Soulmate (DH3)- 9




Mientras Kyuhyun le mostraba donde colocar su bolso y mochila, el teléfono sonó.

Kyuhyun lo contestó mientras él desempacaba algunos artículos de primera necesidad y los colocaba en el estante.

–Oye Minho..., sí supe lo de Yesung. –Lo miró tímidamente mientras escuchaba–. Nah... hombre. Yo...No estoy solo en este momento, ¿Ok?

Se alejó, pero aun lo podía oír tranquilamente. Estaba actuando nerviosamente y él se preguntaba por qué.

–Hablé con Yesung más temprano, y definitivamente había estado absorbiendo ese húmedo jugo rojo, antes de que eso ocurriera. No sé que le sucedió, pero estaba de un humor de perros. –Hizo una pausa por varios minutos–. Sí, y escucha, tengo a un joven aquí, su nombre es Sungmin. Si él te llama por cualquier cosa, lo atiendes sin abrir tu boca... Sí, te llamaré. –Colgó el teléfono.

–¿Quién es Minho? –preguntó.

–Es mi asistente personal. Él está en nómina, así que cualquier cosa que necesites, solo marca el cuatro y el signo numeral y sonará su teléfono celular.

Ooh eso era perfecto.


–¿En serio? ¿Tienes un asistente personal?

–¿Increíble, no?

–Bueno, tengo que decir que eres el primer motorista que alguna vez he encontrado que tiene una cartera de acciones y un asistente. –Él se rió–. Entonces, ¿qué es ese húmedo jugo rojo? –preguntó–.¿Algún tipo de vino?

Él se incomodó.

–Algo parecido.

Allí estaba él otra vez con sus secretos. ¡Uf! El hombre necesitaba aflojarse un poquito. Ser más confiado. Definitivamente tendría que trabajar en él.

Kyuhyun se dirigió hacia la pequeña cocina.

–No sé tú, pero estoy como enchufado. Normalmente no me voy a dormir hasta un par de horas después del amanecer. ¿Tienes hambre?

Lo miró buscar en los gabinetes y sacar un par de cacerolas.

–No realmente, pero te puedo hacer alguna cosa si quieres.

Él levantó la mirada, su cara sorprendida por su ofrecimiento.

–Gracias. Eso sería agradable.

Tomó la cacerola de su mano y la colocó en la hornalla.

–¿Estás de humor para comer…?. –Él se lamió los labios mientras su mirada vagaba por su cuerpo, haciéndola sentir caliente instantáneamente. Necesitada–.¿Qué tal un desnudo Sungmin al dente cubierto con crema batida y chocolate?.

Él le acomodó el pelo de su cuello.

–Podríamos poner encima una cereza.

Él se rió.

–Eso podría arreglarse.

Sungmin gimió mientras él bajaba su cabeza y mordisqueaba su cuello. El deseo barría con todo a través de él, poniéndolo instantáneamente palpitante por él.

–¿Eres siempre así de insaciable? –preguntó.

–Sólo cuando veo algo que deseo –dijo él, moviendo su mano para ahuecarla entre sus piernas–. Y a ti es lo que más deseo de todo.

Su corazón martillaba, miró hacia abajo para observar sus manos mientras le desabrochaba los jeans. Sus largos y precisos dedos bajaron el cierre. Él jugaba en su oreja con su lengua, su respiración caliente contra su piel, mientras sumergía la mano bajo la banda elástica y encontraba el centro de su cuerpo.

Sungmin se tambaleó ante la vista de su mano allí, de sus dedos acariciando suavemente su miembro.
Gimiendo, se frotó a sí mismo contra él, necesitando sentirle profundamente en su interior otra vez. Kyuhyun gruñó como una bestia feroz antes de arrodillarse detrás de él y bajarle la ropa para liberarlo de los jeans y boxer.

Kyuhyun estaba de rodillas y todavía completamente vestido mientras la daba vuelta para quedar enfrentados y clavarle los ojos en su entrepierna.

Su mirada de obsidiana encontró la suya y vio el fuego dentro de él.

–Ábrete para mi, Sungmin. Quiero que me invites a entrar.

Se sonrojó ante lo que le pedía. Nunca en su vida había hecho algo como eso y aun así quería complacerlo. Tragándose sus inhibiciones, apartó sus piernas y sus redondeadas nalgas para él.

–Soy toda tuyo, nene.

Era como una bestia salvaje y hambrienta mientras enterraba la cara entre sus piernas y lo tomaba en su boca.

Sungmin sollozó de placer. Se hizo para atrás y se apoyó contra la mesada. Su lengua formaba remolinos, luego lo chupaba y mordisqueaba suavemente.

–Oh sí, Kyuhyun, sí –murmuró, presionándolo más cerca suyo.

Kyuhyun gruñó profundamente por lo bajo mientras lo saboreaba. Su perfume intimo invadía su cabeza en tanto sus manos gráciles tiraban de su pelo.

Pasó su lengua sobre el borde de su glande, probando y saboreando. Había pasado bastante tiempo desde que cualquiera o cualquier cosa le hubiera dado tanto placer.

Complacerlo era lo que él hacía. Su pasión, su creatividad, sus rarezas. Todo eso era un imán que lo provocaba contra su voluntad.

Lo lamió y jugueteó con él. Saboreándolo. Dejó que sus murmullos de placer se convirtieran en los de él, y cuándo se corrió, llamándolo por su nombre, juró que vio estrellas.

La respiración de Sungmin entró en cortocircuito, quedándose sin aliento mientras miraba hacia abajo para ver a Kyuhyun levantarse del piso. Se elevó sobre él, sus ojos oscuros, su cara todavía hambrienta.

–¿Qué hay en ti que no puedo resistir? –preguntó–. Cada vez que me acerco, todo en lo que puedo pensar es en saborearte.

Condujo su mano hacia su ingle donde lo sintió duro y palpitante por él.

–No sé –dijo con voz rasposa mientras sumergía la mano debajo de su pretina y arrastraba los dedos a través de sus cortos y crespos pelos, hasta envolverlos alrededor de su virilidad hinchada. Él exhaló abruptamente.

–Pero siento lo mismo que tú –dijo, hundiendo su mano más abajo, buscando sus testículos.

Él cerró sus ojos, su mandíbula flexionándose, mientras le acariciaba. Sabía que le daba placer pero aun así actuaba como si su toque lo hiciera sufrir.

Se sentía extrañamente vulnerable parado allí con su cuerpo inferior expuesto a pesar de llevar puesto su suéter. Kyuhyun todavía estaba totalmente vestido.

Era erótico y desconcertante.

Como sintiendo sus pensamientos, Kyuhyun le quitó el resto de las ropas. Ahora, estaba completamente desnudo.

Él no.

Pasó sus manos sobre su cuerpo, magistralmente, tiernamente.

–Dime tus fantasías, Sungmin. Dime qué sueñas, tarde en la noche cuando yaces acostado solo en la cama.

Nunca en su vida había compartido tal intimidad y antes de percatarse de lo que hacía, se encontró confiando en él.

–Sueño con un apuesto extraño acercándose.

–¿Y?

–Esta oscuro y sofocante. Lo imagino parado detrás de mí y atrayéndome contra él. Sintiéndolo tomarme, mientras no lo puedo ver del todo, sólo lo puedo sentir.

Kyuhyun se alejó de él y apagó la luz. Sungmin tembló en la oscuridad.

–¿Kyuhyun?

–Shh –su profunda voz con acento parecía absorberlo.

Completamente ciego, era todo sensación mientras atraía su espalda a su pecho y se daba cuenta de que se había quitado la chaqueta y camisa. Él pasó las manos sobre su pecho, mientras mordisqueaba la parte de atrás de su cuello.

Lo oyó bajar el cierre de sus pantalones. El calor de su cuerpo calentaba el suyo mientras le murmuraba al oído en un lenguaje que no entendía. Profundizó su voz, haciéndola más seductora.

Erótica.

Luego, estaba dentro de él, ardiente y duro. Gimió, arqueando su espalda, mientras él se hundía profundamente una y otra vez.

Enterró las manos en su pelo mientras le mordisqueaba los hombros. El cuello. Su contacto era ardiente, abrasador.

Lo inclinó hacia adelante.

Sungmin boqueó mientras lo penetraba aun más profundo que antes. Se empujaba contra él, martillando placer en su cuerpo con tal intensidad que se encontró gimiendo y quedándose sin aliento al compás de sus movimientos.

Kyuhyun apretó los dientes en tanto sentía el cuerpo de Sungmin agarrando firmemente al de él. Estaba tan caliente, tan sedoso. Era loco pero cuando estaba dentro de él, casi podía sentir su alma perdida.

–Córrete por mí, Sungmin –murmuró en gaélico, luego recordó que no lo podía entender así que se lo tradujo.

–Kyuhyun –su voz era una mezcla de dolor y placer. De necesidad caliente y exigente. Estaba al borde del clímax.

Tratando de ayudarlo a alcanzarlo, bajó la mano a su miembro y lo acarició al compás de sus empujes.

Sungmin gritó casi inmediatamente mientras se corría en sus brazos. Kyuhyun rápidamente se unió a él en ese lugar de maravilloso placer.

Ambos estaban sudorosos y jadeantes, mientras empujaba hacia atrás su cuerpo desnudo contra él. Él se rió en su oído, agradecido que por una vez no tenía que esconder sus colmillos mientras sonreía.

A oscuras, no lo podía ver.

Lo llevó hasta una silla y se sentó con él en su regazo. Ambos todavía estaban jadeantes y sin fuerzas.

Se apoyó contra él, luego levantó su brazo alrededor de su cuello para mantenerle cerca. Él pasó su lengua sobre su mejilla, mordiéndola tiernamente.

Sungmin nunca antes había sido de esta forma con un hombre.

Seguro, había tenido relaciones sexuales y su ex marido había sido un sapo cachondo, pero él nunca había deseado a alguien de la forma que deseaba a Kyuhyun.

Su cuerpo estaba tan caliente y duro bajo. Sungmin suspiró con satisfacción.

–¿Kyuhyun, haces esto con cada joven que conoces?

–No –murmuró en su oreja. –No lo hago, y nunca he traído a uno a mi cabaña antes. Eres definitivamente un caso especial.

–¿Estás seguro?

–Afirmativo. ¿Qué hay acerca de ti? ¿Vas a casa con cada tipo que conoces?

–No. Te lo prometo, eres un caso especial también.

Se sentaron de esa forma por un largo tiempo, simplemente sosteniéndose entre ellos, perdidos en la tranquila calma del amanecer.

Sungmin no estaba seguro qué sentía por Kyuhyun. Había una parte que quería sostenerlo así por siempre y otra parte le decía que era un idiota por pensar cualquier cosa acerca de un tipo que recién había conocido.

Sí, se veía genial con pantalones de cuero y podía mecer cada pedazo de su cuerpo, pero al final del día ¿se molestaría en estar cerca, o sería como los otros tipos que había conocido? Egoísta. Posesivo. Crítico.

No lo sabía con seguridad.

No estaba seguro si quería esperar y enterarse.

Sungmin bostezó. Había sido una noche larga, estaba agotado emocionalmente y físicamente. Ahora todo lo que quería hacer era abrazarse a ese caliente cuerpo y dormir.

Kyuhyun se sintió repentinamente comprometido. Traerlo aquí había parecido una buena idea en el momento, pero ahora que lo pensaba realmente, acostarse con él a dormir...

Era una intimidad que no había experimentado desde la muerte de su esposo. Había habido muchísimas veces que había tenido relaciones sexuales y luego se habían quedado dormidos por poco tiempo, pero esto era enteramente diferente.

Ellos realmente habían pasado el día juntos. Durmiendo. Sus cuerpos tocándose...

–Volveré en seguida.

Encendiendo la luz para él, Kyuhyun no dijo nada mientras agarraba una remera de su bolso y se dirigía al cuarto de baño.

Aunque se había ido, lo escuchaba en el otro cuarto. Podía oír el agua corriendo mientras se lavaba la cara y se cepillaba los dientes.

Se sentía tan extraño.

Los recuerdos pasaron a la deriva a través de su cabeza. Recuerdos de una vida que había olvidado a propósito.

Recuerdos de un hombre que había enterrado.

Cómo extrañaba compartir su vida con alguien. Tener a alguien a quien cuidar, alguien que lo cuidara a él.

Era algo que no había pensado en bastante tiempo. Algo que no se había atrevido a pensar.

Ahora que pensaba en eso, tenía que admitir que la vida como Dark Hunter tenía momentos de profunda soledad.

Siglos atrás, había esperado con ilusión batallar, con la seguridad de que si sobrevivía, entonces regresaría al cálido abrazo de brazos amorosos. Al consuelo de un amigo.

Como un Dark Hunter lo mejor que podía esperar después de una batalla era acomodarse frente a la computadora o al teléfono y compartir la pelea con alguien que vivía a cientos, si no miles de kilómetros de distancia.

Eso nunca lo había molestado antes.

Esta noche por alguna razón, lo molestaba.

–¿Estás bien? –le preguntó Sungmin.

Él asintió.

Sungmin no estaba muy seguro de su respuesta. Su cara tenía una apariencia obsesionada.

–¿Has cambiado de opinión acerca de que me quede?

–No –dijo él rápidamente–. Solo ha sido una larga noche.

–No me digas.

Se subió a la cama y estiró el cobertor negro sobre su cuerpo, luego apagó la lámpara al lado de la cama.

Kyuhyun se volvió para mirarlo. Estaba de costado, de cara a la pared. Su cabeza parecía pequeña en su almohada king-size y se veía tan diminuto contra la oscuridad de su cama.

Sobre todo, se veía delicioso.

Se acostó a su lado. Antes de poder evitarlo, lo empujó entre sus brazos, colocándose en forma de cuchara atrás de él.

–Mmm –murmuró Sungmin, somnoliento–. Realmente me agrada cuando haces eso.

El dolor lo atravesó mientras cerraba los ojos e inhalaba su perfume único. Se sentía tan increíblemente bien en sus brazos.

¡Nae! su mente dijo a gritos. No podía hacerlo. No podía permitirse sentir de este modo.

Nunca podría haber algo entre ellos. Mañana tendría que dejarlo volver a su vida mientras él regresaba a la suya.

Así debían ser las cosas.



Sungmin yació allí por un tiempo escuchando a Kyuhyun respirar. No había palabras para explicar exactamente qué sentía al estar acostado al lado de este hombre. Era como si calzaran. Como si debieran estar juntos.

¿Por qué era eso?

No estaba seguro de cuánto tiempo yació allí antes de que el sueño lo alcanzara, pero cuando finalmente se durmió, se encontró teniendo un sueño de lo más extraño...

Veía a Kyuhyun como un joven, probablemente no mayor de veinte años. Su cara juvenil estaba cubierta por una gruesa barba oscura, pero todavía lo reconocía.

Reconociéndolo como un joven que significaba el mundo entero para él.

Se sostenía encima de él, su cuerpo duro, masculino y desnudo presionaba contra el suyo mientras se deslizaba adentro y afuera con tal ternura que hacía que su corazón volara y doliera al mismo tiempo.

–Oh, precioso Shen –susurró él a su oído. Se introdujo más profundo y duro, acentuando cada palabra que le decía–.¿Cómo te puedo dejar?

Él ahuecó su cara entre las manos y lo besó, luego lo hizo retroceder a fin de poder verle los ojos mientras le hacia el amor.

–No tienes alternativa. Has peleado demasiado duro y sufrido con exceso para ser heredero, no para hacer esto. Esto asegurará que el clan te nombre como su rey cuando tu tío muera.

Sungmin vio la angustia en sus ojos y sintió su cuerpo ponerse rígido.

–Lo sé. –Se amaban tanto. Siempre lo hicieron. Desde el día que él tenía seis años de edad, y Kyuhyun ocho, y él noblemente lo había salvado de la paliza de un gallo.

Había sido el héroe de su corazón. Habían crecido apartados y aún así, nunca se habían separado.

Siendo niños, habían sabido que su amistad sería detenida o ridiculizada, Kyuhyun había sufrido demasiadas burlas, para durar diez mil vidas.

Nunca le habían contado a nadie de las veces en que se escabullían de sus familias y obligaciones para estar juntos.

Por años sus encuentros habían sido inocentes. Había sido durante el último año que se habían atrevido a tocar los cuerpos del otro.

Él era el joven de un vendedor de pescado lo más bajo de lo bajo. Aun así, Kyuhyun nunca lo había tratado como lo hacían los demás. Nunca mencionó que oliera a aceite de pescado o que vestía ropas harapientas y emparchadas.

Lo había respetado y había atesorado su amistad tanto como él.

Le había dado su virginidad gustosamente, sabiendo que nunca podría haber algo entre ellos. Sabiendo que llegaría el día que él tendría que casarse con otro.

Y aunque rompiera su corazón, sabía que no tenía otra opción más que dejarlo ir ahora. Él necesitaba casarse con otro para heredar el trono que su madre le había dejado. Para probarles a todos que era noble tanto de sangre como de espíritu.

–Serás un buen marido. El tiene suerte por tenerte.

–No –dijo él, manteniéndole más apretado–. No quiero pensar en nadie mas mientras estoy contigo. Solo abrázame, Shen. Déjame fingir por un momento que no soy el hijo de mi madre. Déjame fingir que sólo somos tú y yo en el mundo y nadie ni nada podrá separarnos alguna vez.

Sungmin cerró con fuerza los ojos mientras el dolor la invadía. Ahora deseaba que fuera cierto.

–Eres el único calor en mi corazón. El único brillo de sol que mi invierno alguna vez ha conocido.

Oh, cómo lo amaba cuando era así. Cuando él, el atrevido y bravo príncipe guerrero, se atrevía a ser el trovador que vivía en su corazón. Sólo él conocía este lado de Kyuhyun. Sólo él sabía que tenía el talento de un poeta.

Para el resto del mundo siempre debía ser feroz y fuerte. Un iluminado de habilidades y pericias incuestionables. Pero era su corazón de poeta lo que ella amaba más.

–Y tú eres mi lord –susurró él–. Y si no te marchas y te encuentras con tu tío ahora, entonces él te aniquilará.

Kyuhyun maldijo mientras se apartaba de él. Lo observó vestirse y lo ayudó a colocarse la armadura. Era un príncipe. No sólo en título, sino en juicio y forma. Nunca había habido un hombre más noble.

–¿Me encuentras esta noche?

–Si lo deseas. Haré cualquier cosa que quieras, pero no creo que sea justo para tu nuevo esposo que nos encontremos la noche de tu boda.

Él se sobresaltó como si le hubiera abofeteado.

–Tienes razón, Shen. Lo más importante de todo, no sería justo para ti.

Sungmin gimió mientras se sentía a sí mismo salir de Shengmin y moverse hacia Kyuhyun.

Todavía estaban en el lago, ahora era a Kyuhyun a quien sentía. Sus emociones. Fue a través de sus ojos que las vio. Kyuhyun tenía el corazón destrozado mientras miraba a Shengmin dar un paso hacia atrás de su abrazo. El dolor dentro de él era tan intenso que temía que lo incapacitara.

Extendió la mano hacia Shengmin, sabiendo que se había ido. Lo había perdido.

Perdido para siempre. Igual que pasó con sus padres. Dioses, era tan injusto. Pero entonces, la vida nunca era justa. Especialmente para un hombre que tenía obligaciones y responsabilidades. Un hombre que tenía que forzar el respeto para él y su hermana con la punta de su espada.

Su vida nunca había sido suya.

Volviéndole la espalda, montó su caballo y cabalgó para encontrar a su tía y tío a fin de que pudieran finalizar el matrimonio entre su clan y la tribu galesa que limitaba con ellos por el norte. Este matrimonio finalmente silenciaría las habladurías y fatalidades que algunos querían para nombrar a otro como heredero.

Sungmin se movió agitadamente en su sueño mientras éste cambiaba a otro. Vio a Kyuhyun más tarde ese día, parado adelante de una bella mujer a los inicios de los treinta y un hombre con unos pocos años más. La mujer tenía el cabello rubio y ojos azules, mientras el hombre tenía cabellos y ojos negros.

Estaban parados en la mitad de un viejo vestíbulo de madera. El cuarto estaba atestado de gente, quienes eran desconocidos a ellos tres. Todo el mundo estaba vestido con finos tartanes y llevaban joyas de oro.

–Lo juro, muchacho, estás tan asustado como un potro. –Susurro su tía con una risa.

–Tú también lo estabas –su tío le hacía bromas–. Recuerdo que tu padre amenazó con atarte a su lado si no dejabas de moverte inquietamente mientras nuestros padres nos vinculaban.

–Sí, pero era mucho más joven que él.

Su tía colocó una mano reconfortante en su hombro. Kyuhyun aspiró profundamente mientras un joven era traído adelante de él.

–Mi hijo –dijo el Rey Chan.

Era bello. Fue lo primero que Kyuhyun pensó. Con el pelo más dorado que alguna vez hubiera visto y ojos azules que eran amables y gentiles.

Pero no era comparable a su Shengmin. Ninguna otro joven alguna vez podría compararse a él. Kyuhyun dio un paso atrás instintivamente. Su tío lo empujó hacia adelante.

El joven sonrió invitadoramente. Sus ojos cálidos y aceptando. Él dio un paso atrás otra vez. Esta vez, su tía le dio un codazo hacia la novia.

–¿Qué tienes que decirle, muchacho?

–Yo... – Kyuhyun sabía las palabras que los unirían. Las había ensayado incesantemente. Pero ahora estaban alojadas en su garganta. No podía respirar.

Dio un paso atrás otra vez, y otra vez su tía y tío le hicieron avanzar, hacia él y un destino que parecía repentinamente poco prometedor. Frío.

–Kyuhyun –dijo su tío con una nota de advertencia en la voz. –Di las palabras.

Hazlo, o perderás todo. Hazlo, y perderé lo único importante. En su mente, vio el dolor en los ojos de Shengmin. Vio sus lágrimas.

Kyuhyun apretó los dientes, flexionando su mandíbula con determinación.

–No haré esto. –Pasó rápidamente y dejó el vestíbulo, oyendo los murmullos conmocionados mientras se dirigía a la puerta y fuera del pueblo.

Unos segundos más tarde, sus tíos salieron rápidamente detrás de él. Estaba a medio camino de su caballo cuando su tío lo agarró del brazo rudamente para detenerlo.

–¿Qué está mal contigo? –demandó.

–¿Kyuhyun? –su tía dijo en un tono más tierno–.¿Qué sucede? –miró a uno y a otro, mientras buscaba las palabras que lograran que ellos entendieran lo que había en su corazón.

–No me casaré con él.

–Oh sí, lo harás –dijo su tío severamente. Sus ojos oscuros restallaban de fuego–. Ahora camina de regreso y termina con esto.

–Nae –dijo tercamente–. No me casaré con él mientras amo a alguien más.

–¿A quién? –preguntaron al unísono.

–Shengmin.

Intercambiaron un ceño fruncido.

–¿Quién rayos es Shengmin? –preguntó su tío.

–¿El hijo del vendedor de pescado? –preguntó su tía.

Las dos preguntas se abalanzaron sobre él de inmediato. Hasta que la mente de su tío registró el comentario de su tía.

–¿El hijo del vendedor de pescado? –repitió.

Su tío se movió para golpearle el dorso de la cabeza, pero Kyuhyun atrapó su mano y lo miró fijamente. Los días de ser golpeado por su tío habían terminado.

–¿Estás loco? –demandó su tío, torciendo el brazo para liberarlo–.¿Cómo lo conociste?

Kyuhyun se tensó, esperando la condenación de su tío. Sin duda finalmente lo desterrarían de su clan, tal como hicieron con su madre.

Nada tenía importancia.

Shengmin era la única persona que alguna vez realmente lo había aceptado. No le fallaría casándose con alguien más mientras él tenía que regresar al sufrimiento de su vida. Se rehusaba a hacerse viejo sin él.

–Sé que no me entenderás y sé que debería ir y casarme con el hijo del galés, pero no puedo. –Miró a su tía, esperando que alguien entendiera su difícil situación–. Amo a Shengmin. No quiero vivir sin él.

–Eres joven y tonto –dijo su tío–. Así como tu madre, dejas que tu corazón te gobierne. Si fallas en hacer esto, entonces nunca podrás borrar la vergüenza de tu madre. Serás visto como nada más que el ridículo hijo de una puta. Ahora regresa a ese salón y cásate con Deirdre. ¡Ahora!

–Nae –dijo firmemente.

–Ayúdame, Kyuhyun, no haces esto y te verás desterrado por ello.

–Entonces destiérrame.

–Nae –su tía dijo, entrometiéndose en la discusión. Ella tenía la apariencia distante, lejana que tenía cada vez miraba a través del mundo natural hacia un nivel más elevado–. Los dioses han trabajado aquí, Donghwa. Mira en sus ojos. Shengmin es su compañero del alma. Ellos están destinados a estar juntos.

Su tío maldijo.

–Ésta hubiera sido una grandiosa alianza para nuestro clan –masculló amargamente–. Habría asegurado la paz entre nuestros pueblos y habría garantizado que nadie disputara a  Kyuhyun como mi heredero. Pero no discutiré con la voluntad de los dioses. –Palmeó a Kyuhyun en el brazo–. Ve. Reclama a tu Shengmin mientras rescato lo que pueda de esta reunión y trato esperanzadoramente de evitar una guerra.

Kyuhyun parpadeó con incredulidad. Era la primera vez en su vida que su tío había sido amable o compasivo con él.

–¿Lo dices seriamente?

Él entrecerró sus ojos.

–Muchacho, mejor vete antes que el sentido común regrese a mí.

Kyuhyun gritó mientras corría hacia su caballo. Luego volvió corriendo y abrazó a su tía, luego a su tío.

–Gracias. Gracias a ambos.

Tan pronto como pudo, corrió hacia su caballo y saltó encima de él.

Tenía que alcanzar a su Shengmin...


Shengmin suspiró mientras su madre le tendía una vieja canasta andrajosa que tenía diez pescados repugnantemente olorosos.

–¿Debo entregarlos? –preguntó a su madre, su voz rogando por compasión.

–Tu hermano ha salido a un mandado y ellos lo quieren. Ahora ve, niño. No soportaré más discusiones de tu parte.

Shengmin apretó los dientes mientras tomaba la canasta, Cómo odiaba esto. Más bien preferiría recibir golpes antes que viajar a la casa del herrero. De su misma edad, la hija del herrero actuaba como si descendiera de una línea tan noble como Kyuhyun.

La chica se deleitaba en humillarlo.

Y hoy, Shengmin no estaba de humor para eso. No mientras su corazón estaba tan lastimado por su pérdida. A esta hora Kyuhyun estaría casado con otro. Lo había perdido para siempre.

Parpadeando para contener las lágrimas, dejó la diminuta cabaña, y se dirigió hacia el lado más bonito del pueblo donde el resto de las personas residían, contra el viento del vendedor de pescado, del curtidor, y del carnicero.

–Oh, Kyuhyun –murmuró mientras se enjugaba las lágrimas.

¿Cómo podía pasar un solo día sin él? Siempre había esperado con ilusión sus encuentros. Esperando con ansias compartir una risa y la diversión con él al lado del lago. Ahora esos días se habían ido para siempre.

Cuando regresara, sería con un nuevo esposo. Un día, su joven rey llevaría a sus niños.

El dolor le atacó aún más. Shengmin atravesó sin rumbo el pueblo, sus pensamientos en el único hombre que alguna vez amaría y en el hecho que nunca tendría a sus niños. Nunca podría abrazarlo otra vez.

Se acercó a la casa del herrero y vio que su hija no estaba sola. Estaba parada con un grupito de amigos, conversando.

–Oh que molestia –dijo la chica asqueada–. Es el pescador con su fétido hedor. Rápido, todos, retengan el aire o se pondrán azules.

Shengmin alzó su barbilla. No la podían herir con sus palabras. ¡No! Hoy estaba lo suficientemente herido. Empujó la canasta a las manos de la joven.

–¡Ah! –gritó– ¡Qué vil eres, Shengmin! –gritó, dejando caer la canasta con un fuerte ruido y alejándose danzando–. Ningún hombre querrá alguna vez a alguien oloroso.

–No sé. Después de que lo vimos dándole al hredero el otro día, estaría dispuesto a taparme las narices.

Con la cara en llamas, Shengmin estaba horrorizado de que alguien hubiese tropezado con él y Kyuhyun mientras hacían el amor en el bosque.

–Sí. El estaría bien para una o dos veces, especialmente ya que puede enfundar una espada fuerte, pero puedes casarte con él si eres como heredero y la inmundicia permanente sea tu gusto. Yo más bien no lo haría.

Sus perversas risas sonaban en sus oídos.

Shengmin humillado y avergonzado, había comenzado a alejarse de ellos cuando percibió el sonido de un caballo acercándose en una carrera a muerte.

Todo el mundo en el pueblo se quedó callado ante el sonido. Era obvio que el jinete tenía una prisa horrenda. Su voz gruesa y profunda podía oírse urgiendo al caballo a adelantarse hacia el pueblo. En el mismo momento en que Kyuhyun salía volando del bosque, las personas se apartaron de su camino.

Shengmin no podía moverse mientras lo miraba.

Él tenía su cabeza inclinada hacia abajo, y ambos, él y el caballo, estaban cubiertos de sudor. Unidos en poder, belleza, y forma, ambos eran una vista feroz y atemorizante para contemplar. Volaban como si los demonios estuvieran quemando sus pantalones.

Esperó que le pasara, continuando su cabalgata hacia su casa. Él no lo hizo.

En lugar de eso, Kyuhyun sofrenó su caballo abruptamente ante él, la bestia feroz se levantó en dos patas y piafó en el aire. Saltó de la silla de montar y la levantó rápidamente en sus brazos.

Su corazón latiendo con alegría, pero estaba asustado de esto. Asustada de lo que su apariencia desarreglada aquí significaba.

–¿Mi lord? –preguntó con vacilación, usando el tratamiento apropiado para un príncipe, sabiendo que con tantos testigos, nunca podría llamarlo por su nombre de pila–.¿Qué es lo que quiere de mí?

Sus ojos estaban radiantes, brillantes y llenos con su corazón mientras clavaba los ojos en él.

–Te quiero a ti, mi amor, –él respiró–. Todos los días para el resto de mi vida. He venido a casarme contigo, Shen. Si tú me quieres.

Las lágrimas llenaron sus ojos.

–¿Tu tío?

–Nos desea lo mejor y te conocerá cuando regrese.

Sus manos se estremecieron mientras lo abrazaba fuertemente.

–Eres mío, precioso Shen –murmuró él–. No quiero a otro en mi vida.

–¿Aun si huelo a pescado?

Él se rió de eso.

–Y yo huelo como un caballo sudoroso. Somos un par perfecto, tu y yo.

Sólo él diría algo así.

Lágrimas rodaron por sus mejillas mientras lo mantenía cerca y lloraba de felicidad. Su Kyuhyun había regresado a él y nunca lo dejaría ir. Estaban destinados a estar juntos.

Por siempre...


3 comentarios:

  1. TT_____TT
    ya me hicieron llorar!!!
    que capitulo tan lindoooo!!!
    Dios, que amor~ que amor~
    estan destinado a estar juntos!
    tan lindos~

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  2. Es un capítulo tan hermoso y triste a la vez. El amor entre KyuHyun y ShengMin fue tan profundo y puro que sobrepaso incluso que KyuHyun fuera un príncipe y ShengMin la hija de un pescador. KyuHyun fue muy valiente al rehusarse a casarse y enfrentarse a sus tíos y a la opinión de todo su clan.

    Yo estoy convencida que SungMin es la reencarnación de ShengMin, por eso la atracción entre ellos es así y hasta sienten que se complementan. Estoy segura de que está visita a la choza de KyuHyun tdavía nos da para más xD

    Gracias por la actu ^^

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  3. Uy,yuhyun poniendo a Minho a disposición de Sungmin.......y este par,van a quemar esa cabaña *0*
    Estan tan bien juntos,pero ninguno de los dos se permite disfrutar de algo más que la compañia que tienen estando juntos.

    Sungmin la reencarnación de Shengmin,eso no esta en duda,por algo Min siente esa conexión con Kyuhyun y siente esas cosas que no puede decirle.
    Aparte todo eso que esta viviendo en sus sueños,la vida de Shengmin que es la suya,pero mucho tiempo atras...en que parara todo esto?

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...