Love Again- Capítulo 9



Durante la noche, un frente entró por el Pacífico. En lugar de la pálida luz amarilla que esperaba, se encontró con una neblina verdosa y el sonido de la lluvia golpeando las hojas. Retirando los helechos de la entrada de la cueva observó la mañana envuelta en niebla.

Al garete sus planes de subir a la montaña mas alta! Por mucho que quisiera poner distancia entre Kim Yesung y él, no estaba dispuesto a arriesgar su vida y la de Melo para hacerlo. Tenía un hornillo y combustible, café y comida, agua de lluvia a cincuenta metros, un libro para pasar el tiempo y un lugar seco donde dormir. Esperaría a que cambiara el tiempo.

Pero tras dos días sin señal de cambio, y con el sonido de la lluvia, había tenido suficiente de su propia compañía para toda la vida. Demasiados pensamientos sobre Yesung llenaban su cabeza, demasiado arrepentimiento, demasiadas esperanzas que nunca se harían realidad.

Su rostro se interponía entre él y las páginas del libro. Su voz invadía sus sueños. Furioso consigo mismo por permitir que las cosas llegaran a tal extremo, reconoció que su refugio se había convertido en una prisión. Aun más, aunque no hacía mucho frío, la humedad proporcionaba un prematuro aire otoñal que hacía que hasta Melo se enroscara en una bola con la cola sobre la nariz.


Así que hacia la tarde, cuando la niebla se disipó lo suficiente como para que pudiera ver la superficie plana y gris del mar, enrolló el saco de dormir y volvió por donde habia venido, llegando a su casa justo después de que oscureciera, desanimado, cansado y confuso.

Primero dio de comer a Melo. Mientras esperaba a que se calentara el agua, se puso un albornoz, salió, descolgó la antigua bañera de latón y la colocó en el porche. Como era por naturaleza una persona celosa de su intimidad que no iba pavoneándose por ahí ni siquiera en su propio jardín, solía bañarse en la cocina.
Pero estaba oscuro, estaba lloviendo otra vez, lo bastante fuerte como para que nadie anduviera fuera en semejantes condiciones inclementes. ¿Y quién iba a presentarse sin invitación? ¿Yesung? ¡Difícilmente! 
Había dejado claro que no quería volver a verlo.

Así que, cansado y enfadado con la vida en general, dejó de lado su cautela habitual y se bañó fuera, a la luz de una lámpara que estaba sobre una silla de la cocina bajo el tejado del porche. Afortunadamente, la bañera era pequeña, más bien un baño de asiento, con un respaldo curvo, lo que suponía que tenía que sentarse con las rodillas a la altura de la cintura, pero el agua, caliente y perfumada con sales de lavanda, le llegaba hasta los hombros y resultaba maravillosa.

Inclinando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y respiró la fragancia. Estaba preparado para volver a la civilización, por muchas razones, y entre ellas por las comodidades que tan dispuesto había estado a abandonar cuando había decidido pasar el verano en la cabaña. Al día siguiente, empezaría a cerrar la cabaña para el invierno y a hacer los preparativos para volver a casa. Quizá entonces, cuando ni él ni su recuerdo fueran una presencia cercana, sería capaz de quitarse a Kim Yesung de la cabeza para siempre.



En la tercera noche de su confinamiento forzoso, Sungjoon entró corriendo en la casa porque había visto un lobo subiendo por el camino desde la playa.

—No hay lobos en la isla —aseguró Yesung, para entonces tan preocupado por la desaparición de Ryeowook que hacía tiempo que había dejado de importarle qué pensaría si descubriera que había otro en su casa—. Se te está desbordando la imaginación o has estado bebiendo otra vez.

—No he estado bebiendo —exclamó indignado—. Y no estoy viendo visiones. Hay una criatura negra ahí fuera y, si no me crees, ve a verlo tú mismo.

Solo entonces se le ocurrió que lo que había visto era Melo. Poniéndose en pie, se dirigió hacia la puerta y la abrió. Fuera, una masa de pelo negro salió de la oscuridad persiguiéndose a sí misma con un entusiasmo enloquecido.

—¡Bola de pelo! —gritó Yesung, agarrándose al marco de la puerta.

Desde el otro lado de la cocina Sungjoon empezó a chillar otra vez y corrió a buscar una sartén.

—Deja eso antes de que le des a alguien —ordenó Yesung— Este perro vive ahí al lado y es inofensivo.

—A mí me parece que está rabioso —gritó.

«Si lo estuviera, te lo mandaría». Yesung consiguió agarrar al perro por el collar y tranquilizarlo.

—Tranquilo —dijo deseando ver a Ryeowook para comprobar que estaba bien—. Por si aplaca algo tus temores, voy a llevármelo a su casa.

Era la excusa perfecta para asegurarse de que Ryeowook había regresado a casa también. Después de todo, el hecho de que hubiera aparecido el perro no significaba que Wook hubiera hecho lo mismo. Podría estar tirada bajo la lluvia con una pierna rota o algo así y podía ser que el perro estuviera intentando llevarlo hasta él.

Hasta que no dio la vuelta a la casa no vio un destello de luz en el porche trasero. Se quedó inmóvil. Incluso sus pulmones se agarrotaron. Lo único que se movía era su corazón que iba a mil por hora.

Sujetando al perro con mano firme, se quedó paralizado en las sombras de las cepas y se quedó contemplando la visión que tenía ante él. La espuma que salía del baño lo rodeaba, tentándolo con fragmentos de piel de sus delicados miembros y sus esbeltos hombros. Tenía champú en el pelo y formaba un gorro de espuma sobre su cabeza. Lo hacía parecer una escultura griega, llena de gracia y al mismo tiempo etérea.

Mientras permanecía allí, con la boca seca, con los pulmones a punto de estallar por falta de oxígeno, Ryeowook inclinó la cabeza hacia atrás mostrando su cuello y dejó que el agua cayera de la esponja como diamantes desde su barbilla hasta el pecho.

En ese momento, habría dado diez años de vida por atrapar aquellas gotas brillantes con la lengua.

También sabía que estaba coqueteando con el desastre. Sin reparar en ello, se sintió lleno de deseo por él, tenso como un tambor. Su instinto lo empujaba a ir hacia él para tomarlo en sus brazos. Si hubiera sitio para los dos en la bañera, se habría quitado la ropa para meterse con él.

Sería mejor que se marchara en silencio como había llegado y se diera un baño en el mar frío. Aun mejor, nunca debería haber ido allí en primer lugar.

«Vuelve a tu casa. Aléjate de su vida».

Pero sus piernas, tanto tiempo inútiles, tenían otra idea y le acercaron más.

Debió de hacer ruido o quizá Ryeowook notó un movimiento en su ángulo de visión. Irguió la cabeza y se colocó la esponja sobre el pecho.

Aun entonces, podía haber escapado sin que se diera cuenta.

—¿Melo, eres tú? —llamó.

Inmediatamente, soltó al perro e intentó empujarlo hacia delante, pero el estúpido animal se negó a obedecer, en lugar de eso se puso a dar vueltas a su alrededor y a dar ladridos de alegría que acabaron con su anonimato.

Agarrando la toalla que tenía sobre el respaldo de la bañera, se levantó y se cubrió.

—¿Quién está ahí? —gritó asustado.

—Soy yo —respondió. Su rostro era una máscara pálida de susto, sus ojos estaban alarmados. Afligido, entró en la zona iluminada por la lámpara—. No quería asustarte, Wook —se disculpó—. Solo he venido a ...

—¡Monstruo! —susurró temblando.

—Lo sé. Pero en parte es culpa tuya que esté aquí.

—¿Por qué lo dices?

—Desapareciste sin decir nada, hace tres días. Y el tiempo... ¿Qué iba a hacer?

—¡Nada! Lo que tú esperabas que yo hiciera cuando decidiste salir con la tormenta.

—Eso era diferente. Eres un joven y...

—Me sorprende que lo hayas notado.

Se mordió el labio para no sonreír.

—Si hubiera tenido alguna duda, tú las has despejado esta noche.

Pero Ryeowook no estaba de humor para que la ablandara con cumplidos a destiempo.

—Me lo hiciste pasar fatal por intentar complacerte —gritó—. Me usaste como diana porque estabas en una silla de ruedas. Y lo peor de todo, me hiciste sentir culpable y fuera de lugar por osar preocuparme por ti. ¿Y crees que lo único que tienes que hacer es ser amable cuando te apetezca para que yo me olvide del daño que me has hecho? ¡Pues se acabó! —aseguró con los ojos llenos de lágrimas.

—Sí. He hecho todo eso y más. Pero eso no significa que no estuviera preocupado cuando desapareciste sin más.

—¡Por favor! ¡No te importo un carajo! Lo dejaste bien claro la última vez que hablamos. Si sentiste algo, probablemente fue alivio por haberte librado de mí.

Las lágrimas se derramaron por su rostro. Él no comprendió por qué lo conmovieron tan profundamente. Pero se le hizo un nudo en la garganta con un sentimiento que nunca había experimentado antes al verlo. No era una pasión como la que él conocía. Le creó una clase diferente de deseo, que le impelía a abrazarlo contra su pecho a pesar de sus objeciones.

Tocarlo fue un error, el más grave de todos, especialmente en aquel momento en el que no llevaba puesto nada más que una toalla y una montaña de espuma en el cabello. ¿Pero lo dejó marchar? ¿Puso una distancia prudente y respetable entre ellos? No. Acarició su espalda de arriba abajo mientras le susurraba tonterías hasta que la pena dejó de sacudirlo y Wook se fundió en él, tibio y suave, pidiendo que lo amaran. 
Y él, se sintió más que dispuesto a cumplir.

Tenía que hacer algo para romper el hechizo, algo que aliviara la tensión sin herir sus sentimientos otra vez. Separándolo levemente, le rozó la mejilla manchada de espuma con un dedo, como si fuera la nata de un pastel, y se lo chupó.

—¡Esto huele mejor de lo que sabe!

—¡Tonto!

Pero no fue lo que dijo lo que precipitó su siguiente movimiento, fue cómo lo dijo, con una ligera sonrisa que temblaba en su boca y le recordó cómo eran sus besos. El problema se agravaba cada segundo que pasaba.

Lo separó de él, tomó un cubo vacío y lo llenó con el agua de lluvia de un barril.

—Te vas a morir de frío aquí fuera. Aclaremos ese pelo para que puedas vestirte.

Ryeowook agachó la cabeza obediente. Intentando con todas sus fuerzas no caer sobre la curva de su nuca, le aclaró el cabello.

—¿Tienes otra toalla? —preguntó al terminar.

Se encogió de hombros de un modo provocativo que envió una lluvia de gotas sobre su piel.

—Solo la que llevo puesta.

Un hombre listo habría ignorado la invitación que llevaba implícita su respuesta, pero él no lo era. Lejos de disiparse, la ternura que había hecho nacer en él se transformó en un deseo feroz. Le quitó la toalla hasta que se quedó desnudo frente a él.

—Entonces tendrá que servir —dijo con voz ronca.

Ryeowook se le quedó mirando mientras él le hacía un turbante en la cabeza.

—¿De verdad estabas preocupado? —preguntó.

—Tanto que no he dormido en dos días.

Wook le tocó los párpados y después la boca con la suavidad de las alas de una mariposa.

—Debes de estar cansado.

—Dormir no es lo que más me preocupa, si es eso lo que estás pensando.

—Ni a mí —murmuró sacándole la camiseta de los pantalones y colocándole las manos frías sobre su piel ardiente—. Siendo así, ¿te gustaría entrar a tomar algo antes de dormir?

Hipnotizado por el balanceo de sus caderas y la sonrisa cómplice que se dibujaba en su rostro, entró con él. 
Dejó el bastón en el porche, pero otro dolor más punzante que el tormento de su pierna lo consumía mientras subía por la escalera de caracol hacia su dormitorio.

Vagamente vislumbró las ventanas que sobresalían de las cuatro paredes y el techo abuhardillado. Había un jarrón con rosas cerca de la lamparilla sobre la mesilla de noche y una pijama azul colgaba de una silla. Pero sobre todo, se fijó en la cama, con las barandillas metálicas brillando bajo la luz de la lámpara y en Ryeowook sentándose en el colchón y extendiendo los brazos hacia él.

Olía como a un perfume exótico y ligeramente especiado. Su piel era lustrosa como una perla, como si la hubiera abrillantado con polvo de luna. Y aunque una parte de él le decía que era una mala idea, otra parte razonaba que solo era un hombre, no un dios. Su resistencia tenía un límite. Y si Ryeowook estaba dispuesto. Pero la conciencia, negándose a estar de acuerdo con semejante razonamiento, continuó fastidiándole. «Su comportamiento no es propio de él. Solo un idiota se aprovecharía en esta situación. ¿No has hecho ya bastante sin tener que rebajarte así?».

Como si Ryeowook percibiera sus reservas, se colocó las manos en pecho. Eso, y su modo de mirarlo, con los ojos llenos de confianza, casi le provocaron el llanto.

No estaba acostumbrado a una seducción tan ingenua y desnuda. Los que había conocido antes, tenían más experiencia de la que Ryeowook pudiera imaginar. Sabían cómo protegerse del dolor. Sabían cómo tomar. 
Pero Wook... él estaba tan perdido y tan concentrado en dar sin tener ni idea de lo que podía costarle.

De nuevo, la cordura tuvo la última palabra. «¡Por eso deberías irte! ¡Ahora mismo!».

—Quizá deberíamos hablar de esto mientras ambos somos capaces de un pensamiento racional, Wook —murmuró agarrándolo por los hombros e intentando mantenerse firme, lo que no resultaba fácil dado que Ryeowook inició un movimiento aún más travieso bajándole la cremallera y tomándole el miembro con la mano.

—¿Cuándo hablar me ha llevado a algún sitio? —preguntó puntuando la pregunta con una hilera de besos desde su pecho hasta el ombligo—. Nunca escuchas nada de lo que digo. Lo único que haces es discutir conmigo.

—Exactamente.

Con una total falta de convicción, la palabra salió de su boca con un suspiro entrecortado. ¿Pero cómo se suponía que un hombre iba a mantener el control si él estaba creando el caos en sus zonas más sensibles?

Rindiéndose a la derrota, se quitó la ropa y la sujetó para observar la seductora caída de sus pestañas y le enseñó que era una locura ponerlo a prueba de esa manera. Deliberadamente y con una dedicación que no dejó ni un milímetro de piel sin explorar, recorrió el contorno de su torso, desde los hombros hasta los muslos, maravillándose de su perfección y regocijándose por su grito de sorpresa cuando tan preparado para él, que con solo tocarla la llevó al límite.

—¡Yesung! —gritó con el cuerpo convulsionándose con un espasmo de placer—. ¡Por favor... por favor...!

—Aún no —respondió con la voz ronca, decidido a que esa vez no sería una réplica de la anterior, furtiva y apresurada, con una prisa que casi los arrojó al suelo.

Esa vez prolongaría el placer de los dos, pero especialmente el de Wook. Si al día siguiente se cuestionaba los impulsos que le habían dominado, al menos sería capaz de justificarlos con unos recuerdos que mereciera la pena guardar.

Quería que se tumbara a su lado, piel contra piel, quería la satisfacción básica de sentir las suaves curvas de su cuerpo adaptándose para encajar en los ángulos del suyo. Quería paladear su sabor a nata dulce y, cuando la tensión se hiciera más fuerte de lo que pudiera soportar, quería hundirse dentro de él y sentirlo estremecerse bajo él una y otra vez.

Con lo que no contaba era con lo rápidamente que su propio deseo se desbordaría y lo incapaz que sería para contenerlo. Ninguno de los métodos habituales funcionó. El fuego continuó ardiendo en su sangre con una fuerza explosiva. Estaba librando una batalla perdida y lo sabía.

Gruñendo, se colocó de espaldas y elevó a Wook para colocarlo sobre él, sin pensar en nada más que en su carne entrada apretada rodeándolo.

No pesaba casi nada, sus huesos eran pequeños, su figura tan ligera, que el milagro de la capacidad de su cuerpo para abrirse y acoger a un hombre, o dar a luz a un bebé...

«¡Dar a luz!».

La realidad, tan dura como una bofetada en la cara tuvo más éxito que otros métodos de probada eficacia.

—¿Qué demonios estoy haciendo? —gruñó, apartándolo de él tan violentamente, que rebotó sobre el colchón.

El silencio que siguió estaba cuajado de reproches. Respirando profundamente, furioso consigo mismo, con Wook, con la vida en general, se tumbó tapándose los ojos y deseó estar en cualquier otro sitio.

—Creí que estábamos haciendo el amor —susurró Wook.

Él no respondió. ¿Qué iba a decir? ¿Que el amor no tenía nada que ver? ¿Qué lo había empujado y que él había estado demasiado empeñado en satisfacerse como para poner fin a aquello antes de las cosas se le escaparan de las manos? ¿Que no se fiaba de sí mismo cuando estaba con él, que se había sorprendido deseando decir cosas que no eran, que no podían ser, ciertas y hacer promesas que sabía que no podía mantener?

—¿Yesung? ¿Ha sido culpa mía? —preguntó rozándole un brazo.

—No estábamos haciendo el amor, estábamos jugando con fuego —sentenció con rudeza—. Otra vez. Y no tengo intención de arriesgarme a quemarme de nuevo.

—¿Fuego? —preguntó con la voz temblorosa.

—¿Tengo que explicártelo con dibujos, Ryeowook? Cuando una pareja practica el sexo, se arriesgan a tener un hijo a no ser que tomen precauciones. Tal como yo lo veo, ya es bastante malo que puedas estar embarazado porque no utilicé un preservativo la primera vez, sin tener que tentar a la suerte otra vez.

—Tienes razón —afirmó apartándose de él como si estuviera sucio—. No sé cómo he podido olvidarlo, no estaba pensando en...

—No te castigues, Wook. No fue solo por ti.

—Sí, lo fue —aseguró retorciéndose las manos con angustia—. Creí que podía aceptar que todo había terminado entre nosotros. Nunca pensé que pudiera ser tan... osado y agresivo. Pero cuando viniste esta noche, aunque quería estar enfadado contigo, me di cuenta de que... lo cierto es, Yesung, que mis sentimientos por ti han ido más allá de lo que esperaba. Por ello huí... y por eso volví.

—¡No! ¡Para ahí, Ryeowook! Las decisiones que tomas no tienen nada que ver conmigo, como las que yo tomo no tienen que ver contigo. Creí que los dos estábamos de acuerdo en eso.

—Las cosas a veces cambian, aunque no queramos.

—Pero esto no —replicó. Como si estuviera sobre una cama de espinas, se levantó y empezó a ponerse la ropa a toda prisa—. Escúchame, Wook, ya hemos hablado de esto antes. Eres un joven nacido para estar con un hombre y estás preparado para empezar una relación, pero nunca me habrías mirado si no fuera el único hombre por estos pagos. En cuanto vuelvas a la ciudad y puedas elegir, estarás contento de que no te conformaras con menos de lo que mereces, que es lo que conseguirías con alguien como yo.

—Que te menosprecies no va a hacerme cambiar de opinión —dijo—. Vi cómo me mirabas en el porche. Sé cómo me besaste. Sé que me deseabas tanto como yo a ti. Y sé también que tienes miedo de permitir que vean que eres capaz de ser tierno. Pero yo he descubierto otra cosa esta noche, Yesung. No puedes negarlo, pero lo que está pasando entre nosotros no es solo sexo, y nada de lo que digas me convencerá de otra cosa. Te importo aunque no quieras admitirlo.

—También me importa tu perro. Pero eso no significa que quiera casarme con él.

—¿Quién ha hablado de matrimonio? Estoy hablando de sentimientos, de amor.

Sentía cómo le corría el sudor por la frente. Tenía que poner fin a la conversación. ¿Cómo había dejado que las cosas llegaran a ese punto? Se enorgullecía de visualizar los problemas antes de que surgieran y atajarlos, pero a juzgar por aquella noche, necesitaba un curso de reciclaje.

—Esto no es amor —afirmó golpeando con el puño la barandilla para enfatizar cada palabra—. Así que quítate esa idea de la cabeza de una vez por todas. No estás enamorado de mí y estoy completamente seguro de que yo no estoy enamorado de ti.

—Gritándome no vas a cambiar nada —protestó.

Alzó las manos hacia el cielo. Hubiera preferido no ser cruel, pero no le dejó elección.

—Entonces quizá esto lo haga. Vístete y ven conmigo, Ryeowook. Quiero que conozcas a alguien.


Fue la noche más larga de su vida. La más larga y la más dolorosa. Aplastado por la humillación, se acurrucó en el balancín del porche con la cara pegada a las rodillas deseando poder llorar. Pero la tristeza alojada en su interior era demasiado profunda para un alivio tan fácil. Deseó poder olvidar. Pero los recuerdos eran demasiado recientes.

Con los ojos ardiendo, miró hacia el mar oscuro, pero lo que vio fue una reconstrucción de la escena que había tenido lugar en la casa de Yesung.

—Este es Sungjoon —había dicho—. Se ha quedado conmigo un par de días.

Mudo por la impresión, se había quedado mirando al joven recostado en el sofá que llevaba una camiseta de Yesung y poco más. Tenía un aire de seguridad en sí mismo y era elegante, alto, con un pecho perfectamente esculpido, que hacían parecer los suyos como ciruelas pasas. Con el pelo de color oro y unos ojos de largas pestañas que lo observaban como si no fuera más que una mosca en la pared.

—¿Ryeowook? —repitió él.

En ese momento, quería correr, pero no le daría a ninguno de los dos la satisfacción de echarlo tan fácilmente. Con el orgullo en pedazos, pero intentando ocultarlo lo mejor posible, dejó de observar la mirada fría y divertida de Sungjoon para observar el rostro impasible de Yesung.

—Sungjoon se marcha por la mañana —informó—. Y yo me voy con él.

—¿Te vas con él? —preguntó antes de que pudiera controlarse.

—Eso es.

Con una sonrisa tan brillante como el sol de mediodía e igualmente dolorosa de soportar, Sungjoon bajó las piernas del sofá y se dirigió hacia Yesung con languidez.

—Volamos por la mañana —aseguró rodeando su cuello con un brazo y pestañeando hacia él—. Si el tiempo lo permite, claro.

—¿Cómo vais a volar? —preguntó estremeciéndose por el sonido de su propia voz.

Yesung lo había usado y abusado de él. Durante todo el tiempo que había estado escondido enfrentándose a sus verdaderos sentimientos, él había estado con ese joven.

—Del mismo modo en que llegué. En un hidroavión. Te ofrecería llevarte de vuelta a la civilización, pero solo hay sitio para dos —afirmó lanzándole una radiante sonrisa a Yesung—. Solo hay sitio para mí y para un pasajero. Lo siento.

Así que tenía licencia de piloto, además de una belleza sofisticada. Reconociendo su derrota, Ryeowook se encogió de hombros y se giró para marcharse.

—Qué tengáis un buen vuelo.

Ya estaba cruzando el porche cuando Yesung abrió la puerta y fue tras él.

—¡Ryeowook, espera un minuto!

—¿Para qué? ¿Para que puedas humillarme un poco más? Habría pensado que hasta tú estarías satisfecho de lo que has conseguido.

—No es lo que parece entre Sungjoon y yo.

Soltó una carcajada, un sonido hueco terrible que parecía salir de un moribundo.

—Creo que los dos habéis dejado claro lo que hay entre vosotros. Si sientes la necesidad de dar explicaciones, te sugiero que vuelvas con él e intentes justificar por qué lo has dejado esperando mientras casi me haces el amor.

—Nunca he hecho el amor con Sungjoon.

—Claro que no. ¡Perdóname! Tú nunca haces el amor, ¿verdad? Solo practicas el sexo. O mejor, te gusta fornicar mientras no esperan que signifique algo.

Bajo la oscuridad, se sonrojó y hundió la cara en las rodillas al recordar su última frase. Había recurrido a la vulgaridad y había manchado una de las experiencias más bonitas de su vida, solo por la satisfacción de dejarlo sin palabras.

Entonces acudieron las lágrimas, amargas y calientes. ¿Por qué no lo había escuchado cuando le había dicho que no era hombre para él? Era un salvaje, cruel e insensible.

E irresistible. La curva de su boca cuando sonreía, la tormenta de sus ojos cuando se enfadaba, el retumbar de su risa contenida contra su pecho, ¿a qué joven no lo seducirían?

—Pero él significa mucho más que eso para mí —sollozó hacia las estrellas—. Me hizo sentir vivo otra vez.

Unos brazos fuertes que lo abrazaban, una fuerza impulsiva y masculina que lo poseía, una semilla caliente y vital que lo llenaba con la creencia de que la vida podía volver a empezar. Esos habían sido sus regalos y también el haber conocido la profunda alegría de poseerlos.


Pero después se los había llevado y lo había dejado deslizándose por la rampa resbaladiza de la desesperación, rumiando una soledad mucho peor que la que había conocido cuando murió Eric, porque entonces el dolor y el arrepentimiento habían sido mutuos. En ese momento, la pérdida era solo suya. 

Yesung iba a seguir adelante sin él, porque lo había elegido. ¿Quién con sentido común amaría a un hombre así?

6 comentarios:

  1. Yesung!!! quieres te empiece a odiar!! por que tiene que ser tan cruel!! pero por lo que sufrió en el pasado lo entiendo pero debe aceptar que ama a wookie!! un capitulo qenial esperare la próxima actualización!!
    Cuidate

    ResponderEliminar
  2. Déjame matar al descorazonado y msl nacido de Yeye, acordate de mis palabras te vas a arrepentir y cuando quieras remediarlo será muy muy tarde

    ResponderEliminar
  3. Creo que me uno al club de las que quieren golpear a Yesung. Es un grandisimo tonto!! Wook vete y no regreses T.T Aish!! Como se atrevió ha hacerle semejante escena? Todo podría haber ido mejor!! Pero no!! Aaah!!
    Espero con ansias el siguiente.
    Saludos!!

    ResponderEliminar
  4. Aaaaaaaa estúpido yesung......lo peor aparte de dañar a wook con sis palabras,es que se engaña a él mismo......o sea,no piensas en alguien o en su bienes si no te importa aunque sea un poco,pero te importa......y este se engaña diciendose esa mentira.
    Y aparte el muy menso va y le presenta al otro.....uff y luego trata de dtenerlo cuando wook intenta irse y se quiere explicar.......ecplicar que? Si lo que queria dar a entender lo hizo,ahora que no venga con sus cosas.....estúpido yesung

    ResponderEliminar
  5. Maldito Yeye, lo hace sufrir porque tiene miedo es un idiota y lo va a perder por eso, ahora Wookkie debe empezar de nuevo que Yeye se de cuenta, solo que talvez no quiera perdonarle o en su vida....

    ResponderEliminar
  6. Recién veo esto xD

    No entiendo el razonamiento de Yesung, cuando parece que da un paso hacia adelante termina dando dos hacia atrás, no tenía que llegar a esos extremos para desengañar a RyeoWook, fue cruel y lo peor es que se está engañando a él mismo, es obvio que ya está enamorado de Wook, aunque intente negarlo.

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...