En Tu Busqueda- Capítulo 23



Siwon mantuvo a los Sasaengs alejados de Heechul, dándole espacio para trabajar.
El hombre tenía un don para la destrucción. Se reía mientras manejaba su poder, convirtiendo demonio tras demonio en pilas de fango.

Yunho se abrió paso cruzando el campo hasta el lateral de Siwon. El caballero Gris, Changmin, no se veía tan bien. De hecho, si no fuera por el grueso brazo de Yunho en su cintura, Siwon no creía que fuera capaz de mantenerse en pie.

Él dejó a Changmin en el suelo detrás de Siwon y Heechul, y tomó una posición defensiva detrás de él.

—Changmin no puede hacer nada mas —dijo, acuchillando un demonio mientras éste cargaba.

—Más para mí —gritó Heechul. Otro grupo de sgath explotó en una nube de sangre negra y trozos de piel.

—Acabo de ver a Hyungsik abandonando el campo —dijo Siwon—. El sol se alzará en cualquier segundo.

Como si sus palabras hubieran convocado el amanecer, los primeros rayos directos de luz asomaron sobre el muro. Unos diez metros frente a ellos, un Sasaeng comenzó a humear. Un breve instante más tarde, estalló en llamas y corrió hacia los árboles.

—¡El lago! —Gritó Yunho, lo suficientemente alto para ser oído sobre los sonidos del combate—. ¡Conducidlos al lago!

Heechul miró a Siwon. Le costaba respirar, sudaba y temblaba, y tenía los ojos de un furioso rojo sangre.

—¿Por dónde?

Siwon señaló al este.

—Al otro lado de esos árboles.

Changmin agarró el tobillo de Heechul antes de que pudiera correr.

—El humo —jadeó—. Puede hacer daño a los niños humanos.

Heechul asintió.

—Me ocuparé de él.

Siwon sintió el tirón del poder, pero Heechul se estaba debilitando. Había usado demasiado ya y todavía era nuevo en esto.

Instintivamente, ahuecó la mano izquierda en la parte trasera de su cuello, uniendo las dos partes de la luceria. La energía pasó a lo largo del brazo y se deslizó dentro de Heechul.

Una brisa se agitó alrededor de ellos, después comenzó a girar más rápido. El humo de varios Sasaengs ardiendo subió en espiral alejándose del recinto.

—¿Puedes seguir así si caminamos? —preguntó él.

Al parecer no le escuchó. El rostro era una máscara de concentración y tenía el labio inferior entre los dientes.

—Llévalo —dijo Yunho, doblándose hacia la tierra para hacer lo mismo con Changmin—. Tenemos que seguir a los hombres y ayudarlos.

Siwon tuvo que romper el contacto con el collar, pero no había nada que hacer. Lo cogió y lo levantó, se dio cuenta que llevarlo mientras se blandía una hoja desnuda era un talento aprendido. Yunho lo hacía sin esfuerzo, aparentaba haber nacido para hacerlo, pero Siwon estaba incómodo. Su espada se balanceaba alrededor y estaba convencido que cortaría a uno de ellos.

El aire siguió girando en espiral alrededor de ellos mientras corrían, llevándose consigo el hedor de los demonios ardiendo. Para cuando llegaron al lago, sólo quedaba un puñado de Sasaengs, y todos estaban ardiendo, retorciéndose en el agua en un inútil esfuerzo para apagar las llamas de luz solar.

Cuando el último demonio se hundió bajo el agua, Siwon susurró:

—De acuerdo. Puedes parar ahora.

Heechul dejó escapar un largo aliento y dejó caer la cabeza contra su hombro.

—El aire es pesado —jadeó.

Siwon sonrió y lo besó en la sien.

—Lo hiciste genial.

—Llevad a los heridos al interior —gritó Yunho.

Shindong estaba a unos metros de distancia, pero su profunda voz resonó, fácil de escuchar.

—Los Zea están estableciendo camas en el comedor. Todo hombre que no esté herido, que venga conmigo. Vamos a ver que lograron los Sasaengs.

Afortunadamente, sólo había un puñado de hombres heridos, y las heridas parecían superficiales. Yonghwa tenía un desagradable corte cruzándole la ceja, pero se enjugó la sangre y se alineó junto a Shindong.

Siwon le dijo a Heechul:

—Te voy a llevar dentro para que puedas descansar durante unos minutos.

—¿Estás seguro que no me necesitas?

—Si lo hago, lo sabrás.

El teléfono de Yunho sonó. Bajó a Changmin y se lo sacó de los arrugados vaqueros. Después de un momento, la hosca cara se torció con un gruñido.

—¿Hay alguna señal de donde la llevaron?

—No —dijo Changmin, con los ojos abiertos ampliamente por la conmoción.

Yunho le puso una mano en la cabeza, ofreciéndole consuelo.

—¿Va a vivir? —preguntó con la voz turbia, apenas controlada—. Haz lo que puedas. Estamos en camino.

—¿Qué es? —preguntó Siwon.

Changmin se puso de pie e intentó correr hacia el edificio. Sólo dio unos pocos pasos antes de que las piernas debilitadas le fallaran y cayera.

Yunho corrió a su lado y lo ayudó a levantarse. Luchó contra él como si intentara escapar, pero Yunho lo abrazó con fuerza.

—Es demasiado tarde —le dijo—. Estás demasiado débil como para hacer algo ahora mismo.

Changmin dejó de luchar y se aferró a su marido. Los hombros se le agitaban con silenciosos sollozos. Siwon nunca lo había visto llorar así antes, y algo en su interior se rompió ante la vista. Siempre era tan fuerte y estoico, no importaba lo que le lanzaran.

Yunho lo acunaba en los brazos, pero su rostro era todo menos consolador. Parecía listo para matar.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Siwon.

Los ojos de Yunho se cerraron por el remordimiento, y la boca se torció en un gesto de odio a sí mismo.

—La lucha sólo era una distracción. Consiguieron lo que querían.

—¿Qué?

—Sunny.

A Siwon le llevó un momento que las palabras le penetraran.

—¿Sunny se ha ido?

—Sí —masculló Yunho—. Y no hay señal de donde se la han llevado —Creyó ver un brillo de lágrimas en los ojos del hombre mayor—. Hyungsik rastreó la sangre de Seungki y lo encontró medio muerto. Dijo que no había rastro de olor que seguir.

Incluso si hubiera habido uno, probablemente habría ardido al amanecer.

—¿No ha quedado nada? ¿Le sacó Seungki sangre a alguno?

—No. Ninguno.

—Tenemos que encontrarla —dijo Changmin. Su voz fue alta y desesperada contra el hombro de Yunho. Le miró y Siwon pudo ver las lágrimas rodando por las suaves mejillas—. No podemos dejarles tener a Sunny, también.

El vago recuerdo de un rumor que Siwon había oído una vez le hizo cosquillas en la mente, pero no pudo recordar qué era.

—La encontraremos, amor —era un voto, y Siwon sintió la energía saliendo de Yunho en oleadas.

—¿Cómo? —Exigió Changmin—. ¿De la misma manera que encontramos a Jessica?

¿Jessica? Había escuchado ese nombre cuando era un niño, pero no podía recordar quién era.

El cuerpo de Yunho se tensó como si hubiera recibido un puñetazo.

—Eso no volverá a suceder.

Al parecer Shindong había visto la conmoción y se acercó a ellos.

—¿Qué está pasando?

—Se llevaron a Sunny durante la lucha —dijo Siwon para salvar a Yunho de tener que decir las palabras de nuevo.

-Pondré a los hombres en ello en este mismo momento. La encontraremos antes de la puesta de sol.

—No hay un rastro —dijo Yunho.

—¿Quién lo dice? —exigió Shindong.

—Hyungsik.

A Shindong se le transformó la cara, drenada de toda esperanza. Los hombros se hundieron un poco más, y Siwon volvió a preguntarse cuánto tiempo más lograría mantenerse como líder de su pueblo.

Heechul había estado mirando silenciosamente el intercambio, manteniéndose enfocado en Changmin y Yunho. Empujó a Siwon, indicando que quería sostenerse por sí mismo. A regañadientes, lo bajó, pero mantuvo el cuerpo apretado contra el de él.

Se acercó y puso la mano contra el hombro de Changmin. La voz era suave, pero llena de confianza.

—Puedo encontrar a tu hija —le dijo.

—¿Hija? Sunny no es su hija —dijo Siwon.

Nadie le prestó atención. Todos los ojos estaban sobre Heechul. Especialmente los de Changmin.

—¿Cómo?

Heechul se encogió de hombros.

—Encontrar a los perdidos es lo que hago.

Changmin se apartó de Yunho y tomó la mano de Heechul en un agarre delicado. Las lágrimas rodaban por su rostro.

—No puedo perderla también —susurró—. Por favor encuentra a mi bebé. Tráemela de vuelta.

Heechul cerró los ojos como si intentara bloquear la mirada de angustia de la cara de Changmin. Siwon podía sentirle luchando contra sí mismo, el corazón y la mente en guerra el uno con el otro. Finalmente, exhaló un profundo aliento resignado.

—Lo prometo.

Heechul se desplomó contra el suelo, impotente bajo el peso de la promesa a un padre afligido.

—No deberías haber hecho eso —dijo Siwon. Se arrodilló a su lado, pasándole las manos por la cara y brazos como si estuviera asustado de que se hubiese hecho daño.

—¿Qué otra cosa podía hacer? Siempre he sido un tonto ante un padre afligido. Uno pensaría que a estas alturas habría aprendido la lección. —Se recompuso y reunió las pocas fuerzas que le quedaban—. De todas maneras, si Sunny puede ayudar a Wook, entonces también la necesito de vuelta.

—Gracias —dijo Yunho—. Por todo lo que seas capaz de hacer.

—Necesito ir a ver de dónde se la llevaron. Cuanto más tiempo espere para hacer esto, más difícil será.

—¿El qué?

Ondeó una mano hacia él. Todavía no estaba cómodo hablando sobre su talento.

—¿Puedes mostrarme donde está su habitación?

—Necesitas descansar primero.

—No hay tiempo. Sin embargo, no le diría que no a una gran taza de café.

Yunho dijo:

—No hay otra manera. Siwon, tú puedes extraer fuerza de la tierra y alimentarlo. No es seguro hacerlo demasiado, pero esto le mantendrá durante un tiempo más.

—Hazlo —dijo Heechul.

Siwon lo miró como si fuera a discutir, pero luego asintió con la cabeza.

—Como desees, mi señor.



Siwon llevó a Heechul a la habitación de Sunny y permaneció de pie sin estorbar en la esquina mientras Heechul miraba a su alrededor. Nada había sido movido desde que habían descubierto que Sunny se había ido, y la habitación estaba en perfecto estado, con todo en su lugar. Incluso las fruncidas y rizadas cortinas permanecían inalterables por delante de la ventana abierta. El único signo de que un niño había estado en esa habitación era el arrugado cobertor rosa que estaba medio fuera de la ventana. Al parecer, Sunny había sido arrancada de debajo de las mantas mientras dormía.

El segundo dormitorio en la suite de Sunny, en la que su guardaespaldas, Seungki, dormía, era una historia diferente. Aquella habitación era un desastre total. Los muebles se habían roto donde Seungki o los Sasaengs con los que se había topado habían luchado. La sangre roja salpicaba a través de las paredes y la alfombra, pero no se encontró ninguna aceitosa sangre negra. El Zea todavía no estaba seguro si Seungki iba a vivir o no.

Siwon rezó para que no lo perdieran. De todos los hombres de aquí, era el único que mejor se había resistido al paso del tiempo. Tal vez ése era su papel como protector de una niña que había mantenido su alma joven y su marca de vida fuerte y sana. Si era así, ¿Entonces qué iba a pasarle ahora que había fallado en ese papel?

Quizás sería mejor si moría. Al menos entonces no tendría que sufrir con la culpa de saber que le había fallado a Sunny.

Siwon suspiró. Ahora mismo había demasiado peligro en su mundo. Todos ellos necesitaban de Heechul para encontrar y traer de vuelta al único niño que quedaba.

Heechul se deslizó por la habitación, recogiendo objetos arbitrariamente aquí y allí.
Recogió la muñeca favorita de Sunny, que se había caído al suelo cerca de la cama. Los cristalinos ojos negros contemplándolo. Acarició los rizos de la muñeca y Siwon estuvo seguro de que había visto el brillo de lágrimas en los ojos de Heechul justo un momento antes de que los apartara con un parpadeo.

Siwon ansiaba acercase y consolarlo, pero no se atrevía a interferir. Había que dar con Sunny.

—¿Cómo lo sabes? —le preguntó a Heechul.

—¿Saber qué?

—Que Sunny era hija de Changmin.

—He visto esa mirada antes tantas veces como para equivocarme en algo así. No hay otra mirada tan desvalida y desesperada como la de un padre que ha perdido a su hijo.

Eso tenía sentido, pero también hacía que Siwon se preguntara por qué él no había sabido quién era realmente Sunny. ¿Por qué no había sido de público conocimiento?

—Realmente desearía que me dejaras solo por un momento —le dijo.

—Lo siento. Eso no va a suceder. —No se alejaría ni aunque le hubiese puesto una espada en el cuello. Le necesitaba, quisiese admitirlo o no.

Heechul suspiró.

—¿No vas a reírte de mí?

Hubo un destello de inseguridad cruzando su cara que sorprendió a Siwon. Siempre lo había visto confiado, y esa pequeña muestra de incertidumbre hacía que deseara poder atraerlo a los brazos y consolarlo.

—Nunca. ¿Cómo podría cuando estás aquí para ayudarme?

—Tengo que imaginar que soy ella. Dormir en su cama. Revivir lo que vio esta noche. Parece algo estúpido de hacer, pero funciona. —Tragó con dificultad, y la única señal de miedo fue el delicado temblor de los dedos alrededor de la muñeca.

Así que, no sólo se le daba bien encontrar niños perdidos. Tenía un don, uno que abundaba en magia, si lo que estaba diciendo era verdad. Siwon hizo una nota mental para transmitir esa información. Aquello podría ayudar a otros hombres a encontrar a más parejas.

—¿Cómo funciona esto? —le preguntó.

—Conecto con ellos. Me pongo en el lugar donde comienza su terror y sigo ese miedo.

Siwon conocía a Sunny de toda la vida y nunca la había visto asustada. No era igual que los niños normales. No había envejecido un día en varios cientos de años y podía ver el futuro.

—¿Qué pasa si no tienen miedo? —preguntó.

Heechul levantó ligeramente un hombro.

—¿Cómo podía un niño no sentir miedo cuando lo sacan a la fuerza de su casa?

Ella no es realmente un niño, pensó, pero no expresó su preocupación. Ahora mismo Heechul necesitaba de su confianza.

—Supongo que eso es verdad. Tendrás que intentarlo.

Heechul asintió y se sentó en el borde de la cama.

—¿Sabes qué llevaba puesto la pasada noche?

—No exactamente, pero siempre le gustaron las cosas con volantes. Todos los tonos pastel con pequeños encajes en el cuello.

—Y ésta es su muñeca. ¿Durmió con ella?

—Probablemente. Siempre está con ella.

Heechul se tendió en la cama y se cubrió con las mantas. Abrazó la muñeca contra el pecho y cerró los ojos.

—Dame algo de tiempo en silencio, ¿vale?

Siwon se recostó contra la puerta y que quedó mirándolo. Amaba mirarlo. Era hermoso.
Las infantiles cosas colocadas en la habitación mantenían bajo control la siempre presente lujuria, pero eso hacía poco para detener el encogimiento que se le formaba en el pecho al contemplarlo.

Lo amaba tanto. Tenía que encontrar un modo de convencerlo de que se quedara aquí y estuviese con él. Había rechazado su oferta, pero todavía no se había quitado el anillo que le había dado. La banda de oro brillaba alrededor de su dedo, dándole un profundo sentido de satisfacción. No le asombraba que a tantos hombres humanos les gustara adornar a sus mujeres de aquella manera, diciéndoles a los demás que ellas ya estaban reclamadas.

Si sólo aceptase llevarlo por siempre en vez de rechazarlo. No es que lo culpara.
Después de lo que había intentado hacer la pasada noche, era una maravilla que no le hubiese devuelto el anillo, o se lo hiciera tragar.

Los minutos pasaban y permaneció en silencio, sin atreverse a moverse por miedo de arruinar su concentración. Al cabo de un rato, se preguntó si simplemente se habría dormido. Sabía lo cansado que estaba, cuan pulverizado debía sentirse después de la batalla.

Estaba a punto de ir a él cuando vio que su cuerpo se ponía rígido. La respiración se hizo más rápida y apretó con más fuerza la muñeca. Ya había cruzado la mitad de la habitación antes de que se detuviera. ¿Qué si eso era lo que se suponía debía pasar?

—La veo —dijo Heechul en una voz que sonaba débil y distante—. La tienen los monstruos.

—¿Qué tipo de monstruos? —preguntó antes de poder detenerse.

No respondió a su pregunta, pero no estaba seguro si era porque no le había oído o porque no sabía cómo responder. No había sido criado como los de su clase y quizás no supiera los varios tipos de Sasaengs.

—Está viva. Sedienta. No está asustada. ¿Cómo puede no estar asustada? —El tono de Heechul estaba lleno de curiosidad antes de volverse aterrado—. ¡Oh, dios! Me ven. Me conocen.

Siwon sintió el pánico cerrándole la garganta, haciéndole difícil el respirar. Heechul había hecho algún tipo de conexión con los Sasaengs, y eso podía no ser una buena cosa.

Se arrodilló a su lado y lo sacudió.

—Vuelve, cariño —lo urgió. Atrajo el desmadejado cuerpo entre los brazos y lo sacudió, esperando sacarlo del trance o sueño en el que estaba—. Despierta.

—¿Cómo pueden conocerme? —jadeó y su cuerpo se tensó—. Quieren mi sangre. La sangre de mi familia. Han conseguido la de Henry y la de Wook y ahora quieren la mía.

—¡Despierta! —Le gritó Siwon, y forzó un aguijón de poder en las palabras, obligándolo a obedecer.

Los ojos de Heechul se abrieron y el miedo ahuyentó el color de su rostro.

Tiró de él más cerca y lo acunó el cuerpo como si fuera un niño.

—Ahora estás bien —susurró—. Vas a estar bien.

—No. No lo estoy —dijo—. No puedo hacerlo.

—¿Por qué no? ¿Qué ocurre?

—Los monstruos han llevado a Sunny al mismo lugar donde mataron a mi hermano pequeño.

—¿Estás seguro?

—Sí. Yo… Sentí que él había estado allí. —Sacudió la cabeza como si intentara buscarle sentido a eso.

—He estado buscando durante años para encontrar su cuerpo y poder enterrarlo al lado de mamá. Incluso aunque puedo sentirlo, nunca había sido capaz de encontrar ese lugar, no importa cuánto lo haya intentado. Está muy bien oculto. —Clavó los dedos en su espalda y le susurró contra el cuello—: Ya he fracasado, Siwon. Llevaron a Sunny al lugar donde estaba Henry, y nunca seré capaz de encontrarla.



Heechul respiró profundamente varias veces, intentando calmarse lo suficiente para pensar. El peso del fracaso lo doblegaba, hundiendo toda esperanza.

—Estoy seguro que eso no es verdad —dijo. Las enormes manos estaban acariciándole la espalda, intentando borrar algo de la tensión—. Encontraremos juntos a Sunny.

Incluso si sabía dónde ir, ¿Cómo podría llegar allí? ¿Cómo podría enfrentarse al lugar sabiendo que ya había dejado que mataran a Henry?

—¿Y si no podemos?

Podía sentir la fuerza de su juramento a Changmin tirando de él, exigiéndole que lo intentara otra vez. El lugar que había visto era tan oscuro y tan lleno de maldad que no quería volver. No quería enfrentar a lo que le había sucedido a Henry. Lo que había dejado que le sucediera al niño que había confiado en que Heechul lo mantendría a salvo.

—Podemos —dijo Siwon, la completa seguridad empapando su tono—. Puede que antes no hayas tenido éxito. Pero ahora me tienes a mí. Con toda mi fuerza.

No tenía más elección que intentarlo. Incluso si no le hubiese dado el juramento a Changmin, todavía tenía que pensar en Wook. Si hubiese aún la más leve posibilidad de que
Sunny pudiera ayudarlo, tenía que encontrarla, sin importar lo horrible que fuese el lugar.

Apartó a Siwon. Apoyarse en él se sentía bien, pero no lo hacía sentir fuerte, y realmente ahora eso era lo que necesitaba.

—Tengo que averiguar cómo llegar allí. Voy a intentarlo otra vez.

Siwon le ahuecó el rostro y le deslizó el pulgar por la mejilla. Los ojos marrones estaban llenos de amor y compasión, incluso aunque se había negado a casarse con él hacía menos de una hora. No tenía idea de cómo podía mirarlo de esa manera sabiendo las cosas que había hecho.

—Estaré justo aquí —le dijo, y presionó un suave beso en su boca—. Sé que puedes hacerlo.

Su fe en él era humillante y no quería defraudarlo.

Se tendió de nuevo sobre la cama, cerrando los ojos, y dando profundas respiraciones. El agradable calor de la mano de Siwon sobre él lo distrajo durante unos minutos hasta que se acostumbró a su toque. Despacio, la piel se calentó a la misma temperatura y la mano se hizo parte de él. Eliminó todos los pensamientos innecesarios y se centró únicamente en Sunny.

Se imaginó a la niña tendida durmiendo en su cama, abrazando su muñeca favorita, completamente inconsciente de que estaba en peligro. Era fácil verla dormir plácidamente con las mejillas sonrosadas y el pelo revuelto alrededor de la cara. Ahora que tenía aquella imagen, trató de imaginarse qué pasó después.

¿Había Sunny oído algún sonido y se había despertado, o había estado dormida hasta el momento en que la arrancaron de la cama? Heechul examinó cada posibilidad hasta tener una cierta sensación y la tomó, asumiéndolo en la mente, haciéndolo entrar hasta que la imagen la rodeó.

Sunny había estado despierta cuando la cosa había venido por ella. Estaba oscuro, tanto dentro como fuera. Ella había oído aquellas garras sobre la ventana cuando se deslizaron por el cristal. Había permanecido allí tendida, congelada en el lugar, pero no por el miedo. Por aceptación. Había sabido que iba a suceder, que no había nada que pudiera haber hecho para detenerlo.

O más bien, que no había nada que ella fuera a hacer para detenerlo, lo cual era incluso peor. De cualquier modo, no había tenido miedo, lo cual era lo que siempre había utilizado como rastro para seguir el camino por el que habían llevado a un niño secuestrado. Sin ese rastro, no tenía forma de descubrir donde había ido Sunny.

Heechul buscó algo a lo que agarrarse. Algo que pudiera utilizar. Se esforzó en permanecer relajado y abrió la mente a las posibilidades. Quizás el monstruo había dejado un rastro que podría seguir.

Se sintió rodeado por una sensación de satisfacción, suponía que quizás la cosa sintiera que se había ganado su premio. Allí no había nada con lo que pudiera conectar. La cosa era demasiado inhumana, casi estúpida excepto por la palpitante presencia de hambre que lo controlaba, y eso era demasiado aterrador para centrarse en ello.

Débilmente, Heechul fue consciente de que el cuerpo ya fatigado estaba cayendo bajo la tensión de permanecer en ese estado de trance demasiado tiempo. Tenía que darse prisa. ¿A qué se había aferrado antes cuando había encontrado a Sunny por primera vez? Había estado en la cabeza de Sunny, sí, sólo por un momento. Allí tenía que haber algo que pudiera utilizar como rastro. ¿Qué era?

La visión que había creado en la mente comenzó a desvanecerse cuando el cuerpo se rindió; entonces recordó que no estaba solo. Siwon estaba allí. Podía usar su poder.

Alcanzó dentro de sí aquel brillante punto caliente donde la piel hacía contacto con la suya. La luceria alrededor del cuello vibró con energía. Todo lo que tenía que hacer era averiguar cómo usarlo para algo tan delicado como aquello. Luchar era fácil; siempre había tenido destreza para hacer explotar las cosas. Pero esto era otro cantar.

Nada cambió, y estaba perdiendo la fuerza rápidamente. Podía sentir el cuerpo físico sacudiéndose bajo el estrés e intentó ignorarlo.

Desesperado por encontrar a Sunny, se centró en el punto exacto donde la luceria tocaba el anillo a juego. Podía sentir allí una tenue chispa, igual que la electricidad estática arqueándose entre dos puntos. Se estiró por ese punto, agarrándose a ello con toda la desesperación y esperanza. El poder llameó en su interior, llenándole el pecho con calor. Ya no estaba cansado. Ya no estaba débil. Se sentía invencible.

Los instintos le gritaban que se diera prisa, que no tenía tiempo que perder, así que levantó la mano y enfocó todo ese poder de modo que le formara una esfera alrededor del cuerpo. Quería la esfera para que le mostrara donde buscar el rastro, para iluminarlo de modo que pudiera seguirlo. Un lado del globo irradió cobrando vida y supo que ése era el rastro. Lo examinó. Empujándolo hasta que sintió lo que era.

Aceptación.

Sunny había aceptado su destino, y la fuerza de esa emoción era tan poderosa que había dejado un rastro, no tan fuerte como el miedo, pero lo bastante fuerte para que pudiera seguirlo.

Se concentró en esa aceptación, memorizándola hasta que conociera la sensación donde quiera que estuviera, que fuera capaz de seguirla donde quiera que condujera.


1 comentario:

  1. Wau no me esperaba que Sunny fuera hija de HoMin...
    Eapero que Hee logre dar cin ella antes de que le pase algo malo

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...