Seductores II- Final



Hyuk dormía profundamente bocabajo cuando Wonwoo lo colocó en una postura más cómoda. Estaba tan cansado que no se movió siquiera. Sus días eran una pura aventura, porque la propiedad de los Kim constituía un maravilloso parque de recreo para un niño tan activo como él.
Wonwoo se vistió para la cena. Era una noche especial porque sería su última noche en Zelos durante algún tiempo. Mingyu había pasado la semana anterior viajando, yendo y viniendo a todas horas para intentar alargar lo más posible su estancia en la isla. Se mostraba tan reacio como él a abandonar aquel lugar, porque su luna de miel había sido mágica.
Admitió que nunca había soñado encontrar la felicidad tan rápidamente con Mingyu. Lo primero que había observado era que desaparecían sus reservas con su hijo, pero con el paso de las semanas desde la boda, además se había relajado con él. Sobre todo lo notaba en los detalles. Si tenía que trabajar en su despacho, en cuanto acababa iba en su busca. Lo despertaba a horas intempestivas para que desayunaran juntos porque claramente deseaba su compañía. Le gustaba que le despidiese cuando subía al helicóptero y le encantaba que lo esperase cuando llegaba tarde a casa.
Había empezado a darse cuenta de que Mingyu había pasado toda su vida buscando un afecto sincero y cualquier forma de rutina convencional en casa. Cosas que él daba por hecho, como sentarse a comer con Hyuk, eran algo que él apreciaba muchísimo, disfrutar de los placeres sencillos. A Mingyu le gustaban aquellos pequeños rituales familiares que había temido por considerarlos aburridos, restrictivos o pasados de moda. Quería que Hyuk tuviese todo aquello que él no había tenido, y adoraba a su hijo. Nadie que viese el modo en que Mingyu sonreía al ver a Hyuk correr para recibirlo lo habría dudado un segundo.
Al ver Grecia a través de sus ojos, Wonwoo se había enamorado de aquel país más que nunca, lo había llevado en yate fuera de los circuitos de turistas, explorado juntos antiguos yacimientos arqueológicos y enseñado sus sitios favoritos, algunos inquietantemente hermosos y casi todos desiertos.
Wonwoo se había esforzado en perder la costumbre de compararse con Jenny. Había aceptado que era estúpido atormentarse continuamente con aquellos pensamientos y se había concentrado en lo que tenía con Mingyu. Y pensó que lo que tenía era mucho más de lo que se habría atrevido a desear.
En el lecho, Mingyu lograba que todas sus fantasías se hiciesen realidad. Era muy inteligente, una compañía maravillosa y tremendamente ingenioso. Minwoo estaba descubriendo que él era franco cuando tomaba confianza y que podía ser además amable y considerado.
Wonwoo se dirigió a la terraza que dominaba la bahía, minutos más tarde, Mingyu se reunió con él. Su teléfono móvil estaba sonando, pero se detuvo a apagarlo y dejarlo a un lado. El servicio sabía que sólo debía interrumpirle en caso de emergencia. Wonwoo contempló su bello rostro. Su presencia siempre le impresionaba y, para ser sinceros, él estaba increíble en camiseta y téjanos.
—Llevamos juntos todo un mes, hermoso —Mingyu llenó dos copas de champán y le tendió un estuche—. Esto hay que celebrarlo.
Sorprendido, Wonwoo abrió la tapa. Contuvo la respiración ante la belleza de aquel brazalete con las iniciales KW. Ahora sabía lo que él disfrutaba haciéndole regalos y no le reprendía por ello.
—Es precioso, Mingyu. Pónmelo —le instó—.Ahora me siento fatal, porque no te he comprado nada.
Mingyu miró a su esposo con ojos oscuros y sensuales.
—No te preocupes. Ya se me ocurrirá algo que no te cueste más que perder unas horas de sueño.
Wonwoo enrojeció, y extendió sonriendo la muñeca hasta que la luz que se filtraba por los árboles hizo brillar el brazalete.
—Gracias —le dijo.
Él le tendió una copa de champán.
—Antes de que me olvide, una de tus prima ha llamado para invitarnos a una cena en Seúl. Me sorprendió que no te llamase a ti.
A Wonwoo no le sorprendía en absoluto. Eran igual de implacable que su madre a la hora de utilizar contactos influyentes y seguramente había llamado a propósito a Mingyu en lugar de a él.
—Creo que inventaré una excusa —dijo Wonwoo, incómodo—. Mis parientes están en pleno periodo de adaptación. Será mejor dejar que pase un tiempo para que se hagan a la idea de que ahora eres mi marido.
Mingyu levantó una ceja:
—¿De qué demonios hablas? ¿Por qué iban a necesitar tiempo?
Wonwoo hizo una mueca.
—Los Lee parecían más bien espectros el día de nuestra boda — admitió con arrepentimiento—. Me temo que mi tía se molestó mucho cuando supo que eras el padre de Hyuk…
Sus ojos se encendieron.
—¿Y a ella qué le importa?
—Sé que ha pasado mucho tiempo, pero tú y Jenny eran novios —le costó decirlo, y deseó haber sido menos directo en ese tema. Había tomado la costumbre de contárselo todo a Mingyu, más de lo que quisiera.
—No, no lo éramos.
—Seguramente no bajo tu punto de vista —Wonwoo se devanaba los sesos en busca de las palabras adecuadas para explicar cómo se sentían sus parientes—. Si hubieses tenido un hijo con otro y te hubieras casado con él, no les habría importado lo más mínimo. Pero tratándose de mí, no parece que puedan dejar de pensar que entré furtivamente en el coto de Jenny.
Mingyu arrugó la frente.
—Pero yo no salía con Jenny.
Wonwoo lo miró fijamente.
—Puede que no lo llamases «salir», pero estuvieron juntos un tiempo…
—¿Sexualmente hablando? —cortó Mingyu—. No, no es así.
Patidifuso por una afirmación que ponía boca abajo años de convencimiento, Wonwoo sacudió la cabeza como si necesitase aclararla.
—Pero eso no es posible. Quiero decir, la misma Jenny dijo… es decir… hablaba como  si…
—No me importa lo que dijese, hara mou. No ocurrió. Nunca —dijo Mingyu  secamente.
—Oh, Dios mío —Wonwoo lo miró sorprendido—. Hizo pensar a todos que habían sido amantes.
—No dudo que le gustase llamar la atención, pero no me atraía en ese aspecto.
Wonwoo asintió como una marioneta, porque casi no podía hacerse a la idea de que Mingyu se hubiese sentido más atraído por él que por su hermosa prima.
—Pero… ¿Por qué no te atraía?
—Era muy divertida, pero también neurótica y superficial —frunció el ceño como si se sumergiese en pensamientos más profundos—. Para serte sincero, sabía que ella me deseaba. Supuse que por eso me dijiste que yo no te interesaba el día que te besé.
Wonwoo estaba desconcertado y se sintió momentáneamente perdido.
—Me besaste… ¿cuándo?
Mingyu se encogió de hombros.
—Cuando me quedé en casa de Jenny siendo estudiante.
—¿Quieres decir que aquello fue sincero y no una especie de burla de chico malo? —tartamudeó Wonwoo, retrocediendo siete años.
—¿Es eso lo que pensaste? —Mingyu lo miró torciendo el gesto—. Me apartaste de ti, y eso era lo que había que hacer. Por entonces, sin duda me hubiese metido en la cama contigo. No sabía ni lo que pasaba dentro de mi propia cabeza. Jenny también se habría prestado. Me di cuenta de que, si no podía tenerme, no iba a tolerar que tú me tuvieras.
Wonwoo escuchaba cada una de sus palabras con atención. Al descubrir que Mingyu se había sentido atraído por él y que nunca había deseado a Jenny, toda lo que pensaba sobre la relación entre ambos cambió por completo. Se dio cuenta de que había habido algo entre ellos antes de compartir la cama.
—¿Recuerdas la noche en que te hablé de mi hermano? Fue entonces cuando me di cuenta de que te quería, porque luego no supe por qué había estado en tu habitación hablando de cosas tan personales…
—Borracho y en griego —añadió Wonwoo sin poder evitarlo.
—Pero jamás me había sincerado así con alguien —Mingyu fingió un temblor de inquietud—. Me desconcertó que pudieses tirar de mí de esa forma que no podía explicar. Era algo demasiado profundo y por entonces yo no estaba preparado para abrirme de ese modo.
—Lo sé —dijo Wonwoo con intención, pero la alegría se había instalado en su interior, porque nunca más tendría que sentirse plato de segunda mesa. Jenny había mentido en cuanto a su relación con Mingyu, cosa que no le sorprendía si lo pensaba seriamente.
—Jenny me dijo que yo te gustaba y se suponía que aquello era un chiste —le confió Mingyu, descansando sus ojos nerviosos en él—. Pero a mí me gustó la idea e hizo que me atrajeses aún más.
Sus mejillas se tornaron del color de un melocotón maduro. Sin saber qué decir, exhaló:
—Pero estabas muy afectado por la muerte de Jenny.
—Sí, por la forma en que había desperdiciado su vida. Me recordó a la muerte de mi madre y de mi hermano. Intenté ayudar a Jenny, pero fracasé —murmuró seriamente Mingyu—. Cuando dejó la rehabilitación, le volví la espalda porque me negaba a verla morir.
—Hiciste todo lo que estuvo en tu mano, y no fuiste el único. Nada funcionó —dijo Wonwoo con lágrimas en los ojos.
—Pero tú la cuidaste y apoyaste cuando los demás se apartaron de ella. Ese nivel de lealtad no es fácil de encontrar. Y yo lo supe apreciar, a pesar de que su familia no lo hizo. Cuando volví a verte en el funeral, no pude evitar buscarte.
—¿Qué estás diciendo? —susurró Wonwoo.
—Que si no llega a ser por tu prima, nunca te habría conocido. Pero una vez que te encontré, ninguna otra persona podía sustituirte en mi corazón porque te admiraba profundamente.
—¿Incluso sin estar preparado para todas esas cosas que tanto admirabas en mí? —inquirió Wonwoo.
—Incluso así. Eras listo, tenías agallas y no te dejabas impresionar por mí o por mi dinero. Nuestra primera noche juntos fue muy especial.
—¿Especial? Todo lo que hiciste después fue pedirme el desayuno.
Mingyu extendió las manos en un gesto de reproche:
—No sabía qué decir. Ni siquiera me di cuenta de que en aquel momento no era necesario decir nada. Supongo que me encontraba como pez fuera del agua. Lo único que sabía es que me sentía maravillosamente bien. Me sentía muy cómodo contigo. ¡Quedé destrozado al salir de la ducha y encontrar la casa vacía! —admitió Mingyu bajando la voz—. Ni una nota, ni una llamada… ¡nada!
Wonwoo lo miró horrorizado.
—¿De… destrozado?
—Y muy enfadado contigo porque me habías dejado. Lo consideré un rechazo y no podía permitirme el pensarlo porque me dolía… —le fue tan difícil pronunciar aquella última palabra que casi le salió en un susurro.
Las lágrimas empezaron a correr por las mejillas de Wonwoo.
—Oh, Mingyu…
Él le quitó la copa de champán y la dejó a un lado para poder consolarlo con una ternura que le hizo aferrarse a él durante unos minutos.
—Por supuesto, fui a la misa de aniversario para buscarte, aunque no quería admitirlo. Y cuando lo hice, me dije que sólo lo hacía porque el sexo contigo era especial.
Wonwoo aspiró fuerte para despejarse la nariz.
—Si no hubiese tenido aquel accidente… —suspiró.
—Pero ahora estamos juntos y no permitiré que vuelvas a marcharte.
Admitió lo nervioso que se puso el día de la boda a causa de lo de la fiesta en el yate. Wonwoo, que lo había visto tan calmado, quedó admirado al ver la influencia que ejercía sobre él. Cuando él le confesó que habían ido a Zelos en lugar de a Italia por que él temía que le dejase, no pudo evitar echarse a reír.
Mingyu introdujo los dedos en el pelo de Wonwoo y le inclinó la cabeza hacia atrás para contemplarlo con ternura.
—Ya sé que es para partirse de risa. Amarte me llena la cabeza de temores e ideas estrambóticas.
Wonwoo se puso serio de repente.
—¿Amarme? —repitió.
—Te quiero mucho, mucho —declaró Mingyu con voz ronca. Wonwoo levantó la vista para mirarle, completamente maravillado.
—Intenté resistirme con todas mis fuerzas, pero no hubo modo de escapar —dijo Mingyu atribulado—. Me afectó mucho que me dijeses que no sería un buen padre y que era un irresponsable, me lo tomé como un reto. Durante varias semanas, estuve como ido. ¿Por qué crees que monté lo del periódico para airear nuestra relación? Estaba celoso de tu novio.
—¿Hoshi? ¿Estabas celoso? ¡Pero si sólo salimos una vez! —Wonwoo estaba encantado de haber provocado sus celos, porque aquello le hacía sentirse como un auténtico joven fatal—. ¿De verdad me amas?
—¿Acaso no me casé contigo sin pedir pruebas de ADN de Hyuk, o sin acuerdo prenupcial? ¿No te has dado cuenta de lo que debo confiar en ti y valorarte para hacer algo así? —Mingyu lo miró con cariño—. ¿Y por qué crees que permití que me chantajeases para que me casara contigo?
—¿Para volver a acostarte conmigo?
—Bueno, ese aspecto también influyó —Mingyu fue lo suficientemente sincero como para reconocerlo, sonriendo maliciosamente—. Pero yo también deseaba casarme contigo, así que me dejé chantajear. Tarde o temprano te lo hubiese pedido, pero tú te adelantaste, lo que me permitió guardar las apariencias.
Wonwoo no podía dejar de sonreír cuando recordó que también tenía algo que decir:
—Mentí cuando te dije que ya no te amaba. Te he amado durante tanto tiempo que ya formas parte de mi corazón.
Mingyu se puso tenso.
—¿Mentiste? ¿Quieres decir…?
—No te lo tomes como algo personal. A veces un jovencito tiene que hacer lo que tiene que hacer. Y después de todo lo que dijiste sobre convertir nuestro matrimonio en un acuerdo negociado y exigir sexo, no te merecías en absoluto una auténtica confesión de amor —Wonwoo lo acarició distraídamente bajo la camiseta—. Pero te quiero mucho, mucho.
—¿Lo dices de verdad?
A Wonwoo le conmovió su  inseguridad:
—Sí. Te quiero.
—Estás castigado por ocultar esa información: hoy no vas a comer. Iremos directamente a la cama.
Mingyu sometió sus labios carnosos a un beso tan apasionado que lo dejó sin aliento y con las rodillas flojas. Luego lo separó de él y cerrando una mano sobre la suya lo llevó al interior de la habitación. Wonwoo no puso objeción alguna a sus planes.
Horas más tarde, yacía cómodamente entre sus brazos mientras él le daba de comer y beber para que recuperase las fuerzas. Entonces Mingyu le confesó que era una lástima haberse perdido todo su embarazo, sin mencionar los primeros meses de vida de su hijo.
—Podríamos tener otro —dijo  Wonwoo.
—Me encantaría, hermoso.
—Pero todavía no —Wonwoo recorrió con mano posesiva su torso y apoyó en él la mejilla—. Cuando esté embarazado, querré dormir todo el tiempo.
—Todavía no —afirmó Mingyu con voz  burlona.

Dos años más tarde, nació Kim Haemin. El segundo embarazo de Wonwoo estuvo exento de las preocupaciones que le asaltaron durante el primero. Gracias a la ayuda del servicio, se mantuvo plena de energía hasta el último momento.
Mingyu se interesó en todo momento por su evolución y aquello les acercó aún más, de modo que disfrutó plenamente durante la gestación de su joven hijo. Al acercarse la fecha del parto, Mingyu suspendió sus viajes para estar con Wonwoo cuando naciese Haemin. Él estaba tan encantado con su joven hijo como él, y además Haemin se parecía a los dos: heredó los ojos oscuros de su padre y las delicadas facciones de su appa. Hyuk, que ahora tenía tres años y medio, estaba fascinado con su hermano, pero un tanto decepcionado al comprobar que no podía ni siquiera sentarse para jugar con él.
—Es demasiado pequeño —se lamentaba Hyuk con todo el dramatismo de un Kim.
—Haemin crecerá —le consoló su appa.
—Grita mucho.
—Igual que tú cuando eras un bebé.
Tras dejar al niño en su cuarto, Wonwoo tiró del edredón para que Hyuk se metiese en la cama y éste se acostó con un camión bajo el brazo.
Mingyu apareció en el umbral cuando Wonwoo le estaba leyendo un cuento y le sonrió abierta y sinceramente, porque lo había convertido en una persona tremendamente feliz y era de esas personas que saben apreciar lo que tienen. Cuando se acabó el cuento, Mingyu atravesó la habitación y abrió la puerta del armario. Meanie se incorporó para saludarlo con entusiasmo.
—¡Papá! —protestó Hyuk.
—Meanie duerme abajo.
—Te estás volviendo intransigente —dijo Wonwoo a su marido al salir de la habitación.
Mingyu se rió suavemente.
—Pero Hyuk ha sido muy listo al esconder el perro así.
—No, ha sido muy cuco y mañana le explicaré la diferencia entre ambas cosas —dijo Wonwoo incondicionalmente.
—¿Quién ha dicho que ser cuco es algo malo? —Mingyu lo miró con cariño—. ¿No me aproveché de ti acaso la noche que concebimos a Hyuk? Estabas muy afectado, lloroso y solo, y yo me aproveché de la situación.
A Wonwoo le impresionó aquella interpretación del   pasado.
—Nunca lo vi de ese modo.
—Y no me arrepentiré mientras viva —le dijo Mingyu abiertamente—. Ahora los tengo a ti, a Hyuk y a Haemin y son lo más preciado que tengo en el mundo. No puedo imaginar mi vida sin ustedes.
Y así era para Wonwoo. Sentía cómo su corazón se desbordaba. Mingyu le dijo cuánto lo amaba y él respondió con la misma intensidad, porque ambos sabían que los vínculos que les unían eran muy valiosos. En cuanto Mingyu y Wonwoo se hubieron alejado lo suficiente, Meanie volvió a subir las escaleras para meterse en la habitación de Hyuk.



 *Gracias por leer ésta historia con una nueva pareja en el blog.... Les presento a uno de mis nietos queridos Kim Mingyu...*


1 comentario:

  1. Que final tan perffto!!!
    Me encanto la historia!!!
    Ahhh
    A mi esta pareja me ecanta, por ellos, jybto a DK
    Son mis seventinos favoritos!!!;
    <3

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 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...