Debutantes II- 9




—Supongo que estoy despedido —dijo Albert con cautela mientras se levantaba del suelo.
—Supones bien —respondió Siwon al tiempo que desataba la rueda que colgaba del caballo con el que Albert acababa de regresar—. Después de cambiar la rueda y conducirnos de vuelta.
La condición indignó a Albert.
—¿Por qué tendría que hacerlo, si ya no es mi trabajo?
—Quizá porque la alternativa sería irte de aquí a pie.
Albert resopló.
—Pues caminaré y me llevaré el dinero, el que me prometió el joven señor.
Siwon traspasó a Albert con la mirada, y en su voz asomó parte de la ira que había sentido al principio:
—¿Crees que voy a permitir que te acerques a él sin matarte, después de haberlo abandonado aquí para que muera de frío? ¡Ni hables del dinero cuando no has completado tu tarea, que debiste rechazar desde el primer momento!
Albert no conocía a Siwon lo suficiente para ser cauto o se sentía demasiado decepcionado para que le importara.
—Muy bien pues, me voy —farfulló, pero sólo dio unos pasos antes de darse la vuelta y preguntar—: ¿No intentará detenerme?
Siwon casi rió con eso. En cambio, arqueó una ceja y dijo:
—¿Por qué habría de hacerlo?
—¡Porque, sin duda, moriré si voy andando!
—¿Y?
Albert se ruborizó de furia y fue hacia Siwon para coger la rueda, al tiempo que decía:
—Démela, miLord, yo la cambiaré. Estaremos de nuevo en el camino en pocos minutos.
—Ya pensaba que te atendrías a razones. Y quizá te convenga aplicar un poco de nieve a esa mejilla hinchada —añadió Siwon antes de volver al carruaje.
A Siwon no se le escapó el farfullo «maldita sea», sencillamente, optó por no hacerle caso.
No dudaba de que Heechul lo había oído todo, de hecho, lo primero que le dijo cuando lo ayudó a bajar del carruaje fue «no lo despidas».
—Dame una buena razón para no hacerlo. —Lo atrajo hacia sí para mantenerlo en calor mientras Albert cambiaba la rueda rota.
—Porque utilicé mi más seductora sonrisa.
No hacía falta entrar en detalles. Únicamente le quedaba esperar que nunca emplearía esa sonrisa con él, porque se imaginaba perfectamente el embelesamiento de Albert y su deseo de hacer lo que ella le pidiera.
Siwon dijo en tono burlón:
—Tu vanidad ha de ser una carga muy pesada. Fuera de todo control.
Heechul se apretó contra él para entrar en calor.
—No creas que la considero un defecto, porque no es así. En realidad, no me gusta el efecto que tengo en los hombres pero es un efecto totalmente previsible. Excepto en tu caso, claro está.
—¿De veras? ¿Por qué soy yo una excepción?
Heechul alzó la vista para mirarlo.
—No finjas que no lo sabes. Cuando me miras, tú no ves mi cara sino el monstruo que piensas que soy.
Siwon rió entre dientes. Aquello no era cierto en absoluto aunque prefirió no contradecirlo.
—Nunca te he llamado monstruo, querido.
—No tan explícitamente. Aunque lo has insinuado algunas veces.
No parecía desdeñoso ni indignado con el recuerdo. De hecho, se mostraba agradablemente afable desde que liberara parte de su pasión. Y no sólo eso. El cabello que ondulaba a su alrededor le hacía aparecer más dulce, más accesible. No eran imaginaciones de Siwon. Aunque quizá también eso se debiera a la pasión liberada. De hecho...
—Creo que ya sé por qué te cuesta tanto controlar tu temperamento. Eres un joven muy apasionado y eso puede ser maravilloso, aunque no tenías otra salida para tu pasión que el mal genio.
Heechul deslizó la mano debajo del abrigo de él para calentarla sobre su pecho.
—¿De veras lo crees?
—Desde luego. Aunque hay una manera de comprobarlo. —Y añadió con un gruñido—: Pero aquí no.
Un poco más tarde, cuando estaban de nuevo en el carruaje.
—Ahora que me encuentro bien y no tengo frío me doy cuenta de que estoy hambriento.
—Yo también. —Siwon no se refería a la comida. Esa noche Heechul había despertado aun dragón dormido. Ahora ya le sería imposible no tocarlo. De hecho, no había dejado de acariciarlo suavemente desde que se apoyara de nuevo en él—. Pronto llegaremos —añadió—. Y, probablemente, deba advertirte de que ya no habrá forma de impedir que mi hermano descubra quién es mi invitado.
—¿No se lo dijiste?
—Quise evitarlo —admitió Siwon.
—¿Por qué? ¿Pretendías mantenerlo en secreto?
—No, es porque él no lo comprendería.
—¿Que quieras ayudar a alguien como yo?
—No, que todavía no seamos amantes. Pensará que he perdido la habilidad.
Heechul se reclinó y le dirigió una mirada curiosa. Luego rió entre dientes.
—Esto ya se ha convertido en una mala costumbre, burlarte de mí.
—¿Por qué crees que me estoy burlando? —Siwon le dedicó una mirada traviesa—. ¿He mencionado ya que conozco la manera de hacerte olvidar el hambre?
Heechul estalló en risas.


—Aquí estáis —dijo Boa alegremente cuando Siwon y Heechul entraron juntos en el salón—. Qué extraño, salir de excursión por el campo en esta época del año. Al menos, no habéis vuelto demasiado tarde. Hemos retrasado la cena para esperaros. ¿Vamos?
Siwon sonrió a su tía cuando ella se levantó para conducirlos al comedor. Muy amable de su parte, tratar de presentar la huida fracasada de Heechul como una excursión normal cuando era cualquier cosa menos eso. Sencillamente, no daría resultado con su hermano. De hecho, Donghae, sentado junto a Boa en el sofá, no se movió ni un milímetro y observaba a Heechul con incredulidad.
Seguramente, Heechul estaba demasiado acostumbrado a las reacciones extrañas de la gente como para comentar algo sobre la boca abierta de Donghae. Se limitó a decir:
—Hola, Donghae. Muy amable de tu parte abandonar las diversiones de Londres para hacernos una visita en el campo.
Donghae aún no se había recuperado lo suficiente para responder o para darse cuenta, siquiera, de que estaba con la boca abierta. Siwon suspiró para sí.
—Id vosotros dos —dijo a su tía—. Sé que Hee tiene mucha hambre, no esperéis más. Hae y yo os seguiremos dentro de un momento.
La salida de Heechul no sacó a su hermano de su asombro, siguió mirando el umbral vacío de la puerta con los ojos abiertos de par en par. Siwon alzó la vista al techo y dijo:
—Menos mal que no hay moscas en la casa en esta época del año.
—¿Qué? —preguntó Donghae y, acto seguido, se puso de pie de un salto con su habitual exuberancia y exclamó—: ¡Santo Dios, Siwon! Te quiero un montón pero, realmente, no has debido llegar a esos extremos para ayudarme.
Puesto que no era eso, precisamente, lo que él esperaba oír, respondió:
—Llegaría a cualquier extremo para ayudarte, querido, ya lo sabes..., si necesitas ayuda. Pero, puesto que no necesitas ayuda, ¿a qué demonios te refieres?
Donghae frunció el ceño de inmediato.
—Aunque lo hiciste por eso, ¿no es cierto?
—¿Qué hice?
—Invitar a ese joven aquí. Lo hiciste por mí, para eliminar la competencia. Para que yo pudiera encontrar un marido sin tener que competir con él.
Siwon meneó la cabeza. A veces no comprendía en absoluto cómo funciona la mente de los jóvenes.
—Hae, piensa por un momento en lo que acabas de decir. Afirmas que cualquier hombre que estuviera interesado en ti centraría su interés en Heechul inmediatamente, si él apareciera. ¿Es éste el tipo de hombre que buscas?
—No, claro que no pero...
—No hay peros en este análisis.
—Algunas cosas son capaces de tentar a un hombre más allá del sentido común. Él es una de esas cosas —explicó Donghae.
A Siwon le hubiera gustado rebatir ese argumento pero, dado que él mismo experimentaba aquella tentación, no podía hacerlo.
—Quizá. Pero si un hombre ha de ser tan voluble, es mejor que lo sepas antes de arrastrarlo hasta el altar.
—¿Arrastrarlo? —empezó a balbucear Donghae.
—Sabes a qué me refiero. Antes de recibir una proposición. Antes de enamorarte.
Donghae le dirigió una mirada pensativa.
—Sería una buena prueba, ¿no te parece?
Él volvió a mirar el techo.
—Ya te lo dije. ¿Por qué no dejas de preocuparte por encontrar marido y permites que ocurra naturalmente?
—Porque ya estamos a media temporada. ¡Se me acaba el tiempo!
—No sería el fin del mundo si no encuentras un marido en tu primera temporada.
—¡Te has vuelto loco! —exclamó Donghae—. Claro que lo sería. ¡Dos de mis mejores amigos ya están prometidos!
—Hae, te juro que si sigues el rebaño y te conformas con un marido con el que no serás feliz sólo porque tus amigos ya se están casando...
—No lo haría, no soy tan estúpido. Pero me sentiré desolado si termina la temporada sin haberme prometido siquiera.
—No te sentirás desolado, sencillamente renovarás tu vestuario para la temporada de verano y empezarás de nuevo. Y ahora vamos a cenar. Estoy...
—Espera un momento —dijo Donghae sin amedrentarse—. Si no invitaste a Heechul para ayudarme..., ay, Dios mío, Siwon, ¡No me digas que tú has seguido el rebaño y te has enamorado de él!
—Tienes la mala costumbre de sacar conclusiones precipitadas. No estoy enamorado de él. Apenas lo soporto.
—¿Apenas? Antes no lo soportabas en absoluto.
Siwon se encogió de hombros.
—Estoy descubriendo que no es la prima donna que me pensaba.
—¿Qué hace aquí? ¿Apareció sin invitación y no sabes cómo deshacerte de él? Me lo llevaré de vuelta a Londres, si éste es el caso.
—Lo estás haciendo otra vez. Déjate de suposiciones y deja de intentar sonsacarme informaciones que nada tienen que ver contigo.
Como si no lo hubiera oído, Donghae volvió a suponer:
—Está escondido aquí. Piensa que la segunda ruptura con Kang causó un gran escándalo, como debió de suceder, pero no fue así. Puedo acusarlo de ello.
—Donghae.
Esta vez su hermano percibió el tono de advertencia y protestó vehemente:
—¡No puedes dejarme en la ignorancia! ¡Es demasiado hermoso, demasiado famoso y demasiado sensacional para estar aquí sin una buena razón!
—Hay una razón muy buena —accedió a decir Siwon—. Lo estoy ayudando a desarrollar algunas cualidades buenas para complementar las pocas que ya posee.
—Y yo me lo creo —resopló su hermano.
No trataría de convencerlo de que era la verdad. Dijo en cambio:
—Y tú no debes repetirlo ni comentar a nadie que se encuentra aquí. No quiero que mi nombre se relacione con el suyo ni que Londres entero haga las mismas especulaciones ridículas que tú acabas de hacer. ¿Ha quedado claro?
—¡Pues, dame una pista!
Siwon suspiró por lo bajo. ¿Desde cuándo era su hermano pequeño tan obstinado?
—Te daré una cena y una cama para pasar la noche y, por la mañana, te pondré en el camino de vuelta a la caza de marido. Donghae, sus padres saben que está aquí y tía Boa le hace de acompañante. Aquí no ocurre absolutamente nada fuera de lo normal. Mantén tu hermosa naricita fuera de lo que no te concierne.
—¡Muy bien, no me digas nada! —dijo Donghae y salió airada del salón.


No fue difícil deducir que Choi Donghae estaba molesto con algo, por su forma de entrar envarado en el comedor, con la mirada furiosa. Heechul había considerado la posibilidad de pedir su ayuda para volver a Londres, a pesar de la advertencia de Siwon en sentido contrario.
—Es una cabeza de chorlito —le dijo al llegar—. Sin proponérselo, acabará causando un escándalo en torno a tu presencia aquí. Será mejor para todos los implicados que no sepa que no deseas estarlo.
No fue eso lo que convenció a Heechul de que no dijera nada. La animadversión que Donghae le mostró durante la cena tampoco influyó mucho en su decisión. Obviamente, el muchacho lo encontraba totalmente antipático. ¿Simples celos? Tal vez Muchos jóvenes que conocía reaccionaban de esa forma ante él. Por eso mismo, Donghae, como Jungmo, se alegraría de los problemas de Heechul en lugar de ayudarlo a solucionarlos. Aunque no era ésta la razón por la que decidió no solicitar la ayuda del muchacho.
Por increíble que pareciera, ya no quería irse de allí. Lo que había ocurrido en el carruaje cuando Siwon lo encontró era una experiencia tan asombrosa que, simplemente, tenía que analizar más a fondo sus sentimientos y la vivencia. ¿Y si él tenía razón?
Cuando asomaban sus peores defectos, su mal genio, sus celos ridículos, no recordaba haber sido nunca capaz de impedir que aquellas emociones tan horribles se manifestaran en detrimento de alguien, incluso de sí mismo. Ni siquiera su arrepentimiento conseguía evitar la repetición del mismo círculo vicioso. ¿Sería porque nunca había tenido otra salida para sus pasiones? Es lo que había sugerido Siwon y le parecía tan plausible que no encontraba argumentos en su contra.
Después de encontrar una nueva salida, se sentía notablemente tranquilo y en paz. Todas y cada una de sus emociones virulentas estaban dormidas. Hasta la peor emoción de todas brillaba por su ausencia, la amargura que lo había acompañado desde la niñez.
Todo había empezado con su padre. Acababan de quitarle los pañales cuando él comenzó a maquinar cómo sacar provecho de un hijo tan extraordinario. Él no lo supo hasta aquel día en que descubrió que todo aquello que creía verdadero era completamente falso. El recuerdo todavía era tan doloroso que lo evitaba por todos los medios. En estos momentos, sin embargo, se sentía tan contento, tan feliz, se atrevería a afirmar, que incluso podía afrontar aquel recuerdo.
Era el día en que cumplía ocho años. Apenas podía contener su entusiasmo. Un cumpleaños significaba muchos regalos de sus amigos. Y su appa siempre organizaba una fiesta maravillosa para celebrar la ocasión. Aquella fiesta no era diferente o no lo hubiera sido, si se hubiera quedado en el comedor donde estaban todos los invitados, disfrutando del almuerzo preparado para ellos. Sin embargo, su appa le había regalado un nuevo dije para su cumpleaños. Se dirigía al piso superior para buscarlo y enseñárselo a una de las niñas cuando las voces subidas de tono de sus padres la impulsaron a acercarse al despacho de su padre.
—Esto no puede continuar así —decía su madre—. No puedes seguir comprando a sus amigos.
—¿Preferirías tener que explicarle por qué no consigues llenar una lista de invitados para una simple fiesta de cumpleaños? -preguntó su padre, irritado.
—La lista fue tuya —le recordó Soogeun—. Repleta de títulos ostentosos. La mitad de esos niños están demasiado celosos de Heechul para querer estar con él y la otra mitad nunca había estado aquí antes. Claro que no vendrían. Y la lista nueva que me entregaste no es distinta. Heechul no los conoce. Debí cancelar la fiesta cuando los invitados originales declinaron mis invitaciones al unísono. El niño se dará cuenta de que algo va mal.
—Tonterías. Ésta es una oportunidad excelente para que destaque. Debí pensarlo antes. No tiene sentido invitar sólo a títulos menores, como hacías tú. Ninguno de ellos es apropiado para mi hijo.
—¡Pero son sus verdaderos amigos!
—¿En serio? ¿O sus padres vienen a nuestra casa para agraciarse conmigo?
—No todos piensan como tú.
—Claro que sí —se burló el padre de Heechul—. Lo único que importa en esta ciudad es a quién conoces y a quién consigues impresionar. Y nosotros tenemos una joya capaz de impresionar a cualquiera. Su belleza no tiene precio y cada año que pasa es más hermoso. Ni yo me lo creo todavía. ¡Eras una belleza cuando me casé contigo pero jamás soñé que me regalarías un hijo tan admirable!
—Y yo jamás soñé que no pensarías en otra cosa que en cómo beneficiarte de él. Por qué no puedes, simplemente, amarlo, como yo y...
—¿Amarlo? —resopló el padre—. Los niños son un fastidio y él no es diferente. Si su presencia no fuera necesaria para poder exhibirlo..., puedes estar seguro de que lo habría enviado a algún internado antes que educarlo en casa con tutores particulares.
—Y pasearlo por todas las fiestas que doy, como si fuera tu mascota haciendo trucos para divertir a la concurrencia —respondió su appa con amargura.
—Deja de darle tanta importancia. Tú vives para entretener a la gente. Yo vivo para ver cómo tus invitados miran a nuestro hijo boquiabiertos. —Su padre se rió—. ¿Te has fijado en la nueva lista que redacté para esta fiesta? Hay un chico en línea de heredar un título de marqués. Heechul podría llamar su atención.
—¡Es demasiado joven para llamar la atención de nadie! Por el amor de Dios, ¿por qué no puedes esperar hasta que crezca antes de empezar a buscarle un marido?
El niño lo había oído todo pero estaba demasiado conmocionado para llorar. No subió a buscar el dije. Anonadado, volvió al comedor donde sus amigos estaban sentados a la larga mesa. ¿Sus amigos?
Sabía que todos los niños allí reunidos eran desconocidos aunque eso era normal. Pensaba que sus verdaderos amigos aún estaban por llegar, que, simplemente, se habían retrasado un poco. No se le había ocurrido que algo fuera mal. Estaba muy acostumbrado a conocer a niños nuevos, que iban con sus padres a cenar. Su appa organizaba reuniones sociales cada semana. Incluso cuando no había niños entre los invitados, lo llamaban al salón o al comedor o donde estuvieran reunidos todos para presentarlo...
Se detuvo junto a un chico mucho mayor que él, que estaba hundido en su asiento y no hablaba con nadie.
—¿Por qué has venido? —le preguntó con toda sinceridad, como hacen los niños.
—Es una fiesta. Normalmente, me gustan las fiestas —respondió él con petulancia.
—Pero ésta no —dijo Heechul señalando lo obvio.
El chico se encogió de hombros y dijo con franqueza:
—Me dijeron que si venía y fingía que me gustas me regalarían un caballo nuevo. El que ya tengo se está haciendo viejo. Mi padre no quería comprarme otro pero me dijo que tu padre me lo regalaría si viniera a la fiesta y fingiera divertirme.
A Heechul la emoción le cerró la garganta cuando respondió
—Supongo que no te importa demasiado el caballo.
—¡Claro que sí!
—Entonces debiste fingir.
El chico lo miró iracundo.
—Pues, no tiene sentido que me quede, ¿verdad?
—Ninguno —admitió Heechul y se volvió hacia otro chico, sentado junto al primero, que parecía tener una edad más cercana a la de Heechul—. ¿Tú por qué has venido?
Mientras el primer chico ya estaba de camino a la puerta, éste respondió con la misma candidez:
—Tu padre dio veinte libras al mío y me dijeron que tenía que venir. Preferiría ir al parque a jugar con mi nuevo barco.
—Yo también lo preferiría —replicó Heechul con voz más queda. Le costaba pronunciar las palabras por culpa del nudo que tenía en la garganta.
Los ojos le ardían con las lágrimas contenidas. Hasta el pecho le dolía cuando miró al jovencito carente de atractivo sentado del otro lado de la mesa. Era mayor que todos los demás, demasiado grande para asistir a la fiesta de cumpleaños de un niño de ocho años.
—¿Y tú? —preguntó al joven mayor—. ¿Por qué has venido?
—Sentí curiosidad —respondió con aire esnob—. Quise saber por qué hizo falta un soborno para que viniera. Ahora lo entiendo. Eres demasiado guapo para tener amigos verdaderos.
Heechul no tuvo que repetir la pregunta a los demás. Tampoco podía contener las lágrimas por más tiempo. Antes que corrieran por sus mejillas, avergonzándolo todavía más, gritó:
—¡Fuera, fuera todos!
Después de aquel día Heechul jamás había visto a sus amigos de la misma manera. Dudaba de todos ellos y los pillaba fácilmente mintiendo para aplacarle. Y, normalmente, sus mentiras provocaban esa misma reacción que los demás trataban de evitar mintiendo. A lo largo del tiempo se había vuelto a encontrar con algunos de aquellos invitados a su cumpleaños. Todos se habían disculpado y juraron que no haría falta un soborno para asistir a su fiesta si sólo lo hubieran conocido antes. No les creía y los despreciaba sin excepción.
Tampoco volvió a ver a su padre de la misma manera. Antes lo adoraba. Descubrir que él no correspondía a su amor, que sólo lo consideraba un medio para realizar sus propósitos arribistas, le había arrancado el corazón dejando sólo amargura en su lugar.
Ahora, sin embargo, todo aquello se había disipado..., gracias a Siwon. Y sería fácil poner a prueba su teoría. Ésta era la verdadera razón por la que no deseaba irse. Esa nueva salida para sus pasiones no sólo atemperaba sus emociones, sino que era demasiado placentera para no querer explorarla otra vez.
No hizo caso a Donghae, que puso mala cara a lo largo de la cena, pero no podía no fijarse en Siwon. No dejaba de mirarlo, hablara o no, aunque él trató de dar un aire de normalidad a la cena manteniendo una conversación con su tía. Hizo varios intentos de involucrar a su hermano pero éste se limitaba a mirarlo ceñudo y, al final, desistió. A Heechul no le costó participar en la conversación cuando se habló de la nueva tempestad de nieve.
—Me parece que tendré que pasear otra vez por la nieve por la mañana, ahora que mis huellas anteriores han sido totalmente cubiertas —dijo y añadió con una sonrisa—: ¿Te apuntas a otra batalla de nieve, Siwon?
Él rió.
—Perdiste la última.
—En absoluto. —Heechul rió también entre dientes—. ¡Fue un empate y lo sabes!
Al parecer aquella familiaridad entre ambos fue demasiado para Donghae, que se puso de pie enfadado y advirtió a Heechul:
—No intentes seducir a mi hermano para que se case contigo. Nuestro padre jamás aprobaría a un joven como tú.
Heechul se ruborizó. No pretendía hacer tal cosa pero el ataque no provocado hirió sus apacibles sentimientos. Siwon, por otra parte, reaccionó horrorizado al comentario de su hermano.
—¡Por Dios, Hae! ¿Has perdido el juicio? Tu comportamiento me avergüenza.
—A mí también, joven —añadió Boa.
—¿Qué? —protestó Donghae con voz llorosa—. Aunque su belleza no te atraiga ni tengas planes referentes a él, eso no significa que no te tenga en su punto de mira. ¿No ves cómo te mira?
—No hay excusa posible para tu grosería y lo sabes —contestó Siwon—. Discúlpate ahora mismo.
—¡No pienso hacerlo! —se negó Donghae—. No seas ciego ¡Alguien tenía que decirlo!
—Y un cuerno.
Con las mejillas arboladas, Donghae dejó su servilleta en la mesa.
—No me voy a quedar mirando cómo te llevan al matadero. Cuando dejes de perder el tiempo haciendo lo que no quiere confiarme, sabrás dónde encontrarme. ¡Me disculparé ante ti cuando recuperes el juicio, aunque no voy a disculparme ante él! ¡Y no te atrevas a presentar disculpas de mi parte! —añadió mientras salía del comedor.
Donghae debía de conocer bien a su hermano, porque fue precisamente lo que hizo.
—Lo siento, Hee...
—No lo sientas —lo interrumpió con una sonrisa débil—. Estoy tan acostumbrado a los celos que ya no me molestan en lo más mínimo.
—¿Crees que sólo se trata de eso?
—Desde luego. Son injustificados, en este caso, pero los celos no necesitan de la verdad ni de hechos para levantar la cabeza. Créeme, lo sé mejor que nadie.
—Una actitud encomiable, muchacho —interpuso Boa—. Aunque mi sobrino debería saber que no puede permitirse este tipo de arrebatos.
Heechul rió por lo bajo.
—No puedo tenérselo en cuenta cuando, generalmente, soy yo quien tiene arrebatos. ¿Me acompañarías a mi habitación, Siwon? Preferiría evitar otro ataque de tu hermano esta noche.



1 comentario:

  1. Uyyy pero que carácter el del pescado to este... Que espinoso (?)
    Jajajajaja
    Ahhh oh si!!! Este es el momento! !! 😎 💪🏻 Ahora Siwonshis muestra tu macho interior !!!

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...