Luna Negra (DH10)-22




Minwoo se estremeció mientras un sudor frió brotó de su cuerpo. ¿Cómo había adivinado el único secreto que había protegido durante tantos siglos? Un secreto que ni siquiera su familia sabía…

Sin duda, lo odiaba por ello.

—¿Qué secreto?

—Que Jeup es un Aristos y lo estás ayudando a ejercitar los poderes.

Lleno de náuseas, Minwoo se empezó a alejar, temeroso de escuchar algo más.

—No se lo diré a nadie, Minwoo. Lo juro. Y no es porque tenga miedo. Es lo que menos me importa. Eres tú a quien no podría lastimar, de ninguna manera.

Y a causa de que estaba confiándole su secreto, quería decirle uno de vuelta. Había puesto la vida en sus manos. Lo menos que podía hacer era devolver el favor.

—¿Son los únicos a los que has apuntado?

—Creo que Juntae puede ser uno y posiblemente Quinn.

Minwoo tragó con fuerza mientras un miedo galopante lo recorría. Quizás no debería decírselo. ¿Y si lo rechazaba solamente por eso? Los Arcadianns habían matado a su hermana. Era cierto que no habían disparado el Taser que había acabado con su vida, pero igualmente moriría puesto que ellos habían matado a su compañero.

Ya lo había apartado otras veces. Podría hacerlo también, esta vez tendría el poder para destruirlo.
 
¡Dioses! Tenía ganas de vomitar. Esto era algo que nunca podría decirles ni siquiera a su madre o a su padre. Pero tenía derecho a saberlo. No era justo mantenerle ignorante…

Respiró hondo y le miró.

—Yo también lo soy.

Hyungsik se apartó para mirarlo mientras las palabras le sonaban en los oídos. No. No era posible. Seguro que lo habría sabido si era como sus hermanos. ¿Cómo había podido engañarle por completo?
  
—¿Qué?

Vio el miedo en aquella clara mirada azul que no se apartaba de la suya.

—Soy Arcadiann. Cambié en la pubertad, como Kevin. Es algo que no le contado a nadie en mi vida. Ni siquiera mi familia lo sabe.

—¿Por qué me lo dices a mí?

Se le pusieron los ojos vidriosos de aguantar las lágrimas mientras le mostraba las marcas de Centinela de la cara.

—Pensé que deberías saber con qué te estabas liando.

Hyungsik le cogió la mejilla en donde se retorcía el diseño griego antiguo que lo marcaba como uno de los grupos más odiados de su especie. Vio el miedo en los ojos. Y el hecho de le confiara algo como esto…

Le amaba. Tenía que amarle porque sólo un loco con tendencias suicidas pondría algo así en las manos de un Katagaria que sabía lo que Ha Mew sentía por los Arcadianns. El hecho de que Minwoo se lo hubiera ocultado a su madre lo decía todo.

Minwoo se había desnudado completamente ante él. Con razón estaba temblando.

—Sabes que no me importa.

Minwoo tragó un sollozo mientras le atraía contra él y le abrazaba.

—No tienes ni idea de lo asustado que estoy desde hace siglos. Creo que es por eso que tenía tanto miedo de intentar emparejarme con un Katagaria. ¿Te imaginas lo que me haría si lo averiguaran?

Lo menos malo, matarlo. Lo peor, mutilarlo. Tenía razón, no era algo que pudiera compartir a la ligera.

—Has sido muy valiente al contármelo.

—Tanto es lo que confío en ti, lobo.

—Y jamás traicionaré esa confianza. Te lo juro.

Minwoo sintió una sola lágrima que se deslizaba por la mejilla. Hyungsik se la enjugó.

La ternura de los ojos le hicieron derretirse. No lo traicionaría, lo sabía. Pero aún así no podían unirse. Era la relación más imposible que los dioses hubieran concebido.

—¿Entonces, dónde nos deja todo esto? —susurró, demasiado aterrorizado para siquiera contemplar su propia respuesta.

La mirada de Hyungsik se volvió de acero.

—Vente conmigo. Sólo nosotros dos. Olvidémonos de las diferencias y los prejuicios. Marchémonos y estemos juntos.

¡Cómo deseaba que fuera tan sencillo! Pero no lo era.

—No podemos, Hyungsik. Mis hermanos murieron protegiéndome. Sin ellos no habría aprendido a utilizar mis poderes. Ahora soy el único que puede enseñar a Jeup a usar sus poderes. Y a Mama la destrozaría perderme también. Soy la única esperanza de mantener nuestro legado. Los Ha han estado en el Omegrión desde el principio. Sabes lo raro que es algo así.

Los ojos se volvieron fríos.

—¿De verdad eso es más importante para ti que yo?

—No, pero no puedes hacerme elegir entre tú y mi familia.

Se estremeció al darse cuenta de que tenía razón. Estaba siendo egoísta.

—Sí. Era una idea estúpida.

Y era un idiota por pensar, siquiera por un segundo, que le pondría por encima de la familia. Nadie lo había hecho. ¿Por qué tendría que hacerlo él?

Se apartó con el corazón destrozado.

—Será mejor que terminemos de limpiar. Como has dicho, no quiero que Mew te grite.

Minwoo le miró volviendo a amontonar las sillas. Le había hecho daño y no estaba seguro de cómo. Pero podía notar que se había erigido un muro entre ellos que no había estado allí antes.

Cuando terminaron, le guió escaleras arriba. Se detuvo ante su habitación

—Buenas noches, Hyungsik.

—Para ti también.

Ni siquiera lo miró antes de desvanecerse y dejarlo en el pasillo.

Suspirando, se dirigió a la habitación.



Hyungsik no respiró hasta que Minwoo estuvo en su habitación. Se quitó la ropa, haciendo un gesto ante lo dolorido que estaba todavía por la pelea con Dongjoon. El pequeño hijo de puta daba como un mazo.

Cayó sobre la cama, exhausto pero no podía dormirse pensando en Minwoo.

En su corazón, sabía que no podía quedarse para siempre. Y si empezaba a emparejarse con otros, tendría que marcharse o matar a alguien. La idea de que cualquiera pudiera tocarlo le lanzaba a los límites galácticos del cabreo.

Voy a tener que irme. Porque cada día que se quedara y no lo tuviera, moriría un poco por dentro.


Unas semanas más tarde, Hyungsik todavía no se había marchado.

Soy un majara total.

No, era un retrasado mental y no podía hacerse a la idea de abandonar a Minwoo. Prefería quedarse allí y ser desdichado en donde, al menos, podía abrazarlo cuando nadie estaba alrededor antes que irse y ser completamente desgraciado sin él.

Pero cada día que se quedaba, era peor.

Jiyong había estado en lo cierto. Había todo tipo de mierda fraguándose en el Empire. A Taeheon le habían echado a la calle después de que se hubiera juntado con el hijo de algún político y ahora los Ha y el Omegrión entero estaban que ardían tras el tigre para matarle por algo que su propio primo había dicho en la última reunión del consejo.

Mew estaba convencida de que el niño era una amenaza para su preciosa familia y Minwoo estaba empeñado en que todo era un malentendido. Madre e hijo habían estado peleando por eso constantemente y hubo un momento o dos en que Hyungsik casi había ido por la garganta de Mew por la forma en que le hablaba a su hijo.

«Por favor, Hyungsik. Déjale ir. Es mi madre y la amo.» Eso fue todo lo que Minwoo alguna vez dijo, pero era difícil no hacer nada mientras su madre lo trataba como una mierda.

En lo concerniente a Taeheon, Hyungsik estaba de acuerdo con Minwoo en que eso tenía el regusto de los parientes lejanos de Taeheon intentando echar mano a su herencia. Pero no había manera de demostrarlo. Ahora mismo estaban los de su sangre buscando implacablemente al tigre y una manada de tigres le acechaban.

Hyungsik lo sentía por él y esperaba lo mejor en lo que a Taeheon se refería.

Esa noche él estaba sirviendo en la barra con otros were hunters, uno de ellos se atragantó con su bebida.

Frunciendo el ceño, Hyungsik se volvió para ver qué lo había desencadenado. Su mirada penetrante se concentró en Minwoo que llevaba una ajustada camiseta y un par de vaqueros muy cortos y ajustados.

—Ah, demonios no —dijo antes de que ni siquiera pudiera pensarlo—. No vas a trabajar con eso.

Su hermano Hyunseong estuvo de acuerdo.

—¡Escucha, escucha! Lleva tu culo de vuelta escaleras arriba y cámbiate antes de que Mamá o Papá te vean.

Minwoo les dirigió a todos una mirada echando chispas a lo «iros al diablo».

—¿Es que habéis nacido en el sol? Hace un calor sofocante aquí y a diferencia de vosotros perdedores, soy yo quien tiene que ir de acá para allá con los pedidos.

Hyungsik se burló.

—Entonces alégrate de que no te pongamos una parka.

Él lo miró con los ojos entrecerrados.

—No tienes ninguna autoridad sobre mí, lobo. —Le dio un recorrido a su hermano con una mueca en los labios—. Y tú incluso menos.

Hyunseong sacó el teléfono de su bolsillo.

—Voy a llamar a Mamá. Ahora mismo.

Minwoo le siseó:

—Te odio. Te juro que un día te voy a envenenar la comida. —Entonces volvió su furia hacia Hyungsik—. Y no pienso hablarte durante el resto de la noche.

Por él estupendo, mientras se cubriera. No pensaba tenerlo paseándose alrededor de esa manera con el cuerpo que tenía. Ya tenían bastantes problemas manteniendo las manos de hombres y animales fuera de él.

Hyunseong sostuvo su botella de cerveza en alto hacia Hyungsik.

—Ahí tú, hermano.

Riéndose, Hyungsik sostuvo la suya en alto para entrechocar el culo de las botellas en un brindis de solidaridad contra la moda que sólo se veía bien en una pareja con la cual no mantenías una relación.

—Oye, Hyungsik, tienes una visita.

Frunció el ceño ante la voz de Taeyang en su auricular.

—¿Kevin o Dongjoon?

—Ninguno.

Hyungsik posó su botella mientras fruncía el ceño. La única otra persona en la cual podía pensar sería Jiyong, pero Jiyong no entraba por lo general por la puerta principal.

Su respiración se atascó mientras un dolor abrasador le atravesaba el hombro donde estaba la marca de Jiyong.

¿Qué demonios?

Tratando de no mostrar el dolor, exploró la estancia hasta que sus ojos cayeron sobre Wonbin. No sabía cómo lo conocía, pero el nombre saltó en su cabeza como un faro.

Vestido con un traje de lino ligero y con su pelo inmaculadamente peinado, parecía tan fuera de lugar allí como Hyungsik parecería en el yate de lujo de un millonario.

Sacándose el auricular y apagándolo, Hyungsik se encontró con él en la mitad de la barra.

—¿Qué haces aquí?

Antes de que Wonbin pudiera contestar, otro were hunter SShina estaba allí, parecía como si estuviera contemplando un fantasma.

—¿Sobreviviste?

La mirada de Wonbin se dirigió a él despacio. A diferencia de SShina, sus rasgos estaban completamente sin expresión.

—Traidor.

Había bastante veneno en aquella única palabra para abastecer a un ejército de cobras.
SShina soltó un gruñido profundo y desnaturalizado.

—No traicioné a nadie.

Por la cara de Wonbin era obvio que no creía ni una palabra de ello.

—Y aún así sobreviviste mientras el resto de nosotros era cazado en la tierra.

—Para estar muerto, te ves terriblemente bien.

—Hay más ironía en esa declaración de la que te das cuenta, tramposo. Ahora sal de mi vista antes de que decida que matarte es más importante para mí que las leyes pamplineras de Phoenix.

SShina comenzó a alejarse, luego se detuvo.

—Lera tomó su decisión basada exclusivamente en mi edad.

—Y mi hermano era más joven que tú y a pesar de eso fue sacrificado. Sal de mi presencia, SShina o pierde la vida.

SShina se marchó.

Hyungsik no habló hasta que el lobo se hubo marchado.

—¿Qué os pasa a los dos?

Wonbin, obviamente era uno a quién no le gustaba explicarse, se encogió de hombros dejándolo de lado.

—Historia pasada. Tú, sin embargo, eres mi presente.

—Ah, bueno. ¿Tengo que llevar puesto un lazo?

Su cara no mostró diversión, Wonbin sacó un retazo de tela.

—¿Reconoces el olor?

Hyungsik captó la bocanada, incluso antes de que se lo pusiera en la nariz. El hedor era inequívoco y le hizo salirse de sus casillas.

—Hyuna.

Él asintió con la cabeza.

—Escapó. No puedo encontrarla. He alertado a Wynter y ahora te aviso a ti. Estoy seguro de que está en el cuerpo de algún otro. La pregunta es... en cuál. Mantén tus ojos abiertos ya que la pones cachonda. Esperamos que entre en contacto o la joda de modo que podamos encontrarla y devolverla a donde pertenece.

—Estaré atento.

Wonbin inclinó la cabeza antes de darse la vuelta y dejar la barra. Hyungsik se colocó de nuevo el audífono y lo encendió mientras Wonbin se detenía en la puerta donde Taeyang estaba plantado.

—Siento la necesidad de una alfombra de piel de oso.

Taeyang se mofó.

—Qué gracioso. Yo pensaba que la cabeza de un lobo quedaría bien en la repisa de mi chimenea.

—Vigila tu espalda, oso.

—Tú mejor vigila tu frontal. Quiero ver tu cara cuando te derribe.

Wonbin lo apartó en su salida por la puerta.

Hyungsik sacudió la cabeza.

Taeyang presionó su auricular más profundo.

—¿Qué quería de ti, Hyungsik?

—Nada. Sólo asuntos de lobos.

Incluso a esa distancia, podía ver la mirada furiosa de Taeyang. Ignorándola, Hyungsik volvió a la barra donde Minwoo había vuelto. Ahora vestido con una camiseta amplia y vaqueros, todavía le ponía duro.

Pero al menos no podía quejarse de ese atuendo.

—Mucho mejor.

Agarrando rápidamente su bandeja del mostrador, le gruñó:

—Cállate la boca, lobo.

—Uy —dijo Hyunseong cuando se alejó con paso airado.

Hyungsik habría ido tras él, pero no podía con la mitad de su familia mirándolos En cambio, proyectó sus pensamientos a Minwoo.

¿Sabes qué? Voy a dirigirme a aquella mesa de colegialas que han estado mirándome toda la noche como si fuera el último trozo de filete en Nueva Orleáns, y a hablarle a aquella pequeña pelirroja. ¿Qué te parece?

Minwoo miró la mesa y se puso rígido.

Te sacaré los ojos.

Entonces ¿por qué estás haciendo que me enfade por ti?

Minwoo tuvo la decencia de parecer un poco avergonzado mientras limpiaba una mesa.

Porque eso es diferente.

No lo creo así.

Minwoo le sacó la lengua antes de irse a tomar un pedido.

Hyungsik soltó una carcajada.

Minwoo trató de ignorar a Hyungsik mientras se dedicaba a su trabajo. Esa noche andaban un poco faltos de personal, que era por lo que estaba allí abajo en vez de leyendo arriba. Matt había llamado diciendo que estaba enfermo y Tara estaba actuando de un modo extraño. Minwoo vio ahora mismo cómo ella confundía los pedidos, lo cual no se correspondía en absoluto con su carácter.

Minwoo se acercó a ella cuando ésta se encaminaba de vuelta a la cocina con un plato de pollo frito.

—¿Algo va mal, chica?

Tara sacudió la cabeza.

—Sólo estoy cansada y ésta gente es imbécil. ¿Te he dicho alguna vez cuánto odio la vida?

Minwoo resopló.

—Aproximadamente tanto como yo lo hago la mayoría de los días.

—Lo sé. Es sólo que... —Hizo una pausa para mirar hacia la barra donde los hombres estaban reunidos—. Hyungsik me pone los pelos de punta.

Minwoo no podía haberse quedado más asombrado si le hubiera lanzado el plato de pollo encima.

—¿Hyungsik?

Tara asintió con la cabeza.

—No me gusta el modo en que me mira.

—¿Hyungsik? —repitió Minwoo, incapaz de creer esa discusión.

¿Es que a la chica se le había ido la olla?

Drogas... definitivamente drogas.

—Sí, Hyungsik. —Tara tembló—. Sus ojos siempre están sobre mí. Como si fuera a atacar o algo así.

Minwoo frunció el ceño al volver la vista hacia Hyungsik, quién estaba de espaldas mientras hablaba con Colt. No parecía que tuviera ninguna preocupación o interés por ellos en absoluto.

—Estoy seguro que no tiene ninguna intención de ello.

—Sí, vale. Ya sabes que él tenía a una pareja arriba anoche.

El estómago de Minwoo se le cayó hasta el suelo ante lo que Tara estaba implicando. Sus hermanos habían construido un cuarto insonorizado que en teoría era un lugar para poner a cualquiera que tuviera problemas con sus poderes mientras se le mantenía fuera de la vista del público. En realidad, se había convertido en un lugar donde cualquiera de los guarros de sus hermanos solteros, podían pasar el rato con cualquiera que captara su interés.

—¿En el armario?

—Sí. Los oí.

Durante un momento, Minwoo dudó. Luego se negó a creerlo. Hyungsik no era un putero como Taeyang. Además, había estado con él después de que todos se habían acostado anoche y podía atestiguar el hecho de que había terminado rígido y necesitado de «una manita» suya.

Dio unos pasos alejándose de Tara, y usó sus poderes de ponerse en contacto con él.

¿Oye, guapo? ¿Estuviste molestando a Tara?

¿Quién es Tara?

La camarera de detrás de mí.

Hyungsik se giró para mirar. Pareció tan perplejo como él se sentía.

¿Molestándola para qué?

Eso era exactamente lo que pensaba.

No importa, cielo. Era una estupidez.

Nunca había tenido conocimiento de que Hyungsik mirara a otra pareja. Sólo tenía ojos para él y, a diferencia de Taeyang, y Aron, no era un jugador. Sabía eso.

Así que ¿A qué juego estaba jugando Tara?

Quizás se lo esté imaginando...

Ese era el argumento más probable.

Sacándoselo de la cabeza, Minwoo volvió de vuelta al trabajo.



Hyungsik salió del trabajo antes y se dirigió a su cuarto. Estaba rígido y dolorido por todas las horas que había estado en forma humana y necesitaba desesperadamente ser un lobo durante un rato. Se acostó en su cama en su forma real y suspiró.

Pero aún así, echaba de menos a Minwoo. Podía oírlo abajo en la barra y sentirlo con su alma.
Cerrando los ojos, esperó a que se uniera a él.

Eran apenas pasadas las dos cuando apareció en su cama. Los dos habían estado compartiendo la cama durante las últimas semanas. Minwoo dormía como humano mientras que él mantenía su forma de lobo. Iban a “jugar” al cuarto de él, ya que ese estaba lo bastante alejado para impedir que cualquiera de su familia alcanzara a oírles. Pero dormían en el cuarto de Minwoo por si acaso su familia llamaba a la puerta.

En el momento en que lo hacían, Hyungsik destellaba fuera antes de que entraran. Era un juego peligroso el que jugaban.

Uno que significaría su vida si los pillaban, pero en su mente, eso era de más valor que eso.

Suspiró cuando le acarició el pelaje de su cuello. Nada en el mundo se sentía mejor que el modo en que lo tocaba. Sus dedos hacían magia sobre su piel y pelaje.

Inclinándose hacia abajo, Minwoo frotó su cara en su piel y le dio un apretón.

—Te eché de menos.

Hyungsik se volvió humano y rodó sobre sí. Completamente desnudo, lo arrastró a sus brazos para abrazarlo estrechamente.

—También te eché de menos.

Minwoo suspiró de felicidad cuando sus labios tocaron los suyos. Aquel cuerpo fuerte y desenfrenado era todo lo que necesitaba en su vida. Y el impulso de escaparse con él nunca fue más fuerte de lo que lo era esa noche.

Sólo quería estar con él. Alargando la mano hacia abajo, le ahuecó y se rió por modo en que él se estremeció y suspiró.

Hyungsik quería quedarse allí, así para siempre, cuando arrastró su mano bajando por la longitud de su polla. Aunque no hubieran hecho nada más que magrearse, estaba perdiendo rápidamente la paciencia en eso.

Quería mucho más, pero no quería presionarlo en nada, sobre todo considerando el odio que sus padres se habían tenido el uno al otro. Si realmente fueran compañeros, entonces querría que le aceptara completamente sin reservas o duda.

Al relajarse en la cama, su sentido de demonio se activó. Hubo un ligero crujido en el corredor.
Preocupado porque fuera uno de sus hermanos, ladeó la cabeza y entonces maldijo.

Era Taeheon.

Y estaba aquí para matar a Mew.

—¿Qué fue eso?

Hyungsik dudó decírselo. El demonio en él quería soltar al tigard sobre Mew y dejar que matara al oso. Eso arreglaría muchos de sus problemas.

Pero al final, Mew era su madre y la amaba. Sólo eso hizo que las partes no demoníacas de él ganaran la lucha.

—Es Taeheon. Creo que va tras tu madre.

Minwoo jadeó cuando alzó la mirada hacia Hyungsik.

—Tienes que detenerle.

¿Ahora?

¿Había perdido la cabeza?

Bajó la mirada hacia su pecho desnudo presionado contra el suyo y los diminutos bóxer que que había intentando quitarle con los dientes antes de lamerlo hasta que estuvo rogándole piedad.

Pero Minwoo ya se había secado sobre él.

Incluso más frustrado sexualmente de lo que lo había estado antes, gruñó.

—Dejemos que se la coma.

—¡Hyungsik!

—De acuerdo. Ya voy. —Haciendo aparecer un par de pantalones sobre el cuerpo, dejó la cama y maldijo al tigre con cada paso que daba. A este paso Taeheon tendría suerte si no lo mataba él.

Abrió la puerta.

En forma de tigre, Taeheon estaba acechando a través de las escaleras del piso de arriba del Empire. Era obvio que estaba de caza.

—Mierda —jadeó cuando se dio cuenta que el tigre se dirigía realmente directo a la habitación de Mew.

Tan pronto como lo oyó maldecir, Taeheon se volvió y se agazapó como si estuviese listo para atacar.

Se había detenido de precipitarse a la acción. De modo que pudiera permanecer de pie ante Hyungsik.

—Saca el culo de aquí, —Chasqueó Hyungsik—. ¡Ahora!

Taeheon comenzó a alejarse lo cual no ayudaba a su actual humor. Si no lo escuchaba, lo haría girones.

Minwoo se precipitó a su lado, salió, rodeándolo.

—Escúchale, Taeheon, por favor.

El tigre se congeló ante la voz de Minwoo. Esperando que no estuviera todavía desnudo, Hyungsik echó un vistazo sobre el hombro y se dio cuenta que un lado del rostro estaba rojo y los labios magullados de los juegos. Pero al menos estaba vestido.

Antes de que cualquiera de ellos se moviera, se abrió otra puerta. Minwoo salió disparado antes de que lo vieran, cuando su hermano pequeño Aron se congeló en el umbral de la puerta. El oso sólo era unos pocos años mayor que Taeheon, pero no parecía mucho mayor en forma humana.

Al instante destelló a su forma de oso.

Hyungsik maldijo en voz baja.

—No se permiten peleas en el Empire. —Siseó entre dientes, cerrando la puerta para proteger a Minwoo mientras se movía para quedarse entre ambos—. Ambos conocéis las leyes de eirini que nos gobiernan.

—Está marcado, lobo. Hazte a un lado.

Se detuvo ante el sonido de la profunda voz de Papá Oso. Normalmente el oso era amigable y jovial. Pero el tono era completamente serio y letal.

Taeheon destelló a su forma humana para enfrentar al famoso Papá Oso.

—No hice nada malo. Esto es una mentira y todos lo sabéis.

—Te has vuelto loco. —dijo Papá Oso—. Has amenazado a mis cachorros y a mi compañera.

—No, no lo hice. Pero puedes decirle a tu puta que estoy aquí por ella.

Papá Oso corrió hacia él.

Hyungsik se metió entre ellos y cogió a Papá cuando se abalanzó. El oso era fuerte, pero el demonio en su interior le dio la habilidad para sujetar al oso y evitar que matase a Taeheon.

Rugiendo en frustración, Papá golpeó a Hyungsik en un costado con un buen puñetazo y fue por Taeheon.

Hyungsik estaba intentando incorporarse, pero le habían rasgado el hombro y la sangre manaba desde su costado. Gah, dolía y ardía.

Los osos arremetieron nuevamente contra Taeheon. Solo dieron dos pasos cuando una brillante luz destelló en el corredor.

Taeheon se preparó, listo para pelear, sólo para detenerse cuando vio a Kevin y Dongjoon ahora en el corredor.

En forma humana, Kevin echó un vistazo al sangrante hombro de Hyungsik y gruñó en voz baja.

—¿Hyunjong? ¿Te has vuelto loco?

Papá Oso, o Hyunjong como se llamaba en realidad, destelló de vuelta a su forma humana mientras Aron permanecía como oso.

—Está marcado para morir. Nosotros te acogimos, lobo, cuando no tenías nada. ¿Así es como nos pagas?

Los ojos de Kevin destellaron.

—No, Hyunjong. No he olvidado mi deuda para contigo o Mew. Pero no me quedaré quieto y veré que le suceda esto a un inocente. Taeheon no tiene clan al que regresar. Así que le ofrezco el mío.

Hyungsik se quedó atónito cuando oyó esas palabras. ¿Se había vuelto loco? Ofrecerle techo a alguien buscado por el Omegrión era suicida.

Papá Oso estaba tanto o más incrédulo.

—¿Lo respaldarías contra el decreto del Omegrión?

Kevin no vaciló en la respuesta. Su cara era severa y mortal.

—Tú lo condenaste directamente.

Hyungsik miró más allá del hombro de Taeheon y sintió como se escapaba la sangre del rostro cuando vio la intención en los ojos de Minwoo.

“No te atrevas a meterte en esto.” Le proyectó mentalmente a Minwoo.

Como siempre, no le escuchó.

—¡No!

Se volvieron para ver a Minwoo en medio del corredor detrás de ellos. Solo Taeheon y Hyungsik sabían en que habitación había estado.

Minwoo tragó cuando miró de su padre a Hyungsik.

—Papá, por favor. No hagas esto. Está mal y tú lo sabes. Taeheon no supone una amenaza para nosotros.

—¿Estás loco, hijo? Está aquí para matar a tu madre.

Ahora se abrieron más puertas. Más animales llegaban para investigar el disturbio. Esto se ponía cada vez peor para Taeheon.

—Nunca saldrás de aquí con vida. —Dijo Papá Oso en advertencia—. Ninguno de vosotros.

Hyungsik miró a Minwoo.

¿Qué demonios vamos a hacer?

Tómame de rehén.

Ese golpe le dejó sin aire.

¿Qué?

Ya me has oído, Hyungsik. Tenemos que sacar a Taeheon de aquí antes de que lo maten.

Si lo hago, me echarán de aquí. Para siempre.

Las lágrimas brillaron en los ojos.

Lo sé, bebé. Lo sé. Pero si Taeheon muere, no seré capaz de perdonarme a mí mismo. Por favor, ayúdale.

Quería gritar. Le estaba pidiendo demasiado. Y con todo cuando miró a Taeheon que era tan joven… e inocente, supo que tenía razón.

No podían dejar morir al chico. Y más que eso, ahora que Kevin y Dongjoon estaban allí intentando protegerle, también serían asesinados. Tenía que proteger a sus hermanos a toda costa incluso aunque el demonio dentro suyo se riera ante la propuesta de querer verlos morir.

¡Maldición!

Un latido de corazón después, lo agarró en sus brazos, haciendo aparecer un cuchillo en las manos y sosteniéndolo entonces amenazadoramente contra su garganta. La ironía de esto no se le escapaba. Estaba a punto de perderlo de la misma manera que lo había conocido.

—No os atreváis a seguirnos —le advirtió a la familia— Lo mataré si lo hacéis —. Se volvió a mirar a los otros tres. —Dongjoon, Kevin, sacad a Taeheon de aquí.

Taeheon empezó a protestar, pero antes de que pudiera, Kevin lo agarró por el cuello y destelló desde el corredor.

Hyungsik inclinó la cabeza contra la de Minwoo y quiso sollozar por lo que estaban haciendo. Usando sus poderes, rastreó a sus hermanos y los destelló a los dos a una oscura habitación sin ventanas.




2 comentarios:

  1. No se si reír o llorar!
    Ahhhh
    Todo tan complicado!!!!!
    No se vale!
    Noooooooooooo
    Ahhhh
    Minwoo bebé ~

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  2. por que salen tantos problemas y nada se soluciona espero y el lobo y el osito si puedan estar juntos

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...