Debutantes II- 18




La calma que precede a la tempestad volvía loco a Siwon, ya esperaba que su «esposo» hiciera algo estrafalario para enfurecerlo. El había prometido que se vengaría. Había jurado que lo haría sufrir. Se mantenía alejado de él por pura casualidad, para evitar que lo obligara a arruinar su propia vida todavía más.
Sí que lo había buscado aunque discretamente. Asistió a varias fiestas esperando encontrarlo en alguna o en todas ellas. Pero Heechul debió de asistir a otras fiestas o estaba demasiado ocupado mudándose a la nueva casa.
Luego se le ocurrió que tal vez evitara aparecer en público para no tener que responder a las preguntas sobre ambos. Un chico listo. Sería demasiado embarazoso tener que admitir que su marido no quería ser su marido. Por supuesto, no podía imaginárselo admitiéndolo en ninguna circunstancia. No, era más probable que inventara una historia completamente falsa, que le dejaría a él en mal lugar.
Pero no había oído rumores en este sentido, ningún rumor referente a su matrimonio. Lo habían bombardeado con preguntas. Por suerte, se le daba bien ofrecer respuestas que no revelaban ninguna información pertinente. Y su hermano, a quien también asediaban en busca de detalles suculentos, estaba de acuerdo en seguir afirmando que estaba enfadado con él.
Mientras cenaban juntos la noche pasada antes de ir Donghae a un baile, el joven le dijo:
—Creen que todavía no nos hablamos. Es muchísimo más fácil que responder «no sé».
Finalmente, Siwon dejó de preguntarse qué estaría tramando Heechul y, a última hora de la tarde, decidió averiguarlo por sí mismo. Ya había dotado con personal la casa que le había comprado. Estaba plenamente amueblada, con buen gusto, todo en condiciones excelentes, que fue lo que le convenció a adquirirla. Después de decirle a Heechul que le compraba una casa no quería que tuviera que esperar la llegada de los muebles para instalarse en ella.
No le sorprendería que Heechul hubiera despedido al personal elegido por él para sustituirlo con sirvientes contratados por él, pero aún no lo había hecho. El mayordomo que le abrió la puerta y lo dejó entrar, era el mismo que había enviado Siwon.
—¿Dónde está él? —preguntó al señor Collins.
—¿A quién se refiere, mi Lord?
—A mi esposo, por supuesto —dijo Siwon mientras le entregaba su sombrero y el abrigo. Ya recordaba la última ocasión en que Heechul lo dejó esperando. Más le valía ponerse cómodo.
—El joven Choi aún no ha tomado residencia —le informó, aparentemente incómodo de tener que comunicarle la noticia.
Eso no se lo esperaba.
—Hace casi una semana que le dije que la casa estaba lista para recibirlo. ¿Ha enviado, al menos, sus pertenencias?
—Aún no hemos visto al joven señor.
Siwon no hizo más preguntas. Asió su abrigo, se olvidó el sombrero y en cuestión de segundos ya estaba de camino a la residencia de los Kim. ¡Allí le dijeron dónde estaba Heechul y que se había marchado hacía dos días! Y fue entonces cuando Siwon entró en pánico.
Los problemas que podría causar en su familia serían eternos... para él. Ni por un minuto dudó de que Heechul fuera a Shiyuan Hall para poner a su familia en su contra. Llevaba dos días haciéndolo. Volvía a ser el Heechul que él había conocido, el que no le gustaba, el que era capaz de propagar falsos rumores y respaldarlos con mentiras, al que no le importaba nada más que sus propios fines egoístas. Le daba igual quién sufriera mientras pudiera conseguir su propósito, y su propósito era hacerle daño a él.
Llegó a Shiyuan Hall unas horas más tarde. A esa hora de la noche la casa estaba tranquila y la mayoría de las luces, apagadas. El sirviente que guardaba la puerta principal por las noches estaba durmiendo en una silla junto a la entrada y no se despertó cuando Siwon se escurrió al interior de la casa y subió a su habitación para dormir un poco antes de enfrentarse a Heechul por la mañana.
Él dormía en su cama. Siwon no esperaba que lo alojaran en su dormitorio. Debió esperarlo, al fin y al cabo, era su esposo.
Debía salir y buscar otra habitación donde pasar la noche. La mayoría estaban vacías en aquella ala de la mansión. Después de viajar a toda velocidad hasta Shiyuan se sentía demasiado cansado para afrontar a Heechul esa noche. Por la mañana, refrescado y con la mente despejada, la obligaría a revelar qué estaba tramando. Sin embargo, no hizo movimiento alguno para volver sobre sus pasos.
Su visión lo mantenía clavado en su sitio, junto a la cama, contemplando la figura dormida. El cabello, esparcido por la almohada, relucía blanquecino a la luz de la luna. Era una noche clara, la luna brillaba, por eso mismo había podido viajar tan velozmente. Era muy tarde. Seguramente, Heechul se había acostado hacía horas.
Dormía en su cama. Y era su esposo. Ni cien caballos salvajes hubieran podido arrastrarlo de allí.
¿Solía dormir profundamente? ¿Se daría cuenta si se metiera en la cama? Rápidamente se quitó la ropa e hizo precisamente eso. Heechul no se despertó. No se movió ni un centímetro. Y él estaba cansado. Había sido un día tenso, lleno de sorpresas desagradables. Debería dormir un poco. Sin duda, su esposo lo despertaría en cuanto lo viera por la mañana. Demasiado pronto para afrontar a un arpía rabioso.
En esos momentos, sin embargo, el arpía no estaba allí. Y no había forma de dormir con su cuerpo suave y cálido a pocos centímetros del suyo. El sexo ya había conseguido domarlo en otra ocasión. ¿O también eso era mentira, formaba parte del truco para hacerle creer que había conseguido cambiarlo? Sólo había una forma de averiguarlo...


Heechul sólo tardó un instante en descubrir por qué se sentía tan bien. Y sólo tardó un instante más en decidir que no cerraría a Siwon el camino que parecía decidido a emprender. No era estúpido. No se iba a negar el placer exquisito que él era capaz de proporcionarle sólo porque no se disipaba la ira que le había desatado.
Instintivamente, sin embargo, sabía que hacer el amor con él no aliviaría su furia. Quizá la olvidara por unos momentos pero eso sería todo, porque él le había traicionado, tal vez no en sentido típico de la palabra pero la sensación era de traición. De tener el corazón partido. Había tenido y aún tenía todos los síntomas, hecho que más o menos respondía a todas las preguntas que quería evitar. Se había enamorado de ese hombre. Por eso mismo, hacer el amor con él no curaría su corazón partido. Aunque, desde luego, le resultaba gratificante comprobar que aún no se le podía resistir.
Heechul no se resistía a las ardientes sensaciones sexuales que Siwon despertaba en él, todo lo contrario. Disfrutaba de cada estremecimiento lujurioso, luchando por controlar la respiración y contener los suspiros de placer. No fingió seguir dormido. Sencillamente, no quería hablar con él, confrontarlo con las numerosas preguntas furiosas que quería hacerle ni... distraerlo de lo que estaba haciendo.
Lo observaba. Ver el inmenso placer que obtenía del simple hecho de chupar uno de sus pezones le embriagaba. Pasó suavemente los dedos entre su cabello pero se detuvo al darse cuenta de lo que había hecho. No pretendía darle una prueba tan clara de ser plenamente consciente de lo que sucedía..., y de disfrutar de ello. Lo hizo sin pensar. Siwon lo miró directamente a los ojos.
«No digas nada, ni una sola palabra», parecía advertirle su mirada.
Sabía que, si hablara, no diría nada agradable. Si hablara él, se rompería el trance sensual en que le había introducido.
Siwon se incorporó en un codo y siguió mirándolo. El momento pareció eterno. También pareció que él se debatía entre decir algo o no.
Heechul ya no pudo guardar silencio.
—Has evitado acostarte conmigo deliberadamente. ¿Por qué estás aquí ahora?
—Esta cama es mía —respondió él suavemente— También el joven que yace en ella. Hay mucho de que hablar pero éste no es el momento.
La besó. Y ¡ay, qué beso ese!, profundo y dulce y destinado... a hacerle cambiar de opinión si tenía reservas en cuanto a hacer el amor con él. No tenía ninguna. Si el beso no era suficiente para convencerlo, el haberse referido a él como suyo, tiró de los hilos de su corazón de la forma más persuasiva. Heechul participó plenamente de su exploración, atrajo la lengua de él en su boca y hundió la suya en la de él. Le rodeó el cuello con los brazos y lo abrazó con fuerza, tratando de retenerlo allí..., para siempre.
Entonces se dio cuenta. El dedo de Siwon aún estaba dentro. Y ya no estaba quieto. Lo introducía más profundamente, lo penetraba sin cesar con movimientos sucesivos, cambiaba de ritmo, primero exquisitamente lento, luego unas penetraciones rápidas, después lento otra vez. Heechul contuvo el aliento y su cuerpo se arqueó, sorprendido. Él siguió acariciándole, una y otra vez, mientras ella se retorcía entre las sábanas, gimiendo de placer. Mientras tanto, lo besaba cada vez con más fuerza.
El dormitorio era muy cómodo con el pequeño fuego en la chimenea, lo suficientemente fresco para que uno deseara acurrucarse bajo las mantas. Ahora hacía demasiado calor. La tela del camisón le irritaba la piel en los pocos puntos donde el lino aún le rozaba. ¡En realidad, su cuerpo entero estaba sensibilizado al menor contacto!
Era él. Sabía que era él y conocía la reacción de su cuerpo a su cercanía. ¡Lo deseaba tanto...! Pensaba que nunca más podría tenerlo entre sus brazos de ese modo. Pensaba que jamás volvería a sentir la belleza de su amor. Ahora que estaba sucediendo, su cuerpo quería lanzarse hacia delante, alcanzar el climax y sentir una satisfacción completa mientras quería avanzar lentamente, saborear cada minuto mientras podía, y esos dos impulsos tan completamente distintos no eran compatibles.
Siwon había tirado las mantas al suelo, él también debía de sentir el calor. Heechul le acarició los anchos hombros y la espalda; su piel ardía al contacto. La respiración de Siwon se tornaba trabajosa. Heechul empezó a contener la respiración cada vez que le parecía acercarse al orgasmo, pero luego el placer insoportable disminuía y volvía a respirar, sólo para experimentar un nuevo incremento de las sensaciones. Cada nervio de su cuerpo reclamaba el orgasmo a gritos. Si tuviera fuerza suficiente, obligaría a Siwon a tenderse de espaldas y tomaría las riendas.
La idea casi le hizo reír. Alivió un poco la tensión pero no lo suficiente para poder relajarse. Entonces, como si él pudiera leer sus pensamientos, colocó su cuerpo entre sus caderas y lo penetró con un movimiento suave y profundo que le hizo enloquecer.
—Dios, esto sí que es volver a casa —susurró Siwon en su oído.
Heechul estalló de placer casi al instante. Se agarró a él como si le fuera la vida en ello. Cuando las nieblas de su mente se disiparon un poco los tiernos sentimientos que albergaba por él retornaron de forma tan abrupta que casi se echó a llorar.
Sí, lo quería. Y lo odiaba. Mañana sería un buen día para decidir qué hacer al respecto. Esa noche, en esos momentos, Siwon le quitaba cuidadosamente la pijama para demostrarle de nuevo lo que una vez le dijera: cómo sería estar con él en la cama, donde podría dedicarle el tiempo necesario.


¡Qué cobarde era! Heechul no volvió a dormir esa noche y, por desgracia, la vigilia supuso mucha introspección profunda mientras yacía en la cama junto a Siwon. Vertió algunas lágrimas calladas y, al final, decidió no echar a perder la hermosa noche con la aridez que, sin duda, reaparecería por la mañana. Antes del alba, mientras su marido seguía durmiendo profundamente, salió a hurtadillas de la habitación vestido para viajar, despertó a Hanni y ordenó que le llevaran el carruaje a la puerta de la casa, sin despertar a demasiados miembros del servicio.
Dejó una nota para Choi Kangta, agradeciéndole su hospitalidad y rogándole que no repitiera la conversación que mantuvieran a su hijo porque, de ser cierto que estaba embarazado, prefería ser él quien se lo anunciara. Aún creía que no lo estaba. Las pocas horas de náuseas que había sufrido coincidían con su gran enfado, razón más que suficiente para ponerlo enfermo.
Le bastó con decir a Hanni que había venido Siwon para que la doncella no hiciera preguntas ni se quejara de su partida mientras aún era de noche. Después de dar dos pasos hacia el carruaje que les esperaba, sin embargo, Heechul se detuvo y dijo a Hanni:
—Me he dejado algo. Sólo será un momento. —Y entró corriendo en Shiyuan Hall.
Siwon seguía durmiendo, por supuesto, la cabeza medio apoyada en la almohada y el brazo tendido sobre su lado de la cama, como si aún le estuviera abrazando. Heechul se agachó y le dio un beso en la frente. No podía despertarlo. Se le escaparía todo el dolor, dolor que ya corría por sus mejillas. Aunque tampoco se iría sin decirle nada. A la luz tenue del fuego mortecino, escribió otra nota y se la dejó a un sirviente antes de reunirse con Hanni en el carruaje.
Con la esperanza de poder controlar mejor sus emociones, recuperó el sueño perdido durmiendo durante casi todo el viaje de vuelta.
Llegó a Londres justo antes del mediodía, a tiempo para comer con su appa.
—Ha sido un viaje corto —dijo él mientras ordenaba al personal que trajeran otro plato para Heechul—. No te esperábamos tan pronto. ¿No ha ido bien?
—Ha ido muy bien, appá. Los Choi son muy agradables. Y la abuela de Siwon, la duquesa viuda, es una anciana encantadora. Mientras estuve allí me confundía con su nieto Donghae, a quien adora, así que nos llevamos espléndidamente.
—¿Por qué no te has quedado más tiempo, entonces?
—Porque llegó Siwon.
Esta simple frase decía mucho y no precisaba de más explicaciones, al menos, no para Soogeun.
—Me temía que pasaría esto. El mayordomo me dijo que vino a buscarte aquí. No sabía que no debía revelar tu paradero.
Heechul se encogió de hombros sin ser consciente de su aspecto decaído.
—No importa. Conocí a algunos Choi en un ambiente muy cordial antes que él llegara. Simplemente, no quería que fueran testigos de una de nuestras batallas verbales. Prefiero que no sepan con cuánta facilidad pierdo los estribos..., cuando estoy con él.
Soogeun sugirió bruscamente:
—Mañana iremos de compras, cuando hayas descansado del viaje. Así te olvidarás un poco de todo este asunto desagradable.
Heechul quiso aceptar. Estaba abierto a cualquier sugerencia que pudiera apaciguar sus pensamientos, aunque fuera brevemente. Entonces percibió el olor a pescado hervido y su estómago dio un vuelco nauseabundo. ¡Le gustaba mucho el pescado hervido! ¡Y en ese momento no estaba enfadado en absoluto!
—Vayamos esta tarde —dijo a su madre rápidamente mientras se levantaba y se alejaba del plato que acababan de servirle—. No estoy cansado y no tengo hambre. Me cambiaré mientras terminas de comer.
No esperó la conformidad de Soogeun. Salió corriendo del comedor, huyendo lo más lejos posible de ese olor que le daba náuseas.


Siwon se despertó tan refrescado, con el cuerpo tan relajado, que le pareció no haber dormido tan bien en meses. Antes de levantarse de la cama se inclinó y olió la almohada vacía junto a la suya, sonriendo al percibir los restos del aroma de Heechul. No había sido un sueño. Él no estaba en el dormitorio pero su ropa estaba desparramada por todas partes.
Heechul podía seguir enfadado con él. Fue su primer pensamiento mientras se levantaba de la cama. No podía hacer el amor con él de esa manera para luego revolverse y querer hacerle daño. Algo debió de pasar allí antes de su llegada para extinguir su ira.
Seguramente debería agradecérselo a su padre. Kangta tenía una influencia calmante en los amigos y los enemigos. Si se dijera que alguien había nacido para ser diplomático, todos los dedos señalarían a Choi Kangta.
Siwon se vistió rápidamente y fue en busca de su esposo y de su padre, por este orden. Teniendo en cuenta la hora temprana, miró primero en la sala de desayunos. Heechul no estaba allí aunque Kangta, sí.
—Aún sabes hacer milagros —dijo Siwon alegremente al entrar en la sala—. Le has desinflado las velas.
—Esta semana no llevo el halo y tú estás demasiado exuberante para la hora que es. Siéntate y explícate.
—Estoy hablando de Heechul, claro está. —Siwon dio las gracias al sirviente que trajo algunas bandejas más para que él pudiera elegir—. ¿Cómo has logrado calmar su enfado?
Kangta meneó la cabeza.
—No estaba enfadado cuando vino y no había nada que calmar.
—¿No ha intentado sembrar cizaña mientras estuvo aquí? ¿No me echó todas las culpas a mí?
—Todo lo contrarío, me pareció encantador —dijo Kangta—, sincero y dispuesto a aceptar la responsabilidad de sus propios errores. Hasta reconoció que te obligó a casarte con él por despecho, pero mi pregunta es: ¿por qué se lo permitiste? Pudiste anunciar vuestro compromiso formalmente y celebrar una boda apropiada en un tiempo razonable. ¿No crees que él hubiera preferido una bonita ceremonia, en presencia de sus amigos y su familia? ¿Y en presencia de todos tus amigos y tu familia?
Siwon se ruborizó un poco con la alusión y el tono admonitorio de su padre. Sabía que debería rendir cuentas por excluir a su familia entera de la boda. Si hubiera sido una ceremonia alegre, se sentiría realmente culpable pero no lo fue, y esta turbación ya era bastante desagradable.
—Te seré sincero, padre. Si no ocurría así, no habría ocurrido nunca.
Kangta arqueó una ceja en señal de desaprobación.
—¿A pesar de los rumores? ¿Me estás diciendo que lo habrías echado a los lobos?
—Claro que no —afirmó Siwon—. Habría disipado los rumores. ¡Sólo nos vieron dándonos un beso!
—Fue mucho más que eso. Os vieron marchar juntos y desaparecer durante casi una semana.
—Visitando la familia —le corrigió Siwon—. Tú mismo me dijiste en mi anterior visita que su padre alardeó de ello.
—Sí, alardeó de que habías traído a su hijo aquí, a Shiyuan Hall. Lo que no te dije es que durante aquella semana vinieron algunas visitas preguntando por ti y les dijimos que no estabas aquí. No hace falta ser un genio para sumar dos más dos, Siwon. Y, puesto que ya tuvimos esta misma conversación, permíteme que te haga una pregunta. Si no existieran los rumores, ¿te habrías echado a un lado para permitir que se casara con otro? Recuerda que ya lo conozco.
—Olvida por un momento que es el joven más hermoso que has visto jamás. ¿Qué pasa si por dentro es un bloque de hielo, una persona maliciosa, vengativa...?
—¿Estamos hablando del mismo joven? —preguntó Kangta.
Siwon suspiró.
—De acuerdo, para ser sincero, me había arrepentido de abandonarlo en Londres. Llegué a tenerle afecto durante el breve tiempo que pasamos juntos, demasiado afecto, quizá. Creí que había cambiado, que el arpía se había ido para siempre. Hasta pude proponerle matrimonio..., de seguir pensándolo.
—No vi muestras de malicia.
—Porque sabe muy bien cómo controlar su temperamento y su lengua viperina cuando le conviene. Me convenció totalmente de la desaparición del arpía. Creí realmente haberlo ayudado a cambiar para mejor. Él, sin embargo, admitió que todo había sido un truco, una mentira para que lo devolviera a Londres cuanto antes.
—¿Estás seguro de eso? —preguntó el duque.
—¿Qué quieres decir?
—Quizá no fuera mentira que ha cambiado. Quizá la mentira sea lo contrario.


¿Encantador? ¿Sincero? ¿Dispuesto a aceptar la responsabilidad de sus actos? Éste era el Heechul nuevo, no el anterior, con el que Siwon creía tratar desde que descubriera la inoportuna apuesta. ¿Era él el único que podía ver al arpía?
No pensaría más en ello. Sencillamente, se enfrentaría a él. En cualquier caso, lo había engañado por completo. Estaba harto de ser engañado. Aunque, para eso, tendría que volver a Londres.
Había abandonado Shiyuan Hall antes que Siwon se despertara, furtivamente, según parecía, ya que ni siquiera había hecho las maletas. Haciéndolas lo habría despertado y, evidentemente, no quería hablar de lo ocurrido la noche pasada. O quizá sí...
El sirviente le entregó la nota de Heechul en el momento en que se disponía a partir. Una nota inesperada, que alentaba un poco sus esperanzas. «Lo de anoche no fue una reconciliación, sólo una tregua. Si deseas una verdadera reconciliación, deberás explicarme por qué jugaste con mi vida por un capricho.»
¿Es que no había escuchado ni una palabra? ¿O estaba demasiado enfadado para oírlo siquiera? Hablarían del tema, se juró Siwon, de este tema y de muchos más en cuanto llegara a la ciudad.
De vuelta a Londres fue directamente a casa de Heechul, que había salido hacía tan sólo treinta minutos. Le informaron que había ido de compras con su appa. No, no dijeron qué tiendas visitarían. Debía esperar hasta que volvieran a casa. Era altamente improbable que lo encontrara en la calle más concurrida y al mediodía, cuando más congestionada estaba. ¡Tendría que buscar en todas las tiendas!


Heechul nunca se había sentido tan distraído. No escuchaba ni una palabra de lo que su appa le decía mientras Soogeun lo llevaba de una tienda a la otra. Cuando llegaba el momento de decidir si compraría algo conseguía proferir un «sí» o un «no» sin tener la menor idea de qué se trataba.
Iba a tener un niño. Ya no podía negarlo, no cuando uno de sus platos favoritos, el pescado hervido, le había dado náuseas mientras lo olía. ¡En cuanto se alejó de aquel olor se volvió a sentir bien!
Iba a tener un niño. Una única caída con un resultado tan milagroso. Un niño. Y qué extraño que la idea le llenara de gozo. Qué tonto había sido tratando de negarlo. Y qué asombroso sentirse ya colmado de instintos de appa. Criaría a su hijo como debe ser. Sabía cómo no debía criarlo, hacer lo correcto sería sencillo. Lo amaría, lo cuidaría, lo protegería. No aceptaría ninguna decisión relacionada con el niño que no le pareciera bien. Quería a su appa pero sabía que Soogeun había cedido demasiadas veces a la voluntad de Janghoon. Heechul no haría lo mismo. Lucharía con uñas y dientes.
Seguramente debería decírselo a Siwon aunque no tenía prisa en hacerlo. Todo a su debido tiempo. Antes quería saborear la idea a solas. Siwon había decidido no vivir con él, de modo que no tenía derecho a saberlo inmediatamente. Si fuera por él, podía perderse el nacimiento de su hijo..., no, ahora hablaba la ira. Tendría que librarse de la ira antes de dar a luz. Nada de gritos cerca de su niño.
—¿Chul? Chul, ¿estás bien?
Heechul volvió al presente y vio que su appa acababa de entrar en una tienda con un pequeño escaparate lleno de rollos de encaje. Se volvió para ver quién le había hablado y quedó completamente sorprendido de descubrir a Kim Jungmo a su lado en la acerca concurrida, las manos metidas en su manguito de piel. Parecía preocupado. ¿Jungmo? ¿Su enemigo por excelencia preocupada por él? No era muy probable.
¿Qué había dicho Jungmo? Ah, sí.
—Estoy bien —respondió Heechul con cautela y en tono neutro. No veía a Jungmo desde las fiestas de Raccoon Glade y sus dos altercados allí no habían sido nada agradables—. ¿Por qué lo preguntas?
Jungmo encogió un hombro.
—Parecías estar en otro mundo.
—¿En serio? Me dejé llevar por mis pensamientos.
—Pasaba con el coche y te he visto. Tenía que parar.
A Heechul le invadió una sensación instantánea de miedo. ¿Acaso iban a tener otra pelea?
—¿Por qué? —preguntó con voz cortante.
Curiosamente, de pronto Jungmo pareció incómodo.
—Hace días que quería pasar por tu casa a hacerte una visita. ¿Te apetece dar un paseo para poder hablar? Mi coche está en la otra acera.
—¿Hablar? ¿Qué más podemos decirnos que no nos hayamos dicho ya?
Jungmo se hizo a un lado para dejar pasar a una pareja que caminaba cogida del brazo. La acera estaba casi tan atestada de peatones como la calzada de carruajes, coches y carros.
—Quería felicitarte por tu matrimonio —dijo Jungmo.
—Gracias.
—Y desearte...
—No —interpuso Heechul bruscamente y, al instante, lamentó el tono de su voz. Rápidamente controló la ira que crecía en él. Supo que era capaz de controlarla y se sintió orgulloso de ello. Aparte de su padre, Jungmo era la única persona que conseguía sacar lo peor de su carácter, pero Heechul logró dominar también la amargura. Terminó la frase en un tono mucho más tranquilo—. No más comentarios hirientes.
—No iba a...
—Por favor, Jungmo, no quiero más peleas.
—Yo tampoco, Chul.
Heechul miró pensativo a su ex amigo. No podía dar crédito a su afirmación. Jungmo no había podido vengarse, al menos, no tanto como hubiera deseado. Lo único que había conseguido en Raccoon Glade fue poner a Heechul en un lugar incómodo, o eso pensaba. Jungmo no sabía cuánto lo había herido ni que lo había hecho llorar. Y nunca lo sabría.
—Veo en tu expresión que no me crees y, dadas las circunstancias, no te culpo. —Jungmo sonaba y parecía arrepentido—. Te he odiado mucho, con un odio que no te merecías. Pensaba que mentías acerca de Jey. Sabía que entonces mentías siempre. Nunca me molestó mientras éramos amigos, porque se trataba de cosas sin importancia. Simplemente, lo pasaba por alto..., hasta que quisiste convencerme de que Jey era un bastardo que sólo me utilizaba para llegar hasta ti. Por eso te odié tanto. Y me he sentido muy infeliz todo este tiempo porque, en realidad, no quería odiarte, simplemente no podía evitarlo.
La voz de Jungmo era tan lastimera que Heechul sintió un nudo en su propia garganta.
—¿Por qué volvemos a este tema, Jungmo?
—Vi a Jey hace poco, Chul. El heredero con quien se casó lo ha abandonado. Yo ya lo sabía pero no lo había visto en mucho tiempo. Se ha convertido en un hombre gordo y disoluto y, según parece, también en un borrachín. Quedó desconcertado cuando nos encontramos. Ni siquiera me reconoció. Cuando le dije quién era, se echó a reír.
—Lo siento —dijo Heechul, pero su ex amigo no pareció oírlo.
—¿Sabes qué me dijo? Dijo: «Ah, el niño ingenuo que pensó que me casaría con él. ¿Ya te has despertado, querido?»
Jungmo se echó a llorar. Heechul, compungido, tendió la mano pero Jungmo retrocedió.
—Tú me lo advertiste y, en lugar de agradecértelo, te odié. ¡Dios, cuánto lo siento! ¡Sólo quería que lo supieras! —exclamó Jungmo antes de cruzar la calle corriendo hacia su coche.
Heechul intentó detenerlo, lo llamó por su nombre, pero Jungmo no lo oyó. Quiso correr tras él pero había demasiado tráfico y un coche parecía circular fuera de control, acercándose demasiado a los demás vehículos. Mañana iría a ver a Jungmo y le diría que ya no estaba resentido..., excepto en lo referente a su marido. ¡Quizá pudieran volver a ser amigos!
Siguió observando a Jungmo para asegurarse de que el muchacho alcanzaba la otra acera sin problemas. Su amigo no prestaba atención a la calle, llevaba la cabeza gacha para ocultar las lágrimas. Entonces Heechul frunció el ceño. ¡Aquel coche fuera de control corría directamente hacia Jungmo!
Se lanzó corriendo a la calle sin pensárselo siquiera. Nunca había corrido tan rápido. Rodeó un carro que avanzaba con lentitud, esquivó a un hombre a caballo. Con un poco de suerte, alcanzaría a Jungmo y lo apartaría de en medio. Pero el cochero del vehículo incontrolado tenía cierto dominio de sus caballos desbocados. Tiraba enloquecido de las riendas, gritaba a la gente que se apartara de su camino y, de hecho, iba desacelerando un poco. En el último momento hizo girar los caballos a un lado para evitar a Jungmo..., y cayó encima de Heechul.
Habría tenido suerte si el golpe lo hubiera lanzado a un lado, pero no fue así. Los caballos lo atrepellaron. El dolor fue instantáneo y generalizado, en el pecho, en el hombro, en la cara, tanto dolor que en cuestión de segundos ya no sabía de dónde provenía. Luego la luz se empañó en sus ojos. Y después se extinguió.

Siwon se fijó vagamente en la multitud que rodeaba un gran coche en la calle, indicio de un accidente, normalmente. Pasó de largo.
Los accidentes eran muy frecuentes en Londres, y no sólo en calles concurridas como ésta. De no haber nadie allí, se habría detenido para ayudar pero ya había demasiadas personas y una más, seguramente, sólo contribuiría a aumentar la confusión.
Escrutaba las aceras en busca de la familiar cabeza rubia, con la esperanza de localizar a Heechul mientras iba de una tienda a otra, sin tener que entrar él en ningún establecimiento. Varios conocidos lo saludaron al pasar. Siwon asentía distraído y seguía adelante. Un hombre, se le acercó a caballo en dirección opuesta y le bloqueó el paso por un momento.
—Pensaba hacerte una visita, Choi —dijo el amigo de su padre al tiempo que apartaba su caballo de en medio—. Por Dios que me he sentido muy culpable. Cuando te vi besar a lord H en su comedor quedé tan sorprendido que ni siquiera se me ocurrió guardar el secreto. Espero que no hayas tenido que casarte por culpa de mi lengua. Claro que no se me ocurre ningún hombre que no deseara tener que hacerlo. Pero...
—Da igual. —Siwon interrumpió al hombre preocupado y lo reconfortó mecánicamente—. No le des importancia.
Prosiguió su camino antes que pudieran volver a detenerlo. De modo que Heechul había mentido. Su padre tenía razón. Todo había ocurrido como él pensó al principio, no fue él quien propagó los rumores. ¿Sólo asumió la responsabilidad para abofetearlo?
Ahora deseaba encontrarlo... todavía más. Llegó al final de la calle sin resultado, se dio la vuelta y empezó a recorrerla en dirección contraria. Al acercarse de nuevo al lugar del accidente se le ocurrió que su esposo podría estar entre la multitud, tan curioso como cualquiera por ver qué había pasado. Condujo el caballo a un lado para no entorpecer el tráfico, que seguía fluyendo lentamente por el lugar del accidente, y para poder escudriñar mejor a la multitud.
No vio a Heechul, su mirada pasó de largo y retornó bruscamente a Kim Jungmo que, de pie en medio de la aglomeración, lloraba desconsoladamente. Frunció el entrecejo extrañado y entonces lo asaltó un temor horroroso. Era demasiada coincidencia que Jungmo estuviera allí llorando, con Heechul en las proximidades.
Saltó del caballo y se abrió camino hasta el centro de la muchedumbre. Y allí vio la cabeza rubia que había estado buscando, en el suelo, ensangrentada.
—¿Qué has hecho? —le gritó a Jungmo—. ¿Lo has empujado bajo el coche?
El joven parecía estar conmocionado. Lo único que dijo fue:
—Ha intentado salvarme la vida.
Siwon apenas lo oyó. Ya estaba de rodillas junto a Heechul. Le espantaba tocarlo. Parecía tan roto así tendido, inmóvil, sin apenas respirar. Uno de los cascos de los caballos que, según parecía, llevaba un clavo suelto le había roto el abrigo y el traje. La sangre empapaba la rasgadura y teñía otras partes de la ropa. Siwon no sabía si provenía de la misma herida o si había más, aunque no cabía duda de que Heechul no sólo había caído, había sido atropellado. Varias huellas de herraduras sucias manchaban su abrigo.


2 comentarios:

  1. Tan poco común de Hee que salga huyendo de sus problemas... Claro, se omen eso, y él sale como alma que lleva el diablo, para que!!!? Para terminar debajo de un caballo..... Y lo peor puede que sin bebé 😭😭😭😭 por qué!!???? 😮 🤔 😒 😒 😒 😒 😒

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  2. Que momento tan trágico , solo espero que no pierda al bebe la ilusión que le hacia gracias por el cap bye.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...