—Me tengo que ir —susurró antes de desvanecerse.
Hyungsik maldijo. Pero apenas Minwoo se había ido, Mamá Ha
abrió la puerta de la habitación. Él uso sus poderes para camuflar lo que
acababan de hacer.
Al menos esperaba que así fuera.
Mew exploró la habitación con suspicacia.
—¿Dónde está Minwoo?
Él sabía que no podía negar que hubiera estado allí ya
que su olor era más que evidente a los sentidos aumentados de Mew y aunque
podía enmascarar la mayor parte, no podía quitar cada rastro de él.
—No lo sé. Me trajo peróxido y desapareció.
Eso era verdad, y así Mew no podría oler la mentira en
él. Simplemente excluyó algunos detalles importantes.
Mew suspiró.
—Hay otra reunión de osos abajo para que tome compañero.
Juro que nunca esta donde debe estar.
Hyungsik tuvo que controlar su temperamento ante aquellas
palabras, así como el impulso de bajar en busca de una piel de oso.
—Si vuelve a por el peróxido, le avisaré.
—Por favor hazlo.
Él notó una extraña nota en su voz.
—¿Hay algo mal?
—Non.
Pero él sabía que mentía.
—¿Qué sucede?
—Nada —ella se fue cerrando la puerta.
Frunciendo el ceño, Hyungsik abrió la puerta y la observó
alejarse y a Taeheon subiendo la escalera. Mew le hizo una mueca al Tigard,
pero no dijo nada.
Taeheon, por su parte, hizo un gesto obsceno a su
espalda. Se detuvo cuando comprendió que Hyungsik le había visto.
—¿Qué es lo que hay entre vosotros dos?
Taeheon se encogió de hombros.
—Ella cree que soy un monstruo. Yo pienso que es una
perra. Mew no cree que las especies deban mezclarse y me odia por ser un
híbrido.
—Ella me acepta.
—Soy un poco diferente a ti.
Hyungsik resopló.
—No lo tomes a mal, Taeheon, pero eres muy diferente a
todo el mundo.
Marvin subió corriendo las escaleras con un plátano.
Saltó al hombro de Taeheon y señaló a Hyungsik con el plátano como si fuera un
arma. Eso habló por sí solo. Y ambos fueron golpeados.
—¿Por qué te quedas aquí?
Taeheon tomó el plátano de Marvin para pelarlo y dárselo
al primate.
—Por la misma razón que tienes tú.
—¿Y es?
Taeheon echó un vistazo hacia la escalera.
—Él es la única persona o animal que he conocido que
realmente es amable. No tengo ninguna familia y cuando fui traído aquí no
confiaba en nadie. Todavía no lo hago. Excepto en él.
Minwoo. Él no dijo su nombre porque no tenía que hacerlo.
Era el único con quien Taeheon realmente hablaba.
—¿Lo amas?
—Como hermano y amigo. Moriría para protegerlo. —Taeheon
se acercó un poco más y bajó su voz—. He visto como se miran y eso me asusta.
—¿Por qué?
—Porque está bien visto que un Katagari se mezcle con un
Arcadian. Pero mezclar especies… tómalo de alguien que está cruzado, no quieres
pasar por eso. Y si no es por él, piensa si los Destinos son tan fríos como
para daros hijos. El odio de los demás volvió a mi madre loca y al final ella
me odio a mí por ello.
—No somos compañeros, Taeheon. Y sabes tan bien como yo
que no tenemos control sobre ello.
—Por supuesto que lo tienes. Si no dormís juntos, no os
emparejáis. Eso lo controlas. —rompió un trozo de plátano y se lo dio a
Marvin—. Confía en mí, lobo. Aléjate de él por el bien de ambos. —Taeheon le
dejó y se dirigió a su habitación.
Esa era una advertencia que realmente no necesitaba.
Hyungsik regresó a su habitación mientras aquellas
palabras resonaban en sus oídos. El problema era que, no había sentido tanto
por ninguna otra pareja. Parecía como si los Destinos los hubieran emparejado…
¿Qué voy a hacer?
Al adentrarse un poco más vio una sombra en una de las
esquinas. Esta avanzó hacia la luz para mostrarle a la última persona que
esperaba ver.
Jiyong.
Hyungsik avanzó dentro de la habitación, asegurándose de
no mostrar a Jiyong ningún signo de hostilidad.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Jiyong se apoyó casualmente en el escritorio. Cruzó los
brazos sobre el pecho mientras sondeaba con la mirada a Hyungsik.
—Sólo viendo cómo te va. Quería saber si el demonio iba
ganando y si necesitábamos matarte a causa de ello.
—Encantado de verte a ti también. Veo que este tiempo
apartados no te ha vuelto más encantador.
—Ah, puedo ser encantador. Simplemente elijo no serlo. La
gente empieza a pensar que te gustan y luego, cuando los apuñalas por la
espalda lo toman como algo personal. Eso realmente me molesta.
Hyungsik se sentó en la cama y comenzó a sacarse las
botas.
—Haces eso a menudo, ¿no es verdad?
—Chico, no me hagas pegarte—. Cruzó una larga pierna
sobre otra.
Hyungsik tiró las botas a un lado y se rió.
—¿Qué edad tienes?
—No necesitas saber nada sobre mí. Es mucho más seguro de
esa manera.
—¿Más seguro para quién?
—Definitivamente para ti—. Había una corriente mortal en
la voz de Jiyong. —Sólo hay dos, tal vez tres entidades que me amenazan. Y tú
no eres ninguna de ellas.
Entendido. Hyungsik se apoyó hacia atrás mientras
estrechaba la mirada en Jiyong. Honestamente, se estaba cansando de este
intercambio sin sentido.
—Entonces, ¿para qué estás aquí realmente? ¿Tienes otra
asignación para mí?
—No. Sólo una advertencia.
—¿Para qué?
Jiyong se rascó la barbilla como si sólo estuvieran
disparando mierda entre ellos y no manejando información que podría resultar
vital.
—Uno de los engendros del demonio de aquí convocó a Jaden
haciéndolo salir de su hoyo.
Ese era un nombre que Hyungsik no había escuchado antes.
—¿Jaden?
Una sonrisa maliciosa curvó los labios de Jiyong.
—Es un… agente de demonios. Negocia con la fuente
primaria para conseguir poderes y otras cosas para los demonios. Personalmente,
detesto al bastardo y él no siente cariño por mí tampoco. Dado que eres nuevo
en todo esto, quería advertirte que te mantuvieras fuera de su camino.
—¿Por qué?
—Es suficiente con decir que es muy reconocido por usar a
mi gente como blanco de práctica. No cree realmente que esté en el tope del
tope, así que os ve como estúpidos peones.
—¿Tiene alguna razón para pensar eso?
—No realmente. Es sólo otro gilipollas con el que tengo
que lidiar. Creo que son las cicatrices de la niñez las que no lo dejan creer
en nada. O tal vez es un desorden de stress post-traumático o simple daño
cerebral. Al final del día, me importa una mierda, pero es letal, así que
mantente alejado.
—¿Y cómo lo reconoceré? ¿Por alguna casualidad vestirá camisas
con su nombre en ellas?
Jiyong rió.
—Maldición, lobo, me encanta tu sarcasmo. No, su madre no
le cosió el nombre encima o en las camisas. Pero no puedes pasarlo por alto. Un
bastardo alto con un ojo marrón y el otro verde. Realmente desagradable. Tiene
un collar de esclavo y un aura de poder que destila una divinidad que no posee.
También maneja un humor demoníaco en todo su ser.
Sinceramente adorable. Hyungsik ya podía relajarse.
—Entendido y anotado.
—Bien. Ahora tendrás que ir con extremo cuidado. Si fue
convocado aquí, es que alguien está jugando con fuego y están detrás de algo
altamente brutal que requiere mucho poder para conseguirlo. Eres uno de los
tres Hellchasers estacionados aquí y espero que los tres juguéis limpio y
hagáis de bomberos.
—¿Bomberos?
—Sí. Cuando los fuegos del infierno se desborden,
vosotros tendréis que contenerlos.
Maldición, era demasiado era pensar que pudiera funcionar
una simple manguera.
—¿Los otros Hellchasers tienen nombre?
—Wonbin y Wynter. Ya conociste a Wynter y estoy más que
seguro que no te gustará Wonbin en absoluto.
—¿Por qué?
—Es un Lycos Arcadianno.
La noticia lo golpeó como una patada al hígado. Durante
un minuto, no se pudo centrar mientras lo recorría una furia al rojo vivo.
—Pensé que era el único que tenías.
Jiyong sonrió malvadamente.
—Wonbin es un hombre lobo, tú eres un lobo que puede
convertirse en hombre. Aunque para la mayoría no hay mucha diferencia, en
nuestro mundo sí la hay. Pero si te hace sentir mejor, vosotros sois los únicos
Were-Hunters que tengo en lista. Además, hay políticas de por medio, por lo
cual Wonbin no puede ser utilizado contra Phrixis.
—Te gusta esa palabra, ¿no es así?
—¿Phrixis? Difícilmente. Ni siquiera es una palabra
atractiva de pronunciar.
Hyungsik le lanzó una mirada cómica.
—Reglas.
—Si eso es lo que quisiste decir, ¿por qué no lo dijiste
así?—Refutó Jiyong irritadamente—. Y para contestar a tu pregunta, no, en lo
más mínimo. Detesto los juegos, pero mi existencia es un eterno estudio de una
partida de ajedrez de altos coeficientes. Nosotros movemos, ellos contrarrestan
y viceversa. Dios nos ayude si el enemigo alguna vez captura a nuestro rey… y
que quede constancia, que ese sería yo. No dejes que eso suceda porque te iría
muy mal.
—Mantendré los ojos abiertos.
—Bien, lobo. Y aquí otro consejo que te voy a dar.
—¿Y eso es?
—La marca que te puse hormigueará cada vez que un demonio
se te acerque, como advertencia. Cuanto mayor sea la sensación, más poderoso
será el demonio.
—Pero no mataré al demonio, sólo lo golpearé con mi
espada.
Jiyong inclinó la cabeza sarcásticamente.
—Ahora estás empezando a entenderlo. En fin, ¿cómo les
está yendo a ti y a tu demonio interior?
—No me ha poseído todavía.
—Bien. Mantenlo de esa manera. Odiaría tener que matarte
siendo tan reciente nuestra relación.
Hyungsik arqueó una ceja ante eso.
—¿Tenemos una relación? ¿Eso quiere decir que me
arrinconarás?
—Oh, clavaré tu trasero en la pared más cercana. Eso
realmente iluminaría mi, de otro modo, nauseabundo día. ¿Quieres?
—No te preocupes. No estoy de humor y detestaría tener
que hacer que te esforzaras tanto.
Jiyong sacudió la cabeza.
—Cuídate las espaldas, lobo. Hay una sombra sobre este
lugar y los osos están acumulando enemigos más rápido que las ventas de
descuento en Wal-Mart. Cuando llegue el momento, va a ser sangriento.
—No lo preferiría de otra manera.
—No seas tan arrogante. Mucho antes de ser este dechado
de sofisticación ante ti, era un señor de la guerra. Puse más sangre en la hoja
de mi espada que la Señora Guillotina. La única cosa que todas las batallas me
han enseñado es que ninguno sale sin una cicatriz. Ninguno.
Hyungsik se detuvo mientras se daba cuenta de cuanta
razón tenía Jiyong. Kevin utilizaba un dicho similar. En la pelea, todos salen
sangrando.
—Cuídate las espaldas, lobo, y recuerda, cuando llegue el
momento de escoger bandos, asegúrate de elegir bien.
Al amanecer, Hyungsik se encaminó escaleras abajo para
ayudar a limpiar y cerrar.
Aunque el Empire técnicamente estaba abierto las 24
horas, los 7 días de la semana, para los seres sobrenaturales, ellos cerraban a
las 4:30 A.M. y abrían a las 10:00 A.M. para los humanos. Mama Ha y Papa
estaban en modo de espera en la Casa Ha durante las horas de descanso.
Entró al bar al mismo tiempo que el hermano mayor de Minwoo,
Juntae, quien era casi indistinguible en apariencia entre los cuatrillizos,
venía trayendo una bandeja con vasos de la cocina.
Le agradeció por sujetarle la puerta.
—Puedes ayudarle a Minwoo a terminar. Yo ya terminé por
esta noche.
Hyungsik asintió mientras veía a Minwoo quitarle un trapo
a Taeheon y empujarlo hacia la puerta. La música se escuchaba en un bajo nivel
desde la consola.
—Taeheon, vete. Has cargado con catorce horas con sólo un
pequeño receso. Vete a dormir.
Aún así, Taeheon vaciló.
—No deberías quedarte solo aquí abajo.
Miró tras él para ver a Hyungsik.
—No estoy solo.
Taeheon se volvió para mirarlo, luego apretó la
mandíbula. Asintiendo hacia Minwoo, hizo lo que le pedía.
Hyungsik frunció el ceño cuando Taeheon se transportó,
luego se movió hacia donde estaba Minwoo colgando una toalla blanca sobre el
hombro.
—Me cae bien, pero es un chico extraño.
—Lo sé. Aunque créeme, tiene sus razones para serlo.
Sin duda, dadas las historias que había escuchado. La
mitad de los Were-Hunters que trabajaban ahí pensaban que el tigard había
asesinado a sus propios padres. Mew no lo soportaba y Papa Oso parecía
mayormente ambivalente, él le prestaba un poco más de atención que los otros.
—Eres el único con quien en realidad habla.
Minwoo se movió para levantar una silla, virarla y
ponerla sobre la mesa. Hyungsik no lo dejó continuar.
Él se apartó con una sonrisa.
—Quiero a Taeheon y él lo sabe.
—Sí, pero parece no acogerlo.
—Algunas veces no lo hace. Pero es como dice Cherisse,
los más difíciles de amar son los que más lo necesitan.
Se mofó ante el ciego optimismo. Por un lado, lo
admiraba, pero por otro… Era demasiado benevolente.
—¿Realmente crees eso?
Le sonrió.
—Absolutamente. Te amo, ¿no es verdad? Y los dioses saben
que definitivamente no eres fácil de tratar—. Se puso de puntillas para darle
un rápido beso en la mejilla antes de revolotear a la siguiente mesa para
acomodar las sillas.
¿Cómo un simple comentario podía agradarlo y ofenderlo al
mismo tiempo?
Pero claro, era bueno en eso.
—Gracias, Minu. Por cierto, aún tengo algo de confianza.
Por favor asegúrate que la pisoteas mientras estás en esas. Los dioses prohíban
que crezca eso llamado autoestima—. Continuó empujando las sillas.
Minwoo reía mientras trapeaba el piso.
—Cuando quieras, lobo. Kevin me dijo que no se suponía que
te dejara creer que eres gran cosa.
—Interesante mezcla esa que tienes ahí.
—Sólo espera.
Se detuvo a mirarla mientras cantaba al ritmo de una
canción trot.
—Estás bromeando, ¿no?
—Me gustan una amplia variedad de melodías.
Dejó escapar un profundo respiro.
—Has encontrado una forma completa de torturar a un
hombre. Maldición, y creí que Hyuna era mala.
Riendo, Minwoo bailó con el trapeador mientras él
admiraba la fluidez de su cuerpo al moverse. Despertó a su lobo interior y lo
hizo aullar.
¿Cómo podía estar excitado de nuevo?
Esto se estaba volviendo molesto. Tratando de distraerse,
miró alrededor del vacío bar. Aparentemente, eran los únicos que quedaban.
—¿Dónde están todos?
—Nunca servimos a los humanos pasadas las 2:00 A.M. sólo
en caso que algo realmente extraño suceda el último par de horas de la noche. Y
por mi familia, los chicos siempre se desaparecen tan pronto como pueden. Creen
que es divertido dejarme limpiarlo todo solo.
—¿Por qué lo haces?
—No quiero escuchar a Mama quejarse. Llega como un
implacable sargento y pasa revista cada mañana.
Minwoo bailó dando vueltas mientras trabajaba. Encantado,
se perdió en los gráciles movimientos. Antes que se diera cuenta lo que hacía,
estaba frente, extendiéndole la mano para que bailara con él.
Poniendo el trapo a un lado, sonrió antes de aceptar. Lo
giró entre los brazos y lo sostuvo cerca al tiempo que ambos se balanceaban
mientras la música flotaba a su alrededor. Estaban en perfecta sincronía. Los
brazos se sentían tan bien a su alrededor mientras su aroma le inundaba la
cabeza.
Posó una mano delicada en su mejilla. Apoyó la mejilla en
la suya para poder saborear la sensación de tenerlo entre los brazos. Esto era
lo que lo había sostenido durante su infierno en el Reino de las Tinieblas. Su
calidez y su ternura.
Su aroma.
Minwoo revolvió los dedos en su cabello.
—Quiero hacerte el amor con tantas ganas que lo puedo
saborear.
Deslizó la mano hacia abajo para agarrarlo.
—Yo también.
Su polla se sacudió, demandando que lo tocara sin la
barrera de la tela. Eso también le recordaba que no tenía derecho sobre él. Que
no podrían estar juntos, no importaba cuánto sufriera por hacerlo suyo.
—Así que, ¿cómo ha ido todo con los otros osos?
Soltó una risa corta.
—Desastroso. Uno quiso propasarse conmigo y le di tal
rodillazo que tuvieron que hacerle una retracción testicular.
—¡Ouch! —Rió Hyungsik, retorciéndose ante el mero
pensamiento—. Eso dejará una marca.
—No fue lo bastante respetuoso con mis virginales oídos
cuando pasó.
—Apuesto a que no. ¿Quieres que vaya y termine lo que
empezaste? Estaré más que feliz de castrarlo… y a cualquier imbécil que quiera
fastidiar a mi chico…
Silenció las palabras posando una mano sobre su boca.
—Cuidado, lobo. Cualquiera que te escuche decir eso y el
que terminará castrado serás tú.
Mordisqueó las suaves puntas de los dedos.
—Lo sé. Es sólo que es tan duro para mí tener que dejar
que cualquier trasero peludo del universo quiera conquistarte mientras ni
siquiera puedo hacer contacto visual.
—Lo sé, bebé—. Lo besó gentilmente en los labios.
Inclinó la cabeza y dejó que la paz del momento lo
inundara mientras bailaban. Vendería el alma por quedarse así.
Es demasiado tarde. Ya la vendiste para protegerlo.
Sí, debió poner otra estipulación en ese contrato. Una
que lo dejara en sus brazos para siempre.
Soy un idiota…
Tratando de distraerse, cambió el tema.
—Anoche estaba conversando brevemente con Justin y dijo
algo interesante.
—¿Y eso es?
—Que Taeyang y tu padre fueron entrenados como Strati.
Le lanzó una mirada tan reservada como si fuera a
proteger secretos de seguridad nacional.
—¿Por qué es eso extraño?
Hyungsik comenzó a redirigir la conversación, pero era
algo que lo había molestado acerca de los osos Ha y quería ver si Minwoo podía
confiar en él.
—Son Arcadianns.
Minwoo trastabilló ante la palabra. El corazón palpitaba
con temor. ¿Cómo podía saber eso? Nadie jamás lo había sospechado.
—No sé de lo que estás hablando.
Detuvo el movimiento para mirarlo cautelosamente.
—No me mientas, Minwoo. No soy estúpido. He estado el
tiempo suficiente aquí para darme cuenta y he protegido a un Arcadiann
demasiado tiempo de mi vida para no notar las señales de uno que se esconde en
medio de una manada de Katagari. Si quieres que pretenda que no lo sé, entonces
te seguiré la corriente. Pero quería que supieras que lo sabía.
Y estaba poniendo la vida en sus manos. Si su familia
alguna vez sospechaba que lo había sacado a la luz, lo matarían sin preguntar.
Olvida la erini o las leyes del Omegrión, sería desollado vivo.
Se inclinó para susurrarle.
—También sé tú secreto.
Minwoo se estremeció mientras un sudor frió brotó de su
cuerpo. ¿Cómo había adivinado el único secreto que había protegido durante
tantos siglos? Un secreto que ni siquiera su familia sabía…
Sin duda, lo odiaba por ello.
—¿Qué secreto?
—Que Jeup es un Aristos y lo estás ayudando a ejercitar
los poderes.
Lleno de náuseas, Minwoo se empezó a alejar, temeroso de
escuchar algo más.
—No se lo diré a nadie, Minwoo. Lo juro. Y no es porque
tenga miedo. Es lo que menos me importa. Eres tú a quien no podría lastimar, de
ninguna manera.
Y a causa de que estaba confiándole su secreto, quería
decirle uno de vuelta. Había puesto la vida en sus manos. Lo menos que podía
hacer era devolver el favor.
—¿Son los únicos a los que has apuntado?
—Creo que Juntae puede ser uno y posiblemente Quinn.
Minwoo tragó con fuerza mientras un miedo galopante lo
recorría. Quizás no debería decírselo. ¿Y si lo rechazaba solamente por eso?
Los Arcadianns habían matado a su hermana. Era cierto que no habían disparado
el Taser que había acabado con su vida, pero igualmente moriría puesto que
ellos habían matado a su compañero.
Ya lo había apartado otras veces. Podría hacerlo también,
esta vez tendría el poder para destruirlo.
¡Dioses! Tenía ganas de vomitar. Esto era algo que nunca
podría decirles ni siquiera a su madre o a su padre. Pero tenía derecho a
saberlo. No era justo mantenerle ignorante…
Respiró hondo y le miró.
—Yo también lo soy.
Hyungsik se apartó para mirarlo mientras las palabras le
sonaban en los oídos. No. No era posible. Seguro que lo habría sabido si era
como sus hermanos. ¿Cómo había podido engañarle por completo?
O.o
ResponderEliminarAhhhhh
Esos dos son o no compañeros!????????
Me voy a comer las uñas!!!!!
Ahhhhh
Cada vez mas personajes a parecen!
Ahhhhhh
Que se coman eso ya!!!!
Y se me olvido lo que es un aristo? Un brujo o algo asi(?)
O.o
oh casi sabia todo de los osos y zaz siempre alguien nos sorprende
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