Amante del Aristócrata- Capítulo 12



La cama estaba convenientemente cerca. Kangin se arrodilló sobre el colchón y lo tendió con tanta suavidad que Leeteuk prácticamente no se dio cuenta de lo que hacía. Sí advirtió que lo despojaba de la ropa, y luego el calor de sus manos que le acariciaban. Cerró las manos sobre los prominentes músculos de los brazos de Kangin, sintió cómo se contraían en la espalda. Su piel era suave y firme al mismo tiempo.

Kangin comenzó a besarlo, el sabor de las recientes uvas se mezclaban en sus bocas. Poco a poco Kangin fue sacándose la ropa que le quedaba, para pegar sus cuerpos piel con piel.

La mirada de Kangin cambio completamente, reflejaba seguridad, pasión e incluso se podría decir que cariño. Leeteuk intentaba reflejar seguridad como debía ser, aunque estaba un poco sonrojado no importaba. Kangin se detuvo un momento para mirarle detenidamente su cuerpo, era hermoso y entonces se tomó su tiempo para recorrer con sus dedos cada lugar, cada rincón de ese cuerpo que deseaba memorizar.

Lentamente comenzaron a besarse, el calor de sus cuerpos podían sentirlos, sus manos recorriendo al otro, se separaron para tomar aire de ese beso que lentamente se fue haciendo mas apasionado.

Los labios de Kangin comenzaron a recorrer su cuerpo, trazando un caliente surco desde las mejillas al cuello. La lengua aleteó en el oído y Leeteuk tembló de placer. Luego descendió a los labios, y de ahí a los hombros, al pecho, debajo de él y nuevamente arriba para capturar un pezón erecto y cubrirlo con el calor de la boca.

Las sensaciones se arremolinaban en el vientre de Leeteuk, y aún más abajo, en su entrepierna, provocándole una tensión insoportable. Desaparecida la última de sus inhibiciones, Leeteuk arqueó el cuerpo en una súplica muda. Kangin lo atrajo hacia él, vientre contra vientre, pero aún no dejó escapar el pezón de su boca.

Después de unos instantes que a Leeteuk se le hicieron eternos, Kangin soltó un pezón para capturar el otro, y una nueva oleada de calor recorrió el invisible cordón que unía su pecho con el vientre y la entrepierna. Leeteuk echaba humo y Kangin parecía cocerse en su propio infierno. Cuando por fin Kangin deslizó una mano a su miembro, Leeteuk gritó de placer.

Y cuando sus dedos comenzaron a introducirse en la entrada de Leeteuk, comenzó a besarlo lenta y cuidadosamente en el cuello, en el pecho para que se olvidara del intruso. Finalmente dos dedos mas se introdujeron en su cuerpo, esto hizo que Leeteuk gimiera de forma sexy inconscientemente.

Era insoportable, demasiado intenso. Pero él lo besaba otra vez profunda, ávidamente, y su cuerpo se estrechaba contra el suyo, aplastándolo con suavidad. Y luego ese caliente miembro se abrió paso, encontró la abertura con facilidad y se deslizó delicadamente hasta lo más profundo de las entrañas de Leeteuk.

Kangin estaba excitado al ver tan bella escena, tener a Leeteuk desnudo debajo suyo, con sus ojos algo llorosos y su carita ruborizada. Se sentía tan bien dentro de su cuerpo, por eso es que se comportaba impaciente. Pero esta vez no, quería hacer gozar a Leeteuk.

La tensión se desvaneció en el acto y el placer se apoderó de Leeteuk, extendiéndose como una corriente que llegaba incluso a los dedos de los pies. La sensación se repitió con la segunda y lenta embestida, con la tercera, todo comenzó a acelerarse lenta y cuidadosamente, mas y mas rápido, Leeteuk gemía dulcemente con sus ojos cerrados, y de cuando en cuando los abría para ver a su amante, que le sonreía de una manera especial.

Los movimientos se hicieron más rápidos, hasta que surgió una nueva tensión, más poderosa, que se incrementó rápidamente hasta hacerle estallar en una oleada del más puro placer, del más puro éxtasis, que lo envolvió durante un largo y dichoso momento.

Cuando todo hubo terminado, encontrándose aun encima del cuerpo de Leeteuk y dentro de él; con su mano comenzó a recorrer el suave abdomen de Leeteuk hasta llegar a sus labios, para después besarse. 

    Unos minutos después, cuando Kangin lo miró,  Leeteuk sonreía. No podía evitarlo. Pero él también sonreía con expresión de orgullo.

    —¿Ha estado mejor esta vez? —preguntó en voz baja, aunque ya conocía la respuesta.

    —Mejor es decir poco —respondió Leeteuk con un largo y lánguido suspiro.

    La sonrisa de Kangin se ensanchó.

    —Sí, estoy de acuerdo. Pero lo mejor es que sólo acabamos de empezar.

    Leeteuk parpadeó, atónito. Pero, para su satisfacción, Kangin procedió a demostrarle que estaba en lo cierto.



    Unos días después Kangin fue a recoger a Leeteuk sin previo aviso para llevarlo con él a las carreras. Tenía planeado ir con Changmin y Minho, pero en el último momento les dijo que los encontraría allí.

    El cambio de planes no se debió a que hubiera pensado que Leeteuk disfrutaría de la salida. Seguramente lo haría, pero no era ése su motivo. Lo cierto es que Kangin había intentado tomar un poco de distancia y visitarlo sólo por las noches, como correspondía con una amante.

Sin embargo, tras conducirse así durante unos días descubrió que en realidad no quería guardar las formas. Lejos de ello, si bien continuaba con sus ocupaciones habituales, o procuraba hacerlo como si nada hubiera cambiado en su vida, tenía que obligarse a dejar a Leeteuk por las mañanas y luchar contra sus deseos de volver a verlo antes de la noche.

     El día de la carrera decidió ceder a esos deseos, diciéndose que sería sólo una vez. El problema era que le gustaba mucho estar con él. Leeteuk le hacía reír y no lo agobiaba con una cháchara interminable. Era inteligente.

 Una noche, tras hablar de literatura durante la sobremesa, Kangin se sorprendió de poder enfrascarse con él en un acalorado debate sobre filosofía —nada más y nada menos—, y disfrutó de cada instante de la discusión.

Aún no sabía si eso le plantearía un problema serio. En el fondo, seguía convencido de que un amante servía exclusivamente para una cosa. Su último amante había conseguido que lo acompañara a todas partes, y con el tiempo Kangin se había sentido agobiado. Tampoco había disfrutado de la compañía de Jaehyun fuera del dormitorio. Sin embargo, Leeteuk era diferente. No tenía exigencias. De hecho, nunca le había pedido nada, aparte de la ocasión en que le rogó que lo besara.

    Y ése era un recuerdo entrañable; Kangin sonreía cada vez que lo evocaba. Lo cierto es que en los últimos tiempos sonreía mucho sin que viniera a cuento. Hasta su mayordomo se había fijado en ello. Claro que Leeteuk siempre estaba en su mente y la verdad era que se había convertido en una fuente de placer para él, en todos los sentidos.

    Leeteuk se vistió rápidamente para salir. Otra cosa que a Kangin le gustaba de él era que no se pasaba horas arreglándose. Sin embargo, para él siempre estaba perfecto —una auténtica delicia para los sentidos—, y ese día no fue una excepción.

    Había hecho otra visita a la modista y esta vez había regresado a casa con varios trajes, incluyendo el de color zafiro. Estaba tan bonito, que Kangin deseó que hiciera menos frío para poder llevarlo en un carruaje sin capota y lucirlo en Hyde Park, una idea escandalosa que lo horrorizó en cuanto se le cruzó por la cabeza.

Pasear por el parque con el joven a quien uno cortejaba con intenciones serias era una cosa; con el amante, otra muy distinta. Quizá sus tíos más jóvenes lo hubieran hecho alguna vez sin preocuparse, pero lo cierto era que a los dos les tenía sin cuidado lo que la gente pensara o dijera de ellos. No era casual que aún los recordaran como los bribones más célebres de Londres.

    La carrera se celebraría en las afueras de Londres. Poco después de llegar consiguieron aparcar el coche, justo enfrente de la pista, desde donde tendrían una vista excelente a pesar de la multitud. Por lo general, los mejores apostantes permanecían de pie junto a la pista y estacionaban los coches más lejos, dejando sitio para aquellos que preferían mirar la carrera en la comodidad del coche.

     Algunas damas y jóvenes señores acudían con sus maridos o familiares, aunque pocos se atrevían a hacerlo en pleno invierno. De modo que Kangin no tenía que preocuparse por la posibilidad de que alguien se sintiera ofendido por la presencia de Leeteuk. Mientras permaneciera en el coche —y él le había advertido que lo hiciera— nadie se enteraría de que estaba allí, aparte de Changmin y Minho.

    Tenían un pequeño brasero en el coche, aunque el tiempo no era tan inclemente. Hacía frío, sin duda, pero no había viento e incluso el sol se dignaba a aparecer ocasionalmente.

    Changmin y Minho se reunieron con ellos después de la primera etapa. Changmin estaba tan jovial como siempre. Parecía tener un sexto sentido para predecir los resultados de las carreras. No sólo encontraba magníficos caballos para comprar en los sitios menos esperados, sino que también rara vez se equivocaba al escoger a un ganador, independientemente de los pronósticos. Sin embargo, no se tomaba las apuestas muy en serio. Se contentaba con el placer de demostrar que sus previsiones eran acertadas.

    —Tengo entendido que ya has aceptado varias apuestas, ¿eh? —dijo Kangin después de que Changmin saludara con un lacónico hola y se pusiera a rebuscar en el cesto de comestibles.

    —¿Acaso no lo sabes? —dijo Minho con tono burlón.

    Kangin sonrió.

    —Changmin no siempre acierta. Recuerdo que en una ocasión perdí varios miles de libras por seguir sus consejos, razón por la cual ya no me fío de sus predicciones.

    Changmin hizo una mueca de sufrimiento.

    —Y nunca me dejará olvidarlo —dijo a Minho.

    El joven rió.

    —Creo que disfrutaste más aceptando la apuesta de Kyu que acertando en la primera carrera.

    A Changmin se le iluminó la cara.

    —Por supuesto. Claro que siempre que encuentro un magnífico purasangre, Kyuhyun consigue convencerme de que no lo compre. No sé cómo lo hace, maldita sea.

    —¿Kyuhyun está aquí?

    Changmin asintió.

    —Ha presentado el caballo que acaba de comprarme. Correrá en la cuarta carrera.

    —Deberías haberle dicho que viniera —dijo Kangin.

    Minho tosió.

    —Ejem, creo que no sería buena idea...

    No había terminado la frase cuando se abrió la puerta del coche y entró Cho Sungmin, el esposo de Kyuhyun y primo de Minho y Kangin. Evidentemente, él era la razón por la cual Minho no había creído prudente invitar a Kyu, y Kangin estaba completamente de  acuerdo con él. Estaba confundido, preguntándose cómo evitar las presentaciones entre su dicharachero primo y su amante.

—Reconocí tu coche, Kangin —dijo Sungmin mientras se inclinaba para besarlo en la mejilla y se dejaba caer en el asiento junto a él. Luego se giró hacia Minho y preguntó—: ¿Por qué no me dijiste que estaba aquí?

    Minho se metió las manos en los bolsillos y se arrellanó en el asiento, frente a ellos.

    —No se me ocurrió —dijo sin convicción.

    —¿Qué demonios haces aquí, Min? —preguntó Kangin—. Nunca te han gustado las carreras.

    -Ya lo sé. —Se encogió de hombros y sonrió—. Pero le he apostado a Kyuhyun que su caballo nuevo no ganará, así que tenía que venir a verlo con mis propios ojos. ¿Crees que me fiaría de su palabra? ¿Sabiendo cuánto detesta que yo le gane una apuesta?

     Kangin se había girado de lado en un intento de esconder a Leeteuk, pero era una empresa imposible.

     —Podrías habérmelo preguntado a mí —señaló con lógica... o eso creyó.

     Sungmin arqueó las cejas.

     —Si apenas te dejas ver últimamente —dijo con tono de reproche—. ¿Y cómo diantres iba a saber que vendrías? —Luego prácticamente empujó a Kangin hacia atrás, para inclinarse por delante de él y decir—: Me alegro de volver a verte, Leeteuk. No sabía que conocías a mi primo.                                 ,

      Leeteuk se sentía terriblemente avergonzado desde  el momento en que había reconocido a Cho Sungmin. Una cosa era conocer a un extraño y dejarle sacar sus  propias conclusiones pensando que no volvería a verlo,  pero ahora que volvían a encontrarse...

      Había girado la cabeza hacia la ventanilla, compartiendo la esperanza de Kangin de que el joven señor no reparara en él. Pero había sido en vano.

      —¿Kangin es su primo, lord Cho?

      —Oh, sí, nos criamos juntos, ¿no lo sabías? Y por favor, llámame Sungmin o Min, como el resto de mi familia...—Hizo una pausa y miró a Minho—. Bueno, casi toda mi familia.

    Kangin ya no estaba confundido, estaba totalmente azorado.

    —¿De qué conoces a Leeteuk, Min?

    —Nos encontramos en casa de la modista el otro día. Y debo decir que enseguida nos compenetramos. Pero ¿qué hace aquí solo contigo, Kangin? Ya conoces las malas lenguas.

    —El... el...

    Kangin se quedó en blanco, pero Minho salió al rescate:

    —Es primo de Changmin.

    Changmin parpadeó.

    —Es... mi primo —le obligó a decir un pellizco de Minho—. Un primo lejano por parte de madre, ¿sabes?

    —¡Estupendo! —exclamó Sungmin—. En cuanto lo vi supe que seríamos buenos amigos y ahora entiendo por qué. Si es pariente de Changmin, es casi de la familia, pues él también lo es. Debes traerlo a cenar a casa esta noche, Changmin. Y vosotros también estáis invitados, primos.

    Los tres hombres se asustaron.

    —No será...

    —No podríamos...

    —Tengo otros...

    Pero Sungmin frunció la frente y se apresuró a interrumpir.

    —No estaréis buscando excusas para no ir, ¿verdad? Sobre todo sabiendo que sólo permaneceré unos días en la ciudad. Acudirán tu padre y el tío Donnie, Minho. Y también el tío Siwon y el tío Heechul, así que será una bonita reunión familiar. Cualesquiera que fueran vuestros planes, ninguno puede ser tan importante como una reunión familiar, ¿verdad?

    Minho puso los ojos en blanco, Kangin se echó hacía atrás en el asiento, gruñendo para sus adentros. Sungmin era un artista de la manipulación. ¡Y el muy condenado lo hacía con tal aire de inocencia!

    —¿Eso significa que tenemos que ir todos? —preguntó Changmin a Kangin.

    A Kangin le hubiera gustado asesinar a su amigo allí y entonces. Minho y él ya estaban contra las cuerdas, pero Changmin aún habría podido poner un pretexto, puesto que no pertenecía a la familia. Sin embargo, ¿tenía acaso la astucia necesaria para darse cuenta de eso? No; no el bueno de Changmin.



    —Si quieres saber la verdad, todo fue bastante extraño —dijo Sungmin a su esposo mientras se preparaba para recibir a sus invitados—. Los tres buscaban excusas, como si no quisieran venir. Cielos, no es más que una cena. Sólo les robaré unas pocas horas de su precioso tiempo. No les impedirá hacer... bueno, lo que quiera que deseen hacer más tarde.

    —¿Has dicho el primo de Changmin? —pregunto Kyuhyun arrugando la frente.

    Sungmin suspiró.

    —¿Has oído alguna otra palabra de lo que te he dicho, aparte de lo del primo?

     Kyuhyun parpadeó. En verdad ese detalle le preocupaba, pues en una ocasión Changmin le había contado que no tenía parientes, ni cercanos ni lejanos. Y ahora  aparecía un supuesto primo. Pero había oído el resto de la perorata de Sungmin... al menos vagamente. Aunque sólo ahora comenzaba a asimilarla.

     —Claro que te he oído, cariño —le aseguró—. Pero  ¿por qué crees que buscaban excusas? Quizá tuvieran otros planes.

     Sungmin soltó un gruñido.

     —Si hubieran tenido planes importantes, habrían  concretado cuáles eran, ¿no crees? Pero no lo hicieron. Y tuve toda la impresión de que la idea de venir aquí les inquietaba.

    Kyu rió.

    —Sabes que eso es imposible, pues hasta hace poco tiempo Changmin y Kangin prácticamente vivían en esta casa. Es probable que tuvieran otras cosas en la cabeza y por eso imaginaste que buscaban excusas.

    —Conque lo imaginé, ¿eh? —dijo con escepticismo—. Bueno, esta noche veremos si se comportan con  normalidad. Y si no es así, quiero que averigües por qué. Es obvio que no confían en mí, pero en tí sí.

    —Min, estás haciendo una montaña de un grano de arena, y lo sabes, así que deja de darle vueltas a este asunto. Si realmente ocurre algo raro, ya saldrá a la luz. Y a propósito, gracias por invitar a Kangin y a Changmin.  Así no me sentiré en minoría.

     Naturalmente, se refería a los tíos Hyukjae y Siwon.  No estaba contento con la perspectiva de la cena, pues Sungmin le había informado que había invitado a sus tíos.

     El le dio un codazo en las costillas y le advirtió:

     —Nada de peleas esta noche, ¿eh? Me prometiste que te comportarías.

     Kyu lo abrazó y esbozó una sonrisa inocente.

     —Lo haré si ellos también se comportan.

     Sungmin suspiró, anticipando el desastre. Después de todo, ¿cuándo se habían comportado sus tíos?



Antes de cenar, Siwon llevó a Kangin aparte. Se habían reunido en el salón, donde Siwon y sus hermanos hacían gala de una conducta intachable, cosa extraña teniendo en cuenta que estaban en la misma habitación que Cho Kyuhyun. Seguramente tenía algo que ver con la presencia de los niños: Hyukjae tenía a su pequeño Hyungsik en brazos y Heechul al pequeño Siwan a su lado. Era sorprendente el cambio que se operaba en los tíos menores de Kangin cuando los niños estaban cerca.

    Pero el tío Siwon tenía una expresión muy seria mientras esperaba que los demás pasaran al comedor

    _¿Te parece buena idea acostarte con el primo de Shang? —preguntó a Kangin.

    Para Kangin, fue como si le asestara un golpe en el estómago.

    —¿Qué te hace pensar que...?

    La risa de Siwon lo interrumpió.

    —Vamos, muchacho, yo también he tenido tu  edad. No hay más que ver la forma en que lo miras.

    Kangin se sonrojó. Y pensar que hasta el momento  creía que todo iba a pedir de boca, habida cuenta de las circunstancias.

     Por desgracia, no había encontrado una excusa para no asistir lo bastante verosímil para que Sungmin no estuviera torturándolo durante un año entero y haciéndolo sentir el peor de los mortales. Había pensado incluso en inventar un accidente o una enfermedad, pero conocía lo suficiente a su primo para saber que sospecharía e insistiría en enviarle un médico.

     De modo que después de discutir el asunto con Changmin y Minho y arrancar al primero la promesa de que continuaría con la mentira de que Leeteuk era su  primo, decidió correr el riesgo. Incluso si algo iba mal y  la verdad salía a la luz, no habría un gran escándalo...sólo que Kim Shindong montaría en cólera.

      Kyuhyun se dio cuenta de quién era Leeteuk en cuanto Kangin se lo presentó, y miró a su amigo con manifiesto horror. Sin embargo, Kyu se tranquilizó cuando vio el comportamiento de Leeteuk. No había nada en él que indujera a pensar que no era la persona que Sungmin creía. Tenía todo el aspecto de un joven señor y se comportaba como tal. Y tras informar a Sungmin que Leeteuk pronto regresaría al campo, había puesto coto a los planes de la primera de entablar una Gran Amistad.

    Sin embargo, el propio Kangin se había delatado, sencillamente porque no podía evitar mirarlo de la forma en que lo miraba. Pero no quería que el tío Siwon se preocupara, y al parecer ya lo hacía.

    De modo que se vio obligado a confesar:

    —Leeteuk no es primo de Changmin.

    —¿No?

    —No. No tiene nada que ver con su familia. Min lo había conocido antes por casualidad y lo tomó por un joven a punto de presentarse en sociedad, así que cuando nos encontramos esta tarde... Bueno, no sabíamos cómo explicar que no estuviera bien acompañado, al menos a ojos de Min. Entonces a Minho se le ocurrió decir que era primo de Changmin, pues como éste también estaba allí, la situación parecería más normal.

    —¿Y quién es en realidad?

    —Mi amante —murmuró Kangin.

    Siwon arqueó sus cejas morenas.

    —Creo que no he oído bien. ¿Has dicho tu...? —Kangin asintió con la cabeza y Siwon soltó una súbita carcajada—. Cielo santo, Min te cortará la cabeza si se entera de que le has permitido hacer amistad con tu amante.

    Kangin dio un respingo.

    —No hay razón para que se entere. Regresará a su finca de Foresight dentro de unos días, así que no volverán a verse.

    —Conserva la esperanza, muchacho. Pero ¿no se te ocurrió que podrías haberle dicho la verdad? Tu primo es un joven casado, ¿sabes?, aunque a todos nos hubiera gustado que fuera más selectivo al escoger marido. En fin, la cuestión es que no creo que se hubiera escandalizado.

    —Es probable, pero me temo que ninguno de los tres atinó a pensar con claridad en ese momento. Yo al menos no lo hice. Y Minho sólo pretendía ahorrarnos el bochorno que habría causado la verdad, por eso decidió emparentarla con Changmin.

    Siwon sonrió.

    —Vaya alternativa: entre el primo de Changmin y un tórtolo indecente. A mí tampoco me gustaría tener que escoger entre esas opciones.

    —Changmin es un buen amigo, tío. —Kangin se sintió en la obligación de decirlo—. Leal, digno de confianza...

    —No lo dudo, muchacho —interrumpió Siwon—. Pero sigue siendo un memo.

    Era difícil rebatir ese punto, de modo que Kangin se encogió de hombros. Siwon rodeó con un brazo los hombros de su sobrino y lo acompañó al comedor.

    Pero aún tenía que hacer un último comentario sobre el tema:

    —Es difícil de creer que no proceda de una familia noble. ¿Estás seguro de que no te ha mentido?

    Kangin se detuvo en seco. ¿Era posible? No, no lo era. Ningún joven señor accedería a ponerse a la venta en una subasta como había hecho Leeteuk.

     Siwon le dirigió una mirada inquisitiva, pero Kangin negó con la cabeza y sonrió:

     —Estoy seguro.

     —Me alegra oír eso, porque es bastante frecuente que los caballeros caigan en la trampa de jóvenes casaderos, ¿sabes? Y casi siempre con la ayuda de la familia de éste. Pero supongo que ya lo sabrás, puesto que no te has dejado cazar hasta ahora. Ten cuidado, jovenzuelo. Hyukjae y yo no somos los más indicados para censurar tu conducta, pero ya conoces a tu padre. A propósito, te convendría asegurarte de que no se entere de la pequeña comedia de esta noche. Cielos, no me gustaría estar en tus zapatos si lo hiciera.

     Y a Kangin tampoco.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...