Frío Corazón- Capítulo 4



Hyukjae se sentía bien. Lo rodeó entre sus brazos y comenzó a besarlo. Enseguida, el beso se hizo más profundo y más ansioso.

–¿Qué es esto? –dijo Donghae cuando, al fin, sus bocas se separaron.

–Un beso. ¿Qué otra cosa iba a ser?

Era raro, pero aquélla era la primera vez que Hyukjae besaba a un joven como Donghae. 

Siempre había criticado a su hermano por salir con el mismo tipo de jóvenes, pero él no había sido diferente. Se dio cuenta de que nunca había querido a ninguno que pudiera darle problemas o revelarse. Nunca había querido arriesgarse a que derribaran el muro que se había levantado alrededor del corazón. Siempre había descartado las conversaciones íntimas y había perseguido relaciones superficiales, que no amenazaran el predecible curso de su vida.

Pero ese joven era distinto.


Hyukjae frunció el ceño, poseído por un puñado de pensamientos en conflicto. Al instante, se relajó. Se dijo que aquello era lo correcto porque, por una parte, se sentía atraído por Donghae, a pesar de que no era su tipo. Por otra, así protegería a su hermano de un potencial cazafortunas, sólo en el caso de que Donghae hubiera planeado poner las manos en el dinero de Kyuhyun.

A él no le importaba que fuera un cazafortunas, pensó, pues a diferencia de su hermano, estaba bien equipado para manejar a los jóvenes.

–Estábamos… hablando de diseñadores –balbuceó Donghae, sin poder apartar los ojos de su hermoso rostro.

–Estábamos –repitió Hyukjae, sin soltarlo.

–Me estabas hablando de ese apartamento –señaló Hyukjae, sin dejar de acariciarlo–. De lo mucho que admiras a la persona que lo diseñó –añadió, e hizo un movimiento para separar las piernas de Donghae, mientras lo miraba a los ojos.

Hyukjae estaba controlándose, pues lo único que deseaba era arrancarle las ropas y hacerle el amor.

Donghae suspiró y se rindió a la marea de deseo que le poseía.

Hyukjae estaba rozándole la entrepierna y a él le gustaba. ¡Le gustaba mucho! se apretó contra él y una oleada de placer lo dejó sin pensamientos coherentes. Lanzó un gemido cuando Hyukjae le agarró de las nalgas y lo acercó aún más, masajeando su parte más sensible a través de las ropas.

Hae cerró los ojos y arqueó la espalda, ofreciéndose a él.

Hyukjae deseaba poseerlo, y sabía que Donghae lo deseaba también, pero recordó la molesta sensación de que él no quería desearlo. Donghae se estaba dejando llevar por el deseo, pero ¿qué pasaría si lo desnudaba? ¿Y si comenzaba a tocarlo por todo el cuerpo? ¿Abriría los ojos y cambiaría de opinión?

Hyukjae se dijo que tenía que dejar que Donghae diera el primer paso, no podía arriesgarse. Estaba agonizando por la frustración de no poder tomar el control. Cuando Donghae buscó su boca ciegamente y los dos se fundieron en un beso salvaje y apasionado, no pudo contenerse y lo apretó contra sí.

Donghae gimió. Palpó la erección de Hyukjae de forma instintiva y, sin pensarlo, introdujo la mano por debajo de sus calzoncillos y envolvió entre sus dedos aquella enormidad de acero.

Hae sintió que un mar de sensaciones lo envolvía. El sexo con Kang había sido agradable, pero nada parecido a aquello.

–No empieces lo que no vayas a terminar… –le advirtió Hyukjae.

–¿Qué harías si decidiera dejarte ahora? –preguntó él, provocativo.

Hae se había preguntado antes qué aspecto tendría su invitado si en algún momento no lo tuviera todo bajo su control. En ese momento, lo estaba comprobando, se dijo satisfecho, mientras seguía masajeándolo hasta que él apretó su mano con fuerza, deteniéndole.

Hae le quitó la camiseta y, durante unos segundos, se deleitó mirándolo. Recorrió el pecho de él con las manos, disfrutando de sus definidos músculos.

–Es mi turno, ¿no crees?

Hae sonrió y se dejó quitar su camiseta.

–Ninguno de los dos vamos a ir a ninguna parte –Hyukjae susurró–. Quiero disfrutar de cada milímetro de tu hermoso cuerpo y tomarme mi tiempo –añadió.

Estaba anocheciendo y Hyukjae se fijó en cómo el resplandor del fuego brillaba sobre el aterciopelado rostro de Donghae. Despacio, se metió en la boca un pezón y comenzó a chupar.

En un momento, Hyukjae le había quitado también los pantalones y Hae le había despojado de sus calzoncillos.

–Deberíamos ir arriba… –murmuró él.

–El sofá es lo bastante grande para los dos. Además, ¿por qué desperdiciar el fuego? –dijo colocándolo boca arriba en el sofá.

Hae sonrió mientras Hyukjae le sujetaba ambas manos sobre la cabeza. Hyukjae se inclinó para seguir deleitándose con su pecho y, mientras le lamía los pezones, Hae sintió el cuerpo recorrido por puro fuego.
No podía estarse quieto. Suaves gemidos escapaban de su boca mientras se retorcía lleno de deseo. Entonces, Hyukjae comenzó a bajar y él abrió las piernas y le agarró la cabeza con suavidad, guiándolo.

Se estremeció mientras él le recorría el estómago con la lengua y se detenía en su ombligo. Su lengua continuó bajando, volviéndolo loca de ansiedad, hasta que lo tomó.

Igual que Hae lo había masajeado antes, él lo excitó con su lengua, saboreándolo, chupando hasta que comenzó a gemir de gozo, esforzándose por no llegar al clímax en su boca.

Vagamente, Hae fue consciente de que no tenía ningún método de prevención a la mano. No había previsto aquella situación en absoluto y no guardaba ninguna caja de preservativos por si acaso.

Intentó pensar si era fértil en ese momento, aunque su aritmética no fuera demasiado aguda en esos momentos.

Así que, cuando Hyukjae por fin se colocó sobre él y le preguntó si utilizaba algún método de anticoncepción, Hae no dudó en asentir.

Lo penetró y comenzó a moverse con firmeza y profundidad, cada vez más rápido. Hae gritó y se arqueó cuando, con una arremetida final, él llegó al éxtasis.

Hyukjae se quedó jadeando, como si hubiera corrido un maratón, mientras el estremecimiento de su orgasmo iba difuminándose.

Lo tomó en sus brazos. Hae lo miró, con aspecto somnoliento y satisfecho. Hyukjae resistió la tentación de preguntarle si le había gustado, si había sido el mejor encuentro sexual de su vida. ¿Desde cuándo se preocupaba por esas tonterías?, se dijo.

–No sé qué acaba de pasar –murmuró Hae, con el corazón latiendo a toda velocidad.

–Acabamos de hacer el amor.

–Lo sé pero… no suelo hacer cosas como ésta. Quiero decir que no suelo acostarme con una persona que apenas conozco –afirmó Hae, y pensó en levantarse y vestirse, pero Hyukjae seguía abrazándolo.

–Lo creas o no, yo tampoco.

–Tienes razón, no te creo.

–De acuerdo, admito que no he sido célibe desde que murió Junsu. Pero este grado de espontaneidad…

–Te refieres a que cortejas antes de llevártelos a la cama –observó Donghae –. ¿Nunca te sientes solo?

Hyukjae se puso rígido. Aquélla era una de las preguntas más íntimas que le habían hecho nunca.

–No es necesario que me respondas –se apresuró a decir Hae–. No, si temes la respuesta.

–¿Temer?

–Algo así.

–¡Claro que no me siento solo! resulta que tengo una vida muy activa.

–Ya.

–Lo dices como si no me creyeras –comentó él, y se rió. Se sentía demasiado bien y relajado donde estaba. Debía de ser algo relacionado con el aire limpio del campo, pensó.

Hyukjae le acarició el muslo y posó la mano a centímetro de su miembro. Se sintió listo para hacerle el amor de nuevo, como si fuera un adolescente hambriento de sexo y aquélla fuera la primera persona con la que se acostaba en su vida.

–Claro que te creo. Apuesto a que haces mucho deporte, sales mucho y tienes cientos de jóvenes a tu disposición.

–Sí a las tres cosas.

Para un hombre como Hyukjae, los jóvenes eran sólo una distracción agradable. Aquella situación era poco usual para él, no sólo porque se había salido de su rutina normal de cortejo, sino porque habían terminado juntos contra todo pronóstico y Donghae no era su tipo.

–¿Adónde sueles ir cuando sales? ¿Al teatro? ¿Al cine? –preguntó Hae, sintiéndose incómodo al pensar que Hyukjae se iría de su vida en cualquier momento, justo cuando terminara de nevar.

–Sí, al teatro. Al cine… no tanto. No tengo tanto tiempo para esos lujos.

Hae dedujo que Hyukjae era un hombre que apenas se relajaba y sintió curiosidad por saber más cosas sobre él.

–El teatro también es un lujo –señaló él.

–El teatro es un lugar donde entretener a los clientes. O donde ellos me entretienen –explicó Hyukjae secamente–. La vida en la jungla de asfalto no es más que un gran juego en el que nos rascamos la espalda unos a otros.

–Suena divertido.

–Se me ocurren cosas mejores que hacer –dijo él, sonriendo y acariciándole el pecho–. ¿Estás preparado para hacerlo otra vez?

–Podríamos… hablar… un poco.

–¿Por qué?

En ese mismo instante, Hae supo que su curiosidad había sido un error. Habían hecho el amor pero seguían siendo dos mundos aparte. Intimar de otro modo no entraba en el plan de Hyukjae.

–Tienes razón. ¿Por qué hablar cuando podemos hacer cosas mejores? Llevo demasiado tiempo solo… –dijo, y le acarició la espalda.

–¿Quieres decir que me estás utilizando para recuperar el tiempo perdido? –preguntó Hyukjae, poniéndose tenso.

–¿De qué diablos estás hablando?

–Sabes de lo que estoy hablando, Hae. Llevas mucho tiempo sin acostarte con nadie y aquí estoy yo.

–Ah.

Hyukjae podía pensar que hablar era aburrido, podía utilizar a los jóvenes sólo para recrearse, pero no le gustaba la idea de que hicieran lo mismo con él, comprendió Hae.

–Eres un espécimen bastante extraño.

–¿Extraño? ¿Espécimen?

–No me digas que no te lo habían dicho antes… –repuso, disfrutando del momento y de su papel de joven fatal–. Lo que quiero decir es que ¿qué chico en sus cabales no disfrutaría de echar una cana al aire contigo? sobre todo, si resulta que está atrapado contigo, por decirlo de alguna manera –añadió, y lo besó despacio, provocativo.

Hae no solía ser así con sus parejas. Con Kang, había dedicado un tiempo a conocerlo antes de pasar al sexo. ¡Y nunca se le habría ocurrido hacerle pensar que lo estaba utilizando como juguete sexual! Ni se habría acostado con él tras pocas horas de conocerlo, aunque hubieran estado encerrados juntos.

–No puedo creer lo que oigo –replicó Hyukjae, sin poder evitar sentirse excitado por el beso.

–¿Por qué no? Tú disfrutas del sexo con jóvenes sin ninguna intención de mantener una relación con ellos… –señaló Hae.

–Estás jugando con las palabras.

–¿De veras? Lo siento, pensé que sólo estaba siendo honesto y directo. Siempre digo lo que pienso.

–Tengo relaciones –afirmó Hyukjae, sin estar seguro de por qué se estaba metiendo en ese debate–. Pero no son relaciones que terminen ante el altar. Pregúntales a todos los que han salido conmigo. Te dirán que lo pasaron genial.

Hyukjae sonrió con malicia y Hae sintió que su sangre se encendía de deseo, pero se esforzó por no demostrarlo. Quería aprovechar la oportunidad para saber más de él, para conocer mejor al hombre que se escondía bajo aquella armadura.

–Si tú lo dices –repuso, y se encogió de hombros–. De todos modos, hablar no sirve de mucho. Podrías hablar hasta cansarte y pensar que conoces bien a alguien y luego descubrir que no lo conoces en absoluto.

–Y, en la otra cara de la moneda, puedes pasar dos minutos con alguien y darte cuenta de que lo conoces por completo –puntualizó él, y comenzó a acariciarle el pecho.

–Humm –suspiró Donghae, frotándose sinuosamente contra la erección de su amante–. A mis padres les pasó así. Sólo con echarse una mirada, su futuro quedó sellado.

–Es mejor que te asegures de no enamorarte de mí –advirtió Hyukjae.

Hyukjae se sintió irritado cuando, como respuesta, Hae se rió, como si hubiera contado el chiste del año.

–Oh, por favor, tendrían que internarme en un manicomio si fuera tan tonto como para hacer eso –respondió–. Creo que eres el último hombre sobre la tierra del que me enamoraría –añadió.

–Estoy destrozado –dijo Hyukjae, acariciándole entre las piernas de forma provocativa–. Eres un peligro para el ego. La mayoría de los hombres se sentirían insultados si supieran que los están utilizando como un objeto sexual.

Entonces, hicieron el amor, de una forma fiera y ansiosa. Cuando Hyukjae le había tocado y acariciado cada milímetro del cuerpo, lo colocó encima de él, penetrándolo mientras él seguía besándole el cuello, la cara, los hombros.

Hyukjae no sabía qué hora era cuando al fin se despertó. Tenía las piernas entumecidas. Se había quedado dormido con Hae en el sofá.

Se levantó y, durante unos segundos, se lo quedó mirando, mientras Donghae seguía durmiendo.

A veces, se comportaba como un joven cauto y tímido y, otras, era provocativo y esquivo como un gato salvaje. ¿Quién diablos era aquel joven?

Mientras lo estaba mirando, Donghae abrió los ojos. No sonrió ni trató de seducirlo para que volviera junto a él, lo que le resultó un poco molesto a Hyukjae, que estaba acostumbrado a que los jóvenes hicieran todo lo posible por retenerlo.

–¿Has mirado cómo está el tiempo? –preguntó Donghae, sentándose y envolviéndose en el cobertor que había sobre el sofá.

Antes de quedarse dormido, Donghae había estado pensando en ellos. No eran una pareja ni podrían ser felices juntos, se había dicho.

Hyukjae estaba acostumbrado a que cayeran a sus pies y había aprovechado aquella situación poco común, pensó Hae. ¿Qué mejor forma de pasar el tiempo que haciendo el amor? Hyukjae era el tipo de hombre que podía distanciar sus sentimientos del sexo, ¿pero podría él?

Hae había hecho el amor con él porque aquel hombre le fascinaba. Sabía que sentía algo y que tenía que dar marcha atrás cuanto antes, para que sus sentimientos no lo hicieran sufrir.

–Iba a hacerlo ahora –respondió Hyukjae, y caminó hacia la ventana–. Ya no nieva.

–Me alegro. Mira… respecto a lo que ha pasado… –comenzó a decir, humedeciéndose los labios con nerviosismo.

–¿Quieres decir a eso de que me hayas utilizado para satisfacer tus necesidades sexuales?

–No ha sido así –admitió.

Hyukjae caminó hacia el montón de ropa que había en el suelo, extrajo sus calzoncillos y se los puso.

–Bueno, mi ego te da las gracias.

–Los dos nos dejamos llevar. Atrapados aquí, con tanta nieve fuera… como las personas que hacen locuras cuando se van de vacaciones. Tendremos que actuar como si no hubiera pasado nada –propuso Donghae, y respiró hondo.

–¿Y si a mí no me apetece fingir?

–¿Por qué?

–¿Y si yo creo que lo que ha pasado estuvo muy bien? ¿Y si no veo la razón para fingir que no ha pasado nada? –replicó él, y se encogió de hombros–. Deja de nevar y todo cambia. ¿Estás diciéndome que eso cambia la química que hay entre nosotros? ¿Estás diciéndome que, si te beso ahora mismo, ya no te sentirás atraído por mí?

–No se trata de eso –señaló él, confundido, pues no había esperado que discutiera su propuesta.

–¿Y de qué se trata?

–Se trata de que los dos hemos hecho algo fuera de lo común –explicó–. No soy la clase de chico que se acuesta con alguien así porque sí y sé que pude haberte dado la impresión de estar utilizándote, pero no suelo hacer esas cosas. Lo cierto es que, si decido tener una relación, quiero algo más que echar una cana al aire.

–Explícate.

–Pensamos de forma diferente, Hyukjae. Lo que buscas en una pareja no es lo que yo busco.

–No entiendo nada.

–No finjas que no lo entiendes. Tú usas a los jóvenes como distracción…

–Porque me siento solo y desgraciado. Ya lo habías dicho antes, ¿no?

Hae se sintió confuso. Había esperado que él se enojara y no esa respuesta ni ese tono de voz tan indulgente.

–Tienes razón en una cosa –continuó Hyukjae–. No quiero una relación a largo plazo, pero tú…

–¿Yo qué?

–¿Quieres una relación a largo plazo conmigo?

–No voy a perder el tiempo con alguien que no quiere comprometerse y, como te he dicho, no eres la clase de hombre que querría como pareja –afirmó Hae–. Tengo que admitir que he cometido un error y seguir buscando.

–¿Buscar qué?

–Un hombre con quien pueda construir una relación y que, al menos, los dos empecemos con las mismas intenciones, con la esperanza de llegar a alguna parte. Tú no eres así, Hyukjae. Tú empiezas asumiendo que todas tus relaciones están destinadas a la basura. Has estado casado y fue maravilloso y, como nada podrá compararse a eso, para ti no tiene sentido ni intentarlo. Tomas lo que quieres y te vas y, por favor, no me vengas con que todos los que han estado contigo han quedado muy satisfechos y nunca han soñado con pedirte más.

–¿Has terminado? –preguntó él, un poco enfurecido.

–Creerás que soy un estúpido…

–Tu vida es asunto tuyo. Y ya que estás con ánimo de dar sermones, te diré que, mientras esperas a tu príncipe, te estás perdiendo muchas cosas.

–Tienes razón. Es asunto mío.

–Voy a ducharme. Después, iré a ver mi coche –señaló él, diciéndose que nunca le había rogado a ninguno y que no iba a empezar a hacerlo en ese momento–. Sólo por curiosidad, ¿cómo es tu hombre ideal?

–Alguien amable y considerado –repuso Donghae, a la defensiva.

De pronto, Hae empezó a pensar que, quizá, se estaba equivocando al esperar al hombre perfecto. ¿Estaría perdiendo el tiempo con un sueño? Y, si Hyukjae estaba tan lejos de su ideal, ¿por qué su corazón se aceleraba tanto con él y por qué se sentía tan vivo?

De alguna forma, Hyukjae se había colado en su corazón y Hae comenzó a temer que pudiera empezar a enamorarse de él.

–Alguien que no crea que es el mejor del mundo –arremetió Hae de nuevo–. Un tipo dulce…

–¿Por qué te acostaste conmigo?

–Deberías ir a ducharte.

–Me iré en cuanto me respondas.

–¡De acuerdo! ¡Me acosté contigo porque eres… porque resulta que me excitas! ¿Satisfecho?

–Sí. Y no olvides que pasarlo bien puede ser una recompensa en sí mismo. Una cama vacía nunca es buena para tener la moral alta.

Hyukjae se dirigió a la ducha. Había conseguido decir la última palabra, pero había sido una victoria vana.
Debería estarle agradecido a Donghae por haber sido sincero y directo con él, pensó mientras se secaba después de la ducha. ¿Y cómo podía quejarse porque lo rechazara, después de que él había rechazado a incontables jóvenes en el pasado?

En cuanto volviera a la civilización, lo olvidaría, volvería a salir con otros, trabajaría duro y no perdería el tiempo en largas e inútiles discusiones sobre sentimientos, se dijo.

¡Diablos, ni siquiera había podido afeitarse durante dos días! Con esa barba, estaba empezando a parecer un hombre de las cavernas. ¡Y a comportarse como uno!

Con suerte, la nieve se iría igual que había llegado y podría irse de aquel rincón perdido y retomar su vida.
Al menos, una cosa estaba clara, pensó Hyukjae. Donghae no iba detrás de su hermano para mejorar su estilo de vida. Lo único que buscaba aquel joven era un príncipe. No era la clase de persona buena para las sutilezas. Sin duda, si Donghae hubiera estado interesado en Kyuhyun, ¡su hermano ya estaría casado con él y a punto de ser padre!

Decidió que se lo tomaría como una lección y que lo mejor sería regresar cuanto antes a su rutina. Mejor lo malo conocido…


7 comentarios:

  1. waaaaa, tan apasionados ellos me encantan, sexys y hermosos pero tan miedoso mi hyukkie, pero ya te atrapo Hae, ahora tienes que ceder a lo que sientes mi monito hermoso, y tu hae deja de suponer tal vez ya siente mas que deseo por ti. Gracias por el capitulo Yota

    ResponderEliminar
  2. Guauuuuu que buen capitulo estuvo genial!!! no quiero que vuelva a su rutina!!! aunque se conocieron recién ahí ya hay amor
    gracias por el capitulo
    cuidate

    ResponderEliminar
  3. omg!! lo hicieron! y mas de una vez!!! jajajaj ook me parecio interesante esa pequeña charla que tuvieron, de que le utilizo por que hace mucho no estaba con nadie, y el sentirse como objeto sexual de una noche! A Hyuk le ha dado duro el rechazo de Hae!! no se lo esperaba! por eso me gusta Hae!! ya veremos si se olvida de la noche de pasion que tuvo con Hae..lo dudo!
    me adelante al mp!!

    ResponderEliminar
  4. Tengo la leve sospecha que después de este encierro forzoso (la nieve tiene la culpa) el "balance" de Hae será 100% POSITIVO, y las cuentas no te cuadrarán.
    A ver Hyuk explicame algo, sí vos andas de cama en cama por decirlo de una manera delicada, decíme porque te enoja tanto que Hae considera sus encuentros amorosos de la misma manera????????
    Igual no voy a negar que mi EUNHAEDENDENCIA salta por todos los rincones al ver lo pasionales que son!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  5. Ambos están tan atraidos el uno por el otro que casi acaban en combustión interna xD Hyuk creyendo que también lo hace por salvar a Kyu, es curioso como Hae sin querer ofende a su super ego, Hyuk siempre está esperando que Hae se derrita por él y cómo no es así (al menos Hae no lo expresa verbalmente) se desespera. Por otro lado Hae dice que no es su tipo y bien que ya siente algo por él.

    Lo más divertido es Hae intentando sacar cuentas xD digamos que la pasión ganó y solo asintió cuando en realidad no estaba seguro y ahora que la nieve se acabó que pasará con los dos?

    En fin, gracias por el capítulo estaré esperando por el próximo.

    Bye ^^

    ResponderEliminar
  6. Puff....Hyukjae practicamente le grito lo que siente por Hae,aunque a lo mejor ni el mismo se dio cuenta y mucho menos Hae,y ahora harán como si nada hubiera pasado,lo malo o bueno,es que sí paso,y paso tanto que a los dos le va a quedar el recuerdo que no podran olvidar.
    Cada uno con sus ideas,pero estoy de acuerdo con Hyuk,puede que Hae se este perdiendo de mucho,por esperar su principe azul y quizas lo esté dejando pasar,aunque ninguno de los dos lo sepa o lo esten dejando pasar.

    ResponderEliminar
  7. Ay, no le dijo que no estaba usando proteccion, eso creara problemas en un futuro con Hyukjae, el hombre es terco y obtuso y no le va a creer que lo hizo sin ninguna doble intencion.
    Son unos tontos mira que decir cosas que realmente no querian decir solo para no sobreexponerses.

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...