Luna Negra (DH10)-20




Minwoo hizo una pausa en su camino hacia la barra para mirar como Hyungsik saltaba encima del escenario sin apoyarse. Metiendo el cuaderno de pedidos en su bolsillo, mordió el lápiz que tenía en la boca ante la magnífica vista de su culo.

El lapicero se partió en dos. Escupiendo los pedazos de mina y madera sobre el trapo para las manos, se reprochó a sí mismo.

¡Qué asco! ¿Hay algo más asqueroso?

Y todo era por culpa de Hyungsik.

¿Qué hago?

Comerse con los ojos el mejor pedazo de culo de Nueva Orleáns.

Bueno, ahí estaba. Vio que sus músculos sobresalían cuando levantó un lado de la torre de altavoces, mientras el grupo lo deslizaba por el escenario.

—Maldición… ¿Alguna vez has tenido una mejor vista? —dijo Tara, la camarera humana estudiante universitaria, mientras se detenía a su lado—. Me encanta trabajar aquí. En días como este, creo que debería pagarles por el privilegio.

Minwoo se rió.

—Sabes, rara vez pienso en ello.

—Eso es porque estás emparentado con la mayor parte de la exquisita carne caliente de aquí. Penoso para ti. Porque para el resto de nosotros… —hizo un gruñido que desmentía su nacimiento humano.

Minwoo sacudió la cabeza. Tara aspiró bruscamente.

—Eso es, nene. Agáchate y recoge eso. Tómate tu tiempo, cariño. No hay prisa en absoluto. ¡Ooo, mamá!

Minwoo se echó a reír hasta que se volvió para ver a quién se dirigía Tara. La ira estalló cuando vio que la forma redondeada del trasero de Hyungsik se delineaba en los vaqueros ajustados. Peor, la camisa se le había subido para mostrar una interesante porción de la parte inferior de la espalda, de piel tersa y bronceada que él se moría por probar.

Tuvo un impulso repentino de arrancar el pelo a la humana por atreverse simplemente a echarle un vistazo. Incluso, quiso colgar un cartel alrededor del cuello de él que pusiera: Es mío. Mirar es arriesgarse a perder los ojos… y el pelo.

—Tenemos que volver al trabajo.

Tara puso mala cara.

—Aguafiestas —salió al trote para comprobar una mesa mientras Minwoo echaba otra mirada a Hyungsik. Al menos él estaba erguido otra vez. Pero con su peso sobre una pierna y las manos en las caderas, estaba incluso más sexy que antes.

Una imagen caminando hacia él y restregando su cuerpo al suyo la atravesó. En su mente, podía verle allí echando la cabeza atrás mientras deslizaba una mano sobre su robusto pecho, hacia abajo por esos perfectos abdominales hasta que pudiera introducir la mano en sus vaqueros y ahuecarle en ella.

Su cuerpo palpitó y se humedeció ante la sensación que provocó la idea misma. Mama había tenido razón. La excitación era casi imposible de resistir. Esto le dejaba hambrienta e irritable. Y no ayudaba que entraba en el celo otra vez. Era por lo que sus hermanos eran particularmente cuidadosos sobre el dejar que la gente se aproximara a él. Querían proteger el linaje tan estrechamente como lo hacían sus padres.

¿Entonces por qué no lo hacía?



La piel de Hyungsik se erizó por la poderosa sensación de ser observado. Esperando a algún enemigo, recorrió con la vista el club oscuro y se sorprendió al hallar a Minwoo mirándole abiertamente, como si quisiera comérselo de un bocado.

Eso estaba bien para él, pues no le molestaría tener un pedazo de ella tampoco.

—¡Tío!

Se giró ante el gruñido enojado de Colt. Adelantándose, tomó su lado correspondiente y ayudó a moverlo. Pero aún podía sentir a Minwoo observándole. Hacía que cada terminación nerviosa de su cuerpo chispeara y su entrepierna se hinchara al punto de dejarlo prácticamente cojeando.

Para cuando tuvieron el altavoz en su nueva posición, Minwoo ya se había ido.

Hyungsik quería maldecir.

Era lo mejor.

Sí…

De un salto bajó del escenario, para encontrase con Dongjoon, que le esperaba en la barra. Una furia instantánea lo abrasó. El bastardo vivía actualmente con Kevin y eso no precisamente no hacía que Hyungsik le quisiera más.

—¿Quieres algo? —preguntó groseramente Hyungsik, mientras cruzaba tras el mostrador para coger una cerveza. Otro de los beneficios de trabajar aquí. Alcohol gratis.

—Sí —Dongjoon se giró para enfrentarle—. Voy a abdicar en la manada.

Hyungsik se quedó helado y bajó la botella.

—¿Qué quieres decir?

Dongjoon suspiró, con los brazos en jarra.

—Mira, ambos sabemos que no soy lo suficientemente fuerte como para defenderme de cualquiera que me ataque con magia. Si no fuera por Kevin, no sería el jefe ahora. De todos modos, el rango de Regis Katagari debería ser tuyo. Es lo justo.

Hyungsik demostró su sarcasmo ante la oferta “magnánima” que lo insultaba hasta el fondo de su ser.

—No necesito tu maldita caridad.

—Entonces desafíame por él

Hyungsik mostró los dientes al gilipollas y su estupidez.

—No me tientes. Si lucho contra ti, socavo el poder de Kevin y no pienso hacerlo. — Acabó con su cerveza y fue a tomar una bayeta para ayudar a Taeheon a limpiar mesas.

Dongjoon fue tras él.

—¿Por qué me odias tanto? ¿Qué mal te he hecho?

Tú estuviste con Kevin, cuando él me necesitó para ayudar a proteger a Kwanghee. Y él estaba con Kevin cuando Hyungsik necesitó que Kevin le ayudara. Pero nunca admitiría esa herida ante nadie. Era suya para soportarla, no para compartirla con otros y que pudieran burlarse de él.

Cuando no respondió, Dongjoon le recorrió con una mirada de disgusto, mientras Hyungsik limpiaba una mesa cercana.

—¿Sabes qué, Hyungsik? Me importa una mierda. Tú sigue comportándote como un gilipollas todo lo que quieras. No me importa. Quédate aquí, encabronado entre los osos. A mí no me afecta para nada, pero déjame decirte algo. Yo nunca tuve lo que Kevin y tú tenéis. Nunca he tenido un hermano cuidándome las espaldas, nunca. De hecho, deberías conocer a otro querido hermano y ver la pieza que es. Sólo para tu información, fue el primero en lanzarse contra mi espalda cuando comprendió que yo era Katagari. Perdona el juego de palabras, pero él me lanzó a los lobos y fue por mi yugular. Así que si quieres ser tan humano como él, apreciaría que primero me avisaras.

Hyungsik miró como Dongjoon se marchaba. Quería darle una descarga. Derribarle y abrirle la garganta.

Pero eran hermanos.

Dongjoon vino hasta aquí y ofreció abdicar como líder. Hyungsik conocía al lobo lo suficiente para saber que no se echaba atrás fácilmente. Había sido un golpe enorme para su ego hacer esa oferta.

Deja de ser un idiota Hyungsik. Su hermano estaba tratando de hacer las paces.

Hyungsik miró a lo lejos, tratando de imaginar lo que había sido para Dongjoon estar en la manada con ellos estos últimos siglos, sabiendo que eran su familia y sin decir nada al respecto.

¿Por qué? ¿Por qué lo habría hecho?

Queriendo una respuesta, fue tras él. Le alcanzó afuera, donde Dongjoon destrababa su motocicleta mientras sostenía el casco en un puño apretado.

—¿Quieres algo?

Dongjoon se detuvo.

—¿Por qué nunca nos dijiste la verdad?

—Ya respondí a eso —dijo Dongjoon despectivamente—. La última vez que un hermano mío descubrió lo que era, me traicionó y trató de matarme, y ese era el hermano con el que me crié. Al que solía proteger cuando el resto de la manada quería golpearle por ser parte Katagari. Así mismo, nuestra hermana me escupió en la cara y hundió su daga entre mis costillas, la misma hermana a la que habitualmente protegía de nuestra madre y de todos los demás. Así que no esperaba nada mejor de vosotros. Muchas gracias por no decepcionarme, gilipollas.

Hyungsik no supo porqué, pero esas palabras fueron la gota que desbordó el vaso. La rabia se apoderó de él con ganas, y antes de darse cuenta de lo que hacia, se lanzó contra Dongjoon. Rodeándole con los brazos la cintura, le tiró al suelo y procedió a sacarle la imbecilidad a golpes.



Minwoo contuvo el aliento al ver una imagen de Hyungsik recibiendo un golpe en la cabeza.
Estaba luchando fuera. Todo lo que podía ver era un borrón de partes corporales y cuero negro.

Antes de que pudiera pensarlo mejor, corrió a la puerta donde le vio con Dongjoon al otro lado de la calle, luchando entre ellos con todo lo que tenían. En el momento que dio un paso hacia fuera para detenerles, Taeyang lo sostuvo contra él.

—Suéltame —exigió, tentado de darle un pisotón. Si estuviera calzando cualquier otra cosa que no fueran sus botas con puntas de acero de motociclista, lo hubiera hecho. Pero con ese calzado, no sentiría nada y él se lastimaría el talón.

La experiencia con Donghyun se lo había enseñado.

Él apretó el agarre.

—Deja que ellos se arreglen, Minwoo.

Dejando de resistirse, le miró.

—Se harán daño.

—Muy probable, pero tienes bastantes hermanos para saber que a veces necesitamos darnos golpes en la cabeza entre nosotros. Es nada menos que un imperativo moral.

Era cierto. Él mismo nunca había entendido la compulsión, pero por alguna razón un hermano decía algo o miraba raro al otro y entonces allá iban. Al menos hasta que Papá los separara.

—¿Por qué están peleando?

Taeyang se encogió de hombros mientras lo soltaba y se alejaba un paso para volver a apoyarse contra la pared que tenía detrás. Cruzó los brazos sobre el pecho y dobló una rodilla, para apoyar también el pie contra el muro.

—No tengo idea. Pero estoy apostando por Hyungsik

A Minwoo no le causó gracia.

—Entonces, ¿cómo sabes que esto es lo mejor?

—Porque vi la mirada en los ojos de Hyungsik cuando fue por Dongjoon. Es la misma que tengo yo justo antes de administrarle una paliza a Donghyun.

Minwoo rechinó los dientes con frustración, pero Taeyang tenía razón. Conocía esa mirada de cerca y la usó en un par de ocasiones.

—Papá siempre os separa.

—Sí, y si van demasiado lejos, lo haré. Pero creo que ellos necesitan sacar esto de sus sistemas.

—¿Y si se transforman en lobo mientras están peleando en la vía pública?

—Nos ocuparemos de eso en caso de que ocurra.

Minwoo no estaba tan seguro mientras observaba como Dongjoon levantaba a Hyungsik y le tiraba contra el suelo. Hyungsik se puso de pie de un salto y asestó a Dongjoon un golpe tan duro que hasta a él le dolió. Parecía como si estuvieran tratando de matarse a puño limpio.

¿Qué diablos estaban pensando?



Hyungsik golpeaba a Dongjoon con una vida de cólera contenida. Por las veces que Dongjoon le había mostrado el dedo o había articulado las palabras con la boca durante siglos y Kevin le había detenido de atacar al pequeño imbécil. Por las veces que él había necesitado a Kevin en el reino de las tinieblas y había sido forzado a luchar contra los demonios solo…

Todo salió a la superficie.

Pero mientras golpeaba otras imágenes le asaltaron. Dongjoon tratando de enfrentarse a su padre, cuando nadie más lo hizo. Dongjoon quedándose con ellos cuando Yewoon había muerto…

Dongjoon luchando junto a ellos…

Hermanos.

Lanzó un golpe al mentón de Dongjoon que lo lanzó directamente de espaldas al suelo del aparcamiento. Se puso de rodillas y retorció el puño en la camiseta negra de Dongjoon, con la intención de golpearle de nuevo. Pero al verle el rostro se detuvo.

Había un corte sobre su ojo derecho por el que manaba sangre que bajaba por su sien.. Sus labios estaban partidos, sus dientes ensangrentados. Hematomas se estaban formando en la barbilla y las mejillas.

Y aunque sus ojos escupían veneno, Dongjoon no se había transformado en lobo. La humana era su forma más débil y sin embargo luchaba contra él como un hombre.

No estaba peleando para herirlo de gravedad o para ganar…

No para lastimarme…

Los ojos oscuros de Hyungsik se trabaron con aquellos misteriosos turquesa. La vergüenza se apoderó de él ante sus actos. Había atacado a Dongjoon como un patético humano con los sentimientos heridos.

No, había atacado a su hermano como un demonio desbocado.

Bajando el puño, soltó el agarre en la camiseta de Dongjoon y lo dejó caer sobre la acera.

—¿Ya acabaste? —se burló Dongjoon mientras yacía allí—. ¿Eso es todo lo que tienes, marica?

Hyungsik se mofó del insulto.

—Eres un imbécil de mierda.

—Y tú eres un gilipollas.

Hyungsik se sentó sobre sus posaderas y los dos comenzaron a reírse en mitad de la calle, sangrando. Ni siquiera estaba seguro de porqué encontraba lo patético de la situación tan gracioso, pero así era.

Cuando se limpió el labio ensangrentado, siseó por el dolor.

—Tu gancho de izquierda es impresionante.

Dongjoon se giró a un costado para escupir sangre en la acera antes de incorporarse para sentarse.

—Puedo decir lo mismo del tuyo.

Hyungsik sacudió la cabeza al notar cuán doloridas estaban sus costillas por los golpes de Dongjoon. A pesar de la carencia de habilidades y capacidades psíquicas como Were Hunter, el pequeño bastardo era un excelente luchador.

—No puedo creer que de entre todos los lobos del universo seas tú mi hermano.

—Sí, pues tampoco conseguí exactamente lo más selecto de la camada.

Hyungsik volvió a reír.

—No, no lo hiciste. Los destinos te jodieron allí.

Dongjoon entrecerró los ojos mientras probaba sus dientes flojos con el pulgar. Escupió más sangre.

—¿Entonces seguimos siendo enemigos?

Hyungsik vaciló. Una parte de él quería seguir odiando a Dongjoon, pero el problema era que no sabía el porqué.

¿Era en verdad tan humano que podía odiar sin ninguna razón? ¿O era el demonio dentro de él quien quería la cabeza de Dongjoon?

Al final, fue el saber que era de su familia lo que prevaleció sobre todo lo demás. Para bien o para mal, tenían la misma sangre. Y para un lobo, eso era lo más importante.

Hyungsik le ofreció la mano.

—Hermanos.

Dongjoon se la estrechó.

—Adelphos.

Hyungsik tiró de él, para poder abrazarlo de una forma que solo había reservado para Kevin y Yewoon.

—Pero esto no significa que me caigas bien.

Dongjoon le empujó.

—No te preocupes. A mí no me gustas tampoco, cretino. Pero mataría para protegerte.

Hyungsik le dedicó una sonrisa ladeada.

—Lo mismo digo. —Se puso de pie y luego le tendió la mano a Dongjoon.

Dongjoon la apartó de un golpe.

—No soy tu pareja, lobo. Me puedo levantar solo.

Hyungsik escupió un poco de sangre. Sí, su mandíbula iba a estar dolorida durante al menos una semana y no habría ningún alimento esta noche que requiriera mucha masticación.

Fijó una penetrante mirada sobre Dongjoon.

—Somos demasiado parecidos para llevarnos bien.

—Eso es lo que dice Kevin. —Dongjoon recogió el casco de la acera donde había caído cuando comenzó la pelea. Tiro los restos de tierra fuera del casco antes de ponérselo.

—¡Oye!

Dongjoon se detuvo.

Hyungsik le extendió la mano otra vez y cuando Dongjoon la tomó, le atrajo dándole un rápido abrazo masculino.

—La manada es tuya.

Dongjoon resopló.

—Realmente no te veo de mi subordinado. En ningún momento.

—Ni yo. Pero ya no soy parte de la manada. Me declaro independiente.

Dongjoon levantó la visera del casco.

—Eso es un suicidio.

—No. Estoy aquí —indicó el Empire por encima del hombro—. Necesito un tiempo para aclarar mis ideas. Cuando lo consiga, regresaré. Pero por ahora creo que esto es lo mejor para mí.

Dongjoon le dirigió una penetrante mirada dubitativa.

—Si tú lo dices. Se lo diré a Kevin. —Bajó la visera, levantó una pierna sobre la motocicleta y arrancó.

Hyungsik retrocedió cuando Dongjoon abrió el regulador y lo encendía. Fue entonces que se dio cuenta que Minwoo estaba parado al otro lado de la calle con Taeyang, observando cada uno de los movimientos que habían hecho.

Repentinamente se avergonzó, metió las manos en los bolsillos y se les acercó.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Taeyang sarcásticamente.

—Sí. Gracias por no interferir.

El oso encogió los hombros.

—¡Eh! lo entiendo. Desearía que alguien me dejara hacer eso con un par de mis hermanos.

Minwoo dio un paso al frente mientras soltaba un suspiro exasperado.

—Te ves horrible —se aproximó y le tomó de la barbilla ladeándola para poder observar su ojo derecho, que palpitaba y picaba—. Gezz. Carson tiene que ver esto.

—No soy un minino, Minwoo. Las he tenido peores y se han curado solas. Esto también se pasará.

Minwoo soltó su barbilla y él gruñó.

—No te ofendas, pero odio al macho Hyungsik. Realmente lamento que no lo encierres en un armario, con candado en la puerta y que pierdas la llave.

Taeyang se reía.

—Lo siento, lobo. Nosotros somos la razón por la que él se comporta así.

—Está bien. Mientras no me golpe o me muerda, estaremos bien.

Taeyang suspiró bruscamente.

—Hombre, el sexo con un lobo debe ser duro.

—Si, pues aun no quiero saber cómo lo hacéis los osos.

Minwoo hizo un sonido de angustia.

—¿Disculpen? ¿Chicos? ¿Todavía estoy aquí, saben?

Taeyang sonrió malvadamente.

—Sí, lo sabemos. Pero no nos importa.

Enfadado, se dio la vuelta y se marchó.

Hyungsik quiso detenerlo, pero hacer eso delante de Taeyang no sería la acción más inteligente. Y un trasero azotado por noche era lo mejor por el momento.

—¿Por qué no vas arriba y te das un baño? Tómate un tiempo libre. Al amanecer puedes ayudar a cerrar.

—Gracias —Hyungsik volvió al interior.

Taeheon se detuvo en cuanto le vio.

—Recuérdame no molestarte.

Hyungsik le ignoro mientras volvía a su habitación. Se sorprendió al encontrarse allí a Minwoo, esperándole.

Él cerró la puerta rápidamente antes de que alguien pasara y lo viera ahí.

—¿Qué estás haciendo?

Él le mostró una botella de peróxido y un contenedor con bolas de algodón.

—Estaba preocupado por ti. Señor Gran macho —arrastró la silla del pequeño escritorio—. Ahora siéntate.

—Minwoo…

—Siéntate, lobo. —Era el tono más áspero que él había escuchado de Minwoo en mucho tiempo—. Pudiste haber vencido a Dongjoon, pero yo puedo vencerte a ti.

Sí, claro. Casi era gracioso. Sin embargo, sabía lo que había hecho… los lobos no atacaban a las parejas a menos que trataran de matarlos o a alguien que estuviera bajo su protección. Por lo que estaba a salvo y él indefenso.

Suspiró y se sentó como le había ordenado.

Minwoo inclinó el peróxido para humedecer la almohadilla de algodón.

—¿Qué es lo que pasa con vosotros los machos que tenéis que luchar así?

—¿Estamos desquiciados?

—Aparentemente.

Hyungsik siseo cuando él tocó un punto particularmente sensible.

Minwoo hizo un sonido exasperado.

—Deja de lloriquear, como un gran bebé. Si vas a pelear, al menos actúa como cuando te hieren.

Le lanzó una mirada airada. Él tocó un nuevo punto no menos doloroso, pero esta vez simplemente tensó el cuerpo.

—¿Podrías explicarme por qué los dos os comportasteis así?

Hyungsik se encogió de hombros.

—Hay una parte de mí que le odia.

—¿Por qué?

—No lo sé. ¿Alguna vez has tomado el camino incorrecto?

—Sí. Contigo hace mucho tiempo. Pero date cuenta que todavía no te he golpeado en la cabeza.

Él separó su mano de la cara para poder alzarlo y mirarlo.

—¿Entonces por qué sigues a mi alrededor?

—Debe ser por el golpe que me dio Donghyun hace trece años. La conmoción cerebral debió ser más profunda de lo que cualquiera de nosotros pensó.

Le tomó por los costados y tiró de él haciendo que avanzara hasta sentarlo a horcajadas sobre el muslo izquierdo. Maldición, era el joven más bonito que alguna vez había visto y en todo lo que podía pensar era rasgar su camisa para poder saborearlo.

Minwoo dejó caer el algodón que tenía en la mano cuando él capturó su mirada. La contemplación de sus ojos chamuscaba y combinada con su propio calor…

Él tomó la botella de su mano y la dejó a un lado. Despacio, le acunó la mejilla con la mano. Minwoo inclino la cabeza para poder besarle.

Minwoo gimió por lo bien que sabia y le sentía bajo sus piernas. Gimoteó cuando su parte sensible entró en contacto con los músculos de su muslo. El dolor era insoportable.

Él gruñó, cuando su rodilla rozó ligeramente el bulto dentro de sus vaqueros.

Hyungsik no podía pensar más que en deslizarlo entre los brazos y probarlo totalmente. Sí, esto hizo que sus hinchados y magullados labios dolieran, pero no le molestó. No cuando el dolor en su ingle se imponía a aquel dolor minúsculo.

Por su olor, él sabía que estaba en celo. Podría tenerlo en un instante. Siempre que una pareja Katagari estuviera en celo, su necesidad de compañero era muy intensa.

Minwoo se apartó de sus labios pellizcándolos con los dientes antes de enterrara el rostro en su cuello. Rozó ligeramente el lóbulo de su oreja. Los escalofríos recorrieron todo el cuerpo de él.

—Hyungsik, te deseo —jadeó en su oído.

—No podemos hacer esto.

—Lo sé —desabotonó sus pantalones y abrió la cremallera para poder tocarle.

En aquel momento, él no supo nada más. Puso los ojos en blanco al sentir su suave mano acariciándole. ¿Dioses, cuanto hacia que no le tocaban?

Él mordió su labio antes de enterrar la cabeza en su cuello para olerlo.

Minwoo se estremeció al sentir la lengua de Hyungsik sobre su piel. Sintió como la desabrochaba los pantalones y hundir su mano para tocarlo, grito de placer. Levantó ligeramente las caderas para que él pudiera deslizar un dedo dentro profundamente. Nadie lo había tocado ahí antes.

Recorrió la longitud de su pene, dejando que su humedad la cubriera los dedos mientras la caricia le hacía más grande. Su cuerpo lo quería dentro, pero el último vestigio de cordura le decía que no podían hacerlo. Si lo penetraba, podrían ser emparejados.

Era algo que no podían permitirse.

Así que se contentaría con esta momentánea intimidad mientras se deleitaba acariciándole.

Hyungsik inclinó la cabeza hacia atrás mientras Minwoo le recorría con la lengua la garganta hasta la barbilla. Sintió como si estuviese muriéndose. Su cuerpo estaba en llamas, y le enseñó como acariciarle.

Maldición, aprendía rápido. Y sentir su mano sobre él, mientras que su lengua llegaba a su oído era más de lo que podía soportar.

Hyungsik se levantó tan rápido que apenas tuvo tiempo de cogerlo antes de que cayera al suelo. Lo puso sobre el escritorio, tirando la botella de peróxido al piso donde el contenido se derramó hacia la rejilla de ventilación. Pero no se preocupó. No cuando su cuerpo temblaba y rogaba por algo que podría matarlos a ambos.

Pero su vista se posaba en sus pantalones…

Los ojos de Minwoo eran oscuros y atractivos mientras le miraban.

—Por favor, Hyungsik. No puedo soportarlo más. Esto me está matando.

Él sabía que la sensación y el hecho que estuviera en celo lo empeoraban. Condenándose por la estupidez, le quitó los pantalones.

Minwoo sintió como su cara se sonrojaba cuando Hyungsik le ocultó su hambrienta mirada. Él se arrodilló delante mientras separaba sus piernas y deslizaba las manos por encima de sus muslos hasta el centro de su cuerpo.

Sostuvo su mirada cautivándole cuando lo tomó en su boca. Minwoo aulló de placer. Hundió la mano en el pelo de él y lo sostuvo contra su cuerpo mientras su lengua alimentaba el fuego interior.

Hyungsik nunca había probado nada mejor. Lo devoró, explorando cada parte hasta que su olor se marcó en el. Y cuando finalmente tuvo un orgasmo, él no se detuvo hasta obtener su última gota.

Minwoo se apoyó jadeando contra la pared, mientras su cuerpo regresaba lentamente a la normalidad. Pero vio el dolor que todavía había en los ojos de Hyungsik. Su miembro todavía duro.

—¿Necesitas ayuda con esto?

Él cogió su mano.

—No eres gracioso, Minwoo.

Minwoo aspiró bruscamente mientras él conducía su mano para que le ahuecara. Ahora era enorme. Era una de esas cosas que sabía de los lobos. Sus penes crecían cada vez más durante el sexo, y después de liberarse tardaban varios minutos antes de que ellos pudieran volver a un estado normal.

Hyungsik enterró la cabeza en su cuello al tiempo que empujaba las caderas hacia su mano. El parecía una bestia salvaje y eso le maravilló, cuanto le gustaría tenerlo profundamente dentro de él.

Cuando finalmente él llegó al orgasmo, gritó su nombre. Minwoo le sostuvo cerca, manteniendo la presión de la mano mientras él le necesitara.

Hyungsik levantó la cabeza para encenderla con una mirada de ternura.

—¿Qué hemos hecho?

Minwoo le besó gentilmente.

—Nada. Esto no puede emparejarnos.

Hyungsik no estaba seguro sobre eso. Pero al fin y al cabo su palma no ardía con la marca. Al menos aún no. Alejándose, se cerró rápidamente la cremallera de los pantalones, tan rápido que se pilló.

—¡Mierda! —gruñó, a pesar de estar agradecido por el dolor. Necesitaba que la sangre regresara a su cerebro.

Minwoo encontró su fija mirada y él vio las lágrimas brillar en sus ojos.

—Te amo, Hyungsik.

Apretó la mandíbula para impedir decirle que él también lo amaba. Eso lo debilitaría más.

—¿Qué vamos a hacer?

—Ni idea. No lo sé. —bajó del escritorio para recuperar sus pantalones y ponérselos.

Todo lo que Hyungsik quería hacer era tomarlo entre los brazos y sostenerlo durante el resto de la eternidad.

Hyungsik tomó su medallón y se lo dio.

—No pueden atraparnos juntos. Tu madre es la Principal Regis Ursulan y mis hermanos gobiernan ambas sedes de los Lykos. Si se enteran, Phoenix podría anular cada tratado que tiene con ellos.

Minwoo asintió mientras se sujetaba los pantalones.

—Esto contaminaría nuestros linajes.

Él le lanzó una mirada ardiente.

—Eso me importa una mierda —tomó su cara entre las manos.

—A mí tampoco.

—¿Minwoo?

Ambos miraron hacia la puerta cuando oyeron la voz de Mamá Ha en el pasillo.

¡Ah, mierda! Esto era malo.

—¿Dónde está ese muchacho?




3 comentarios:

  1. Wi~ los hermanitos lobos se partieron la carita a madrazos! Pero todo fue con mucho amor filial (?)
    Ahhhhhh
    Sexo oral!!!! Oh si!!!!
    Ahhhhhh
    Le dijo que lo amaba!!!
    Maldito lobo insensible!!!!
    No le respondió!!!!
    Ahhhhhh
    Y llega mamá osa!!!!!!
    Jum~
    :/

    ResponderEliminar
  2. por que no se dieron mas fuerte queria ver mas sangre bueno ya hicieron las paces

    ResponderEliminar
  3. Pues con sus hermanos...sigo pensando lo mismo de Sik...que idiota
    Acaso cree que solo él ha sufrido? Que él es el unico al que le pasan cosas malas?...puff,debe dejar de verse asi mismo y ver a los demás,sino a todos,al menos a los que son su familia....la de verdad....pero bueno,esos golpes ayudaron...de vez en cuando necesitan unos.
    Woooóow
    Cda vez avanzamos más,pero cada vez estan es más riesgo al ser decubiertos...ya quiero que Minwoo o Sik les den la buena nueva o que ya se enteren de una vez...quiero que el infierno se desate y sean felices.

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...