Libre para Amar I- 13




Mark evitó caerse hacia atrás agarrándose a la crin del caballo con una mano y al pomo de la silla con la otra. Cuando se puso derecho, le quitó a Jackson las riendas a la vez que maldijo para sus adentros.
Tal vez Jackson se había hecho con el caballo de manera instintiva, pero él no era un joven frágil y asustadizo al que tuviera que proteger del peligro. Avanzó al mismo paso que su marido mientras sus compañeros los seguían de cerca.
Cuando él aceleró la marcha, Mark se echó hacia delante tanto como le permitió el pomo de la silla. El corazón le latía a un ritmo que se acompasaba con el fuerte sonido de los cascos de los caballos.
Rápidamente cubrieron lo que le parecieron kilómetros hasta detenerse justo al otro lado de un pequeño claro. Tras desmontar con rapidez, Jackson, casi sin aliento, les ordenó:
—Dentro de los bosques.
A pie guió a su animal hacia el interior del bosque, lejos del camino. Yugyeom. Junbi y él hicieron lo mismo.
—No veo a nadie. ¿Por qué nos hemos salido del camino? —preguntó Junbi.
—El simple hecho de que no veáis a nadie alrededor, no significa que no estén por aquí —le explicó Yugyeom.
—¿Entonces estamos huyendo de alguien a quien no podemos ver?
Mark se preguntó exactamente lo mismo. ¿De quién huían y hacia dónde se dirigían? Había tenido tantas ganas de abandonar Poitiers que en ningún momento le había preguntado a Jackson sobre su destino.
Yugyeom bajó la voz y le dijo algo a Junbi que Mark no pudo oír.
Alentó a su exhausto caballo para que continuara y alcanzó a Jackson. No habían parado desde hacía mucho rato, no desde primera hora de la mañana y el sol ya estaba poniéndose.
—¿Jackson?
—¿Sí?
—¿No estás cansado?
—Por supuesto que sí —sin detenerse agitó la espada con un movimiento en forma de arco—. Pero ¿dónde te gustaría acampar para pasar la noche?
Tenía razón. Les llevaría horas limpiar una zona en la que poder pasar la noche.
—Vaya, me anima ver que todavía puedes pronunciar más de una palabra a la vez.
—Es cierto. Tal vez mi preocupación en este viaje me haya hecho mostrarme un poco corto en palabras.
En un intento de quitarle hierro a la situación, Mark lo miró de pies a cabeza deteniéndose de nuevo en la parte inferior y dijo:
—Cortante, tal vez… pero, no, no milord, nunca corto.
Pero su gesto serio le hizo ver que su intento de bromear había sido en vano.
—Los hombres que nos siguen esperan que enfermemos… o algo peor. No tengo tiempo para bromas, Mark.
—¿Y por qué no lo habías dicho antes?
Al avanzar sin quitarle los ojos de la cara, se tropezó con un tronco caído. Jackson lo agarró por el brazo.
—Ten cuidado. Que te rompas una pierna no nos ayudaría a ninguno —lo soltó antes de preguntarle—: ¿Qué habrías hecho si hubieras sabido lo de los hombres que nos seguían? ¿Te habrías preocupado como yo?
—Tal vez.
—Pues eso no habría servido de mucho.
—Excepto para explicar tu necesidad de estar tan… distraído —cuando había tomado la decisión de convertirse verdaderamente en su esposo, lo último que se había esperado había sido el verse tan completamente ignorado como durante los últimos días.
—¿Distraído?
—Sí, mucho.
—¿Poco atento?
—Sin duda.
Le miró y Mark pudo ver un atisbo de sonrisa en un lado de su boca. ¿Intentaba engatusarle? Respiró hondo y defendió su posición.
—Has estado ignorándome.
—Lo sé. Me he dado cuenta al verte dormir sobre el frío y duro suelo cada noche y también cuando has pasado el día sin nada que llevarte a la boca.
Sintió vergüenza, Ni una sola noche había dormido sobre el frío y duro suelo. De hecho, había sido Jackson el que había sido castigado por la frialdad de la tierra, él había pasado las noches tendido casi completamente sobre su pecho y la única manta que tenían los dos había sido para cubrirlo a él.
Y no había habido ni una sola vez, ya fuera de día o de noche, en la que no hubieran comido.
Cerró los ojos y sacudió la cabeza antes de ponerle una mano en el brazo y disculparse.
—Perdona.
Jackson no pudo evitar sonreír. Cuando había empezado el viaje, sí que había estado distraído, pero el ver el desconcierto de Mark ante sus respuestas de una sola palabra no había hecho más que animarlo a provocarlo más.
Si tenía toda su atención centrada en el porqué de su frío comportamiento, no se daría cuenta de que sus hombres los estaban rodeando y de que el enemigo los estaba cercando. La verdad era que su táctica le había durado más de lo que pensaba.
Miró atrás y vio que Yugyeom y Junbi se habían detenido; parecían estar conversando y eso le dio la oportunidad de centrarse en Mark. Le sujetó la barbilla y con el dedo pulgar le acarició el labio inferior.
—No hay necesidad de que te disculpes.
—Me he quejado y me he comportado como un maleducado.
—No. Soy yo el que debería disculparse por haberte provocado intencionadamente a hacerlo. Has actuado como yo quería que hicieras.
En un principio Mark arrugó la frente en un gesto de duda y extrañeza, pero después se dejó llevar por sus caricias. Mientras su mente pensaba en lo que acababa de oír, su cuerpo buscaba el contacto con el suyo. Jackson lo acercó más a sí.
—Los hombres que nos siguen quieren tomarnos como rehenes. Esposo, Wonpil no conoce el significado del honor. No se preocupa ni de las leyes ni de la decencia.
—¿Nos matará en lugar de tomarnos como rehenes?
Sus palabras entrecortadas le hicieron desear que pudiera ser así de simple…
La muerte sería un final preferible al que Wonpil probablemente planeaba.
—No. Hará que deseemos morir.
Vio los ojos de su esposo abrirse de par en par mientras en su cabeza no dejaban de resollar las palabras de Morigatte: «…no hagas daño a ningún inocente».
Notó un asfixiante nudo en la garganta al sentir una repentina y desesperante necesidad de protegerlo de todos los males de su mundo.
Tras llevarlo contra su pecho, apoyó la barbilla sobre su cabeza y se preguntó cómo había podido permitir que Mark se hubiera colado completamente en su alma.
«Perdona… olvida» fueron las sugerencias de Morigatte. En aquel momento Jackson, sediento de venganza, se había rebelado en contra de esa idea, pero ¿y ahora?
Ya no estaba seguro.
Cerró los ojos. No era ni el momento ni el lugar para aclarar su mente. El peligro acechaba demasiado cerca; un peligro que podía arrojarlos a todos ellos a una pesadilla sin fin.
Alzó la cabeza y prometió:
—No lo logrará.
Mark le ofreció una sonrisa poco entusiasta.
—Si nos quedamos aquí conversando, puede que sí lo haga.
Oteó el bosque antes de asegurarle:
—Podríamos quedarnos aquí todo el día sin correr peligro, si quieres.
—Eso es lo que has estado observando todo el tiempo. Tienes hombres vigilando.
—Yo nunca he dicho que no los tuviera. Mis hombres habían estado esperando mi regreso. Ya habían recibido órdenes —la soltó, pero le acarició la mejilla antes de apartarse—. Hay doce formando una pared armada a nuestro alrededor.
—Once, milord.
Jackson se volvió hacia la voz que tenía tras él. Jooheon, el hombre que había estado temporalmente al frente de los demás, dio un paso al frente.
Yugyeom se unió a ellos al mismo tiempo y preguntó:
—¿Once? ¿A quien hemos perdido?
Al ver el modo en que el hombre se dirigía a Yugyeom. Jackson se detuvo. ¿Había tenido todos esos días delante de sus narices al hombre ideal como capitán de su nueva guardia y no se había dado cuenta?
Jooheon centró toda su atención en Yugyeom.
—Al joven Raymond lo ha alcanzado una flecha. Ha resultado letal.
Yugyeom suspiró.
—Al menos no se lo han llevado vivo.
Jackson asintió en silencio. Aunque el joven Raymond había sido entrenado y se habría convertido en un guardia competente no estaba hecho del acero suficiente como para sobrevivir más de una semana bajo el mando de Aryth.
—¿Y su cuerpo? —Yugyeom estudió a los caballos que ahora estaban entrando en el área—. Tenemos que llevárselo a su familia.
Jackson se obligó a quedarse en silencio. Otro se habría ofendido al ver que Yugyeom estaba al control de la situación, pero él sabía que su amigo estaba bien preparado para afrontar esa posición. Por el momento, él tenía que preocuparse y cuidar de otra persona en particular y ésa era una tarea que por alguna razón, le hacía sentirse más vivo que nunca.
No había duda de que debía nombrar oficialmente a Yugyeom capitán de la guardia de Wang.
—Sir…
Uno de los otros hombres dio un paso al frente con un caballo.
—Tenemos su cuerpo.
El joven Junbi dejó escapar un grito ahogado, pero antes de lanzar un auténtico grito de horror, Yugyeom lo llevó hacia sí y lo sujetó con fuerza. Para asombro de Jackson, la táctica pareció calmarlo al instante.
Tras examinar el cuerpo tendido sobre la montura, Yugyeom asintió:
—Bien. Su madre os lo agradecerá. ¿Qué hay de Kim y sus hombres?
—Kim sigue vivo, pero sus hombres ahora sólo suman tres —Jooheon se estiró como si se mostrara orgulloso del bien merecido triunfo—. Vuestra sugerencia de utilizar arcos en lugar de espadas nos ha favorecido.
Y dado que el destacamento de Wonpil había estado compuesto de quince hombres, Jackson tuvo que mostrarse de acuerdo; emplear arcos había demostrado ser una táctica inteligente.
Yugyeom alzó una mano para pedir silencio y acallar las voces de los otros hombres que celebraban con vítores su destreza.
—¿Y dónde está Kim?
—Ha ido hacia el norte. Lo seguimos durante una parte del recorrido, pero pensé que sería un error dejaros a vos, al conde y a los jóvenes desprotegidos.
Jackson dio un paso adelante.
—Bien hecho. Tras una noche de descanso, tal vez podamos avanzar mañana. Con suerte y la continua bendición de Dios puede que estemos en casa a finales de semana.
Jooheon señaló al sol, que se estaba poniendo.
—Hay una cabaña vacía más adelante, milord con una arroyo detrás. Los hombres y yo podemos buscar algo de comida.
Los dos suspiraron y, al hacerlo, arrancaron las risas de algunos de los hombres.
Jackson le hizo una señal a Jooheon.
—Guíanos.
Miró a al joven que caminaba junto a él. Aunque no lo había dicho, se le veía cansado: la sonrisa que le dirigió carecía de su habitual vitalidad.
Era imprescindible que Yugyeom y él hablaran esa misma noche y lo único que esperaba era que esa charla terminara cuanto antes para luego poder pasar el resto de la velada envuelto en un abrazo con su esposo.

Para Mark, la cabaña abandonada en el bosque fue como el más grandioso de los castillos, a pesar de no ser más que una casa de dos habitaciones hecha de adobe y cañas.
Quien fuera que la hubiera levantado, probablemente empleó los árboles cortados del claro para construir el armazón.
Lo que más le importó fue el fuego que había en el centro; no sólo tendrían un cobijo para pasar la noche, sino también un calor que agradecerían mucho más.
Mientras Jackson hablaba con los hombres y Yugyeom centraba su atención en Junbi, él aprovechó la oportunidad para hacer buen uso del arroyo.
Después de sentarse en una roca plana y grande, se quitó sus suaves botas de piel y las medias. Metió un dedo del pie en el riachuelo y tembló cuando el agua helada amenazó con congelarle la piel.
Pero una vez se acostumbró a la frialdad, resultó agradable sentir el agua moverse alrededor de sus pies. Suspiró. Deseaba meterse en el agua y que éste se llevara consigo toda la tensión que estaba acumulando. Había cosas que Jackson le estaba ocultando, lo sabía por el tono de su voz y por la preocupación que escondía tras su mirada.
Parecía convencido de poder ocultar su preocupación muy bien, ¿es que no se daba cuenta de que había observado todos sus cambios de humor? No necesitaba que le dijera cuándo le sucedía algo porque podía ver el cambio en sus ojos y oírlo en su voz. Casi podía sentir la presencia de eso que lo inquietaba sobre sus labios.
Sin duda algo iba mal y no se trataba únicamente del hecho de que esos tal Wonpil y Kim los hubieran seguido desde la corte.
¿Quién era para obligarlo a hablar con él? Antes de que eso ocurriera, tendría que ganarse su confianza, pero ¿cómo iba a hacerlo si por su parte tampoco estaba seguro de poder confiar en Jackson?
Ese marido que tenía era una contradicción tras otra. Podía matar a un hombre con las mismas manos que con tanta delicadeza la sumían en la pasión.
Sus palabras podían ser bruscas, crueles y cortantes y al instante arrullarlo haciéndole sentirse seguro.
Podía discutir sobre algo tan importante como las batallas o estrategias con otros hombres mientras que a la vez lo estaba desnudando con la mirada.
Y no estaba acostumbrada a esas cosas. Los hombres que conocía eran o fuertes, duros y mezquinos, o débiles y blandos, pero no una combinación de los dos.
Incluso Huitaek había escondido su crueldad bajo una máscara. Si no hubiera sido por Jackson tal vez habría descubierto la cara verdadera de Huitaek demasiado tarde.
—¿Dónde estás, Mark?
Con una mano contra su acelerado corazón admitió:
—Me has asustado. No te he oído acercarte.
—Vaya, pues eso tiene mucho sentido porque te he llamado dos veces —se sentó a su lado y lo recostó sobre su regazo—. ¿En qué piensas que te tiene tan distraído?
—En ti —se incorporó y se sentó entre sus piernas con los pies en el agua y la nuca apoyada contra su pecho.
—¿Estás cómodo?
Se acurrucó más contra su cuerpo.
—Mucho.
— Bueno, ¿y estabas pensando bien de mí?
—Oh, ¡qué va! —Miró brevemente sobre su hombro y sonrió antes de admitir—: Lo que pienso de ti se aleja mucho de lo… bueno.
Jackson agachó la cabeza.
—Entonces espero que sean unos pensamientos pícaros y apasionados —le susurró al oído mientras lo rodeaba fuertemente con los brazos.
El temblor de Mark no tuvo nada que ver con la frialdad del agua sino con el calor del aliento de Jackson contra su oído, con la fuerza de sus brazos envolviéndole y con el palpitar de su corazón contra su espalda.
Se obligó en centrarse en desenredarse el pelo.
—Te has quitado la armadura.
—Y tú pretendes cambiar de tema.
Trazó con su dedo pulgar la forma de uno de su pecho y, al hacerlo, cerró los ojos y le rodeó los brazos.
—Por supuesto que estoy cambiando de tema —suspiró cuando él deslizó los labios y los llevó hasta su hombro—. Hablar de tu apasionada y lujuriosa actitud nunca sería suficiente.
—¿No? Entonces, ¿qué sugieres?
El tono ronco de su voz hizo que otro temblor le recorriera la espalda. Sabía exactamente lo que sugeriría si fuera lo suficientemente atrevido. Le diría que lo tomara en sus brazos que lo besara con desenfreno y después… Las mejillas le ardían ante esos pensamientos.
No. Jamás poseería ese atrevimiento.
—¿No sabes qué decir?
Antes de poder responderle Jackson lo alzó de la roca, lo echó sobre su regazo y lo besó.
¿Había algo más maravilloso que recibir un beso tan intenso del hombre que podía despertarle la pasión con sólo una mirada? No, no lo había, pero desafortunadamente no estaban solos. No era el momento… pero sus labios y sus caricias eran demasiado cálidos e incitantes.
Con un gemido de frustración, le rodeó la nuca con un brazo y lo llevó más hacia sí.
Perdido en el fuego que su marido estaba encendiendo, se aferró más a él mientras sentía su pulso acelerarse. Sin embargo, cuando acarició el calor que se estaba acumulando en el centro de su cuerpo, se quedó paralizado.
No estaban solos. La vergüenza lo invadió y tras apartarse de su beso, gritó:
—No, Jackson, no puedo.
Jackson sacó la mano y lo abrazó en un intento de calmarlo.
—¿Qué te pasa, Mark?
Hundió la cara en su hombro y, sintiéndose como un tonto que avergonzado, intentó explicarse.
—Hay gente alrededor, no puedo. Si nos vieran… no puedo… yo… Oh, Jackson… —fue todo lo que pudo hacer para no romper en un llanto de humillación y frustración.
Volvió la cabeza tenía una mejilla apoyada sobre su pecho.
—Lo siento.
Él le acarició la espalda y lo besó en la frente.
—No hay nada por lo que debas disculparle.
—Pero has venido aquí esperando… —vaciló al no saber elegir la palabra—. Y habrás quedado decepcionado.
—Mírame.
Levantó la cabeza y miró hacia donde pensaba que estaría su cara. Las nubes habían vuelto a cubrir la luna, dejándolos en una absoluta oscuridad.
Él le acarició la mejilla.
—¿Qué ves?
—¿Sinceramente?
—Por supuesto.
—Nada.
—Entonces ¿por qué creías que mis hombres iban a vernos?
Agradecido por la profunda oscuridad de la noche y por la fría brisa que azotaba sus encendidas mejillas, se encogió de hombros.
Oyó a Jackson suspirar antes de que lo besara.
—Puedes hablarme con libertad esposo. Puedes contarme tus pensamientos más apasionados. No vas a escandalizarme, como tampoco vas a provocarme ninguna clase de rechazo hacia ti.
Mark apoyó la frente con la suya.
—Creí que nos verían desnudos y dejándonos llevar por la pasión.
—¿Sobre esta roca tan fría y dura? —le rodeó la cara con las manos—. Sólo he venido aquí para besar y acariciar a mi esposo hasta hacerle perder el sentido, eso es todo.
—Oh, pensaba que…
Le cubrió la boca con un dedo.
—Sé lo que pensabas. Pero sólo porque te bese… —le rozó ligeramente los labios—. O te toque o te acaricie… —fue deslizando la mano hasta detenerla entre sus muslos —no significa que tenga que llevarte a la cama.
Incluso a través de las capas de su ropa, podía sentir el calor de sus dedos y emitió un suave gemido.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...