Debutantes II- 16




Era el tipo de conducta dañina que Heechul se había permitido mientras crecía. Hablar sin pensar, ser demasiado terco o estar demasiado dolido para retirar lo dicho antes que fuera demasiado tarde y después sufrir el arrepentimiento, que ya nunca desaparecía. Esta vez, sin embargo, había más que arrepentimiento. Mucho más.
Se casó con Choi Siwon en el estrecho vestíbulo de los juzgados. El permiso especial que le había dispensado su padre para que lo usara a su discreción hizo la ceremonia posible y sólo lady Cade y Kim Soogeun asistieron como testigos. Los demás invitados de la cena estaban demasiado escandalizados para acompañarlos
Desde luego, no era así como se había imaginado su boda Heechul. Muchas veces había fantaseado con recorrer el pasillo central de una gran iglesia, luciendo un magnífico traje de novio, los asientos ocupados de jóvenes señores sonrientes que encantados de verlo abandonar el mercado matrimonial y de caballeros ceñudos, sus numerosos admiradores que lamentaban haberla perdido.
La realidad fue bastante deslucida, una ceremonia civil precipitada, sin gloria ni grandeza. ¡La madre del juez roncaba en la habitación contigua! Fue por eso que no les hicieron pasar al salón para pronunciar los votos.
Quizá sólo prometieran casarse en una fecha posterior. Heechul estaba tan confuso que no podía pensar con claridad ni prestar atención a lo que se decía. Si éste era el final, sin embargo, el único lado positivo que se le ocurría era que su padre no estaba allí para refocilarse por haber conseguido exactamente lo que quería.
Nervioso y confuso, Soogeun charlaba sin cesar de cosas irrelevantes mientras llevaban a lady Cade de vuelta a su casa. Los recién casados no intercambiaron ni una sola palabra aunque, como si estuvieran de camino hacia un evento intrascendente, participaron de la conversación, estrictamente para quedar bien con lady Cade.
Al menos, eso hizo Siwon. A Heechul le tenía que dar codazos para que hablara, lo mismo que para pronunciar cada palabra durante la ceremonia. Perdido en las nieblas de su desaliento, comprendía que, de algún modo, tenía que colaborar. Ofreció una buena representación. Cuando se supiera la noticia el día siguiente, lady Cade podría decir que la ceremonia fue precipitada, sí, y, desde luego, nada apropiada para el hijo de un duque, pero qué romántico que la pareja no pudiera esperar más. ¡Tan impacientes estaban!
El silencio imperó cuando dejaron a lady Cade en su casa. La residencia de los Kim estaba a pocas manzanas de distancia. Siwon, sin embargo, no sólo dejó a Soogeun allí. También hizo bajar a Heechul del coche.
—Ahora eres tú quien tiene que vivir con ello —dijo secamente antes de cerrar la puerta de un golpe y dar orden al cochero para que se alejara.
Heechul se quedó helado. Una conmoción tras otra, aunque esta última ya era demasiado. ¿Por qué lo devolvía Siwon a sus padres después de casarse con él? ¿Realmente estaban casados? No había prestado atención a las palabras del juez.
Soogeun le rodeó la cintura con el brazo y ambos se quedaron mirando el coche del vizconde que desaparecía en la distancia.
—No entiendo qué ha pasado —dijo Soogeun, también anonadado—. Si tu padre no me hubiera asegurado que ibas a casarte con este hombre, jamás habría permitido que te llevara a rastras a los juzgados. ¿En qué estabas pensando, Heechul? ¿Cómo has podido aceptarlo?
¿Aceptarlo? ¿Es lo que había hecho? Teniendo en cuenta que provocó a Siwon y se reconoció autora de unos rumores que no había iniciado, sí, su actitud se podría considerar una aceptación implícita. Cuando le prometió que lo privaría de su soltería para hacerlo sufrir, sí, eso también era una señal evidente de conformidad. Aunque, desde luego, no esperaba resultados tan inmediatos ni esa reacción concreta por parte de él. De hecho, no había pensado más que en herirlo, como Siwon le había herido a él.
—¿Estoy casado de verdad, appá? —preguntó con un hilo de voz, sin dejar de mirar abrumado la calle vacía—. ¿O ha sido una especie de paso preliminar, algo que teníamos que hacer antes de celebrar realmente la boda? ¿Una promesa formal de casarnos, que precisa de testigos y un documento escrito?
—Nunca he oído nada parecido —respondió Soogeun ceñudo.
—¿Quizá sólo se requiere de los hijos de los duques...?
—Salgamos del frío. —Soogeun dirigió a Heechul hacia la casa—. Y no, lo ocurrido esta noche nada tenía de preliminar. Lo único raro es que os habéis casado el mismo día en que decidisteis contraer matrimonio, aunque no me sorprende que los Choi tuvieran un permiso especial para casos de emergencia. ¿Sabes?, son estas pequeñas cosas, los privilegios especiales de las instancias más altas de la sociedad, las que siempre han irritado tanto a tu padre, porque no tiene los contactos necesarios para conseguirlos.
—Entonces, debió casarse con alguien de más rango en lugar de empujarme a mí para trepar los escalones sociales —farfulló Heechul para sí.
Soogeun lo oyó y sonrió.
—Ésa era su intención, querido..., hasta que se enamoró de mí.
Heechul miró a su appa. Nunca antes había oído eso de su padre. ¿Había renunciado a sus aspiraciones para estar con Soogeun? Muy romántico de su parte..., aunque, claro, no había renunciado a ellas, sólo las había pasado a su hijo.
Soogeun suspiró mientras se quitaban las capas en el vestíbulo.
—Ahí va la gran boda que siempre he soñado organizar para ti. Cuando me haga a la idea me sentiré muy decepcionado, lo sé muy bien.
La culpa por ello se añadió a todos los demás sentimientos de Heechul. El papel de anfitrion era el punto fuerte de su appa, su único propósito, y la boda de su hijo único habría sido el mayor acontecimiento de todos. Ahora ya no. Su participación en la ceremonia se limitó a su simple presencia.
—Lo siento —dijo Heechul.
—No lo sientas, querido. Desde luego, no es culpa tuya que tu prometido fuera tan impaciente. Lo vi en tu cara que estabas tan sorprendido como el resto de nosotros. Si culpo a alguien, es a ese permiso especial. Cuando guardas algo así en el bolsillo, puedes sentir la tentación de utilizarlo.
La sensación de culpa se agravó y obligó a Heechul a hablar.
—Estás equivocado con respecto a lo ocurrido, appá. No ha tenido nada de romántico.
Soogeun volvió a fruncir el entrecejo.
—¿Qué quieres decir?
Heechul tomó aire y dijo:
—¿Todavía no te has preguntado por qué me ha dejado aquí, contigo, en lugar de llevarme a casa con él?
—Claro que sí. Me di cuenta de que estaba enfadado, sentimiento que intentaba ocultar admirablemente. Sin embargo, estoy convencido de que hay una buena razón.
—Ah, sí, una razón muy buena —admitió Heechul—. Es porque él no quería casarse conmigo, como tampoco yo quería casarme con él. Fue mi enfado que lo incitó a hacerlo, aunque esto sólo no habría bastado, no sin los rumores que circulan sobre nosotros.
Lo único que Soogeun escuchó y quiso aclarar fue:
—¿Es verdad que no querías casarte con él?
—Pues, tal vez, llegase a quererlo si papá no insistiera tanto y si Siwon y yo pudiéramos encontrar nuestras razones. Estuvimos cerca pero... supongo que no tenía que ser.
—¿Lo quieres, sin embargo? —preguntó su madre.
Esa pregunta otra vez, y lo único que podía responder era:
—La verdad es que no lo sé. Nunca antes me había sentido tan cómodo con un hombre, no tengo que medir mis palabras con él, y nunca antes me había enfadado tanto con nadie ni... despierta en mí sentimientos muy extremos. Con él he vivido experiencias maravillosas que nunca olvidaré. Despierta al niño que hay en mí, y al muchacho, y al joven. Desde luego, remueve todas mis emociones, todas sin excepción.
—Ay, señor —fue lo único que dijo Soogeun, como si Heechul le hubiera respondido con un «sí» o un «no» definitivos en lugar de con una complicada maraña de reflexiones.
—¿Por qué habéis vuelto tan pronto? —preguntó Janghoon que apareció en lo alto de la escalera—. ¿Y por qué os quedáis cuchicheando en el vestíbulo?
—Dios mío —susurró Soogeun a Heechul—, acabo de darme cuenta de que Janghoon se ha perdido la ceremonia. ¡Se pondrá furioso!
Es la única nota alegre de un día desastroso, pensó Heechul.


Siwon apagó la lámpara que iluminaba el sillón de lectura de su dormitorio y se quedó en la penumbra. Junto a su mano había una botella de ron. Habría preferido el brandy pero su despacho estaba a oscuras cuando entró para buscar algunas botellas y sólo había encontrado dos. Una se le cayó al suelo y ya no pudo encontrarla, la otra la llevó a su dormitorio. Más tarde bajaría con una lámpara para ver qué había pasado con los demás licores de su bar, siempre bien provisto. Esa noche no bastaba una botella, ni siquiera dos.
Se había casado con Kim Heechul. Santo Dios, ahora era Choi Heechul. Había perdido el juicio.
Pudo librarse del compromiso, bastaba con comunicar públicamente la existencia de diferencias irreconciliables entre ambos. ¿Acaso lo pondría en duda cualquiera que conociera a Heechul? Por supuesto que no. En el fondo de su mente, sin embargo, persistía la ridicula noción de que casarse con Heechul podría ser algo bueno, tan bueno que se consideraría el hombre más afortunado del mundo. Una idea absurda. Lo que podría ser, no se convertiría en realidad. Lo que era, constituiría su peor pesadilla.
Se le ocurrió avisar al ama de llaves que se preparara para recibir al joven señor de la casa pero optó por tomar otra copa. Ni loco iba a meter a ese arpía en su hogar. Heechul jamás sabría que él aún lo deseaba. Jamás sabría que tenía que luchar para no ponerle las manos encima. Si no volvía a verlo, podría controlar sus impulsos. ¿Y dónde estaba escrito que tenía que vivir con el joven que había desposado? Si sus padres no lo querían, hallaría otro lugar donde dejarlo pero no sería en su propia casa.
Por la mañana su matrimonio estaría en boca de todos. Las noticias de este tipo corren como la pólvora. No tenía la menor idea de cómo hacer frente a las felicitaciones..., o los pésames, según se mirara. Debería escribir una nota a su padre pero temía que ya resultaría ininteligible. Mañana.
Sin embargo, empezó a sentirse culpable de haber dejado a Heechul con sus padres. Tanta malicia le era ajena. Aunque fue la venganza perfecta. ¡Conque quería obligarlo a casarse por despecho! Pues, él le negaría lo único que Heechul deseaba de verdad, librarse de la tutela de su padre. Impecable..., aunque demasiado malicioso para él.
No le obligaría a quedarse allí, no por mucho tiempo. Pero tampoco lo llevaría a su casa. Por supuesto que no. Le encontraría algún lugar donde poder practicar su malevolencia hasta la saciedad, sin que él lo supiera. En ningún caso iban a vivir bajo el mismo techo cuando no podía confiar en una sola palabra de Heechul.
Dios, era un artista del engaño. Él le creía realmente cambiado, auténticamente arrepentido, sincero por una vez. Incluso creía que Heechul llegó a controlar sus peores tendencias, pero era todo mentira. No había forma de poder convivir con eso, sin creer ni una palabra que salía de su boca.
—He venido corriendo en cuanto lo he sabido. ¡Enhorabuena!
Alzó la vista y vio a su hermano, que sonreía al asomar la cabeza por la puerta.
—No lo hagas —respondió Siwon.
—¿El qué?
—Felicitarme. Puedes llorar conmigo, si quieres. Pero no pongas esa cara de alegría, gracias.
—Estás desengañado. —Donghae entró en la habitación.
—¡Lo has adivinado! ¡Dos puntos para el jovencito!
—Muy desengañado. ¿Por qué? Y ¿dónde está él? —Donghae dirigió una mirada deliberada a la cama.
—No lo encontrarás ahí —masculló Siwon—. Pero, si creías que está aquí, ¿por qué demonios no has llamado antes de irrumpir en mi dormitorio?
—Yo nunca irrumpo —repuso él con desdén.
—Acabas de hacerlo.
—Claro que no. He llamado muchas veces, y como no había respuesta supuse que estaríais durmiendo pero, por si no lo estabais, como tenía que asegurarme, para compartir mi alegría contigo..., con vosotros... —Calló al final porque Siwon fruncía el entrecejo—. ¿No debería estar contento?
—No, en absoluto.
—Pero él me cae bien —dijo Donghae.
—Solía caerte mal —repuso él.
—Aquello fue antes que mantuviéramos una charla muy interesante.
Siwon resopló.
—No creas ni una palabra, Hae. Es un embustero consumado, un farsante experto, un actor insuperable. Te hará creer que brilla el sol cuando sabes muy bien que no es así. Y ¿cómo demonios lo has sabido tan pronto?
—Un tipo irrumpió en la sala de la fiesta y gritó la noticia, sin más. Lo bombardearon con preguntas y reconoció haber estado en casa de los Cade, donde tú anunciaste que partías de inmediato para casarte con Heechul, y que la propia lady Cade os acompañó como testigo. Evidentemente, todos me miraron con reproche, por no haberles dado ninguna pista de lo que iba a ocurrir. Una situación muy embarazosa aunque te perdono, porque estuve encantado de..., muy bien, no estuve encantado en absoluto. Ahí lo tienes. ¿Satisfecho?
—¿Te parezco satisfecho?
Donghae se sentó en el brazo del sillón frunciendo el ceño y preguntó:
—¿Qué ha pasado? ¿Qué ha ocurrido para impedirte casarte con él?
—Nada—respondió él, asqueado consigo mismo—. Yo mismo pude impedirlo de no haber estado tan furioso, pero lo estaba y no lo impedí. —Sabía que eso sonaba un poco raro, quiso aclarar sus palabras, perdió el hilo de sus pensamientos y desistió. Dijo en cambio—: Una advertencia, querido. Jamás tomes una decisión de consecuencias monumentales en tu vida cuando estás furioso.
—Creía que Heechul te gustaba, Siwon. Estabas entusiasmado con su «nuevo» yo. Cuando lo conocí tuve que darte la razón. Estaba más que cambiado, era una persona completamente nueva.
—Mentiras. La persona que me gustaba ni siquiera existe. Era un fraude.
Donghae arqueó una ceja.
—¿Estás seguro? Estamos hablando del joven que descubrió la apuesta, ¿lo recuerdas? El que pediría tu cabeza por ello. ¿No acabas de decir que es un actor insuperable? Quizás el fraude sea el joven maligno.


—No lo entiendes, Janghoon —dijo Soogeun—. Se ha ido a dormir llorando. No está feliz en absoluto con este giro de los acontecimientos.
—¿Y yo sí? —Se encontraban en el comedor, tratando de terminar un desayuno al que ninguno de los dos prestaba demasiada atención.
La noche pasada Soogeun había explicado lo ocurrido a su marido, al menos, la parte que entendía, y sus predicciones estaban acertadas. Janghoon se puso furioso y su humor no había mejorado mucho esa mañana. Generalmente, no respondía a sus enfados con mal humor pero, en este caso, estaba tan disgustado como él, aunque por razones diferentes
—Pudo celebrar la boda más grandiosa del siglo —prosiguió Janghoon—. Hasta podría asistir la realeza. ¿Te das cuenta de las oportunidades perdidas...?
—¿Por una vez quieres pensar en tu hijo en lugar de en tus malditas «oportunidades»?
Soogeun no gritaba a su marido casi nunca. A diferencia de su hijo, no estaba en su naturaleza perder los estribos ni sufrir arrebatos de ira. En las raras ocasiones en que esto ocurría Janghoon tomaba nota rápidamente, como hizo en ese momento. Se hundió en el asiento. La furia se esfumó de sus facciones. Miró a su esposo con cautela.
—Llévatelo de compras —farfulló—. Eso siempre os alegra.
—Eres un insensible, Janghoon.
El hombre enrojeció.
—Pero da resultado. ¿O no?
—Cuando hay problemas menores, tal vez —admitió Soogeun—, pero este desastre no se puede considerar menor. Y ni siquiera es la primera vez que llora esta semana. No estaba enfermo esos días que pasó en su habitación. Había oído algo que lo dejó deshecho.
—¿Qué?
—No tengo la menor idea. No quiso comentarlo conmigo, fingió que no tenía importancia. Nunca lo había visto tan enfadado ni tan deprimido..., bueno, excepto cuando lo obligaste a prometerse con Kang.
Janghoon enrojeció de nuevo.
—Por favor, querido, no le demos más vueltas a ese tema. Habría sido un gran matrimonio, si él le hubiera dado una oportunidad.
—Eso es irrelevante. La cuestión es que Heechul está desconsolado porque se ha casado con un hombre que, evidentemente, no lo quiere.
Su marido se irguió en el asiento, enfadado ya por su hijo.
—Me niego a creer ni por un momento que exista un hombre capaz de no querer a este ángel.
Soogeun arqueó una ceja.
—Tiene un aspecto de ángel, desde luego, pero sabes muy bien que la infancia peculiar que le obligaste a vivir no sólo lo hizo cáustico y altivo, sino también incapaz de confiar en nadie.
—¿Es que tengo la culpa de todo? —preguntó Janghoon.
—De todo lo que eres culpable sí. Te advertí en ocasiones innumerables que dejaras de tratarlo como a un juguete que tenías que exhibir. Lo tratabas como a un adulto cuando todavía era un niño. Hiciste desfilar por casa una columna interminable de solteros que la pidieron en matrimonio mucho antes de que Heechul estuviera preparado para ellos.
—Si quieres saberlo, yo mismo me irrité con la cantidad exagerada de propuestas.
—Pues, ¿cómo crees que se sentía él? Vuestras discusiones a gritos son legendarias. La manzana entera se ríe de ellas.
Otro rubor.
—No estaba tan voluble cuando volvió de visitar a los Choi. ¿Te fijaste? Casi no lo reconocí—dijo él.
Soogeun alzó la vista al techo.
—Porque tú nunca habías visto su lado más dulce, por la sencilla razón de que sus reacciones siempre eran explosivas contigo. Aunque sí, vi una diferencia notable en Heechul cuando volvió a casa. Era más dulce. Como si se hubiera librado de unas cadenas.
—¿Crees que los Choi lo impresionaron y lo humillaron con su superioridad? —se preguntó Janghoon en voz alta.
Soogeun chasqueó la lengua.
—No creo nada parecido. Nosotros nunca los hemos visto, excepto al vizconde y su hermano. No des por hechas cosas que pueden estar muy lejos de la verdad.
Él se encogió de hombros.
—¿Qué pudo cambiarlo, pues? Él nunca confía en mí, por mucho que desearía lo contrario.
Soogeun, sin embargo, aun después de expresar sus pensamientos seguía enfrentado a la misma situación triste, que justificaba el llanto. De hecho, estaba bastante compungido cuando añadió:
—Su vida no ha sido feliz, Janghoon. ¿Te das cuenta? Es el hijo joven más hermosa que nadie pudiera desear pero también el más desdichado.
—¿Qué puedo hacer?
—¿Aparte de enfadarlo? Lo siento, no he debido decir eso. Aunque debes admitir que es la única reacción que le inspiras. No sé si podemos hacer algo para remediar esta situación. Curiosamente, creo que lo quiere. No lo dijo con estas palabras pero sus ojos brillan cuando habla de él. Cosa que no explica por qué Heechul está aquí con nosotros y él se ha ido por su cuenta. Creo que tiene razón, Choi no quería casarse con él. Lo hizo sólo por culpa de aquellos ridículos rumores que, si me permites, tú ayudaste a propagar cuando dijiste a todos tus amigos que Heechul visitaba a los Choi y que esperabas que volviera a casa prometido.
La cara de Janghoon alcanzó un rojo más intenso.
—Haré una visita a Choi para ver de dónde sopla el viento en su campo.
—No lo hagas —lo previno Soogeun enseguida—. Podrías empeorar las cosas. —Aunque rectificó, un tanto enfadado—: No obstante, si no viene a buscarlo en los próximos días, yo mismo te acompañaré para decirle un par de cosas. No pienso permitir que mi hijo sea el hazmerreír de Londres porque a él no le parece aceptable.


—¿Todavía no te has levantado? Hanni me ha dicho que sí.
Heechul se incorporó bruscamente en la cama. Estaba despierto, sabía que era casi mediodía. Sencillamente, no tenía ganas de levantarse y afrontar un día que, a todas luces, sería difícil. Y tenía razón. Las expresiones de Hongki y Geunsuk, que apenas podían contener la emoción cuando entraron con paso decidido en su habitación, delataban que sabían que Heechul era ya joven lord Choi.
—Mi doncella opina que ya no debería estar en la cama. Decirte que me había levantado ha sido su manera tozuda de conseguir que lo haga —explicó Heechul, quien fingió también un bostezo para la concurrencia.
—Debiste de acostarte tarde —dijo Hongki con una risa apenas disimulada.
Hongki y Geunsuk se dirigieron a sus asientos habituales en la pequeña mesa de desayuno. Hanni había dejado allí una bandeja en su último intento de sacar a Heechul de la cama.
Aquel comentario era demasiado atrevido para Hongki, una alusión directa a la noche de bodas. Heechul, sin embargo, no tuve que responder.
Geunsuk, que ya no podía contener la excitación, exclamó:
—¡Qué suerte tienes!
Y Hongki anadió:
—Acabamos de enterarnos de que estabas prometido con él. ¿Lo puedes creer? Nadie se tomó la molestia de contárnoslo, me daban por hecho que ya lo sabíamos. ¡Y ahora esto!
—Aunque, desde luego, no esperábamos encontrarte aquí —dijo Geunsuk—. Esta mañana fuimos a visitarte a la casa de Choi. Su mayordomo no sabía de qué le estábamos hablando. Cuando dijimos que te habías casado con Lord Choi, casi nos llamó embusteros. Como a él aún no le constaba, no podía ser cierto. Tendrás que despedirlo. Me da igual que se limitara a hacer su trabajo, fue descortés con nosotros.
—¿Por qué estás aquí en lugar de allí? —preguntó Hongki a continuación y remarcando las palabras. Heechul suspiró para sus adentros y mintió:
—Su casa todavía no está preparada para recibirme. —debió saber que sus amigos no se conformarían con eso.
—¿De veras? —preguntó Geunsuk frunciendo el ceño en un gesto de duda—. Su hermano se aloja allí.
—A Donghae no le importa. Siwon cree que a mí sí, y quiere que todo esté perfecto. Las primeras impresiones y todo eso. A me parece muy bien. Ya tuvimos nuestra noche de bodas.
El rubor fue inmediato y no por culpa de lo dicho, aunque ambos jóvenes supondrían que sí. Heechul se ruborizó porque no era cierto. ¿Por qué volvía a recurrir a las mentiras? ¿Porque no soportaba dar lástima y sabía que eso era lo que recibiría si sus amigos supieran la verdad? Para cambiar de tema dijo:
—Uno de vosotros debió de levantarse muy temprano esta mañana para conocer la noticia tan pronto.
—Estás de broma —replicó Geunsuk riéndose—. Lo supimos anoche.
—Casi todos los invitados de los Cade fueron corriendo a las demás fiestas de la ciudad —añadió Hongki—. Ya sabes cómo es: todo el mundo quiere ser el primero en comunicar las noticias. De hecho, anoche nos enteramos dos veces. Primero nos dijeron que ibas a casarte.
—Y luego —concluyó Geunsuk—, cuando aún no había pasado una hora, que ya te habías casado. Algunos de los invitados de los Cade esperaron hasta que lady Cade regresó y confirmó que sí, que había sucedido de verdad, que ella había sido testigo. Entonces corrieron a dar la noticia.
—Y no te lo vas a creer —continuó Hongki con emoción creciente— pero anoche recibí mi primera petición de mano, justo después de propagarse la noticia de tu matrimonio. ¡Aunque el caballero no me interesa en absoluto pero es un comienzo!
—Dos de tus ex admiradores presentaron sus respetos esta mañana —dijo Geunsuk— Te imaginas mi incredulidad y mi satisfacción. Llevan bastante bien la decepción, pero la mayoría ya se da cuenta de que, ahora que estás fuera de su alcance, necesitan casarse igualmente.
—Puede que Geunsuk y yo encontremos mandos esta temporada aunque no nos queda mucho tiempo para decidirnos. Ahora las oportunidades son ilimitadas.
Escuchándoles, viendo su entusiasmo con las «migajas» que les dejaba, Heechul se preguntó por qué no lo odiaban. Había sido un obstáculo para ellos, no porque se lo propusiera sino por culpa de su inoportuna belleza. Ni siquiera habían decidido de antemano con quién deseaban casarse. En cambio, ambos habían aceptado que no tendrían la menor oportunidad hasta que él se casara.
¡Qué triste! No debería ser así. Y él nada había hecho para asegurar que no fuera así, porque no había sido un verdadero amigo para ellos.
—Puedo haceros algunas recomendaciones, si queréis —dijo casi con timidez—. Aunque no lo pareciera, observé con atención a la mayoría de los caballeros y vi que algunos son más apropiados que otros, más románticos, algunos serán padres ejemplares, no me cabe duda. Y sé que vosotros sabéis por qué me fijo en esto en un hombre. —Los jóvenes rieron entre dientes—. Como ya estaba prometido, no me interesaba ninguno de ellos y no me importó hacerles algunas preguntas pertinentes para saber más de sus vidas.
—¿Alguno reúne las tres cualidades? —preguntó Hongki con interés.
—Desde luego —respondió Heechul—. Por ejemplo, Choi Jonghoon sería perfecto para ti, Hongki. No sólo le encanta montar a caballo sino que cría caballos de carreras en su finca de Kent. Sé cuánto te frustró que tus padres no te permitieran volver a montar cuando te caíste y te rompiste el brazo. Para serte sincero, creo que Jonghoon sólo se interesó en mí porque descubrió que me gustan los caballos. Estoy convencido de que ese hombre, cuando se case, esperará que su esposo salga a montar con él cada día.
—Tiene razón —dijo Geunsuk—. La única vez que hablé con Jonghoon, sólo le interesaba el tema de los caballos. A mí me aburre pero, Hongki, ¿no recuerdas que te dije que tú quedarías encantado?
—Y también es bastante guapo, ¿no es cierto? —dijo Hongki, quien empezaba a mostrar no poco interés—. Al menos, a mí me lo parece.
—Demasiado deportista para mi gusto —contestó Geunsuk con un mohín—. A mí me gusta más la lectura.
—Sí, sabemos que prefieres hundir las narices en un libro a ir a una fiesta —bromeó Hongki.
—Pensándolo bien, Geunsuk, deberías prestar un poco más de atención a Lord Jung —comentó Heechul—. No recuerdo su nombre de pila pero se jactaba de tener una biblioteca de más de tres mil volúmenes. Dijo que tendría que ampliar su residencia para darles más espacio.
—¿Bromeas? —preguntó Geunsuk con los ojos muy abiertos.
—En absoluto. Tuve la impresión de que era capaz de ir al otro lado del mundo en busca de un libro que le interesara.
—Y es lo bastante pálido para tus gustos —rió Hongki.
—¿Sabes, Chul? —empezó a decir Geunsuk espontáneamente, sin planteárselo—, yo nunca habría..., vaya, lo siento, se me ha escapado.
—No importa —lo reconfortó Heechul—. El viejo diminutivo ya no me molesta.
—¿No? —preguntó Hongki frunciendo el ceño—. Has cambiado, Chul, has cambiado mucho. Sinceramente, nunca me había sentido tan..., tan...
—Relajado —Geunsuk concluyó la frase—. Sí, yo siento lo mismo. Y, a riesgo de que me eches de la habitación, debo decir que el cambio me encanta. Quién hubiera pensado que te esforzarías en ayudarnos a decidir quiénes son los maridos más apropiados, como un verdadero...
Geunsuk no terminó la frase sino que se ruborizó intensamente. La palabra «amigo», que no había sido pronunciada, quedó suspendida entre ambos. También para Heechul fue embarazoso. Siwon había dado verdaderamente en el clavo. La vieja amargura lo había vuelto demasiado egocéntrico y le había impedido acercarse a estos dos jóvenes. Ellos siempre reaccionaban a las actitudes de Heechul. Pensándolo bien, en las raras ocasiones en que no actuaba por despecho, ambos se mostraban muy agradables y divertidos.
Dios, las cosas que había perdido en la vida alejando a los amigos para que no le hicieran daño cuando, en realidad, era eso mismo lo que más daño le hacía.



3 comentarios:

  1. No puedo creerlo se casaron y lo abandono dios debe escuchar a Donghae tienen razon Heechul esta herido y solo buscaba hacerle daño gracias por el cap bye.

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  2. Siwon se debe arrastrar mucho para que Hee lo perdone

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  3. O______O ahora quien es el precipitado!!!
    ay Dios! estos dos no cambian!!! ahora que? Nooooo como lo saca de la fiesta para casarse y luego zas...lo deja en su caso!!! que tienes piedras en la cabeza Choi!!!! nooooo

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...