Yesung estaba parado mirando hacia la calle Wilkinson,
sus manos aferradas a la barandilla de hierro mientras miraba fijamente a la
gente abajo que andaba a lo largo de la calle, entrado y saliendo de las
tiendas, restaurantes, y clubs.
La orden había venido de Shindong, se suponía, que se
quedaría dentro de su casa de la ciudad hasta Mardi Gras. Probablemente debería
haberlo escuchado, pero acatar órdenes no era exactamente algo en lo que él se
destacara.
Además, odiaba la sensación de estar atrapado. Durante
novecientos años, él había estado desterrado a un terreno cruel, extremo.
Ahora había pasado, él tenía un indulto. Cerrando sus
ojos, Yesung inhaló el aire, que era espeso, con vida. Olió la mezcla de
comidas y el río. Oyó el sonido de la risa y las juergas. Realmente le gustaba
esta ciudad. No le asombraba que Kyuhyun y Kangin la hubieran reclamado.
Él sólo sentía que no pudiera quedarse aquí un tiempo más
largo. Permanecer donde había otros de su clase. Donde hubiera gente con la que
pudiera hablar.
Pero estaba acostumbrado a desear cosas que no podía
tener. La puerta sobre su derecha se abrió y salió un pequeño muchacho. El niño
se detuvo bruscamente al ver Yesung que está de pie allí. Yesung no le hizo
caso.
–¡Hey, señor! –dio el niño, con su voz temblando–.¿Puede
ayudarme? Estoy perdido.
Yesung suspiró y se apartó del pasamano. Él se metió su
mano de garra en el bolsillo de sus pantalones y giró.
–Creeme, niño. Conozco el sentimiento.
Él ofreció su mano desnuda al niño y quedó anonadado por
lo pequeño y confiado que era el muchacho. Él no podía recordar un momento en
su vida en el que alguna vez hubiera tendido la mano a otro y confiado en que
no le hicieran daño.
–¿Entonces, a quien buscamos? ¿A tu mamá o a tu papá?
–Mi mamá. Ella es realmente bonita y grande.
Yesung cabeceó.
–¿Cuál es su nombre?
–Mami.
Vamos, eso era... era realmente útil, ¿no?.
–¿Cuántos años tienes, chico?
–Tengo todos estos. –Y se sorbió sus lágrimas y sostuvo
cuatro dedos–.¿Cuántos años tiene Ud.?
–Mucho más que cuatro dedos. –El niño sostuvo todos los
diez.
–¿Todos estos?
Yesung rió a pesar de él.
–Vamos –dijo, abriendo la puerta–. Estoy seguro que hay
alguien adentro que puede ayudar a encontrar a tu mamá.
El muchacho limpió su cara con su manga. Mientras Yesung
le condujo a la Cervecería. Ellos no habían ido muy lejos cuando oyó el jadeo
de una mujer.
–¿Qué está haciendo con mi hijo?
–¡Mami!. –El muchacho corrió hacia la mujer.
Ella tomó en brazos al niño y le echó a Yesung una mirada
feroz y suspicaz dejándole saber que una salida precipitada sería sabia.
Algunas noches no era beneficioso parecer oscuro y siniestro.
–¡Seguridad! –chilló ella.
Yesung maldijo y volvió corriendo a la puerta. Él saltó
sobre la barandilla a la escalera, bajó los peldaños y rápidamente se perdió en
la muchedumbre.
O eso pensó.
En cuanto estaba a mitad de camino, vio a Shindong
esperando en las sombras. Esto era justo lo que malditamente necesitaba, Shindong
regañándolo por encerrar a Minho en el armario y salir de la casa mientras él
le había ordenado que se quedara en el lugar.
Yesung gruñó.
–No empieces, Shindong .
Shindong levantó una ceja.
–¿Empezar con que?
El pelo en su nuca se erizó. Shindong estaba demasiado
relajado y no había ninguna tensión en sus hombros como Shindong siempre tenía
cuando ellos entraban en contacto el uno al otro. Ellos se habían declarado su
mutuo disgusto hacía más de dos mil años.
El hombre delante de él actuaba como si Yesung fuera uno
de los Dark Hunter con los que Shindong era amistoso.
Esto envió un escalofrío por su columna.
El odio y la cólera que tenía, y el Shindong amistoso lo
pusieron nervioso.
–¿No estás aquí para regañarme? –preguntó Yesung.
–¿Vamos, por qué haría yo eso?. –Él lo palmeó en el
hombro. Yesung siseó mientras de alejaba de él.
–¿Quien diablos eres tu?
–¿Qué está mal, Yesung?
No había ningún modo de que este fuera Shindong.
Yesung usó su telequinesis para tirar las gafas de sol de
la cara del hombre. En vez de ojos de cambiante mercurio, este hombre los tenía
azules. El extraño estrechó sus ojos humanos sobre él.
–Eso fue imprudente.
La siguiente cosa que Yesung supo, fue que era golpeado
con un rayo de dios.
Kyuhyun estaba atado a su barra de ejercicio, haciendo
abdominales invertidos cuando Sungmin finalmente se despertó. Siseando, se
sentó en la cama, despacio. Lánguidamente.
–Está tan caliente aquí –dijo, su voz baja y gutural.
Kyuhyun relajó su cuerpo mientras lo miraba, dejándose
colgar al revés mientras las yemas de sus dedos rozaban el piso.
–¿Cómo te sientes?
–Hambriento –suspiró, abriendo su camisa–. Y no de
comida.
Él arqueó una ceja ante eso, y ante el modo en que Sungmin
deslizó sus propias manos sobre su pecho, y hacia abajo a sus pantalones.
Ah, esto era cruel.
Sungmin se quitó los pantalones despacio, sensualmente.
–Te necesito, Kyuhyun.
–Creo que necesitas una ducha fría.
Se movió hacia él como una leona al acecho.
Hipnotizado, Kyuhyun no se movió hasta que él lo alcanzó
y deslizó su mano por sus muslos. Bajó su cabeza para frotar su nariz y lamer
la parte de atrás de sus rodillas.
Kyuhyun gimió ante lo bien que se sentía. Su cuerpo se
endureció y palpitó mientras se alzaba y trataba de desenganchar sus botas de
la barra. Pero nunca tuvo la oportunidad. Sungmin encontró sus labios y lo besó
apasionadamente.
Sungmin directamente no podía pensar mientras se retiraba
y lo miraba fijamente con sus ojos negros como la medianoche. Su cuerpo estaba
vivo. Ardiendo. Todo en lo que podía enfocar era su palpitante necesidad.
Tenerlo dentro. Un ardor por tener sus manos sobre su
cuerpo.
Sungmin nunca había sentido una lujuria tan potente.
Semejante hambre de saborear y sentir cada diminuto bocado del cuerpo de un
hombre.
Ah, como lo deseaba.
–Haz el amor conmigo, Kyuhyun. Por favor.
Kyuhyun vaciló.
–No sé si deberíamos hacerlo contigo bajo la influen...
–Él se detuvo a la mitad de la oración cuando él bajó sus pantalones hasta sus
rodillas.
Poseído por una poderosa lujuria como nunca había
conocido, Sungmin con cuidado mordisqueó el sensible hueso de la cadera. Él
gimió profundamente en su garganta cuando él lo tomó en su mano.
Kyuhyun no podía mientras una ola de placer después de
otra lo atormentaba. Deslizó su mano por su eje, haciéndolo endurecerse aún
más.
–¡Hmmm! –suspiró Sungmin–.¿Qué tenemos aquí?
Tomó la punta de su eje con su boca, rodeándola con su
lengua, llevándolo profundamente hasta su húmedo calor. Alcanzando sus piernas
desnudas, él gruñó de placer y lo atrajo más cerca. Sungmin lo introdujo más en
su boca mientras sus dedos acariciaban sus testículos, enviando punzadas de
placer por su cuerpo entero.
Era condenadamente bueno estar colgando de ahí. Tan bueno
como sentirlo, sino hubiera estado tan bien atado sin duda habría estado en el
suelo en ese mismo momento. Cerrando sus ojos, Kyuhyun saboreó la sensación de
su lengua y de su boca que lo acariciaba, lamiéndolo, chupándolo, de su mano
estimulando su éxtasis hasta un nivel peligroso.
Kyuhyun rodeó su cintura con su brazo y mordisqueó el
punto sensible en su cadera. Sungmin gimió profundamente en su garganta. La
vibración reverberó por su cuerpo entero.
Sungmin tembló mientras Kyuhyun con el codo separaba sus
piernas. Sungmin enlazó sus brazos alrededor de su cintura, disfrutando
mientras él lo acariciaba tiernamente con sus dedos. Él podría sentir los músculos
de su estómago tensándose con cada movimiento. La tensión de ambos le hacía
delirar, y cuando él lo tomó en su boca, gimió en voz alta.
Su cabeza tambaleó, siguió jugueteando con su lengua y
labios mientras él hacía magia sobre su cuerpo con su boca. Nunca había sentido
nada como este intercambio. La necesidad mutua de tocar el uno al otro y dar el
uno al otro placer.
Su cuerpo tembló ante la dicha un instante antes de que
las olas de placer le atravesaran. Gritando, dejó que la liberación lo
inundara.
De todos modos él mordisqueó y jugueteó hasta que él
último temblor atravesó su cuerpo. Sólo entonces Sungmin se retiró. Kyuhyun alzó
la vista hacia él y rió.
–Me gusta el modo en que sabes –dijo él, su voz ronca.
Él le devolvió la sonrisa.
–Sabes, tu cara está muy roja.
Él se rió mientras se alzaba y desenganchaba sus pies de
la barra.
–Y tengo dolor de cabeza por ello, pero realmente no me
preocupa si mi cabeza explota. Tu te mereces más que eso.
Él comenzó a quitarse sus pantalones, pero lo detuvo.
Arrastrando sus manos y labios abajo por su acerado trasero, sus piernas, Sungmin
le quitó los zapatos y pantalones cortos.
–Voy a lamerle de la cabeza a los pies. –Él arqueó una
ceja. Sungmin deslizó sus dedos entre los dedos de sus pies, enviando
escalofríos por todas las partes él–. Voy a hacerte gritar por piedad antes que
termine contigo.
Ahora había una promesa que él quería que se cumpliera. Kyuhyun
cerró sus ojos y gimió, Sungmin subió por su cuerpo, sus uñas que arañando su
carne.
–Tú eres mi juguete –dijo él en un malvado acento eslavo.
Kyuhyun siseó mientras él mordisqueaba la parte trasera
de sus piernas. Su lengua y dientes jugueteaban con la carne de sus piernas, y
del interior de sus muslos.
Con una risa gutural, se retiró y le sonrió.
Kyuhyun le miró acaloradamente mientras él ahuecaba su
miembro en sus manos y los deslizaba alrededor del de su amante. Él apretó sus
puños mientras Sungmin se frotaba arriba y abajo de él.
–¿Te gusta esto? –preguntó en un tono malicioso.
–Sí –dijo él, su voz profunda y ronca.
–Entonces vamos a ver que más puedo encontrar que te
guste.
Sungmin lo condujo hasta el futón y lo empujó hacia atrás
en una posición reclinable, entonces avanzó lentamente subiendo despacio encima
de su cuerpo, y se sentó a horcajadas sobre sus caderas.
Jadeó mientras Kyuhyun deslizaba sus dedos dentro. Estaba
tan caliente. Sungmin necesitaba su contacto.
Kyuhyun lo puso de espaldas contra el colchón, luego se
arrodilló entre sus piernas. Con el corazón latiendo, lo miró.
–Pon tus pies sobre la pared detrás de mí.
Sungmin hizo lo que le pidió.
Kyuhyun levantó sus caderas, y entró en él.
Sungmin gritó de placer mientras le llenaba. Él era tan
grueso y completo, sus estocadas imperiosas, mientras se mecía entre sus
piernas. En esta posición, Kyuhyun era capaz de penetrarlo completamente
mientras él fuera capaz de levantar más sus caderas y acompañarlo en cada una
de sus embestidas, conduciéndolo cada vez más profundamente y más duro.
Kyuhyun gruñó al sentirlo tan bien. Colocó sus manos
sobre sus caderas, moviéndose más rápido.
Él se afianzó sobre Sungmin con un brazo sobre el
colchón, y besó sus labios mientras que con su mano libre deslizó sus dedos acariciando
su miembro.
Su cuerpo entero tembló mientras sus dedos lo acariciaban
al mismo tiempo que embestía. Él se introdujo profundamente y luego hizo una
pausa, saboreando la sensación de su húmedo calor. Ah, como necesitaba a este
joven. Necesitaba esa conexión a él.
No era sólo físico entre ellos. Era mucho más.
Sungmin gimió, entonces despacio comenzó a mecerse contra
él.
–Así, nene –susurró él en su oído–. Móntame todo lo
quieras.
Y él lo hizo.
Cerrando sus ojos, apretó sus dientes para demorar su
orgasmo para poder sentirlo tomar su placer de él. Él lo amaba así. Salvaje y
exigente. Sungmin estaba completamente desvergonzado en sus brazos.
Cómo lo había echado de menos y cuán condenadamente
agradecido estaba de tenerlo otra vez. Él quería poseerlo. Encadenarlo a él
para el resto de la eternidad.
Si sólo supiera como.
Desesperado por la necesidad, él se apoyó en sus rodillas
y tomó el mando otra vez.
Sungmin gruñó por el éxtasis mientras Kyuhyun se
zambullía de golpe en él, aún más profundo que antes. Fue al encuentro de sus
embestidas con una necesidad frenética.
Y cuando acabó otra vez, gimió su nombre.
Sungmin lo oyó reírse profundamente en su oído antes de
que se uniera a él.
Rio mientras Kyuhyun se separaba de él y se acostaba
sobre el futón. Besándolo, se colocó sobre él como si fuera una manta.
–Mmm –suspiró–. Esto es lo que quise hacerte la primera
noche en la que nos encontramos.
–¿Qué? ¿Follarme hasta sacarme los sesos?
Sungmin golpeó juguetonamente su estómago.
–Eso también, pero no, yo quería ser tu manta.
Él deslizó sus manos por su cabello, acunando su cabeza.
–Nene, puedes ser mi manta cada vez que sientas el
impulso.
Riendo perversamente, se frotó contra él, luego le dio un
beso profundo, apasionado.
–¿Sabes que no estoy saciado de ti? –dijo Sungmin usando
sus palabras.
–¿No?
Él sacudió su cabeza.
–Recién he comenzado.
Al alba, Kyuhyun estaba sudoroso y agotado. Y estaba
dolorido en sitios en los que él no sabía que un hombre pudiera estar dolorido.
Él no estaba seguro si alguna vez querría volver a tener sexo...
Kyuhyun se rió del pensamiento. Sí, justo. Pero al menos
quería unas horas de descanso antes de que tuvieran otro maratón.
Él todavía respiraba pesadamente mientras Sungmin finalmente
se puso a dormir, acostado a su lado con su mano enredada en su pelo y su
pierna cubriendo los muslos desnudos de él.
Cristo, Shindong no había bromeado sobre su apetito. Sungmin había
retorcido su cuerpo en posiciones que él no se sabía que era capaz de realizar.
Ahora mismo, él no tenía nada de energía en absoluto. De hecho, no quería dejar
esa cama otra vez, y si Sungmin hubiera ido por una vez más y lo hubiera
agarrado, hasta podría haber gimoteado.
Gimiendo ante el pensamiento, él alcanzó la mesa de
noche, agarrando su teléfono, y llamó a Shindong para constatar. Solo esperaba
que esta vez el teléfono en realidad funcionara.
Lo hizo. Como siempre, Shindong contestó al primer
llamado.
–¡Hey!, ¿eres el Shindong bueno o el Shindong malo?
–Bien, el malo, soy el que tiene el arma.
Kyuhyun resopló en la respuesta. Esta era una cita de la
película Army of Darkness que Shindong adoraba.
–Sólo el verdadero Shindong sería lo bastante extraño como para tirar
aquella cita.
–Gee, gracias, Celta. ¿Qué pasa? ¿Sungmin se despertó?
–Sí, lo hizo.
–¿Y tú eres todavía capaz de caminar y moverte?
–Dejémoslo ahí.
Shindong lanzó una
medio sonrisa corta.
–Sí, bien. ¿Entonces que necesitas?
–Tuve una llamada del impostor no mucho después que
regresé aquí con Sungmin.
El silencio total le contestó. Él hasta incluso podía oír
la estática sobre la línea del celular.
–Hey, T-Rex, ¿estás allí?
–Estoy aquí. ¿Qué te dijo?
–Sobre todo que te odia. Al principio pensé que eras tú,
pero dijo un par de cosas que no me sonaron correctas.
–¿Como cuales?
–Él dijo que, imagínate, que habías sido adicto a la
droga que le suministraron a Sungmin. Conseguir algo personal de ti es como
sacar un diente a un león sin tranquilizante.
Otra vez Shindong estaba totalmente silencioso.
–¿Hey, amigo, todavía estás conmigo? –preguntó Kyuhyun.
–¿Él dijo algo más?
–Sí, él dijo que tenías una hermana a la que habías
dejado morir. Lo llamé mentiroso y pasamos a los insultos, entonces me colgó.
Kyuhyun oyó a Minho en el fondo llamando a Shindong mientras Yesung gruñía a Minho que lo dejara
tranquilo.
–¿Algo anda mal?
–Minho solamente trajo a Yesung. Está herido. Déjame
soltarle.
–Bien, pero llámame y avísame como continúa.
–Lo haré.
El teléfono estaba muerto. Bueno, eso también era
extraño.
Frunciendo el ceño, Kyuhyun dejó su teléfono y regresó a Sungmin.
Sungmin se despertó gritando. Kyuhyun lo asió mientras se revolcaba sobre el
futón.
–Shh –susurró él contra su pelo–. Soy yo, Kyuhyun. Estás
a salvo.
Sungmin temblaba contra él.
–Pensé que todavía estaba.... –apretó sus brazos
alrededor de él–. Ay Dios, Kyuhyun, estaba tan asustado.
La cólera perforó su corazón.
–Siento no haber podido protegerte. ¿Ellos te hicieron
daño?
Sacudió su cabeza.
–Ellos solamente me asustaron. Sobre todo al que ellos
llamaban Theo.
–¿Theo?
Él asintió con la cabeza.
–Él tenía una apariencia de loco. Espeluznante. Sus ojos
estaban tan llenos de odio y tenía un gruñido constante. Camulus tenía que
estar calmándolo.
Kyuhyun rechinó sus dientes. Tenía la total intención de
encontrar a ambos cretinos y hacerlos pagar.
–Lo siento, nene. Te prometo, que ellos nunca conseguirán
poner sus manos sobre ti otra vez.
Sungmin entrelazó sus brazos alrededor de él.
–Estoy tan contento de que me encontraras, pero ¿cómo
sabías donde estaba?
–Camulus me llamó.
Las noticias lo atontaron.
–¿Por qué?
–No sé. Pienso que él sólo quiere jugar con mi cabeza. Él
es así de retorcido.
Sungmin se sentó, sintiéndose enfermo estómago.
–¿Qué me dieron?
–Una especie de droga. Un afrodisíaco. ¿Ellos lo usaron
contigo?
–No –dijo–. Ellos me obligaron a beberlo, luego me
dejaron solo. Era realmente repugnante. Todavía me siento mareado y extraño. –luego
lo miró y sonrió–. Pero recuerdo lo que hice contigo.
–Sí, yo también.
Rió y su cuerpo protestó por el movimiento.
–¿Estás tan dolorido como yo?
–Déjame decirte que no tengo ninguna prisa por salir de
la cama.
–Estoy tan contento de que ellos no te mataran –suspiro.
–Créeme, siento de la misma manera sobre ti.
Sungmin deslizó su mano sobre su pezón y luego se congeló
cuando de repente se sintió enferma.
–¿Sungmin?
Sungmin abandonó la cama y se precipitó en el cuarto de
baño. Kyuhyun lo siguió y lo sostuvo mientras él descargaba el resto de la
droga de su sistema.
Sungmin no supo cuanto tiempo estuvo allí. Parecía que nunca
dejaría de vomitar. Kyuhyun se quedó con él todo el tiempo, sosteniendo su
pelo, lavando su cara con un paño frío, húmedo.
–¿Estás bien? –preguntó él cuando finalmente se detuvo.
-No sé. Me siento horrible.
Él besó la parte superior de su cabeza.
–Iré a conseguirte una Coca Cola y algunas galletas. Eso
te ayudará a asentar tu estómago.
Le agradeció, luego fue al lavabo a cepillarse los
dientes mientras él iba a conseguir la Coca Cola. Cuando dejó el cuarto de
baño, encontró a Kyuhyun esperándolo en la cama.
Se sentó a su lado y puso los cobertores sobre su cuerpo.
Todavía estaba inestable y mareado. Kyuhyun le dio una galleta y una lata de
Coca Cola.
–¡Hmm! –dijo, tomándolas de él–. Te debo gustar mucho
para dejarme comer galletas en tu cama.
–Sí, me gustas.
Sus palabras enviaron un escalofrío por su cuerpo.
–¿Lo haces, Kyuhyun? ¿O es Shengmin el que te gusta?
¿Cuándo me miras, ves a Sungmin o tu esposo?
–Los veo a ambos.
Sungmin se abatió con su respuesta. Esto no era lo que
quería oír.
Toda su vida, había luchado por ser él. Sus padres lo
aceptaron, pero los tipos los que había salido habían querido cambiarlo.
Incluso su ex marido.
El último tipo con el que se había citado sólo estaba
interesado en él porque le recordaba a su ex-novio.
Ahora le recordaba a Kyuhyun a su ex-esposo. No podía
ganar con la pérdida.
¿Por qué alguien no podía amarlo sólo por ser Sungmin? ¿Kyuhyun
sería tan sensible y atento si no fuera su esposo reencarnado?
–¿Qué te gusta de mí? –preguntó, mordisqueando su
galleta.
–Me gusta tu fuego y me gusta tu cuerpo.
–Guauu, gracias. ¿Eso significa si fuera gordo y horrible
hubieras salido corriendo por la puerta?
–¿Tu saldrías corriendo por la puerta si yo lo fuera?
–Touche. –El hombre era rápido con las respuestas–.
Probablemente. Sin duda, la rompería tratando de escapar de ti.
Él se rió de eso.
–Yo habría salido detrás de ti si lo hicieras.
–¿Tu?
–Sí.
¿Pero perseguirías a Sungmin o a Shengmin? La pregunta lo
atormentaba. Sungmin se inclinó y besó su frente.
–Tienes que dormir algo. Pareces realmente cansado. –Y lo
estaba.
Era casi el mediodía y, a diferencia de él, Kyuhyun no
acostumbraba a permanecer levantado todo el día.
–Bien. Recuerda, Minho es un cuatro y un signo de libra
en el teléfono si necesitas algo. Y no vayas lejos. Camulus volverá, sólo que
no sé cuando. Al menos aquí los cocodrilos lo demorarán. Entonces asegúrate de
quedarte lo bastante cerca para poder alcanzarte si algo pasa.
El asintió.
-Si no estoy en la cabaña, estaré sólo del otro lado de
la puerta pintando. Lo prometo.
–Bien. –Él hocicó su mejilla tiernamente, luego lo besó–.
Te veré en unas horas.
Sungmin lo metió en la cama, lo tapó, apagó las luces, y
silenciosamente se fue afuera a pintar.
Mientras la tarde transcurría con él sentado en el
pórtico, comprendió que Kyuhyun había vivido ahí durante siglos. Era una verdadera perna que tuviera que vivir así, sin poder
ver la belleza del pantano.. Solo en un mundo...
Él era un solitario.
Por Camulus, Kyuhyun no dejaba a nadie acercarse a él.
Que terrible debía ser.
En el crepúsculo, recogió sus materiales de arte y
regresó dentro bajo la mirada atenta de Gamer desde el muelle. Sungmin arrugó
su nariz a la cocodrilo mandona y le arrojó los restos de sus galletas.
Físicamente, Sungmin se sentía mucho mejor, pero
mentalmente estaba dolorido.
Observó a Kyuhyun mientras dormía. Él era una criatura de
la noche. Literalmente. No podría cambiarlo. Jamás.
Kyuhyun era inmortal. El era humano. No había ninguna esperanza
para ellos.
El pensamiento le hizo querer gritar: Ellos estaban
realmente más allá de cualquier arreglo.
¿Pero Kyuhyun tendría que estar de acuerdo, y luego qué?
¿Tendría que ser su esposo? ¿Él esperaría que fuera como Shengmin?
Tembló ante la idea. Sin ofender, pero como Shengmin
había sido un imbécil.
No estaba mal vivir para complacer a tu marido, pero como
Shengmin había llevado eso a un nivel enteramente nuevo. Shengmin no lo había
cuestionado, nunca le reprochó nada. Kyuhyun decía salta, y él había brincado y
ni siquiera lo había molestado para preguntarle cuán alto. Todo lo que él había
querido, lo había hecho, independientemente de sus propios pensamientos o
deseos.
Sungmin nunca pensó que pudiera llegar a comportarse así,
si lo tuviera que hacer. Él era abierto y obstinado. De vez en cuando, era
hasta un poco egoísta. Quería una sociedad mutua con una pareja. Alguien quien
pudiera respetar sus necesidades como artista. Alguien quien pudiera apreciarlo,
con faltas y todo.
Se gustaba a sí mismo. Le gustaba su vida.
Con Kyuhyun, él nunca estaría bastante segura si lo amaba
por ser Sungmin o si lo toleraba debido a Shengmin. ¿Cómo sabría alguna vez la
verdad?
Antes de lo que pasó con Camulus, SungMin parecía muy convencido sobre querer estar con KyuHyun, incluso hasta pensaba en como devolver su alma y hora las dudas han vuelto a él, ojalá KyuHyun le explicara que lo que siente por él no es solo porque tenga el alma de ShengMin, que ama su fuerza, sus locuras y todo él, KyuHyun ya se a dado cuenta que SungMin no es tan obediente como ShengMin.
ResponderEliminarMe quede con la duda de que pasó exactamente con Yesung.
Gracias por la actu :D
Con Yesung solo puedo decir...."no hagas cosas buenas que parezcan malas",las buenas intenciones no siempre son bien vistas.
ResponderEliminarBueno,parece que podemos sacar dos cosas buenas entre todo esto. Se están descubriendo algunas cosas y eso pude ser de ayuda,si Shin no dice nada,las cosas se iran descubriendo quiera o no,ya saben el nombre de quien ayuda a Camulus.....
A Kyuhyun le esta gustando todo lo que Shengmin no tenia,y todo esto se encuentra en Sugmin,solo que kyu no es libre de decir lo que siente en verdad o quizás aun lo sabe al 100%....pero de que esta prendado de Min,....lo esta.
Sungmin esta dudando....pues claro,con esas respuestas de kyu,ni animos da....¬¬