Sungmin despertó con un sentimiento de cálida serenidad,
muy intensa en su corazón. Sintió el peso de Kyuhyun detrás y sonrió con
somnolencia.
Realmente no recordaba su sueño aparte del hecho que
había sido sobre Kyuhyun. Y lo había confortado.
Comprobó su reloj de pulsera y vio que ya era después del
mediodía. Debería estar trabajando en este momento, vendiendo sus artesanías en
la plaza. Pero tenía pocas ganas de salir de este futón. Dándose vuelta, se
acurrucó contra el cuerpo de Kyuhyun. Colocó su cabeza en su hombro y trazó el
tatuaje de su pecho. Era tan cálido y atractivo.
–Es bueno tenerte en casa, amor –le murmuró esas palabras
a él en un lenguaje que sólo había oído una vez antes, anoche, cuándo habían
estado haciendo el amor, pero le entendió.
Levantó la cabeza y se percató que él aun dormía como un
tronco.
–¿Kyu?
Sus ojos se abrieron rápidamente. Le frunció el ceño.
–¿Necesitas algo? –Sungmin sacudió la cabeza.
Mientras él yacía allí, de espaldas, vio algo en su
imaginación. Era como un recuerdo vago de la infancia.
Vio a Kyuhyun como un joven adolescente, acostado encima
de una mesa grande de piedra. Había otras piedras monolíticas alrededor de él,
formando algo que vagamente le recordaron a Stonehenge . Kyuhyun yacía sobre su
estómago, sus brazos bajo su cabeza, mientras un hombre alto, de pelo oscuro se
inclinaba sobre él. Las ropas negras del hombre se ondularon mientras golpeaba
a Kyuhyun con un látigo deshilachado. Kyuhyun le miraba directamente a él, sus
ojos brillando con lágrimas no derramadas mientras su mandíbula se mantenía
firmemente cerrada.
«Encuéntrame más tarde». Le dijo silenciosamente y él
asintió. Sungmin se echó hacia atrás, alarmado.
Su sueño regresaba a él, gateó de la cama y agarró el
teléfono celular de Kyuhyun, luego llamó a su madre. Dio un paso fuera de la
puerta de la cabaña a fin de que Kyuhyun no pudiera oír su conversación.
–¿Sungmin? –preguntó su madre tan pronto como reconoció
la voz de Sungmin–.¿Dónde estás? Tu hermano dijo que desapareciste
completamente anoche, sin llamar.
–Lo siento, mamá. Me conoces. Me distraje y me olvidé de
llamar. Oye, necesito saber algo. ¿Recuerdas hace unos años atrás, cuándo tú y
la abuela, hicieron esa cosa de regresión a vidas pasadas en mí?
–¿Sí?
–Recuerdo que ustedes me dijeron que era un celta
antiguo, ¿Cierto?
–Sí.
–¿Recuerdas cualquier cosa más específica que eso?
–No, no realmente. Tendría que llamar a mamá y ver si
ella recuerda. Conociéndola, seguro. ¿Por qué? Suenas aterrorizado.
–Estoy aterrorizado. Estoy teniendo una escena
retrospectiva extravagante. No sé a quien más llamar. Es muy, muy rara.
–¿Estás con él?
–Kyuhyun, mamá, su nombre es Kyuhyun. Y sí, lo estoy.
–¿Piensas que lo conociste en una vida pasada?
Sungmin miró la puerta y tragó.
–¿Honestamente mamá?; pienso que estuve casado con él.
Justo después de la puesta de sol, Shindong llamó a la
puerta de Yesung. Había pasado la mayor parte del día con Artemisa, discutiendo
lo que debería hacerse, ahora que las autoridades humanas estaban buscando a Yesung.
Aún podía ver a Artemisa descansando despreocupadamente, sobre su trono de
almohadones blancos, su bella cara completamente desinteresada.
–Ya te dije, Shindong, mátalo. Sólo tú estás ciego sobre
el carácter del hombre. Es por eso que lo quise en Nueva Orleáns, en primer
lugar. Quería que vieras de primera mano que tan cerca del final está.
Shindong se
rehusaba a creerle. Él, mejor que nadie, entendía el problema de Yesung. La
necesidad de dar el primer golpe antes de que te golpearan. Así es que había
negociado con Artemisa por más tiempo, para que Yesung probara a la diosa que
no era ningún animal rabioso que necesitara una muerte piadosa.
Pero cómo odiaba negociar con ella por cualquier cosa,
aún así no iba a firmar la orden de ejecución de Yesung. Todavía no. No
mientras hubiera esperanza.
Golpeó otra vez. Más duro. Si Yesung dormía arriba, tal
vez no lo podía oír. La puerta se abrió lentamente.
Shin entró, sus ojos instantáneamente se ajustaron a la
oscuridad total. Cerró la puerta con un empuje mental y extendió sus sentidos.
Yesung estaba en la sala estar a su izquierda.
El ex esclavo había tenido el descuido de no prender la
calefacción así es que en la casa hacía un frío glacial. Pero bueno, Yesung
estaba tan acostumbrado a las temperaturas bajo cero de Alaska.
Dirigiéndose hacia la sala de estar, Shin se detuvo al
ver a Yesung descansando sobre el piso, al lado del sofá victoriano. Parecía
estar dormido, pero sabía que no lo estaba. Los sentidos de Yesung eran tan
afilados como los de él y el ex esclavo nunca dejaría entrar a nadie a su área
de descanso sin estar completamente alerta y en condición de atacar.
Shindong dejó que su mirada vagara por la espalda desnuda
de Yesung. En la parte inferior de su columna vertebral había un dragón muy
estilizado. Era la única marca en su espalda, pero recordaba una época, cuando
la carne de Yesung había estado cubierta de cicatrices tan profundas que él realmente
se había sobresaltado la primera vez que las había visto.
Había sido el chivo expiatorio de la familia de Siwon, Yesung
había crecido pagando el precio, cada vez que Siwon o sus hermanos habían
cruzado la línea.
Las cicatrices no habían estado solamente en su espalda.
Habían estado en sus piernas, pecho, brazos, y cara. Una cicatriz en su cara,
sobre su ojo izquierdo cegado, había sido tan severa que Yesung apenas había
podido abrir el ojo. La cicatriz en la mejilla debajo de ese ojo le había dado
a su cara una apariencia torcida y deformada. Durante su vida humana, Yesung
había caminado con una pronunciada cojera y su brazo derecho apenas había
funcionado.
Al principio cuando había cruzado al otro lado y se había
convertido en un Dark Hunter, Yesung no había sido capaz de enfrentar la mirada
de Shindong. Había clavado los ojos en el piso, encogiéndose de miedo cada vez
que Shin se movía.
Normalmente, les daba la opción, a los Dark Hunter de
mantener sus cicatrices físicas o eliminarlas. En el caso de Yesung, no había
preguntado. El cuerpo de Yesung había estado tan dañado que las había borrado
inmediatamente
Su segundo curso de acción había sido enseñarle a
contraatacar.
Y contraatacar fue lo que hizo. Cuando hubo terminado su
entrenamiento, Yesung había desatado una furia tan fuerte que le daba poderes
increíbles. Desgraciadamente, también hacía al hombre incontrolable.
–¿Vas a seguir mirándome, Gran Shindong, o estás listo
para sermonearme otra vez?
Shindong suspiró. Yesung aún no se había movido. Yacía de
espaldas hacia él, su brazo debajo de la cabeza.
–¿Qué quieres que te diga, Y? Sabías bien lo de atacar a
un policía. No digamos a tres de ellos.
–¿Y qué? ¿Se suponía que debía dejarlos agarrarme y que
me llevaran a la cárcel donde pudiera esperar la salida del sol, en una celda?
Él ignoró el rencor de Yesung.
–¿Que sucedió?
–Me vieron matar a los Daimons y trataron de
aprehenderme. Simplemente me protegí.
–Protegerte no requería darle a uno una contusión y un
par de costillas quebradas, y al otro una mandíbula rota.
Yesung giró parándose y lo miró.
–Lo que les pasó a ellos fue su culpa. Deberían haberse
echado atrás cuando se los dije.
Shindong le devolvió la mirada a Yesung. Yesung tenía la
habilidad de avivar su cólera aun más rápido que Artemisa.
–Demonios, Y, estoy cansado de recibir mierda de Artemisa
solo porque no puedes comportarte.
–¿Cuál es el problema, su alteza? ¿No puedes soportar una
crítica? Especulo que eso es lo que sucede cuando creces en la nobleza. Nunca
tienes que preocuparte de que te censuren por tu comportamiento. Todo el mundo
piensa que eres perfecto. Entretanto tienes libertad para retozar a través de
la vida. Dime, ¿qué te hizo un Dark Hunter? ¿Alguien te desgastó las botas y se
salió con la suya?
Shindong cerró los ojos y contó hasta veinte. Lentamente.
Sabía que diez nunca serían suficientes para calmarle. Yesung se inclinó con su
burla familiar. El ex esclavo siempre lo había odiado. Pero él no lo tomaba
como algo personal. Yesung odiaba a todo el mundo.
–Sé lo que piensas de mí, Gran Shindong. Sé cuánto te
compadeces de mí y no lo necesito. ¿Honestamente piensas que alguna vez voy a
olvidar la forma en que me miraste la primera noche que nos conocimos? Te
quedaste parado allí con espanto en tus ojos mientras tratabas de no
demostrármelo. Bueno, lograste tu buena obra. Limpiaste a tu niño abandonado y
lo hiciste todo bonito y saludable. Pero no pienses siquiera que eso significa
que por ello tengo que lamerte las botas o besarte el culo. Mis días de
esclavitud terminaron.
Shindong gruño por lo bajo mientras reprimía el deseo de
clavar al hombre contra la pared.
–No me empujes, Y. Soy lo único que está en medio de ti y
una existencia de muerte, tan mala que esta más allá de tu comprensión.
–Sigue adelante entonces. Mátame. ¿Piensas realmente que
me importa?.
No, no le importaba. Yesung había nacido con deseos de
muerte. Ambos, tanto el hombre mortal como el Dark Hunter. Pero él nunca más
mataría a un Dark Hunter y lo enviaría a la agonía de las sombras. Él sabía de
primera mano los horrores de esa existencia.
–Rasúrate esa barba de chivo, sácate el pendiente, y
mantén tu maldita garra oculta. Si eres listo, entonces te mantendrás lejos de
los policías.
–¿Es una orden?
Shindong usó sus poderes para levantar a Yesung del piso
y sostenerlo contra el cielo raso.
–Deja de empujar tu suerte, niño. Ya he tenido suficiente
contigo.
Yesung realmente se rió.
–¿Alguna vez has pensado en prestar servicio en
Disneylandia? Las personas pagarían una fortuna para ver este show.
Shindong gruñó más fuerte, dejando al descubierto sus
colmillos al insolente asno.
Era especialmente difícil intimidar a un hombre que no
tuviera en la vida nada que significara algo para él. Tratar con Yesung lo hacía
sentirse como un padre con un niño fuera de control.
Él sabía bien como molestar al Atlante. Shindong lo podía
extinguir en un latido si así lo decidía. Pero bueno, Shindong todavía se
mantenía humano. De hecho tenía compasión por otras personas, lo cual era una
debilidad que Yesung nunca había poseído. Nunca nadie alguna vez se había
preocupado por él así que ¿Por qué se debería preocupar él por otro?
–Kyuhyun patrullará alrededor de Canal, así que quiero
que tomes el área de Jackson Square hasta Esplanade.
–¿Algo más?
–Compórtate, Y. Por amor a Zeus, compórtate.
Compórtate.
Casi podía reírse de la orden.
No era su culpa que los problemas siempre iban
buscándolo. Pero tampoco era de los que los eludiera. Había aprendido hacía
mucho tiempo a soportar los golpes y su dolor.
Apretó los dientes mientras recordaba la noche pasada.
Había visto a los Daimons en la calle dirigiéndose al loft de Sungmin. Los
había oído hablando acerca de cómo intentaban dañarlo. Así es que los había
seguido, hasta que tuvo la posibilidad de pelear con ellos sin que nadie los
viera.
Lo siguiente que supo era que tenía cuatro heridas de
bala en su costado y un policía le gritaba que se quedara quieto.
Al principio, había tenido la intención de dejar que lo
arrestaran y luego llamar a Minho para que lo sacara bajo fianza, pero cuando
uno de los policías lo golpeó en la espalda, todas sus buenas intenciones se
habían ido directamente al infierno.
Sus días como chivo expiatorio habían terminado. Nadie lo
iba a tocar otra vez.
Sungmin se sentó afuera de la cabaña de Kyuhyun, para
trabajar en las pinturas que le habían encargado. Había estado afuera por
horas, tratando de entender porqué estaba aún con él en el pantano.
Por qué había venido aquí con él anoche en vez de haber
ido con su hermano.
Su revelación acerca de sus vidas juntas, en el pasado,
realmente la había sobreexcitado.
Había sido su pasivo esposo. Sungmin tembló. No quería
ser el esposo de nadie. Nunca más.
El matrimonio era una aventura perdedora para un joven o una
mujer. Su ex marido le había enseñado adecuadamente que los tipos no querían a
un esposo tanto como a una criada que los pudiera proveer de un golpe de sexo.
En un artista como él, su marido había visto el partido
perfecto. Se habían conocido en la escuela de bellas artes y se había enamorado
de la elegante y misteriosa distinción de él. En aquel momento de su vida, lo
había amado fervorosamente y no había podido imaginar un día sin él.
Pensó que eran dos gotas de agua que podrían labrar una
vida en conjunto que duraría el resto de sus vidas. Pero lo que quería era que
lo cuidara mientras él crecía como artista. Sus necesidades y sus deseos
siempre habían estado en el asiento trasero.
Su matrimonio había durado dos años, cuatro meses, y
veintidós días.
No todo había sido malo. Había disfrutado tener compañía
y alguien con quien compartir su vida, pero no quería volver a ser la
responsable de dónde alguien más había colocado sus calcetines; apenas podía
recordar dónde ponía los propios. Dejando caer sus proyectos y yendo a la
tienda porque alguien se había olvidado de traer los huevos que tenía que tener
para sus pinturas caseras.
Siempre eran sus planes los cambiados. No quería perderse
a sí mismo en un hombre otra vez. Quería su propia vida. Su propia carrera.
Kyuhyun era un tipo genial, pero le había tratado como a
una criatura. Era un solitario que apreciaba su privacidad. Se habían divertido
de lo lindo hasta ahora, pero estaba seguro que no eran compatibles. Era
alguien que realmente le gustaba levantarse y pintar a la luz del día. Kyuhyun
se quedaba levantado toda la noche. Amaba el tofu y la granola. Kyuhyun amaba
la comida chatarra y el café.
Él y su ex esposo habían tenido el mismo horario, tenían
los mismos gustos, y mira lo que había sucedido.
Necesitaba regresar a su vida. Tan pronto como él se
levantara y comiera, iba a decirle que lo llevara a casa.
Kyuhyun suspiró en su sueño. Había pasado mucho tiempo
desde la última vez que hubiera soñado con su esposo. No se había atrevido. Los
pensamientos de Shengmin siempre habían tenido la habilidad de arrancar su
corazón.
Pero hoy, estaba allí con él. Allí en sus sueños donde
podían estar juntos.
Su garganta se tensó, lo vio sentado ante la chimenea, su
panza hinchada con su niño. Aun después de cinco años de matrimonio y una vida
de amistad, Shengmin podía revolucionar su sangre y hacer que su corazón se
hinchase de amor.
Creciendo bajo el ojo desdeñoso de su tío y el desdén del
clan, sólo lo había encontrado a él para darle comodidad. Solo lo había hecho
sentirse amado.
Cómo lo amaba.
Avanzando, se echó a sus pies frente a la silla y colocó
su cabeza en su regazo. Envolvió sus brazos alrededor queriendo sentir como el
bebé lo pateaba en protesta.
–Has regresado –dijo acariciando su pelo.
No habló. No podía. Normalmente se habría bañado,
quitando la sangre de su armadura y su cuerpo, antes de ir en su busca, pero la
pena del día todavía estaba demasiado cruda en su corazón. Necesitaba sentir su
suavidad, el toque tranquilizador en su cuerpo, necesitando saber que por el
momento estaba seguro y todavía con él.
Sólo él podía aliviar el dolor dentro de su corazón.
Su tía estaba muerta. Mutilada. Había encontrado el
cuerpo cuando la había ido a buscar después de que ella no apareciera para la
comida del mediodía. Aunque él viviese una eternidad, nunca olvidaría la
grotesca imagen. Viviría dentro de él junto con el recuerdo de su madre
muriendo en sus brazos.
–Es la maldición de los dioses –habían murmurado más
temprano en la noche, sin saber que Kyuhyun estaba lo suficientemente cerca
para oírle. –Él es el hijo de la puta. Ella yació con un Druida para engendrar
un linaje maldecido y ahora todos nosotros pagaremos por ello. Los dioses nos
castigarán a todos.
–¿Quieres desafiar la espada de Kyuhyun para ser el
líder?
–Sólo un tonto desafiaría a uno como él.
–Entonces sería mejor que rezaras a los dioses para que
él nunca te oiga.
Kyuhyun cerró los ojos con fuerza, tratando de desalentar
los susurros que lo habían perseguido todos sus días.
–¿Kyu? –Shengmin acarició su cara–.¿Están todos muertos?
El asintió. Después de traer a su tía a casa, había
congregado a sus hombres y cabalgado hacia la tribu gala Del Norte. Había
encontrado una de sus dagas cerca del cuerpo y había sabido instantáneamente
que ellos eran los responsables.
–Realmente estoy maldito, Shen. –Las palabras se quedaron
en su garganta. Después de toda una vida de tratar de probar a los otros que no
estaba maldito por las acciones de sus padres, ahora lo estaba por su propia
culpa–. Debería haber escuchado cuando mi tío murió. Nunca debería haber tomado
venganza contra el clan Del Norte. Ahora todo lo que puedo hacer es temer lo próximo
que los dioses tomarán de mí.
Pero en su corazón, ya lo sabía. No había ninguna cosa en
la tierra más preciosa que el joven que sostenía.
Su esposo iba a morir. Por él.
Era todo por su culpa. Todo.
Él solo había traído la furia de los dioses del clan Del
Norte sobre sus cabezas. No había forma de detenerlo. Ninguna manera de
mantenerlo a su lado.
El dolor de eso era más de lo que podía soportar.
–He ofrecido sacrificios a Morrigan, pero los Druidas me
han dicho que no es suficiente. ¿Qué más puedo hacer?
–Tal vez esto es lo último. Tal vez acabará ahora.
Esperó que fuera así. La alternativa..., no podía perder
a su Shengmin. Sus dioses podían tener cualquier cosa excepto él...
Kyuhyun gimió mientras su sueño avanzaba, se adelantaba,
hacia el futuro. Sostenía a su esposo mientras trabajaba para traer a su bebé
al mundo.
Shengmin se rió mientras él besaba su mejilla y lo
abrazaba fuerte cuando su hijo nació.
Pero su alegría fue corta en tanto el niño se rehusaba a
responder a los intentos de la partera por despertarlo.
–El bebé está muerto. –las palabras de la mujer sonaron
en su cabeza.
–¡No! –él gruñó–. Él duerme. Despiértelo.
–No, mi señor. El niño ha nacido muerto. Lo siento mucho.
Shengmin lloró en sus brazos.
–Estoy tan apenado, no poder darte un hijo. No quería
fallarte.
–No me has fallado, Shen. Tú nunca podrías fallarme.
Horrorizado y con el corazón roto, Kyuhyun sostuvo a Shengmin
cerca mientras la comadrona lavaba y vestía el cuerpo pequeño de su hijo.
No podía apartar la mirada del bebé.
Su hijo tenía diez dedos diminutos, diez dedos del pie
perfectos. Una greña de pelo grueso, negro. Su cara era bella y serena.
Perfecto.
¿Por qué el niño no vivía? ¿Por qué no respiraba?
Apretando los dientes para rechazar el dolor, Kyuhyun se
dispuso a despertar al niño. Silenciosamente demandaba a su hijo a lanzar un
grito y vivir.
¿Cómo algo tan perfecto no podía respirar? ¿Por qué el
bebé no podía moverse y chillar? Él era su hijo.
Su precioso bebé.
No había ninguna razón por la que el niño no estuviese
vivo y sano. Ninguna razón aparte del hecho que Kyuhyun era un tonto.
Había matado a su propio hijo.
Las lágrimas cayeron de sus ojos. ¿Cuántas veces había
puesto las manos sobre el estómago de Shengmin y había sentido la fuerza de los
movimientos de su hijo? ¿Sentido el cariñoso orgullo de un padre? Habían
marcado los días para el nacimiento del bebé. Habían compartido sus esperanzas
y sueños por él. Y ahora nunca conocería al niño que ya se había ganado su
corazón. Nunca lo vería sonreír o crecer.
–Estoy tan apenado –murmuraba Shengmin una y otra vez,
llorando.
Lo rodeó con sus brazos murmurándole palabras de
consuelo. Tenía que ser fuerte por él. Su esposo lo necesitaba ahora.
Besando su mejilla Kyuhyun forzó a sus lágrimas a
alejarse y le ofreció consuelo.
–Está bien, mi amor. Tendremos más niños –. Pero en su
corazón, sabía la verdad. El dios de la guerra Camulus nunca permitiría que un
hijo suyo viviera, y Kyuhyun nunca más haría pasar a Shengmin por algo así. Lo
amaba demasiado.
Aun lo tenía abrazado cuando una hora mas tarde todo el
color se desvaneció de su cara. Cuando la última esperanza se destrozó y lo
dejó privado de cualquier cosa excepto de resonante agonía.
Shengmin se estaba muriendo por la pérdida de sangre. La
comadrona había hecho todo lo que podía, pero al final los había dejado solos
para despedirse.
Shengmin lo estaba dejando. Él no podía respirar.
No podía funcionar.
Se estaba muriendo.
Kyuhyun había levantado a Shengmin y lo había acunado
contra él. Todo en lo que podía pensar era en mantenerlo a su lado, haciéndole
sentir bien.
¡Vive por mí!
Estaba dispuesto a forzar su propia vida en su cuerpo,
pero no era suficiente. Silenciosamente, negociaba con los dioses para que
tomaran cualquier otra cosa de su vida, sus tierras, su gente. Cualquier cosa.
Sólo que le dejaran su corazón. Lo necesitaba demasiado para perderlo así.
–Te amo, Kyuhyun –murmuró suavemente. Él se sofocó.
–No puedes dejarme, Shen –murmuró mientras su esposo
temblaba en sus brazos–. No sé qué hacer sin ti.
–Cuidaras a Ara como le prometiste a tu madre. –tragó
mientras trazaba sus labios con su mano fría–. Mi valiente Kyuhyun. Siempre
fuerte y entregado. Te esperaré al otro lado hasta que llegues a mi otra vez.
Él cerró los ojos mientras las lágrimas sobrepasaban su
control.
–No puedo vivir sin ti, Shen. No puedo.
–Debes hacerlo. Nuestra gente te necesita. Ara te
necesita.
–Y yo te necesito a ti.
Shengmin tragó y lo contempló, sus ojos llenos de miedo.
–Estoy asustado, Kyuhyun. No quiero morir. Siento mucho
frió. Nunca he ido a ninguna parte sin ti.
–Te mantendré caliente. –Jaló más pieles y frotó sus
brazos. Si lo mantenía caliente, entonces se quedaría con él. Sabía que lo
haría... Si solo pudiera mantenerlo caliente...
–¿Por qué está oscureciendo? –preguntó, su voz
temblando–. No quiero que oscurezca aún. Sólo quiero abrazarte por un poco mas
de tiempo.
–Te estoy abrazando. No te preocupes, amor. Te tengo.
Colocó su mano contra su mejilla mientras una lágrima
caía.
–Ojalá hubiera sido el esposo que merecías, Kyuhyun.
Ojalá hubiera podido darte todos los niños que querías.
Antes de que él pudiera hablar, lo sintió. La última
exhalación de su cuerpo antes de que se aflojara en sus brazos. Kyuhyun
enfurecido y desconsolado, arrojó hacia atrás su cabeza y dio su grito de
guerra mientras el dolor lo desgarraba. Lagrimas caían por su cara.
–¿Por que? –rugió a los dioses. –¡Maldito seas, Camulus,
Por qué! ¿Por qué no me mataste y lo dejabas en paz?
Como esperaba, nadie le contestó. Morrigan lo había
abandonado, dejado solo para enfrentar su dolor.
–¿Por qué los dioses alguna vez ayudarían a un hijo de
puta como tu, chico? No eres más apto que para lamer las botas de tus
superiores.
–Míralo, Donghwa, él es lastimoso y débil como su padre.
Nunca será nada. Deberías dejarnos matarlo ahora y reservar su comida para
alimentar a un niño mejor.
Las voces del pasado azotaban a través de él, lacerando
su corazón dolorido.
–¿Eres un príncipe? –escuchó la voz infantil de Shengmin
el día que lo había salvado del gallo.
¿Cómo su preciosa Shengmin podía haberse ido?
Sollozando, los abrazó a él y al bebé por horas.
Sosteniéndolos hasta que el sol brilló en la nieve y su familia le rogó que los
dejara hacer los preparativos para los entierros.
Pero no quería prepararlos. No quería dejarlos ir.
Desde el día que se habían conocido, nunca se habían
separado por más de unas pocas horas.
Su amor y su amistad los había visto atravesar muchas
cosas. Durante años, él había sido su fuerza. Estaba perdido, frío, dolido.
Al día siguiente, lo había enterrado al lado del lago
donde lo dos se reunían cuando eran niños. Todo en lo que podía pensar era en Shengmin
yaciendo en la tierra, agarrando a su bebé contra su pecho.
Sintió una mano diminuta en su hombro.
Mirando hacia arriba, vio la cara pequeña de su hermana. Ara
había visto más que su justa parte de tragedia.
–Todavía estoy contigo, Kyu. No te dejaré solo.
Kyuhyun envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la
acercó. La abrazó mientras lloraba. Ella era todo lo que tenía. Y desafiaría a
los dioses para mantenerla a salvo.
No había podido proteger a Shengmin, pero protegería a Ara.
Nadie la dañaría sin enfrentarse con él...
-sigue llorando desde el capítulo anterior- awww~
ResponderEliminarNoooooooo
Porque se endañaron con Kyu!!!
Ñoooooooo
Que injusto!
Aww Min en su vida pasada fue el esposi de Kyu y Baco lo sabe y por eso lo utiliza!!
Ñoooo que mal, pero que se supone que haga Min!?? Le dira a Kyu quién es!??? Ahhhh esto esta muy bueno!
SungMin sospecha, pero yo estoy segura que es la reencarnación de ShengMin, aunque creo que SungMin quiere evitar a toda costa sentir algo más por KyuHyun, hasta ya planea alejarse de él.
ResponderEliminarLa historia de Yesung se nota que ha sido muy dura y todo el dolor que sintió ahora es ira, el problema es que le es muy difícil controlarse, sin embargo no todo está perdido si se esforzó por salvar a SungMin, ojalá y Shindong pueda ayudarlo.
La historia de KyuHyun sigue llegando en sueños y a mi se me rompe el corazón cada vez que me entero un poco más de su sufrimiento, la perdida de su tío, su tía, su bebé y su tan amado ShengMin, fueron horribles, los dioses se ensañaron con él, nadie merece sufrir tanto y encima no quiero ni imaginarme lo que fue después con Ahra.
Gracias por el cap, está adaptación me encanta ^^
Bye
Tenia una idea de lo que quizás habría sido la vida de Yesung,pero todo eso que le hicieron y todo lo que tuvo que pasar hasta convertirse en un Dark Hunter,con razón el hombre es así,como dice el dicho..."la mula no era arisca,los palos la hicieron"...ahora,a su tiempo,sabremos bien todo.
ResponderEliminarY bueno,la vida de Kyuhyun fue más dolorosa de lo que imaginamos,cada uno de sus seres queridos y familia fueron eliminados...su bebé y Shen murieron también,lo más precisado que tenía en ese momento. Ahora solo le queda Ara,pero ya sabemos lo que pasará con ella....Dios,que feo
Los Dark Hunters no devieron que sufrir tanto,dios era personas,no se merecian eso.
Sungmin,sospechando y haciendo planes para alejarse de Kyu....y Kyu por primera vez siente algo de paz.
Esto apenas empieza