Frío Corazón- Capítulo 9



Es este el trato que me dijeron que estabas cerrando?

Acababan de dar la vuelta a la casa que Hyukjae había amenazado con comprar.

Habían tardado menos de una hora en llegar a un pequeño pueblo a las afueras de Seul. Durante ese tiempo, Hyukjae se había negado a revelarle la razón de su urgencia y se había esforzado por hablar de cosas sin importancia. Cada vez que él había intentado sacar el tema para decirle todo lo que había ensayado decirle, Hyukjae lo había interrumpido y le había asegurado que hablarían de ello seriamente cuando él dejara de conducir y pudiera concentrarse bien en la conversación.

Y al fin habían llegado.

Era obvio que Hyukjae había prestado mucha atención a las palabras que le había dicho sobre su piso porque la casa en cuestión carecía de cualquier modernidad, aunque no cabía duda de que todos sus materiales eran de primera calidad. La cocina era de estilo rural con una estufa-cocina verde y el dormitorio tenía una cama con dosel con una exquisita colcha de cuadros hecha a mano.

–Éste era el trato que estaba cerrando –afirmó él, mirándolo con intensidad.


Hyukjae había tenido que hacerlo todo muy rápido pero, con todo su dinero a su disposición, no había tenido problema en localizar la casa ideal en el pueblo ideal, que estaba a una distancia prudencial de su piso y su oficina.

–Míralo bien antes de decir nada –sugirió Hyukjae, anticipándose a sus protestas–. si no te gusta la idea, respetaré tu decisión.

Hyukjae tenía la esperanza de que, al ver la casa, Donghae reconsideraría las cosas. Y, aunque no estaba seguro de conseguirlo, sabía que tenía más posibilidades de ello que hacía tres días, cuando había rechazado su propuesta de matrimonio.

Donghae había hecho ruiditos de admiración al ver el pequeño jardín, con su huerto de manzanos y ciruelos, se había detenido a admirar las vigas de madera de la casa, la chimenea rodeada de azulejos victorianos y, en el dormitorio, había reconocido que siempre había querido tener una cama de ese estilo.

Hyukjae estaba casi seguro de que Donghae iba a aceptar.

–Bueno, ¿qué te parece? ¿Te gusta?

–¿A quién no le gustaría?

Los dos estaban en la cocina, mirándose por encima de una mesa de pino, en cuyo centro había un jarrón con flores silvestres.

–No está a demasiada distancia del centro de Seul –comentó Hyukjae, intentando convencerlo sin que se notara demasiado–. Y no está lejos de donde vives ahora. Podrías ir allí con facilidad si tienes que ir por trabajo o para visitar amigos…

Para Hae era una tentación. Hyukjae no lo amaba, pero se sentía obligado a cuidar de él porque estaba embarazado de su hijo. Por supuesto, nunca aceptaría casarse con él, pero le resultaba reconfortante pensar que Hyukjae podría estar allí en un momento si lo necesitaba.

–Podría comprar la casa hoy mismo –señaló él con tono seductor–. Los dueños se han mudado al este y quieren vender también los muebles, si los quieres… Podrías mudarte para finales de esta semana…

–¡Ni siquiera lo hemos hablado! –objetó–. ¡Es una locura que pienses que puedes encontrarme un sitio para vivir sólo porque a ti te viene bien, sin molestarte en consultarme!

–¿Hubieras estado de acuerdo en ir a buscar casa conmigo?

–Quizá no, pero no se trata de eso.

–Claro que se trata de eso. No dejas de ponerme obstáculos para hacerme la vida todo lo difícil que puedes. Tomé una decisión, valoré el coste de oportunidad y elegí la mejor opción.

–¡Yo no soy uno de tus empleados, Hyukjae! ¡A mí no puedes darme órdenes!

–Nunca le compraría una casa a ninguno de mis empleados. Ahora que has visto el sitio, dime qué es lo que no te gusta.

–No es por la casa. ¡Claro que me gusta! Ya te lo he dicho. Es por tu presunción.

–¿Te refieres a la presunción de querer una situación que sea más o menos adecuada para mí y para ti? La casa te gusta, está en un buen sitio. Lo único que pasa es que quieres demostrar tu poder y ejercitar tu derecho a negarte. Llevas a mi hijo y estás en disposición de hacer que me someta a tus caprichos, y lo estás haciendo. ¿No es así?

–Claro que no –repuso, y lo miró enfurruñado–. Y no quiero demostrar mi poder. Hay una diferencia entre demostrar poder y tener una opinión.

–Dime qué objetas a esta casa, en concreto, y ahórrame los sermones.

–Tengo miles de cosas en mi cabaña…

–se puede transportar cualquier cosa en un abrir y cerrar de ojos…

–Pero mudarse de casa es algo importante. De todos modos, no puedo dejar que la compres para mí…

–¿Y dejarías que la comprara para mi hijo? –preguntó Hyukjae, y se encogió de hombros. El dinero no era tan importante: el precio de esa casa era como una gota en el océano para él–. Si quieres, la casa puede estar a mi nombre, hasta que nuestro hijo sea mayor de edad. Esos pequeños detalles no me preocupan.

Hae sintió que sus argumentos eran arrasados por la lógica y la determinación de Hyukjae.

Además, el amor que sentía por él estaba minando todas sus objeciones. Le gustaba escuchar su voz, le emocionaba pensar que iba a poder verlo a menudo, deseaba ser su principal objeto de atención, aunque fuera sólo durante unos pocos meses…

–Bueno… –comenzó a decir.

En ese instante, Hyukjae supo que había ganado y que Donghae se mudaría. Le sorprendió lo aliviado que se sintió.

–Sigue sin gustarme mucho la idea… –puntualizó Donghae–. Pero supongo que puedo comprometerme a hacerlo y, cuando el bebé nazca, ya veremos qué hacemos.

–Como tú digas.



En menos de una semana, Hae trasladó sus últimos proyectos de trabajo a la casa y, durante este tiempo, le costó pensar en Hyukjae como un hombre arrogante que sólo lo quería por un accidente circunstancial, un hombre que estaba dispuesto a casarse con él y dejarlo tirado en cuanto se aburriera de su atractivo.

Tuvo que recordarse a sí mismo de forma constante que las razones que movían a Hyukjae no tenían nada que ver con el amor. Sin embargo, él estaba desarmándolo con su encanto. Lo telefoneaba, lo ayudó a solucionar el alquiler de su cabaña, se encargó de la mudanza.

Hae se preguntó cómo estaría afectando al trabajo de él toda la atención que le dispensaba. Cuando intentó averiguarlo, Hyukjae le quitó importancia, como si fuera algo irrelevante. Al final, se rindió. Aceptó la presencia de Hyukjae y se limitó a disfrutar de su compañía, sobre todo, cuando no discutían.

Tampoco se tocaban.

Hyukjae lo saludaba con un inocente beso en la mejilla y se despedía del mismo modo. Aquello le hacía sentir a Hae como si fuera un objeto inanimado, algo que él quería proteger pero no deseaba acariciar.

Hyukjae parecía haber dejado de sentir atracción física por él y, en vez de estar aliviado y pensar que había hecho lo correcto al rechazarlo, se sentía terriblemente vacío.

Una semana después de mudarse, Hae tuvo la perversa idea de ponerlo a prueba.

Hyukjae lo había llamado por la mañana y le había informado de que lo invitaría a cenar. Cenar con él significaba ir a un restaurante muy caro. Aquello de preparar cualquier cosa con lo que hubiera en la cocina se había convertido en un recuerdo fugaz, pensó Hae, algo que sólo había ocurrido porque la nieve no les había dejado otra opción cuando habían estado atrapados en la cabaña de ella.

Hyukjae llegó a la casa a las siete de la tarde. Debía de haber dejado de trabajar temprano, sobre todo teniendo en cuenta que era viernes, el día en que él solía quedarse trabajando hasta tarde para terminar cualquier cosa que no pudiera esperar al lunes. Ya no llevaba su ropa de trabajo. Llevaba unos vaqueros que se ajustaban a la perfección a sus musculosas piernas y un polo azul marino de marca.

–He decidido cocinar algo –dijo Hae, guiándolo a través del cuarto de estar.

–Ya lo huelo. ¿Por qué?

–¿No te cansas nunca de comer fuera?

–Es una costumbre que practico desde hace años. ¿Has visto a mi hermano hace poco? Está empezando a parecer un hombre casado.

Hyukjae se había convertido en un hombre encantador, que podía hablar sobre todo y nada, pero que carecía de la pasión que había mostrado con él en el pasado, observó Hae. Mientras cenaban, él charló sobre Kyu y el club de jazz, que iba a inaugurarse dentro de tres meses. Todo parecía indicar que iba a ser una inversión muy rentable.

Hae lo miró en silencio, recordándole con un gesto que él ya se lo había dicho y no le había querido creer.

–De acuerdo –dijo Hyukjae, riendo, y levantó las manos simulando rendirse–. Tenías razón.

–¿Crees que estoy gordo? –preguntó él de manera casual, mientras empezaba a recoger la mesa, y se puso de perfil para que él lo observara.

Después del sarcástico comentario de Hyukjae sobre su sueter, Hae había dejado de ponérselo durante un tiempo. Esa noche, llevaba unos pantalones ajustados negros y una camisa de manga larga negra.
Hyukjae tomó aliento.

Durante las últimas semanas, Hyukjae se había tomado su tiempo y se había comportado de una forma nueva para él, sobre todo, teniendo en cuenta que se había acostado ya con Hae y que seguía deseándolo. Seguía soñando con su cuerpo y había estado observando los cambios que había tenido su cuerpo, cómo su vientre había dejado de ser plano, mostrando señales del bebé que llevaba dentro.

Pero Donghae no lo deseaba a él, pensaba Hyukjae. Y él no quería presionarlo ni hacer que se pusiera a la defensiva. Sabía que el cuerpo de Donghae reaccionaría si lo tocaba, pero eso no era bastante para él. Quería que Donghae lo deseara con la mente y no sólo con el cuerpo.

–Un joven embarazado no puede considerarse gordo –repuso él.

–Me siento gordo –continuó Hae con tono despreocupado, y se pasó las manos por el vientre–. Siempre he sido muy delgado y ahora todo lo tengo más grande.

–Era de esperar –repuso él, fingiendo no darle importancia–. Supongo que tendrás que empezar a comprarte ropa más grande. No hace falta que te diga que cualquier cosa que te compres puedes pagarla con la tarjeta de crédito que te di.

Hae suspiró con una mezcla de frustración y resignación. Había hecho la prueba y había sacado la conclusión de que, aunque se quedara desnudo allí delante, él sólo le advertiría que era peligroso enfriarse en su estado.

–Por cierto, ¿cuándo piensas utilizar la tarjeta? –inquirió Hyukjae, buscando refugio en otro tema de conversación.

–¡Nunca! –le espetó Hae, y comenzó a lavar los platos, pues no le gustaba utilizar la máquina friegaplatos–. Sigo trabajando y ganando mi propio dinero y, dentro de un mes, empezaré a recibir ingresos por el alquiler de mi cabaña, así que mis finanzas no van mal. ¡Por el momento, no necesito recurrir a las reservas de los Lee!

–¡Me lo dices como si fuera un insulto poner mi dinero a tu disposición!

A Hae se le ocurría otra cosa mucho más insultante: el modo en que él le había mirado y le había dicho, con toda corrección, que era normal que engordara. Era la clase de cosa que le habría dicho el médico antes de advertirle que debía comer bien y evitar el alcohol.

La verdad era que le atraía un poco la idea de discutir con él porque una discusión implicaría algo de acaloramiento y pasión. Pero el embarazo lo había ablandado, así que mantuvo la paz durante el resto de la noche, que pasó de forma agradable hasta que él se dispuso a irse poco después de las once.

Hyukjae le informó de que el lunes saldría de viaje durante unos días y le preguntó que si podría arreglárselas solo.

–Claro que sí –respondió él irritado–. Ya te he dicho que no hace falta que me vigiles todo el tiempo como si fueras mamá gallina.

–Buena comparación. Genial para hacer sentir a un hombre muy masculino.

–No hace falta que yo te diga que eres masculino –contestó, más irritado aún–. Ya sabes que lo eres.

–Oh, sí. Lo soy –dijo él, y alargó la mano para posarla sobre su abultado vientre.

Hae se preguntó qué haría él si le sujetara la mano y se la introdujera por debajo de la camisa.

–He comprado un libro sobre embarazo –admitió él, apartando la mano y metiéndosela en el bolsillo.

–¿Has comprado un libro de embarazo? –repitió Hae, y rió–. No me lo habías dicho. ¿Es lo que lees antes 
de dormirte? Pensé que te acostabas leyendo informes importantes en tu portátil.

–Sólo lo he ojeado –farfulló él–. Y te recomiendo que no leas ningún libro de esa clase. Están llenos de historias terribles.

–Lo que pasa es que eres un hipocondríaco –replicó él, y siguió riendo al imaginar a aquel hombre tan dominante sintiéndose mareado al leer un manual de embarazo.

–Soy uno de los hombres menos hipocondríacos del mundo. Además, nunca me pongo enfermo.

–Eso es porque eres tan mandón que los gérmenes no se atreven a atacarte.

–Nos llevamos bien, ¿verdad, Hae? admítelo. Podemos hablar, reírnos… ¡Dime por qué te resulta tan difícil comprometerte conmigo! se suponía que era yo quien huía de los compromisos.

–No estropees la noche, Hyukjae.

Además, ¿a qué se comprometía él?, se dijo Hae para sus adentros. ¿a cumplir con sus obligaciones como futuro padre? ¿a que no les faltara de nada? ¿A mantener una relación amistosa y comportarse de forma civilizada por el bien del bebé?

Quizá, para él era un gran sacrificio. Pero Hyukjae no lo amaba y, por lo que parecía, ya no se sentía atraído por él, pensó Hae. Todo se reducía a que Hyukjae quería un matrimonio de conveniencia. El error más peligroso que podía cometer era olvidarlo.

Hyukjae intentó no perder la paciencia.

–No, no. No quiero estropearla –dijo él, y apartó la mirada–. Tienes mi número, ¿no? Llámame.

Hae no tenía ninguna intención de llamarlo. Se dijo que había una estrecha línea divisoria entre llevarse bien e involucrarse demasiado. Sería demasiado fácil desarrollar una dependencia hacia Hyukjae.

Por otra parte, lo cierto era que Hae estaba deseando tener algo de tiempo para estar solo. Quería concentrarse en su trabajo, tenía un par de proyectos por completar. También quería visitar a Kyu y Sungmin y recordarse a sí mismo cómo debía ser la unión entre dos personas que se amaban, para desengañarse cuando se viera tentado a creer que lo que compartía con Hyukjae pudiera tener algún futuro.
Con lo que Hae no había contado era con que, al volver a casa el jueves siguiente, iba a tener que enfrentarse a lo inesperado, algo que ni Hyukjae ni él habían ni siquiera considerado.



Dos gotas de sangre, nada más, hicieron que todo su mundo se tambaleara.

Hacía un día hermoso. Hae había disfrutado mucho visitando a una pareja de clientes, a quienes les habían gustado mucho sus diseños. Había regresado a casa de buen humor, deseando continuar con sus proyectos y feliz de poder mantener la mente ocupada y no pensar en Hyukjae.

Pero en cuanto vio que había manchado, el pánico se apoderó de él.

¿Debía quedarse quieto y esperar dejar de sangrar? Intentó recordar lo que había leído sobre sangrados inesperados durante el embarazo, pero no consiguió pensar con claridad. Se sintió aterrorizado ante la posibilidad de perder al bebé.

Y no quería llamar a Hyukjae.

Reunió todo su valor y telefoneó al médico.

El obstetra le dijo que lo más probable era que no hubiera nada de lo que preocuparse… pero debía ir al hospital para asegurarse… él se encargaría de avisar para que lo estuvieran esperando.

¿Asegurarse? ¿Hospital?

Todas aquellas palabras hicieron que Hae se asustara aún más.

Consiguió reunir las fuerzas necesarias para llamar a un taxi para ir al hospital, recorrer todos aquellos pasillos interminables y llegar a la puerta adecuada, sin venirse abajo ni romper a llorar.

Mientras iba de camino, había llamado a Sungmin y le había contado lo que pasaba, intentando no sonar demasiado preocupado.

–No es necesario molestar a Hyukjae –le había dicho Hae a su amigo–. Acaba de volver de viaje. Está muy ocupado. Es una tontería preocuparlo por nada…

Durante la ausencia de Hyukjae, Hae se había propuesto protegerse del sufrimiento que le provocaba estar con el hombre que amaba, ya que él no le correspondía. Había diseñado unas reglas básicas para poder lidiar con su presencia durante los años venideros. Había imaginado que, en algún momento, él le contaría que se había enamorado de otra persona contra todo pronóstico y que estaba preparado para entregarle su corazón. Algo que, a diferencia de todas las comodidades que la enorme riqueza de los Lee podía comprar, no tenía precio.

Hae había recreado un millar de posibilidades en su mente y en todas ellas había dado por hecho la idea de que iban a tener un hijo en común.

No había imaginado el futuro sin el hijo de Hyukjae. Era una persona joven, su embarazo había sido rápido. Ni una sola vez se había preocupado por la parte técnica ni por si sería capaz de llevar el embarazo a término.

En ese momento, estaba empezando a contemplar otras posibilidades y un futuro diferente, en el que Hyukjae no tendría nada que ver con él porque habría desaparecido lo que los unía. Hyukjae ya no tendría que ser amistoso, ni atento con él. Ya no necesitaría que viviera cerca para poder ir a verlo con facilidad.

Como había prometido, el médico había telefoneado al hospital con antelación para avisar de su llegada y, de inmediato, Hae fue conducido a una cama en la unidad de obstetrica, donde le iban a hacer un reconocimiento.

Igual que había intentado hacer el médico por teléfono, volvieron a decirle que no se preocupara y que todo iría bien. Hae asintió y fingió que lo creía.

Tras ser examinado, lo llevaron a otra sala para hacerle una ecografía.

Hae deseó que Hyukjae estuviera a su lado. Pero, enseguida, se dio cuenta de que era mucho mejor que no fuera así. Por primera vez, se percató con total claridad de lo frágil que era su relación y de lo débil que había sido él al permitir que Hyukjae dirigiera su vida.

El corazón le latió a toda velocidad mientras se tumbaba en la habitación oscura donde iban a hacerle la ecografía. Miró el monitor y se quedó anonadado por los detalles que pudo ver en la pantalla. Le dijeron que todo estaba bien.

Sin embargo, Hae se dio cuenta de que nada estaba bien. Aquel susto había sido una preciosa lección para él. Se había vuelto complaciente. Había caído víctima de sus propios sueños románticos. ¿Qué sentido tenía proponerse una cosa y, luego, hacer lo contrario? se había permitido hacer su hogar en una burbuja inestable y se había dejado convencer por un puñado de sonrisas y gestos amables.

Además, los médicos habían dicho que todo parecía estar bien. Le habían advertido que tenía que hacer reposo completo en cama y no habían sido muy explícitos cuando les había preguntado sobre qué podía ir mal. Le habían aconsejado que no pensara en esas cosas y que se lo tomara con calma.

Entonces, Hae se percató de que el bebé que tanto quería, el bebé que había dado por hecho, era una vida vulnerable y que su futuro escapaba a su control.

Tendría que hacer cambios. Lo que compartía con Hyukjae era un acuerdo de negocios y había sido un tonto al olvidarlo.

Si era realista, ¿qué era lo que tenía delante? Hyukjae se estaba portando bien con él porque era lo que le convenía a él.

Por ejemplo, ¿qué habría estado haciendo él mientras había estado de viaje? Lee Hyukjae no era un hombre corriente. Era increíblemente sexy, riquísimo y dueño de todo un imperio empresarial. Un hombre bien consciente de su atractivo a quien le gustaba salir con jóvenes muy hermosos. De hecho, seguro que había salido con unos cuantos modelos. ¿Era posible que hubiera estado en Nueva York y se hubiera conformado con cenas de trabajo? ¿Que no hubiera estado con nadie, sobre todo, teniendo en cuenta que a él ya no lo encontraba atractivo?

Hae comenzó a hacerse decenas de preguntas sin respuesta, que se enredaban en su mente como la hiedra.
Por supuesto, tendría que ver a Hyukjae antes o después. Probablemente, cuando saliera del hospital, donde le habían aconsejado que se quedara a pasar la noche para que pudieran monitorizar sus constantes vitales. El sangrado había parado, su pánico había disminuido y parecía que cada vez pensaba con más claridad.

Se sentía bastante satisfecho consigo mismo cuando, al fin, consiguió conciliar el sueño.
Se despertó al oír entrar a alguien en su habitación, escuchó las pisadas y cómo acercaban una silla a la cama.

Hae supo quién era antes de abrir los ojos. Su mente siempre parecía estar alerta con Hyukjae.

–¿Cómo supiste que estaba aquí? –preguntó, abriendo los ojos despacio.

–Sungmin me lo dijo. ¿Por qué diablos no me llamaste tú mismo?

–No lo creí necesario.


9 comentarios:

  1. diablos, Hae, no te muestres tan orgulloso, tienes que preouparte por mi pezmono, que viene en camino y por favor el te desea mucho solo que no sabe como acercarse es un mandon y quiere hacerlo todo a su manera por eso es que no se acerca....Yota esta geniallll

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  2. Ummm Hae. Creo wue estas siendo muy cerrado con Hyu, lo mejor es que hables y aclares las cosa eso no te hace bien. U.U
    Hay Dios estos estan peor que Siwon y Hee en Amor en el aire ^_^

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  3. Nooo Hae por que eres asi!!!! gracias por este capitulo!!! estaré ansiosa por el próximo!! cuidate
    Gracias por tomarte tu tiempo y compartir esta historia

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  4. Cada quien con sus ideas, pero ninguno dice lo que de verdad debería decir, lo que de verdad tiene valor para cada uno.
    Hae en su mundo,Hyuk en el suyo... y no piensan el bebé, esa depresión a Hae le está haciendo mal y ahora estas consecuencias. ojalá no sea nada de gravedad en verdad.
    Espero que Hyuk no le haga muco drama,esa amenaza es consecuencia de algo,hae debe cuidarse y hyuk debe cuidarlo....lo que me encanto es que Min fue quien le aviso a Hyuk,ya min le cae bien o esa amistad se esta reforzando.
    Espero todo este bien T^T

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  5. hae me da penita, su autoestima anda por los suelos y no entiende que si se acerca y cede un poco hyuk tal vez pueda abrirse y dejar que el sentimiento crezca, porque ese esta ahi solo que son tan tercos que no se han detenido a hablar de ello. hae debes preocuparte mas por el bebe, debe nacer sano y fuerte.

    hasta el proximo unnie.

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  6. Yo entiendo todo eso de querer ser independiente y no querer necesitar a nadie mas pero vamos!! en un momento como lo del sangrado no es muy conveniente estar solo o sola, necesitar que alguien te haga sentir bien y qu te diga que nada va pasar, se necesita apoyo y creo que ese asunto de la independencia de Hae se esta conviritendo en orgullo.

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  7. otro uuuuuuuuhh!!Hae estas haciendo las cosas mal! pero entieno tambien por que lo haces...aish ambos se merecen una tunda por bobos! por suerte solo fue un susto y el bebe esta bien
    gracias por el mp!

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  8. Hae al querer auto-protegerse está cerrándose cada vez más, si tan solo le dijera sus temores a Hyuk las cosas serían diferentes. Por otro lado Hyuk está portándose muy bien , pero también debería sincerarse, espero que lo que acaba de para con el bebé le ayude a darse cuenta mejor de sus sentimientos.

    Gracias por el MP, estaré esperando por el final.

    Bye ^^

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  9. aishh con este par! >XC aunque entiendo a Hae, el no puede ceder x que si no Hyuk terminaria destrozandolo xq para el es tan fácil que se casen y luego hacer lo que le plazca (como engañarlo -.-) en cambio Hae asi como esta de enamorado terminaria sufriendo. Esta actitud en Hae es necesaria para que Hyukjae se de cuenta de que en realidad lo ama xc
    Gracias x el cap Yota unnie estuvo genial :3 espero que subas pronto.
    PD: exijo otra adaptación EunHae pero ya!(??? pa que asi este igual que el Sichul y Kyumin que tenian dos al mismo tiempo, si no, no se vale(???? -la patean-
    Cuidate Unnie! <3

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...