Mientras Kyuhyun le mostraba donde colocar su bolso y
mochila, el teléfono sonó.
Kyuhyun lo contestó mientras él desempacaba algunos
artículos de primera necesidad y los colocaba en el estante.
–Oye Minho..., sí supe lo de Yesung. –Lo miró tímidamente
mientras escuchaba–. Nah... hombre. Yo...No estoy solo en este momento, ¿Ok?
Se alejó, pero aun lo podía oír tranquilamente. Estaba
actuando nerviosamente y él se preguntaba por qué.
–Hablé con Yesung más temprano, y definitivamente había
estado absorbiendo ese húmedo jugo rojo, antes de que eso ocurriera. No sé que
le sucedió, pero estaba de un humor de perros. –Hizo una pausa por varios
minutos–. Sí, y escucha, tengo a un joven aquí, su nombre es Sungmin. Si él te
llama por cualquier cosa, lo atiendes sin abrir tu boca... Sí, te llamaré.
–Colgó el teléfono.
–¿Quién es Minho? –preguntó.
–Es mi asistente personal. Él está en nómina, así que
cualquier cosa que necesites, solo marca el cuatro y el signo numeral y sonará
su teléfono celular.
Ooh eso era perfecto.
–¿En serio? ¿Tienes un asistente personal?
–¿Increíble, no?
–Bueno, tengo que decir que eres el primer motorista que
alguna vez he encontrado que tiene una cartera de acciones y un asistente. –Él
se rió–. Entonces, ¿qué es ese húmedo jugo rojo? –preguntó–.¿Algún tipo de
vino?
Él se incomodó.
–Algo parecido.
Allí estaba él otra vez con sus secretos. ¡Uf! El hombre
necesitaba aflojarse un poquito. Ser más confiado. Definitivamente tendría que
trabajar en él.
Kyuhyun se dirigió hacia la pequeña cocina.
–No sé tú, pero estoy como enchufado. Normalmente no me
voy a dormir hasta un par de horas después del amanecer. ¿Tienes hambre?
Lo miró buscar en los gabinetes y sacar un par de
cacerolas.
–No realmente, pero te puedo hacer alguna cosa si
quieres.
Él levantó la mirada, su cara sorprendida por su
ofrecimiento.
–Gracias. Eso sería agradable.
Tomó la cacerola de su mano y la colocó en la hornalla.
–¿Estás de humor para comer…?. –Él se lamió los labios
mientras su mirada vagaba por su cuerpo, haciéndola sentir caliente instantáneamente.
Necesitada–.¿Qué tal un desnudo Sungmin al dente cubierto con crema batida y
chocolate?.
Él le acomodó el pelo de su cuello.
–Podríamos poner encima una cereza.
Él se rió.
–Eso podría arreglarse.
Sungmin gimió mientras él bajaba su cabeza y mordisqueaba
su cuello. El deseo barría con todo a través de él, poniéndolo instantáneamente
palpitante por él.
–¿Eres siempre así de insaciable? –preguntó.
–Sólo cuando veo algo que deseo –dijo él, moviendo su
mano para ahuecarla entre sus piernas–. Y a ti es lo que más deseo de todo.
Su corazón martillaba, miró hacia abajo para observar sus
manos mientras le desabrochaba los jeans. Sus largos y precisos dedos bajaron
el cierre. Él jugaba en su oreja con su lengua, su respiración caliente contra
su piel, mientras sumergía la mano bajo la banda elástica y encontraba el
centro de su cuerpo.
Sungmin se tambaleó ante la vista de su mano allí, de sus
dedos acariciando suavemente su miembro.
Gimiendo, se frotó a sí mismo contra él, necesitando
sentirle profundamente en su interior otra vez. Kyuhyun gruñó como una bestia
feroz antes de arrodillarse detrás de él y bajarle la ropa para liberarlo de
los jeans y boxer.
Kyuhyun estaba de rodillas y todavía completamente vestido
mientras la daba vuelta para quedar enfrentados y clavarle los ojos en su
entrepierna.
Su mirada de obsidiana encontró la suya y vio el fuego
dentro de él.
–Ábrete para mi, Sungmin. Quiero que me invites a entrar.
Se sonrojó ante lo que le pedía. Nunca en su vida había
hecho algo como eso y aun así quería complacerlo. Tragándose sus inhibiciones,
apartó sus piernas y sus redondeadas nalgas para él.
–Soy toda tuyo, nene.
Era como una bestia salvaje y hambrienta mientras
enterraba la cara entre sus piernas y lo tomaba en su boca.
Sungmin sollozó de placer. Se hizo para atrás y se apoyó
contra la mesada. Su lengua formaba remolinos, luego lo chupaba y mordisqueaba
suavemente.
–Oh sí, Kyuhyun, sí –murmuró, presionándolo más cerca suyo.
Kyuhyun gruñó profundamente por lo bajo mientras lo
saboreaba. Su perfume intimo invadía su cabeza en tanto sus manos gráciles
tiraban de su pelo.
Pasó su lengua sobre el borde de su glande, probando y
saboreando. Había pasado bastante tiempo desde que cualquiera o cualquier cosa
le hubiera dado tanto placer.
Complacerlo era lo que él hacía. Su pasión, su
creatividad, sus rarezas. Todo eso era un imán que lo provocaba contra su
voluntad.
Lo lamió y jugueteó con él. Saboreándolo. Dejó que sus
murmullos de placer se convirtieran en los de él, y cuándo se corrió,
llamándolo por su nombre, juró que vio estrellas.
La respiración de Sungmin entró en cortocircuito,
quedándose sin aliento mientras miraba hacia abajo para ver a Kyuhyun
levantarse del piso. Se elevó sobre él, sus ojos oscuros, su cara todavía
hambrienta.
–¿Qué hay en ti que no puedo resistir? –preguntó–. Cada
vez que me acerco, todo en lo que puedo pensar es en saborearte.
Condujo su mano hacia su ingle donde lo sintió duro y
palpitante por él.
–No sé –dijo con voz rasposa mientras sumergía la mano
debajo de su pretina y arrastraba los dedos a través de sus cortos y crespos
pelos, hasta envolverlos alrededor de su virilidad hinchada. Él exhaló
abruptamente.
–Pero siento lo mismo que tú –dijo, hundiendo su mano más
abajo, buscando sus testículos.
Él cerró sus ojos, su mandíbula flexionándose, mientras
le acariciaba. Sabía que le daba placer pero aun así actuaba como si su toque
lo hiciera sufrir.
Se sentía extrañamente vulnerable parado allí con su
cuerpo inferior expuesto a pesar de llevar puesto su suéter. Kyuhyun todavía
estaba totalmente vestido.
Era erótico y desconcertante.
Como sintiendo sus pensamientos, Kyuhyun le quitó el
resto de las ropas. Ahora, estaba completamente desnudo.
Él no.
Pasó sus manos sobre su cuerpo, magistralmente,
tiernamente.
–Dime tus fantasías, Sungmin. Dime qué sueñas, tarde en
la noche cuando yaces acostado solo en la cama.
Nunca en su vida había compartido tal intimidad y antes
de percatarse de lo que hacía, se encontró confiando en él.
–Sueño con un apuesto extraño acercándose.
–¿Y?
–Esta oscuro y sofocante. Lo imagino parado detrás de mí
y atrayéndome contra él. Sintiéndolo tomarme, mientras no lo puedo ver del
todo, sólo lo puedo sentir.
Kyuhyun se alejó de él y apagó la luz. Sungmin tembló en
la oscuridad.
–¿Kyuhyun?
–Shh –su profunda voz con acento parecía absorberlo.
Completamente ciego, era todo sensación mientras atraía
su espalda a su pecho y se daba cuenta de que se había quitado la chaqueta y camisa.
Él pasó las manos sobre su pecho, mientras mordisqueaba la parte de atrás de su
cuello.
Lo oyó bajar el cierre de sus pantalones. El calor de su
cuerpo calentaba el suyo mientras le murmuraba al oído en un lenguaje que no
entendía. Profundizó su voz, haciéndola más seductora.
Erótica.
Luego, estaba dentro de él, ardiente y duro. Gimió,
arqueando su espalda, mientras él se hundía profundamente una y otra vez.
Enterró las manos en su pelo mientras le mordisqueaba los
hombros. El cuello. Su contacto era ardiente, abrasador.
Lo inclinó hacia adelante.
Sungmin boqueó mientras lo penetraba aun más profundo que
antes. Se empujaba contra él, martillando placer en su cuerpo con tal
intensidad que se encontró gimiendo y quedándose sin aliento al compás de sus
movimientos.
Kyuhyun apretó los dientes en tanto sentía el cuerpo de Sungmin
agarrando firmemente al de él. Estaba tan caliente, tan sedoso. Era loco pero
cuando estaba dentro de él, casi podía sentir su alma perdida.
–Córrete por mí, Sungmin –murmuró en gaélico, luego
recordó que no lo podía entender así que se lo tradujo.
–Kyuhyun –su voz era una mezcla de dolor y placer. De
necesidad caliente y exigente. Estaba al borde del clímax.
Tratando de ayudarlo a alcanzarlo, bajó la mano a su miembro
y lo acarició al compás de sus empujes.
Sungmin gritó casi inmediatamente mientras se corría en
sus brazos. Kyuhyun rápidamente se unió a él en ese lugar de maravilloso
placer.
Ambos estaban sudorosos y jadeantes, mientras empujaba
hacia atrás su cuerpo desnudo contra él. Él se rió en su oído, agradecido que
por una vez no tenía que esconder sus colmillos mientras sonreía.
A oscuras, no lo podía ver.
Lo llevó hasta una silla y se sentó con él en su regazo.
Ambos todavía estaban jadeantes y sin fuerzas.
Se apoyó contra él, luego levantó su brazo alrededor de
su cuello para mantenerle cerca. Él pasó su lengua sobre su mejilla,
mordiéndola tiernamente.
Sungmin nunca antes había sido de esta forma con un
hombre.
Seguro, había tenido relaciones sexuales y su ex marido
había sido un sapo cachondo, pero él nunca había deseado a alguien de la forma
que deseaba a Kyuhyun.
Su cuerpo estaba tan caliente y duro bajo. Sungmin suspiró
con satisfacción.
–¿Kyuhyun, haces esto con cada joven que conoces?
–No –murmuró en su oreja. –No lo hago, y nunca he traído
a uno a mi cabaña antes. Eres definitivamente un caso especial.
–¿Estás seguro?
–Afirmativo. ¿Qué hay acerca de ti? ¿Vas a casa con cada
tipo que conoces?
–No. Te lo prometo, eres un caso especial también.
Se sentaron de esa forma por un largo tiempo, simplemente
sosteniéndose entre ellos, perdidos en la tranquila calma del amanecer.
Sungmin no estaba seguro qué sentía por Kyuhyun. Había
una parte que quería sostenerlo así por siempre y otra parte le decía que era
un idiota por pensar cualquier cosa acerca de un tipo que recién había
conocido.
Sí, se veía genial con pantalones de cuero y podía mecer
cada pedazo de su cuerpo, pero al final del día ¿se molestaría en estar cerca,
o sería como los otros tipos que había conocido? Egoísta. Posesivo. Crítico.
No lo sabía con seguridad.
No estaba seguro si quería esperar y enterarse.
Sungmin bostezó. Había sido una noche larga, estaba
agotado emocionalmente y físicamente. Ahora todo lo que quería hacer era
abrazarse a ese caliente cuerpo y dormir.
Kyuhyun se sintió repentinamente comprometido. Traerlo
aquí había parecido una buena idea en el momento, pero ahora que lo pensaba
realmente, acostarse con él a dormir...
Era una intimidad que no había experimentado desde la
muerte de su esposo. Había habido muchísimas veces que había tenido relaciones
sexuales y luego se habían quedado dormidos por poco tiempo, pero esto era
enteramente diferente.
Ellos realmente habían pasado el día juntos. Durmiendo.
Sus cuerpos tocándose...
–Volveré en seguida.
Encendiendo la luz para él, Kyuhyun no dijo nada mientras
agarraba una remera de su bolso y se dirigía al cuarto de baño.
Aunque se había ido, lo escuchaba en el otro cuarto.
Podía oír el agua corriendo mientras se lavaba la cara y se cepillaba los
dientes.
Se sentía tan extraño.
Los recuerdos pasaron a la deriva a través de su cabeza.
Recuerdos de una vida que había olvidado a propósito.
Recuerdos de un hombre que había enterrado.
Cómo extrañaba compartir su vida con alguien. Tener a
alguien a quien cuidar, alguien que lo cuidara a él.
Era algo que no había pensado en bastante tiempo. Algo
que no se había atrevido a pensar.
Ahora que pensaba en eso, tenía que admitir que la vida
como Dark Hunter tenía momentos de profunda soledad.
Siglos atrás, había esperado con ilusión batallar, con la
seguridad de que si sobrevivía, entonces regresaría al cálido abrazo de brazos
amorosos. Al consuelo de un amigo.
Como un Dark Hunter lo mejor que podía esperar después de
una batalla era acomodarse frente a la computadora o al teléfono y compartir la
pelea con alguien que vivía a cientos, si no miles de kilómetros de distancia.
Eso nunca lo había molestado antes.
Esta noche por alguna razón, lo molestaba.
–¿Estás bien? –le preguntó Sungmin.
Él asintió.
Sungmin no estaba muy seguro de su respuesta. Su cara
tenía una apariencia obsesionada.
–¿Has cambiado de opinión acerca de que me quede?
–No –dijo él rápidamente–. Solo ha sido una larga noche.
–No me digas.
Se subió a la cama y estiró el cobertor negro sobre su
cuerpo, luego apagó la lámpara al lado de la cama.
Kyuhyun se volvió para mirarlo. Estaba de costado, de
cara a la pared. Su cabeza parecía pequeña en su almohada king-size y se veía
tan diminuto contra la oscuridad de su cama.
Sobre todo, se veía delicioso.
Se acostó a su lado. Antes de poder evitarlo, lo empujó
entre sus brazos, colocándose en forma de cuchara atrás de él.
–Mmm –murmuró Sungmin, somnoliento–. Realmente me agrada
cuando haces eso.
El dolor lo atravesó mientras cerraba los ojos e inhalaba
su perfume único. Se sentía tan increíblemente bien en sus brazos.
¡Nae! su mente dijo a gritos. No podía hacerlo. No podía
permitirse sentir de este modo.
Nunca podría haber algo entre ellos. Mañana tendría que
dejarlo volver a su vida mientras él regresaba a la suya.
Así debían ser las cosas.
Sungmin yació allí por un tiempo escuchando a Kyuhyun
respirar. No había palabras para explicar exactamente qué sentía al estar
acostado al lado de este hombre. Era como si calzaran. Como si debieran estar
juntos.
¿Por qué era eso?
No estaba seguro de cuánto tiempo yació allí antes de que
el sueño lo alcanzara, pero cuando finalmente se durmió, se encontró teniendo
un sueño de lo más extraño...
Veía a Kyuhyun como un joven, probablemente no mayor de
veinte años. Su cara juvenil estaba cubierta por una gruesa barba oscura, pero
todavía lo reconocía.
Reconociéndolo como un joven que significaba el mundo
entero para él.
Se sostenía encima de él, su cuerpo duro, masculino y
desnudo presionaba contra el suyo mientras se deslizaba adentro y afuera con
tal ternura que hacía que su corazón volara y doliera al mismo tiempo.
–Oh, precioso Shen –susurró él a su oído. Se introdujo
más profundo y duro, acentuando cada palabra que le decía–.¿Cómo te puedo
dejar?
Él ahuecó su cara entre las manos y lo besó, luego lo
hizo retroceder a fin de poder verle los ojos mientras le hacia el amor.
–No tienes alternativa. Has peleado demasiado duro y
sufrido con exceso para ser heredero, no para hacer esto. Esto asegurará que el
clan te nombre como su rey cuando tu tío muera.
Sungmin vio la angustia en sus ojos y sintió su cuerpo
ponerse rígido.
–Lo sé. –Se amaban tanto. Siempre lo hicieron. Desde el
día que él tenía seis años de edad, y Kyuhyun ocho, y él noblemente lo había
salvado de la paliza de un gallo.
Había sido el héroe de su corazón. Habían crecido
apartados y aún así, nunca se habían separado.
Siendo niños, habían sabido que su amistad sería detenida
o ridiculizada, Kyuhyun había sufrido demasiadas burlas, para durar diez mil
vidas.
Nunca le habían contado a nadie de las veces en que se
escabullían de sus familias y obligaciones para estar juntos.
Por años sus encuentros habían sido inocentes. Había sido
durante el último año que se habían atrevido a tocar los cuerpos del otro.
Él era el joven de un vendedor de pescado lo más bajo de
lo bajo. Aun así, Kyuhyun nunca lo había tratado como lo hacían los demás.
Nunca mencionó que oliera a aceite de pescado o que vestía ropas harapientas y
emparchadas.
Lo había respetado y había atesorado su amistad tanto
como él.
Le había dado su virginidad gustosamente, sabiendo que
nunca podría haber algo entre ellos. Sabiendo que llegaría el día que él
tendría que casarse con otro.
Y aunque rompiera su corazón, sabía que no tenía otra
opción más que dejarlo ir ahora. Él necesitaba casarse con otro para heredar el
trono que su madre le había dejado. Para probarles a todos que era noble tanto
de sangre como de espíritu.
–Serás un buen marido. El tiene suerte por tenerte.
–No –dijo él, manteniéndole más apretado–. No quiero
pensar en nadie mas mientras estoy contigo. Solo abrázame, Shen. Déjame fingir
por un momento que no soy el hijo de mi madre. Déjame fingir que sólo somos tú
y yo en el mundo y nadie ni nada podrá separarnos alguna vez.
Sungmin cerró con fuerza los ojos mientras el dolor la
invadía. Ahora deseaba que fuera cierto.
–Eres el único calor en mi corazón. El único brillo de
sol que mi invierno alguna vez ha conocido.
Oh, cómo lo amaba cuando era así. Cuando él, el atrevido
y bravo príncipe guerrero, se atrevía a ser el trovador que vivía en su
corazón. Sólo él conocía este lado de Kyuhyun. Sólo él sabía que tenía el
talento de un poeta.
Para el resto del mundo siempre debía ser feroz y fuerte.
Un iluminado de habilidades y pericias incuestionables. Pero era su corazón de
poeta lo que ella amaba más.
–Y tú eres mi lord –susurró él–. Y si no te marchas y te
encuentras con tu tío ahora, entonces él te aniquilará.
Kyuhyun maldijo mientras se apartaba de él. Lo observó
vestirse y lo ayudó a colocarse la armadura. Era un príncipe. No sólo en
título, sino en juicio y forma. Nunca había habido un hombre más noble.
–¿Me encuentras esta noche?
–Si lo deseas. Haré cualquier cosa que quieras, pero no creo
que sea justo para tu nuevo esposo que nos encontremos la noche de tu boda.
Él se sobresaltó como si le hubiera abofeteado.
–Tienes razón, Shen. Lo más importante de todo, no sería
justo para ti.
Sungmin gimió mientras se sentía a sí mismo salir de Shengmin
y moverse hacia Kyuhyun.
Todavía estaban en el lago, ahora era a Kyuhyun a quien
sentía. Sus emociones. Fue a través de sus ojos que las vio. Kyuhyun tenía el
corazón destrozado mientras miraba a Shengmin dar un paso hacia atrás de su
abrazo. El dolor dentro de él era tan intenso que temía que lo incapacitara.
Extendió la mano hacia Shengmin, sabiendo que se había
ido. Lo había perdido.
Perdido para siempre. Igual que pasó con sus padres.
Dioses, era tan injusto. Pero entonces, la vida nunca era justa. Especialmente
para un hombre que tenía obligaciones y responsabilidades. Un hombre que tenía
que forzar el respeto para él y su hermana con la punta de su espada.
Su vida nunca había sido suya.
Volviéndole la espalda, montó su caballo y cabalgó para
encontrar a su tía y tío a fin de que pudieran finalizar el matrimonio entre su
clan y la tribu galesa que limitaba con ellos por el norte. Este matrimonio
finalmente silenciaría las habladurías y fatalidades que algunos querían para
nombrar a otro como heredero.
Sungmin se movió agitadamente en su sueño mientras éste
cambiaba a otro. Vio a Kyuhyun más tarde ese día, parado adelante de una bella
mujer a los inicios de los treinta y un hombre con unos pocos años más. La
mujer tenía el cabello rubio y ojos azules, mientras el hombre tenía cabellos y
ojos negros.
Estaban parados en la mitad de un viejo vestíbulo de
madera. El cuarto estaba atestado de gente, quienes eran desconocidos a ellos
tres. Todo el mundo estaba vestido con finos tartanes y llevaban joyas de oro.
–Lo juro, muchacho, estás tan asustado como un potro.
–Susurro su tía con una risa.
–Tú también lo estabas –su tío le hacía bromas–. Recuerdo
que tu padre amenazó con atarte a su lado si no dejabas de moverte
inquietamente mientras nuestros padres nos vinculaban.
–Sí, pero era mucho más joven que él.
Su tía colocó una mano reconfortante en su hombro. Kyuhyun
aspiró profundamente mientras un joven era traído adelante de él.
–Mi hijo –dijo el Rey Chan.
Era bello. Fue lo primero que Kyuhyun pensó. Con el pelo
más dorado que alguna vez hubiera visto y ojos azules que eran amables y
gentiles.
Pero no era comparable a su Shengmin. Ninguna otro joven alguna
vez podría compararse a él. Kyuhyun dio un paso atrás instintivamente. Su tío
lo empujó hacia adelante.
El joven sonrió invitadoramente. Sus ojos cálidos y
aceptando. Él dio un paso atrás otra vez. Esta vez, su tía le dio un codazo
hacia la novia.
–¿Qué tienes que decirle, muchacho?
–Yo... – Kyuhyun sabía las palabras que los unirían. Las
había ensayado incesantemente. Pero ahora estaban alojadas en su garganta. No
podía respirar.
Dio un paso atrás otra vez, y otra vez su tía y tío le
hicieron avanzar, hacia él y un destino que parecía repentinamente poco
prometedor. Frío.
–Kyuhyun –dijo su tío con una nota de advertencia en la
voz. –Di las palabras.
Hazlo, o perderás todo. Hazlo, y perderé lo único
importante. En su mente, vio el dolor en los ojos de Shengmin. Vio sus lágrimas.
Kyuhyun apretó los dientes, flexionando su mandíbula con
determinación.
–No haré esto. –Pasó rápidamente y dejó el vestíbulo,
oyendo los murmullos conmocionados mientras se dirigía a la puerta y fuera del
pueblo.
Unos segundos más tarde, sus tíos salieron rápidamente
detrás de él. Estaba a medio camino de su caballo cuando su tío lo agarró del
brazo rudamente para detenerlo.
–¿Qué está mal contigo? –demandó.
–¿Kyuhyun? –su tía dijo en un tono más tierno–.¿Qué
sucede? –miró a uno y a otro, mientras buscaba las palabras que lograran que
ellos entendieran lo que había en su corazón.
–No me casaré con él.
–Oh sí, lo harás –dijo su tío severamente. Sus ojos
oscuros restallaban de fuego–. Ahora camina de regreso y termina con esto.
–Nae –dijo tercamente–. No me casaré con él mientras amo
a alguien más.
–¿A quién? –preguntaron al unísono.
–Shengmin.
Intercambiaron un ceño fruncido.
–¿Quién rayos es Shengmin? –preguntó su tío.
–¿El hijo del vendedor de pescado? –preguntó su tía.
Las dos preguntas se abalanzaron sobre él de inmediato.
Hasta que la mente de su tío registró el comentario de su tía.
–¿El hijo del vendedor de pescado? –repitió.
Su tío se movió para golpearle el dorso de la cabeza,
pero Kyuhyun atrapó su mano y lo miró fijamente. Los días de ser golpeado por
su tío habían terminado.
–¿Estás loco? –demandó su tío, torciendo el brazo para
liberarlo–.¿Cómo lo conociste?
Kyuhyun se tensó, esperando la condenación de su tío. Sin
duda finalmente lo desterrarían de su clan, tal como hicieron con su madre.
Nada tenía importancia.
Shengmin era la única persona que alguna vez realmente lo
había aceptado. No le fallaría casándose con alguien más mientras él tenía que
regresar al sufrimiento de su vida. Se rehusaba a hacerse viejo sin él.
–Sé que no me entenderás y sé que debería ir y casarme
con el hijo del galés, pero no puedo. –Miró a su tía, esperando que alguien
entendiera su difícil situación–. Amo a Shengmin. No quiero vivir sin él.
–Eres joven y tonto –dijo su tío–. Así como tu madre,
dejas que tu corazón te gobierne. Si fallas en hacer esto, entonces nunca
podrás borrar la vergüenza de tu madre. Serás visto como nada más que el
ridículo hijo de una puta. Ahora regresa a ese salón y cásate con Deirdre.
¡Ahora!
–Nae –dijo firmemente.
–Ayúdame, Kyuhyun, no haces esto y te verás desterrado
por ello.
–Entonces destiérrame.
–Nae –su tía dijo, entrometiéndose en la discusión. Ella
tenía la apariencia distante, lejana que tenía cada vez miraba a través del
mundo natural hacia un nivel más elevado–. Los dioses han trabajado aquí, Donghwa.
Mira en sus ojos. Shengmin es su compañero del alma. Ellos están destinados a
estar juntos.
Su tío maldijo.
–Ésta hubiera sido una grandiosa alianza para nuestro
clan –masculló amargamente–. Habría asegurado la paz entre nuestros pueblos y
habría garantizado que nadie disputara a Kyuhyun como mi heredero. Pero no discutiré
con la voluntad de los dioses. –Palmeó a Kyuhyun en el brazo–. Ve. Reclama a tu
Shengmin mientras rescato lo que pueda de esta reunión y trato
esperanzadoramente de evitar una guerra.
Kyuhyun parpadeó con incredulidad. Era la primera vez en
su vida que su tío había sido amable o compasivo con él.
–¿Lo dices seriamente?
Él entrecerró sus ojos.
–Muchacho, mejor vete antes que el sentido común regrese
a mí.
Kyuhyun gritó mientras corría hacia su caballo. Luego
volvió corriendo y abrazó a su tía, luego a su tío.
–Gracias. Gracias a ambos.
Tan pronto como pudo, corrió hacia su caballo y saltó
encima de él.
Tenía que alcanzar a su Shengmin...
Shengmin suspiró mientras su madre le tendía una vieja
canasta andrajosa que tenía diez pescados repugnantemente olorosos.
–¿Debo entregarlos? –preguntó a su madre, su voz rogando
por compasión.
–Tu hermano ha salido a un mandado y ellos lo quieren.
Ahora ve, niño. No soportaré más discusiones de tu parte.
Shengmin apretó los dientes mientras tomaba la canasta,
Cómo odiaba esto. Más bien preferiría recibir golpes antes que viajar a la casa
del herrero. De su misma edad, la hija del herrero actuaba como si descendiera
de una línea tan noble como Kyuhyun.
La chica se deleitaba en humillarlo.
Y hoy, Shengmin no estaba de humor para eso. No mientras
su corazón estaba tan lastimado por su pérdida. A esta hora Kyuhyun estaría
casado con otro. Lo había perdido para siempre.
Parpadeando para contener las lágrimas, dejó la diminuta
cabaña, y se dirigió hacia el lado más bonito del pueblo donde el resto de las
personas residían, contra el viento del vendedor de pescado, del curtidor, y
del carnicero.
–Oh, Kyuhyun –murmuró mientras se enjugaba las lágrimas.
¿Cómo podía pasar un solo día sin él? Siempre había
esperado con ilusión sus encuentros. Esperando con ansias compartir una risa y
la diversión con él al lado del lago. Ahora esos días se habían ido para
siempre.
Cuando regresara, sería con un nuevo esposo. Un día, su joven
rey llevaría a sus niños.
El dolor le atacó aún más. Shengmin atravesó sin rumbo el
pueblo, sus pensamientos en el único hombre que alguna vez amaría y en el hecho
que nunca tendría a sus niños. Nunca podría abrazarlo otra vez.
Se acercó a la casa del herrero y vio que su hija no
estaba sola. Estaba parada con un grupito de amigos, conversando.
–Oh que molestia –dijo la chica asqueada–. Es el pescador
con su fétido hedor. Rápido, todos, retengan el aire o se pondrán azules.
Shengmin alzó su barbilla. No la podían herir con sus
palabras. ¡No! Hoy estaba lo suficientemente herido. Empujó la canasta a las
manos de la joven.
–¡Ah! –gritó– ¡Qué vil eres, Shengmin! –gritó, dejando
caer la canasta con un fuerte ruido y alejándose danzando–. Ningún hombre
querrá alguna vez a alguien oloroso.
–No sé. Después de que lo vimos dándole al hredero el
otro día, estaría dispuesto a taparme las narices.
Con la cara en llamas, Shengmin estaba horrorizado de que
alguien hubiese tropezado con él y Kyuhyun mientras hacían el amor en el
bosque.
–Sí. El estaría bien para una o dos veces, especialmente
ya que puede enfundar una espada fuerte, pero puedes casarte con él si eres
como heredero y la inmundicia permanente sea tu gusto. Yo más bien no lo haría.
Sus perversas risas sonaban en sus oídos.
Shengmin humillado y avergonzado, había comenzado a
alejarse de ellos cuando percibió el sonido de un caballo acercándose en una
carrera a muerte.
Todo el mundo en el pueblo se quedó callado ante el
sonido. Era obvio que el jinete tenía una prisa horrenda. Su voz gruesa y
profunda podía oírse urgiendo al caballo a adelantarse hacia el pueblo. En el
mismo momento en que Kyuhyun salía volando del bosque, las personas se
apartaron de su camino.
Shengmin no podía moverse mientras lo miraba.
Él tenía su cabeza inclinada hacia abajo, y ambos, él y
el caballo, estaban cubiertos de sudor. Unidos en poder, belleza, y forma,
ambos eran una vista feroz y atemorizante para contemplar. Volaban como si los
demonios estuvieran quemando sus pantalones.
Esperó que le pasara, continuando su cabalgata hacia su
casa. Él no lo hizo.
En lugar de eso, Kyuhyun sofrenó su caballo abruptamente
ante él, la bestia feroz se levantó en dos patas y piafó en el aire. Saltó de
la silla de montar y la levantó rápidamente en sus brazos.
Su corazón latiendo con alegría, pero estaba asustado de
esto. Asustada de lo que su apariencia desarreglada aquí significaba.
–¿Mi lord? –preguntó con vacilación, usando el
tratamiento apropiado para un príncipe, sabiendo que con tantos testigos, nunca
podría llamarlo por su nombre de pila–.¿Qué es lo que quiere de mí?
Sus ojos estaban radiantes, brillantes y llenos con su
corazón mientras clavaba los ojos en él.
–Te quiero a ti, mi amor, –él respiró–. Todos los días
para el resto de mi vida. He venido a casarme contigo, Shen. Si tú me quieres.
Las lágrimas llenaron sus ojos.
–¿Tu tío?
–Nos desea lo mejor y te conocerá cuando regrese.
Sus manos se estremecieron mientras lo abrazaba
fuertemente.
–Eres mío, precioso Shen –murmuró él–. No quiero a otro
en mi vida.
–¿Aun si huelo a pescado?
Él se rió de eso.
–Y yo huelo como un caballo sudoroso. Somos un par
perfecto, tu y yo.
Sólo él diría algo así.
Lágrimas rodaron por sus mejillas mientras lo mantenía
cerca y lloraba de felicidad. Su Kyuhyun había regresado a él y nunca lo
dejaría ir. Estaban destinados a estar juntos.
Por siempre...
TT_____TT
ResponderEliminarya me hicieron llorar!!!
que capitulo tan lindoooo!!!
Dios, que amor~ que amor~
estan destinado a estar juntos!
tan lindos~
Es un capítulo tan hermoso y triste a la vez. El amor entre KyuHyun y ShengMin fue tan profundo y puro que sobrepaso incluso que KyuHyun fuera un príncipe y ShengMin la hija de un pescador. KyuHyun fue muy valiente al rehusarse a casarse y enfrentarse a sus tíos y a la opinión de todo su clan.
ResponderEliminarYo estoy convencida que SungMin es la reencarnación de ShengMin, por eso la atracción entre ellos es así y hasta sienten que se complementan. Estoy segura de que está visita a la choza de KyuHyun tdavía nos da para más xD
Gracias por la actu ^^
Uy,yuhyun poniendo a Minho a disposición de Sungmin.......y este par,van a quemar esa cabaña *0*
ResponderEliminarEstan tan bien juntos,pero ninguno de los dos se permite disfrutar de algo más que la compañia que tienen estando juntos.
Sungmin la reencarnación de Shengmin,eso no esta en duda,por algo Min siente esa conexión con Kyuhyun y siente esas cosas que no puede decirle.
Aparte todo eso que esta viviendo en sus sueños,la vida de Shengmin que es la suya,pero mucho tiempo atras...en que parara todo esto?