Libre para Amar I- 10




Con el arma ante él, Jackson abrió la puerta. Impactado, bajó la espada al ver al joven Junbi y a Mark.
Junbi, igual de sorprendido al ver el arma, le dijo:
—Milord, estamos desarmados y no pretendemos haceros daño.
Jackson levantó a Mark en brazos y lo tendió en la cama. A continuación se arrodilló junto a él.
—¿Qué ocurre? —sacó una daga de su cinturón y cortó la tela que le ataba las manos.
Yugyeom hizo al otro joven entrar en la habitación y cerró la puerta.
—La reina ha decidido que Lee estaba tardando mucho en convertir a Mark en su esposo —Junbi se sentó junto a la mesa y señaló una copa llena de vino. Cuando Yugyeom asintió con aprobación, dio un sorbo antes de continuar—: Por eso ha ordenado que se retiren los guardias y que Huitaek tuviera a su futuro esposo encerrado en su habitación durante la noche.
Yugyeom se sentó enfrente de él.
—¿Con qué fin?
Mark dio la respuesta.
—Para que por la mañana me encontraran en una situación comprometida y me forzaran a casarme con él.
—Es una pena que ya esté casado —dijo Junbi antes de beber.
Jackson miró a Mark sorprendido. Él se encogió de hombros.
—Me había atado a la cama y él me ha liberado. Cuando me ha preguntado si estaba casado no he pedido mentirle. Sabía que necesitaría su ayuda.
Jackson pudo oír miedo en su voz. Se sentó a su lado y lo abrazó.
—¿Que te ha atado a su cama? ¿Qué pasó después de que me fuera del salón?
—Entretuve a Huitaek porque creía que acabaría emborrachándose y que me dejaría solo. No tenía la más mínima idea de que estaba cumpliendo una misión para la reina.
—¿Lo entretuviste a propósito? ¿Has perdido la razón?
—¿Yo? ¿Crees que le he pedido que me tratara de ese modo?
—A lo mejor no se los has pedido, pero le has animado a que lo haga.
Mark se apartó de él y por un momento se quedó sin habla.
—¿Lo ves? Ni siquiera lo niegas.
Intentó liberarse de sus brazos pero él le agarraba con fuerza.
—¿Yo? ¿Que yo lo he animado? Si alguien ha animado a alguien esta noche ése has sido tú.
¿Estaba celoso del Junbi? Jackson quería reírse ante esa idea, pero carecería de gracia ya que él había sentido lo mismo por Lee. Aun así, le preguntó:
—¿Detecto celos?
—¿Celos? —repitió con los dientes apretados—. Creo que tu desmesurado orgullo te ha vuelto un poco idiota.
Esa discusión no los llevaría a ninguna parte.
—¿Te ha dicho algo sobre los planes de la reina?
—Sí. Lo mismo que te ha dicho Junbi. Se han cansado del cortejo y han decidido tenderme una trampa para casarme con él. Por la mañana cuando me encontraran en su habitación me obligarían a casarme con él para salvaguardar la reputación de la corte.
—¿La reina ha aprobado esta trama?
—¿Aprobado? —dijo Mark—. Según Huitaek, ha sido idea suya. Él no ha hecho más que seguir sus órdenes.
Jackson maldijo.
—¿Sabes lo que significa esto?
Una sonrisa triste se reflejó en los labios de Mark.
—Sí. Significa que has ganado la apuesta.
Él se negaba a ganar la apuesta de ese modo.
—No, Mark, no me refiero a eso. Lo que quería decir es que tenemos que salir de este lugar inmediatamente.
—Bueno, de todos modos, ya has ganado. Le dije a Huitaek que estaba casado. No me ha creído, pero estoy seguro de que se lo dirá a la reina.
—No importa. Eso no formaba parte de nuestra apuesta. Se suponía que tenías que venir a mi cama en el plazo de treinta días —dio unas palmaditas sobre el colchón que tenían debajo—. No estás sentado en mi cama con el propósito de cumplir nuestro trato. Aún tienes una elección que hacer y tiempo para pensar —apoyó la frente contra la suya—. ¿Cuál será, Mark? ¿Volvemos a casa juntos como esposos o vamos a buscar al rey para pedirle una anulación?
—No lo sé, Jackson. No lo sé —le susurró.
No era exactamente la respuesta que se había esperado.
Sin embargo, en el mismo momento en que le cubrió los labios con los suyos Mark se dio cuenta de que sí que sabía la respuesta.
Sin romper el beso, lo giró ligeramente en sus brazos y lo tendió sobre su regazo. Cuando deslizó la mano suavemente sobre su pecho, Mark pensó que se había desvanecido después de que la sangre le fluyera desde la cabeza para fijarse entre sus piernas.
Fue como estar flotando.
Se abrazó a él, pero oyó movimiento al otro lado de la habitación y recordó que no estaban solos. Muy a su pesar, lo apartó de sus labios.
—Jackson por favor…
—Terminaremos esto en otro momento… ¿tal vez en Inglaterra?
—En cualquier lugar siempre que esté lo más alejado posible de éste.
—Tal vez para entonces ya habrás decidido si vamos a hablar con el rey o no.
Aún no podía creerse que le estuviera dejando la opción, pero se sentía agradecido por ello.
—Prometo que para entonces ya habré tomado una decisión.
—Bien pero nuestra apuesta sigue tal y como la acordamos. Decidir si vienes a mi cama… para algo más que para hablar —le lanzó una sonrisa—. Saldré ganando.
Sí que era un arrogante.
—Tal vez sí, tal vez no.
—No me preocupa. Sé que vendrás —se levantó y le tendió una mano—. Ven, hay que ponerse en marcha.
Aceptó su ayuda, pero al apoyar el peso sobre la rodilla, se estremeció de dolor.
—¿Qué te pasa?
—Nada de importancia —mintió—. Me he caído y me duele un poco.
Junbi lo corrigió.
—¿Un poco? ¿Por qué creéis que estaba colgando de mi cuello cuando hemos llegado? No puede caminar.
Jackson enarcó las cejas con incredulidad.
—Déjame ver.
—No, de verdad, no pasa nada.
Antes de darse cuenta. Jackson lo había levantado, lo había sentado en la cama y le había alzado el pantalón.
—Está hinchada.
Mark le apartó las manos.
—Lo sé pero también está agarrotada de no moverme, así que vamos a ponernos en marcha.
Lo ignoró y le acarició la pierna herida. Mark cerró los ojos. Sus manos eran cálidas y su caricia relajante.
Se mordió el labio para contener un grito de sorpresa ante la sensibilidad de sus piernas.
Jackson se detuvo.
—¿Te duele?
—No, no me duele.
Abrió los ojos a tiempo de ver la sonrisa de Jackson, que retomó su tarea y siguió con la otra pierna, la masajeó y acarició hasta acercase a la rodilla, pero cuando presionó en la rótula casi se levantó de la cama.
—¡Para!
Al instante, él terminó su reconocimiento.
—No creo que tengas nada roto, pero tampoco creo que te hayas hecho esto sólo con una simple caída.
—Yo mismo podría haberte dicho que no tenía nada roto. ¿Podemos irnos ya?
Lo levantó de la cama.
—¿Puedes andar con ayuda?
—No veo por qué no podría hacerlo —dio unos pasos hacia la pueda y aunque el dolor no era tan agudo como antes, aún era muy intenso—. Mira, estoy bien.
—Preferiría llevarte en brazos.
El se apartó.
—Estoy seguro.
A medio camino de la puerta, miró al joven Junbi y dijo:
—Viene con nosotros.
—¿Por qué tendría que acompañarnos la ramera de la reina?
Sin querer alzar la voz, Mark le respondió:
—No estoy tan seguro de que sea una ramera… tal vez hay algo más. Ha manipulado a Huitaek y después me ha ayudado sin dudarlo. Hay algo que no se corresponde del todo con la imagen que da.
—Y eso mismo podría ser una trampa.
Mark sabía que Jackson podía tener razón, también lo había pensado pero había hecho un juramento.
—No puedo incumplir mi palabra, Jackson.
—Muy bien, pero mantente alerta y cuida lo que dices cuando estés cerca de él.
—Sigo pensando que nos hemos equivocado con él, pero seguiré tu consejo hasta estar seguro.
—¿Hasta que tú estés seguro? No, seguirás mi consejo hasta que yo esté seguro.
Por su duro tono supo que no debía cuestionar esa orden.
—Mark, no se te da bien juzgar a la gente. Lo has demostrado con Huitaek. No dejaré que pongas nuestras vidas en peligro sólo porque creas que alguien es honrado.
—No discutiré contigo sobre esto ahora, pero creo que te equivocas.
—Ya veremos —le dijo indicándole que saliera por la puerta.
Junbi se levantó.
—Deberíamos darnos prisa.
A Jackson le pareció que estaba demasiado nervioso.
—¿Por qué motivo?
—Lo siento mucho —se sentó de golpe—. Tenía que formar parte de esta trama para que Mark se casara y para que vos… —se aclaró la garganta antes de continuar —para que vos… os casarais conmigo.

Seguro que había cosas mucho peores que casarse con el prostituto del palacio, pero por desgracia, en ese momento a Jackson no se le ocurría ninguna.
Mark fue el primero en hablar.
—¿Cómo dices?
—Tenía que esperar hasta que Jackson estuviera dormido antes de colarme en su cama.
—¿Y os encontrarían en ella por la mañana, verdad?
—No, tenía que gritar que me estaba violando en cuanto me metiera en la cama.
Jackson preguntó fríamente:
—¿Es que a la reina no se le ha ocurrido algo más imaginativo?
—Eso no importa ya que he decidido no seguir adelante con el plan.
—Qué noble por vuestra parte.
Junbi miró al suelo.
—No todo es siempre lo que parece, milord.
—Obviamente.
—Tenemos que salir de este lugar —dijo Mark.
Yugyeom abrió la puerta y se asomó para comprobar el pasillo. Tras cerrar la puerta, preguntó:
—¿Dónde están los guardias ahora?
Ante el sombrío gesto del joven Junbi, Jackson añadió:
—Tal vez tenéis que explicarnos algo para que podamos trazar un plan.
—Los guardias deberían estar en el pasillo de un momento a otro.
—¿Por qué no lo habéis dicho antes de que nos hubiéramos quedado sin opciones? —preguntó Mark.
—Creí que podría encontrar una solución antes de mencionaros esto.
—Mi esposo no se casará con vos.
Si la situación no hubiera sido tan funesta, Jackson se habría parado a pensar en el porqué de ese comentario de Mark. Parecía como si le importara y ¿no era eso lo que él había estado planeando tanto tiempo? Así que, ¿a qué venía esa extraña punzada en el pecho?
—Lo sé, pero si la reina no me encuentra en esta cama, acabaré encerrado en una de sus celdas —miró al techo durante un momento—. Y si me encuentra en la cama con él y descubre que ya está casado, los dos seremos encarcelados.
—No. Tendría que explicarle a rey por qué ha confinado a uno de sus condes y dudo que el hecho de que sea un hombre casado sirva como una explicación satisfactoria.
—¿Por qué no nos vamos de aquí directamente? —preguntó Yugyeom como si ésa fuera la mejor solución.
—Vosotros dos podríais hacerlo sin problema —Mark asintió hacia Junbi—, pero nosotros estamos bajo el mando de la reina y mientras que yo, al estar casado, tendría permiso por estar acatando las órdenes de mi esposo. Junbi no tiene opción de marcharse de aquí sin más.
—Pero si no se dan cuenta de que se ha ido… —unas pisadas fuertes y el sonido de unas espadas se oyeron por el pasillo interrumpiendo lo que fuera que Yugyeom iba a decir.
El amigo de Jackson maldijo, pero luego comenzó a quitarse la ropa. Se situó delante de Junbi.
—Meteos en la cama conmigo.
—¿Cómo decís?
Tiró su única sobre un arcón que había junto a la pared y se sacó la camisa por la cabeza.
—Ya me habéis oído.
El joven tenía los ojos abiertos de par en par y clavados en su torso desnudo.
—Pero…
—¿Qué demonios estás haciendo? —le preguntó Jackson.
Yugyeom agarró a Junbi del brazo y lo llevó hasta la cama mientras le explicaba:
—Lo tienen que encontrar en la cama con alguien con quien pueda casarse.
—Se suponía que tenía que ser conmigo.
Junbi estaba paralizado mientras veía a Yugyeom desvestirse y su rostro enrojecía más y más a medida que se iba desprendiendo de su ropa. Jackson supo que Mark tenía razón: ese joven no era ninguna ramera.
—No puedes casarte con este joven y tampoco podemos dejarlo aquí para que pase meses interminables encerrado en una de las celdas de la reina —se sentó en el borde de la cama y llevó a Junbi hacia sí. Antes de que nadie supiera que iba a hacer, le tomó las manos—. Os protegeré haré que estéis a salvo. Casaos conmigo.
Él no dijo nada, pero Jackson tuvo que preguntar:
—¿Por qué?
—Te debo mi vida, mi libertad. Esto es lo mínimo que puedo hacer.
—No me debes nada.
—Me meteré en la cama con vos, pero no habrá razón para que nos casemos. Cuando la reina nos descubra, actuaré como si fuera bobo. Tal vez creerá que no sabía quién estaba en la cama. Con suerte, su enfado sólo hará que nos expulsen de sus tierras.
Más pisadas resonaron desde fuera de la habitación. Junbi entró en acción y, con ayuda de Yugyeom se desnudó por completo antes de que los dos se tendieran bajo las sábanas.
Mark miró a Jackson.
—¿Qué hacemos?
Él le agarró la mano y lo metió en el pequeño hueco que había junto a la puerta. Lo situó en la esquina más alejada y se quedó delante de él a modo de escudo protector.
—Entrarán corriendo cuando Junbi grite. Dudo que nos vean.
—Espero que tengas razón.
—Claro que la tengo —chasqueó los dedos y entonces se oyó la voz de Yugyeom seguida inmediatamente del estremecedor grito del joven Junbi.
Mark susurró:
—Señor, ten piedad.
Podían oír a los hombres al otro lado de la puerta. Jackson lo apretó con fuerza contra su pecho.
Junbi volvió a gritar y la puerta se abrió de golpe. Los guardias de la reina llenaron la habitación y a continuación ésta entró flanqueada por más guardias todavía.
Una vez que todos pasaron por delante del pequeño hueco en el que se ocultaban. Jackson se relajó. Todo el mundo tenía la atención puesta en la cama. Si quería hacer ver que acababa de regresar de algún sitio, ése era el momento justo para hacerlo.
—Quédate aquí —le dijo a Mark.
Y fue hacia la puerta. Esperó un momento antes de ir al otro lado de la alcoba y elegir la ubicación perfecta para presenciar la escena que estaba teniendo lugar.
La reina se encontraba entre la puerta y la cama.
—¿Qué significa esto?
—Oh, milady, ayudadme —a pesar de que el grito de ayuda quedaba enmascarado por la cortina que rodeaba la cama. Jackson oyó la voz aterrorizada del joven Junbi. Interpretó bien su papel. Algo, no estaba seguro de si se trataba de una mano o de un pie, asomó por debajo de la pesada cortina.
A juzgar por el gesto de satisfacción de la reina, estaba claro que la mujer pensaba que había ganado. Sin embargo, aunque la reina podía ser la pieza más poderosa sobre un tablero de ajedrez, pronto aprendería que había perdido la partida.
De pronto entendió la misión de Lee. La reina quería un matrimonio entre Mark y él porque quería que su hombre controlara las tierras.
No obstante aún no podía comprender qué estaba buscando con el matrimonio entre el joven Junbi y él.
Se apoyó contra la pared y se cruzó de brazos. Esas preguntas podrían esperar porque no tenía duda de que los próximos instantes proporcionarían un entretenimiento sin igual.
—Ayudad a ese joven y sujetad al sinvergüenza.
Tres hombres se apresuraron a seguir sus órdenes, uno corrió la cortina con tanta fuerza que la arrancó y tiró la pesada pieza de tela al suelo. El segundo sacó a una despeinado Junbi de la cama, que recogió su ropa del suelo y se la puso. El tercero puso su espada contra la garganta de Yugyeom.
El joven Junbi se arrodilló ante la reina.
—Oh, gracias, milady. Estaré en deuda con vos eternamente.
Jackson tuvo que contenerse para no aplaudir su actuación. La reina se agachó y le dio unas palmaditas en la cabeza al joven.
—Tenéis suerte de que mis hombres estuvieran cerca y oyeran vuestros gritos —le indicó que se levantara—. No os ha hecho daño ¿verdad?
Ese joven era el mentiroso más convincente que Jackson había visto nunca. En sollozos dijo:
—Oh, milady, él… él… él… oh, esto es horrible —tembló añadiendo un énfasis silencioso a su actuación.
—Tranquilo. Es la suerte de un joven bello el sufrir el hambre salvaje de un hombre —observó a Junbi—. Puedo ver por vuestra conducta que habéis luchado lo mejor que habéis podido.
—¿Qué iba a hacer?
El lamento de pena de Junbi hizo que la reina pusiera su atención en el hombre que había en la cama.
—Os avisé Wang. ¿Cómo os atrevéis a no seguir mi consejo?
—¿Milady? —el hombre que vigilaba a Yugyeom miró a la reina y sacudió la cabeza con confusión. Ésta dio un paso hacia la cama, los ojos se le abrieron como platos y le dio un golpe de tos.
—¿Qué significa esto?
Junbi abrió la boca fingiendo sorpresa.




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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...