Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando Minho dio la
vuelta la esquina de Pedestrian Mall y vio a Shindong parado fuera del Café de
la Esquina, esperándolo. El atlante se apoyaba contra la pared de ladrillo rojos
con sus brazos doblados sobre su pecho y una pierna flexionada y apoyada contra
la pared de una forma que parecía despreocupada, y aún así Minho sabía que podría
lanzarse a la acción ante la más leve provocación.
Vestido con pantalones negros de cuero, una camiseta
negra, y un abrigo largo, estilo Pirata colonial, Shindong miraba a los
turistas que caminaban alrededor de él.
Una aura letal, oscura, lo rodeaba. Un aura como la de un
depredador salvaje que era a la vez grácil y atractiva de contemplar, pero que
le deja saber a una persona que en cualquier momento puede terminar siendo su
almuerzo.
Nadie podía estar seguro de cómo acercarse al Dark Hunter
más antiguo y la mayoría de la gente lo trataba como si fuera una visita al
dentista.
Con toda honestidad Minho sentía pena por él. Debía ser difícil
de ejercer tanto poder y no tener nadie en quien confiar. Shindong mantenía una
gran distancia entre él y cualquiera que se le acercara, tanto física como
mentalmente.
Minho intentaba tratarlo como a cualquier otro tipo con
el que tenía trato y sospechaba que a Shindong le gustaba eso. Al menos parecía más relajado
cerca de Minho que de cualquiera de los otros Cazadores o Escuderos.
–¡Mira, Mami, un gigante!.
Minho acortó la distancia entre ellos.
–Sabes, si te vistieras un poco menos aterrador, la gente
no podría hacerte esto.
Shindong le dirigió una sonrisa sardónica.
–Confía en mí, Minho, no es la ropa.
Minho notó que Shindong se había cambiado el color del
cabello. Otra vez. Esta mañana cuando había estado con Kangin, había sido
púrpura.
–¿Volvemos al pelo negro, eh?
–¿Volvemos a ser molesto, eh? –dijo mofándose. Minho se
rió.
Shindong se apartó de la pared y recogió su mochila negra
del piso. Minho sabía que nunca la dejaba y él siempre había estado curioso
sobre qué contendría. Sin embargo, él no era lo bastante suicida para tratar de
averiguarlo. El atlante cuidaba ese
bolso como una joya atesorada.
–¿Entonces, cómo fue tu examen? –preguntó Shindong.
–Para la mierda. Yo podría haber usado mi comunicador
microscópico de dos vías contigo. Estoy tomando Civilización Clásica Griega con
Lee Hyukjae y me pateó el trasero. Ese hombre es un instructor duro como un
taladro.
–Sí, nunca fue partidario del nepotismo.
Minho inclinó su cabeza hacia el restaurante, que estaba
sólo medio lleno.
–¿Te importa si como mientras tenemos esta reunión? Me
saltee el almuerzo para estudiar y ahora tengo hambre.
–Seguro.
El más viejo y corpulento de los camareros, se acercó a
ellos.
–¿Qué les puedo servir? –preguntó con una voz profunda y
ronca.
El camarero asintió con la cabeza,
–¿Y usted?
–Lo mismo.
El camarero estrechó sus ojos y le echó a Shindong una
exhaustiva mirada. Minho apretó los dientes para evitar sonreír. Él sabía lo
que se venía antes de que el camarero hablara.
–¿Tienes tu identificación, muchacho? –le preguntó.
Minho se rió.
Shindong le dio una patada al taburete de Minho mientras
buscaba su identificación falsa en su bolsillo trasero y se la daba al camarero
que la estudió con mucho cuidado.
–No te ofendas –dijo el camarero por fin–, pero con esos
lentes de sol puestos no puedo constatar si este eres tú o no. Si quieres una
cerveza, muchacho, tendrás que quitártelos.
Un músculo en su mandíbula se contrajo, cuando se quitó
sus lentes de sol. El camarero aclaró su garganta tan pronto como vislumbró el
misterioso color plata.
–Hombre, lo siento. No me di cuenta que eras ciego. Aquí
está tu identificación.
Minho se rió aún más fuerte cuando el camarero tomó la
mano de Shindong con la suya y le puso el carnet de identidad en ella. Shindong
era el único Dark Hunter que había conseguido un documento.
Cuando el camarero se fue, Minho no pudo evitar bromear.
–¿Entonces eso es lo que te hace visiblemente desafiante?
–No –dijo, Shindong poniendo su carnet en su bolsillo–,
pero si no me dejas tranquilo, voy a hacer que respires mal.
Minho se puso serio. Lentamente.
–Lo siento, pero es gracioso como el infierno. Me gusta
la identificación que te hicieron. Nacido en 1980. Sí, correcto. ¿Cuál es
realmente el año en que naciste, de todos modos?
Shindong frotó su
frente.
–9548 A.C
–¡Uauuu!, –Minho respiró, impresionado por la fecha. Él
sabía que Shindong era viejo, pero esta
era la primera vez que le había dicho el año exacto–. Realmente eres más viejo
que la mugre.
El camarero volvió con sus cervezas.
–¿Comen algo? –preguntó el camarero.
Minho ordenó frijoles rojos y arroz, luego volvió a su
conversación cuando el camarero se fue otra vez.
–¿Qué edad te da eso?
Shindong tomó un
sorbo de la cerveza antes de la contestar.
–Once mil quinientos cincuenta y un años, y sí, siento
cada día de ellos.
–Wow, no tenía ni idea. Infierno, yo no sabía ni que
teníamos gente hace tanto.
–Sí, yo era la parte del equipo original de Base que
trabajó en la cantera subido a los dinosaurios y corría con los Picapiedras.
Pablo Mármol era bajo, pero jugaba bien a las petro-canicas.
Minho resopló, luego se rió. Realmente le gustaba Shindong
aunque el tipo fuera sumamente extraño.
–¿Entonces, por qué estoy aquí?
–Quise hablar contigo en un lugar donde supiera que Kangin
no podía oírnos por casualidad.
–¿Bien, por qué?
Antes que Shindong pudiera contestar, una morena alta con largas
y esculturales piernas y usando una falda negra muy corta se acercó a la barra
al lado de ellos. Ella le echó un desinteresado vistazo a Minho, después colocó
su elegante y manicurada mano contra el pecho de Shindong , se paró en puntas
de pie y susurró en el oído de Shindong .
Él le dirigió una sonrisa amable.
–Lo aprecio, amor, pero estoy involucrado con alguien.
La morena puso mala cara y dirigió a Shindong una evaluativa mirada.
–Si cambias de opinión, avisa. Lo prometo, no muerdo.
–Bien, pero yo si –dijo Shindong por lo bajo mientras ella se iba alejaba
contoneándose.
Minho no estaba seguro de lo que había oído, entonces
decidió no hacer caso sobre lo que Shindong comentó por lo bajo mientras el camarero traía
su comida.
–Sabes –le dijo a Shindong –, esto no es justo. No
entiendo cómo es que vestido como un punk, todavía te desean.
Shindong giró su
cabeza y le dirigió una sonrisa satisfecha y divertida,
–Cuando lo tienes, lo tienes.
–Sí, pero es particularmente molesto para aquellos de
nosotros que lo queremos. Lo último que querrías es estar en mi lugar. –Minho
tomó un bocado de comida–.¿Con quién estás involucrado de todos modos?
Shindong no
contestó. Él nunca lo hacía.
–De nuevo a nuestro asunto. La razón por la que estás
aquí es porque necesito tu ayuda para avisarle a Kangin que Siwon está en Nueva
Orleans.
Minho se ahogó con el pan.
–¡Oh, infiernos!.
–Minho, esto es serio. Tarde o temprano ellos se cruzarán
y quiero que tanto él como Hyukjae estén preparados para ello. Si, Zeus no lo
permita, uno de ellos mata a Won, Artemisa tendrá rienda suelta para ir después
tras ellos. No quiero ver como uno de ellos sufre o muere. Ellos tienen esposos
y niños que los necesitan.
Minho limpió su boca y tragó.
–¿Qué quieres que haga?
–Quiero que me apoyes. Ayúdame a convencer a Kangin que
no tiene que buscar venganza sobre Siwon.
Minho soltó un suspiro cansado mientras pasaba su tenedor
de plástico por los frijoles. Eso era algo mucho más fácil de decir que de
hacer.
–Pides mucho de mí, Shindong . Personalmente, me gustaría
ayudarle a golpear a ese arrogante bastardo de mierda.
–¡Choi Minho, cuida tu lenguaje!
Minho se sacudió ante el sonido de la melódica voz canjún
de su madre. Ella estaba de pie detrás de él con la expresión en su cara de “Minho
estás en problemas". A los cuarenta, ella parecía mucho más joven y tenía
su largo cabello rubio atado en un nudo. Vestida con vaqueros y un suéter azul,
habría sido muy atractiva si no fuera su madre.
Shindong se acercó
la cerveza de Minho.
Su madre chasqueó su lengua hacia Shindong .
–Ahora no hagas nada por cubrirlo, Shindong . –Ella meneó
su dedo hacia Minho–. ¿Estas conduciendo?
–No, Ma, estoy sentado.
–No te hagas el listo conmigo. Sabes lo que quiero decir.
Él le dirigió su sonrisa encantadora que por lo general
funcionaba para salir del problema.
–Esta es mi primera, y no conduciré si tomo más.
Ella se dio vuelta hacia Shindong con el mismo ceño maternal que lograba ser
tanto irritado como cariñoso.
–¿Y tu? ¿Estás con esa motocicleta tuya?
–No, señora.
–¿Má –dijo Minho, enojado por su interrupción, –qué haces
aquí?
–Yo iba a trabajar y los vi a los dos aquí. Solamente
quise pararme y decirles hola ya que no iré a casa hasta tarde y tu saliste de
la casa al amanecer sin siquiera saludarme –. Ella lo miró con una mirada
herida. –¿No puede una madre pasar cinco minutos por día con su hijo sin ello
sea considerado un delito?
Ahora se sentía completamente despreciable.
–Lo siento, Mamá. Tuve que hacer unas cosas para el
trabajo esta mañana y quise tenerlas hechas así podía dedicar más tiempo a
estudiar.
Ella agitó su pelo.
–Está bien, entiendo.
Entonces ella miró a Shindong de arriba a abajo, abrió su abrigo y suspiró
con preocupación.
–Juro que estás más delgado que la última vez que te vi.
–Ella hizo señas al camarero y ordenó frijoles rojos y arroz para Shindong –.¿Quieres
algo más? –le preguntó.
–No, gracias.
Ella agitó su dedo hacia Shindong .
–¿Vas a comer todo, de acuerdo?
–Sí, señora.
Minho apretó sus labios para impedir reírse de Shindong y de su mamá tratando de hacer de madre de un
guerrero de once mil años. Sólo ella tendría aquella clase de descaro.
–Mamá, él no necesita que lo trates como un bebé.
Ella acomodó el cuello del abrigo de Shindong y lo alisó
con su mano.
–Confía en mí, Minho, él necesita que alguien lo cuide
como yo hago contigo. Ustedes los muchachos piensan que ya son adultos y están
listos para tomar el mundo.
Si ella sólo supiera...
–Ahora –siguió ella– ¿por qué no traes a Shindong al Empire esta noche y me dejas hacerle un mantecado de fresa y picadillo estilo Cajún
para poner un poco de carne en esos flacos huesos? Tu puedes estudiar en el
cuarto trasero si lo necesitas y él me hará compañía mientras trabajo.
Su madre nunca aceptaría el hecho de que él ya hubiera
crecido. Para ella, él siempre tendría cinco años y necesitaba que ella lo cuidara.
De todos modos, amaba a su madre.
–Sí, está bien. Si no tengo que trabajar, me pasaré por
allí.
–Buen muchacho. –Ella metió la mano en su monedero y sacó
dos billetes de a veinte, luego se los dio a Shindong . –Puedes pagar por los
frijoles rojos y el arroz con esto, y si toman otra cerveza, mejor tu también
te tomas un taxi a casa. ¿Me entiendes?.
–Lo haré, Señora Choi –dijo Shindong cuando tomó el dinero–. Gracias.
Ella sonrió, luego besó a Minho en la mejilla y apretó el
antebrazo de Shindong .
–Ustedes chicos, se comportan y traten de mantenerse
lejos de los problemas.
Minho asintió.
–Lo haremos.
Una vez que ella se fue, Minho se volvió hacia Shindong .
–Hombre, lo siento. Gracias por ser tan buena onda con
ella.
–Minho, nunca pidas perdón por tu madre. Solamente
siéntete condenadamente agradecido por tenerla. –Shindong le dio los cuarenta dólares.
–Cree que lo estoy –dijo Minho mientras los guardaba en
el bolsillo.
Él sonrió pensando en su cariñosa madre. Ella siempre
tenía la insana necesidad de ser la madre todo el mundo, pero había sido echada
de la casa de su padre a la edad de quince años cuando se enteraron que estaba
embarazada de él. Por eso sentía afinidad con aquellos que ella pensaba que
habían sido abandonados o descuidados en su juventud. El camarero volvió con
los frijoles rojos y el arroz de Shindong .
Shindong los miró
y luego miró a Minho, deslizándoselos.
–Espero que estés hambriento.
Minho lo estaba, pero dos órdenes era más de lo que hasta
él podría manejar. De repente, se dio cuenta que nunca había visto a Shindong comer.
–¿Alguna vez comes?
–Sí, pero lo que necesito no está en el menú.
No queriendo acosarlo, Minho frunció el ceño.
–¿Ahora que pienso en ello, por qué nos encontramos a la
luz del día? ¿Cómo puede ser que estés a la luz del sol y no ardas en llamas?
–Soy especial.
–¿Ahhh, entonces estamos de vuelta con el tema
visiblemente desafiante, eh?
Shindong sacudió
su cabeza. Cuando Shindong levantó su
cerveza, vio algo en la TV con la esquina de su ojo. Girando su cabeza, él
sintió que todo su cuerpo se paralizaba por la incredulidad cuando vio una foto
de Yesung en la primera edición de noticias.
Un camarero levantó el sonido.
“... se cree que puede ser el mismo hombre que asesinó a
una mujer en el Distrito Warehouse la noche pasada... “
Minho maldijo.
–¿Es quién pienso que es?
Shindong sólo pudo
asentir mientras miraba las imagines que la cámara web había capturado la lucha
de Yesung con los Daimons y la llegada de la policía.
“ ... el departamento de policía ofrece una recompensa
por cualquier información sobre el sospechoso...”
Minho y Shindong maldijeron al unísono cuando mostraron un
perfecto identikit de la cara de Yesung.
–Estamos jodidos –dijo Minho con un suspiro.
–Jodidos bien jodidos –gruñó Shindong . Él sacó su
teléfono celular de su abrigo y dejó la barra para llamar a Yesung. Lo último
que necesitaba era que alguien oyera por casualidad esta particular
conversación.
Minho lo siguió afuera.
–¿Qué vamos a hacer?
Shindong golpeó el
botón de anular.
–Su teléfono está desconectado. Todavía debe estar
dormido.
–¿Estás ignorando mi pregunta o no la oíste?
–Si te oí, Minho. No sé. Tenemos que mantenerlo
escondido. Con esas fotos, está condenado.
–¿Podrás manejarlo?
–No sé. Mis poderes son dudosos con la electrónica
moderna. Lo mejor que puedo hacer es volarlos... –. Su voz se apagó mientras
veía algo aún más vomitivo que la cara de Yesung en las noticias.
Shindong soltó un
disgustado suspiro y levantó la mirada hacia el cielo que se oscurecía.
–¿Estás aburrida allá arriba, Artie, o qué?
–¿Huh? ¿Qué pasa?
Shindong inclinó
su cabeza hacia las dos figuras que se dirigían directamente hacia ellos por
Charles Street. Casi iguales a él en altura, los hermanos se movían como dos
peligrosos depredadores, despacio, rítmicamente. Ellos miraron a la izquierda y
a la derecha, evaluando a cada persona que pasaba como midiéndolos como
oponentes, conquistas o víctimas. Vestidos de negro, ambos llevaban puestos
largos abrigos de cuero que se arremolinaban alrededor de sus botas de
motorista. Cada uno de ellos tenía una mano puesta en los pliegues del abrigo
como si ocultaran un arma.
Oh sí, esos dos eran las criaturas más peligrosas que
jamás hubiera conocido Shindong . Más porque podrían matar a alguien que los
amenazara sin un momento de vacilación.
–¿Quién dejó a los perros sueltos? –gruñó Shindong . Minho
frunció el ceño.
–¿Qué?
–Tenemos a dos miembros de los Katagaria llegando –le
explicó a Minho.
Los Katagaria eran animales que podrían tomar la forma
humana y pasar por la sociedad para conseguir a sus víctimas o algo más que
ansiaran. Como cualquier otro animal salvaje, ellos eran sumamente letales e
imprevisibles.
–Oh Dios –suspiró Minho, –no me digas que son Slayers
–Eso depende a quién le preguntes.
–¿Qué quieres decir?
-Los Arcadians les llamarían Slayers. Pero para sus
hermanos los Katagaria, ellos son Strati.
Minho frunció el ceño.
–¿Strati que significa eso?
–Ese es el término correcto para soldados Katagaria. Los
Slayers matan indiscriminadamente a quien se cruza en su camino. Los Strati
matan sobre todo para protegerse a sí mismos, a su manada, y a su territorio.
–¿Entonces, ellos pertenecen a aquí?
Shindong sacudió
su cabeza mientras los dos lobos se acercaban. Ellos redujeron la marcha cuando
lo vieron.
–Shindong –dijo Kevin, parándose delante de
él–. Ha pasado mucho tiempo.
Shindong saludó
con la cabeza. Habían pasado al menos un par de cientos de años desde que los
había visto la última vez. Ellos habían estado escapando de Arcadianos humanos
que cazaban especies únicas a través del tiempo. Los dos hermanos habían estado
tratando de encontrar un lugar seguro donde esconder a su hermana de sus
enemigos.
Kevin era el mayor de los dos hermanos; tenía su largo
cabello marrón oscuro con reflejos rojizos. Sus ojos salvajes nunca omitían
nada. Hyungsik era aproximadamente unos tres centímetros más alto que Kevin y
tenía el cabello corto negro y ojos color avellana. Uno u otro era peligroso
solo, juntos...
eran condenadamente invencibles.
–Kevin. Hyungsik –dijo Shindong , inclinando su cabeza a
modo de saludo a cada uno de ellos–.¿Qué los trae a Nueva Orleans?
Kevin echó una mirada desconfiada a Minho, después debió
haber decidido que Minho no era amenaza.
–Estamos buscando una guarida.
Shindong hizo una
mueca ante el término, que significaba que los lobos Katagaria tenían una
jauría aquí, y planeaban instalarse en Nueva Orleans por un tiempo.
–Esa es una verdadera mala idea. Es Mardi Gras y tenemos
a muchos Daimons que vienen a las celebraciones. Ustedes tienen que tomar a su
manada...
–No podemos –dijo Kevin, cortándolo–. Tenemos a seis
hembras en nuestro grupo a punto de dar a
luz.
–Y a otra que dio a luz esta mañana –añadió Hyungsik–.
Sabes como son nuestras leyes. Estaremos aquí hasta que nuestros cachorros
hayan crecido lo suficiente como para poder viajar.
Esto se estaba poniendo mejor y mejor. Katagarias
embarazadas eran imanes para los Daimons debido a la fuerza de sus almas y a
los poderes psíquicos que traían los nacimientos. Sin mencionar el hecho que
Nueva Orleans era el hogar de tres grupos de Arcadianos a los que nada les
gustaría más que reclamar las pieles de Kevin y Hyungsik.
–¿Ustedes saben que hay tres grupos de Centinelas
Arcadianos aquí? –preguntó Shindong . Los ojos de Kevin se oscurecieron
amenazadoramente.
–Entonces mejor les dices que se mantengan alejados.
Tenemos jóvenes, y si los agarro en las cercanías de nuestra guarida, los
rasgaré en pedazos.
Shindong suspiró y
se habría reído por lo absurdo de lo que tenía que enfrentar, pero no estaba
enfermo. Este solamente no era su día.
Él tenía una diosa ardiente, excitada y enfurecida con él
para lidiar. Un celta que estaba perdido en acción. Un general romano en una
ciudad con tres hombres que querían destriparlo. Un Dark Hunter incontrolable
que la policía buscaba por asesinato. Y ahora una manada de lobos Katagaria a
punto de tener siete cachorritos directamente en el corazón de sus enemigos.
Sí, estaba bien ser responsable...
Minho olió el aire y miró alrededor.
–¿Qué es eso? ¿Huelo a kimchi?
Kevin y Hyungsik se pusieron rígidos cuando Minho se les
acercó. A pesar de que Kevin gruñía por lo bajo, Minho retiró una esquina del
abrigo de Kevin para mostrar un brillante envase rosado que él había escondido
en su mano izquierda.
–¿Qué es esto? –preguntó Minho.
-Kimchi –dijo Kevin, su voz baja y grave.
–¿Desde cuándo los Were-wolves comen kimchi?
Shindong se
encogió ante la pregunta de Minho. Hyungsik embistió a Minho, pero Shindong lo agarró y lo hizo retroceder antes de que
pudiera alcanzar la garganta de Minho.
–No somos Were-wolves, chico-ganado –gruñó Hyungsik–.
Somos lobos. Punto.
Minho pareció pasmado por el insulto.
–¿Chico-ganado?
–Término del slang –explicó Shindong –. Proviene del hecho que
ellos ven a la gente como su alimento.
Minho dio un paso atrás.
–¿Envases rosados, eh? –preguntó Shindong , divertido por
la idea. No escondían nada asombroso. Kevin pasó su amenazante mirada de Minho
a él.
–Yewoon tenía antojo de kimchi. Y ella lo quería de éste
restaurante en especial, de ningún lado más.
Shindong sintió
que las comisuras de sus labios se movían nerviosamente.
–No puedo creer que te tomaras estas molestias por tu
hermana.
Hyungsik resopló.
–Bien, recuerda, el término “perra” fue inventado para
nuestras hembras.
Kevin le gruñó.
–Ella es de nuestra sangre, Hyungsik. Muestra respeto.
Los ojos Hyungsik llamearon, pero él inclinó su cabeza en
signo de sumisión a su hermano mayor. Kevin dio el envase rosado a Hyungsik,
luego sacó una lapicera de su bolsillo y anotó un número. Se lo dio a Shindong .
–Este es el número de celular. Si necesitas ayuda con los
Daimons, me avisas. Tenemos una docena de Strati en nuestra manada y la última
cosa que queremos son Daimons olisqueando alrededor de nuestras hembras y
cachorros.
Shindong tomó el
número y se lo puso en su bolsillo. Apenas lo había guardado cuando vio que el
resto de los Strati se acercaba. Se movían sigilosamente, doblando la esquina
de la calle como una manada de perros salvajes. Alineados en abanico y vestidos
de negro, se parecían mucho más a los asesinos letales que ellos eran. Todo el
mundo en la calle escapaba rápidamente de ellos, y los miraba nerviosamente.
Demasiados para ser discretos. Pero claro, los
Were-Hunters nunca se habían preocupado sobre quien o que conociera su
existencia. Si alguien les daba un problema, terminaba como su almuerzo.
Los Strati rodearon a él y a Minho.
–Dark Hunter –gruñó Heejun. Parado igualaba a Shindong en altura, era el líder de los Strati y el
enemigo mortal de Kevin. Los dos habían luchado juntos cuando fue necesario,
pero por lo demás, no se soportan el uno al otro–. Que es estas haciendo con
nuestros filos.
Shindong notó la
forma en que los labios de Heejun se curvaba cuando usó el término afectuoso
para los machos de la manada. No había ningún cariño perdido entre Kevin y Hyungsik
y sus compañeros de manada. De todos modos, Shindong era un extraño y la manada siempre se
presentaba unida ante cualquier extraño.
–Estaba compartiendo información –dijo. Heejun estrechó
sus ojos sobre Kevin. –¿Conseguiste nuestras provisiones?
Kevin resopló mientras echaba un vistazo a Minho.
–Es un triste día cuando el ganado puede olerlo y tu no
puedes.
Heejun comenzó a atacar, pero la mirada acerada en la
cara de Kevin detuvo al hombre mayor.
Heejun era el líder debido a su edad y experiencia. Kevin
era el subordinado sólo porque no lo había desafiado aún. Si Kevin alguna vez
decidiera desafiar a Heejun por la supremacía, no había duda de quién ganaría.
–Hasta luego –le dijo Heejun a Shindong antes de alejarse con los Strati. Kevin y Hyungsik
se quedaron.
–Usa el número si nos necesitas, Shindong –dijo Kevin.
Shindong saludó
con la cabeza. Ellos se unieron al resto de la manada y se montaron en sus
motocicletas que habían estacionado sobre la calle detrás de ellos. Shindong no se movió hasta que estuvieron fuera de su
vista.
–¿Es un grupo de gente espantosa, verdad?
–No, Minho –dijo despacio Shindong –. Ellos no son gente.
Son animales. Ellos pueden caminar en forma humana durante un tiempo corto,
pero al final de día, son todos lobos.
Su teléfono celular sonó.
Shindong lo
contestó. Era Kyuhyun, su voz llena de dolor y rabia.
–Necesito tu ayuda, T-Rex. Estoy en el Club Vampire. Se
llevaron a Sungmin.
–¿Quién se llevó a Sungmin?
–El dios celta, Camulus. Tan pronto como el sol se ponga voy
detrás de él.
Yo no quisiera por ningún motivo ser Shindong en este momento, las cosas está muy complicadas, es como si todo pudiera explotar en cualquier momento. Claro que a pesar de todo no pude evitar reírme con lo del camarero y luego con la mamá de MinHo, tratando a Shindong como un pequeño.
ResponderEliminarLa parte final me dejó intrigada y preocupada, cómo es que ahora KyuHyun si pudo comunicarse con Shindong, porque este sí es el Shindong real, y que va hacer este para poder ayudar con la desaparición de SungMin, porque KyuHyun no se va a quedar así >_<
Gracias por el cap ^^
La verdad... No entendí ni forro~
ResponderEliminar.___.
Tantos términos, nunca antrs vistos ni oídos ~
Pero bueno!!!
Por que rayos nadie ayuda a Kyu!!!!
Y Min!????
Ahhhh Nooooo
Dios....yesung recluido....gente llegando....min secuestrado...kyu desesperado...a Minho lo manda a decirle a kangin lo de siwon....dioses malos haciendo de las suyas....gente haciendose pasar por otra....esto se esta poniendo bueno,pero con l as incognitas que hay,ya no se sabe para donde ir
ResponderEliminarKyuhyun pidiendo ayuda...tienen que ayudarlo,capaz y se va solo a buscar a Min