Hyungsik apretó en
su puño el guardapelo que Minwoo le había dado justo antes de irse mientras
miraba cómo caía la lluvia afuera. Solo, en la habitación en la casa de Kevin,
sentado en su cama con la espalda contra la pared y una rodilla doblada, podía
escuchar a Kevin y Kwanghee, escaleras abajo, riendo.
El sonido lo hacía querer estrellar el puño a través de
la pared.
Aunque su cuerpo quería cambiar debido a las lesiones que
Papa Oso le había ocasionado, él se rehusaba. Como lobo, no podía sostener este
pedazo de él. Y en ese mismo momento, necesitaba tocarlo.
Presionó el guardapelo contra sus labios para así poder
inhalar su aroma y recordar su última visión antes de que se fuera. Habían
estado en el barco de Jean-Luc. Las lágrimas habían corrido por su hermoso
rostro mientras besaba sus labios, luego lo dejó solo. Sus manos se habían
prendido de él, mientras se alejaba y desvanecía.
El dolor era más de lo que podía soportar.
Con razón no había sido capaz de abandonar el Empire.
Su teléfono sonó. Empezó a ignorarlo hasta que se dio
cuenta que era Minwoo. Alcanzándolo, perdió el equilibrio en la cama y se fue a
estrellar contra el suelo. Temeroso de haberle perdido, lo abrió e ignoró el
dolor en su hombro y brazo lesionado.
—Estoy aquí.
—¿Estás bien?
Él apretó los dientes para evitar gruñir mientras hacía
su camino de regreso a la cama.
—Absolutamente.
—No suenas muy bien. Suenas como si estuvieras muy
dolorido.
De todas las veces en que Minwoo tenía que ser astuto…
Él observó la nueva sangre que empapaba su camisa e hizo
una mueca.
—Nah, estoy bien —afortunadamente, la llamada no era de
vídeo. Articuló las palabras “hijo de puta”, ante el dolor palpitante—. ¿Tú
estás bien?
—Lo creas o no, sí. Mama no atacó. De hecho, me dijo que
te llamara y te advirtiera que Daisaku va tras Taeheon. Como sospechamos,
mintió para quedarse con el dinero de Taeheon.
—Se lo haré saber a Kevin.
—Está bien… Te echo de menos, bebé.
—Yo también.
Hyungsik sostuvo el teléfono con fuerza en su mano,
queriendo mantenerlo en la línea, pero no sabiendo qué decir. Nunca había
estado acostumbrado a charlar. Respuestas irónicas eran otra cosa, pero una
conversación real, estaba más allá de él.
—Trataré de escaparme para verte un ratito.
Él sonrió ante el pensamiento.
—Estaré aquí, esperándote.
—Está bien. Te amo.
—Yo también.
Él soltó una risa corta.
— “Te amo, Minwoo”. Sabes que no te matará decirlo, ¿no
es verdad?
—Lo sé.
—Muy bien, entonces. Con esa nota, mejor me voy. Te veo
luego.
Hyungsik hizo una mueca al sonido al colgar el teléfono.
Cerró su carcasa y quiso llorar por el dolor dentro de él. Pero no era esa
clase de lobo. Más fuerte que el acero, se rehusaba a que alguien supiera
cuánto significaba Minwoo para él.
Con su corazón pesado, fue abajo para pasar el mensaje a Kevin,
quien no estuvo emocionado por ello. Fue inmediatamente a avisarle a Taeheon,
mientras Hyungsik se quedó a cuidar a Kwanghee.
—¿Eso es sangre?
Echó una ojeada a su hombro.
—Un poco. Iré a limpiarla.
—Siéntate.
La afilada orden en su tono lo hizo levantar una sola
ceja.
Kwanghee sonrió.
—Lo siento. Soy mandon. Mi padre es un veterinario que
trabaja con Carson y crecí en la clínica de mi papá. Siéntate y déjame ver qué
puedo hacer.
Hizo como se le ordenó, mientras él iba al baño y sacaba
una pequeña caja de medicinas. Comenzó a levantarse la camisa, pero el dolor
era tal que simplemente lo disolvió.
Kwanghee se tragó un jadeo tan pronto vio la desagradable
herida.
—¿Te mordieron?
—Sí. Un muy molesto oso.
—¿Papá Oso?
Él asintió.
Kwanghee extrajo otra pieza de gasa y la embebió de agua
oxigenada.
—Probablemente eres afortunado que no haya ido más abajo.
Hyungsik no dijo nada mientras su mirada caía en la marca
en su mano. Miró la suya, que estaba vacía.
—¿Es difícil para ti vivir con animales?
Kwanghee se echó para atrás.
—Yo no os considero, a ninguno de vosotros, animales, Hyungsik.
—No somos ciertamente humanos.
Él tomó su barbilla para forzarlo a levantar la mirada.
—Fui criado para respetar todas las formas de vida.
Peladas, peludas, pegajosas y emplumadas.
—Sí, pero debe ser difícil vivir aquí sin alguien de tu
clase alrededor.
—Difícilmente. Todos vosotros sois mi familia. Los de mi
clase llena esta casa.
Hyungsik se retiró mientras consideraba sus palabras. Más
que todo, se preguntaba si Minwoo alguna vez, en realidad, se había sentido así
con respecto a él. Amar era una cosa, pero él ya había escogido a su familia.
Aparentemente, su amor no era lo suficientemente bueno.
Y eso lo hacía enfermar. Además, incluso si Minwoo lo
hiciera, aún estaba al servicio de Jiyong y no tenía alma. No tenía una
libertad real.
¿Qué podía él, en verdad, ofrecerle?
Minwoo golpeó levemente la puerta de la oficina de su
madre. Ante su bienvenida, empujó la puerta abierta para verla sentada frente
al ordenador.
Mew se inclinó ligeramente en su silla. Una impecable
pose que era sofisticada e imperativa.
—¿Hay algo que necesites?
Hyungsik.
Pero se mordió la lengua por miedo a que se le escapara.
Su madre había sido comprensiva antes. ¿Eso continuaría?
—Quería hablarte acerca de Hyungsik.
Un escudo cayó sobre el rostro de su madre.
—No hay nada que discutir.
—Me dejaste que le advirtiera.
—Como un favor para corregir lo errado. Tú sabes, hijo,
exactamente por qué él y tú no pueden hablar nunca más.
Minwoo apretó el agarre que tenía de la perilla de la
puerta tras de él.
—¿Y si no puedo vivir sin él?
—Harás lo que hemos hecho todos. Tu deber. Los
sentimientos no tienen nada que ver con nuestro emparejamiento y esto lo sabes.
Mira a tu hermano Seungcheol. ¿Se lamenta él por su amor? Non, tiene su compañero
y se ha enseñado a sí mismo a ser feliz.
—Yo quiero ser feliz, Mama.
Mew le clavó una mirada fría.
—Tu deber te hará feliz. Créeme, ma chèrie. Dentro de un
tiempo, harás lo que debes y Hyungsik será olvidado.
Minwoo no creyó eso ni por un minuto, pero sabía que era
mejor no discutir. Su madre no iba a ceder en esto.
—Muy bien, Mama.
Abrió la puerta y salió.
¿Qué es lo que voy a hacer?
Quería zafarse de las riendas de su familia y estar con
él. ¿Pero valdría la pena hacerlo?
Se transportó escaleras arriba, materializándose en el
cuarto de los niños donde los cachorros más pequeños de Seungcheol dormían la
siesta en forma de osos. Era una habitación sencilla que tenía un árbol falso
para que ellos treparan y las paredes estaban pintadas con motivos forestales.
Los dos estaban enrollados, juntos, como gigantes bolas de pelo en la gruesa
alfombra verde, en vez de su cama, en la esquina. Un cachorro era café, el otro
negro. Hermosos y dulces, adoraba a sus sobrinos.
Minwoo se extendió junto a ellos, recordaba yacer con sus
hermanos de la misma manera cuando había sido cachorro.
El dolor le golpeó el pecho, extrañaba a sus hermanos más
que nada. El tiempo no había hecho nada por aliviar el dolor o la tristeza.
Lo que le hacía preguntarse si alguna vez sería capaz de
sobreponerse a Hyungsik. O, ¿lo perseguiría él de la misma forma?
Aún así, mientras observaba a los cachorros de Seungcheol,
pensaba que valía la pena. Si él no hubiera hecho su deber, no hubiera tenido
tan bellos hijos.
Si él fuera con Hyungsik, sería estéril. Un lobo y un
joven oso nunca serían capaces de tener hijos.
Podría adoptar.
Eso era ciertamente verdad. Amaba a Taeheon como si fuera
su familia y a Hyungsik incluso más. Pero un hijo adoptado nunca heredaría su
asiento.
Mama nunca lo perdonaría por eso.
—¿Por qué tengo que elegir? —jadeó, ahogándose con
lágrimas sin derramar.
¿Por qué no podía encontrar un simple oso para
emparejarse?
Estoy tan roto.
Suspirando, dejó a sus sobrinos y se encaminó a su
habitación. Pero con cada paso que daba, se sentía más y más enfermo.
Park Woorang se detuvo junto a Cosette mientras ella
invocaba a sus espíritus. Honestamente, él odiaba esa mierda y la pestilencia
del incienso ofendía cada sentido olfativo que poseía. Más que todo, quería
arrasar con su mano a través del altar vudú que tenía frente a ella y mandar
todo volando al otro lado de la habitación.
Pero la ofendería a ella. Así que esperó mientras danzaba
y cantaba y seguía con ello.
Parecía que había pasado una eternidad antes de que
finalmente se calmara y abriera sus ojos.
—¿Bien? —preguntó él.
—Hay una falta de armonía en su hogar. El joven hijo se
ha prometido a un lobo.
Él torció sus labios con repugnancia. En ese momento, su
resolución contra los Ha se asentó. ¡Cómo se atrevían a ser antinaturales!
—Eso es asqueroso.
—No para ellos.
—Créeme, lo es. Pero… —dejó que su voz se apagara
mientras las ideas revoloteaban en su cabeza.
—¿Pero qué?
Él se rió ante la simplicidad del plan que podría
arruinarlos.
—el joven oso buscará una manera de estar con él.
—¿Y?
Él sonrió irónicamente.
—Creo que es tiempo de preparar una de tus pociones.
Cosette rió cuando finalmente entendió.
Complacido consigo mismo, Woorang dobló sus brazos sobre
su pecho. Pronto, esos parásitos podrían desaparecer. Si jugaba correctamente
sus cartas, podría eliminar el obstáculo más grande de todos.
Los lobos que habían tomado su sitio de las manos de su
familia en el Omegrión.
Oh, sí… Esto iba a ser muy bueno.
Hyungsik no podía respirar mientras yacía en la cama en
forma de lobo. Su hombro marcado lo estaba matando. La marca ardía de una
manera que lo hacía querer arrancarse su propio brazo.
¿Qué está mal conmigo?
El dolor era agonizante mientras golpeaba la cama con una
pata, tratando de enterrarse dentro del cubrecama blanco y azul. Nada aliviaba
el dolor. Ninguna posición o estiramiento.
Jadeando, sintió como si sus entrañas hubieran sido
arrancadas. Estoy dando a luz al alien de Alien… Cada sonido era demasiado alto
para sus oídos. Cada latido de corazón arrasaba a través de su cráneo.
Quería matar algo.
El aroma de sangre colgaba de sus fosas nasales,
tentándolo. Llamándolo…
Si matas a los osos
podrás tomar sus poderes y tener a Minwoo.
Frunció el ceño ante la extraña voz en su cabeza. ¿Se
estaba volviendo loco?
¿Qué han hecho
ellos realmente por ti? Nada. Echaron a tu hermano fuera y lo dejaron sin ayuda
para él y su compañero. No se preocupan por ninguno de vosotros. Págales con la
misma moneda por lo que les hicieron a Kevin y a Taeheon.
Muerte a los osos…
Hyungsik sacudió su cabeza, tratando de aclararla de esa
hostil furia. ¿Qué estaba mal con él? Se sentía ebrio mientras los sonidos
hacían eco a su alrededor y su visión disminuía.
—¿Hyungsik?
Escuchó la voz de Minwoo, mientras aparecía en su
habitación. Lucía como una dulce golosina, de pie, enfrente de su tocador, con
la luz brillando desde la ventana para iluminar su pálido cabello. Las sombras
jugaban en su piel, cortando ángulos a través de su hermoso rostro. Le recordaba
la manera que lucia la primera vez que la vio en el Empire.
Pero esa noche, él no quería su gentileza.
El demonio interior quería su sangre.
—Vete de aquí —le gruñó. No quería estar a su alrededor
mientras se sintiera así. No tenía control sobre sí mismo o el demonio. Iba
creciendo más y más y estaba manando a través de cada parte de él.
Violento y letal, tenía miedo de sí mismo.
No sabía cuánto tiempo podría aguantarlo. Que los dioses
le ayudaran si eso se liberara mientras estaba con él. La amenaza y el deseo de
causarle dolor eran siempre fuertes y demanSiwans.
No me hagas lastimarlo…
Pero no estaba seguro si podría tolerarlo. El hambre
dentro de él era demasiado grande.
Minwoo vaciló ante el feroz sonido de Hyungsik en su
cabeza. Algo estaba obviamente mal con él. Sin estar seguro en cuanto a qué
era, se movió más cerca y extendió una mano para acariciar su pelaje.
—¿Qué va mal, bebé?
Se volvió hacia él y le sacó la mano de un golpe como si
se hubiera vuelto loco. En un minuto era lobo y al siguiente humano.
Se bajó de la cama, acosándolo. Completamente desnudo, su
cuerpo estaba cubierto con una fina capa de sudor. Sus mejillas oscurecidas con
barba, mientras su húmedo cabello caía sobre sus ojos. Cada músculo de su
bronceado cuerpo estaba apretado y tenso como si estuviera tirando hacia atrás
de un amarre.
Una nueva ola de temor le consumió mientras retrocedía.
Había un movimiento depredador en su caminar. Uno que decía que estaba
tasándole como presa.
—Háblame, Hyungsik.
—¿Y decir qué? —Él continuó su avance hasta que lo
presionó contra la pared y levantó su cabeza. Había una luz en sus oscuros ojos
que era verdaderamente atemorizante. Era una luz que le advertía ser cauteloso
y que le decía que éste no era el lobo que había aprendido a amar.
Éste era aquel que había visto ese primer día en el Empire.
El lobo feroz que aterrorizaba a todo el mundo.
Él enterró su cara en su cuello e inhaló profundamente
mientras le acariciaba una mejilla con una mano.
—Ya puedo saborear tu sangre.
Hundió sus dientes en su piel.
Protestando, Minwoo lo golpeó de vuelta con un fiero
puñetazo en el plexo solar.
—¿Qué estás haciendo?
Él asió su brazo y lo acercó contra sí en un agarre hecho
de acero.
—Esto es lo que quieres, ¿no es así? ¿Que tu lobo te
ataque?
Minwoo se retorció en su ofensivo agarre.
—¿Quién eres tú?
—Soy Hyungsik, nene. ¿No puedes verlo?
No. Este no era Hyungsik. Algo estaba definitivamente
mal. Él ni siquiera olía bien.
Entonces lo vio. El más diminuto flash de rojo en sus
ojos. Y en un instante, supo que era.
Estaba poseído.
—No… —jadeó mientras el terror la consumía.
¿Lo había seguido algo desde el Reino de las Tinieblas?
Él trató de morderlo de nuevo.
Minwoo reaccionó por instinto. Le dio un rodillazo en la
entrepierna tan fuerte como pudo, y lo empujó hacia atrás. Él se tambaleó y
cayó, agarrándose a sí mismo.
Por favor, deja que sea solo el demonio quien sienta eso
y no Hyungsik. A Hyungsik no podría herirlo por nada. Pero el demonio era otra
historia.
Se detuvo a su lado y lo miró desde arriba, sufriendo por
su dolor, pero no tanto como para estar dispuesto a ser su víctima.
—Si puedes escucharme, Hyungsik, necesito que lo apartes
y regreses a mí.
Sus ojos llamearon en rojo sangre en la oscuridad
mientras se ponía de pie. Sin ninguna respuesta en absoluto, lo agarró con
rudeza.
Minwoo gimió de dolor.
Ese simple sonido pareció alcanzar cualquier parte del Hyungsik
real que estaba aún ahí. Vio el arrepentimiento en su mirada mientras lo
soltaba.
La pura angustia retorció sus rasgos mientras se encogía
hacia atrás.
—Corre, Minwoo. ¡Vete!
Él vaciló, no queriendo dejarlo ahí. Pero pudo ver que se
estaba conteniendo a sí mismo por un delgado margen y haciendo todo lo que
podía para no lastimarlo. Quedarse ahí sólo le haría peor.
—Conseguiré ayuda.
Sus piernas colapsaron un instante antes de caer al suelo
donde se retorció como si estuviera en profunda agonía. Nuevamente se
transformó a su forma de lobo.
Minwoo retrocedió, desesperado por calmarlo.
Pero primero tenía que asegurarse que no le lastimara.
Dolido, supo que no tenía más opción que la de irse. Era lo mejor para ambos.
Sin la más mínima idea sobre qué hacer, se transportó al
Club Imfact, la discoteca y bar que Ronin y compañía habían abierto con la
ayuda de su hermano Jeup. Seguramente un demonio sabría y sería capaz de
decirle cómo ayudar a Hyungsik con su presente dilema. No pudo pensar en nadie
más que pudiera tener una pista.
Si Ronin no podía ayudarlo, no sabía qué haría.
El club estaba lleno esta noche con estudiantes
universitarios, jóvenes locales y turistas, bailando mientras los demonios se
movían entre ellos como parte del grupo.
Si los humanos sólo supieran…
Pero no eran ellos quienes le preocupaban. Sólo Hyungsik
le inquietaba.
Música hip-hop a todo volumen retumbaba a través del club
mientras las luces centelleaban y danzaban a través de la gente, los demonios,
el suelo y la barra. La multitud se arremolinada a su alrededor en parejas o
grupos mientras los demonios trataban de mezclarse. Unos pocos mostraban sus
cuernos, pero los humanos parecían aceptarlos como falsos. Algunos de ellos
incluso mostraban su piel real moteada de colores, pero también, los humanos
los felicitaban por su maquillaje.
Extraño.
Minwoo detuvo a un Caronte macho con cuernos rojos y piel
naranja y roja cuando pasó junto a él con una bandeja vacía bajo el brazo.
—Ey, ¿Dónde está Ronin?
Él le lanzó una mirada sospechosa.
—Soy el hermano de Ha Jeup y necesito hablar con él.
Eso pareció convencerlo. Presionó un micrófono en su
oído.
—Xed, hay un joven oso aquí abajo para ti. —él asintió,
luego lo miró de regreso—. Está en camino.
—Gracias.
El demonio le indicó el camino hacia el área del bar con
espejos.
Vio una puerta abierta y una habitación escaleras arriba
que debía ser una oficina. Ésta tenía una ventana de espejo donde Ronin sin
duda, miraría y espiaría a sus trabajadores y clientes. Para ser demonio, era
condenadamente atractivo. Ese cuerpo delgado estaba definido y el cabello negro
enmarcaba sus casi perfectos rasgos.
Pero la desolada expresión en su cara era casi divertida
mientras se detenía a su lado.
—Esto no puede ser bueno para mí.
—También me alegro de verte.
—Sí. ¿Qué necesitas ahora?
—Información sobre un demonio.
Sus rasgos se endurecieron.
—No nos hagas enfadar. Eso no nos gusta.
Minwoo le lanzó una mirada asesina.
—Si alguien estuviera poseído por un demonio, ¿cómo
consigues expulsarlo?
—Llama a un sacerdote. —él empezó a apartarse.
Minwoo le agarró por el brazo y lo hizo detenerse. Todo
en su postura rezumaba impaciencia.
—Estoy hablando en serio, Ronin. Y no es un humano. Es Hyungsik.
¿Tienes alguna idea de cuánto daño puede hacer un demonio en el cuerpo de un
Were-Hunter?
—Oh, mucho. —su tono era tan seco como el Sahara—.
Definitivamente, apestaría ser su víctima.
Minwoo no apreció su humor.
—¿Qué puedo hacer?
—Yo dejaría la ciudad.
—¡Ronin!
Él levantó las manos en una postura exagerada de
desesperanzadora inocencia.
—¿Qué es lo que quieres que diga? ¿Frota su pancita
peluda? Ni siquiera sé qué clase de demonio tiene. En caso de que no lo hayas
notado, hay cientos de especies de nosotros. Y estás hablando con un demonio
que viene de una de las clases no posesivas. Nosotros matamos lo que sea que se
cruce en el camino. O que nos destrocen los nervios. —él le lanzó una mirada
muy puntual para enfatizar eso. —La posesión es… —Su voz se desvaneció cuando
miró por encima de él.
Minwoo giró para ver a una hermosa mujer rubia que le
miraba airadamente con los brazos en jarras.
—¿Estabas a punto de decir algo? —le incitó la mujer.
—Ah… la posesión es para grandes demonios que tienen…
muchos poderes.
En realidad, era entretenido verlo retorcerse.
Obviamente, la mujer rubia significaba mucho para él y no quería hacerla
enfadar.
La rubia ofreció su mano a Minwoo.
—Soy Jiyi, ¿y tú serías?
—El hermano de Jeup —contestó Ronin tan rápido que Minwoo
se dio cuenta que él y Jiyi tenían una relación tan cercana que no quería que Jiyi
malinterpretara el por qué estuviera hablando con él—. Minwoo. Y ya se iba.
Minwoo soltó la mano de Jiyi para corregirlo.
—No, aún no me voy.
—Sí, sí te vas. Adiós. Ahí está la puerta. El pomo gira a
la izquierda. Las bisagras se abren para adentro. Deberías usarla. Mantenerlas
en funcionamiento. Sigue respirando. Aquí todos estamos genial.
Minwoo suspiró ante su sarcástica retahíla. Ignorándolo,
habló con Jiyi.
—Tengo que saber cómo romper una posesión. ¿Podrías
sugerir algo?
Jiyi frunció el ceño.
—¿Qué clase de demonio?
—No lo sé. ¿Hay alguna diferencia?
—Oh, definitivamente. Están aquellos que puedes matar,
aquellos que puedes expulsar y aquellos que se convierten en una parte
permanente de ti. Estos últimos, citando la frase favorita de Ronin, realmente
apestan.
Minwoo deslizó una mirada fija sobre Ronin, antes de
retornar su atención a Jiyi.
—¿Cómo sé lo que tengo?
—Llévame con eso.
Ronin hizo un sonido inhumano de protesta.
—Oh, diablos, no.
Jiyi le lanzó una mirada reprobatoria.
—Ronin…
Él, inmediatamente, dio un paso atrás.
—Sé que soy un Caronte y que diferimos de nuestras parejas,
pero tienes que respetar el hecho de que soy Caronte y que nosotros defendemos
a nuestras parejas hasta el final. Tú eres mi pareja. Solo soy protector.
Jiyi le sonrió.
—Entonces ven con nosotros y deja de lamentarte.
—No me estoy lamentado. —Miró a Minwoo como si estuviera
considerando su completo desmembramiento—. ¿Por qué cada vez que te veo, me
haces ir a un lugar al que no quiero ir? Creo que debería estar agradecido de
que no sea nuevamente el infierno.
—Deja de ser un bebé, demonio. Vamos a ver a Hyungsik.
Ronin hizo una mueca de disgusto.
—¿Qué es lo que hay entre ese lobo y tú? ¿No podemos
mejor pegarle un tiro y sacarlo de su miseria?
—Yo te dispararía primero.
—Al ritmo que vamos, desearía que lo hicieras.
Jiyi lo golpeó juguetonamente en la barriga.
—Sé bueno, Ron, o te dispararé yo misma.
—Sí, akra.
Sacudiendo su cabeza ante el sarcasmo, Minwoo los llevó
de vuelta a la habitación donde había dejado a Hyungsik.
Estaba vacía.
Ronin cruzó sus brazos sobre su pecho.
—¿Dónde está?
Frustrado y preocupado, Minwoo exploró la habitación con
la mirada. La cama estaba todavía desordenada, pero el tocador y el baúl de
cajones estaban perfectos. Todo estaba donde tenía que estar, excepto por la
presencia de Hyungsik.
—No lo sé. Estaba hecho bola en el suelo por el dolor
cuando lo dejé.
Jiyi fue hasta el punto como si supiera de alguna manera
dónde había estado. Tocando el suelo, jadeó.
—Oh, esto es malo.
A Minwoo se le cayó el alma a los pies ante el desalentador
tono.
O.o
ResponderEliminarMe perdí... (?)
Quién es el que nada haciendo vudo???
Ahhhhhh
Sik~
No se vale!!!
Ahhhhhh
-ya había dicho que no me gusta la osa Mew-
la madre osa me cae mal espero y se muera para que el osito y el lobito esten juntos aparte se me ase muy hipocrita esa osa
ResponderEliminarJoder....esto nunca se va acabar
ResponderEliminarQue si los andan persiguiendo...que si los mataron..que si esta en coma...que si se fue a otro mundo,que es trabajador del inframunfo,que si desperto,que si mato un demonio y se apodero de él,que dejo el empire y se llevo a Minwoo,que no puede/debe estar con minwoo,que minwoo debe emparejarse con otro,que el demonio se apodero de él...y ahora la ayuda que consigue minwoo le dice que esto es muuuy malo....que más falta?
Dios...que le hagan una limpia a Sik caray