En Tu Busqueda- Capítulo 18



Heechul cerró las rodillas para evitar caerse.

—¿Estás seguro? Pensé que estaba mejorando cuando Yesung consiguió que comiera. Nunca me habría apartado de su lado si hubiese pensado lo contrario.

La culpabilidad lo consumía revolviéndole el estómago. Estaba tan enredado con Siwon y su mundo que ni siquiera había notado que su hermano había empeorado.

—No ha estado inconsciente durante mucho tiempo, puedo sentirlo desvaneciéndose. Su cuerpo se está debilitando.

—¿Qué hacemos?

—No lo sabré hasta que tome algo de su sangre.

—Si está débil, eso sólo empeorará las cosas.


—No. Sólo necesito una o dos gotas —le mantuvo la mirada pidiendo permiso.

Heechul no tenía elección. Ninguna opción.

—Está bien, pero no mucha.

Kevin asintió con la cabeza, y se puso el dedo de Wook en la boca. Heechul lo vio perforar la punta con los afilados colmillos, y con la misma rapidez deslizó la lengua por ella, sellando la piel.

Se quedó paralizado. La mano de Wook se deslizó de las suyas y cayó de vuelta a la cama. Los ojos comenzaron a girar rápidamente como locos, exactamente como Hyungsik había hecho, y un profundo gemido le brotó de la garganta.

Heechul contuvo el pánico. No sabía lo que estaba pasando, pero no iba a dejar a Wook en medio si Kevin comenzaba a retorcerse. Rodeó la cama para coger a Wook en brazos y sacarlo de allí cuando los ojos de Kevin desaceleraron, dejando escapar un duro suspiro.

—¿Estás bien? —preguntó Heechul.

No parecía escucharlo.

—Este pobre niño —susurró mirando a Wook como si ya estuviera muerto.

—¿Qué pasó? —exigió Heechul.

—Su sangre —se limpió la boca como si no quisiera arriesgarse a probar más—. Sé porqué está sufriendo —miró a Heechul y su expresión era la de un médico que daba a un miembro de la familia la peor noticia posible—. Lo siento —prosiguió—. Puedo obligarlo a comer, y ayudar al cuerpo a sanar, pero no hay nada que pueda hacer por su mente.

Heechul contuvo las lágrimas gracias a la fuerza de voluntad.

—¿Qué es? ¿Qué le pasa?

—De alguna manera un Sasaeng consiguió su sangre.

Heechul sabía cómo.

—Nuestra familia fue atacada cuando tenía doce años. Uno de esos monstruos le desgarró la pierna.

No se atrevía a decirle que el monstruo había bebido la sangre de Wook de la herida, y que no había hecho nada para detenerle. Simplemente siguió de pie, dejando que sucediera.

—Es un milagro que esté vivo. Las garras y saliva son venenosas.

—Estuvo enfermo durante mucho tiempo, pero mejoró. Al menos pensé que lo hacía. Me llevó un tiempo darme cuenta de que no era... él mismo.

Aquellas primeras semanas habían sido casi más de lo que podría soportar. Su madre había muerto. Su hermano menor había desaparecido y presuntamente muerto, aunque Heechul se negaba a creerlo. Wook había estado en el hospital, aferrándose a la vida por un hilo.

Heechul estaba solo, tomando todas las decisiones por sí mismo. Tenía diecinueve años, acaba de empezar la universidad. Apenas tenía la edad suficiente para vivir por su cuenta, y mucho menos cargar en las manos con el futuro de dos niños. Se debatía entre la búsqueda de Henry, o permanecer con Wook. Trató de hacer ambas cosas, por lo que el agotamiento lo llevó al hospital, así que la elección la tomaron por él.

Hubiera querido volver con su madre a toda costa, agarrarla y que le dijera que todo iba a estar bien. Pero mamá había muerto, y los médicos seguían buscando a Heechul para todas las decisiones. No tenía más remedio que aguantar. Y lo hizo.

—Tu hermano es psíquico, ¿verdad? —preguntó Kevin.

Heechul asintió lentamente. Siempre las consideró como espeluznantes coincidencias, pero era verdad. Wook había sabido de un montón de hechos que no debería conocer.

—¿Por eso está así? ¿Por qué cree ver cosas que no están ahí?

—La sangre que le fue tomada ha creado una relación con el sgath que la bebió, una especie de conexión mental. Podría haberlo resistido, pero se puso peor. De alguna manera la sangre de la criatura ha sido consumida por muchos otros. La presencia de Wook dentro de ese sgath se dividía cada vez que su sangre era transmitida a otro. Por lo que puedo decir, eso ha ocurrido más de una vez.

—¿Puedes decirme todo eso a partir de una o dos gotas de sangre?

—Sí —no parecía muy feliz por ello.

—¿Entonces por qué no podrías solucionarlo?

—No soy lo suficientemente experto. Hay un Zea en Europa que puede serlo, pero no es seguro.

Rabia desesperada inundó a Heechul hasta hacerle estremecer.

—¿Por qué diablos no?

—Porque Wook ha sido seccionado en demasiados fragmentos. No es suficiente con tratar de unirlos. Incluso si pudiéramos, es probable que las cicatrices le arruinen la mente. Es mejor si lo dejas ir. Poner fin a su sufrimiento.

—No —susurró Heechul. No podía dejar ir a Wook también. No podría estar solo.

Calor, fuertes manos se posaron en los hombros. Siwon. Ni siquiera le había visto entrar en la habitación.

—Ya lo has oído, Kevin —dijo Siwon— No vamos a dejarle ir. Puedes tener toda la sangre que necesites, pero no puedes abandonarlo.

Kevin se puso en pie.

—Como desees. Voy a investigar lo que debe hacerse.

—¿Cuánto tiempo llevará? —preguntó Heechul.

—No debo actuar sin hablar con mis hermanos y reunir fuerzas.

—Voy a llamar a los Suju para donar sangre por la causa. Todos los hombres están esperando que Wook sea su caballero. Debes conseguir bastantes voluntarios — afirmó Siwon.

—Haz que se reúnan conmigo en el salón después de la puesta de sol de mañana. Voy a necesitar al menos ese tiempo para prepararme.

—También vamos a hablar con Sunny, tan pronto como vuelva.

—Bien —dijo Kevin—. Cualquier consejo que pueda dar será bienvenido.

—¿Desde cuándo sigues su consejo? —preguntó Siwon.

—Desde que la vida de este hombre pende de un hilo —Kevin dio media vuelta y se fue.

Heechul no podía moverse, no podía hablar. Había luchado tanto tiempo y tan duramente por Wook, y aún no había sido suficiente. Nada de lo que había hecho nunca había sido lo suficientemente bueno cuando se trataba de su familia. Había fracasado una y otra vez, y nada de lo que había oído le hacía creer que esta vez sería diferente.

—Lo siento —susurró a su hermano—. Lo siento, nene.

Siwon acercó la espalda contra su pecho, estrechándolo. Los brazos se sentían calientes, fuertes, y reconfortantes. Parte de él quería girarse hacia Siwon y esconderse en su fuerza, pero el resto quería apartarle de un empujón y gritarle por hacerlo sentir frágil. No podía ser frágil ahora mismo.

—Basta ya —exclamó—. Deja de apartarme. Estamos juntos en esto.

—Es mi hermano.

—Y tú eres mi esposo, lo que le convierte también en mi hermano.

La conmoción le congeló la lengua por un momento. Se dio la vuelta y le miró.

—¿Esposo? Nunca estuve de acuerdo con eso.

—Llevas mi luceria. Es lo más cercano al matrimonio para mi pueblo.

—No estamos casados.

Él hizo una mueca endureciendo la mandíbula.

—Bien, no estamos casados como tú lo conoces, pero todavía siento que él es mi familia. Haría cualquier cosa en mi poder para salvarlo.

Tenía razón. Heechul estaba alejando al único aliado que tenía.

—Lo siento. Sé que estás tratando de ayudar.

—Al igual que Yesung. Pero le despediste.

—Porque es inestable. Lo dijiste tú mismo.

Siwon le alisó el pelo apartándoselo de la sien. El toque era suave, casi cariñoso.

—No puedes comprender cómo es para nosotros vivir con el dolor de la manera en que lo hacemos desde hace siglos. Nos hace vulnerables. Nos vuelve violentos y desesperados.

—¿Siglos? ¿Vives tanto tiempo?

—Tú también.

La conmoción recorrió a Heechul haciéndolo callar. No parecía posible, pero últimamente había mucho de eso a su alrededor.

Reunió suficiente ingenio para hablar, aunque no lo bastante como para abstenerse de expresar impulsivamente la verdad.

—Vivir ocho años con la culpa de dejar morir a mi familia, de no ser capaz de ayudar a Wook, es más que suficiente. No me puedo imaginar varias vidas con este tipo de tortura.

—Nadie dijo que la longevidad fuera fácil. Todos llevamos una carga, y en el caso de los hombres Suju también podemos soportar décadas de aplastante dolor. Ese dolor hace brutal a Yesung, pero te juro que nunca le haría daño a Wook.

—No podemos correr ningún riesgo.

—El parecía mejor cuando Yesung estaba cerca.

—Fue una coincidencia.

Siwon negó con la cabeza.

—¿Y si no lo fuera? Wook necesita toda la ayuda que pueda obtener.

—Lo pensaré.

—Está bien. Muy bien —le besó en la cabeza y se alejó—. Iré a reunir a los hombres y conseguir que alimenten a Kevin, así estará lo suficientemente fuerte como para ayudarlo.

—Luego quiero que vuelvas, así también podemos tratar de ayudarlo otra vez.

—Lo que quieras, Heechul, es tuyo.



Siwon tuvo que luchar para irse y dejar a Heechul. Necesitaba consuelo, y quería quedarse ahí, donde podía abrazarlo. Pero necesitaba más a Wook, por lo que se obligó a salir y hacer lo que pudiera para ayudar.

Encontró a Shindong sentado en la oficina a pesar de que ya había pasado la hora que debería haber terminado de trabajar por hoy. A través de la ventana detrás de él, Siwon vio varios Suju y humanos en el patio de entrenamiento practicando esgrima o levantamiento de pesas.

Shindong debería haber estado allí con ellos, desahogando un poco de fuerza para aliviar el dolor que Siwon sabía que sentía. En lugar de eso Shindong estaba aquí en su oficina, estudiando minuciosamente un gran mapa. Perezosamente, deslizaba los dedos de una parte a otra sobre la luceria alrededor del cuello. A pesar de que Shindong estaba desvinculado, se había negado a visitar a Wook para ver si podría ser su compañero.

Iba a tener que hacer algo para cambiar esa mentalidad. Más que cualquiera de los Suju, Shindong necesitaba mantenerse fuerte para poder guiar a su pueblo. Sin él sería el caos, y la gente que amaban moriría.

Siwon entró en la sala para tener una mejor vista, y reconoció el mapa como una copia de los que utilizaban para el seguimiento de los nidos y avistamientos Sasaeng. Puntos rojos cubrían el plano, circundando todo la SM como si fuera un ojo de buey.

Se estaban acercando. Ninguno de los Sasaengs había penetrado a través de su seguridad todavía, pero era sólo cuestión de tiempo antes de que encontraran una manera de entrar.

De ahí el motivo del adiestramiento a los humanos. No había ninguna garantía de que los Centinelas vivieran lo suficiente para protegerles de esa eventualidad. Tenían que aprender a protegerse a sí mismos, aunque Siwon no tenía ni idea de cómo lo harían. Simplemente no eran físicamente capaces de ese tipo de fuerza.

—No quisiera molestarte, pero necesito un favor —dijo Siwon.

Shindong se echó hacia atrás frotándose los ojos. Parecía no haber dormido en varios días.

—Claro. ¿Qué es uno más?

—Lo siento. Sé que estas muy ocupado, pero en realidad podría ayudar a largo plazo.

Shindong e indicó a Siwon con la mano donde sentarse.

—Escucho.

—El hermano de Heechul no pudo recuperarse, aunque Kevin va a tratar de ayudarlo. Necesito que hagas un llamamiento de sangre a todos los Suju y Elf.

Shindong dejó escapar un profundo suspiro.

—Desde que Leeteuk se presentó el mes pasado, más y más hombres se han ido a buscar a sus propias parejas. Ahora que has encontrado a Heechul va a ser todavía peor. No quedan muchos Suju aquí, pero voy a dar la orden.

—Tal vez deberías llamar a los hombres que están fuera, atraerles de nuevo con la esperanza de la supervivencia de Wook. Si él vive, puede ser compatible con alguno de ellos.

—Incluso si lo es, ¿qué pasa con aquellos que no son compatibles? Voy a tener un montón de Suju cabreados en mis manos.

—Es mejor que una pareja muerta.

Shindong levantó la mano como si intentara evitar más presión.

—Lo sé, lo sé. Lo haré.

—¿Quieres conocerlo primero? —Preguntó Siwon—. ¿Para ver si podría ser tuyo?

Shindong mantuvo la cabeza baja, aunque no pudo ocultar la luz de la esperanza que le brilló en los ojos por un momento.

—No puedo hacer eso. Aún las mantengo unidas. Quedaban dieciséis hojas esta mañana. Deja que vayan otros primero.

—Siempre el último de la fila, ¿eh?

—Ese es sólo uno de los muchos beneficios del liderazgo —dijo Shindong con un suspiro. Parecía cansado. Consumido.

Siwon sentía la preocupación arrastrándose por él. Si Shindong no sobrevivía, tenían pocas esperanzas de mantener alguna apariencia de orden.

—Aún tienes pendientes otros ocho años más de mandato. ¿Vas a seguir?

El hombre se encogió de hombros.

—Probablemente no, pero voy a llegar tan lejos como pueda en mis dos décadas.

—Ven a ver a Wook —insistió Siwon. Su líder necesitaba ser fuerte. Si tener una pareja a su lado no garantizaba eso, nada más podría hacerlo.

—Tal vez más tarde. Tengo que hacer algunas cosas primero. No te preocupes. Haré la petición de sangre en una hora. Zhoumi tiene alguna forma de llamar a todos los hombres de vuelta automáticamente a través de mensajes de texto, o algo así.

—Gracias. Esto significa mucho para mí.

—No me des las gracias aún. Una vez que todos los hombres aparezcan, no vas a tener un momento de paz.

—Nadie salvo tú se acercará a Wook hasta que esté mejor.

Shindong se recostó en la silla, los ojos oscurecidos con preocupación.

—Entonces voy a tener que asignar un guardia. Sabes lo difícil que va a ser mantener alejados a los hombres.

—No es mala idea. Tal vez Yunho o Kangin serían una buena elección.

Shindong asintió. Los dos hombres Suju estaban vinculados. Wook estaría a salvo con ellos.

—Están de caza, pero también les informaré. ¿Quién sabe? Incluso Changmin tal vez podría ayudarlo. Tiene suficiente capacidad de curación en su interior, y no nos costaría ninguna sangre si lo hiciera.

—Vamos a reunir toda la ayuda que podamos conseguir —dijo Siwon.

Los ojos de Shindong volvieron al mapa, y repentinamente parecía más viejo de lo que debería ser.

—Espero que Wook viva —dijo—. Lo necesitamos para contener a los Sasaengs.

—Aunque viva, no va a estar en condiciones de luchar.

—Queremos darle tiempo para sanar, por supuesto, pero necesitamos a todos luchando en la frontera. Tú y Heechul también tendréis que ir.

Siwon no podía mirarle a los ojos, pero tenía que contarle su fracaso. El hombre no necesitaba más malas noticias, pero Siwon le debía la verdad.

—Creo que cometí un error.

—Únete al club —dijo Shindong.

—No, me refiero a uno grande.

Shindong se frotó las sienes, como si le palpitaran. La exasperación le llenó la voz.

—Todos los cometemos grandes. En nuestro trabajo, esos son los únicos que hay. ¿Qué no daría por tener facturas impagadas, o un inodoro con fugas o, diablos, incluso un drogadicto adolescente con el que tratar? En su lugar tengo que hacer frente a resolver el destino del jodido planeta. Y la mayoría de las personas a las que intento salvar ni siquiera saben que existo. Si cometo un error, es el fin de la raza humana. Entonces dime, ¿qué es lo que crees que sí es tan malo?

—Me he vinculado a una pareja que no puedo retener.

Shindong se levantó despacio, todos los signos de fatiga desaparecidos.

—¿Qué quieres decir con que no le puedes retener? Por supuesto que vas a quedarte con él.

Siwon se miró el anillo. Tres tonos de azul giraban y se retorcían en la banda iridiscente. Mientras el color no se hubiera fijado aún tenía tiempo para desistir, pero él estaría de vuelta donde comenzó con sólo unos días de vida.

—Sólo me dio tres días.

Los hombros de Shindong se encorvaron bajo el peso de la noticia.

—Estás bromeando. ¿No sabe lo que está en juego?

—Ahora todo lo que puede preocuparle es su hermano. Dale un poco de tiempo.

Shindong golpeó ruidosamente con el puño sobre el mapa cubierto de rojo.

—No tenemos más tiempo. Lo necesitamos. Haz lo que sea, pero que se vincule a ti para siempre.

—No sé…

—Lo juraste, Siwon —exigió Shindong dando señales de autoridad en su voz—.Juraste que lo harías.

La urgencia en ceder y cumplir su juramento era tan fuerte que a Siwon se le hizo un nudo en el estómago.

—No puedo. El no tiene cabida en nuestro mundo. Si no quiere estar aquí, no lo obligaré a quedarse. Después que nuestro tiempo acabe lo dejaré ir.

—¡Venga ya! —Shindong se inclinó sobre la mesa mostrándole a Siwon un profundo ceño fruncido—. Haz que funcione. Lo necesitamos. Es tu deber convencerlo para quedarse y asegurarte que es feliz una vez lo haga.

—No es tan simple.

—¡Maldita sea, Siwon! Es mejor que te tomes esto en serio. Todos contamos contigo. Todos los Suju te necesitan para que consigas que funcione.

—No puedo obligarlo a quedarse.

—Por supuesto que puedes. Nuestros hombres están ahí fuera todos los días arriesgando sus vidas para que otros ni siquiera conozcan los peligros a los que nos enfrentamos. Permitimos que los humanos vivan en la dicha de la ignorancia, y todo lo que pedimos a cambio es que cuando encontramos a uno de ellos capaz de ayudar en nuestra lucha, lo haga. No es mucho pedir.

—Aparte de que ese alguien sea lo bastante desafortunado como para unirse a la guerra.

—A la mierda con eso —espetó Shindong—. Dejé lo de librar una guerra noble. Estamos luchando contra los demonios. Y lo que es peor. Están acercándose cada día más. Todos vamos a morir si no lo impides.

—Así que, ¿ahora también soy responsable de las vidas de todos los Suju? ¿No crees que tengo suficiente presión?

—Aparentemente no, o encontrarías una manera de atarlo a ti tan fuertemente que nunca podría escapar.

—El no quiere, Shindong.

—A la mierda con lo que él quiere. Haz que desee lo mismo que tú.

Magia. Coacción. Eso era de lo que Shindong estaba hablando. Siwon lo sabía, porque había tenido los mismos pensamientos.

—¿No ves ningún problema con eso?

Shindong rodeó la mesa agarrando el brazo de Siwon, y arrastrándole hacia la ventana con vistas al campo de entrenamiento. Apuntó con un grueso dedo al cristal.

—Mira ahí fuera. Veo siete buenos hombres a los que no les queda más que un año de vida. Tengo un problema con eso.

Siwon quiso apartar los ojos, pero no pudo. Esos hombres eran sus amigos. Su familia. No podía dejar que perdieran la esperanza. Tal vez Shindong tenía razón. Tal vez lo que quería Heechul no era tan importante como darle a su pueblo una razón para vivir, la esperanza de que podría haber más parejas ahí fuera. La esperanza de que no podían perder esta guerra.

—Mírales bien —dijo Shindong—. Recuerda esas caras cuando lo veas a él. Cada uno de esos hombres haría lo que fuera para salvarte. Creo que les debes lo mismo.

Se lo debía. Les debía su vida. Su alma.

Pero no estaba en juego sólo su vida. Era la vida de Heechul.

Si no quería quedarse con él, no lo obligaría. Sabía lo desesperada que era la situación, pero si tuviera que forzar la conformidad de Heechul, no lo merecería.

Siwon calmó los nervios. No le gustaba esto más que a Shindong, pero no podía ceder.

—Lo siento, pero no voy a obligarlo. Tiene que ser su elección.

—Entonces, le ruego a Dios que él haga lo correcto —la voz sonaba seria,preocupada.

—¿Qué es lo que no me estás contando? —preguntó Siwon.

Shindong sacudió la cabeza. Los hombros parecían inclinarse un poco más hacia abajo, con una carga invisible.

—No podemos dejarlo ir. Si no haces lo que sea necesario, encontraré a un hombre que lo haga. Seguro que será compatible con alguno de nuestros hombres.

La ira se alzó en el interior de Siwon, furiosa y desagradable.

—Si lo haces, es mejor que esperes hasta después de dar mi último aliento, ya que cualquier hombre que intente tomarlo por la fuerza tendrá que venir por mí primero.

—No matarías a uno de tus hermanos de armas.

Siwon se odiaba a sí mismo al darse cuenta de la verdad. Tal vez sus sentimientos por Heechul se intensificaron por la unión que compartían, o tal vez se hubiera sentido de esta manera, independientemente del vínculo. De cualquier manera, no iba a permitir que lo forzaran a una vida de muerte y miedo, a no ser que fuera su elección.

—Por él —contestó a Shindong—, por él lo haría.


1 comentario:

  1. Si Siwon le hablara con la verdad a Hee, se que se quedaria, al fin que estan ayudando a su hermano. Es lo minimo que puede hacer por ellos.

    Gracias por el capi ^_^

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...