Soulmate (DH3)- 14




Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando Minho dio la vuelta la esquina de Pedestrian Mall y vio a Shindong parado fuera del Café de la Esquina, esperándolo. El atlante se apoyaba contra la pared de ladrillo rojos con sus brazos doblados sobre su pecho y una pierna flexionada y apoyada contra la pared de una forma que parecía despreocupada, y aún así Minho sabía que podría lanzarse a la acción ante la más leve provocación.

Vestido con pantalones negros de cuero, una camiseta negra, y un abrigo largo, estilo Pirata colonial, Shindong miraba a los turistas que caminaban alrededor de él.

Una aura letal, oscura, lo rodeaba. Un aura como la de un depredador salvaje que era a la vez grácil y atractiva de contemplar, pero que le deja saber a una persona que en cualquier momento puede terminar siendo su almuerzo.

Nadie podía estar seguro de cómo acercarse al Dark Hunter más antiguo y la mayoría de la gente lo trataba como si fuera una visita al dentista.

Con toda honestidad Minho sentía pena por él. Debía ser difícil de ejercer tanto poder y no tener nadie en quien confiar. Shindong mantenía una gran distancia entre él y cualquiera que se le acercara, tanto física como mentalmente.

Minho intentaba tratarlo como a cualquier otro tipo con el que tenía trato y sospechaba que a Shindong  le gustaba eso. Al menos parecía más relajado cerca de Minho que de cualquiera de los otros Cazadores o Escuderos.

–¡Mira, Mami, un gigante!.

Minho acortó la distancia entre ellos.

–Sabes, si te vistieras un poco menos aterrador, la gente no podría hacerte esto.

Shindong le dirigió una sonrisa sardónica.

–Confía en mí, Minho, no es la ropa.

Minho notó que Shindong se había cambiado el color del cabello. Otra vez. Esta mañana cuando había estado con Kangin, había sido púrpura.

–¿Volvemos al pelo negro, eh?

–¿Volvemos a ser molesto, eh? –dijo mofándose. Minho se rió.

Shindong se apartó de la pared y recogió su mochila negra del piso. Minho sabía que nunca la dejaba y él siempre había estado curioso sobre qué contendría. Sin embargo, él no era lo bastante suicida para tratar de averiguarlo.  El atlante cuidaba ese bolso como una joya atesorada.

–¿Entonces, cómo fue tu examen? –preguntó Shindong.

–Para la mierda. Yo podría haber usado mi comunicador microscópico de dos vías contigo. Estoy tomando Civilización Clásica Griega con Lee Hyukjae y me pateó el trasero. Ese hombre es un instructor duro como un taladro.

–Sí, nunca fue partidario del nepotismo.

Minho inclinó su cabeza hacia el restaurante, que estaba sólo medio lleno.

–¿Te importa si como mientras tenemos esta reunión? Me saltee el almuerzo para estudiar y ahora tengo hambre.

–Seguro.

El más viejo y corpulento de los camareros, se acercó a ellos.

–¿Qué les puedo servir? –preguntó con una voz profunda y ronca.

–Déme una Bud Light –dijo Minho.

El camarero asintió con la cabeza,

–¿Y usted?

–Lo mismo.

El camarero estrechó sus ojos y le echó a Shindong una exhaustiva mirada. Minho apretó los dientes para evitar sonreír. Él sabía lo que se venía antes de que el camarero hablara.

–¿Tienes tu identificación, muchacho? –le preguntó.

Minho se rió.

Shindong le dio una patada al taburete de Minho mientras buscaba su identificación falsa en su bolsillo trasero y se la daba al camarero que la estudió con mucho cuidado.

–No te ofendas –dijo el camarero por fin–, pero con esos lentes de sol puestos no puedo constatar si este eres tú o no. Si quieres una cerveza, muchacho, tendrás que quitártelos.

Un músculo en su mandíbula se contrajo, cuando se quitó sus lentes de sol. El camarero aclaró su garganta tan pronto como vislumbró el misterioso color plata.

–Hombre, lo siento. No me di cuenta que eras ciego. Aquí está tu identificación.

Minho se rió aún más fuerte cuando el camarero tomó la mano de Shindong con la suya y le puso el carnet de identidad en ella. Shindong era el único Dark Hunter que había conseguido un documento.

Cuando el camarero se fue, Minho no pudo evitar bromear.

–¿Entonces eso es lo que te hace visiblemente desafiante?

–No –dijo, Shindong poniendo su carnet en su bolsillo–, pero si no me dejas tranquilo, voy a hacer que respires mal.

Minho se puso serio. Lentamente.

–Lo siento, pero es gracioso como el infierno. Me gusta la identificación que te hicieron. Nacido en 1980. Sí, correcto. ¿Cuál es realmente el año en que naciste, de todos modos?

Shindong  frotó su frente.

–9548 A.C

–¡Uauuu!, –Minho respiró, impresionado por la fecha. Él sabía que Shindong  era viejo, pero esta era la primera vez que le había dicho el año exacto–. Realmente eres más viejo que la mugre.

El camarero volvió con sus cervezas.

–¿Comen algo? –preguntó el camarero.

Minho ordenó frijoles rojos y arroz, luego volvió a su conversación cuando el camarero se fue otra vez.

–¿Qué edad te da eso?

Shindong  tomó un sorbo de la cerveza antes de la contestar.

–Once mil quinientos cincuenta y un años, y sí, siento cada día de ellos.

–Wow, no tenía ni idea. Infierno, yo no sabía ni que teníamos gente hace tanto.

–Sí, yo era la parte del equipo original de Base que trabajó en la cantera subido a los dinosaurios y corría con los Picapiedras. Pablo Mármol era bajo, pero jugaba bien a las petro-canicas.

Minho resopló, luego se rió. Realmente le gustaba Shindong  aunque el tipo fuera sumamente extraño.

–¿Entonces, por qué estoy aquí?

–Quise hablar contigo en un lugar donde supiera que Kangin no podía oírnos por casualidad.

–¿Bien, por qué?

Antes que Shindong  pudiera contestar, una morena alta con largas y esculturales piernas y usando una falda negra muy corta se acercó a la barra al lado de ellos. Ella le echó un desinteresado vistazo a Minho, después colocó su elegante y manicurada mano contra el pecho de Shindong , se paró en puntas de pie y susurró en el oído de Shindong .

Él le dirigió una sonrisa amable.

–Lo aprecio, amor, pero estoy involucrado con alguien.

La morena puso mala cara y dirigió a Shindong  una evaluativa mirada.

–Si cambias de opinión, avisa. Lo prometo, no muerdo.

–Bien, pero yo si –dijo Shindong  por lo bajo mientras ella se iba alejaba contoneándose.

Minho no estaba seguro de lo que había oído, entonces decidió no hacer caso sobre lo que Shindong  comentó por lo bajo mientras el camarero traía su comida.

–Sabes –le dijo a Shindong –, esto no es justo. No entiendo cómo es que vestido como un punk, todavía te desean.

Shindong  giró su cabeza y le dirigió una sonrisa satisfecha y divertida,

–Cuando lo tienes, lo tienes.

–Sí, pero es particularmente molesto para aquellos de nosotros que lo queremos. Lo último que querrías es estar en mi lugar. –Minho tomó un bocado de comida–.¿Con quién estás involucrado de todos modos?

Shindong  no contestó. Él nunca lo hacía.

–De nuevo a nuestro asunto. La razón por la que estás aquí es porque necesito tu ayuda para avisarle a Kangin que Siwon está en Nueva Orleans.

Minho se ahogó con el pan.

–¡Oh, infiernos!.

–Minho, esto es serio. Tarde o temprano ellos se cruzarán y quiero que tanto él como Hyukjae estén preparados para ello. Si, Zeus no lo permita, uno de ellos mata a Won, Artemisa tendrá rienda suelta para ir después tras ellos. No quiero ver como uno de ellos sufre o muere. Ellos tienen esposos y niños que los necesitan.

Minho limpió su boca y tragó.

–¿Qué quieres que haga?

–Quiero que me apoyes. Ayúdame a convencer a Kangin que no tiene que buscar venganza sobre Siwon.

Minho soltó un suspiro cansado mientras pasaba su tenedor de plástico por los frijoles. Eso era algo mucho más fácil de decir que de hacer.

–Pides mucho de mí, Shindong . Personalmente, me gustaría ayudarle a golpear a ese arrogante bastardo de mierda.

–¡Choi Minho, cuida tu lenguaje!

Minho se sacudió ante el sonido de la melódica voz canjún de su madre. Ella estaba de pie detrás de él con la expresión en su cara de “Minho estás en problemas". A los cuarenta, ella parecía mucho más joven y tenía su largo cabello rubio atado en un nudo. Vestida con vaqueros y un suéter azul, habría sido muy atractiva si no fuera su madre.

Shindong  se acercó la cerveza de Minho.

Su madre chasqueó su lengua hacia Shindong .

–Ahora no hagas nada por cubrirlo, Shindong . –Ella meneó su dedo hacia Minho–. ¿Estas conduciendo?

–No, Ma, estoy sentado.

–No te hagas el listo conmigo. Sabes lo que quiero decir.

Él le dirigió su sonrisa encantadora que por lo general funcionaba para salir del problema.

–Esta es mi primera, y no conduciré si tomo más.

Ella se dio vuelta hacia Shindong  con el mismo ceño maternal que lograba ser tanto irritado como cariñoso.

–¿Y tu? ¿Estás con esa motocicleta tuya?

–No, señora.

–¿Má –dijo Minho, enojado por su interrupción, –qué haces aquí?

–Yo iba a trabajar y los vi a los dos aquí. Solamente quise pararme y decirles hola ya que no iré a casa hasta tarde y tu saliste de la casa al amanecer sin siquiera saludarme –. Ella lo miró con una mirada herida. –¿No puede una madre pasar cinco minutos por día con su hijo sin ello sea considerado un delito?

Ahora se sentía completamente despreciable.

–Lo siento, Mamá. Tuve que hacer unas cosas para el trabajo esta mañana y quise tenerlas hechas así podía dedicar más tiempo a estudiar.

Ella agitó su pelo.

–Está bien, entiendo.

Entonces ella miró a Shindong  de arriba a abajo, abrió su abrigo y suspiró con preocupación.

–Juro que estás más delgado que la última vez que te vi. –Ella hizo señas al camarero y ordenó frijoles rojos y arroz para Shindong –.¿Quieres algo más? –le preguntó.

–No, gracias.

Ella agitó su dedo hacia Shindong .

–¿Vas a comer todo, de acuerdo?

–Sí, señora.

Minho apretó sus labios para impedir reírse de Shindong  y de su mamá tratando de hacer de madre de un guerrero de once mil años. Sólo ella tendría aquella clase de descaro.

–Mamá, él no necesita que lo trates como un bebé.

Ella acomodó el cuello del abrigo de Shindong y lo alisó con su mano.

–Confía en mí, Minho, él necesita que alguien lo cuide como yo hago contigo. Ustedes los muchachos piensan que ya son adultos y están listos para tomar el mundo.

Si ella sólo supiera...

–Ahora –siguió ella– ¿por qué no traes a Shindong  al Empire esta noche y me dejas hacerle un mantecado de fresa y picadillo estilo Cajún para poner un poco de carne en esos flacos huesos? Tu puedes estudiar en el cuarto trasero si lo necesitas y él me hará compañía mientras trabajo.

Su madre nunca aceptaría el hecho de que él ya hubiera crecido. Para ella, él siempre tendría cinco años y necesitaba que ella lo cuidara. De todos modos, amaba a su madre.

–Sí, está bien. Si no tengo que trabajar, me pasaré por allí.

–Buen muchacho. –Ella metió la mano en su monedero y sacó dos billetes de a veinte, luego se los dio a Shindong . –Puedes pagar por los frijoles rojos y el arroz con esto, y si toman otra cerveza, mejor tu también te tomas un taxi a casa. ¿Me entiendes?.

–Lo haré, Señora Choi –dijo Shindong  cuando tomó el dinero–. Gracias.

Ella sonrió, luego besó a Minho en la mejilla y apretó el antebrazo de Shindong .

–Ustedes chicos, se comportan y traten de mantenerse lejos de los problemas.

Minho asintió.

–Lo haremos.

Una vez que ella se fue, Minho se volvió hacia Shindong .

–Hombre, lo siento. Gracias por ser tan buena onda con ella.

–Minho, nunca pidas perdón por tu madre. Solamente siéntete condenadamente agradecido por tenerla. –Shindong  le dio los cuarenta dólares.

–Cree que lo estoy –dijo Minho mientras los guardaba en el bolsillo.

Él sonrió pensando en su cariñosa madre. Ella siempre tenía la insana necesidad de ser la madre todo el mundo, pero había sido echada de la casa de su padre a la edad de quince años cuando se enteraron que estaba embarazada de él. Por eso sentía afinidad con aquellos que ella pensaba que habían sido abandonados o descuidados en su juventud. El camarero volvió con los frijoles rojos y el arroz de Shindong .

Shindong  los miró y luego miró a Minho, deslizándoselos.

–Espero que estés hambriento.

Minho lo estaba, pero dos órdenes era más de lo que hasta él podría manejar. De repente, se dio cuenta que nunca había visto a Shindong  comer.

–¿Alguna vez comes?

–Sí, pero lo que necesito no está en el menú.

No queriendo acosarlo, Minho frunció el ceño.

–¿Ahora que pienso en ello, por qué nos encontramos a la luz del día? ¿Cómo puede ser que estés a la luz del sol y no ardas en llamas?

–Soy especial.

–¿Ahhh, entonces estamos de vuelta con el tema visiblemente desafiante, eh?

Shindong  sacudió su cabeza. Cuando Shindong  levantó su cerveza, vio algo en la TV con la esquina de su ojo. Girando su cabeza, él sintió que todo su cuerpo se paralizaba por la incredulidad cuando vio una foto de Yesung en la primera edición de noticias.

Un camarero levantó el sonido.

“... se cree que puede ser el mismo hombre que asesinó a una mujer en el Distrito Warehouse la noche pasada... “

Minho maldijo.

–¿Es quién pienso que es?

Shindong  sólo pudo asentir mientras miraba las imagines que la cámara web había capturado la lucha de Yesung con los Daimons y la llegada de la policía.

“ ... el departamento de policía ofrece una recompensa por cualquier información sobre el sospechoso...”

Minho y Shindong  maldijeron al unísono cuando mostraron un perfecto identikit de la cara de Yesung.

–Estamos jodidos –dijo Minho con un suspiro.

–Jodidos bien jodidos –gruñó Shindong . Él sacó su teléfono celular de su abrigo y dejó la barra para llamar a Yesung. Lo último que necesitaba era que alguien oyera por casualidad esta particular conversación.

Minho lo siguió afuera.

–¿Qué vamos a hacer?

Shindong  golpeó el botón de anular.

–Su teléfono está desconectado. Todavía debe estar dormido.

–¿Estás ignorando mi pregunta o no la oíste?

–Si te oí, Minho. No sé. Tenemos que mantenerlo escondido. Con esas fotos, está condenado.

–¿Podrás manejarlo?

–No sé. Mis poderes son dudosos con la electrónica moderna. Lo mejor que puedo hacer es volarlos... –. Su voz se apagó mientras veía algo aún más vomitivo que la cara de Yesung en las noticias.

Shindong  soltó un disgustado suspiro y levantó la mirada hacia el cielo que se oscurecía.

–¿Estás aburrida allá arriba, Artie, o qué?

–¿Huh? ¿Qué pasa?

Shindong  inclinó su cabeza hacia las dos figuras que se dirigían directamente hacia ellos por Charles Street. Casi iguales a él en altura, los hermanos se movían como dos peligrosos depredadores, despacio, rítmicamente. Ellos miraron a la izquierda y a la derecha, evaluando a cada persona que pasaba como midiéndolos como oponentes, conquistas o víctimas. Vestidos de negro, ambos llevaban puestos largos abrigos de cuero que se arremolinaban alrededor de sus botas de motorista. Cada uno de ellos tenía una mano puesta en los pliegues del abrigo como si ocultaran un arma.

Oh sí, esos dos eran las criaturas más peligrosas que jamás hubiera conocido Shindong . Más porque podrían matar a alguien que los amenazara sin un momento de vacilación.

–¿Quién dejó a los perros sueltos? –gruñó Shindong . Minho frunció el ceño.

–¿Qué?

–Tenemos a dos miembros de los Katagaria llegando –le explicó a Minho.

Los Katagaria eran animales que podrían tomar la forma humana y pasar por la sociedad para conseguir a sus víctimas o algo más que ansiaran. Como cualquier otro animal salvaje, ellos eran sumamente letales e imprevisibles.

–Oh Dios –suspiró Minho, –no me digas que son Slayers

–Eso depende a quién le preguntes.

–¿Qué quieres decir?

-Los Arcadians les llamarían Slayers. Pero para sus hermanos los Katagaria, ellos son Strati.

Minho frunció el ceño.

–¿Strati que significa eso?

–Ese es el término correcto para soldados Katagaria. Los Slayers matan indiscriminadamente a quien se cruza en su camino. Los Strati matan sobre todo para protegerse a sí mismos, a su manada, y a su territorio.

–¿Entonces, ellos pertenecen a aquí?

Shindong  sacudió su cabeza mientras los dos lobos se acercaban. Ellos redujeron la marcha cuando lo vieron.

–Shindong –dijo Kevin, parándose delante de él–. Ha pasado mucho tiempo.

Shindong  saludó con la cabeza. Habían pasado al menos un par de cientos de años desde que los había visto la última vez. Ellos habían estado escapando de Arcadianos humanos que cazaban especies únicas a través del tiempo. Los dos hermanos habían estado tratando de encontrar un lugar seguro donde esconder a su hermana de sus enemigos.

Kevin era el mayor de los dos hermanos; tenía su largo cabello marrón oscuro con reflejos rojizos. Sus ojos salvajes nunca omitían nada. Hyungsik era aproximadamente unos tres centímetros más alto que Kevin y tenía el cabello corto negro y ojos color avellana. Uno u otro era peligroso solo, juntos...
eran condenadamente invencibles.

–Kevin. Hyungsik –dijo Shindong , inclinando su cabeza a modo de saludo a cada uno de ellos–.¿Qué los trae a Nueva Orleans?

Kevin echó una mirada desconfiada a Minho, después debió haber decidido que Minho no era amenaza.

–Estamos buscando una guarida.

Shindong  hizo una mueca ante el término, que significaba que los lobos Katagaria tenían una jauría aquí, y planeaban instalarse en Nueva Orleans por un tiempo.

–Esa es una verdadera mala idea. Es Mardi Gras y tenemos a muchos Daimons que vienen a las celebraciones. Ustedes tienen que tomar a su manada...

–No podemos –dijo Kevin, cortándolo–. Tenemos a seis hembras en nuestro grupo a punto de dar a
luz.

–Y a otra que dio a luz esta mañana –añadió Hyungsik–. Sabes como son nuestras leyes. Estaremos aquí hasta que nuestros cachorros hayan crecido lo suficiente como para poder viajar.

Esto se estaba poniendo mejor y mejor. Katagarias embarazadas eran imanes para los Daimons debido a la fuerza de sus almas y a los poderes psíquicos que traían los nacimientos. Sin mencionar el hecho que Nueva Orleans era el hogar de tres grupos de Arcadianos a los que nada les gustaría más que reclamar las pieles de Kevin y Hyungsik.

–¿Ustedes saben que hay tres grupos de Centinelas Arcadianos aquí? –preguntó Shindong . Los ojos de Kevin se oscurecieron amenazadoramente.

–Entonces mejor les dices que se mantengan alejados. Tenemos jóvenes, y si los agarro en las cercanías de nuestra guarida, los rasgaré en pedazos.

Shindong  suspiró y se habría reído por lo absurdo de lo que tenía que enfrentar, pero no estaba enfermo. Este solamente no era su día.

Él tenía una diosa ardiente, excitada y enfurecida con él para lidiar. Un celta que estaba perdido en acción. Un general romano en una ciudad con tres hombres que querían destriparlo. Un Dark Hunter incontrolable que la policía buscaba por asesinato. Y ahora una manada de lobos Katagaria a punto de tener siete cachorritos directamente en el corazón de sus enemigos.

Sí, estaba bien ser responsable...

Minho olió el aire y miró alrededor.

–¿Qué es eso? ¿Huelo a kimchi?

Kevin y Hyungsik se pusieron rígidos cuando Minho se les acercó. A pesar de que Kevin gruñía por lo bajo, Minho retiró una esquina del abrigo de Kevin para mostrar un brillante envase rosado que él había escondido en su mano izquierda.

–¿Qué es esto? –preguntó Minho.

-Kimchi –dijo Kevin, su voz baja y grave.

–¿Desde cuándo los Were-wolves comen kimchi?

Shindong  se encogió ante la pregunta de Minho. Hyungsik embistió a Minho, pero Shindong  lo agarró y lo hizo retroceder antes de que pudiera alcanzar la garganta de Minho.

–No somos Were-wolves, chico-ganado –gruñó Hyungsik–. Somos lobos. Punto.

Minho pareció pasmado por el insulto.

–¿Chico-ganado?

–Término del slang  –explicó Shindong –. Proviene del hecho que ellos ven a la gente como su alimento.

Minho dio un paso atrás.

–¿Envases rosados, eh? –preguntó Shindong , divertido por la idea. No escondían nada asombroso. Kevin pasó su amenazante mirada de Minho a él.

–Yewoon tenía antojo de kimchi. Y ella lo quería de éste restaurante en especial, de ningún lado más.

Shindong  sintió que las comisuras de sus labios se movían nerviosamente.

–No puedo creer que te tomaras estas molestias por tu hermana.

Hyungsik resopló.

–Bien, recuerda, el término “perra” fue inventado para nuestras hembras.

Kevin le gruñó.

–Ella es de nuestra sangre, Hyungsik. Muestra respeto.

Los ojos Hyungsik llamearon, pero él inclinó su cabeza en signo de sumisión a su hermano mayor. Kevin dio el envase rosado a Hyungsik, luego sacó una lapicera de su bolsillo y anotó un número. Se lo dio a Shindong .

–Este es el número de celular. Si necesitas ayuda con los Daimons, me avisas. Tenemos una docena de Strati en nuestra manada y la última cosa que queremos son Daimons olisqueando alrededor de nuestras hembras y cachorros.

Shindong  tomó el número y se lo puso en su bolsillo. Apenas lo había guardado cuando vio que el resto de los Strati se acercaba. Se movían sigilosamente, doblando la esquina de la calle como una manada de perros salvajes. Alineados en abanico y vestidos de negro, se parecían mucho más a los asesinos letales que ellos eran. Todo el mundo en la calle escapaba rápidamente de ellos, y los miraba nerviosamente.

Demasiados para ser discretos. Pero claro, los Were-Hunters nunca se habían preocupado sobre quien o que conociera su existencia. Si alguien les daba un problema, terminaba como su almuerzo.

Los Strati rodearon a él y a Minho.

–Dark Hunter –gruñó Heejun. Parado igualaba a Shindong  en altura, era el líder de los Strati y el enemigo mortal de Kevin. Los dos habían luchado juntos cuando fue necesario, pero por lo demás, no se soportan el uno al otro–. Que es estas haciendo con nuestros filos.

Shindong  notó la forma en que los labios de Heejun se curvaba cuando usó el término afectuoso para los machos de la manada. No había ningún cariño perdido entre Kevin y Hyungsik y sus compañeros de manada. De todos modos, Shindong  era un extraño y la manada siempre se presentaba unida ante cualquier extraño.

–Estaba compartiendo información –dijo. Heejun estrechó sus ojos sobre Kevin. –¿Conseguiste nuestras provisiones?

Kevin resopló mientras echaba un vistazo a Minho.

–Es un triste día cuando el ganado puede olerlo y tu no puedes.

Heejun comenzó a atacar, pero la mirada acerada en la cara de Kevin detuvo al hombre mayor.

Heejun era el líder debido a su edad y experiencia. Kevin era el subordinado sólo porque no lo había desafiado aún. Si Kevin alguna vez decidiera desafiar a Heejun por la supremacía, no había duda de quién ganaría.

–Hasta luego –le dijo Heejun a Shindong  antes de alejarse con los Strati. Kevin y Hyungsik se quedaron.

–Usa el número si nos necesitas, Shindong  –dijo Kevin.

Shindong  saludó con la cabeza. Ellos se unieron al resto de la manada y se montaron en sus motocicletas que habían estacionado sobre la calle detrás de ellos. Shindong  no se movió hasta que estuvieron fuera de su vista.

–¿Es un grupo de gente espantosa, verdad?

–No, Minho –dijo despacio Shindong –. Ellos no son gente. Son animales. Ellos pueden caminar en forma humana durante un tiempo corto, pero al final de día, son todos lobos.

Su teléfono celular sonó.

Shindong  lo contestó. Era Kyuhyun, su voz llena de dolor y rabia.

–Necesito tu ayuda, T-Rex. Estoy en el Club Vampire. Se llevaron a Sungmin.

–¿Quién se llevó a Sungmin?

–El dios celta, Camulus. Tan pronto como el sol se ponga voy detrás de él.



3 comentarios:

  1. Yo no quisiera por ningún motivo ser Shindong en este momento, las cosas está muy complicadas, es como si todo pudiera explotar en cualquier momento. Claro que a pesar de todo no pude evitar reírme con lo del camarero y luego con la mamá de MinHo, tratando a Shindong como un pequeño.

    La parte final me dejó intrigada y preocupada, cómo es que ahora KyuHyun si pudo comunicarse con Shindong, porque este sí es el Shindong real, y que va hacer este para poder ayudar con la desaparición de SungMin, porque KyuHyun no se va a quedar así >_<

    Gracias por el cap ^^

    ResponderEliminar
  2. La verdad... No entendí ni forro~
    .___.
    Tantos términos, nunca antrs vistos ni oídos ~
    Pero bueno!!!
    Por que rayos nadie ayuda a Kyu!!!!
    Y Min!????
    Ahhhh Nooooo

    ResponderEliminar
  3. Dios....yesung recluido....gente llegando....min secuestrado...kyu desesperado...a Minho lo manda a decirle a kangin lo de siwon....dioses malos haciendo de las suyas....gente haciendose pasar por otra....esto se esta poniendo bueno,pero con l as incognitas que hay,ya no se sabe para donde ir

    Kyuhyun pidiendo ayuda...tienen que ayudarlo,capaz y se va solo a buscar a Min

    ResponderEliminar

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...