En Tu Busqueda- Capítulo 22



Yesung apoyó la mejilla contra la pared desnuda, deseando deslizarse a través de la desvanecida pintura. Sabía que los muros de las habitaciones en la SM estaban aislados contra el ruido, y no había manera de que pudiera oír el corazón de Wook latiendo. Pero podía sentirlo. Justo al otro lado de la pared. Débil, pero constante. Aún estaba vivo.

El dolor le atormentaba el cuerpo, pero aún así, algo de la fragilidad en los huesos se filtraba fuera mientras se apretaba tan cerca como podía para llegar a él.

Las habitaciones contiguas a la de Siwon, en la que estaba Yesung, estaban vacías.
Nadie iba a venir. Los ojos electrónicos de Zhoumi no podían verle aquí. Eran solamente él y el latido regular del corazón de Wook. Juntos, a solas.

No sabía el porqué estaba aquí. No tenía nada que hacer aquí. Necesitaba estar fuera, luchando. Jodiendo. Expulsando algo de presión para poder seguir adelante sólo un poco más. Sólo el tiempo suficiente para saber que iba a estar bien.

No debería haberle importado, pero aparentemente quedaba lo suficiente de su alma para que lo hiciera. Ya no estaba seguro de cuanto de bueno tenía eso, pero lo aceptó, como aceptaba el dolor latiendo a través de él con cada aliento.

Tan pronto como Wook despertara, se prometió que se iría. Se iría y nunca volvería.
No estaba seguro de cuánto tiempo podría confiar en sí mismo para permanecer lejos de él.

Y si Wook se vinculaba a uno de los hombres de aquí, estaba bastante seguro que él sería letal. Era mejor irse antes de que eso pasara. Pero no hasta que estuviera mejor. No hasta que estuviera a salvo.



Heechul se había ido cuando Siwon despertó. Se estiró hacia él antes de recordar lo que había pasado. Para el momento en que la mano encontró las frías sábanas vacías, recordó todo lo que había hecho y supo que no estaría allí.

Se levantó de la cama, se envolvió la sábana alrededor de las caderas, y lo buscó.
No podía mirarlo a la cara ahora mismo, no después de lo que casi había hecho, pero tenía que saber que estaba a salvo y cerca.

Encontró a Heechul en la habitación de Wook, acostado junto a él con la espalda hacia la puerta, acariciando el pelo blanco de Wook. Suaves palabras de consuelo salían de él, pero no podía oír lo que decían. Grace estaba sentada en una esquina de la habitación, haciendo punto, ganchillo o algo en lo que participaban gran cantidad de hilos. Tarareaba para sí misma mientras los dedos se movían tan rápidos que eran borrosos.

Grace le miró, finalmente dándose cuenta de su presencia, y se la tensó el cuerpo como si estuviera a punto de saltar. No sabía por qué estaba tan nerviosa cerca de él, pero levantó la mano libre y agitó la cabeza, diciéndole que se quedara donde estaba.

Necesitaba una ducha y algo de tiempo para recomponerse y encontrar la manera de arreglar lo que había hecho.

El disgusto le dejó un sabor amargo en la garganta que no desaparecía. Se había duchado y vestido y no tenía ni idea de cómo acercarse a Heechul con disculpas por su error de juicio.

Ni siquiera estaba seguro de que realmente supiera lo que había intentando hacerle. Heechul sabía que le dolía, pero podría no saber el porqué.

Había estado a punto de esclavizarlo. Incluso el pensamiento le hizo daño.

Un golpe en la puerta le sacó de la angustia. Terminó de ajustarse la espada alrededor de las caderas y fue a responder.

Seungki estaba allí, llenando la puerta con su corpulencia. Los ojos estaban mates y enrojecidos, como si no hubiera dormido en días. El aroma de combate se aferraba a su piel, y el polvo le cubría la ropa. Dondequiera que hubiera estado, no había sido divertido.

—Sunny me envió —dijo sin preámbulos.

—¿Aceptó nuestra petición?

Seungki asintió, pero no parecía satisfecho.

—Dijo que te vería a primera hora de la mañana.

—¿Por qué no ahora? La noche todavía es joven.

—Acabamos de volver de cazar y estamos exhaustos. La niña necesita su descanso.

—¿Qué pasó?

Seungki se frotó las sienes. El cansancio le pesaba en el cuerpo, tirando de él.

—Pregúntale a Yunho, pero probablemente no quieras saberlo. Voy a quebrarme.

—Gracias —dijo—, Heechul se sentirá aliviado de saber que todavía hay esperanza.

Seungki parecía que le iba a decir algo más, pero atacó:

—No esperéis ningún milagro. Sunny ha estado actuando de una manera un poco extraña últimamente.

—Sunny siempre actúa extrañamente. —Tenía perpetuamente ocho años y podía ver el futuro. Eso era raro en cualquier escala.

—Más de lo normal, quiero decir. Sólo dale algo de espacio, ¿De acuerdo?

—La necesitamos.

Seungki suspiró.

—Lo sé. Todo el mundo lo hace. Ése es el problema.

—Juraría que esto es más duro para ti que para ella.

—Es como una hija para mí —dijo.

Siwon se preguntó cómo debería ser eso, tener un niño que pudiera llamar propio.

—Eso suena bien.

—Algunos días, sí.

- Pero no hoy, al parecer.

Seungki se apartó del marco de la puerta.

—Me voy a dormir. Te veré mañana sobre las ocho de la mañana, ¿De acuerdo?

—Allí estaremos.



Changmin no podía dejar de temblar. Cada gramo de fuerza le había sido arrancado cuando abrió ese portal. Ni siquiera podía sostenerse mientras Yunho lo llevaba de vuelta en brazos a sus habitaciones. No era como si él necesitara ayuda. Los brazos eran fuertes y sólidos, rodeándole, sosteniéndolo tan fácilmente contra el pecho como si no hubiera pasado las últimas horas luchando sin parar.

La marcha era un poco inestable debido a la herida que tenía en el muslo izquierdo. No hacía peligrar su vida, pero la necesidad de repararla era casi abrumadora.

—Más tarde —le dijo, conociendo sus pensamientos—. Estaré bien dentro de unas pocas horas. Necesitas descansar.

La idea de dormir hizo que un grito le burbujeara en la garganta. Cada vez que cerraba los ojos veía esa… abominación. Todavía no estaba seguro si era real o si se lo había imaginado.

—Era real —gruñó Yunho. Apretó los brazos un poco a su alrededor como si intentara protegerlo de eso incluso ahora.

—Necesito lavarme.

—Un baño puede esperar. Necesitas descansar.

Todavía podía oler el hedor de esa cosa ardiendo, oír los gritos que escapaban de los pequeños pulmones.

Dios, ¿Qué había hecho? Eso era sólo un niño.

—No era un niño, era un demonio. Intentó asesinar a Sunny. Hicimos lo que teníamos que hacer.

—Parecía tan… humano. ¿Cómo era posible? —Changmin tragó saliva, intentando evitar las lágrimas.

Había matado a un niño está noche. Y mañana, iba a tener que buscar más y matarlos, también.

—No pienses en eso ahora. Más tarde, después de que hayas descansado, verás las cosas más claramente.

Se acercaron a sus habitaciones y la puerta se abrió para Yunho. Asintió hacia la recámara de enfrente de la habitación, un silencioso agradecimiento para Zhoumi, quien era sin duda el que estaba al otro lado.

—Nada de esto tiene sentido —le dijo a su marido mientras lo dejaba en la cama.

—Por supuesto que no. Estamos todos demasiado cansados para darle algún sentido. Déjalo esta noche. Mañana averiguaremos lo que hay que hacer.

—Necesito un baño. —Sonaba desesperado, pero tenía que lavarse el pelo para quitarse el olor de la carne ardiendo de esos niños.

—De acuerdo, amor. Prepararé uno para ti. No te muevas.

Changmin no podía soportar su peso lo suficiente para quedarse erguido. Se desplomó sobre las almohadas y sintió las lágrimas deslizándose por las sienes, empapando las mantas. Le picaban los ojos y sabía que probablemente estaban inyectados en sangre por la cantidad de poder que había canalizado esa noche.

Al menos Yunho no sabría que había llorado. Le amaba demasiado para hacerle sufrir por sus lágrimas.

La caída del agua chapoteando en la bañera le llenó de tranquilidad y le ayudó a bloquear los ecos de esos pequeños gritando.

No podría hacerlo de nuevo. Nunca. Había perdido demasiados de sus propios bebes durante siglos para tomar los de alguna otra madre. Ni siquiera él era tan cruel.

Los Sasaengs habían ganado finalmente. Habían encontrado una manera de proteger su progenie de los Centinelas dándoles caras humanas.

Si no lo hubiera visto por sí mismo, nunca lo hubiera creído.

—El baño está listo —dijo Yunho.

El fuerte cuerpo estaba delineado por la luz del cuarto de baño. Incluso después de todos esos siglos, seguía siendo tan fuerte y firme como lo había sido desde que lo había conocido.

Todavía no entendía el porqué le quería. Había hecho tantas cosas horribles. Esa noche sólo era una más.

—Basta ya —dijo Yunho con el tono que usaba para ordenar a los Suju—. Hemos hecho lo correcto esta noche. No voy a tenerte matándote de culpa.

A pesar del tono duro, los dedos eran gentiles cuando le desabrochó la camisa.
Tendría que quemar la seda gris. Nunca sería capaz de ponérsela de nuevo sin pensar en lo que había hecho esa noche vistiéndolo.

Yunho lo desnudó, después hizo lo mismo consigo. El delgado cuerpo estaba acordonado de músculos, e incluso a pesar que tenía más pelo gris ahora, más cicatrices, todavía era hermoso para Changmin.

Lo recogió de nuevo y se dirigió hacia el baño.

—Así es —susurró—. Piensa en cosas buenas ahora. Estamos juntos. Nos amamos. Estamos a salvo, sanos y rodeados de amigos.

—¿Cómo puedes hacer eso? ¿Cómo puedes siempre ver el lado bueno de las cosas?

Él los puso a ambos en la gran bañera, sosteniendo el débil cuerpo para que no se deslizara bajo el agua.

—Porque te tengo a ti. Todo el resto del mundo puede desmoronarse y mientras te tenga, me consideraría afortunado.

Era demasiado bueno para él, pero siempre lo había sabido. Era sólo uno de sus muchos secretos.

Tal vez era el momento de hablarle de su traición. Si alguien era capaz de perdonarlo, ese era Yunho.

Sí.

Ese era el problema. Sin él, estaría perdido. Tan egoísta como era, no podía correr ese riesgo. Le necesitaba demasiado. Había ahuyentado a todos los demás que quería.

Changmin reforzó la puerta de esa parte secreta de la mente, asegurándose que estaba fuertemente cerrada y atrancada para que él nunca la viera, ni siquiera sospechara lo que había allí. Haría cualquier cosa para retroceder en lo que había hecho, pero era demasiado tarde para eso. Iba a tener que vivir con ello, un error más que añadir a la lista de imperdonables que había cometido. Había tantos, deseaba perder la cuenta,
pero nunca lo hacía. Recordaba cada uno de ellos.



— Buenas noticias —dijo Siwon desde la puerta—. Sunny ha accedido a verte.

Heechul cerró los ojos y dio una breve oración de agradecimiento. Besó la cabeza de Wook y se levantó de la cama.

Siwon estaba sin camisa, y la vista de todas esas crestas masculinas le hacía latir el corazón. No importaba que lo hubiera tenido sólo hacía unas pocas horas. Quería más. Probablemente siempre lo haría.

—¿Crees que ella puede ayudar? —preguntó.

—Es posible.

Grace había estado tejiendo en la esquina de la habitación durante horas, pero las agujas se detuvieron entonces. Mantuvo la mirada baja cuando habló.

—He oído hablar de algunas de las cosas que Sunny sabe. Es increíble, mi señor. Estoy segura que será capaz de ayudar a Wook.

Heechul quería abrazar a Grace por ser tan dulce. Podría ser tímida y vergonzosa, pero no dejaba que eso le impidiera confortar a otra persona.

—Gracias, Grace.

Ella se sonrojó y las agujas comenzaron a moverse de nuevo, aunque no tan suavemente como antes.

—Vamos a dar un paseo —dijo Siwon, con evidentes ganas de hablar con él— Grace puede controlar el fuerte, ¿verdad?

—Sí, señor.

Heechul asintió y le siguió afuera. El amanecer estaba justo comenzando a hacer el más mínimo resplandor en el horizonte este. El resto del cielo estaba lleno de estrellas.

Siwon estaba extrañamente tranquilo, casi sombrío. Y no lo tocaba, no era él en absoluto.

—¿Pasa algo? —preguntó Heechul.

Parecía que él no quería hablar. La mandíbula estaba apretada, pero finalmente abandonó la lucha.

—Sí. No debería hacer hecho lo que te hice la pasada noche. Es imperdonable.

Heechul frunció el ceño, completamente perdido. Incluso trató de mirar en su mente para averiguar lo que quería decir, pero todo lo que se encontraba era un muro sólido. No iba a dejarle pasar y eso le hacía sentir… Solo. Se había acostumbrado a compartir los pensamientos con él y se dio cuenta de lo mucho que iba a perder cuando se fuera.

—¿No deberíamos haber tenido sexo?

—No. Por supuesto que no es eso. Estoy hablando de lo que sucedió después.

Cuando le hizo daño.

—Olvídalo —dijo—. Yo lo he hecho.

—¿Cómo puedes decir eso? Traté de quitarte el libre albedrío la pasada noche. Intenté esclavizarte.

—Y dolió como el infierno, así que no lo intentes otra vez o tendré que patearte el culo.

Siwon lo atrajo y lo hizo detenerse bajo un enorme arce. La sensación de su mano sobre el brazo le calentó. Le gustaba demasiado la manera en que lo tocaba para su propio bien.

—Todavía no lo entiendes, ¿verdad? —dijo—. Te violé. Intenté hacerte la misma cosa por la que mato a otros por hacerlo.

Realmente estaba dándole más importancia de la que tenía.

—Escucha, sé que no lo harías. No eres así. No está en ti.

—¿Cómo lo sabes?

—He estado hurgando en tu cabeza desde hace un par de días hasta ahora. Eres un buen chico. Sólo perdiste la cabeza durante un minuto. No es gran cosa.

La boca se le quedó colgando de conmoción. Heechul sonrió y le dio un rápido beso.

Al menos, intentó que fuera rápido. En cambio, Siwon lo agarró por los brazos y se aferró a él, devolviéndole el beso con una desesperación tan fuerte que lo sobresaltó.

Cuando finalmente lo dejó volver a respirar, estaba mareado y se aferró a sus anchos hombros.

—¿Qué fue eso?

—Por ser el hombre perfecto.

Heechul resopló.

—Creo que necesitas algo más de sueño. No estás pensando bien.

Él se arrodilló a sus pies y le apretó las manos entre las suyas. Podía sentir los callos que la espada había puesto en su piel y eran extrañamente consoladores. Era un guerrero, capaz de mantenerlos a él y a Wook seguros.

Si se quedaba.

La resolución de abandonarlo vaciló. No tenía demasiado ahí fuera esperándole.
Siwon tenía razón en que podría hacer su trabajo desde dondequiera que estuviera. Y él podía ayudarle. Estaba seguro de ello. Nunca dejaría a un niño solo y asustado.

Siwon presionó la mano sobre la tierra y Heechul sintió el mismo tipo de zumbido que había sentido antes está noche. Sólo que esta vez no le dolió. El poder fluyó a través de él fácilmente en un gentil goteo que le calentó la piel.

El suelo bajo ellos tembló. Siwon levantó el puño hacia él, y cuando abrió la mano, un anillo de oro brilló contra su palma.

—Pensé que podrías sentirte más cómodo estando conmigo a la manera de los humanos, porque creías que eras uno de ellos.

Parpadeó, inseguro de que sus ojos estuvieran trabajando. Siwon se puso en pie y le deslizó el anillo de oro en la mano izquierda.

—Cásate conmigo, Heechul. Quédate conmigo.

La conmoción lo congeló en su lugar y le robó el aliento de los pulmones. Miró hacia abajo, al anillo en el dedo. Le quedaba perfectamente, brillando sin una mancha o rasguño. No tenía ni idea de cómo lo había hecho.

No tenía ni idea de porqué le quería.

—No puedo —susurró. Quería decir sí, pero no podía hacerle eso a él. O a sí mismo. Siwon quería un compañero, alguien que pudiera estar a su lado y luchar contra los Sasaengs, alguien con quien pudiera contar. No era esa persona. Fallaba cuando era más importante, y no quería eso para Siwon.

No podría ser lo que quería. Si lo amaba, tenía que dejarle libre para que encontrara a otra pareja que pudiera. Y lo amaba. Sabía que lo hacía porque el corazón se la rompía y sangraba por tener que dejarle ir.

—Lo siento, Siwon. No puedo.

Su expresión se endureció, escondiendo el rechazo que sabía que tenía que estar sintiendo. Siwon abrió la boca para decir algo, pero antes de que pudiera, las sirenas berrearon una alarma en la noche.

—Wook —Heechul se dio la vuelta y corrió hacia las habitaciones de Siwon, oyendo los pasos golpeando justo detrás.

Cuando llegaron a la habitación, Grace estaba de pie en la puerta y Heechul pudo ver a Wook detrás de ella. No había sangre, ni monstruos. Estaba a salvo.

Siwon alcanzó el teléfono y marcó.

—¿Qué está pasando? —preguntó Grace.

—No lo sé.

Siwon colgó el teléfono y fue al armario enfrente de la puerta principal. Sacó una pesada chaqueta de cuero y se la cerró con cremallera, sacó unas gafas de seguridad claras del bolsillo, y se las puso también.

—El recinto ha sido violado —dijo—. Tengo que ir a ayudar a repeler el ataque.

—Voy contigo —dijo Heechul.

El rostro era de piedra fría cuando la miró.

—Lo que sea. Pero no voy a esperar. —Sacó otra chaqueta de cuero del armario y se la lanzó—. No salgas sin ponerte algo de protección.

Heechul asintió y le preguntó a Grace:

—¿Puedes mantener a Wook a salvo?

—Sí, mi señor. Voy a trasladarlo a una de las habitaciones seguras.

Se deslizó la chaqueta y buscó las gafas de seguridad en el bolsillo.

—¿Necesitas ayuda?

Siwon se fue y no miró atrás.

Grace sacudió la cabeza, haciendo que los rizos se balancearan.

—No. Puedo conseguir que uno de los hombres humanos me ayude a moverlo. Mejor vete. Van a necesitarte.

Asintió y corrió detrás de Siwon.


Heechul no vio a Siwon, pero encontró la lucha con demasiada facilidad. Era atroz, un campo abierto en la parte trasera del recinto cercana al comedor. Unos aullidos sobrenaturales se elevaban de la refriega, coincidiendo con los asquerosos golpes sordos de acero golpeando hueso. Las espadas brillaban en la luz del alba mientras cerca de dos docenas de hombres repelían el ataque.

El campo estaba lleno de cuerpos de Sasaengs, pero más de esos monstruos se deslizaban desde los árboles por el oeste. A algunos los había visto antes, a otros no. Cada uno de ellos daba el suficiente miedo como para hacerle desear una cama donde esconderse debajo. Eso y su escopeta.

Había estado en combate antes, pero nunca como éste. Había demasiados de ellos. Docenas. Tal vez cientos. No podía decirlo con todos esos cuerpos destrozados. No había luz exterior todavía, y aunque las luces de seguridad ayudaban, todavía había demasiadas sombras. Demasiados lugares para que más de esas cosas se escondieran.

El temor se la deslizó bajo la piel, por lo que estaba fría y húmeda. Se quedó en el interior, mirándolo todo a través del cristal, intentando absorber lo suficiente para moverse.

Tenía que hacer algo. La gente iba a morir.

En el otro extremo del campo había un hombre con una túnica gris. Tenía una estructura ósea tan delicada que hizo a Heechul sentirse como un elefante, pero no había nada débil en él. Cuatro monstruos similares a lobos, con una antinatural altura y musculatura, corrían hacia el hombre. Éste se quedó en pie con calma, levantando la mano mientras ellos cargaban.

El primer demonio que se la aproximó salió volando hacia atrás y chocó contra un segundo que había detrás. Ambos rodaron hacia la espesura de los árboles tan fácilmente como si hubieran sido plantas rodantes. El siguiente en acercarse chocó contra algún muro invisible y rebotó con un audible ruido. El tercero usó la distracción para precipitarse por detrás y levantar las garras para golpear.

Heechul trató de llamarle para advertirle, pero el aliento se le quedó en el pecho, así que hizo lo único que podía hacer. Corrió por la puerta y cruzó el patio de entrenamiento, esquivando hombres y monstruos en un desesperado intento por llegar al hombre antes de que fuera asesinado.

Sólo había hecho unos pocos metros cuando el hombre saltó tres metros en el aire y aterrizó sobre una gruesa rama de un árbol cercano.

El monstruo que había intentado matarlo rasgó el aire donde había estado hacía un segundo, su propio impulso le envió hacia arriba de forma que aterrizó en el suelo.
Un hombre que no había visto un momento antes, salió de detrás de un montón de monstruos muertos y cortó a la cosa desde el cráneo hasta la pelvis.

Heechul patinó hasta detenerse y se dio cuenta que estaba de pie en medio de un campo de batalla. Algo lo agarró del brazo y lo apartó justo cuando otro de esos lobos aterrizó donde había estado parado una fracción de segundo antes.

—¿Qué infiernos estás haciendo? —gruñó Siwon. No le miró, pero le empujó detrás de él y retrocedió hasta el grueso tronco de un árbol cercano, la única cobertura disponible.

—Vine a ayudar.

—Entonces ayuda, pero no te dejes matar.

—Buen plan. ¿Qué debo hacer?

Algo con más piernas de las que podía contar descendió del árbol. Siwon lo vio y le cortó la cabeza. Aquello no dejó de moverse.

Lo apuñaló con su espada y arrojó el largo cuerpo lejos de ellos.

—Acaba con algo.

De acuerdo. Podía hacer eso. Encontró el poder esperándole, sólo que esta vez estaba hirviendo de anticipación, como si necesitara ser usado. Saltó ante su llamada y le llenó con una especie de brillante presión. El cuerpo le vibraba con fuerza cuando eligió su primer objetivo.

Uno de los monstruos estaba a unos pocos metros, acercándose al costado de Yonghwa. Heechul contrajo una ráfaga de poder en una apretada bola y la expulsó del cuerpo hacia la cosa. La bomba sacudió la tierra y una onda de aire se movió sobre ellos. Cuando pudo ver de nuevo, todo lo que quedaba del monstruo era una nube de trocitos vaporizados cayendo lentamente en la tierra.

Siwon le lanzó una rápida mirada por encima del hombro.

—Quería decir fuego, pero eso también funciona. Buen trabajo.

Su alabanza lo hizo sonreír, y decidió que realmente podía meterse en toda esta cosa del combate mágico. Hacía que su escopeta pareciera una pistola de agua.

No tenía tiempo para disfrutar de la victoria. Había monstruos para matar.


1 comentario:

  1. Pobre Siwon que mal se habra sentido al ser rechazado por Hee u.u definitivamente a esta pareja le falta mas comunicacion.
    Ohh Dos no puedo creer que los mostruos hayan entrado a la fortaleza. Ojala y no ocurra nada malo
    Gracias por los capitulos ^_^

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...