Soulmate (DH3)- 13




–Bien, miren quién regresó.

Sungmin bajó el libro que estaba leyendo y sonrío a Judith mientras Judith hacía rodar su carro hacia él. Llevaba un vestido púrpura suelto y una capa negra, Judith estacionó su carro a la derecha del de Sungmin, que tenía alfarería y bocetos, y comenzó a sacar su mesa de naipes y sus cosas de médium.

–Lo sé –dijo Sungmin tristemente mientras marcaba la página de su novela y la dejaba a un lado–. He estado ocupado los últimos días. Lo siento.

Judith extendió una tela púrpura sobre la mesa de naipes.

–¿Entonces me enteraré acerca de este tipo? ¿Quieres que haga una lectura para ti?

Sungmin suspiró mientras se levantaba de su taburete para ayudar a Judith a colocar sus carteles.

–No sé mucho acerca de él excepto que es un dios del sexo, gigante y motorista que come nada más que comida chatarra, tiene una tonelada de dinero, vive en el pantano, y conoce a tu cuñado, Kangin… Oh, y conoce al marido de Donghae también.

La cara de Judith se volvió pálida. Ella miró hacia arriba, se sobresaltó.


–¿Kyuhyun? ¿Has estado viendo a Kyuhyun? ¿Más de una vez?

Sungmin se congeló, desgarrado entre la excitación y la aprensión. Judith no se veía bien. Parecía más bien descompuesta por la noticia.

–¿Lo conoces? –preguntó incrédulamente. Judith incómoda, echó un vistazo alrededor.

–Oh Dios, por favor, por favor dime que no es el atleta sexual al que lo atropelló la carroza de Mardi Gras. Por favor dime que el tipo que he estado imaginando no es Kyuhyun. He cenado con él, maldita sea.

–Esta bien, no te diré que es él, pero... es él. ¿No es genial?

Judith gimió.

–Oh Dios. Había oído rumores acerca de él, pero ¿quién podía saber si eran realmente verdaderos? No puedo creer esto. –Sungmin estaba aliviado. Finalmente, alguien que le podía dar algunas respuestas, suponiendo que se las pudiera extraer a la fuerza a Judith. Pero Judith parecía que iba a ser menos que sincera.

–Nani, mejor largas lo que sabes de él. –Judith abrió su boca, pero por la determinación de su mandíbula, Sungmin supo lo que estaba a punto de decir–. No te atrevas a decirme que no me puedes decir nada –dijo antes de que Judith pudiera–. He oído bastante de eso de parte de él.

Judith cerró la boca.

–Bueno, es un buen tipo por una vez. Él no es tu usual motorista desempleado y tiene un futuro. Un futuro realmente largo.

–¿Y qué más?

Judith empezó con evasivas.

Sungmin abrió la silla plegable que Judith usaba para sus clientes, luego se sentó a su lado.

–Vamos, Nani. En serio, realmente me gusta este tipo, y me vuelve loco que no me diga nada, ni siquiera su cumpleaños. Entonces, ¿qué sabes?

–Se supone que no debo decir nada, Minnie. Yo hice el juramento de guardar el secreto.

–¿Juramento a quien?

Judith colocó su caja de cartas de tarot en la mesa.

–No se supone que lo diga – repitió ella.

–¿Qué es él, la mafia?

–Oh no –dijo ella, su voz gruesa como advertencia–. Hacen que la mafia se parezca a los Boys Scouts. Éstos son tipos a los que nadie se los cruza impunemente.

–¿Alguien peor que la mafia? ¿Quiénes son?

–Mira –dijo Judith–. Solo digamos que están en la línea de trabajo de Heechul, ¿ok?

Sungmin frunció el ceño.

–¿Lencería? Él difícilmente parece el tipo para vender eso.

–No, gracioso ¿qué hace él en la noche?

Sungmin formó una O pequeña con su boca mientras entendía.

–¿Es un cazador de vampiros?

–Sí, y uno realmente bueno también.

Eso aclaraba cómo se habían encontrado en el callejón. Más o menos, exceptuando que la gente que le había atacado no se había parecido a los vampiros. Realmente parecían yuppies.

–Hay bastante más que eso, ¿no es así? –preguntó Sungmin. Judith inclinó la cabeza asintiendo.

Sungmin sonrió diabólicamente.

–Y tú, mi mejor amiga en la tierra, mi hermana de alma que comparte correos electrónicos con fotos de hombres desnudos con sombrero, la mujer que me hizo poner un traje entero color lima que añadía siete kilos, va a escupir todo para mi, ¿no es cierto?

Judith se puso rígida.

–No es justo y el traje no era lima era menta.

–Era un verde lima repulsivo y me veía como un pistacho enfermo. Pero eso no viene al caso. Vas a soltar todo porque todo es justo en el amor.

Sungmin no estaba seguro cuál de ellos estaba más alarmado por la última parte de esa declaración. Judith se volvió para enfrentarlo.

–¿Qué? ¿Me estas diciendo que amas a Kyuhyun?

Sungmin se recostó mientras trataba de poner en orden sus sentimientos por Kyuhyun. Había tanto acerca de él que adoraba, tanto acerca de él que deseaba ardientemente, y al mismo momento no sabía nada sobre quién y qué era él ahora.

Todo lo que sabía era cómo le hacía sentir cuando la miraba. Las ganas que tenía de ir a casa ahora mismo y estar con él.

–Honestamente, Judith, no sé. Cada vez que estoy cerca de él me siento tan vivo. Tan cálido y protegido; nada en absoluto puede tocar o dañar mi felicidad. Él simplemente calza conmigo. Sé que esto suena loco...

Hizo una pausa mientras miraba el stand psíquico de Judith, que estaba lleno de pequeños artículos baratos, piedras runas, y símbolos del tarot. Pensándolo bien, loco para Judith era equivalente a su asignatura.

Sungmin clavó los ojos en ella, tratando de hacerla entender.

–Kyuhyun y yo estuvimos casados en otra vida.

Una luz oscura apareció en los ojos de Judith. Cuando habló, su voz era apenas más que un susurro.

–¿Sabe Kyuhyun eso?

El asintió.

–Él inclusive me llamó su esposo anoche cuando lo hice dormir en el sofá.

–¿Duerme en el sofá?

–Larga historia.

Judith volteó una de las cartas. Miró la carta de la Muerte, luego miró a Sungmin.

–¿Dijo él que era en su vida anterior?

–No. De hecho, cuando soñé con él me veía diferente, pero él no. Aún tiene los mismos tatuajes y eso es extraño, más que extraño. Aún más, lo recuerdo haciéndose esos tatuajes. Ahora no estoy seguro si estoy demente o qué.

Judith cubrió la mano de Sungmin con la suya y le dio un apretón ligero, compasivo.

–No, dulce. No eres un loco, al menos no acerca de esto.

–¿Entonces qué sucede?

Judith miró alrededor, luego se apoyó más cerca y bajó la voz otra vez como si estuviese asustada de que alguien los oyese sin intención.

-Minnie, dime verdaderamente, ¿cuales son tus intenciones hacia Kyuhyun?

Sungmin se irritó por la pregunta.

–¿Quién eres? ¿Su mami? Prometo que lo respetaré en la mañana.

Judith puso los ojos en blanco.

–Esto es realmente serio, Sungmin. Tu interés actual juega con algunas cosas seriamente malas que no dudarían en matar a cualquiera de ustedes si pensaran que tu o él pudieran traicionarlos.

Sungmin se sobresaltó ante el tono mortalmente fervoroso de voz de Judith. Esto no estaba bien.

–¿Él es un vampiro, no es así? Yo sabía...

–No exactamente.

–Eso es lo que él dijo. ¿Así es que te preguntaré lo que le pregunté qué no es exactamente un vampiro?

–Un Dark Hunter.

Sungmin quedó estupefacto de finalmente tener una respuesta. Por supuesto, la respuesta no tenía ningún sentido en absoluto, pero aun así era un principio largamente esperado.

–¿Y eso sería...?

–Un inmortal cazador de vampiros que vendió su alma por un Acto de Venganza.

Un escalofrío trepó por su columna vertebral.

–¿Vendió su alma a quién, al diablo?

–A la diosa Artemisa.

Sungmin miró con ceño. Esto era la última cosa que había esperado oír. Pero, dado lo extraña que era esta conversación, no debería estar sorprendido de nada.

–¿Estás bromeando, verdad?

Lentamente, Judith negó con la cabeza.

–Pero eso no tiene sentido. Digo, no hay tantos vampiros en el mundo, ¿los hay? ¿Cuántos Dark Hunter puede haber? ¿Es el único?

Por la expresión de Judith supo que la respuesta no sería agradable.

–Hay miles de Dark Hunter e incontables vampiros. Más correctamente, son llamados Daimons ya que han estado por aquí más tiempo que la palabra vampiro.

Sungmin se sentó allí en estupor, mientras trataba de captarlo todo.

–No lo capto. Digo, siempre creí en vampiros en teoría, pero no realmente en carne y hueso, y estoy teniendo un mal rato creyendo que hay tantos allí fuera que tenemos que tener asesinos reales para ellos. –trabó la mirada con Judith–. Sin intención de ofender, pero siempre pensé que tu hermano Heechul era un poco extraño, delirante.

Judith le dio una extraña media sonrisa.

–El lo es, pero eso no viene al caso.

Sungmin trataba de aceptar lo que le decía Judith. Todavía no estaba seguro si debiera creer en eso. ¿Podía ser Kyuhyun realmente un inmortal cazador de vampiros?

Y aun así, en un sentido muy extraño, explicaba un montón de cosas. Un montón de cosas. ¡Oh Dios, él realmente era un cazador de vampiros!

Se sintió enfermo.

–¿De dónde vienen los vampiros? –le preguntó a Judith–,¿Son demonios o se hicieron de personas, como en el cine?

Judith hizo una pausa, luego habló quedo.

-De acuerdo, déjame darte una corta lección de historia y veamos si eso te ayuda a poner algún sentido a esto. Eones atrás, dos razas fueron creadas, la raza humana y los Apolitas. Los Apolitas eran los hijos del dios Apolo. Él quería crear una súper raza que nos superaría en cada estado, forma, y estilo. Eran bellos, sumamente altos, y tenían masivos poderes síquicos.

Sungmin tragó al recordar a sus asaltantes. Definitivamente sonaba como ellos.

–Pero como muchos otros que tienen tales poderes –continuó Judith–, los Apolitas abusaron de ellos y comenzaron a guerrear contra la humanidad, tratando de subyugar al género humano.

–¿Los Apolitas eran vampiros?

–No –dijo Judith–, te estas adelantando. Durante la guerra entre los griegos y los Apolitas, los Apolitas mataron a la amante de Apolo y a su hijo. Encolerizado con los asesinos, Apolo destruyó la tierra natal de los Apolitas, la Atlántida. Por su traición, los Apolitas fueron maldecidos a fin de que tuvieran que beber la sangre de cada uno de ellos para sobrevivir, y tenían prohibido poner ni siquiera un pie bajo un solo rayo de luz del día donde Apolo los pudiera ver. Porque su amante tenía veintisiete años de edad cuando la mataron, los Apolitas fueron todos condenados a morir de una muerte horrible en su cumpleaños veintisiete.

–¿Morir cómo?

–Se desintegran y se descomponen lentamente en un período de veinticuatro horas.

Sungmin boqueó.

–Oh, qué horrible. –Judith estuvo de acuerdo mientras recogía su carta y la regresaba a la baraja.

–Evitan ese destino de dos formas. Ellos o se suicidan el día antes de su cumpleaños o se convierten en Daimons y comienzan a matar humanos y a recoger sus almas en sus cuerpos para prolongar sus vidas.

–¿Cómo? –Judith se encogió de hombros.

–No estoy segura exactamente. Solo sé que drenan drásticamente la sangre de nosotros hasta que morimos, luego toman nuestras almas en sus cuerpos. En tanto el alma este viva, pueden vivir más tiempo. Pero el problema es que el alma de un humano comienza a morir tan pronto como la captan. Así es que están en una constante búsqueda de almas nuevas para mantener sus vidas.

–¿Y esta recolección de almas es lo que los hace vampiros?

–Demonios, vampiros, personas macabras, ghouls, como quieras llamarlos. Chupan tu sangre y te dejan sin nada. Del tipo como los abogados. –Judith sonrió–. Oh espera, acabo de insultar a mi marido.

Sungmin apreció el intento de humor, pero todavía trataba de asimilar todo esto.

–¿Y los Dark Hunter? ¿De dónde vienen? ¿Son Apolitas también?

–No, son guerreros antiguos. Después que la Atlántida se hundió en el océano, los dioses griegos estaban enojados con lo que Apolo había creado y que luego soltara a los Daimons sobre nosotros, así que su hermana Artemisa creó a un ejército para cazarlos y destruirlos. Los Dark Hunter. Kyuhyun es uno de sus soldados.

–¿Ella los creó cómo?

–No sé. Ella hace algo para capturar sus almas y luego devuelve al Cazador a la vida. Una vez que son traídos de vuelta, a los Cazadores les son dados sirvientes y dinero así pueden concentrarse en cazar y matar a los Daimons. Su único trabajo es liberar las almas robadas antes de que las almas mueran.

Sungmin respiró profundamente mientras absorbía toda esta información. No se veía bien para él o para Kyuhyun.

–Así es que Kyuhyun a jurado estar al servicio de Artemisa para siempre –Sungmin dejó escapar una respiración trabajosa–. Dios, realmente los elijo, hablando de una relación que no tenga futuro y sin esperanza.

–No necesariamente.

Sungmin levantó la vista y percibió la apariencia engañosa en la cara de Judith.

–¿Qué?

Judith barajó los naipes.

–Sabes, Kangin fue una vez un Dark Hunter...

El corazón de Sungmin saltó ante las palabras.

–¿De verdad?

Judith asintió.

–Ellos vienen con una cláusula. El amor verdadero puede recuperar sus almas y liberarlos del servicio de Artemisa.

–Entonces ¿hay esperanza?

–Cariño, siempre hay esperanza.



Después de recoger cada jugoso detalle que pudo de Judith, Sungmin juntó a toda prisa sus cosas y decidió volver a su loft. Cuando entró, Kyuhyun todavía dormía sobre el sofá.

Sus labios sonrieron mientras lo miraba. Él lucía tan adorable e incómodo. Realmente era demasiado grande para el sofá rosa y blanco, y sus brazos y piernas colgaban en el vacío.

Se había quitado la camisa y la chaqueta y las había dejado muy bien dobladas sobre la mesa de café, y sus largas botas Harley echadas en el suelo debajo de ella.

Su cabello estaba revuelto y sus rasgos relajados mientras sus pecaminosamente largas pestañas estaban recostadas sobre sus mejillas. Tenía una de sus manos sobre su cara.

Mirándolo ahora, encontró difícil de creer que fuera un antiguo guerrero inmortal cuyo nombre era sinónimo de muerte. Pero era quien hacía ablandarse a su corazón y acelerar su pulso.

Él era delicioso.

Sungmin miró fijamente el intrincado tatuaje tribal sobre su cuerpo. Realmente era un celta. Un verdadero corredor-desnudo-por-los-brezales-y-páramos-celtas, vivo y respirando.

A su abuela le encantaría esto.

Cerrando sus ojos, Sungmin dejó que sus recuerdos de Shengmin lo invadieran. Pero aquellos recuerdos no eran realmente suyos. Se parecían a recuerdos de una película que hubiera visto alguna vez. Eran verdaderos y, al mismo tiempo, no lo eran. El no era Shengmin, y Kyuhyun...

Tampoco era el mismo hombre que había sido entonces. Ninguno de ellos era el mismo y él aún no podía sacudirse el sentimiento, de lo que significaba estar juntos.

Pero si lo que Judith había dicho era verdad, entonces él tenía una misión mucho más importante que ser su amante.

Sin mencionar que él no era Shengmin. Partes de Shengmin vivían dentro suyo, pero era otra persona completamente nueva.

¿Amaba a Kyuhyun porque era Sungmin o era porque lo había abandonado en su vida anterior?

¿Alguna vez estaría seguro?

–Nunca amaré a nadie, más que a ti, Sheng –Sus palabras celtas resonaban en su cabeza.

Fragmento a fragmento, todos los recuerdos de su antigua vida juntos regresaban. Era como si alguien hubiera abierto una puerta sellada y los recuerdos comenzaran a salir.

El sabía sobre su hermana, su madre, su padre. Incluso sobre su tío y su tía y su primo bastardo. Recordaba el modo en que le había mirado como un joven muchacho la primera vez que los dos habían ido a jugar junto al lago.

Recordaba el modo en que el clan lo había tratado. El escándalo de su madre. Cómo los padres de Kyuhyun se habían escapado en medio de la noche para impedir que el clan matara a su padre y condenara a su madre por su romance prohibido. Todos habían odiado a Kyuhyun debido a ello.

Lo habían culpado por el hecho que su madre había antepuesto sus necesidades y deseos sobre los de su gente. Para expiar sus acciones, Kyuhyun había puesto las necesidades y deseos de todo el mundo por encima las propias.

La garganta de Sungmin se cerró al recordar todo lo que él había sufrido.

Shengmin había estado allí la fría y nevosa noche cuando Kyuhyun había entrado tropezando, helado, en la sala, sosteniendo a un bebé que gritaba en sus brazos. Su capa anudada alrededor de su hermana para mantenerla caliente. Sus zapatos habían sido vendidos para comprar leche a Ara y que ésta se había negado a tomar.

Kyuhyun había estado de pie desafiante ante todos ellos. Su joven cuerpo vigorizado para enfrentar toda la malicia que ellos mostraban. Incluso ahora podía ver la cruda determinación que había hecho brillar su joven mirada ámbar.

–¿Tu madre? –El rey Donghwa había preguntado–.¿Dónde está?.

–Ella ha muerto hace casi dos semanas.

–¿Y tu padre?

–Hace seis meses fue asesinado durante un ataque, protegiéndonos de los Sajones –Kyuhyun había mirado hacia el bebé que gritaba mientras él lo sostenía, luego miró hacia su tío. Su cara se había ablandado y lo había traicionado el miedo. Este era el único resquicio en su valiente fachada–. Por favor, Su Majestad, por favor tenga compasión de mi hermanita. No la deje morir a ella también.

Donghwa lo había mirado con curiosidad.

–¿Y qué de ti, muchacho? ¿Pides piedad para ti?

Kyuhyun había sacudido su cabeza.

–No, Majestad. No pido nada para mí.

Su tío había adoptado a Ara como su propia hija, pero nunca realmente había reconocido a Kyuhyun. Él lo había despreciado como todos los demás lo hicieron. Donghwa nunca lo había protegido de la malicia del clan o de los golpes. En cambio, le había dicho a Kyuhyun que lo enfrentara como un hombre, como si los mereciera y que nunca lloriqueara.

Y entonces Kyuhyun lo hizo.

Sungmin no podía contar las veces que había encontrado a Kyuhyun por el lago practicando con su espada.

–Voy a hacer que me acepten, Sheng. Voy a ser el mejor guerrero que jamás haya nacido y ninguno podrá hablar de mí sin el debido respeto.

Había visto la furia; el muchacho herido se había convertido en un hombre amargado, feroz. Había caminado con un mortal contoneo y un ceño tan severo que paralizaba el corazón cuando se acercaba.

Había luchado por abrirse un espacio en el corazón de su tío. Luchado hasta que el clan que lo odiaba supo que él era el único capaz de dirigirlos en contra de sus enemigos. Ninguno tenía la osadía de encontrar la mirada de Kyuhyun y sólo en susurros temerosos se atrevían a menospreciar a su madre o a él.

Su tío no había tenido ninguna otra opción, sólo aceptarlo. Era reconocer a Kyuhyun o perder su trono en la guerra. Kyuhyun había sido invencible. Fuerte. Inflexible.

Un hombre de poder.

Hasta que estaba a solas con él. Sólo entonces sus rasgos se ablandaban.

Sólo entonces se animaba a reírse y a sonreír. Y lo que más lo atormentaba era su recuerdo de Kyuhyun susurrándole su amor mientras él moría en sus brazos.

Con su garganta apretada, Sungmin puso su bolso y su termo de café sobre la mesa, luego se arrodilló sobre el suelo junto a su cabeza. La ternura lo inundó.

Él realmente amó a este hombre.

Había cambiado de muchas maneras. De muchas maneras, Kyuhyun no. Era todavía el mismo guerrero feroz que andaba solo. El mismo hombre que anteponía a otros antes de él.

Remontó la línea de sus cejas con la yema de su dedo. Entonces se echó hacia delante y lo besó en la mejilla.

Asustado, él se sacudió despertándose tan rápido, que realmente se cayó del sofá. Sungmin sofocó su risa.

–Lo siento. –Kyuhyun miró alrededor adormilado mientras se deslizaba otra vez en el sofá para incorporarse.

Le tomó unos segundos recordar donde estaba. Aclaró su garganta, y miró con el ceño fruncido a Sungmin que estaba sentada sobre sus piernas mirándolo con una expresión extraña y llorosa en su cara.

–¿Qué estabas haciendo? –preguntó.

–Besaba al Bello Durmiente para que despertara.

Frunció el entrecejo ante sus palabras hasta que olió algo casi tan atractivo como el aroma de Sungmin.

–¿Café?

Él le dio el termo de la mesa de café.

–Y pan de arroz. Pensé que preferirías esto a mi jugo de guayaba y muffins de arándano.

Kyuhyun lo miró con recelo como si una persona extraña lo hubiera secuestrado y usara su cuerpo. Esta no podía ser la misma persona que había rescatado de su cabaña y durante horas había estado buscando algo "no tóxico" para comer. Ni el enojado tentador que lo había desterrado a pasar un miserable día solo en el sofá.

–¿Ya no estás furioso conmigo?

–Quiero que confíes en mí, Kyuhyun. Eso no ha cambiado.

Kyuhyun miró hacia el vacío, incapaz de enfrentar el dolor en sus ojos. Pero no tenía ninguna otra opción.

De muchas maneras ella era su esposa y de muchas otras no lo era. Iba a tener que aprender a conocerlo de nuevo.

Pero lo que más le sorprendía era cuánto disfrutaba comenzando a conocerlo.

Sungmin era una increíblemente sexy, entretenido y divertido joven para tener cerca. Sungmin sacó el pan de arroz de la bolsa.

–¿Hambriento?

Sí, lo estaba, y no solamente de comida. Tenía hambre de su cuerpo, estaba hambriento por su compañía.

Sobre todo, tenía hambre de sus ojos riéndose de él otra vez y no ensombrecidos por el dolor.

Sungmin levantó su mano hacia sus labios, ofreciéndole la masita. Él no la tomó de su mano. En cambio, se acercó y tomó un mordisco de él, todo el tiempo mirándolo.

Sungmin tembló, entonces él se movió para besar sus labios.

Suspirando de contento, lo obligó a recostarse sobre el sillón de modo que pudiera sentarse a horcajadas sobre las caderas de él.

–Mmm, –suspiró él–. Me gusta despertarme de esta manera.

Sungmin dejó el pan aparte y con cuidado le sirvió una taza de café del termo. Él parecía un poco nervioso cuando lo miró.

–Por favor no derrames eso sobre mí.

Él enarcó una ceja.

–Soy despistado, Kyuhyun, no torpe.

De todos modos, él tomó la taza de su mano tan pronto como pudo, y bebió la infusión de achicoria con gusto a café.

–Solamente piensa cuánto más agradable sería yo si me dijeras algo personal sobre ti.

Él apretó sus dientes.

–Eres implacable.

Deslizó su dedo por la línea de su mandíbula y vio sus ojos oscurecerse mientras sentía su erección debajo.

–Sólo cuando veo algo que quiero.

Apoyó su cabeza contra él y dijo.

-¿Entonces, desde cuándo conoces a Henry?

Distraído por su sabor y olor, él contestó sin pensarlo.

–Cien años. –Él se puso rígido tan pronto como registró sus palabras–. Quiero decir, yo um...

–Está bien –susurró antes de lamer su oído y enviar escalofríos a través de él–. Sé que eres un Dark Hunter.

Él se retiró y frunció el ceño.

–¿Cómo sabes eso?

–Una amiga me lo dijo.

–¿Quién?

–¿Importa eso?. –se deslizó contra él y colocó sus manos sobre sus hombros de modo de poder contemplarlo. Sus ojos marrón oscuro lo quemaron con la sinceridad–. Te dije que nunca te engañaría.

–Se supone, que tu no conoces ese término.

–Lo sé.

Kyuhyun miró hacia lo lejos mientras pensaba con temor que le pasaría a Sungmin si alguien averiguaba que sabía sobre los Dark Hunter y su mundo.

–¿Qué más te dijo tu amiga?

–Que eres inmortal. Ella no sabía que edad tienes, pero dijo que vendiste tu alma para vengarte de tu clan.

Él estrechó sus ojos.

–¿Te dijo ella por qué?

–Ella no sabía por qué.

–¿Qué más te dijo?

–Que el amor verdadero podría devolverte tu alma y liberarte de tu juramento a Artemisa.

Era verdad y aún en su caso eso no importaba. Libre o no, él nunca podría tenerla.

–Con la condición de que yo quiera mi libertad, eso quieres decir.

–¿No la quieres?

Él miró hacia el suelo. Sungmin tomó su barbilla entre sus manos y lo forzó a mirarlo.

–¿Kyuhyun?

Él tomó sus manos con las suyas y besó cada una, luego las sostuvo. Cómo quería una vida con este joven, y no era sólo porque lo hubiera amado alguna vez.

Era algo que nunca podría tener.

–Esa no es una pregunta fácil de contestar, Sungmin. Presté un juramento y siempre cumplo mis juramentos.

–¿Yo no significo nada en absoluto?

Kyuhyun se estremeció ante su pregunta. Él vendería de buena gana su alma una vez más por ellos, para pasar el resto de la eternidad juntos.

–Sí, pero tienes que admitir que apenas nos conocemos el uno al otro.

–Lo sé pero cuando te veo, Kyuhyun, sé que te conozco realmente. Puedo sentirlo tan profundamente en mi corazón que me duele. ¿No lo sientes tu también?

Sí, lo sentía. Pero él no podía decírselo. No se atrevía. Había más que simples sentimientos entre ellos. Estaba la ira de dos antiguos dioses que serían sumamente infelices si él decidiera estar juntos.

-Vivo una vida peligrosa, Sungmin. No hay ninguna garantía en absoluto de que Artemisa alguna vez libere mi alma. Hubo numerosos casos en el pasado donde ella ha rechazado a Dark Hunter que lo solicitaron, y aún si ella realmente la liberara, no existe garantía alguna que pasarás su prueba y me liberará. Por no mencionar el pequeño hecho que he enfurecido al principal dios celta unos siglos atrás y siempre que me permito amar a un humano, él los mata. ¿Por qué piensas que vivo solo en el pantano? ¿Piensas que disfruto siendo un ermitaño? Nada me gustaría más que tener un Escudero o un amigo humano, pero no me atrevo.

Aquella acerada mirada familiar apareció en sus ojos como si ella tuviera un plan.

–¿A quién enfadaste?

–Camulus.

–Que le hiciste... –Su voz se fue apagando y su mirada se perdió, como si recordara algo. –Mataste a su hijo.

Kyuhyun cerró sus ojos. Como lamentaba no poder volver y deshacer sus acciones de ese día. Si sólo se hubiese quedado en casa con Shengmin a llorar a su tío, nada de esto habría pasado.

–Sí –suspiró–. Pensé que su hijo había encabezado el ataque que mató a Donghwa.

–Porque decidiste casarte conmigo y no con su hijo.

Él asintió.

–Estaba cegado por la pena y no hice nada por enterarme que su hijo se había casado con alguien más. –Él tragó mientras recordaba ese día y la agonía que todavía vivía dentro de su corazón–. Shengmin trató de detenerme y yo no quise escucharlo. Después que había matado a sus guerreros y a su rey, Camulus vino al campo de batalla y me maldijo. No me di cuenta hasta después que el ataque a mi tío había sido organizado por su hijo ilegítimo, que trataba de sacarnos a Ara a mí de su camino para poder ser rey. Entonces fue demasiado tarde. La muerte había sido acordada y todos nuestros destinos sellados. La verdad de todo no salió a la luz hasta mi muerte. –Él tomó su cara entre sus manos mientras la agonía de aquel día se deslizaba a través de él de nuevo–. Siento tanto lo que te hice. Lo que nos hice. No hubo un día en mi vida que no haya lamentado no poder volver y deshacer aquel mal.

–Tu no lo hiciste, Kyuhyun. Pensabas que era lo correcto. –Sungmin lo sostuvo cerca, tratando de calmar su culpa y su dolor–. Seguramente hay alguna forma de anular la maldición de Camulus. ¿No la hay?

–No –dijo él–. No tienes ni idea de lo poderoso que él es.

–¿Pero has tratado alguna vez de apaciguarlo o de hablar con él sobre ello?

Antes de que él pudiera responder, la puerta se estrelló al abrirse.

Sungmin jadeó, luego se escabulló del regazo de Kyuhyun. Su corazón retumbaba mientras veía a un hombre entrar despacio por su puerta, andando como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Él no era tan alto como Kyuhyun, probablemente no más de un metro ochenta. Tenía el cabello negro y largo que caía libremente alrededor de su cara y estaba vestido con un par de vaqueros negros de cuero, una camiseta de color gris, y un suéter de escote en pico negro.

Era alarmantemente hermoso, pero había un aura oscura, siniestra alrededor de él. Uno podría decir que se deleitada haciendo sufrir a la gente. Kyuhyun se levantó, listo para la batalla.

El extraño esbozó una sonrisa creída, arrogante.

–Espero que no les importe la intrusión, mis oídos ardían, y naturalmente tuve que venir y ver de qué hablaban ustedes dos.

Sin que lo dijera, supo que este era Camulus. Kyuhyun soltó una maldición, entonces la siguiente cosa que Sungmin vio, fueron dos dagas que salieron de debajo del abrigo de Kyuhyun que estaba sobre la mesa del café y volaron hacia las manos de Kyuhyun.

Él las accionó con su pulgar, expulsando las láminas en un círculo de tres hojas, luego se puso en cuclillas en una postura amenazante que decía que él estaba listo para ocuparse del dios.

–¡Espera! –dijo él, esperando alejar una lucha que podría costarle a Kyuhyun su vida. Miró a Camulus–.¿Por qué está usted aquí?

Camulus se rió malvadamente. Con frialdad.

–Estoy aquí estrictamente para torturar a Kyuhyun por matarte. ¿Por qué otra cosa me molestaría en venir?

Horrorizado, Sungmin retrocedió.

Demasiado para negociar con este hombre. Él era la maldad encarnada. Kyuhyun saltó a través del canapé, directamente hacia la garganta del dios. Camulus sacó una espada de aspecto delgado.

–Ah Mi señor, cómo te he echado de menos. Nadie jamás luchó como tú.

Los ojos de Sungmin se ensancharon cuando ellos se enfrentaron el uno al otro. Nunca había visto nada como eso en su vida. Olvida Hollywood. Esto no tenía nada que ver con eso. Ellos luchaban con malicia y con habilidad consumada.

Kyuhyun desvió la espada de Camulus con las dagas, luego esquivó la siguiente oscilación. Mientras el dios preparaba su siguiente ataque, Kyuhyun se balanceaba y le dio en el brazo con una daga.

El dios silbó cuando su sangre fluyó de la herida.

–No te dejaré tomarlo –dijo Kyuhyun a través de sus dientes apretados–. Te mataré primero.

Camulus atacó aún más duramente que antes. Más rápido.

Kyuhyun lo encontró golpe por golpe. Asalto letal por asalto letal.

–Nunca podrás aprender tu lugar, Kyuhyun. Nunca supiste cuando debías bajar tu espada y jugar limpio.

Kyuhyun agarró su espada entre dos dagas.

–No juego limpio con mis enemigos. Los ejecuto.

Le lanzó un fuerte golpe con la cabeza a Camulus, quién se tambaleó hacia atrás. El dios sacudió su cabeza.

–Has mejorado

–He estado mil quinientos años perfeccionando mis habilidades.

Mientras Kyuhyun embestía, seis hombres más atravesaron la puerta. Dos de ellos con brillantes linternas en sus ojos. Kyuhyun maldijo y las esquivó, cubriendo sus ojos como si las luces quemaran sus sentidos.

–Desearía tener más tiempo para esto –dijo Camulus. –Pero me temo que estoy aburrido ahora.

Kyuhyun se dio vuelta hacia Sungmin quién agarró la lámpara de una mesa y la bajó sobre la cabeza del primer hombre que se le acercó.

–¡Maldito seas, Camulus! –gruñó él.

–Och vamos, Kyuhyun. Eres tú el que está maldito.

Kyuhyun trató de alcanzar a Sungmin, pero uno de los hombres abrió fuego sobre él. Las balas no eran letales, pero eran extremadamente dolorosas mientras laceraban su pecho, espalda y brazos. Él se tambaleó y luego cayó.

Sungmin gritó cuando vio a Kyuhyun golpear el suelo. Aterrorizado, se dirigió hacia él y luego sintió una bala rozar la parte trasera de su hombro. Todo en lo que podía pensar era en salvar a Kyuhyun y a sí mismo. No tenía un arma en su casa, pero tenía un bate de beisboll en su dormitorio.

Y tenía que encontrarlo.

Esto era poca protección contra un dios. De todos modos, una pequeña posibilidad era mejor que ninguna en absoluto.

Cuando corrió a su dormitorio, se dio cuenta que no era una bala lo que lo había alcanzado sino un tranquilizante muy potente.

El cuarto flotó delante de sus ojos mientras luchaba por caminar. Sus piernas estaban pesadas, difíciles de mover, y sentía como si tratara de andar sobre concreto blando.

Era demasiado esfuerzo moverse.

Lo siguiente que supo, era que todo estaba negro.

Sangrando y herido, Kyuhyun luchó lo mejor que pudo. Siempre que se levantaba, alguien enfocaba otra luz directamente a sus ojos y le disparaba más balas a su cuerpo. Sus ojos ardían como fuego y apenas podía tenerlos abiertos.

Él luchó por alcanzar a Sungmin.

Camulus lo golpeaba con un garrote y lo empujaba contra la pared más distante. Kyuhyun lo contempló, su cuerpo le palpitaba y dolía mientras sangraba.

Despreocupadamente, Camulus levantó a Sungmin en sus brazos y lo contempló.

–¿El es una cosita bastante bonita, verdad? Incluso más encantador de lo que era la primera vez. –Volvió a mirar hacia Kyuhyun con una sonrisa siniestra asomando en sus labios–. No tienes ni idea de lo que tengo intención de hacer con él. –Él lo besó en la mejilla–. Pero te prometo que lo sabrás.

Kyuhyun rugió por el peso de su rabia.

–Entonces ayúdame, Camulus, te mataré si lo lastimas.

Camulus volvió su cabeza y se rió, luego anduvo unas zancadas por el cuarto dando la apariencia de casualidad.

Kyuhyun apenas podía respirar por el dolor cuando Camulus lo alzó y lo dejó caer de nuevo sobre sus rodillas. Estaba cubierto de sangre, lo que hizo aún más difícil de moverse a través del ahora resbaladizo piso de madera dura. Pero eso no lo detuvo.

Mantener a salvo a Sungmin era todo lo que le importaba.

Alguien comenzó a rasgar las persianas bajas de las ventanas, derramando la luz del sol por todo el cuarto. Kyuhyun gruño cuando la luz del día chamuscó su piel y embistió hacia la puerta por donde Camulus había desaparecido.

Tres hombres lo persiguieron, para hacerlo regresar.

Él los golpeó y se abrió camino entre ellos y siguió a Camulus. Los persiguió a través de la puerta trasera del club cuando ellos desaparecieron en el callejón.

Pensando sólo en salvarlo, Kyuhyun no se dio cuenta que estaba a la luz del sol hasta que sintió que su piel se prendía fuego. Maldiciendo regresó al club y observó indefenso mientras Camulus hacía una pausa en el coche y sostenía a Sungmin de forma que Kyuhyun pudiera ver su rostro.

–Dile adiós a tu esposo. No te preocupes. Realmente tendré mucho cuidado con él.

Camulus lo acomodó en el coche y se fueron.

–¡No! –gritó Kyuhyun.

Él no sería la muerte de Sungmin. No otra vez.




3 comentarios:

  1. Ay No! Nonononono
    Pobre Kyu~ otra vez! Ay no...
    Ya Min sabia todo! Y llwga rste dios de la nada!!!! Es enserio!???
    No inventes!!! No se vale!!!! Ahhhh que desespero!!!
    No...no puedo con esto... Esta peor que el Ksngtuk...o el Eunhae!!!! TT___TT

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  2. Ah ¿Por qué? T_____T Yo estaba tan agradecida con Judith por no guardar os secretos xD y luego emocionada al saber que SungMin hasta pensaba que podía devolver su alma a KyuHyun lo cual demuestra que lo ama, además KyuHyun estaba siendo sincero con Min.

    Todo iba tan bien y tenía que llegar ese maldito de Camulus y su venganza interminable, por qué no deja en paz a KyuHyun de una vez, él muy cobarde ni siquiera peleo de igual a igual con KyuHyun, sino que tuvo ayuda, le disparó a KyuHyun y encima lo expuso al sol. Lo peor de todo es que se llevó a SungMin >_< KyuHyun necesita ayuda urgente!!

    Mi odio eterno a Camulus >_<

    Gracias por la actu

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  3. Dios......en verdad no puede haber una noche de paz,un momento de buenas noticias,porque enseguida llega alguien a estropearlo todo.....todo.
    Min ya sabia parte de todo,tenia acorralado a Kyu y este probablemente le hubiera soltado algo más,pero no....tenia que llegar ese dios y además de concretar el odio hacia Kyu,pelea contra él y se lleva a Sungmin....podemos soportar lo demás.....por qué llevarse a Min.....por qué??????
    Si pudiera yo misma le daría una paliza a ese disque dios.....¬¬

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...