En Tu Busqueda- Capítulo 24



Sunny había aceptado su destino, y la fuerza de esa emoción era tan poderosa que había dejado un rastro, no tan fuerte como el miedo, pero lo bastante fuerte para que pudiera seguirlo.

Se concentró en esa aceptación, memorizándola hasta que conociera la sensación donde quiera que estuviera, que fuera capaz de seguirla donde quiera que condujera.


Siguió el rastro hacia el sur, su mente yendo tras ello hasta que chocó con una dura barrera. Se encontró a sí mismo en una oscura habitación con una sola bombilla sobre la cabeza. Los límites del cuarto estaban ocultos en las sombras, pero de alguna manera todavía pulsaban con colores. Remolinos de azul y verde florecieron a lo largo de los bordes del desnudo cuarto. Le recordaba el mar que remolinaba sobre las rocas mientras el agua era succionada por la marea de regreso al océano.

Heechul había estado antes allí, por un breve momento. Ésta era la mente de Sunny.

Desde las sombras de esas llenas nubes de color, vino una niña. Sunny. Llevaba un vestido blanco con volantes y calcetines de encaje hasta el tobillo con brillantes zapatos de charol. En los brazos, llevaba una muñeca que parecía su gemela en miniatura, pero en vez de los ojos pálidos de Sunny, la muñeca tenía vidriosos y muertos ojos negros como los de un tiburón. Era la muñeca que estaba sujetando ahora el cuerpo de Heechul.

—No viniste a mí a tiempo —dijo Sunny—. Ahora es demasiado tarde.

—Lamento no haber llegado antes. Nosotros acabamos de descubrir que habías desaparecido.

—No. Lo que quiero decir es que le dije a Siwon que te trajera a mí la noche en que te encontró. Fracasó en hacerlo y ahora es demasiado tarde.

—No entiendo —dijo Heechul.

—Por supuesto que no. Nadie lo hace. —Los colores detrás de ella se oscurecieron en un profundo y desolado púrpura—. No deberías haber venido aquí. Ella te está buscando.

—¿Quién es “ella”?

Sunny miró por encima del hombro, como si esperase que alguien se materializara detrás.

—Mantente alejado. Esto no es seguro.

—Lo sé. Eso es por lo que voy a llevarte a casa —explicó Heechul.

—Si vienes aquí, lo lamentarás —advirtió la cantarina voz infantil.

—Nunca me arrepentiré de ayudarte a volver a casa, con tu familia.

Las regordetas mejillas eran una máscara en blanco y esa familiar sensación de aceptación que Heechul había memorizado le inundó los sentidos.

—Si debes venir, al menos espera hasta que sea seguro. Hasta que ella se vaya.

—¿Ella? ¿Quién?

Sunny vaciló un momento, como si sopesara una decisión.

—La única que me trajo aquí.

—¿Te ha hecho daño?

—No más que la mayoría.

Heechul no tenía ninguna pista de qué hacer sobre eso, así que lo ignoró por el momento. No sabía cuánto tiempo más iba a ser capaz de mantener la conexión con Sunny, tan débil como estaba el cuerpo.

—Dime dónde estás de modo que podamos encontrarte.

—Me encontrarás por ti mismo o no lo harás. No te ayudaré a sufrir.

—No voy a sufrir a menos que falle en traerte a casa a salvo. Por favor ayúdame.

—Debo permanecer neutral —dijo Sunny.

—¿Neutral? ¿Qué quieres decir?

—No puedo elegir bandos. Sería darte la libertad para actuar. No puedo permitirlo. No ahora, cuando hay tanto en la balanza.

—¿De qué estás hablando, bebé? No tiene sentido lo que dices. ¿Te has golpeado en la cabeza?

Los ojos de Sunny destellaron hasta volverse de un brillante amarillo. Apretó la boca con cólera y Heechul tuvo la impresión de que había crecido un par de centímetros. Las paredes detrás de ella pulsaron con furiosas plumas naranjas entre otros confusos colores.

—Estoy perfectamente cuerda, Suju. No cuestiones mi cordura. No hará ningún bien acabar aquí. Solo intento evitar tu sufrimiento.

—No tienes que preocuparte por mí.

—Alguien debe hacerlo. Los Centinelas te necesitan más que yo.

—Tú eres la única a la que quiero ayudar —dijo.

Los diminutos hombros se enderezaron en una pose de falsa confianza que Heechul conocía demasiado bien.

—Yo soy… Prescindible —dijo Sunny.

—No. No lo eres. Ningún niño lo es.

Sunny sonrió, pero no era la sonrisa de una niña. Era demasiado astuta y condescendiente para eso.

—¿Y si te dijera que más de un niño moriría si mueres intentando salvarme?

—No puedes saberlo.

—Pregúntale a Siwon lo que no puedo saber —dijo Sunny, mofándose de la ignorancia de Heechul—. ¿Cuántas cosas imposibles has visto en tu corta vida con Siwon, joven Suju?

La espeluznante niña tenía un punto, pero eso no iba a hacerle cambiar de opinión.

—Hice una promesa para traerte a casa, y eso es lo que pretendo hacer.

—Ah, Changmin. Mozo astuto —dijo con un tono de aprobación—. Solo busca proteger a los suyos, pero siempre ha tomado las decisiones a ciegas. Desearía que yo estuviese bendecida con la ceguera.

—Sólo está intentando ayudarte.

—No necesito más ayuda de él.

De acuerdo, aparentemente allí había algo de rencor.

—Entonces déjame ayudarte —dijo.

—Si lo haces, Siwon estará a tu lado. Pero date cuenta que él ve que su vida no es más importante que un grano de arena de la playa. Hay muchos más como él y la ausencia de uno pasará inadvertido. No vacilará en acabar con su vida de modo que la tuya pueda continuar.

“Mi vida por la tuya”, le había jurado. Heechul creía en lo que había dicho, pero no le dejaría morir para salvarlo.

—Tendremos cuidado —dijo.

—Deberías quedarte con tu hermano. Mis captores no buscan hacerme daño.

—¿Entonces por qué te secuestraron?

—¿Por qué sí? Quizás debas preguntarte a ti mismo hasta que llegues a la misma conclusión que yo.

—¿Cuál es?

—Algo que tendrás que descubrir por ti mismo. —La niña sonrió, ondeando negligentemente la mano, y Heechul fue arrojado de la mente de Sunny sin más opción que irse. Voló a través de la oscuridad hasta aterrizar con un sordo ruido en el interior de su propia cabeza.

Lentamente, volvió a conectarse al cuerpo y deseó no haberlo incomodado. La fatiga lo sobrecogió, y los músculos estaban doloridos a causa del prolongado temblor. Sentía frío. Se sentía débil. Demasiado cansado incluso para abrir los ojos.

—¿Estás bien? —preguntó Siwon. La voz era áspera debido al pánico controlado.

Heechul hizo un sonido afirmativo, pero no pudo hacer más.

—Has estado fuera demasiado tiempo. Te llevaré a la cama —dijo.

Sintió cómo lo alzada en brazos. De haber sido capaz de abrir la boca, le habría regañado por tratarlo como a un niño, pero tal y como se encontraba, no tenía fuerza para que le importara. Le estaba sosteniendo y eso era suficiente.

Tenía una niña que salvar, e iba a necesitar cada pizca de ayuda que pudiera obtener.



Siwon estaba preocupado. Heechul no se había resistido cuando lo metió en la cama, lo cual quería decir que estaba mucho peor de lo que había esperado. Le había dicho que tenían que irse tan pronto como pudiera encontrar el rastro, y que reuniera a tantos hombres como pudiera.

Había estado a punto de hacer eso cuando vio a Yunho doblar la esquina al final del pasillo. El viejo hombre no se estaba moviendo con su habitual fluidez. En vez de eso, los movimientos eran pesados y rígidos, como si estuviese herido.

Por otra parte, su hija estaba desaparecida. Eso era más que suficiente dolor para que cualquier hombre lo soportara.

—¿Puede ayudar? —le preguntó a Siwon sin rodeos.

Siwon asintió.

—Va a intentarlo. Dice que hizo contacto con Sunny y que estaba todavía con vida y sin daño.

Yunho se cubrió la cara y dejó escapar un suspiro de alivio.

—También dijo que Sunny no quería que fuera.

—Mi pobre bebé —susurró Yunho—. Probablemente piensa que Heechul es más importante para nosotros que ella. Siempre se ha sentido así, a causa de que nunca alcanzó la madurez y no puede vincularse con ninguno de nuestros hombres, que es de algún modo defectuosa y sin importancia.

—Eso es ridículo. ¿Cuántas veces ha salvado nuestras vidas con sus predicciones?

—Eso es lo que siempre le digo, pero supongo que la opinión de un padre no cuenta.

—No sabía que era tu hija. ¿Cómo podía no haberlo sabido?

Yunho se encogió de hombros.

—Sunny y Changmin no se llevan bien. No quedan muchos hombres con vida que estuviesen allí cuando Sunny nació, y en algún lugar del camino, ella solo dejó de reconocernos. Incluso aunque tiene el cuerpo de una niña, creció como mujer hace mucho tiempo. Era lo menos que podíamos hacer para respetar sus deseos.

—¿Por qué nunca creció?

Los pálidos ojos de Yunho se nublaron con una mezcla de rabia y tristeza.

—No responderé a eso. Pregúntale a ella si quieres saberlo, aunque dudo que te lo diga.

Eso quería decir oficialmente que no era asunto suyo.

—Vamos a encontrarla, Yunho. Sé que Heechul puede hacerlo.

—¿Entonces por que todavía no os habéis marchado?

—Casi se mata a sí mismo haciendo contacto con Sunny. Necesita algunos minutos para descansar antes de encontrar el rastro. Además, voy a necesitar reunir a los hombres que sean capaces de venir con nosotros.

—Yo quiero ir.

Siwon puso la mano en el hombro de Yunho.

—Por supuesto que irás. No lo haría sin contar contigo.

—¿Cuántos hombres necesitamos?

—Iba a ir a ver a Shindong para hablar de ello. No sé cuantos hombres podemos llevarnos sin romper la seguridad. No podemos dejar el lugar desprotegido.

—Déjame hablar con él —dijo Yunho—. Tú ve a reunir a tus hombres y me encargaré de los míos.

—No dejará a los humanos desprotegidos.

—No le preguntaré, pero me debe algunos favores y voy a pedírselos. Ella es mi hija.

Siwon asintió.

—Encuéntrate conmigo en mi habitación en una hora. Estaremos listos para irnos.



Habían estado conduciendo hacia el sur la mayor parte del día cuando Heechul perdió el rastro. La frustración burbujeaba en su interior, haciendo que quisiera gritar.

—Detente —le dijo a Yesung, quien conducía el enorme SUV que habían conseguido. La cosa podía soportar ocho personas de tamaño normal, pero sólo a cinco Suju y a él mismo. Estaba atestado con los guerreros cuyos enormes hombros se apretaban los unos contra los otros, todos los cuales lo estaban mirando ahora.

—¿Es este el lugar? —preguntó Yonghwa desde el asiento delantero. La bronceada piel y fiera expresión hacía que los ojos se vieran como si estuviesen brillando. Había algo predador en él, movimientos gráciles y sosegados, como si estuviese a la caza de algo sin importar donde fuera.

—No —dijo Heechul, oyendo el tono de pena en su voz—. He perdido el rastro.

Yesung comprobó el reloj sobre el tablero.

—Oscurecerá en otras dos horas.

—¿Quieres intentarlo de nuevo, o lo dejamos por esta noche? —Le preguntó Siwon. No había dejado de tocarlo desde que habían salido de la SM. Tenía su brazo alrededor de los hombros, manteniéndolo a su lado. Incluso con el calor de su cuerpo, estaba helado, y tan cansado que apenas podía mantener los ojos abiertos.

—No puedo dejarla pasar la noche con esas cosas. Tengo que intentarlo otra vez.

Siwon asintió con comprensión.

—Todo el mundo fuera —ordenó—. Dadnos unos minutos. Yesung, ve a decirles a Yunho y a los demás lo qué está pasando.

Yesung asintió y los cuatro hombres salieron del vehículo.

—Acuéstate en el asiento —la dijo.

Heechul no necesitó que se lo dijera dos veces. Tenía el cuerpo tan pesado y entumecido por la fatiga, que se sentía como si la piel se hubiese vuelto de plomo. Siwon había encajado su enorme cuerpo en el espacio entre los dos asientos delanteros y el asiento de atrás donde él estaba tendido. Casi se veía cómico agachado allí en el pequeño espacio, y por alguna razón, le provocó que el corazón se saltara un latido en el pecho.

Comprendió en ese momento que ese hombre haría cualquier cosa por él. Era fidelidad y lealtad personalizada. Mientras respirara, haría lo que tuviese que hacer para mantenerle a salvo y feliz. Incluyendo perder la vida.

No podía dejar que eso sucediera. Necesitaba devolverle el anillo y separarse de él antes de que no pudiera hacerlo. La idea de quedarse se estaba haciendo más tentadora de lo que podía soportar. Si no se marchaba pronto, nunca lo haría y eso lo asustaba como el infierno, porque sabía cómo acabaría, de la misma manera que habían terminado su mamá, Henry y Wook. El haría algo mal y tendría que ver a otra persona que amaba sufrir o morir.

La comprensión de que lo amaba lo dejó atónito por un estúpido momento, y no oyó lo que le había dicho.

—¿Qué? —preguntó.

—¿Estás cómodo?

Difícilmente, pero asintió de todos modos.

—¿Qué está pasando por esa cabeza tuya? —preguntó, con los ojos entrecerrados por la sospecha.

—Solo estoy preocupado por Sunny —mintió.

Siwon le apartó el pelo de la cara y le ofreció una alentadora sonrisa.

—No te preocupes. La encontraremos.

Cuanta fe. No tenía idea de donde la encontraba después de todo por lo que habían pasado, pero si podía tener fe, entonces él también.

Heechul cogió su mano izquierda y le beso la palma antes de posarla alrededor del cuello. Las dos partes de la luceria se unieron y fue inundado con una embriagadora acometida de poder que nunca cesaba de asombrarlo.

Iba a extrañar eso casi tanto como iba a echar de menos a Siwon.

—No voy a dejarte ir. —Le dijo como si leyera sus pensamientos—. Estás advertido.

Heechul no podía pensar en eso ahora mismo. Tenía que concentrarse.

Cerró los ojos y buscó el rastro de aceptación. No lo podía localizar por ningún lado.

—Dame la muñeca —le dijo.

Siwon la sacó de un bolso de tela y se la entregó. El frío peso de la cabeza de la muñeca de porcelana le descansaba sobre el corazón. Olió el débil aroma de la luz del sol y rosas aferrándose a la muñeca. El aroma de Sunny. Ésta muñeca era de alguna manera parte de ella, vibrante con esa propia clase de energía que Heechul no entendía.

Quizás eso era lo que sentían los psíquicos cuando conectaban con un objeto. No era doloroso, pero tampoco era completamente cómodo. La muñeca tenía un revoltijo de aquella caótica sensación, una sombra o mancha que Heechul no podía ver, pero podía sentir. A medida que el cuerpo caía, fue arrojado a través del cielo y hundido en la tierra. La cabeza le dio vueltas y sintió náuseas incluso aunque ya no estaba dentro del cuerpo.

Una sola bombilla colgaba del techo en una habitación sin paredes, solo remolinantes penachos de color. Reconoció aquello como la mente de Sunny, incluso aunque los colores ahora eran oscuros. No había esperanzadoras tonalidades en colores pastel, sólo profundos y apagados tonos marrones y grises.

Sunny salió de las sombras. Esta vez llevaba un vestido negro de volantes cubierto artísticamente por fragmentos de lazos. Los ojos estaban bordeados con delineador y los labios cubiertos con un brillante rojo chillón. Las uñas eran largas y pintadas de negro.

—¿Probando un nuevo look? —preguntó, incapaz de contener la paternalista consternación en el tono.

Sunny frunció el ceño durante un momento; entonces una sonrisa satisfecha estiró los pintados labios. La apariencia cambió de nuevo al traje más apropiado para una niña, completada con calcetines de tobillo y lazos rosas. Ya no una pequeña puta.

—¿Mejor? —preguntó.

—Mucho.

—Me alegro de que hayas venido —dijo.

—Pensé que querías que me mantuviese alejado.

La sonrisa se ensanchó.

—He cambiado de idea. Este lugar es horrible.

—¿Sabes dónde estás? —preguntó Heechul.

—Creo que sí.

Ella ondeó una mano y un mapa parecido a la imagen de un satélite, pero recortado en un bajo ángulo, apareció. Señaló una zona mientras Heechul intentaba memorizar frenéticamente las carreteras y calles cercanas. Era al norte de Alabama, a dos o tres horas de donde estaban ellos.

—¿Puedes encontrarme? —preguntó Sunny con una voz sacudida por un leve tono de miedo. No había estado asustada antes, pero quizás las cosas se habían puesto peor donde estaba.

Heechul llenó la voz con un tono de confianza para ayudar a tranquilizar a la niña.

—Ahora puedo. No te preocupes. Vamos de camino.

—¿Vamos? ¿Quién está contigo?

—Hay diez hombres conmigo, Changmin y Leeteuk. —Heechul no había tenido tiempo más que para conocer a Leeteuk, pero Siwon le había dicho que era poderoso.

—Te sacaremos de ahí.

Los ojos de Sunny brillaron con un destello de rabia ante la mención del nombre de su appa. Fue entonces que advirtió que los ojos ya no eran claros. Eran completamente negros.

Allí había algo que no estaba bien.

—¿Qué le ocurre a tus ojos? —preguntó.

Sunny encogió un delicado hombro.

—Es la oscuridad. Todos los ojos de los Suju se vuelven así cuando están lejos de la luz durante un tiempo.

Pobrecilla. Toda esa oscuridad tenía que ser difícil de tolerar, incluso si no se asustaba fácilmente.

—Estaré ahí tan pronto como pueda. Sólo aguanta, pequeña.

La voz era débil y teñida de dolor:

—Lo intentaré. Por favor, date prisa. No sé cuánto más podré soportar esto. Me han encerrado en una caja con el esqueleto de un niño. Sé que me van a dejar morir aquí.

Se le cerró la garganta, estrangulándole con la angustia.

—¿Qué?

—Lleva una pijama blanca. Lo dejaron morir en esta caja completamente solo.

Oh, Dios, Henry. El había llevado un pijama blanco la noche en que lo raptaron. Su cuerpo todavía estaba allí.

Heechul sintió como el corazón se la rompía de nuevo. La angustia sangrando por él, pero no disminuyó. Todavía podía sentir cada aguda puñalada de culpabilidad, cada oleada de pena, como si Henry hubiese sido secuestrado apenas la noche anterior.

Antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, volvió al cuerpo, sollozando.

—Shhh. —Siwon lo sostuvo, meciéndolo contra el sólido pecho—. Te tengo.

—Le encontré —dijo.

—Eso es bueno, ¿verdad? Ahora podremos traerla de regreso.

—No. Quiero decir que encontré a Henry. Su cuerpo está allí con Sunny. —Henry había muerto solo en una caja atrapado en la oscuridad.

La presencia de Siwon se deslizó en su mente, fría y calmante. Lo sintió intentando consolarle, susurrándole suaves palabras directamente a su alma.

Se empapó de ello y dejó que le diera la fuerza para respirar de nuevo. No sabía cómo habría sobrevivido a eso sin él. Incluso ahora, el corazón luchaba para combatir la presión de la pena. Su hermanito había muerto solo en alguna cueva, y había sido incapaz de evitarlo.

—Recuperaremos su cuerpo —le susurró Siwon—. Lo traeremos a casa.

Heechul intentó controlar la respiración y aquietar los sollozos que la sacudían.
Quería rendirse, hacerse un ovillo y llorar hasta que ya no importara nada y todo el dolor se hubiese marchado. Pero Sunny lo necesitaba. Le debía a Henry evitar que otro niño muriera sola en la oscuridad.

Hizo a un lado a Siwon, ya extrañando la comodidad de su cálido cuerpo.

—Tenemos que ponernos en movimiento. No estamos demasiado lejos, y la noche se está acercando.

Siwon gruñó dejándolo ir. Le limpió gentilmente las lágrimas y le besó en la frente.

—Sunny tiene suerte de tener a alguien tan valiente y fuerte a su lado. Al igual que yo.

Iba a extrañarle. Su tiempo juntos acabaría en sólo unas pocas horas. Los amables ojos lo recorrieron el rostro como si quisiera empaparse de él.

—No pienses en eso ahora. Ya tienes suficiente de qué encargarte sin estar pensando también en nuestro futuro.

No tenían futuro. No realmente. Y a pesar de lo duro que sería apartarse de él ahora que lo amaba, volvería a pasar por todo en un latido de corazón. Ahora tenía la verdadera prueba del valor y el honor que existía al luchar contra las horribles cosas que había en el mundo.

—Deberíamos irnos —dijo.

Siwon lo miró como si quisiera decirle algo más, pero en lugar de ello asintió.

—Sunny nos necesita.


1 comentario:

  1. No se porque, pero ese cambio de parecer de Sunny me da mala espina, sin mencionar de la rara rabia que siente hacia Changmin.

    Espero que las cosas no se pongan muy dificiles, para cuando lleguen a su paradero.

    Gracias por los cap ^_^ Besitos

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...