En Tu Busqueda- Capítulo 19




Yesung sintió como si la piel le fuera a reventar. Necesitaba sexo, pero no podía conseguirlo aquí... al menos, no de la clase que necesitaba para alejarse del borde. Las mujeres Elf no estaban dispuestas a recibir lo que él necesitaba dar. Simplemente no podía hacerlo. Terminaría lastimando a una de ellas, y entonces habría mucho que pagar.

La violencia era su segunda elección. Había un mundo entero lleno de Sasaengs allí afuera que necesitaban ser asesinados, pero no podía resignarse a dejar la SM para hacer el trabajo. No podía resignarse a dejar a Wook.

Joder.

Empujó la pesada barra de las pesas arriba otra vez, esperando que el esfuerzo físico de levantar pesas lo mantuviera centrado sólo algunas horas más. El sudor le brotó del cuerpo y sintió el corazón como si fuera a explotar, pero continuó empujando.

—¿Necesitas algo? —preguntó Jonghyun .

El cuerpo del Suju estaba repleto de músculos. Era más que capaz de echarle una mano a Yesung.

—Atrás —gruñó Yesung.

—Como quieras —dijo Jonghyun—. Necesito regresar a entrenar de todos modos. La hora del recreo se acabó.

Pero el hombre no se fue. Estaba allí, observando silenciosamente mientras Yesung empujaba la barra de nuevo hacia arriba.

—¿Qué diablos estás mirando? —preguntó Yesung.

Jonghyun encogió los enormes hombros.

—Nada. Simplemente me preguntaba si has escuchado la llamada de la sangre.

—No estoy interesado.

Los brazos de Yesung se estremecieron mientras traía de nuevo el peso hasta el pecho.

—¿Estás seguro? Escuché que Siwon ha encontrado a una pareja Suju. Él tiene un hermano totalmente de sangre que está enfermo.

—Yo estaba allí. Sé todo sobre eso.

Jonghyun se agachó y los ojos se iluminaron con interés.

—¿Lo has conocido?

—Sí.

—Así que, ¿vas a dar sangre?

—No es mi pareja. No es mi problema.

Jonghyun hizo un sonido de disgusto.

—Bastardo egoísta. Solamente porque no es tuyo no significa que no debas ayudar.

—Claro que sí.

Los brazos comenzaron a temblar bajo la tensión del peso. Los músculos le ardían y aspiró algo de aire para echarles combustible.

—él puede no ser compatible conmigo, tampoco, pero voy a donar.

—Bien por ti. Mejor para las sanguijuelas —dijo Yesung.

Esta orden de sangre le recordaba demasiado la manera en la que había sido con Ho. Casi cada hombre aquí había sangrado para Kevin y, aún así, no había sido lo suficiente como para salvarlo. El pobre desgraciado estaba todavía vivo, pero encerrado dentro de su cuerpo inútil, atrapado e incapaz de salir.

Yesung habría preferido morir.

¿Qué pasaría si eso era lo que le sucedía a Wook? ¿Qué pasaría si no pudieran salvarlo?

Joder.

—Mejor para él —respondió Jonghyun—. ¿Cómo puedes vivir contigo mismo, hombre? ¿No te preocupas por nadie sino por ti mismo?

—No.

Yesung sacudió la barra y se puso de pie. No podía estar ahí y no hacer nada, por lo que tenía que salir de aquí antes de que se volviera loco. Iría a buscar una prostituta. Tener sexo. Tal vez seguirle la pista a algunos indeseables.

—Eres una vergüenza —dijo Jonghyun—. Hicimos voto para proteger a los demás incluso si costaba nuestras propias vidas. Donar sangre ni siquiera hace daño.

La camiseta de Yesung escondía el hecho de que la marca de vida estaba en su mayor parte desnuda. La Banda le había entintado con un par de hojas falsas que eran lo bastante buenas como para engañar a alguien que no mirara demasiado de cerca, pero Yesung no confiaba en que Jonghyun no las viera. Nada lograba escapar a ese hombre. Si descubriera que se le había acabado el tiempo, podría enviarlo a los Tvxq antes del amanecer. Fin del juego.

—No dejaré que ningún parásito chupasangre entre en mi cabeza —dijo Yesung.

—¿Aunque signifique que el muchacho muera?

—El no va a morir.

Yesung agarró una toalla y se limpió el sudor del cuerpo. Estaba cansado de estar en público, cansado de pretender que era aún uno de ellos.

—Tú no sabes eso, pero espero que tengas razón. Por tu bien, como por el de él. Esa clase de culpa es una carga pesada.

¿Qué pasaría si Jonghyun tenía razón? ¿Qué pasaría si no conseguían suficiente sangre? La mayoría de los hombres estaban lejos buscando a sus propias parejas y casi nadie estaba en casa. Podían pasar días para que todos ellos regresaran. Días que Wook no tenía.

Joder.

No podía dejar que eso ocurriera. No a Wook.

Se fue pisando fuerte lejos de Jonghyun y llamó a Zhoumi.

La voz sorprendida de Zhoumi llegó desde el otro lado de la línea.

—Yesung. Tú nunca llamas. Nunca escribes. Comenzaba a pensar que a ti no te importaba.

—Joder con la cháchara. ¿Dónde está Kevin?

—Suenas serio. Espera un momento —dijo Zhoumi. Había alguien escribiendo al fondo. Entonces, el líder de la seguridad regresó a la línea—. Se dirige al comedor, hacia el ala Zea.

—¿Puedes detenerlo?

—Seguro. Cerraré las puertas, pero por qué...

Yesung colgó el teléfono y echó a correr. Las personas lo miraban extrañadas mientras pasaba rápidamente, pero no les dijo una mierda.

Kevin estaba cerrando la puerta cuando Yesung lo encontró. La sanguijuela se dio la vuelta y sus ojos helados se ampliaron con miedo.

Bien. Eso iba a facilitar el asunto.

Yesung escudriñó las paredes buscando la cámara de seguridad, la encontró y la arrancó. Pedacitos de plástico se desmoronaron en el puño y dejó caer el roto desorden al suelo de baldosas.

—Yesung —dijo Kevin. Sostuvo las manos alzadas, frente a él—. ¿Qué estás haciendo?

—El se está muriendo, ¿verdad?

Kevin pestañeó durante un momento, como si no hubiera esperado la pregunta, y le llevó un segundo entender.

—¿Wook?

—Sí. Wook.

—Voy a hacer todo lo que pueda por él.

—No contestaste la pregunta.

Los ojos de Kevin se movieron alrededor como si buscara un escape.

—Lo siento. Me temo que así es.

—¿Puedes curarlo?

—Aún no lo sé. Todavía tengo que hacer un poco de investigación y ver si esto ha ocurrido antes. Y siempre está el asunto de tener fuerzas para ayudarlo cuando averigüe cómo.

Yesung se acercó más y habló bajo para que nadie más pudiera escucharle.

—Toma la mía.

Kevin se apretó más fuerte contra la puerta, como si intentara escapar.

—¿Qué?

Yesung extendió el brazo.

—Toma mi sangre. Úsala para salvarlo.

Los ojos del Zea llamearon con hambre.

—Tú nunca le has dado tu sangre a ninguno de nosotros.

—Sé jodidamente eso. ¿La quieres o no? —Yesung osciló de arriba abajo el grueso brazo delante de la sanguijuela.

—Sí.

Fue un siseo escalofriante, que hizo dudar a Yesung durante una fracción de segundo. Sabía que iba a arrepentirse de esto... sólo que no le importaba.

—¿Cuánta? —preguntó Kevin, lamiéndose los labios.

—Lo que necesites para salvarlo.

Yesung no iba a durar mucho más tiempo de cualquier manera. Al menos, podía hacer algo decente con su sangre.

Tentativamente, Kevin envolvió los dedos delgados alrededor del brazo de Yesung y se llevó su muñeca hasta la boca. Yesung había esperado que eso doliera, pero en su vida había tratado con tanto dolor durante tanto tiempo, que un par de pinchazos de colmillos ni siquiera se notaron. Todo lo que sintió fue un movimiento fuerte tirando de la piel y, aún eso, empezaba a desvanecerse en unos momentos.

Lentamente, una clase nebulosa de debilidad llenó las extremidades de Yesung. No le molestó o le preocupó, pero supo que no estaba bien. El cuerpo se volvió pesado, y decidió que era una buena idea sentarse. Kevin pareció más fuerte de lo normal y no tuvo ningún problema bajándolo al suelo sin romper el agarre en el brazo de Yesung.

Un zumbido le llenó la cabeza y los ojos se volvieron pesados. En realidad, necesitaba una siesta y deseaba como el infierno poder enroscarse alrededor de Wook para que nadie pudiera llegar hasta él.

El extraño pensamiento se fue tan rápidamente como llegó. De cualquier manera, Yesung no tenía fuerzas para caminar ahora mismo. No es que a él le importara. No se preocupaba por una maldita cosa.



Kevin se sintió como si volara. Por primera vez en decenios no estaba hambriento. No estaba frío. El poder le gritó a través de las venas, una mezcla tóxica de fuerza e invencibilidad. La sangre de Yesung era pura. Nadie más alguna vez había compartido su vasto poder, el cual había crecido a través de los siglos. Kevin nunca había saboreado nada como esto, y probablemente nunca lo haría otra vez.

Lo que había bebido de Yesung era suficiente para alimentarle el cuerpo durante decenios si limitaba la cantidad de magia que usaba. Una lástima que no pudiera guardarse todo ese mareante poder. Tenía que compartirlo.

Wook no era el único necesitado. El egoísmo no era una opción si su especie iba a sobrevivir. Tres veintenas de Zea ocupaban la cámara dormitorio en las profundidades del recinto, y distribuida entre ellos, tras ayudar a Wook, sólo duraría algunos meses en el mejor de los casos. Pero al menos, esos eran algunos meses más de los que tenían ahora.

Kevin cerró violentamente la puerta abierta con un estrépito metálico, dejando a Yesung caído en el pasillo detrás de él. Ya que la cámara de seguridad había sido inutilizada, Kevin estaba seguro que Zhoumi vendría en cualquier momento para ver que había pasado con su preciosa tecnología. Los hermanos de Yesung se ocuparían de cuidarle.

Kevin se preguntó si los demás sabrían lo que Yesung les estaba escondiendo a todos ellos... que su alma había comenzado a morir.

Brevemente pensó en decírselo, pero no era para nada asunto suyo y no quería dar a conocer cuánto podía saber de una persona cuando bebía de ella. Sólo ahuyentaría a los demás cuando su tiempo se volviera breve.

Además, Kevin tenía bastantes secretos propios que guardar. Tenía planes más importantes para el resto de ese poder.

Kevin bajó hasta el nivel inferior del ala del sur y cuatro tramos de escalera, más allá de seis fases de seguridad que aseguraban que sólo los de su especie pudieran pasar. Había actualmente paz entre ellos y los Suju, pero no siempre había sido así. Los Zea eran demasiado vulnerables cuando dormían. Sería muy fácil arrasarles si otra guerra estallaba. El secretismo y su utilidad en sanar eran la única protección que tenían, y utilizaban ambos con la mejor ventaja posible.

Abrió la pesada puerta de acero, que usualmente hubiera desplazado con la fuerza de los brazos, pero hoy necesitó solamente una ayuda leve para enviarla a volando. Chocando contra el muro de piedra con un estallido metálico, sobresaltando al Zea que ejercía la vigilancia sobre los que dormían.

Seungri se disparó sobre sus pies, escondiendo el libro que había estado leyendo tras la espalda. Era medianamente pequeño para uno de su especie, pero más musculoso. Era como si la falta de sangre no le hubiera puesto obstáculos a la fuerza de su cuerpo. Seungri tenía ojos puestos en una cara infantil que aún tres siglos no habían podido envejecer. El Zea aparentaba perpetuamente dieciocho y era, típicamente, tratado con el mismo nivel de respeto.

—Me sorprendiste —dijo Seungri.

—¿Poniéndote al día con tu lectura? —preguntó Kevin.

—Se lo pedí prestado a Taeheon.

Kevin arrugó la nariz de aversión.

—Dime que no es una de sus novelas de vampiros eróticas.

La cara de muchacho de Seungri se ensombreció.

—Él dijo que era una de las mejores. Sólo pensé en echarle un ojo.

Kevin sacudió la cabeza.

—Deberías ser fiel a los clásicos. Eso pudrirá tu mente.

—No ha dañado a Taeheon. Ese hombre es más listo que el resto de nosotros juntos—Seungri marcó la página en el libro y lo dejó a un lado—. ¿Qué estás haciendo aquí, de todos modos?

—He venido a alimentar a los demás.

Los ojos de Seungri se oscurecieron de hambre y excitación.

—¿el chico nuevo? ¿Fue sangrado?

Kevin decidió mantener la fuente verdadera del poder para sí mismo.

—el mismo, pero te sugiero que guardes la distancia. Su Suju es muy… protector.

—No puede estar en todos los sitios a la vez. Lo encontraré a solas y…

—No harás nada de eso. Dejarás solo al chico —Kevin imbuyó las palabras con un indicio del poder recién adquirido, obligando a Seungri a escuchar y obedecer.

Seungri le dirigió una rápida inclinación de cabeza.

Kevin fue al final de una larga pared. Encerrados en esa pared, estaban docenas de durmientes Zea. Permanecerían en su sueño, mágicamente inducido, durante cincuenta años antes de despertarse. Era la única manera de resistir el decreciente suministro de alimento. Cada año, más Zea iban al sueño y menos se despertaban.

Aún en el sueño, algunos de ellos morían de hambre. Sin más alimento... sin más de poderosa sangre... había poco que nadie pudiera hacer.

Al menos en el sueño no sentían hambre. Kevin deseaba poder decir lo mismo. Con cada gota que fluía mientras los alimentaba, Kevin sentía menguar el poder. Antes de que estuviera demasiado débil, cerró la carne y se lamió los restos de sangre de la muñeca. No podía desperdiciar ni una gota.

El subidón de estar saciado se fue y las punzadas familiares del hambre volvieron de regreso. No tanto como antes, pero no eran agradables. Era fácil ahogarlas por completo cuando estaba trabajando, y tenía un montón de trabajo que hacer. No sólo la situación de Wook requería su completa atención, sino que también tenía que sacar en claro cómo habían pasado desapercibidas semejantes líneas de sangre pura. Primero Leeteuk y ahora Heechul y Wook. Si pudieran encontrar a más parejas, podría salvar a su gente del hambre.

Era más esperanza de que la que habían tenido en décadas.

—¿Vas a compartir conmigo, hermano? —preguntó Seungri.

Kevin estimaba al hombre de aspecto joven. Seungri nunca le había llamado hermano antes. Qué extraño que lo hiciera ahora.

—Cuando estés dormido y desvalido como un bebé, te alimentaré. Hasta entonces, debes encontrar tu propio alimento. Quedan muchísimos humanos proveedores de sangre en el complejo. Pídeles a ellos que te sustenten.

—Ninguna de sus sangres corre tan pura como la que olfateé en tus venas cuando llegaste. El poder debe sentirse increíble.

Los ojos de Seungri estaban demasiado brillantes. Demasiado avariciosos. Quizás ya era hora de que él estuviera en estado de letargo. Cualquier Zea que se volvía demasiado desesperado se convertía en una responsabilidad. Su especie no podía permitirse más debilidad de la que ya sufrían.

—Enviaré a alguien que te exima de tu deber de guardia mientras encuentras sustento —dijo Kevin mientras salía de la cámara.

Apenas logró cerrar la pesada puerta, y para cuando lo hizo, temblaba por el esfuerzo.

No iba a durar mucho más tiempo antes de que, también, tuviera que dormir. Antes de ese momento, tenía que descubrir cómo salvar a su gente de la inanición, y estas parejas eran la clave.

Se había asegurado de eso mientras se había alimentado de Heechul… alterando la esencia de él ligeramente para asegurar que su especie fuera alimentada.

A Kevin en particular no le gustaba manipular a las personas, pero no había tenido alternativa. Su gente se moría de hambre y había estado desesperado por actuar mientras tuviera la oportunidad. Siwon era un guerrero formidable y tuvo bastante tiempo a solas para manchar la percepción de Heechul por su raza. Los Suju miraban por encima del hombro a los Zea... pensando en ellos como bárbaros por su necesidad de beber sangre.

Kevin no había pedido nacer como era... incapaz de vivir sin la sangre de otros. Había sido víctima de las elecciones de sus padres así como cualquier otro niño. No podía evitar la sed de sangre más de lo que un niño deforme podía evitar su defecto de nacimiento. No era justo que su gente debiera sufrir, y era su deber lograr que sobrevivieran.

Había hecho la única cosa que podía, mientras Siwon estaba distrayendo tan afanosamente a Heechul con sus besos. Sólo rezaba para que lo que le había hecho a Heechul funcionara. A los Zea se les estaba acabando el tiempo, y los restos remanentes de la sangre de Trot en la descendencia humana eran demasiado débiles para sostener a su raza durante más tiempo.

No había tenido alternativa. Había hecho lo que se vio forzado a hacer. Esperaba que un día, si alguna vez se enteraba de su manipulación, Heechul viera eso y lo perdonara.



Yesung despertó con la vista de la cara preocupada de Zhoumi y deseó como el demonio haber permanecido dormido. Le palpitaba la cabeza más de lo normal, lo cual, combinado con que todo daba vueltas, hizo que el estómago le diera un empujón peligroso.

No tenía ni idea de lo que estaba mal. Tal vez se había caído y se había golpeado la cabeza, o había recibido un golpe en el combate lo suficientemente duro como para sacudirle el cerebro. No sería la primera vez.

Entonces regresó a él. Kevin. Le había dado sangre a la sanguijuela.

Pisando los talones a ese pensamiento llegó uno aún más inquietante.

—¿Cuánto tiempo he estado fuera? ¿Cómo está el chico?

Zhoumi frunció el ceño confusamente.

—No por mucho tiempo y ¿qué chico?

—Wook. El hermano de Heechul.

Yesung empujó hacia arriba para sentarse y luchó contra otra ola de retorcida náusea. Iba a golpear la bonita cara de Kevin la próxima vez que le viera por tomar tanto.

No obstante, tal vez esa era la que iba a necesitarse para ayudar a Wook.

—No sé, hombre. Vi la cámara quedar en negro y estaba seguro de que iba a llegar aquí y encontrarme a Kevin muerto en el suelo. En lugar de eso estabas tú yaciendo aquí. ¿Qué pasó?

—No es tu jodido asunto —gruño Yesung.

—¿Te golpeó? ¿Te pegó con la puerta?

—No.

Zhoumi se frotó una mano sobre la cara y miró la puerta que conducía al ala Zea.

—Entonces, ¿qué diablos ocurrió? —preguntó.

Yesung movió la cabeza lentamente para que no girara y vio las ruinas de la puerta de acero. Parecía que había sido abierta de golpe con un ariete. El metal estaba deforme y desgarrado donde antes había estado el cerrojo.

—No sé —dijo Yesung.

Tal vez Kevin había consumido algo del dolor cuando había tomado la sangre y eso lo había puesto furioso. Bien merecido lo tenía el hijo de puta, si ese fue el caso.

—Desearía que no hubieras acabado con mi cámara. Eso habría sido todo un espectáculo. ¿Estás seguro de que no lo sabes?

Yesung ignoró la pregunta.

—¿Metiste alguna de esas cámaras en la suite de Siwon?

—No.

—Maldición.

—¿Por qué no vas simplemente a ver al chico si estás tan preocupado?

—Su hermano no me dejará.

Sonaba como una excusa poco convincente, incluso para él. ¿Desde cuándo permitía que alguien le diese órdenes?

Probablemente debido a que Heechul tenía razón. No tenía derecho a estar alrededor de Wook. Si él fuera su pareja, sería diferente, pero no lo era.

Yesung se miró el anillo por millonésima vez, sólo para asegurarse de que no se había perdido nada. Los colores eran todavía iguales. Mudos, descoloridos, casi inmóviles. Moribundos.

—¿Crees que eres compatible? —preguntó Zhoumi en un tono reverente.

—No.

Yesung se puso de pie, usando la pared para estabilizarse a sí mismo. El mareo se alivió, pero no mucho. Necesitaba líquidos, y bastante de ellos, si iba a rellenar lo que había tomado Kevin.

Zhoumi miró su propio anillo, el cual, formaba remolinos con montones de colores. Todavía tenía mucho tiempo y Yesung estaba resentido con él por eso.

—No he conseguido conocerlo aún. Shindong nos ha ordenado a todos nosotros que nos mantengamos alejados hasta que esté mejor.

Si alguna vez mejoraba. Nadie parecía estar haciendo nada para ayudarlo, y eso disgustaba mucho a Yesung.

—¿Traes alguna de esas llaves maestras contigo?

Zhoumi frunció el ceño, haciendo que las pequeñas cicatrices en la cara se arrugaran.

—Siempre. ¿Por qué?

—Necesito una.

—¿Y esperas que simplemente te la entregue?

Yesung golpeó a Zhoumi contra la pared y lo sujetó allí por los hombros. Intentó ocultar lo inestable que estaba... lo cerca que estaba de vomitar sobre los zapatos del hombre.

—A menos que prefirieras que te la arrebate.

Zhoumi no estaba ni un poco asustado. El hijo de puta.

—¿Qué vas a hacer con ella? —le preguntó, completamente despreocupado por su posición.

—Nada que sea tu jodido asunto.

—Parece que bastantes cosas caen en esa categoría contigo.

Zhoumi se movió más rápido que lo que la cabeza borrosa de Yesung no podía seguir, y un segundo más tarde, Yesung estaba con la cara contra la pared. Zhoumi lo clavó allí, el grueso antebrazo derecho en la base del cráneo de Yesung.

—Te preguntaré otra vez —dijo Zhoumi con un tono paciente—. ¿Qué vas a hacer con ella?

La urgencia de pelear se alzó dentro de Yesung, gritando por la liberación. La presión constante dentro de él lo golpeaba para que se dejase ir y destrozar a Zhoumi. Se sentía tan bien ceder y conducir los puños contra algo. Desahogarse de una parte de su furia porque Wook no fuera suyo y nunca lo sería. El no podía salvarlo.

—Podrías intentarlo —le susurró Zhoumi, aparentemente sabiendo lo que Yesung estaba pensando—. Normalmente, diría que tendrías posibilidades, pero no hoy. Estás débil. Puedo sentir tus piernas temblando sólo por sostenerte. Te tendría en el suelo y sangrando en segundos, y eso no va a conseguir que ninguno de nosotros llegue a ninguna parte. Así que, ¿por qué no simulamos que somos caballeros y me dices para qué quieres la llave?

Yesung se mordió un poco los labios con los dientes, mientras la cara era machacada más duramente contra la pared. Ni siquiera podía detener lo que ocurría. Zhoumi tenía razón. Estaba débil. La única elección era jugar bien. No era su fuerte.

—Sólo quiero estar junto a él en caso de que necesite ayuda.

—¿Qué diablos te hace pensar que querrían tu ayuda?

—No la quieren. Por eso es que necesito la llave.

—No voy a dejarte entrar en la suite de Siwon, donde puedes ir a causar más problemas.

—No quiero entrar en la suite de Siwon. Es justo la siguiente puerta. Lo juro.

La presión contra el cuello de Yesung se alivió mientras Zhoumi retrocedía. Yesung se volvió a tiempo de verle dejar caer una tarjeta llave plástica tras de sí, mientras regresaba por el largo vestíbulo.

—Estaré observando —dijo Zhoumi sin darse la vuelta—. Rompe otra cámara y haré que te la comas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...