplimiento de su deber y que Leeteuk actualmente se encontraba bajo licencia administrativa mientras el departamento investigaba las circunstancias que habían llevado a que dos policías hubieran recibido disparos. Uno de los oficiales no había sobrevivido y el otro todavía estaba en el hospital. El otro siendo Jongkook, el compañero de Leeteuk
—No estoy buscando ser parte de eso.
Había usado a suficiente gente en mi vida, incluso a aquellos que me amaban incondicionalmente, para saber cómo lucía ser un medio para un fin para otra persona. No iba a ayudar a Leeteuk a autodestruirse.
Dixie me dio una pequeña y suave sonrisa que me recordó que, a pesar de que era dura como una roca cuando necesitaba serlo, era realmente una romántica tierna en su centro.
—Tal vez deberías darle una oportunidad y podrías hacerlo sentir mejor, y tal vez, finalmente, podría hacerte ver que has cambiado en el último año más o menos.
Simplemente di una sacudida con mi cabeza y le dije rotundamente:
—Eso no es lo que hago. —Nop; destruía cosas, no las reparaba.
Nunca mentía acerca del hombre que había sido durante la mayor parte de mi vida o las cosas que había hecho. Había muchas clases de cosas realmente feas, retorcidas y oscuras de las que era capaz, y aun así todos los que me conocían ahora parecían estar bajo la impresión de que había sido objeto de algún tipo de transformación después de salir del coma en el que había estado después de morir y revivir.
La verdad del asunto era que nunca iba a ser un buen tipo. Nunca iba a ser el tipo de hombre que hacía las mejores cosas. Independientemente  de  lo  que  todos  querían creer, o cuán desesperadamente parecía que Leeteuk necesitaba que alguien entrara y lo sacara del fango, no nací para ser un héroe o un salvador. Ya estaba demasiado bajo el control de los fantasmas de mis errores del pasado, que no había manera de que pudiera darle seguridad a cualquier otra persona.
El viejo dicho era cierto, un leopardo nunca cambiaba sus manchas; y al igual que el felino de la selva al acecho, yo era un depredador de principio a fin, incluso si otros querían pensar que me había convertido, de alguna manera, en un gato doméstico.



Cuando mí teléfono, que había dejado al lado de mi cabeza la noche anterior, empezó a gritar la tarde siguiente, casi ruedo de la cama al suelo intentando apagarlo.
Me sentía horrible, en parte porque apenas estaba durmiendo últimamente, y la siesta a mitad del día era lo que me estaba sustentando, pero mayormente por el número que había aparecido en la pantalla era él había estado esperando agonizantemente semana tras semana para que apareciera.
Lo silencié con un giro de mi dedo a través de la pantalla e intente sonar más alerta de lo que realmente estaba cuando jadeé un tembloroso saludo.
—¿Sabes que me dan el alta hoy verdad?
Me aparte un mechón de mi cabello rojo de la cara y me arrastré hasta el borde de mí cama. Me mordí el labio inferior e intenté regular la respiración. Por supuesto sabía que hoy salía del hospital. Lo que no sabía es él me quería a su alrededor cuando finalmente le dieran luz verde para irse a casa. Entrecerré mis ojos y estaba tan agradecido de no estar cara a cara. Kim Jongkook me conocía mejor que cualquier alma viviente en este planeta, y si estuviésemos en la misma habitación sería capaz de sentir la culpa y el auto desprecio que había estado arrastrando últimamente.
Demonios, si mi estado actual de estrés era evidente hasta para una persona tan descentrada como Wang Kangin, no había forma de que para mi mejor amigo y compañero pasara inadvertido. Kook siendo Kook, sabría que todo había pasado a raíz de esa llamada del infierno.
—Lo sé. No estaba seguro de sí querías que fuera o no. Sé que tu hermana viene para estar contigo hasta que estés bien y no quería meterme en su camino.
Sonaba ridículo y patético para mis propios oídos.
Kook y yo habíamos sido inseparables desde que teníamos cinco años. Nunca había habido un momento en el que no me hubiera querido alrededor. Nunca había habido ni un recuerdo de nuestra amistad en el que me hubiera entrometido, incluso su familia pensaba en mí como en un miembro más. Creo que eso hacía que lo que había pasado pesara más sobre mis hombros.
Escuché a Kook suspirar y luego juró. Su profunda voz me sonó extraña cuando me regañó.
—Trae tu bonito culo aquí, Leeteuk. Te he dejado hundirte durante dos malditas semanas. Supéralo. La mierda pasa y va a seguir pasando porque es lo que pasa cuando eres policía. Llevo una escayola desde mi jodido tobillo hasta mi culo. Tengo un hombro roto, y no puedo respirar sin sentir como si estuviese bebiendo ácido. Me veo y me siento como una mierda de perro golpeado y mi mejor amigo no ha estado por aquí para nada. ¿Puedes parar ahora? —No pude detener las lágrimas que empezaron a salir de mis ojos. Use los nudillos para secármelas mientras me levantaba. Sus siguientes palabras me apuñalaron como sabía que era su intención—: Te necesito aquí, niño.
Siempre nos habíamos necesitado el uno al otro, de las dos formas, en nuestro día a día y en el trabajo. Eso era por lo que me sentía tan mal. Eso era por lo que no podía dejar de pensar en cuánto lo había decepcionado. Se suponía que tenía que respaldarlo, como él siempre me había respaldado a mí, en vez de eso casi consigo que lo maten.
—Estoy en camino.
Colgué el teléfono después de que él bromeara con que ya era hora, y me apresuré alrededor de mí aparentemente intentando conseguir ponerme presentable. Después de una dura noche de bebidas nunca podía estar presentable. Pero al pasar una noche sin dormir y otro rechazo del atrozmente sexy camarero sureño podía coincidir con Kook en el apartado de estar como una mierda.
Ya lo sabía, realmente lo hacía. No era del tipo de salir y perder el control. Raramente bebía y cuando lo hacía actuaba siempre responsablemente porque tenía un gran enfoque en el cual pensar. Solo que el gran enfoque últimamente estaba borroso y era una visión en túnel en que solo podía ver a Kook siendo disparado una y otra vez y cayendo al lado de la salida de incendios del edificio. Cuando no veía eso, solo veía a la esposa del otro oficial que no sobrevivió al tiroteo colapsando en el pasillo de urgencias mientras que el oficial le informaba que su esposo no había sobrevivido.
Si eso no era suficiente para que se comiera mi alma, el recuerdo del Teniente diciéndome que tenía que entregar mi arma y mi placa y tomar un permiso administrativo mientras el departamento de conducta investigaba lo que había sucedido pasaba por mi cabeza a cada segundo del día.
Para sacarme todos esos horrible pensamientos de la cabeza, estaba haciendo cosas que nunca había hecho, cosas que me hacían sentir libre, por eso pasaba el rato en el Bar. Por eso bebía como un pez y realmente por eso estaba descaradamente lanzándome sobre Wang Kangin.
Nunca había tenido que perseguir a un chico. Nunca había estado interesado en el tipo de chico que rezumaba encanto y problemas de la forma que Kangin lo hacía. Y en su mayoría definitivamente nunca había sido de los que mezclaban los negocios con el placer.
Sabía que Kangin eran malas noticias, apenas yendo al margen de la ley, tenía una firme regla de no involucrarme con nadie que hubiera estado al otro lado de la policía. Bueno, Kangin no solo había estado al otro lado de la policía, sino que también había estado entrando y saliendo de la cárcel desde antes de tener edad para conducir. Al chico le gustaba hacer sus propias reglas y no tenía un pasado muy bonito.
Los policías no deberían interesarse románticamente en criminales, ni siquiera criminales reformados. Pero yo estaba, de hecho, más que interesado, pero cada vez que hacia un movimiento hacia él, me rechazaba. Me hacía preguntarme si podía ver el error que me perseguía. Me hacía preguntarme si esa era la razón por la que seguía diciendo que no.
Quiero decir, sabía que lucía bien. Sabía que cuando nos mirábamos el uno al otro había deseo y atracción brillando oscuramente en sus ojos, y sabía que era el tipo de chico al que le gustaban las cosas seguras. Yo era algo seguro. Necesitaba algo que se sintiera bien. Estaba buscando desesperadamente algo que me hiciera olvidar, incluso si era por un segundo, y no tenía miedo de admitir que lo quería a él. Se lo ponía tan fácil para aceptar y aun así seguía rechazándome. No lo entendía, eso solo me hacía sentirme más perdido y a la deriva de lo que ya estaba.
Sí él realmente quería que me buscara otro bar, lo haría. Solo fui al lugar donde él trabajaba porque quería que me llevara a casa. Quería que me empujara a través de la barra y me besara para apartar todo el dolor y la fealdad que me estaba llenando.
Sabía que estaba yendo por el mal camino, sabía que un tipo como Kangin no era bueno para alguien que representaba la ley e intentaba mantener la paz. Todo lo contrario considerando que las circunstancias me habían forzado a arrestarlo no hacía mucho tiempo por asalto. Kangin quizás pensaba que era bonito, y quizás estaba intentando salvarme de mi mismo ya que teníamos amigos mutuos, pero dudaba seriamente de que fuera a ser capaz de mirarme de la misma forma que antes de que tuviese que ponerle las esposas y arrastrarlo a la comisaria.
Me recogí peiné, me calcé un par de destrozadas botas de motociclista y cerré la puerta principal. Estaba a punto de cerrarla de golpe cuando me acordé de agarrar las llaves. Siempre me estaba quedando afuera, de mi auto, de mi apartamento, e incluso mi auto patrulla. Era un mal hábito que era molesto para más gente que para mí. Pero parecía que no podía desprenderme de él incluso después del incidente que casi llevó a la ruptura de mí vecino y su adorable novio.
Volví adentro agotado y frustrado. Agarré las llaves del lugar donde siempre las ponía al lado de la puerta y me apresuré a salir. Esta vez el pasillo no estaba vacío, y el novio del vecino, quien también era mi único amigo en el planeta, estaba dejando su apartamento al otro lado.
Sungmin era adorable. Hablaba con voz dulce y serena. Había algo sobre él que me llamó la atención al instante. Era como si todo lo caótico y a veces peligroso de mí día a día muriese y se derritiera cuando estaba con él. Lo tuve que forzar para ser mi amigo y él había luchado contra mí y nuestra amistad al principio. Ahora era tan cercano a mí como lo era Kook, y estaba tan preocupado como él por mi reciente comportamiento.
Llevaba la bata de enfermero debajo de su pesado abrigo de invierno, así que obviamente iba de camino a su trabajo. Sungmin era una muñeca y le podía funcionar el rollo de chica fresca y despreocupada de al lado.
—Kook sale hoy del hospital —le dije rápidamente.
Parpadeó sus ojos hacia mí y la esquina de su boca se levantó formado una media sonrisa.
—Lo sé, lo he estado comprobando.
Suspiré. Por supuesto que lo había hecho. Porque era un amigo asombroso.
—Gracias.
Él asintió ligeramente y caminamos en silencio hacia la puerta del edificio donde vivíamos.
—Me preguntó por ti cada vez que pasé por su habitación.
Tragué un poco. No porque estuviera juzgándome o siendo malicioso, sino porque ambos sabíamos que debí de haber ido al hospital a verlo. Apreté las llaves tan fuerte entre las manos que el metal se clavó en mí piel hasta el punto de hacerme daño.
—No pude. Me quedé hasta que salió bien de la operación, pero fue demasiado. —Sacudí la cabeza y temblé cuando el frio aire de Seúl pasó por el cuello de mi sudadera. La razón por la que Kook había estado tanto tiempo en el hospital no fue por su tobillo machacado ni por su fémur roto, sino porque una de las balas que le dio le atravesó limpiamente un riñón. Casi se desangra hasta morir antes de llegar al hospital—. Su madre estaba allí observándome, sin decir una palabra. La podía ver diciéndome como había dejado que hiriesen a Kook. Pude ver a su hermana pensando, “¿Por qué Kook y no él?” sabía que iba a romperme y no lo quería hacer allí donde todo el mundo me viera.
El me alcanzó y me apretó el codo.
—Nadie te culpa de nada, Leeteuk. Eso no es lo que la familia de Jongkook estaba pensando y lo sabes.
Maldita sea. ¿Cuándo empezó a conocerme tan bien? Eso es lo que hacía que tener amigos fuera tan difícil para mí.
—Yo me culpo. Sungmin.
Suspiró y me soltó el brazo.
—Eso es lo que yo imaginaba, pero con el tiempo lo superaras. ¿Cómo va la investigación?
Ese era un tema del que quería hablar casi tan poco como sobre cómo Jongkook había acabado en su roto estado actual.
—Va. Las investigaciones internas siempre son complicadas cuando está involucrada la muerte de un oficial. —Y era complicado porque yo estaba evitando activamente todas las cosas que tenía qué hacer para ayudar. Había otros oficiales en la escena. Había testigos del vecindario. Kook había dado su declaración así como el compañero del oficial que sobrevivió. Todas las historias coincidían y los hechos presentaban que yo no había hecho nada malo, que yo no tenía la culpa, y que el chico al que había sido forzado a dispararle habría seguido apretando el gatillo hasta que todos lo que iban vestidos de uniforme estuviesen fuera de su camino, pero yo no me sentía absuelto. Me sentía sucio y descalificado. No por haber apretado el gatillo, sino por haberlo apretado demasiado tarde.
—Estoy seguro de que todo se arreglara al final. ¿El departamento te está haciendo hablar con alguien? Es una situación bastante intensa para pasala por tu cuenta.
Sungmin era genial procesando los sentimientos. Yo no era bueno dejando ir las cosas. De hecho, últimamente estaba sujetándome a todo lo que me pasaba en las calles con un agarre mortal. Supongo que si yo lo abarcaba todo nadie tendría que lidiar con toda la mierda.
—Se suponía que debo de ir mañana. —Suponía era la clave. Si podía encontrar una excusa para evitar escuchar a un psiquiatra diciéndome que estaba sufriendo la culpa del superviviente, me iba a aferrar a ello. La había jodido. Lo sabía y no necesitaba a nadie que me llevara a esa conclusión, pero si quería volver al trabajo tenía que morder el anzuelo y obligarme a ir a mentir sobre un duro sofá de piel y agachar la cabeza.
Sungmin se detuvo cuando llegamos a mi auto e inclinó la cabeza mirándome solemnemente. Le devolví la mirada porque lo valoraba demasiado, a él y a la amistad que le ofrecí, como para desestimar su preocupación.
—Ve. Escucha lo que el psiquiatra tiene que decir. No tienes por qué pasar por todo esto solo, Leeteuk.
Me alcanzó y me dio un abrazo de un brazo, que le devolví con rigidez. Lo que fuera que fuera esto, estaba claro que no solo me estaba afectando a mí.
Cuando nos separamos le di una sonrisa de medio lado y dije:
—Anoche intenté llevarme a Kangin conmigo a casa.
Levantó una de sus coloradas cejas.
—¿Otra vez?
Arrugué la nariz y abrí la puerta de mi vieja camioneta
—Sigue diciéndome que no está interesado. Quizás simplemente no le gusto.
Bufó delicadamente y se abrochó la cremallera de su abrigo mientras el viento invernal se convertía en algo casi insoportable.
—Por supuesto que le gustas. Quizás él puede deducir que tú no te gustas mucho a ti mismo en este momento.
Fruncí el ceño pero no discutí. No me gustaba mucho en este momento. Me levanté la manga de mi sudadera y le enseñé mi muñeca, lo que le hizo jadear por la sorpresa.
—Bebí demasiado y me metí en algo que no debería. Kangin me sacó y luego me cuidó hasta que estuve lo suficientemente sobria para ir a casa.
—Kyuhyun dice que incluso con todas las cosas de su pasado, Kangin es un chico decente. —Sungmin sonaba seguro de lo que decía.
Simplemente me encogí de hombros y me giré hacia el auto. Me estaba congelando y al motor le costaba toda la vida calentarse para hacer algo bien.
—Decente es aburrido si eso significa que nunca voy a poder pasar de la primera base con él. —Soné petulante y frustrado, lo que le hizo sacudir la cabeza hacia mí.
—Creo que estás buscando problemas a propósito.
Hice oídos sordos a su advertencia. Estaba buscando problemas, pero los problemas no mirarían hacia atrás, así que estaba en un punto indiscutible en este momento.
—Estoy buscando algo, y no creo que haya nada de malo en eso.
—No, no lo hay, pero cuando tengas la placa y lleves el uniforme de nuevo, el juego cambiara Leeteuk. Quizás quieras considerar eso.
No quería pensar en tan adelante. No quería pensar en nada de eso. Me quejé en voz baja mientras Sungmin daba un paso atrás para que pudiese cerrar la puerta.
—Te llamaré el lunes después de que hable con él loquero, si lo hago, y le diré a Jongkook que mandas saludos.
—Jongkook te ama no importa qué y lo sabes.
Asentí, y por segunda vez esa tarde sentí que las lágrimas llenaban mis ojos.
—Eso es lo que hace todo esto peor. Hablamos luego.
Me dio una pequeña despedida con la mano y se dirigió a su auto. Kook me amaba y yo lo amaba a él. Lo era todo para mí. Era mi luz guía, mi voz de la razón, era sin ninguna duda mi héroe, y mucho más que eso él era el que siempre había estado ahí para recordarme que tenía un propósito más allá de ser una cara bonita. Si no hubiese sido por Kook, habría habido una buena posibilidad de que hubiese tenido mi propio acabose muy temprano, cuando se hizo evidente que los dioses griegos habían trabajado a dos manos en cuanto a mis atributos físicos se refería.
Kook siempre me había recordado que había mucho más que ser un pedazo de caramelo al cual llevar del brazo o un tonto sin sentido. Era inteligente, era capaz, y quería marcar la diferencia. Si no hubiese sido por él recordándome lo que valía había una buena posibilidad de que hubiese acabado como mi madre.
La sola idea me hizo estremecer.
Amaba a mi madre. Realmente lo hacía, pero tenía cero paciencia para sus deplorables elecciones y por la forma que ardía alrededor de los hombres como si estuviese en una competición deportiva. Mi madre siempre había sido más como una mejor amiga que como una madre. Me amaba incondicionalmente, yo era su mundo entero, pero no fui suficiente para llenar el vacío que mi padre dejó cuando no fue capaz de dejar a su mujer y formar una familia con nosotros. Mi madre nunca superó el rechazo y como resultado estaba constantemente buscando el amor verdadero y la aceptación de los hombres en todos los sitios incorrectos.
Mi madre era una bomba aturdidora, así que yo apostaba por mi belleza natural. También era una adultera habitual y había pasado por tantos matrimonios y relaciones que dejé de contar cuando estuve en la adolescencia.
Aprendí a aceptar la relación que teníamos, no preguntaba, y simplemente intentaba apoyarla como siempre me había apoyado a mí. Incluso si la mayoría de sus decisiones cuando se trataba del sexo opuesto me hacían estremecerme en mi asiento, amaba a la madre que tenía, cada coqueto y frívolo centímetro de ella.
El estacionamiento del hospital parecía que fuera de millones de kilómetros de amplitud mientras caminaba at través del él en el frio. Para el momento que alcancé las puertas deslizantes tenia los dedos entumecidos y las orejas me ardían por el aire. Me sentía como un idiota porque ni siquiera sabía en qué piso estaba Kook o en que habitación. Menudo mejor amigo era.
La persona en el mostrador de información me dio la información y tomé el ascensor para llegar al piso correcto. No tuve que preocuparme por encontrar su habitación porque sus dos hermanas estaban afuera en el pasillo como si estuviesen esperando especialmente por mí.
—Hemos estado preocupadas por ti. No has llamado ni aparecido por aquí. Nadie sabe lo que te ha pasado o cómo estás llevando la investigación. Pensé que Ari se tendría que sentar encima de Kook para mantenerlo en el hospital durante la primera semana que no apareciste.
Gruñí y la abracé de vuelta. No podía creer cuan egoísta y terco había sido mi comportamiento.
—Yo solo… —Me detuve mientras Ari ponía los ojos en blanco hacia mí.
—Has sido una idiota.
Greer gritó el nombre de su hermana, pero yo le apreté la mano y miré a Ari.
—Lo fui. Nunca había decepcionado a Kook y estaba teniendo un tiempo difícil con eso. —Estaba, implicaba que ya lo había superado, pero ellas no deberían saber cuán grande era la mentira.
Ari me dio una mirada dura pero inclinó la cabeza hacia la puerta abierta unos pasos más adelante.
—Ha estado esperando verte desde siempre. Vamos a ir a su apartamento para asegurarnos que todo está bien para su regreso. Va a estar atado a una silla de ruedas durante las próximas tres o cuatro semanas. Nosotras vamos a alternarnos las semanas para estar con él hasta que pueda estar por su cuenta.
Parpadeé tontamente. Kook era un gran trozo de pastel de carne. Él era alto y de gran alcance, era increíble, y siempre había sido el hombre más capaz que había conocido. La idea de él en una silla de ruedas y necesitando ayuda en su día a día hacía que el bloque de cemento que vivía en mis entrañas se hiciera cinco veces más pesado.
—Puedo ayudar. Solo déjenme saber que necesitan. —Sonaba del tipo ahogado y forzado hasta para mis propios oídos.
—Volverás al trabajo pronto. Lo tenemos cubierto. Además se lo debemos por todas las veces que nos cuidó de pequeñas.

El padre de Kook había estado en el trabajo mientras crecían. Era un policía de patrulla hasta que un enfrentamiento con un robo a mano armada salió mal y se encontraron ellos mismos enterrando al patriarca de la familia antes de tiempo. Kook inmediatamente saltó a los zapatos de su padre para llenar su hueco como un buen hijo habría hecho. El hecho de que hubiese llegado tan lejos como para enrolarse en las fuerzas justo como su padre era aún una herida para su madre.
Me aclaré la garganta y luché contra la urgencia de jugar con mi cabello nerviosamente.
—Kook siempre ha cuidado de mí también.
—Correcto lo hace, y ambos sabemos que lo que él quiere es que vuelvas al trabajo. No va a poder hacerlo durante solo Dios sabe cuándo, así que va a tener que vivir a través de ti durante un tiempo, Leeteuk. Todo lo que siempre ha querido para ti es que sacaras todo tu potencial. No dejes que esto te golpeé después de todo lo duro que has trabajado para construirlo.
Si solo fuera tan fácil. Inhalé profundamente y di el paso que había estado evitando durante dos semanas.
Al entrar en la habitación lo vi acostado sobre la cama, con su todo su cabello desenredado sobre su cabeza. Sus ojos estaban fijos en la puerta del pasillo, obviamente observándome. Todo su gran cuerpo estaba envuelto en yeso y vendajes. Su rostro estaba oscuro por la irritación y llevaba una barba bastante impresionante. Estaba horrible y hermoso, todo al mismo tiempo. Era tan afortunado de que aun estuviese vivo y que yo no tuviese que ser el que le diese la noticia a su familia de que habían perdido a otro ser querido por el trabajo.
No lo pude evitar, el abastecimiento de agua volvió. Realmente no era muy llorón, pero algo dentro de mí estaba mal, y no funcionaba en absoluto. Las lágrimas se filtraron y Kook estiró lentamente su brazo herido, el pequeño movimiento obviamente le dolía.
Fui a su lado de la cama rápidamente y lo dejé abrazarme suavemente. Sentí sus labios en la parte superior de mi cabeza y como su pecho retumbaba cuando me dijo:
—Ya era hora.
Todo lo que pude susurrar en respuesta fue:
—Lo sé.
Debí de haber estado allí durante todo el tiempo, o más preciso, debí de ser quien estuviera en la cama de ese hospital. ¿Cómo me iba a perdonar Kook, si sabía que nunca habría tiempo para que me perdonara a mí mismo?


2 comentarios:

  1. Bonito este par.
    Cada uno con su montaña de problemas...cada uno tiene sus reglas,las cuales no quieren romper,pero ellos mismos lo haran inevitable.
    Claro que no Kangin ,no eres un gato doméstico...pero admite ue tampoco eres el león enjaulado que eras antes...la gente cambia.
    Espero que Teuk sí vaya a su cita y le haga caso a Min y también le haga caso a su amigo.
    Pero Teuk tiene razón,debe perdonarse primero.

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  2. La culpa es el peor sentimiento, aunque el error cometido no sea tuyo, la pregunta, si yo hubiera ayudado? Si yo hubiera llegado antes? Si yo me hubiera dado cuenta?

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...