Kyuhyun se despertó poco antes de la puesta de sol con
una mala sensación en su estómago. Se sentía tan solo.
Sus emociones en carne viva y hecha jirones. No se había
sentido así en siglos. No había sentido tanto dolor desde la noche en que Shindong
le había enseñado a enterrar sus emociones.
Esta noche, realmente sentía la soledad de su vida. El
dolor quemante le desgarraba el pecho, y tenía que luchar por respirar.
Hasta que percibió una aroma de algo extraño en su piel y
en su cama.
Sungmin.
Su corazón instantáneamente se aligeró al pensar en él y
la forma en que encaraba su vida vibrante.
Inspirando su preciado perfume, se dio vuelta y encontró
la cama vacía. Kyuhyun frunció el ceño.
–¿Sungmin?
Miró alrededor y no lo vio por ningún lado.
–¡Me dejarías solo, tu, par de botas caminantes!
Él levantó una ceja ante la voz de Sungmin al otro lado
de la puerta. Antes de poder levantarse, la puerta se abrió para mostrar a Sungmin
quejándose continuamente con Gamer y el lagarto siseándole en protesta.
Los dos estaban forcejeando en la puerta.
–Suelta mi atril, refugiado de una fábrica de equipaje.
Si necesitas algún pedazo de madera para un palillo de dientes, hay un montón
en el porche.
La comisura de su boca se levantó a la vista de ellos
luchando, Sungmin adentro de la cabaña y Gamer en el porche.
–Gamer – él chasqueó–.¿Qué estas haciendo?
Gamer abrió la boca, soltando el atril. Sungmin tropezó
hacia atrás, entrando en la cabaña, con el atril en sus manos. El lagarto siseó
y le lanzó una tarascada, meneando la cola y escudriñando irritado a Sungmin.
–Ella dice que te forzaba a entrar antes de que
oscureciera y algo decidiera comerte –le dijo a Sungmin.
–Dile a Aliento de Pantano que me dirigía hacia aquí.
¿Por que ella...?. –Sungmin se detuvo y lo miró–.¿Oh Dios, estoy realmente
teniendo una conversación con un lagarto? –Él sonrió abiertamente.
–Está bien. Lo hago todo el tiempo.
–Sí, pero sin ofender, eres un poco extraño.
–Le dijo la olla al caldero...
Sungmin echó a Gamer afuera, cerró de un golpe la puerta
y luego colocó sus artículos de pintura en la esquina. Kyuhyun lo observaba con
interés, especialmente cuando el tejido de sus jeans ahuecaba su trasero de una
forma muy agradable mientras se agachaba.
–¿Cuánto hace que te levantaste? –preguntó.
–Hace unas pocas horas. ¿Qué hay de ti?
–Recién me despierto.
–¿Siempre duermes hasta tan tarde? –preguntó.
–Ya que me mantengo levantado toda la noche, sí.
Sungmin le sonrió.
–Creo que has llevado el ser un trasnochador a un nivel
enteramente nuevo.
Se movió para sentarse sobre el futón al lado de él y
frotó sus manos manchadas en pintura contra sus muslos, llevando su atención a
qué tan perfectamente formados eran y cuánto le gustaría recorrer con su mano
el interior de ellos hasta el centro de su cuerpo...
Se endureció ante el pensamiento.
–¿Quieres que te prepare algo para desayunar? –preguntó.
–No hay mucho en la cocina que garantice que pueda matarte o descomponerte,
pero pienso que podría hacer una omelette de clara de huevo.
Él hizo una mueca al pensar a qué podría saber una
omelette de clara de huevo. Probablemente sería peor que el queso de soja.
–¿Alguna vez has escuchado sobre las hojuelas de salvado?
¿Harina integral?
–No, no he escuchado. –Arrastró su mano ascendiendo por
su brazo hasta el cuello donde podía probar la suavidad de su piel con las
puntas de los dedos. Hmmm, cómo le gustaba tocar su carne. Sungmin continuó
sermoneándolo.
–Sabes, comiendo en la forma que lo haces, tendrás suerte
de vivir otros treinta años. Juro que hay más nutrición en la Fábrica De
Chocolate de Willy Wonka que cualquier cosa que pueda encontrar en tu cocina.
Kyuhyun solo sonrío.
¿Por qué estaba tan fascinado con él? Escuchaba su voz
mientras lo sermoneaba, y en lugar de sentirse irritado, realmente lo
disfrutaba.
Era agradable tener a alguien que se preocupara lo
suficiente por él como para tomarse la molestia de decirle lo que debía comer.
–¿Que te parece si tomo un bocado de ti por el momento?
–preguntó.
Sungmin hizo una pausa a mitad de una oración. Antes de
que pudiera pensar que responder, lo atravesó sobre él y reclamó sus labios.
Gimió ante lo bien que se sentía. Qué maravilloso sabía.
Podía sentir su erección. Su cuerpo se derritió contra él.
–Eres muy talentoso distrayéndome –dijo.
–¿Lo soy? –preguntó, besando su torso. –Um-hmmm –susurró.
Escalofríos se dispararon a lo largo de su cuerpo
mientras él mordía la piel justamente bajo su mandíbula.
Kyuhyun cerró los ojos e inspiró el perfume dulce de su
piel. Era tan cálida y suave. Recorrió con su mano la generosidad de su piel
mientras atormentaba su cuello con la lengua y los dientes.
Sus manos se deslizaron sobre él.
Oh, le gustaba su sabor. Amaba cómo lo sentía bajo él.
Mientras le abrazaba, algo extraño ocurrió. Sungmin por
un instante regresó a un tiempo lejano...
Vio a Kyuhyun sosteniéndolo igual que ahora.
Sólo que era al final de la primavera y ellos estaban
acostados en el bosque, al lado de un lago tranquilo. El estaba asustado de ser
atrapado y, al mismo tiempo, lo ansiaba con anhelo.
Sus ojos eran de un ámbar profundo, oscurecidos con
pasión mientras Kyuhyun se afirmaba por encima de él sobre un brazo y
desenlazaba la parte superior de su túnica con la mano libre.
–Te he querido siempre, Sheng. –Gimió ante el placer de
la sensación extraña de un hombre besándole ahí. Nunca había permitido a un
hombre tocarle. Nunca había permitido a nadie ver su cuerpo.
Aunque estaba algo avergonzado, no podía negarle esto a
él. No cuando le daba a él tanto placer.
Su madre le había contado hacía mucho tiempo sobre las
necesidades y los deseos de los hombres. Acerca de la forma que se plantaban
adentro y tomaban posesión.
Desde ese momento, había sabido que nunca querría a
ningún hombre, salvo Kyuhyun, para tomarlo de ese modo. Por él, haría cualquier
cosa.
Tembló mientras le apartaba sus piernas a fin de poder
mirar el lugar más privado de su cuerpo. Se abrió para él y contuvo el aliento
mientras le miraba con tanto anhelo que le hizo doler.
Trazó con su mano el estómago, y el exterior del muslo.
Entonces muy lentamente, pasó su mano sobre el interior del muslo, haciéndole
arder y temblar, todo al mismo tiempo. Cerró sus ojos y gimió cuando sus dedos
investigadores tocaron la carne virgen.
Su cabeza se inundó con el extraño sentimiento de él
acariciándole y tomándole. Él le separó las piernas aun más, entonces deslizó
sus dedos dentro, explorando profundamente, haciendo temblar su cuerpo.
Gimió mientras él movía su mano y colocaba su cuerpo
entre sus piernas. Sintió su rígida erección.
–Mírame, Shengmin.
El abrió los ojos y lo contempló. El amor en sus ojos le
abrasó.
–No es tarde aún. Dime que no me quieres y me iré sin
haber cometido ningún daño.
–Te quiero, Kyuhyun –murmuró–. Sólo te quiero a ti. –Él
se inclinó y lo besó tiernamente, luego se deslizó dentro.
Se tensó ante el dolor que le causaba mientras le
penetraba y llenaba completamente
–Te sientes tan bien debajo mío –susurró él, su voz era
un profundo gemido–. Aún mejor de lo que pensé que sería.
–¿Cuántos has tenido debajo tuyo, Mi señor?
Se horrorizó por sus palabras, pero quería saber y era
demasiado joven para darse cuenta qué tan tonta era su pregunta. Él dejó de
moverse y se separó para mirarla a los ojos.
–Sólo tu, Sheng. Soy tan virgen como le eres tú. Otros se
me han ofrecido, pero tú eres el único con el que he soñado.
Su corazón voló. Sonriendo, envolvió sus piernas
alrededor de sus delgadas caderas, desnudas. Ahuecó su cara entre sus manos y
lo empujó hacia abajo hasta que sus narices se tocaran.
–Oh, Mi señor... –murmuró Sungmin, sujetándolo cerca. Kyuhyun
se puso rígido en sus brazos.
Y solo una persona lo había llamado en la forma que Sungmin
lo hacía ahora. La cadencia de su voz cuando lo había dicho. El temblor que
había descendido por su columna vertebral.
–¿Cómo me llamaste?
Sungmin se mordió los labios al darse cuenta de su
desliz. Oh Dios, él probablemente pensaba que llamaba a otro. Kyuhyun no
tendría recuerdos de su vida pasada. Ni él debería tenerlos. No sabía de dónde
venían esas escenas del pasado.
Todo lo que sabía era que estaba alucinando.
Su abuela realmente estaba en el tema de las regresiones
a vidas pasada y lo había criado con un respeto devoto por la reencarnación.
Una cosa en la que la abuela Morgan lo había enseñado adecuadamente era que
cuando uno nace, siempre olvida la vida anterior.
¿Por qué, entonces, él la recordaba?
–Me estaba aclarando la voz –dijo, esperando que creyera
eso–.¿Cómo pensaste que te llamé?
Kyuhyun se relajó. Tal vez estaba oyendo cosas. Tal vez
era lo que Sungmin le hacía sentir, que removía sus recuerdos olvidados hacía
mucho tiempo. O tal vez era la culpabilidad que sentía al desearlo en la forma
en que lo hacía.
Sólo Shengmin lo había hecho arder de esta forma.
Sungmin era tan diferente. Lo hacía sentir aún cuando no
quería. Aún cuando él luchaba contra eso.
Para su exasperación, su teléfono sonó.
Maldiciendo, Kyuhyun lo contestó y encontró a Shindong en
el otro extremo.
–Necesito que cuides al joven esta noche. Mantenlo en tu
casa.
Kyuhyun frunció el ceño. Se preguntaba cómo Shindong
sabía que Sungmin estaba con él, pero los poderes del hombre eran nada menos
que espeluznantes.
–Pensé que me dijiste que me mantuviera lejos de él.
–Las cosas han cambiado.
Kyuhyun refrenó un gemido mientras Sungmin acariciaba su
pezón con sus dientes. Mantenerlo aquí estaba muy lejos de ser un problema.
–¿Estás seguro que no me necesitan esta noche?
–Sí –Shindong colgó el teléfono.
Kyuhyun colocó el teléfono a un lado y miró a Sungmin con
una sonrisa malvada. La noche acababa de ponerse mucho mejor.
Era cerca de la medianoche cuándo Shindong dejo el Club Vampires.
¿Dónde diablos estaba Kyuhyun? Debería estar fuera en las calles, patrullando.
Shindong había estado tratando de alcanzarlo por horas.
Llamó a Minho otra vez sólo para encontrarse que Minho tampoco había visto u
oído nada de Kyuhyun.
Esto era tan poco caracterismo del Celta. Podía sentir
que Kyuhyun estaba bien y no estaba herido, y si él quisiera, podía seguir la
pista de Kyuhyun. Pero nunca había sido tan intruso con sus poderes. Habiendo
sido cazado y acechado, no podía pensar en hacerle eso a alguien más. No a
menos que fuera una emergencia horrenda.
El libre albedrío no era algo que él manipularía
ligeramente.
Mientras devolvía el teléfono a su chaqueta, el cabello
detrás de su cuello se erizó.
–Mira lo indefensa que está...
–Sí, pero es lo suficientemente fuerte como para
alimentarnos a todos nosotros. Las voces murmuraban a través de su mente como
los sentidos del Hombre Araña...
Y el escalador de paredes creía que tenía súper poderes.
Estúpido.
Cerró sus ojos y localizó la fuente de las voces. Cuatro
Daimons varones y dos hembras estaban en un callejón. Él
comenzó a ir por su moto, luego se detuvo. No había forma de alcanzarlos a
tiempo por la vía convencional.
Sin ser visto, se movió a través de la ciudad,
directamente hacia el callejón donde tenían en una esquina a una mujer. Ella
estaba encogida, rodeada por los Daimons, abrazándose a sí misma.
–Por favor no me lastimen –imploró ella. –Solo tomen mi
bolso y déjenme sola.
El Daimon más alto pasó su mano a través de su pelo y
sonrío malvadamente.
–Oh, esto no dolerá. No por mucho tiempo.
Shindong se solidificó. Invocó un escudo para la mujer, para
protegerla y confundirla. En su mente, ella vería y recordaría una figura
desconocida ahuyentando a sus asaltantes.
En la realidad, él chifló.
Los Daimons se giraron hacia él al unísono.
–Hola –dijo él despreocupadamente mientras caminaba hacia
ellos–. Ustedes Daimons no estaban planeando tomar el alma de un humano
inocente, ¿no?
Se miraron entre ellos y comenzaron a correr.
–Oh, creo que no –dijo, lanzando otro escudo detrás de
ellos para evitar que se escaparan del callejón. –Ningún Daimon sale vivo de
aquí.
Golpearon la pared invisible y rebotaron contra ella.
–Hombre –dijo, fingiendo acobardarse–.¿Realmente te hace
sentir como un insecto contra un parabrisas, no?
Ellos lucharon por ponerse de pie. El más alto de ellos,
que tenía casi la misma altura que él, estrechó sus ojos.
–No te tenemos miedo, Dark Hunter.
–Bien. Eso hace a la pelea más justa. –extendió las
manos, creando un garrote con sus pensamientos.
Los Daimons masculinos corrieron hacia él todos juntos
mientras las mujeres se echaban hacia atrás.
Shindong rodeó al primer Daimon para darle con el garrote
creado, luego le incrustó el final duramente al segundo. Incrustó uno de los
lados en el concreto y lo usó para balancearse mientras saltaba y pateaba al
tercero. Liberó la cuchilla de la punta de su bota y la envió directamente al
pecho del Daimon. El Daimon se desintegró.
Shindong aterrizó con gracia en la calle mientras los dos
primeros se ayudaban a pararse y los otros dos retrocedían
–Oh, vamos, chicas –los recriminó–. No sean tímidos. Por
lo menos les doy una oportunidad, que es más de lo que ustedes le dan a sus
víctimas.
–Mira –dijo el líder, su voz temblando–, déjanos ir y te
daremos una información muy importante.
Shindong se burló.
–¿Qué información tan importante puedes tener que para
que yo te dejara ir para que sigas matando más humanos?
–Vale la pena –dijo otro–. Es acerca de.... –Sus palabras
se quebraron en un grito estrangulado. Antes de que Shindong pudiera moverse,
todos los Daimons se desintegraron.
Por primera vez en siglos, se quedó demasiado estupefacto
para moverse. ¿Qué diablos había ocurrido?
La mujer humana vino corriendo y se lanzó a sí misma a
sus brazos.
–¡Me salvó!
Shindong frunció
el ceño. No podía creer cómo podía verlo, hasta que ella lo besó
apasionadamente.
–Demonios Artemisa –gruñó él, apartándola a la fuerza–.
Quítate de encima.
Ella hizo un ruido irritado en su garganta. Soltándole,
ella brilló intermitentemente cambiando de su disfraz humano rubio a su
ardiente belleza de diosa. Su pelo castaño rojizo se rizaba alrededor de sus
hombros mientras se paraba, con las manos en la cadera y haciéndole pucheros.
–¿Cómo sabías que era yo?
–¿Después de once mil años, no piensas que sé cual es tu
sabor?
Malhumoradamente, cruzó los brazos sobre su pecho.
–Si yo fuera realmente humana, apuesto que te habrías
acostado conmigo esta noche.
Él suspiró asqueadamente y dejó que su garrote se
convirtiera en vapor.
–No tengo tiempo para tus celos intrascendentes. Sabes,
tengo otras cosas de las que encargarme.
Ella se chupó los labios y dio un paso a su lado, luego
arrastró su mano sobre sus hombros. Se inclinó a murmurar en su oído.
–Soy una de esas cosas de las cual debes encargarte,
amor. Ven a casa conmigo, Shindong. Haré que valga la pena tu tiempo. –Ella pasó
su lengua alrededor de su oreja, produciendo escalofríos sobre su cuerpo.
Shindong se encogió de hombros.
–Tengo dolor de cabeza.
–¡Has tenido dolor de cabeza por doscientos años!
Él la miró secamente.
–Y tú has tenido SPM por once mil.
Ella se rió de eso.
–Un día, mi amor, un día... –Shindong puso un poco más de
espacio entre ellos. Lo suficiente para ella no pudiera casualmente pasar sus
manos sobre su cuerpo.
–¿Por qué estas aquí?
Ella se encogió de hombros.
–Quería verte luchar. Simplemente adoro cuando te pones
todo serio y letal. La forma en que tus músculos se ondean cuando te mueves.
Realmente eso me excita.
–Así es que creaste Daimons de la nada y luego los
mataste? –ella cerró la distancia entre ellos.
–Oh no, ellos eran reales. Y yo no los desintegré.
Créeme, amo la forma en que tu cuerpo se mueve cuando atacas. Nunca los
desintegraría mientras peleas.
–¿Quieres decir “sacarías”?
–Mmm... Adentro... Afuera –Artemisa rasguñaba sus hombros
mientras bajaba las manos a su pecho–. Sigue hablando de esa forma y te llevaré
a casa conmigo.
Su cabeza comenzaba a latir. Quitó su mano de su
entrepierna donde ella la había ahuecado.
–Artie, ¿puedes concentrarte un minuto? ¿Si tu no los
desintegraste, entonces quién lo hizo?
–No lo sé. –Él se alejó de ella. Otra vez.
Ella golpeó el suelo con su pie, como un niño al que le
habían quitado su juguete favorito y lo miró.
–Odio cuando ensucias tu cabello y ¿qué es esa cosa en tu
nariz?
Shindong sintió
desaparecer al clavo y el agujero cerrarse. Apretó sus dientes. Sin duda su
pelo era rubio otra vez.
–Demonios, Artemisa, no eres mi dueña.
Sus ojos brillaron peligrosamente.
–Tu me perteneces, Shindong Parthenopaeus –dijo ella dijo
con voz llena de furia y posesión–. Todos ustedes. Mente, cuerpo, y alma. Nunca
lo olvides.
Él entrecerró sus ojos.
–No tienes ningún control real sobre mí, Artie. Ambos
sabemos eso. Al fin y al cabo, mis poderes ponen en ridículo a los tuyos.
–Oh no, amor. Siempre que tu ejército de Dark Hunter y
los humanos a los que protegen signifiquen más para ti que tu mismo, siempre
tendré poder sobre ti. –Ella le sonrió fríamente, luego brilló
intermitentemente saliendo del reino humano.
Shindong maldijo y sintió un impulso de niño de enviar un
azote de clavos a través del callejón. Sin duda ella intentaba atraerlo con
engaños de regreso a su templo. Como un idiota, él iba a ir. Tenía que ir.
Todavía no sabia quién había desintegrado a los Daimons, y si no fue Artemisa,
entonces había alguien más jugando con él.
Y pobre de él si otro tonto se atrevía a cruzarse en su
camino. Soportaba a Artemisa porque tenía que hacerlo. Pero no tenía que
soportar a nadie más. Por el martillo espinoso de Ar-Chon, él arrancaría la
cabeza del próximo que lo molestara.
–Entonces –le dijo Sungmin a Kyuhyun mientras se sentaba
en la cama sobre sus piernas dobladas–.¿Planeas mantenerme aquí para siempre, o
qué?
Descansando sobre un lado, él elegía de la bandeja que
ella había preparado para ambos, hasta encontrar el paquete de M&M que
había insistido que incluyera.
–Depende. ¿Tienes intención de continuar hacerme comer
esta majadería saludable o puedo sacar lo que queda de bistec en la heladera?
–No sé cómo puedes ser saludable comiendo la basura que
tienes en tus gabinetes. ¿Sabías que conté cinco diferentes tipos de papas
fritas?
–¿En serio? Debería haber seis. ¿Comí todas las de
barbacoa?
–No eres gracioso. –Pero Sungmin se rió igualmente.
–Relájate –dijo él, tratando de alcanzar las bananas
fritas que había hecho–. Ten una banana.
Sungmin lo miró traviesamente, luego arrastró su mirada
de diablillo por su magnifico cuerpo desnudo.
–Yo ya tuve tu banana.
Él le sonrió.
–Creo que sería más correcto decir que mi banana te tuvo
a ti.
Sungmin se rió otra vez mientras se inclinaba para darle
una fresa. Él sostuvo su mano sobre sus labios mientras recorría los dedos con
su lengua mordiéndole la piel antes de dejar que la retirara.
Él era diferente a cualquiera que alguna vez hubiera
conocido. Pero desafortunadamente, no podía durar.
Su corazón se hundió mientras la realidad de eso lo
golpeaba. Necesitaba irse de allí antes que dejarlo fuese aun más difícil de lo
que ya era. No quería lastimarlo o a sí mismo.
–Sabes, Kyuhyun –dijo, eligiendo una fresa–. Ha sido
divertido el último par de días, pero realmente necesito regresar a casa.
Kyuhyun tragó su comida y tomó un sorbo de agua, era más
fácil decirlo que hacerlo. No podía llevarlo a su casa, los Daimons todavía
estaban tras de él y Shindong quería que lo protegiera.
Abandonar el deber era algo que el Atlante no perdonaba.
Los Dark Hunter eran protectores. Cualquiera que fallara
en mantener su código, rápidamente se encontraba pasando la eternidad en un
tormento doloroso.
No es que él necesitara esa amenaza. La verdad era que no
quería ver sufrir a Sungmin. Le gustaba más de lo que debía.
Lo peor de todo, era que le gustaba pasar el tiempo con él.
Había pasado mucho tiempo desde que él hubiera compartido una noche con
alguien. Y era tan fácil hablar con él. Tan cálido y divertido.
–¿Te quedarías a pasar la noche si te lo pidiera?
Él vio la tristeza en sus ojos.
–Me gustaría, pero ¿qué pasará mañana? Tu no podrás
exactamente llevarme a casa, y si uso tu bote, entonces no podrás dejar tu cabaña.
–Podría llevarte a casa mañana por la noche.
Sungmin extendió la mano y jugueteó con su cabello. Su
sonrisa era tierna y llena de arrepentimiento.
–No, Kyuhyun. Tanto como me gustaría, necesito regresar a
casa. Tengo un trabajo que hacer y no soy económicamente independientemente.
Cada día que no estoy en la plaza, es un día que no gano dinero. Tengo que
comer, sabes. El germen de trigo no es barato.
–Si es por el dinero...
–No lo es, Kyuhyun. Tengo que regresar a mi vida.
Sabía que tenía razón. Tarde o temprano tendrían que
separarse.
Lo llevaría de regreso como quería y luego él todavía
podría protegerle después del anochecer, oculto en las sombras.
–Ser parte del mundo, pero nunca de él.
Recordó esa noche tanto tiempo atrás en que Shindong le
había dicho esas palabras.
«Debido a lo que
hacemos, tenemos que interactuar con las personas. Pero debemos ser sombras
nunca vistas que se muevan entre ellos.
Nunca dejes que
nadie te conozca. Nunca les des una oportunidad para percatarse que no envejeces.
Muévete en la oscuridad, siempre vigilante, siempre alerta.
Somos todo lo que
está entre la humanidad y la esclavitud. Sin nosotros, todos ellos morirían y
sus almas se perderían para siempre.
Nuestra
responsabilidad es grande. Nuestras batallas numerosas y legendarias. Pero al
final de la noche, te vas solo a casa donde nadie sabe lo que has hecho para
salvar al mundo que te teme. Nunca podrás mostrar tu gloria. Nunca conocerás el
amor o la familia.
Somos Dark Hunter.
Por siempre poderosos. Siempre solos.»
Kyuhyun exhaló profundamente. Su tiempo con Sungmin había
terminado.
–Bien –dijo él– te llevaré de regreso.
Ahuecó su cara entre sus manos y lo besó profundamente. Y
mientras lo saboreaba, sus pensamientos fueron a la deriva, de vuelta al
pasado.
–¿Kyuhyun? –la voz airada de su tío lo llamaba del otro
lado de la puerta.
–¿Podrías por favor desprenderte del abrazo de tu esposo
por una tarde, para atender los asuntos conmigo? Lo juro, por la forma en que
ustedes se comportan no puedo imaginar por que no tienen ya una docena de
chicos.
Shengmin se rió desde arriba de él mientras lo montaba.
–Estas en problemas otra vez.
–Sí, pero tú lo vales, Sheng.
Como tantas veces hacía, Shengmin se inclinó, frotó sus
narices antes de besarlo apasionadamente y se deslizó fuera de él.
–Mejor ponte en marcha o tu tío querrá la cabeza de
ambos.
Kyuhyun se sobresaltó ante el recuerdo y el dolor que
despertó en él.
Sungmin se movió hacia atrás y frotó su nariz contra la
de él así como Shengmin siempre había hecho. Él se heló.
Algo no estaba bien. Estos recuerdos, sus acciones... La
forma en que despertaba sus emociones. Ahuecó la mejilla de Sungmin para poder
mirar sus ojos marrones oscuro. No había ningún rasgo que le recordaran a su
esposo, pero sus acciones...
–¿Kyuhyun? ¿Qué esta mal?
No podía hablar. No se atrevía a decirle que le recordaba
a un joven que había amado hacía mil quinientos años.
–Nada –dijo quedamente– debes vestirte.
Él se levantó.
–¿Hermano?
Kyuhyun agarró la manta y se cubrió mientras Ara brillaba
tenuemente en su cabaña.
–¿Pasa algo? –Sungmin preguntó al notar su repentina
incomodidad.
Él negó con la cabeza.
Ara se paró en seco mientras divisaba a Sungmin. Sus ojos
se agrandaron.
–¿Tienes compañía?
Él no contestó. No podía sin tener que explicarle a Sungmin
el hecho de que Ara estaba con ellos.
–¿Hay algún problema? –preguntó él.
–No –dijo Sungmin.
–Sí, –Ara respondió–.¿Sabes que Shindong te esta
buscando?
Kyuhyun miró con ceño. Agarró su teléfono celular de la
mesa de luz y marcó el número de Shindong. Nadie contestó.
–¿Su teléfono está apagado? –preguntó.
El semblante ceñudo de Sungmin hizo juego con el suyo.
–¿El teléfono de quién?
Ara negó con la cabeza.
–Te ha estado buscando toda la noche.
Su ceño se hizo mas profundo. Mirando hacia abajo, marcó
el número de Minho. Otra vez, nadie contestó.
–Esto es extraño –dijo Kyuhyun–. Nadie contesta.
Sungmin se encogió de hombros.
–No es raro. Es más de las dos de la mañana. Tal vez
están durmiendo.
–Confía en mí –dijo él– estos tipos están completamente
despiertos ahora mismo. –Se volvió hacia su hermana–. Ara, ¿dónde esta Shindong?
–¿Ara? –preguntó Sungmin–.¿Shindong? ¿De qué estás hablando?
Ara ignoró su interrupción.
–Está con Artemisa en este momento, pero ha estado
preocupado por ti.
–¿Por qué esperaste tanto para venir? –preguntó Kyuhyun.
–No pude llegar más temprano. Algo me mantuvo bloqueada
de ti.
–¿Desde cuándo?
–No sé. Algo tiene su poder encapullado a tu alrededor.
Algo oscuro y malo.
–¿Con quién estás hablando? –preguntó Sungmin.
–Sungmin, por favor, te lo explicaré en un minuto.
Primero, necesito unas pocas respuestas –miró a Ara.
Ara miraba a Sungmin curiosamente. Caminó hacia él y
colocó una mano en su hombro. Sungmin tembló.
–¿Qué fue eso?
Ara saltó hacia atrás como si el contacto la hubiera
golpeado.
–Shengmin –murmuró ella, levantando la mirada hacia él
con el ceño fruncido.
Algo dentro de él gritaba una negativa. Esta vez cuando
habló a Ara, habló en celta.
–No, él no lo es. No es posible.
–Posible o no, Hermano, es él. Tiene el alma de Shengmin.
¿No le puedes percibir?
Kyuhyun clavó los ojos en Sungmin, su corazón martillaba.
¿Podría ser realmente?
Envolviendo la manta alrededor de sus caderas, se movió
hacia donde Sungmin estaba parado y colocó sus manos a cada lado de su cara. Le
levantó la cabeza para poder ver sus ojos oscuros.
A pesar de sus negativas, lo sintió. Lo había sentido en
el primer momento que lo había mirado bajo la luz de la lámpara. Desde un
profundo rincón dentro de él, había sabido todo el tiempo que él era su Shengmin.
Lo había sabido desde el primer momento que le había saboreado.
Sus manos temblaron ante la verdad de eso.
–¿Cómo puede ser? –se preguntó.
Pero en su corazón, ya lo sabía. Camulus se lo había
enviado.
Estaba allí para destruirlo una vez más. Su pecho se
apretó al punto que no podía respirar. Por eso era que se había sentido tan
atraído por él. El por qué no quería dejarlo. Camulus quería que lo sedujera a
fin de que él tuviera que verlo morir otra vez. En sus brazos.
Cerrando los ojos, Kyuhyun empujó a Sungmin contra él y
lo abrazó fuertemente, desgarrado por querer pelear cielo y tierra para
mantenerlo con él y sabiendo que al final perdería.
Nadie alguna vez derrotó a un dios.
Sungmin forcejeó para poder respirar dentro de su
aplastante abrazo.
–Kyuhyun me estas asustando. ¿Que sucede?
–Nada. Solo debo llevarte a casa.
Lejos de mí, antes de que los dioses se den cuenta que
estás aquí y resuelvan castigarte por eso.
–¿Kyu? –Ara preguntó, su voz sonaba distante–. No puedo
quedarme aquí. Estoy siendo jalada afuera otra vez.
–¿Ara?
Ella se fue.
Kyuhyun sujetó con fuerza a sus emociones. No podía
tenerlas ahora mismo. Tenía demasiadas cosas que hacer y necesitaba todos sus
poderes para enfrentar el desafío de mantener a Sungmin seguro. Sin mencionar,
que necesitaba averiguar qué era lo que estaba interfiriendo con los poderes de
Ara y el teléfono de Shindong.
La vida de Sungmin estaba en sus manos. Esta vez, no le
fallaría. Kyuhyun apretó los dientes, deseando poder cambiar la historia.
–Quédate conmigo, Mi señor, por favor no salgas con
venganza en tu corazón.
Si hubiera escuchado a Shengmin el día en que su tío fue
asesinado, entonces su vida habría tomado un curso enteramente diferente. Pero
con los nervios de punta, con pena y furia, había negado la petición de Shengmin
y no había discutido el problema.
Como siempre, Shengmin se había hecho a un lado y le
había dejado salirse con la suya. Había ido directamente a la tribu gala del
norte y los había arrasado, sin saber que ambos, él y los galos, habían caído
en una trampa.
Cuando se había dado cuenta de la verdad, ya era
demasiado tarde para disculparse. Los galos estaban bajo la protección del dios
de guerra Camulus y bajo el liderazgo del hijo humano de Camulus. La furia del
dios de la guerra todavía resonaba por la vida de Kyuhyun.
–Existiré solo para verte sufrir.
Era una promesa que Camulus había cumplido adecuadamente.
No, no podía oponerse a Camulus y ganar. Como un Dark
Hunter, era fuerte y poderoso, pero no al punto de poder matar a un dios.
Básicamente, él estaba jodido a menos que llevara a Sungmin
de regreso a su vida y fuera de la de él, pronto.
Contactaría a Shindong una vez que estuvieran en la
ciudad y vería si tal vez Shindong podía llamar a otro Dark Hunter o Escudero
para velar por Sungmin hasta Mardi Gras. Alguien cuya presencia no lo pusiera
en peligro aún más que los Daimons que iban tras él.
Awww~ sabes, por primera vez en un fic, Kyu me da lástima, pobre!
ResponderEliminarHa sufrido mucho, no es justo!!!
Ahhh que lío!!!
Y Min también lo siente, siente ese amor por su celta!!!
Hola!!
ResponderEliminarPrimero, la pelea entre Gamer y SungMin me hizo morir de risa y luego Kyu "traduciendo" lo que Gamer quería decir xD
Por otro lado, LO SABÍA era cantado que SungMin es la reencarnación de ShengMin, su alma está en él,por eso la conexión tan fuerte que tenían, después de todo este tiempo vuelven a estar juntos, pero como no todo puede ser bueno y feliz, las cosas se van complicando. Para mi que KyuHyun tiene razón y Camulus está detrás de todo esto, obviamente alguien se está haciendo pasar por Shindong frente a KyuHyun, es la segunda vez que pasa esto, luego intentan que no puedan acceder a KyuHyun, ni KyuHyun a ellos, además ¿Quién desvaneció a esos daimons? y por último, SungMin piensa que debe alejarse de KyuHyun y creo que después de descubrir la verdad KyuHyun piensa lo mismo, aunque me pregunto como hará para explicarle a SungMin lo que acaba de pasar.
Gracias por la actu, la historia está cada vez más interesante
Uy.....Artemisa se muere por los huesitos de Shindong.....y él que no le para bolas jajajajajaja
ResponderEliminaresta claro que ni los dioses pueden tener todo en la vida.
Gamer sabe que algo anda mal,por eso intentaba meter a Sungmin a la cabaña.
Ara no podía contactar con Kyuhyun justo cundo este esta con Min...obviamente esos malvados dioses tienen algo que ver,estan haciendo que Kyuhyun no deje a Min,deje de lado a los darks y todo se desate para su venganza.
Ahora tiene que darle el cuidado de Min a alguien más,pero ni así podra estar alejado de él,menos ahora que Ara le ha dicho que Min es Sheng *0*
¿En verdad le contará a Min todo?...espero que sí,así Sungmin pide ayuda a su madre y abuela y tienen con que defenderse,al cabo,si a Min se lo comprueban,estoy seguro que por más lejos que este de casarse,que va a querer dejar a Kyu si sabe por todo lo que ha pasado...que se lo diga TODO....o la mayor parte