Minwoo se estremeció mientras un sudor frió brotó de su
cuerpo. ¿Cómo había adivinado el único secreto que había protegido durante
tantos siglos? Un secreto que ni siquiera su familia sabía…
Sin duda, lo odiaba por ello.
—¿Qué secreto?
—Que Jeup es un Aristos y lo estás ayudando a ejercitar
los poderes.
Lleno de náuseas, Minwoo se empezó a alejar, temeroso de
escuchar algo más.
—No se lo diré a nadie, Minwoo. Lo juro. Y no es porque
tenga miedo. Es lo que menos me importa. Eres tú a quien no podría lastimar, de
ninguna manera.
Y a causa de que estaba confiándole su secreto, quería
decirle uno de vuelta. Había puesto la vida en sus manos. Lo menos que podía
hacer era devolver el favor.
—¿Son los únicos a los que has apuntado?
—Creo que Juntae puede ser uno y posiblemente Quinn.
Minwoo tragó con fuerza mientras un miedo galopante lo
recorría. Quizás no debería decírselo. ¿Y si lo rechazaba solamente por eso?
Los Arcadianns habían matado a su hermana. Era cierto que no habían disparado
el Taser que había acabado con su vida, pero igualmente moriría puesto que
ellos habían matado a su compañero.
Ya lo había apartado otras veces. Podría hacerlo también,
esta vez tendría el poder para destruirlo.
¡Dioses! Tenía ganas de vomitar. Esto era algo que nunca
podría decirles ni siquiera a su madre o a su padre. Pero tenía derecho a
saberlo. No era justo mantenerle ignorante…
Respiró hondo y le miró.
—Yo también lo soy.
Hyungsik se apartó para mirarlo mientras las palabras le
sonaban en los oídos. No. No era posible. Seguro que lo habría sabido si era
como sus hermanos. ¿Cómo había podido engañarle por completo?
—¿Qué?
Vio el miedo en aquella clara mirada azul que no se
apartaba de la suya.
—Soy Arcadiann. Cambié en la pubertad, como Kevin. Es
algo que no le contado a nadie en mi vida. Ni siquiera mi familia lo sabe.
—¿Por qué me lo dices a mí?
Se le pusieron los ojos vidriosos de aguantar las
lágrimas mientras le mostraba las marcas de Centinela de la cara.
—Pensé que deberías saber con qué te estabas liando.
Hyungsik le cogió la mejilla en donde se retorcía el
diseño griego antiguo que lo marcaba como uno de los grupos más odiados de su
especie. Vio el miedo en los ojos. Y el hecho de le confiara algo como esto…
Le amaba. Tenía que amarle porque sólo un loco con
tendencias suicidas pondría algo así en las manos de un Katagaria que sabía lo
que Ha Mew sentía por los Arcadianns. El hecho de que Minwoo se lo hubiera
ocultado a su madre lo decía todo.
Minwoo se había desnudado completamente ante él. Con
razón estaba temblando.
—Sabes que no me importa.
Minwoo tragó un sollozo mientras le atraía contra él y le
abrazaba.
—No tienes ni idea de lo asustado que estoy desde hace
siglos. Creo que es por eso que tenía tanto miedo de intentar emparejarme con
un Katagaria. ¿Te imaginas lo que me haría si lo averiguaran?
Lo menos malo, matarlo. Lo peor, mutilarlo. Tenía razón,
no era algo que pudiera compartir a la ligera.
—Has sido muy valiente al contármelo.
—Tanto es lo que confío en ti, lobo.
—Y jamás traicionaré esa confianza. Te lo juro.
Minwoo sintió una sola lágrima que se deslizaba por la
mejilla. Hyungsik se la enjugó.
La ternura de los ojos le hicieron derretirse. No lo
traicionaría, lo sabía. Pero aún así no podían unirse. Era la relación más
imposible que los dioses hubieran concebido.
—¿Entonces, dónde nos deja todo esto? —susurró, demasiado
aterrorizado para siquiera contemplar su propia respuesta.
La mirada de Hyungsik se volvió de acero.
—Vente conmigo. Sólo nosotros dos. Olvidémonos de las
diferencias y los prejuicios. Marchémonos y estemos juntos.
¡Cómo deseaba que fuera tan sencillo! Pero no lo era.
—No podemos, Hyungsik. Mis hermanos murieron protegiéndome.
Sin ellos no habría aprendido a utilizar mis poderes. Ahora soy el único que
puede enseñar a Jeup a usar sus poderes. Y a Mama la destrozaría perderme
también. Soy la única esperanza de mantener nuestro legado. Los Ha han estado
en el Omegrión desde el principio. Sabes lo raro que es algo así.
Los ojos se volvieron fríos.
—¿De verdad eso es más importante para ti que yo?
—No, pero no puedes hacerme elegir entre tú y mi familia.
Se estremeció al darse cuenta de que tenía razón. Estaba
siendo egoísta.
—Sí. Era una idea estúpida.
Y era un idiota por pensar, siquiera por un segundo, que
le pondría por encima de la familia. Nadie lo había hecho. ¿Por qué tendría que
hacerlo él?
Se apartó con el corazón destrozado.
—Será mejor que terminemos de limpiar. Como has dicho, no
quiero que Mew te grite.
Minwoo le miró volviendo a amontonar las sillas. Le había
hecho daño y no estaba seguro de cómo. Pero podía notar que se había erigido un
muro entre ellos que no había estado allí antes.
Cuando terminaron, le guió escaleras arriba. Se detuvo
ante su habitación
—Buenas noches, Hyungsik.
—Para ti también.
Ni siquiera lo miró antes de desvanecerse y dejarlo en el
pasillo.
Suspirando, se dirigió a la habitación.
Hyungsik no respiró hasta que Minwoo estuvo en su
habitación. Se quitó la ropa, haciendo un gesto ante lo dolorido que estaba
todavía por la pelea con Dongjoon. El pequeño hijo de puta daba como un mazo.
Cayó sobre la cama, exhausto pero no podía dormirse
pensando en Minwoo.
En su corazón, sabía que no podía quedarse para siempre.
Y si empezaba a emparejarse con otros, tendría que marcharse o matar a alguien.
La idea de que cualquiera pudiera tocarlo le lanzaba a los límites galácticos
del cabreo.
Voy a tener que irme. Porque cada día que se quedara y no
lo tuviera, moriría un poco por dentro.
Unas semanas más tarde, Hyungsik todavía no se había
marchado.
Soy un majara total.
No, era un retrasado mental y no podía hacerse a la idea
de abandonar a Minwoo. Prefería quedarse allí y ser desdichado en donde, al
menos, podía abrazarlo cuando nadie estaba alrededor antes que irse y ser completamente
desgraciado sin él.
Pero cada día que se quedaba, era peor.
Jiyong había estado en lo cierto. Había todo tipo de
mierda fraguándose en el Empire. A Taeheon le habían echado a la calle después
de que se hubiera juntado con el hijo de algún político y ahora los Ha y el
Omegrión entero estaban que ardían tras el tigre para matarle por algo que su
propio primo había dicho en la última reunión del consejo.
Mew estaba convencida de que el niño era una amenaza para
su preciosa familia y Minwoo estaba empeñado en que todo era un malentendido.
Madre e hijo habían estado peleando por eso constantemente y hubo un momento o
dos en que Hyungsik casi había ido por la garganta de Mew por la forma en que
le hablaba a su hijo.
«Por favor, Hyungsik. Déjale ir. Es mi madre y la amo.»
Eso fue todo lo que Minwoo alguna vez dijo, pero era difícil no hacer nada
mientras su madre lo trataba como una mierda.
En lo concerniente a Taeheon, Hyungsik estaba de acuerdo
con Minwoo en que eso tenía el regusto de los parientes lejanos de Taeheon
intentando echar mano a su herencia. Pero no había manera de demostrarlo. Ahora
mismo estaban los de su sangre buscando implacablemente al tigre y una manada
de tigres le acechaban.
Hyungsik lo sentía por él y esperaba lo mejor en lo que a
Taeheon se refería.
Esa noche él estaba sirviendo en la barra con otros were
hunters, uno de ellos se atragantó con su bebida.
Frunciendo el ceño, Hyungsik se volvió para ver qué lo
había desencadenado. Su mirada penetrante se concentró en Minwoo que llevaba
una ajustada camiseta y un par de vaqueros muy cortos y ajustados.
—Ah, demonios no —dijo antes de que ni siquiera pudiera
pensarlo—. No vas a trabajar con eso.
Su hermano Hyunseong estuvo de acuerdo.
—¡Escucha, escucha! Lleva tu culo de vuelta escaleras
arriba y cámbiate antes de que Mamá o Papá te vean.
Minwoo les dirigió a todos una mirada echando chispas a
lo «iros al diablo».
—¿Es que habéis nacido en el sol? Hace un calor sofocante
aquí y a diferencia de vosotros perdedores, soy yo quien tiene que ir de acá
para allá con los pedidos.
Hyungsik se burló.
—Entonces alégrate de que no te pongamos una parka.
Él lo miró con los ojos entrecerrados.
—No tienes ninguna autoridad sobre mí, lobo. —Le dio un
recorrido a su hermano con una mueca en los labios—. Y tú incluso menos.
Hyunseong sacó el teléfono de su bolsillo.
—Voy a llamar a Mamá. Ahora mismo.
Minwoo le siseó:
—Te odio. Te juro que un día te voy a envenenar la
comida. —Entonces volvió su furia hacia Hyungsik—. Y no pienso hablarte durante
el resto de la noche.
Por él estupendo, mientras se cubriera. No pensaba tenerlo
paseándose alrededor de esa manera con el cuerpo que tenía. Ya tenían bastantes
problemas manteniendo las manos de hombres y animales fuera de él.
Hyunseong sostuvo su botella de cerveza en alto hacia Hyungsik.
—Ahí tú, hermano.
Riéndose, Hyungsik sostuvo la suya en alto para
entrechocar el culo de las botellas en un brindis de solidaridad contra la moda
que sólo se veía bien en una pareja con la cual no mantenías una relación.
—Oye, Hyungsik, tienes una visita.
Frunció el ceño ante la voz de Taeyang en su auricular.
—¿Kevin o Dongjoon?
—Ninguno.
Hyungsik posó su botella mientras fruncía el ceño. La
única otra persona en la cual podía pensar sería Jiyong, pero Jiyong no entraba
por lo general por la puerta principal.
Su respiración se atascó mientras un dolor abrasador le
atravesaba el hombro donde estaba la marca de Jiyong.
¿Qué demonios?
Tratando de no mostrar el dolor, exploró la estancia
hasta que sus ojos cayeron sobre Wonbin. No sabía cómo lo conocía, pero el
nombre saltó en su cabeza como un faro.
Vestido con un traje de lino ligero y con su pelo
inmaculadamente peinado, parecía tan fuera de lugar allí como Hyungsik
parecería en el yate de lujo de un millonario.
Sacándose el auricular y apagándolo, Hyungsik se encontró
con él en la mitad de la barra.
—¿Qué haces aquí?
Antes de que Wonbin pudiera contestar, otro were hunter SShina
estaba allí, parecía como si estuviera contemplando un fantasma.
—¿Sobreviviste?
La mirada de Wonbin se dirigió a él despacio. A
diferencia de SShina, sus rasgos estaban completamente sin expresión.
—Traidor.
Había bastante veneno en aquella única palabra para
abastecer a un ejército de cobras.
SShina soltó un gruñido profundo y desnaturalizado.
—No traicioné a nadie.
Por la cara de Wonbin era obvio que no creía ni una palabra
de ello.
—Y aún así sobreviviste mientras el resto de nosotros era
cazado en la tierra.
—Para estar muerto, te ves terriblemente bien.
—Hay más ironía en esa declaración de la que te das
cuenta, tramposo. Ahora sal de mi vista antes de que decida que matarte es más
importante para mí que las leyes pamplineras de Phoenix.
SShina comenzó a alejarse, luego se detuvo.
—Lera tomó su decisión basada exclusivamente en mi edad.
—Y mi hermano era más joven que tú y a pesar de eso fue
sacrificado. Sal de mi presencia, SShina o pierde la vida.
SShina se marchó.
Hyungsik no habló hasta que el lobo se hubo marchado.
—¿Qué os pasa a los dos?
Wonbin, obviamente era uno a quién no le gustaba
explicarse, se encogió de hombros dejándolo de lado.
—Historia pasada. Tú, sin embargo, eres mi presente.
—Ah, bueno. ¿Tengo que llevar puesto un lazo?
Su cara no mostró diversión, Wonbin sacó un retazo de
tela.
—¿Reconoces el olor?
Hyungsik captó la bocanada, incluso antes de que se lo
pusiera en la nariz. El hedor era inequívoco y le hizo salirse de sus casillas.
—Hyuna.
Él asintió con la cabeza.
—Escapó. No puedo encontrarla. He alertado a Wynter y
ahora te aviso a ti. Estoy seguro de que está en el cuerpo de algún otro. La
pregunta es... en cuál. Mantén tus ojos abiertos ya que la pones cachonda.
Esperamos que entre en contacto o la joda de modo que podamos encontrarla y devolverla
a donde pertenece.
—Estaré atento.
Wonbin inclinó la cabeza antes de darse la vuelta y dejar
la barra. Hyungsik se colocó de nuevo el audífono y lo encendió mientras Wonbin
se detenía en la puerta donde Taeyang estaba plantado.
—Siento la necesidad de una alfombra de piel de oso.
Taeyang se mofó.
—Qué gracioso. Yo pensaba que la cabeza de un lobo
quedaría bien en la repisa de mi chimenea.
—Vigila tu espalda, oso.
—Tú mejor vigila tu frontal. Quiero ver tu cara cuando te
derribe.
Wonbin lo apartó en su salida por la puerta.
Hyungsik sacudió la cabeza.
Taeyang presionó su auricular más profundo.
—¿Qué quería de ti, Hyungsik?
—Nada. Sólo asuntos de lobos.
Incluso a esa distancia, podía ver la mirada furiosa de Taeyang.
Ignorándola, Hyungsik volvió a la barra donde Minwoo había vuelto. Ahora vestido
con una camiseta amplia y vaqueros, todavía le ponía duro.
Pero al menos no podía quejarse de ese atuendo.
—Mucho mejor.
Agarrando rápidamente su bandeja del mostrador, le gruñó:
—Cállate la boca, lobo.
—Uy —dijo Hyunseong cuando se alejó con paso airado.
Hyungsik habría ido tras él, pero no podía con la mitad
de su familia mirándolos En cambio, proyectó sus pensamientos a Minwoo.
¿Sabes qué? Voy a
dirigirme a aquella mesa de colegialas que han estado mirándome toda la noche
como si fuera el último trozo de filete en Nueva Orleáns, y a hablarle a
aquella pequeña pelirroja. ¿Qué te parece?
Minwoo miró la mesa y se puso rígido.
Te sacaré los ojos.
Entonces ¿por qué
estás haciendo que me enfade por ti?
Minwoo tuvo la decencia de parecer un poco avergonzado
mientras limpiaba una mesa.
Porque eso es
diferente.
No lo creo así.
Minwoo le sacó la lengua antes de irse a tomar un pedido.
Hyungsik soltó una carcajada.
Minwoo trató de ignorar a Hyungsik mientras se dedicaba a
su trabajo. Esa noche andaban un poco faltos de personal, que era por lo que
estaba allí abajo en vez de leyendo arriba. Matt había llamado diciendo que
estaba enfermo y Tara estaba actuando de un modo extraño. Minwoo vio ahora
mismo cómo ella confundía los pedidos, lo cual no se correspondía en absoluto
con su carácter.
Minwoo se acercó a ella cuando ésta se encaminaba de
vuelta a la cocina con un plato de pollo frito.
—¿Algo va mal, chica?
Tara sacudió la cabeza.
—Sólo estoy cansada y ésta gente es imbécil. ¿Te he dicho
alguna vez cuánto odio la vida?
Minwoo resopló.
—Aproximadamente tanto como yo lo hago la mayoría de los
días.
—Lo sé. Es sólo que... —Hizo una pausa para mirar hacia
la barra donde los hombres estaban reunidos—. Hyungsik me pone los pelos de
punta.
Minwoo no podía haberse quedado más asombrado si le
hubiera lanzado el plato de pollo encima.
—¿Hyungsik?
Tara asintió con la cabeza.
—No me gusta el modo en que me mira.
—¿Hyungsik? —repitió Minwoo, incapaz de creer esa
discusión.
¿Es que a la chica se le había ido la olla?
Drogas... definitivamente drogas.
—Sí, Hyungsik. —Tara tembló—. Sus ojos siempre están
sobre mí. Como si fuera a atacar o algo así.
Minwoo frunció el ceño al volver la vista hacia Hyungsik,
quién estaba de espaldas mientras hablaba con Colt. No parecía que tuviera
ninguna preocupación o interés por ellos en absoluto.
—Estoy seguro que no tiene ninguna intención de ello.
—Sí, vale. Ya sabes que él tenía a una pareja arriba
anoche.
El estómago de Minwoo se le cayó hasta el suelo ante lo
que Tara estaba implicando. Sus hermanos habían construido un cuarto
insonorizado que en teoría era un lugar para poner a cualquiera que tuviera
problemas con sus poderes mientras se le mantenía fuera de la vista del
público. En realidad, se había convertido en un lugar donde cualquiera de los
guarros de sus hermanos solteros, podían pasar el rato con cualquiera que
captara su interés.
—¿En el armario?
—Sí. Los oí.
Durante un momento, Minwoo dudó. Luego se negó a creerlo.
Hyungsik no era un putero como Taeyang. Además, había estado con él después de
que todos se habían acostado anoche y podía atestiguar el hecho de que había
terminado rígido y necesitado de «una manita» suya.
Dio unos pasos alejándose de Tara, y usó sus poderes de
ponerse en contacto con él.
¿Oye, guapo?
¿Estuviste molestando a Tara?
¿Quién es Tara?
La camarera de
detrás de mí.
Hyungsik se giró para mirar. Pareció tan perplejo como él
se sentía.
¿Molestándola para
qué?
Eso era exactamente lo que pensaba.
No importa, cielo.
Era una estupidez.
Nunca había tenido conocimiento de que Hyungsik mirara a
otra pareja. Sólo tenía ojos para él y, a diferencia de Taeyang, y Aron, no era
un jugador. Sabía eso.
Así que ¿A qué juego estaba jugando Tara?
Quizás se lo esté imaginando...
Ese era el argumento más probable.
Sacándoselo de la cabeza, Minwoo volvió de vuelta al
trabajo.
Hyungsik salió del trabajo antes y se dirigió a su
cuarto. Estaba rígido y dolorido por todas las horas que había estado en forma
humana y necesitaba desesperadamente ser un lobo durante un rato. Se acostó en
su cama en su forma real y suspiró.
Pero aún así, echaba de menos a Minwoo. Podía oírlo abajo
en la barra y sentirlo con su alma.
Cerrando los ojos, esperó a que se uniera a él.
Eran apenas pasadas las dos cuando apareció en su cama.
Los dos habían estado compartiendo la cama durante las últimas semanas. Minwoo dormía
como humano mientras que él mantenía su forma de lobo. Iban a “jugar” al cuarto
de él, ya que ese estaba lo bastante alejado para impedir que cualquiera de su
familia alcanzara a oírles. Pero dormían en el cuarto de Minwoo por si acaso su
familia llamaba a la puerta.
En el momento en que lo hacían, Hyungsik destellaba fuera
antes de que entraran. Era un juego peligroso el que jugaban.
Uno que significaría su vida si los pillaban, pero en su
mente, eso era de más valor que eso.
Suspiró cuando le acarició el pelaje de su cuello. Nada
en el mundo se sentía mejor que el modo en que lo tocaba. Sus dedos hacían
magia sobre su piel y pelaje.
Inclinándose hacia abajo, Minwoo frotó su cara en su piel
y le dio un apretón.
—Te eché de menos.
Hyungsik se volvió humano y rodó sobre sí. Completamente
desnudo, lo arrastró a sus brazos para abrazarlo estrechamente.
—También te eché de menos.
Minwoo suspiró de felicidad cuando sus labios tocaron los
suyos. Aquel cuerpo fuerte y desenfrenado era todo lo que necesitaba en su
vida. Y el impulso de escaparse con él nunca fue más fuerte de lo que lo era
esa noche.
Sólo quería estar con él. Alargando la mano hacia abajo,
le ahuecó y se rió por modo en que él se estremeció y suspiró.
Hyungsik quería quedarse allí, así para siempre, cuando
arrastró su mano bajando por la longitud de su polla. Aunque no hubieran hecho
nada más que magrearse, estaba perdiendo rápidamente la paciencia en eso.
Quería mucho más, pero no quería presionarlo en nada,
sobre todo considerando el odio que sus padres se habían tenido el uno al otro.
Si realmente fueran compañeros, entonces querría que le aceptara completamente
sin reservas o duda.
Al relajarse en la cama, su sentido de demonio se activó.
Hubo un ligero crujido en el corredor.
Preocupado porque fuera uno de sus hermanos, ladeó la
cabeza y entonces maldijo.
Era Taeheon.
Y estaba aquí para matar a Mew.
—¿Qué fue eso?
Hyungsik dudó decírselo. El demonio en él quería soltar
al tigard sobre Mew y dejar que matara al oso. Eso arreglaría muchos de sus
problemas.
Pero al final, Mew era su madre y la amaba. Sólo eso hizo
que las partes no demoníacas de él ganaran la lucha.
—Es Taeheon. Creo que va tras tu madre.
Minwoo jadeó cuando alzó la mirada hacia Hyungsik.
—Tienes que detenerle.
¿Ahora?
¿Había perdido la cabeza?
Bajó la mirada hacia su pecho desnudo presionado contra el
suyo y los diminutos bóxer que que había intentando quitarle con los dientes
antes de lamerlo hasta que estuvo rogándole piedad.
Pero Minwoo ya se había secado sobre él.
Incluso más frustrado sexualmente de lo que lo había
estado antes, gruñó.
—Dejemos que se la coma.
—¡Hyungsik!
—De acuerdo. Ya voy. —Haciendo aparecer un par de
pantalones sobre el cuerpo, dejó la cama y maldijo al tigre con cada paso que
daba. A este paso Taeheon tendría suerte si no lo mataba él.
Abrió la puerta.
En forma de tigre, Taeheon estaba acechando a través de
las escaleras del piso de arriba del Empire. Era obvio que estaba de caza.
—Mierda —jadeó cuando se dio cuenta que el tigre se
dirigía realmente directo a la habitación de Mew.
Tan pronto como lo oyó maldecir, Taeheon se volvió y se
agazapó como si estuviese listo para atacar.
Se había detenido de precipitarse a la acción. De modo
que pudiera permanecer de pie ante Hyungsik.
—Saca el culo de aquí, —Chasqueó Hyungsik—. ¡Ahora!
Taeheon comenzó a alejarse lo cual no ayudaba a su actual
humor. Si no lo escuchaba, lo haría girones.
Minwoo se precipitó a su lado, salió, rodeándolo.
—Escúchale, Taeheon, por favor.
El tigre se congeló ante la voz de Minwoo. Esperando que
no estuviera todavía desnudo, Hyungsik echó un vistazo sobre el hombro y se dio
cuenta que un lado del rostro estaba rojo y los labios magullados de los juegos.
Pero al menos estaba vestido.
Antes de que cualquiera de ellos se moviera, se abrió
otra puerta. Minwoo salió disparado antes de que lo vieran, cuando su hermano
pequeño Aron se congeló en el umbral de la puerta. El oso sólo era unos pocos
años mayor que Taeheon, pero no parecía mucho mayor en forma humana.
Al instante destelló a su forma de oso.
Hyungsik maldijo en voz baja.
—No se permiten peleas en el Empire. —Siseó entre
dientes, cerrando la puerta para proteger a Minwoo mientras se movía para
quedarse entre ambos—. Ambos conocéis las leyes de eirini que nos gobiernan.
—Está marcado, lobo. Hazte a un lado.
Se detuvo ante el sonido de la profunda voz de Papá Oso.
Normalmente el oso era amigable y jovial. Pero el tono era completamente serio
y letal.
Taeheon destelló a su forma humana para enfrentar al
famoso Papá Oso.
—No hice nada malo. Esto es una mentira y todos lo
sabéis.
—Te has vuelto loco. —dijo Papá Oso—. Has amenazado a mis
cachorros y a mi compañera.
—No, no lo hice. Pero puedes decirle a tu puta que estoy
aquí por ella.
Papá Oso corrió hacia él.
Hyungsik se metió entre ellos y cogió a Papá cuando se
abalanzó. El oso era fuerte, pero el demonio en su interior le dio la habilidad
para sujetar al oso y evitar que matase a Taeheon.
Rugiendo en frustración, Papá golpeó a Hyungsik en un
costado con un buen puñetazo y fue por Taeheon.
Hyungsik estaba intentando incorporarse, pero le habían
rasgado el hombro y la sangre manaba desde su costado. Gah, dolía y ardía.
Los osos arremetieron nuevamente contra Taeheon. Solo
dieron dos pasos cuando una brillante luz destelló en el corredor.
Taeheon se preparó, listo para pelear, sólo para
detenerse cuando vio a Kevin y Dongjoon ahora en el corredor.
En forma humana, Kevin echó un vistazo al sangrante
hombro de Hyungsik y gruñó en voz baja.
—¿Hyunjong? ¿Te has vuelto loco?
Papá Oso, o Hyunjong como se llamaba en realidad,
destelló de vuelta a su forma humana mientras Aron permanecía como oso.
—Está marcado para morir. Nosotros te acogimos, lobo,
cuando no tenías nada. ¿Así es como nos pagas?
Los ojos de Kevin destellaron.
—No, Hyunjong. No he olvidado mi deuda para contigo o Mew.
Pero no me quedaré quieto y veré que le suceda esto a un inocente. Taeheon no
tiene clan al que regresar. Así que le ofrezco el mío.
Hyungsik se quedó atónito cuando oyó esas palabras. ¿Se
había vuelto loco? Ofrecerle techo a alguien buscado por el Omegrión era
suicida.
Papá Oso estaba tanto o más incrédulo.
—¿Lo respaldarías contra el decreto del Omegrión?
Kevin no vaciló en la respuesta. Su cara era severa y
mortal.
—Tú lo condenaste directamente.
Hyungsik miró más allá del hombro de Taeheon y sintió
como se escapaba la sangre del rostro cuando vio la intención en los ojos de Minwoo.
“No te atrevas a
meterte en esto.” Le proyectó mentalmente a Minwoo.
Como siempre, no le escuchó.
—¡No!
Se volvieron para ver a Minwoo en medio del corredor
detrás de ellos. Solo Taeheon y Hyungsik sabían en que habitación había estado.
Minwoo tragó cuando miró de su padre a Hyungsik.
—Papá, por favor. No hagas esto. Está mal y tú lo sabes. Taeheon
no supone una amenaza para nosotros.
—¿Estás loco, hijo? Está aquí para matar a tu madre.
Ahora se abrieron más puertas. Más animales llegaban para
investigar el disturbio. Esto se ponía cada vez peor para Taeheon.
—Nunca saldrás de aquí con vida. —Dijo Papá Oso en
advertencia—. Ninguno de vosotros.
Hyungsik miró a Minwoo.
¿Qué demonios vamos
a hacer?
Tómame de rehén.
Ese golpe le dejó sin aire.
¿Qué?
Ya me has oído, Hyungsik.
Tenemos que sacar a Taeheon de aquí antes de que lo maten.
Si lo hago, me
echarán de aquí. Para siempre.
Las lágrimas brillaron en los ojos.
Lo sé, bebé. Lo sé.
Pero si Taeheon muere, no seré capaz de perdonarme a mí mismo. Por favor,
ayúdale.
Quería gritar. Le estaba pidiendo demasiado. Y con todo
cuando miró a Taeheon que era tan joven… e inocente, supo que tenía razón.
No podían dejar morir al chico. Y más que eso, ahora que Kevin
y Dongjoon estaban allí intentando protegerle, también serían asesinados. Tenía
que proteger a sus hermanos a toda costa incluso aunque el demonio dentro suyo
se riera ante la propuesta de querer verlos morir.
¡Maldición!
Un latido de corazón después, lo agarró en sus brazos,
haciendo aparecer un cuchillo en las manos y sosteniéndolo entonces
amenazadoramente contra su garganta. La ironía de esto no se le escapaba.
Estaba a punto de perderlo de la misma manera que lo había conocido.
—No os atreváis a seguirnos —le advirtió a la familia— Lo
mataré si lo hacéis —. Se volvió a mirar a los otros tres. —Dongjoon, Kevin,
sacad a Taeheon de aquí.
Taeheon empezó a protestar, pero antes de que pudiera, Kevin
lo agarró por el cuello y destelló desde el corredor.
Hyungsik inclinó la cabeza contra la de Minwoo y quiso
sollozar por lo que estaban haciendo. Usando sus poderes, rastreó a sus
hermanos y los destelló a los dos a una oscura habitación sin ventanas.
No se si reír o llorar!
ResponderEliminarAhhhh
Todo tan complicado!!!!!
No se vale!
Noooooooooooo
Ahhhh
Minwoo bebé ~
por que salen tantos problemas y nada se soluciona espero y el lobo y el osito si puedan estar juntos
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