Debutantes III -5




Sungmin  no hizo más que dar vueltas durante toda la noche porque no podía dejar de pensar en el Ángel. Estuvo tan inquieto que Suho le había dicho gruñendo que se estuviera quieto de una vez después de que se fueran a la cama.  
Sungmin  sabía que debía averiguar si Cho Kyuhyun era  el verdadero nombre del Ángel. Y también debía averiguar qué estaba haciendo en la habitación de Sukchun. ¿Se había presentado allí por la misma razón que él? ¿O sólo había ido a visitar a un amigo? ¿Quién era en realidad aquel Sukchun al que lady Boah quería espiar?
No tuvo posibilidad de levantarse tan tarde como le hubiera gustado después de haberse pasado toda la noche en vela, pues Sunny llegó muy temprano. Y Suho también hizo bastante ruido, aunque Sungmin  sospechaba que lo había hecho con la única intención de despertarlo. El humor de su compañero no había mejorado en absoluto. De hecho, había empeorado. Suho masculló una maldición, cerró la puerta del armario de un portazo, dejó la ropa tirada en el suelo e incluso empujó a Sungmin  al pasar junto a él mientras se movían por aquella habitación diminuta.
Lo primero que hizo Sunny al llegar fue apartar de una patada la ropa que había en el suelo, algo que divirtió a Sungmin pero que, asombrosamente, no provocó reacción alguna en Suho. Ya el día anterior, Sunny le había dicho a Suho que no iba a ser su doncella personal sólo por haberle arreglado el pelo. Gracias a los esfuerzos de Sunny, Suho lucía ahora un cabello cuidado, más favorecedor y lo sabía. Así que aunque por lo general su compañero de habitación no se mordía la lengua con respecto a Sungmin , cuando Sunny estaba con ellos, controlaba lo que decía.
Sungmin  esperaba encontrar respuesta a sus preguntas si es que seguía allí al final del día. ¿Necesitaba Boah tener una razón para poder despedirlo? De ser así, Sungmin  podía dejar de preocuparse por el asunto. Estaba seguro de que Boah no querría que lo ocurrido la noche anterior saliera a la luz. Y Sungmin le había dicho a Boah que no volvería a hacer algo parecido si pensaba que iba en contra de sus principios.
Una hora más tarde, cuando llegó a los aposentos de la duquesa, Sungmin  consideró que era un golpe de suerte encontrar a Ryeowook allí solo. Estaba seguro de que el joven podría dar respuesta a todas sus preguntas porque llevaba en palacio mucho más tiempo que él. Cogió uno de los cuadrados de bordado antes de sentarse junto a Ryeowook y, tras intercambiar saludos, le preguntó:
—¿Sabes quién es Sukchun?
—¿ Lee Sukchun?
Sungmin no sabía cuál era el apellido del hombre, pero ¿cuántos hombres con ese nombre podía haber en palacio?, así que asintió.
—Sí.
—He oído que es uno de los miembros ilegítimos de la familia real aunque no utiliza el apellido real como la mayoría de ellos. El viejo rey tuvo tantos bastardos con su amante actriz, que nadie lleva la cuenta. No lo conozco, así que no puedo decirte quién es. —Luego, Ryeowook se acercó más a Sungmin  y susurró—: Una vez oí que lady Boah maldecía su nombre. Así que supongo que él no le cae muy bien.
Sungmin parpadeó.
—¿Porqué?
Ryeowook se encogió de hombros.
—He oído cosas aquí y allá y he llegado a la conclusión de que ambos compiten entre sí para ver cuál de los dos le proporciona a la reina los chismorreos más jugosos.
—Pero ¿no me habías dicho que los recados de Boah implicaban intrigas palaciegas? —le recordó Sungmin al joven—. ¿Qué tiene eso que ver con los chismorreos?
—¿Acaso no se trata todo de lo mismo? Los secretos, si salen a la luz, pueden convertirse en carne de cañón para murmuraciones y escándalos. Y ¿quién está más interesado en conocer esos escándalos en ciernes que la propia reina?
Sungmin  no podía creer que Boah sólo buscara rumores y murmuraciones. Concentró su atención en la pintura y dejó pasar un par de minutos antes de comentar en tono casual:
—Anoche observé que Suho estaba con un hombre, un joven muy apuesto que en mi opinión parecía un ángel. 
Ryeowook soltó una risita tonta.
—Es gracioso que lo menciones. Le llaman el Santo, o por lo menos es así como he oído que le llaman algunos jóvenes. Es un chiste, por supuesto, porque Cho Kyuhyun es cualquier cosa menos un santo.
Sungmin  sabía que debía abandonar el tema ahora que tenía una confirmación de su nombre. Al final, él no le había mentido. Pero aún tenía miles de preguntas sobre él y no podía reprimir el impulso de hacer unas cuantas más.
—No seas tímido —le regañó Ryeowook con ligereza—. Te vi bailando con él. Y también te vio Suho. Bueno, ¡tendrías que haber visto lo celoso que parecía! Pero es tan tonto que piensa que tiene alguna posibilidad con él a pesar de que ese hombre flirtea con todo lo que le rodea, según sus propias palabras.
¡Ah, una referencia a su fama de donjuán!
—¿Así que es de esos que se dedican a coquetear con todos por igual?
—Oh, sí, incluso conmigo.
—Es el hombre al que debías distraer con un beso, ¿no? —preguntó Sungmin .
Ryeowook sonrió ampliamente.
—¡Eres un joven muy perspicaz, Sungmin! Sí, Boah quería saber si realmente estaba interesado en Suho ya que se les ha visto juntos con frecuencia últimamente. Pero no sé por qué no se lo pregunta la propia Boah. He oído que son amigos.
Santo Dios, ¿era amigo de Boah? No era de extrañar que supiera en qué ala del palacio vivía.
—Y cuando le preguntaste si estaba cortejando a Suho, ¿te respondió que flirteaba con todo lo que le rodeaba? —inquirió Sungmin .
—Sí. Lo dijo como si fuera una broma, pero como es conocido por coquetear con todos, no puse en duda sus palabras. Mi propia experiencia lo demuestra. Según dicen, jamás se toma nada en serio, y mucho menos a una pareja. Así que mi buena acción del día será hacerte esta advertencia. Es normal que Cho Kyuhyun te resulte fascinante. Nos pasa a todos. Estarías mintiéndote a ti mismo si te dijeras que no te sientes atraído por él, por un hombre tan increíblemente guapo y atractivo como él. Pero no cometas el mismo error que cometió Suho y consideres que sus acciones son algo más que flirteos.
—Tomo nota. —Sungmin  esbozó una amplia sonrisa.
—Puede ser descaradamente atrevido —agregó Ryeowook en un susurro desaprobador. Su sonrojo sugería que había sido blanco de ese descaro—. Así que trata de no sentirte demasiado embelesado.
—¿Como tú?
Ryeowook suspiró tristemente.
—Trata a todas las parejas de la misma manera, desde las fregonas a las damas y jóvenes caballeros. Supongo que es así como deben de comportarse los calaveras, pero a mí nadie me enseñó cómo tratar a esa clase de caballeros.
Ni tampoco a Sungmin. No cabía ninguna duda de que Cho Kyuhyun trataba a todos con el descarado atrevimiento que había insinuado Ryeowook. Pero Sungmin  recordó la manera en que lo había tratado la noche anterior, cuando le había puesto las manos en el pecho. Se sonrojó ante el recuerdo.
—Lo siento —dijo Ryeowook, asumiendo que había avergonzado a Sungmin —. No tenía intención de hablar de la audacia de ese hombre. Espero que no se quede mucho tiempo en palacio. O nos volverá locos a todos.



Suho llegó a los aposentos de la duquesa con un traje verde pálido y el nuevo peinado que Sunny le había hecho. Sungmin  se preguntó si había sido la propia Sunny la que le había sugerido que se pusiera aquel traje. La doncella tenía buen ojo para el color y había descartado todos los grises y plateados del guardarropa de Sungmin  en cuanto comenzó a trabajar para su familia, afirmando que no le sentaban nada bien debido a su estatura. Suho debía de sentirse satisfecho con su apariencia porque lucía una sonrisa de oreja a oreja y se le veía absorta en sus pensamientos hasta que notó quién estaba en la estancia y frunció el ceño.
Lady Boah había entrado en la habitación por la otra puerta casi al mismo tiempo. Saludó a Suho con una cordial inclinación de cabeza y a continuación le comunicó a Ryeowook que lo siguiera fuera de la estancia, aunque no sin antes deslizar la mirada por Sungmin  y alzar la nariz con un gruñido. Bien, eso era de lo más alentador, pensó Sungmin. Una sonrisa de satisfacción hubiera significado que Boah había ordenado el despido de la joven. Aquel gruñido, sin embargo, sugería que Boah temía que salieran a la luz otros incidentes si lo hacía.
Sungmin esperaba que Boah se contuviera y no intentara encomendarle más misiones. Puede que todo aquello le hubiera parecido excitante mientras pensaba que servía a su país heroicamente, pero no lo entendía así ahora que conocía la verdad.
Por desgracia, la partida de Ryeowook lo dejó a solas con el ceñudo semblante de su compañero de habitación. Ahora comprendía por qué la intervención de Sunny no había hecho que Suho se comportara de una manera más cordial con Sungmin . Celos. Por culpa de un hombre con el que Sungmin  ni siquiera había hablado antes del día anterior. Los celos de Suho por haberlo visto bailar con Kyuhyun sólo revelaban la inseguridad que el joven sentía ante su supuesta relación con él. Pero ¿acaso Suho no conocía la fama de mujeriego de aquel hombre? ¿De verdad se tomaba en serio aquel flirteo?
Sungmin sabía que él no haría nada tan tonto después de lo que había visto y de haber escuchado los comentarios que él había hecho de que flirteaba con todo lo que le rodeaba.
—Si te aburre pintar —dijo Suho—, te sugiero ir a nadar al lago de los jardines. Y de paso podrías hacerme un favor y ahogarte en él.
Sungmin  no pudo evitar reírse ya que Suho había hecho el comentario con una sonrisa, no muy sincera, pero sonrisa al fin y al cabo.
—Probablemente me ahogaría ya que no hay lagos o estanques cerca de mi casa y nunca aprendí a nadar.
—¿Y crees que eso me importa? —le espetó Suho, aparentemente molesto de que su puya no hubiera obtenido una fiera respuesta de Sungmin —. Pero, si decides ahogarte, que no sea esta tarde, tengo una cita en el jardín.
Sin duda con él, pensó Sungmin, pero no pensaba preguntarle.
—He intentado ser amable contigo —dijo Sungmin —, pero empiezo a preguntarme por qué me molesto. No le prohibí a Sunny que te peinara. Ya sabes que fue idea suya, aunque me dijo que si no había alguna tregua entre nosotros, dejaría de hacerlo. Quizá tendrías que considerarlo porque ahora estás mucho más atractivo gracias a los esfuerzos de Sunny.
A Sungmin le divirtió ver cómo el sonrojo por el cumplido se mezclaba con la indignación en el rostro de Suho. Pero su compañero se abstuvo de hacer más comentarios punzantes y se dirigió a un rincón de la estancia para coger uno de los instrumentos musicales que allí había. Al parecer, tocar el violín no era tampoco una de las virtudes de Suho, pensó Sungmin  con un estremecimiento de horror.
Key llegó a la sala cuando ya se había servido el almuerzo. Sungmin disfrutó de una animada conversación con él sobre el baile de la noche anterior y de la cena formal con la duquesa que se celebraría esa noche en honor a una amiga de la infancia que había venido a visitar a la duquesa.
Suho no se unió a ellos en la mesa. Se limitó a sacar su reloj de bolsillo por lo menos media docena de veces durante todo ese tiempo. Al parecer, estaba demasiado nervioso para comer, pensando sin duda en la cita de esa tarde. Su excitación era casi palpable, lo que era comprensible, considerando con quién había quedado. Sungmin decidió que dar un paseo por los jardines reales, detrás de palacio, podía ser una manera agradable de pasar la tarde. Se aseguró a sí mismo que no lo hacía para espiar a los amantes. Su intención era disfrutar de la belleza de tan magníficos jardines antes de que el clima empeorara y le impidiera dar un paseo.


Sungmin  no se lo podía creer. Estaba espiando otra vez, y ahora por decisión propia. ¿Cómo había caído tan bajo? Quizá, sencillamente, no podía dejar pasar la oportunidad de volver a ver a Kyuhyun, aunque fuera de lejos. Tenía que saber si en realidad estaba más interesado en Suho de lo que Ryeowook había insinuado. Por supuesto, no lo hacía porque su compañero de habitación le preocupara, pero ciertamente se sentiría muy decepcionado si él estuviera interesado en Suho.
En cuanto Suho salió de las habitaciones de la duquesa, Sungmin lo siguió tras decirle a Key que debía salir un momento para pedirle a su doncella que le preparara el traje que se pondría esa noche. Pero no le resultó fácil seguir a Suho. El joven iba casi corriendo y cuando finalmente se detuvo en un pequeño cenador, obligando a Sungmin  a mantenerse fuera de la vista, estaban en lo más profundo del jardín.
Sungmin  se alejó con rapidez de Suho, escondiéndose donde nadie pudiera verlo. Lo último que quería era que Kyuhyun lo encontrara en medio del camino al acudir a la cita. Sungmin podía ver a Suho vigilando el camino por el que habían llegado mientras se paseaba de un lado a otro del cenador, mirando repetidamente el reloj de bolsillo. ¿Había llegado demasiado pronto Suho o se había retrasado Cho Kyuhyun? De una manera u otra, Sungmin tenía que encontrar un lugar donde sentarse y fingir que sólo disfrutaba de la serena belleza del jardín.
El banco que había bajo un arce plateado con vistas al lago era ideal para su propósito. El grueso tronco del árbol impediría que Suho lo viera. Sentándose en el borde del banco, no tenía que inclinarse demasiado para mirar a hurtadillas a su compañero. Pero Suho todavía estaba solo. Sin duda, la excitación del joven y su impaciencia por ver a Kyuhyun habían hecho que llegara demasiado temprano a la cita.       
Mientras Sungmin  esperaba que Kyuhyun apareciera, miró   a su alrededor. Aquel lugar era conocido por ser el jardín privado más grande de Londres. El día era algo más frío de lo habitual, pero no había tenido tiempo de coger un abrigo y era muy posible que pillara un resfriado si Kyuhyun no se apresuraba a aparecer.
Media hora después, Suho seguía sin darse por vencido, pero Sungmin  sí estaba a punto de hacerlo. Se puso en pie para marcharse pero al percibir un movimiento por el rabillo del ojo volvió a sentarse bruscamente. Era él. A través de los setos, los troncos de los árboles y las estatuas pudo observar esas largas zancadas y el pelo negro que rozaba los anchos hombros del joven.
Iba vestido con una chaqueta color café, una camisa blanca y pantalones negros. Cuando estaba a unos tres metros del cenador, Suho corrió y se arrojó a sus brazos. Sungmin se sonrojó y se dispuso a marcharse, pero Kyuhyun no le devolvió el abrazo, sino que apartó a Suho de sí.
No parecía un amante, pensó Sungmin  ocultándose tras el tronco del árbol otra vez. Ni siquiera parecía Kyuhyun pues a tenor de la fama de don Juan que le precedía debería haberse dedicado a aplacar la pasión de Suho con rapidez. Pero había acudido a la cita. Y no había dudas de que estaba allí para ver a Suho. Sin embargo, otra breve ojeada le demostró que sólo se dedicaban a hablar. Ni siquiera habían entrado en el cenador donde podrían sentarse en un banco. Y, además, ¿por qué dos amantes no aprovechaban la intimidad que el cenador les proporcionaba?
Bueno, ¡qué demonios! ¿Acaso el gran romance sólo estaba en la imaginación del joven Suho? Sungmin  se reprendió a sí mismo. Kyuhyun acababa de llegar. La cita no había concluido aún.
Echó otra mirada. Seguían hablando. No, en realidad Suho parecía disgustado ahora. ¡¿Por qué no se le había ocurrido a Sungmin ocultarse en un lugar más cercano para poder oír lo que hablaban?! Kyuhyun puso la mano sobre el hombro de su compañero, pero parecía que se estaba limitando a consolarlo. Pero ¿por qué?
—Tiene un talento natural para fisgonear, ¿verdad?
Sungmin se volvió con un grito ahogado. De pie, a su lado, había un hombre no muy corpulento, de edad madura con un traje corriente de paño fino. ¿Cómo había logrado acercarse a él sin que lo oyera? Evidentemente no era un jardinero. Quizá fuera uno de los dignatarios extranjeros que   habían sido invitados a palacio.
Sin embargo, aquel comentario sobre su «talento natural para fisgonear» dejaba claro que él sabía que no era la primera vez que hacía eso y, salvo el Ángel, sólo una persona podía estar enterada del «recado» de lady Boah.
—¿Lee Sukchun? —adivinó.
El arqueó una ceja.
—¿Nos conocemos ? No creo, me acordaría de un jovencito tan hermoso como usted. Así que es tan inteligente como él me ha dicho, ¿verdad?
Sungmin  notó que se sonrojaba violentamente al comprender que había acertado. ¡Qué humillante e injusto era que Kyuhyun le hubiera dicho que lo había descubierto en su habitación! Sungmin no le había revelado la identidad del Ángel a Boah, ¿por qué no había hecho él lo mismo?
Se preguntó si Sukchun lo sermonearía sobre aquella escandalosa acción.
—No se preocupe —le dijo él—. Ya que es evidente que sabe quién soy, no me equivoco al suponer que es usted Lee Sungmin, el nuevo joven de la corte.
Le hubiera gustado poder negarlo. ¡Un joven de la corte al que habían pillado fisgoneando, mintiendo y a punto de cometer un hurto! Incluso la reina podría llegar a enterarse.
Él esperó el renuente asentimiento de Sungmin  antes de continuar:
—Me han dicho que usted podría ayudarme.
Sorprendido de que él pudiera estar considerando tal cosa, le preguntó:
—¿A qué se refiere?
—Ha mantenido en secreto la identidad de Cho. Lady Boah no sabe nada de nuestra asociación y preferimos que siga siendo así.
—Entiendo —respondió con cautela—. ¿Y esa asociación consiste en...?
Él se rio entre dientes.
—Eso no es de su incumbencia, jovencito. Pero no puedo más que aplaudir su intento de recabar información. Sólo espero que sea por interés personal y no para Boah.
Sungmin  suspiró.
—Gracias por no mencionar lo ocurrido, pero debo pedirle disculpas. Lady Boah apenas me dijo nada sobre la tarea que me encomendó, sólo mencionó que era algo importante. Así que, considerando lo inapropiada que era, me convencí a mí mismo de que era algo de vital importancia para la Corona, que de alguna manera usted era sospechoso de traición.
—Déjeme adivinar—dijo él en tono divertido—. Pensó que estaba haciendo algo heroico, ¿no?
El asintió con la cabeza.
—Pero comencé a sentirme muy mal al entrar en su habitación y mirar a mi alrededor. Y ese mal presentimiento no desapareció, así que le mentí a lady Boah sobre quién había entrado en la estancia, y...
—En realidad, él le ha causado una gran impresión, ¿verdad? —lo interrumpió Sukchun con curiosidad.
—¿Impresión? —Sungmin  frunció el ceño y luego se rio entre dientes al darse cuenta del significado de sus palabras—. Oh, ¿se refiere a la impresión que provoca su angelical apariencia? No, actué de esa manera porque sé que es el sobrino de mi vecino, el duque de Shiyuan. Es ridículo pensar que cualquier pariente del duque pudiera estar cometiendo traición.
—Así es. Por favor, dígame, ¿está aquí por orden de Boah o sólo para satisfacer su propia curiosidad?
Sungmin  consiguió no volver a sonrojarse, pero tampoco quería reconocer su interés por Kyuhyun. Afortunadamente, no le fue difícil buscar una excusa.
—Sí, estoy vigilando a mi compañero de habitación, que ha sido como un dolor de muelas. Sólo quería saber por qué Suho estaba hoy tan excitado. No tiene por qué preocuparse de que vuelva a espiar para lady Boah. Ya le dije anoche que no volviera a utilizarme de nuevo de esa manera si no quería que pusiera todo el asunto en conocímiento de quien fuera su superior.
—Pues es una lástima.
Sungmin  parpadeó.
—¿Cómo dice?
—Verá, esperaba que un joven tan inteligente como usted pudiera tenerme al corriente de cualquier cosa inusual que Boah volviera a pedirle.
Lo dijo como si tal cosa, pero Sungmin  no dudó de que hablaba en serio.
—¿Quiere que espíe para usted?
—No, querido. No me refiero a escuchar a escondidas o a mirar por las cerraduras... ni a colarse a hurtadillas en lugares en los que no debería estar. No me refiero a nada por el estilo. Pero si Boah llegara a pedirle que hiciera algo fuera de lo normal, le agradecería que me avisara de antemano, enviándome una simple nota por medio de una doncella o un lacayo de confianza; a mí o a Kyuhyun. En ocasiones debo ausentarme de palacio y él sabe dónde encontrarme. —Sukchun hizo una pausa y meneó la cabeza—. Por lo general, las artimañas de Boah son inofensivas, pero su auténtico interés no es ayudar a la Corona, ¿sabe? La he investigado a fondo y estoy seguro de ello. Todo lo que hace en la corte es para mejorar su propia posición. Y es posible que un día vaya demasiado lejos.
Si no hubiera mencionado a Kyuhyun, lo más probable es que Sungmin  se hubiera negado en redondo y se hubiera marchado sin decir una palabra más. Pero le gustaba la idea de tener una excusa para ver a Kyuhyun de vez en cuando. Realmente era una pena que, como Sukchun había insinuado, hubiera quemado sus naves con Boah.
—No volverá a pedirme que realice otro de sus «recados». Por la manera en que me saludó esta mañana, me ha quedado claro que me considera un miembro no deseable e inútil en la corte de la duquesa.
—Inútil para ella —convino Sukchun, lanzándole una mirada pensativa—. Pero todavía útil para mí.
Sungmin se puso tenso, molesto de que él pensara que podía utilizarlo para sus propios fines. ¿Qué diferencia había entre eso y lo que Boah le había hecho?
—¿De qué manera? —le preguntó con cautela.
—No se ponga a la defensiva, querido. Sólo quería decir que sigue estando en posición de oír y ver cosas y sacar conclusiones al respecto.
Tenía razón, por supuesto. Ryeowook parecía no aprobar los pequeños recados de Boah y no se mordía la lengua al hablar de ellos. Pero Sungmin no estaba dispuesto a comprometerse de nuevo en algo de esa naturaleza, en especial cuando sabía tan poco de Lee Sukchun.
—Puede que estemos de acuerdo en que Boah actúe movida por sus propios intereses y no por los de la Corona —dijo, y añadió secamente—: pero ¿qué le motiva a usted?
Él pareció sorprendido, pero aquella reacción era fácil de fingir.
—¿De verdad quiere saberlo?
Sungmin asintió con la cabeza.
—Parece envuelto en un manto de misterio. Nadie parece saber nada de usted, salvo rumores. Así que me gustaría...
El hombre parecía estar divirtiéndose otra vez y lo interrumpió de nuevo.
—¿Así que ha estado preguntando por mí?
—Por supuesto. Esperaba que usted estuviera aquí por orden de la reina. Quería tener más argumentos a mi favor para cuando mi madre hablara con el primer ministro, pues es posible que Boah intente despedirme. Los Lee no renuncian a nada sin luchar. Y si Boah busca guerra, tendrá guerra.
Ahora no cabía duda de que la sorpresa de Sukchun era genuina.
—Me ha dejado sin palabras, no le quepa duda. Y que me condenen si eso no ha sonado como una promesa y que vale la pena pensar en ello. Pero, mientras tanto...
—No hay mientras tanto que valga. Y no espere que crea todo lo que me ha dicho. Fue mi ingenuidad lo que me llevó anoche por el mal camino. Antes de que haga nada de lo que me ha dicho, por muy insignificante que sea, necesitaría pruebas de si en realidad está al servicio de la reina.
—¿Quiere que le dé pruebas de que soy su tío ilegítimo ?  
Sungmin arqueó una ceja dubitativamente.
—¿Aprovechándose de un rumor? ¡Al diablo con usted, señor! Pero no, no es eso lo que quiero.
El se rió.
—Touché. ¿Creería a Kyuhyun si él respondiera por mí?
Sungmin supo que disfrutaría de cualquier contacto con Kyuhyun, pero sin saber muy bien por qué, negó con la cabeza.
—Aunque sé que él no puede estar involucrado en nada que perjudicara a nuestro país, no estoy tan seguro de que usted le haya dicho la verdad.
Sukchun sonrió, aunque Sungmin sospechaba que su obstinación comenzaba a molestarle.
—Muy bien dicho. Ahora que está decidido a no volver a pecar de ingenuo, me resulta todavía más útil. No puedo pedirle a la reina que haga un hueco en su apretada agenda para que hable con usted, en especial ahora que debe descansar más a menudo por su reciente embarazo, pero su marido sí tiene tiempo. ¿Creerá al príncipe si le asegura que soy un fiel servidor de nuestro país?
«Oh, Santo Dios, ¿el príncipe?»
—Desde luego —respondió de inmediato.
—Muy bien. Se lo mencionaré al príncipe antes de acudir a mi cita. Dele un par de días para encontrar la oportunidad de acercarse a usted sin levantar sospechas. En cuanto quede fuera de toda duda mi devoción a la Corona, manténgame informado de cualquier cosa extraña que observe en la corte.
A Sungmin le divirtió que él diera por hecho que le ayudaría en cuanto recibiera pruebas de que trabajaba para la Corona. Tampoco es que le importara. El no le había pedido que hiciera nada que estuviera en contra de sus principios como había hecho Boah.
—Pero no meta ninguna nota bajo mi puerta si yo no estoy dentro. Entréguela en mano. Parece que mi habitación está muy transitada últimamente —dijo Sukchun con sequedad—. De hecho, Kyuhyun podría ser nuestro intermediario, ya que se le ve con damas y jovencitos a todas horas del día... y de la noche, y puede que después de mi cita tenga que hacer un repentino viaje fuera del país.
Sungmin  se sintió inmediatamente excitado ante aquel comentario sobre Kyuhyun, pero intentó ocultarlo preguntando:
—¿Un viaje corto?
—A menudo es imposible saber cuánto tiempo estaré fuera de palacio.
Disponiéndose a marchar, él miró por detrás del árbol
—Se han ido —dijo él con un suspiro—. Esperaba poder reunirme con Kyuhyun a solas, y lo cierto es que no dispongo de tiempo para andar buscándole. —Sacó un sobre del bolsillo—. Quería darle esto. Quizá podría entregárselo usted mismo ya que lo más probable es que vea a Kyuhyun en alguna actividad social antes de que yo regrese.
Sungmin  se rió entre dientes cuando Sukchun se marchó. ¿De verdad pensaba que no se había dado cuenta de que eso no era más que una prueba? ¿De que no dudaría en preguntarle a Kyuhyun si el sello estaba intacto cuando efectuase la entrega? Como si a Sungmin  le importara lo que había escrito en aquella nota. Pero seguramente a Boah si le interesaría. Era una prueba. Pero si el señor Lee Sukchun era un espía —y estaba seguro de que lo era—, entonces él no confiaba tanto en Sungmin como le había dicho. Sin duda alguna quería una prueba de su honestidad igual que quería una prueba de la de él.
Y luego cayó en la cuenta de algo más y sonrió. Sukchun acababa de darle no sólo una prueba, sino también una razón para ver a Kyuhyun.


3 comentarios:

  1. De una forma u otra,se están cruzando los caminos de estos dos.
    Pobre Min,por andar espiando ya lo cacharon y ademas lo pusieron a prueba...pero bueno,al parecer eso es lo de menos,ya que tendrá que llegar a Kyu con una muy buena excusa😉

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  2. Me gusta este Mimi inteligente en sus respuestas y nada ingenuo

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...