Libre para Amar I- 6




De todos los días que la reina podía hacerlo llamar, ¿tenía que haber elegido ése?
Mientras se dirigía hacia la alcoba real, sabía que su ceño fruncido evitaría que los demás se le acercaran.
—Milord Wang.
Suspiró con frustración; había pensado que su gesto sombrío mantendría a todos alejados. Miró a la mujer rubia que tenía su lado mientras intentaba recordar su nombre.
—Ah, buenos días, joven… Junbi, ¿no es así?
Él bajó la mirada y se sonrojó.
—Oh, milord, la mañana ya está bien entrada, pero me alegra que recordéis mi nombre.
No admitió que su nombre de pila era lo único que recordaba. Le tomó la mano para besarla y lo miró a los ojos.
—¿Cómo podría olvidar a alguien tan encantador como vos?
La mujer se sonrió, agitó sus larguísimas pestañas y llevó al pecho de Jackson la mano que le quedaba libre.
—Milord, me honráis con vuestros elogios.
«Como si no supiera que es encantador».
Se encogió de hombros.
—No, sólo digo lo que todo el mundo sabe que es verdad.
El joven Junbi miró a su alrededor antes de mirarlo con atrevimiento y sonreír.
—¿Vais a reuniros con la reina?
Él asintió.
—¿Y después?
—No tengo planes para hoy.
El joven apartó la mano de su pecho, pero se detuvo cuando sus dedos rozaron la piel de su cinturón.
Muy lentamente, se humedeció con la lengua el labio inferior.
—Tal vez se me pueda ocurrir un modo de entreteneros.
Ese joven era más que atrevido. Se ofrecía con bastante facilidad y sin ninguna vergüenza. En los pocos días que llevaba allí, lo había observado seguir a hombres como un águila volando en círculos alrededor de su presa. No estaba allí por entretenimiento, sino para encontrar un marido y lo había añadido a su lista de posibilidades.
Sonrió ante la descarada proposición y después suspiró con una fingida frustración.
—Primero he de presentarme ante la reina.
La puerta de la antecámara se abrió y un guardia le hizo una señal.
—Lord Wang.
Enseguida, Junbi se hizo a un lado.
—Debéis ir. ¿Os espero?
Jackson sacudió la cabeza.
—No, os encontraré más tarde.
Lo vio alejarse preguntándose por qué la proposición que le había hecho le había despertado tan poco interés.
Dejó de lado ese pensamiento y entró en los aposentos de la reina.
—Ah. Milord Wang, que amable sois en reuniros con nosotros.
Él hizo una reverencia para mostrarle sus respetos a la reina.
—Disculpadme por mi retraso.
Ella lo miró de pies a cabeza y le dijo:
—¿Os gustaría un poco de vino?
—No, gracias, no quiero nada.
Vaya, al parecer su aspecto reflejaba lo mal que se encontraba por dentro.
La reina contuvo una sonrisa al señalarle un asiento vacío y a Jackson le gustó saber que podía divertirla. Después de recostarse contra el respaldo de su silla, miró al otro lado de la ornamentada mesa y se fijó en la palidez del rostro de Mark.
—Milord Wang, parece que habéis causado cierto revuelo.
Se obligó a mirar a la reina.
—¿Disculpadme?
—¿Estabais tan ebrio anoche que no recordáis la conversación que condujisteis en mi salón?
—No, quiero decir, sí —se aclaró la garganta y volvió a intentarlo—. No, mi estado de embriaguez no era tan grande. Sí, recuerdo haberme unido a la conversación.
—Decidme, lord Wang, ¿de dónde sacáis vuestras extrañas ideas?
Resistió sus ganas de marcharse de allí; aquélla no era una conversación que quisiera mantener con la reina.
—¿De qué ideas habláis?
La reina tamborileó con las uñas sobre el brazo de la silla y dijo:
—¿Qué es el amor?
—El encuentro de dos corazones —no añadió que además era la fusión de dos almas, ni tampoco que el amor era el punto donde se unían dos caminos distintos.
La reina se echó hacia delante.
—¿Y qué papel desempeña el deseo en el amor?
—Es la expresión física del amor.
—Pero esta expresión física, como vos la llamáis, debería darse únicamente entre dos partes que están casadas entre sí —cuando no respondió, la reina añadió—: ¿No estáis de acuerdo?
Jackson luchó por controlar sus pensamientos; era incapaz de comprender qué pretendía la reina. En lugar de discutir, asintió.
—Sí, estoy de acuerdo.
—Pero el amor y el matrimonio no necesariamente van de la mano. De modo que, ¿dónde entra en juego este deseo lujurioso?
Cerró los ojos como si eso fuera a protegerlo del punzante dolor que sentía en las sienes.
—Algunas veces la familiaridad conduce al amor. Algunas veces el compartir deseos ayuda a que las semillas del amor broten.
—¿Y qué hay de vos, lord Wang? ¿La familiaridad en vuestro matrimonio conducirá al amor? ¿O será el deseo lo que haga que nazca el amor?
Abrió los ojos y evitó dirigir su mirada de asombro hacia Mark. Lo sabía. De algún modo la reina había descubierto su secreto. Se recostó sobre su silla antes de hacer un gesto con la mano en dirección a la puerta.
—Podéis marcharos todos.
Cuando Jackson se levantó añadió:
—Oh, no, vos no, lord Wang.
Volviendo a sentarse, a regañadientes vio a Mark salir de la habitación. Iba con la espalda y los hombros rectos y la cabeza alta. Sin embargo, la palidez de su semblante lo delataba. ¿Lo habría acorralado la reina antes que a él? De ser así, ¿qué había dicho su esposo?
Cuando la última persona salió de la habitación, la reina se levantó y le puso una copa en la mano.
—Bebed. Lo necesitaréis.
El silencio en los aposentos de la reina era absoluto.
Quería ir directamente al grano y preguntarle qué era lo que sabía, pero un repentino rayo de sensatez hizo que sus labios quedaran sellados. En ese caso tal vez no decir nada era lo mejor.
Aunque si la reina no dejaba de caminar de un lado a otro y comenzaba a hablar, Jackson temía llegar a perder toda esa prudencia.
Finalmente, y para su alivio, tomó asiento y lo atravesó con una mirada que no presagiaba nada bueno.
—Milord Wang ayer hubo extraños en mi tierra.
No había formulado ninguna pregunta, y por ello permaneció en silencio.
—Mi esposo estaba con ellos.
Que uno de los hombres de la reina los viera era una posibilidad que Jackson sabía que existía, pero el rey le había quitado importancia.
—Y vos también.
Se preguntó cuánto más tardaría en abordar directamente el asunto.
—Entiendo que no se trata de extraños.
¿Quién le estaba dando información? Enrique había jurado no decir nada y Jackson no creía que el rey hubiera roto su palabra. Así que, ¿quién más conocía su pasado?
Sólo los tres hombres por cuya libertad había luchado y había ganado. ¿Yugyeom? No. Moriría antes que traicionarlo. ¿Jaebum? No. Jaebum no tenía motivo para contarle nada a la reina. Además, en aquel momento tenía unas responsabilidades que atender y no tenía ni tiempo ni la oportunidad de hablar con ella. El único que quedaba era Wonpil.
Dado que el hombre había demostrado ser una persona de poca confianza en más de una ocasión que estuviera involucrado no sería ninguna sorpresa. Si Jackson hubiera podido elegir, Wonpil habría permanecido cautivo, pero el plan de rescatar al resto de cautivos ingleses dependía del éxito de cualquier negociación comercial que él llevara a buen término entre el rey Enrique y la casa de Morigatte.
La reina levantó su copa de pie corto, la hizo girar entre sus finos y largos dedos y la observó con detenimiento.
—¿No tenéis nada que decir?
Él mantuvo un tono de voz calmado, recordándose en todo momento a quién se estaba dirigiendo.
—¿Qué queréis que os diga, milady? ¿Que vuestros espías están equivocados? ¿Que no sabéis lo que sucede en vuestra propia tierra?
Ella se inclinó hacia delante.
—Tal vez podríais decirme qué sucedió dentro de la tienda de esos extraños.
Jackson sacudió la cabeza ante su imperiosa orden.
—Ruego me perdonéis pero tendréis que hablar con el rey. Yo no tengo libertad para hablar de sus asuntos.
Para su sorpresa, ella no le recriminó su falta de cooperación. Por el contrario, se recostó en su asiento.
—Entonces explicadme vuestra presencia. Lord Wang no existió antes del año pasado. ¿De dónde procedéis?
—De fuera del país.
—¿De dónde?
—De muchos lugares.
La reina volvió a tamborilear las uñas sobre el roble del brazo del sofá. Un constante clic clic, clic que le puso los nervios de punta.
—¿Estáis casado?
No conseguiría información con tanta facilidad. Jackson resistió las ganas de suspirar con exasperación. Incluso aunque Wonpil hubiera hablado con la reina, él no sabía nada de Mark, así que tal vez no era su espía.
—¿Casado?
—Vamos, Wang, seguro que lo estáis.
—¿Lo estoy, milady? Me he visto tan consumido por los asuntos del rey que lo he olvidado.
—Esa información se puede comprobar fácilmente.
Lo que quería decir que aún no lo había hecho y que él todavía tenía tiempo para terminar de seducir a Mark.
—En ese caso, sentíos libre de investigar.
Ella puso de golpe la copa sobre la mesilla y lo hizo de un modo tan enérgico que el vino se salió del borde.
—Esto se está volviendo muy tedioso, lord Wang.
—Entonces ¿por qué no me decís lo que pretendéis?
—Lo que pretendo es librar a mi corte de vuestra presencia.
Bueno, al menos tenía que reconocer que era sincera.
—¿Y eso a qué se debe?
—A que vos Jackson de Wang habéis llegado aquí con vuestro aspecto oscuro y atractivo y una lengua descarada y habéis alborotado a los jovencitos.
En esa ocasión no pudo contener su sorpresa.
—¿Disculpad?
—Me habéis oído, no os llenaré la cabeza con elogios.
—Milady, ¿qué os preocupa?
—Es difícil encontrar pareja cuando el vientre de una pareja está ocupado con el hijo de otro hombre.
Parpadeó. Era sincera, pero demasiado rotunda. Poco a poco estaba consiguiendo que la mirara con respeto.
—No tengo la costumbre de engendrar hijos y tampoco la de seducir a doncells.
—No son los doncells los que me preocupan. Os tienen miedo. Me preocupan los jóvenes que saben lo que podéis ofrecerles.
—Yo no ofrezco nada.
Ella echó la cabeza atrás y se rió a carcajadas. Un sonido vivo y desbordante, que por alguna razón desconocida lo puso nervioso.
—Excremento de caballo, Wang.
La reina estaba sacando conclusiones sin razón alguna. Él no quería llevar a ninguna pareja a su cama excepto a su esposo. Nunca se había propuesto seducir a nadie de la corte.
—Milady, yo…
Lo interrumpió con un movimiento de mano.
—Seré clara. Dejad a Mark de Tuan tranquilo, lord Wang. Tengo otros planes para él.
Jackson cerró los puños alrededor de los brazos de su silla y se tragó la repentina furia que lo invadió.
¿Que tenía otros planes para Mark? ¿Unos planes que no lo incluían a él? Cambió de postura en su silla mientras por dentro reunía fuerzas para no perder el control.
—¿Y el joven en cuestión es consciente de esos planes?
—Aún no, pero las cosas estaban progresando según lo esperado hasta que vos llegasteis. A Lee le ha resultado algo difícil cortejarlo cuando estáis monopolizándolo constantemente.
¿Lee? Tuvo que darle varias vueltas a la cabeza hasta que por fin logró ponerle una cara. Era su pretendiente, el mismo que había visto junto al estanque. Huitaek. El que le había pedido que se casara con él.
—¿Y ese tal Lee y el joven Tuan forman una buena pareja?
—Sí. Sus tierras son colindantes y el padre de él no se opone a que Lee se convierta en su hijo político.
Jackson quería resoplar. Tuan no se opondría a que nadie se convirtiera en su hijo… siempre que ese hombre tuviera suficiente dinero o tierras.
—¿Así que a unión ya ha sido concertada?
—Casi. Falta que el joven acepte y que se haga el anuncio de los esponsales.
Incapaz de contener la curiosidad, preguntó:
—¿Y por qué os interesa tanto esta unión?
Ella estrechó los ojos y volvió a tamborilear los dedos sobre la silla.
—Tuan y Lee juntos forman un feudo considerable.
Entonces ya supo cuál era su interés. Sin hacer más preguntas Jackson supo dónde residían las lealtades de Lee. No tenía duda de que Sir Lee le sería más leal a ella que al rey.
—Pero no tenéis que preocuparos por este asunto, lord Wang.
Jackson ya tenía bastantes problemas que solucionar con Mark y no quería formar parte de ese ardid para ganar apoyo de la reina y darle la espalda al rey.
Se levantó, inclinó la cabeza y dijo:
—Milady, os deseo lo mejor en vuestro papel de casamentera.
—Manteneos alejado de él, Wang, o seréis expulsado de esta corte.
Prudentemente se guardó lo que pensaba y fue hacia la puerta.
La reina le hizo una última sugerencia:
—Volved a casa, Wang, y ahorraos mucho dolor.
Él tenía intención de irse a casa… pero con su esposo, de modo que no le quedaba otra elección que apresurar sus planes en lo que respectaba a la seducción de Mark. Cuanto antes lo atrajera a su cama, mejor.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...