Debutantes II- 12




Soogeun logró mucho más que lo pensado para la recepción, como descubrió Heechul cuando bajó a cenar. La casa estaba llena de invitados, sobre todo, caballeros jóvenes a los que ya conocía aunque también algunos que le eran desconocidos. Al menos, estaba vestido esplendorosamente para la ocasión.
Qué bien disponer de nuevo de todo su vestuario en lugar de las opciones limitadas que le ofrecía su baúl. Su appa lo encontró en el vestíbulo mirando el salón. Heechul arqueó una ceja. Soogeun comprendió y se limitó a decir:
—No esperaba que todos aceptaran la invitación, aunque debí imaginármelo. Eres muy popular.
—¿Vendrá padre?
Soogeun se ruborizó.
—No lo he avisado de tu vuelta. Esperaba que viniera a casa para decírselo pero él mandó una nota diciendo que volverá muy tarde. —Soogeun se encogió de hombros—. No importa. No hace falta que esté aquí para que disfrutemos de la velada.
Heechul casi se echó a reír. Era fácil leer entre líneas cuando hablaba su appa. Soogeun sabía de sobra que Heechul y su padre no se llevaban bien y se enfadaban fácilmente uno con el otro. El hecho de no comunicar a su esposo que organizaba una fiesta esa noche y por qué aseguraba que Heechul pudiera relajarse en su primera velada en casa y disfrutar de la fiesta improvisada.
Soogeun lo acompañó al salón. Apenas habían cruzado la puerta cuando Heechul se vio rodeado de sus admiradores, que rivalizaban por atraer su atención.
—¡Es estupendo tenerlo en la ciudad, lord H!
—¡Y libre de compromisos!
—Su belleza me deja sin aliento, Heechul, como siempre.
Uno de ellos lo condujo al otro extremo del salón, se detuvo y dijo rápidamente:
—Nunca antes pude reunir el valor de decirle esto. Casi eché a llorar cuando supe que se había prometido con Kang. Puesto que ese compromiso no duró, no me arriesgo a perder esta nueva oportunidad. Heechul, le ruego que se case conmigo. —Le miraba con adoración.
Heechul solía pronunciar negativas bastante bruscas y éste era, precisamente, el tipo de propuesta que detestaba, porque venía de un hombre que no se había tomado el tiempo necesario para conocerle antes. Sus rechazos, sin embargo, dejaban una expresión de decepción dolorosa en los rostros de sus pretendientes y, en esos momentos, no quería enfrentarse a ella.
Para evitarlo, se limitó a decir:
—Hable con mi padre, Vizconde Moor.
—¿En serio?
Pareció arrebatado interpretando la respuesta como una aceptación, y rectificó amablemente:
—Sencillamente, no depende de mí.
Estaba convencido de que el caballero se negaría y él no tendría que afrontar la decepción del vizconde. Muy cobarde de su parte pero no estaba acostumbrado a sentirse culpable por rechazar propuestas de matrimonio. En el pasado era demasiado egoísta para que esto le incomodara. ¡Ahora se enfrentaba a la muerte de las esperanzas de esos jóvenes y le causaba tristeza!
Hongki y Geunsuk lo rescataron de sus incómodos sentimientos cuando se abalanzaron sobre él y lo arrastraron lejos de allí, impacientes por conocer con todo detalle por qué no se había casado con Kang Youngwoon. Heechul no se entretuvo en los pormenores, como habría hecho en otro momento. Se limitó a repetir lo que había anunciado el abuelo de Youngwoon, que habían acordado amigablemente que no harían buena pareja.
Luego preguntó:
—¿No teníais que estar en otra parte esta noche?
—Nada tan importante que nos impida darte la bienvenida a casa —respondió Hongki.
Sus palabras casi parecían sinceras aunque Heechul sabía la verdad. Tanto Hongki como Geunsuk tenían la gran habilidad de decir exactamente lo que pensaban que él quería oír. Por desgracia, normalmente, para hacerlo tenían que mentir. Él tenía la culpa, pensó Heechul. Si no hubiera tenido una conducta tan espantosa durante tantos años, los jóvenes de su círculo podrían haberse comportado de forma muy diferente con él.
—Hemos venido para averiguar qué fue lo que retrasó tu regreso a la ciudad —dijo Geunsuk—. Tu appa nos dijo que fuiste a visitar a los Choi. ¿Es eso cierto?
—¿No le creísteis?
Geunsuk se ruborizó un poco. Ambos jóvenes eran muy guapos aunque no se podían comparar con la belleza de Heechul. Ostentando títulos menores, no esperaban encontrar un marido de primer orden esa temporada. De hecho, lo que esperaban era ser los primeros en elegir de entre los rechazados por Heechul y ambos deseaban que éste se decidiera cuanto antes.
—En realidad, pensamos que lo habían informado mal —dijo Geunsuk, proporcionado la causa de su rubor.
Qué forma tan diplomática de sugerir que Soogeun les había mentido.
—¿Que yo le había informado mal? —preguntó Heechul.
—Sí —admitió Geunsuk, que se apresuró en puntualizar—: Sabíamos que tú y Choi no os lleváis demasiado bien. No podíamos imaginar la razón, siendo él tan guapo, pero vimos que echabais chispas cuando estabais juntos. Por eso estábamos convencidos de que rechazarías cualquier invitación de su familia. Pensamos que dijiste a tu madre que estarías con ellos cuando, en realidad, no estabas allí en absoluto.
Ah, de modo que estaban convencidas de que había mentido a su madre. Siwon tenía toda la razón en ese sentido. Si enfilas el camino de las mentiras, ya siempre dudarán de tus palabras. Ambos jóvenes sabían que mentir se le daba muy bien.
Curiosamente, en el pasado se habría jactado del tiempo, no de la razón, pasado con Siwon. Ahora prefería que no supieran nada y no quería hablar de ese tema.
Geunsuk y Hongki no solían insistir. Pensó que le bastaría decirles:
—Pasé momentos difíciles en Raccoon Glade cuando descubrí que no quería casarme con Kang. Temía que no me permitiría retirarme. Pero, al final, tuvimos una buena conversación y ambos acordamos que sería mejor no casarnos. Yo sólo necesitaba un poco de tiempo para recuperarme y considerar mis opciones. Además, no tenía prisa en volver a casa y afrontar la furia de mi padre. Ya sabéis cuánto deseaba él ese matrimonio.
Cabía la posibilidad de que, entretanto, los jóvenes hubieran hablado con Jungmo y supieran la verdad sobre el asunto pero el «tiempo para recuperarse» tenía sentido en cualquier caso. Dónde pasara ese tiempo de recuperación era irrelevante.
Le sorprendió, pues, que Geunsuk preguntara con mordacidad:
—¿De modo que no estabas visitando a los Choi?
Antes que se le ocurriera la forma de apoyar su mentira, Hongki dijo:
—Bien, eso lo explica todo.
Heechul siguió la dirección de su mirada y vio que Choi Siwon hacía su entrada en el salón. En el instante de verlo se le aceleró el pulso. No tenía la menor idea de por qué había venido, pero tampoco podía negar que estaba encantado de verlo. No esperaba volver a encontrarse con él, al menos, no tan pronto.
—¿Por qué no querías decirnos que lo has conseguido? —preguntó Geunsuk, agitado.
—Quizá porque no estoy seguro de mis sentimientos. —Heechul oyó su propia respuesta y gimió para sí. Justo lo que no deseaba confesar.
—¡Santo Dios, te has enamorado! —exclamó Hongki.
—En absoluto, te lo aseguro —replicó Heechul inmediatamente. Aunque temía haber pronunciado una de las mentiras más grandes de su vida.

Soogeun mantenía a Siwon ocupado, lo hacía desde el momento de su llegada. A Heechul no le sorprendió que su appa lo hubiera invitado pero sí que él estuviera en Londres para aceptar la invitación, puesto que lo había dejado en Raccoon Glade el día anterior. Youngwoon y Leeteuk no podían haberse casado ya. ¿O sí se habían casado y Siwon se perdió la ceremonia?
No pudo satisfacer su curiosidad de inmediato. Había dispuesto de unos pocos minutos para charlar con sus amigos pero, enseguida, se vio rodeado de nuevos admiradores, de modo que fue bastante más tarde cuando encontró la oportunidad de hablar con Siwon a solas.
Había muchos invitados a la cena, hecho frecuente en las fiestas de los Kim, y Soogeun era muy hábil disponiendo largas mesas de bufé cargadas de aperitivos para los comensales más frugales, a la vez que platos abundantes para los apetitos más voraces.
Heechul tuvo que abandonar el salón para lograr estar solo, y, cuando volvió, pudo dirigirse directamente a Siwon. El joven acababa de servirse un plato colmado de manjares y miraba a su alrededor en busca de un asiento vacío. No había ninguno. Todas las sillas del salón estaban ya ocupadas ahora que la mayoría de los invitados estaban cenando.
—Quizás el comedor esté vacío —le sugirió Heechul en un susurro conspirador cuando estuvo a su lado.
Los ojos de Siwon se posaron en él y no se apartaron. Heechul contuvo el aliento. Qué guapo era. Siempre parecía ejercer ese efecto sobre él y esa noche estaba especialmente atractivo, con su chaqueta negra de paño fino, que tan perfectamente delineaba sus hombros anchos, y la corbata nivea atada con holgura al cuello. Su cercanía le aceleró el pulso. Dios, ojalá no fuera evidente el efecto que tenía en él.
Él no debió de notar nada fuera de lo común, porque preguntó:
—¿Quedan sillas allí o han sido todas trasladadas al salón?
Heechul logró dominar la respiración.
—Te sorprendería la cantidad de sillas que mi appa tiene en reserva. Considera que sus aptitudes se echan a perder si organiza fiestas pequeñas.
Miró el plato sobrecargado de Siwon y él explicó con una sonrisa:
—Hoy no he comido.
—¿Probamos el comedor? —propuso.
—¿Por qué no te sirves primero?
—No tengo hambre.
Siwon arqueó una ceja.
—Nunca tratamos el tema de tu delgadez, ¿verdad?
Estaba bromeando..., o no.
—¿Realmente crees que estoy muy delgado? —preguntó Heechul y se miró a sí mismo con gesto de preocupación ceñuda.
—No quieras saber lo que realmente pienso de tu figura.
Heechul se ruborizó al instante, probablemente, porque alzó la vista y descubrió que la mirada de Siwon brillaba al recorrer su cuerpo. Con un gesto precipitado, cogió una pequeña salchicha envuelta en un hojaldre delgado de entre las ofertas de la mesa y le mostró el camino al comedor.
Estaba casi vacío aunque no del todo. Dos caballeros cenaban en un extremo de la larga mesa, a la vez que mantenían una discusión acalorada. Uno de ellos le había pedido en matrimonio hacía tan sólo un cuarto de hora. La segunda proposición de la velada.
Dirigió a los dos jóvenes una sonrisa cordial y luego apartó la mirada, para indicar que no le interesaba reunirse con ellos. Ocupó un asiento en el extremo opuesto de la mesa y esperó que Siwon se sentara a su lado. Se asombraba de haber podido contener la curiosidad tanto rato.
—¿Qué estás haciendo aquí? —prorrumpió en un susurro—. Se suponía que estabas en Raccoon Glade.
—Youngwoon y Leeteuk no se casarán hasta dentro de unas semanas. Parece que los tíos de Leeteuk insistieron en una ceremonia formal, con todos los detalles que lleva tanto tiempo preparar. Youngwoon apenas logra contener la impaciencia, ya que él preferiría no tener que esperar, y pensé que no era el lugar para que yo también esperara, de modo que volví a Londres.
—Lástima que no lo supieras antes que yo prosiguiera viaje.
—Desde luego. Ésa es la razón por la que no he comido hoy —explicó Siwon—. Pensaba que podría darte alcance esta mañana pero no pude averiguar en qué posada os alojasteis.
—Aun así, me sorprende verte aquí, que hayas aceptado la invitación de mi appa. Hubiera jurado que no deseas que tu nombre sea relacionado con el mío en modo alguno.
—Mi presencia aquí no relaciona nuestros nombres, querida. Y todavía no he ido a casa para encontrar la invitación. Sencillamente, he pasado para ver si habías llegado bien a casa.
—Muy amable de tu parte —dijo Heechul.
—Tengo mis buenos momentos.
Tenía más que unos momentos buenos. Claro que también tenía bastantes momentos malos, cuando no se mostraba amable en absoluto sino muy autoritario, aunque Heechul ya se los había perdonado. Habían terminado en una nota positiva, quizá demasiado positiva...
—Además —añadió él mientras empezaba a cenar—, ahora me interesa que encuentres la felicidad con el hombre adecuado. Fue parte de nuestro pacto, si lo recuerdas.
Heechul se quedó muy quieto. Él no se dio cuenta. ¿Hablaba en serio? ¿Pensaba hacer de casamentero después de lo que habían vivido juntos?
—¿Lo fue? —repuso con cierta brusquedad—. No recuerdo que lo mencionaras.
—No me pareció necesario, tratándose de algo que tiene que ver con tu felicidad —respondió Siwon en su característico tono desenvuelto—. Todavía piensas casarte, ¿no es cierto?
—Por supuesto.
—Entonces pasarás el resto de tu vida con ese hombre afortunado, quienquiera que sea, y debemos asegurarnos de que serás feliz con él.
—¿Nosotros debemos? ¿Y cómo vamos a estipular antes de tiempo que él podrá hacerme feliz?
Siwon lo miró sorprendido.
—No me digas que aún te contentas con un bolsillo abultado. El dinero no da la felicidad, Hee, sólo hace la desdicha más llevadera. A la larga, no te hará feliz.
Heechul mordió la salchicha que llevaba en la mano y la masticó deliberadamente.
—¿Y qué me hará feliz? —preguntó.
—El amor, por supuesto.
—Jamás hubiese dicho que eras un romántico.
—Yo tampoco. —Siwon sonrió—. Sólo intento ver la situación desde el punto de vista del género. Basándome en las opiniones de mi hermano sobre el tema, que no sabría decirte cuántas veces he tenido que escuchar, él está convencido de que el amor lo hará extáticamente feliz. Es decir, parece que el amor y la felicidad van de la mano.
—Probablemente sí. No he tenido esa experiencia. Pero también hay otras cosas que te pueden hacer feliz.
Siwon suspiró. Seguramente, ya se había dado cuenta de la irritación en su voz.
—No me digas que has vuelto a las andadas, que todos nuestros esfuerzos en común...
—Ah, basta ya. —Heechul soltó también un suspiro—. Sencillamente, tengo un objetivo nuevo, llegar a un punto..., y pronto, donde ya no tenga que cumplir los deseos de mi padre. Él toma decisiones pensando en su propia felicidad, no en la mía, y ya estoy harto de ello.
—Eso significa que aceptarás la primera proposición que te hagan.
Siwon parecía tan preocupado que quiso reconfortarlo, de modo que rió por lo bajo y dijo:
—Al menos la mitad de los varones que están aquí me han pedido ya en matrimonio esta noche, algunos, durante esta última hora. Aún no he aceptado ninguna de sus proposiciones.
—¿Hay aquí alguno... que te interese? —preguntó él dubitativo—. Quizá sepa algo de ellos que tú no sabes.
Heechul se encogió de hombros.
—En realidad, no. —Tomó un momento para volver a sonreír a uno de los presentes. Los dos hombres habían interrumpido su conversación cuando entró en el comedor y, desde entonces, no dejaban de echarle miradas furtivas—. No he renunciado a mis criterios..., todavía.
—Nunca dijiste qué es lo que buscas en un hombre, aparte de la riqueza.
—Lo sé.
—¿Sigue siendo un secreto? —inquinó Siwon.
Heechul suspiró.
—No, simplemente no quería hablar del tema contigo cuando me lo preguntaste. No confío demasiado en los hombres que declaran su amor por mí al instante. Y eso es lo que todos han hecho. —Con un gesto de la mano abarcó... todo Londres—. Espero al hombre que dedicará un tiempo a conocerme primero..., como tú.
No se ruborizó. No debió decir eso pero ya le había advertido que no tenía que preocuparse de que intentara echarle el guante, y por qué.
—Para serte sincero, Hee, es un objetivo excelente aunque, seguramente, se habría vuelto contra ti...
—Tonterías —interpuso, adivinando que pensaba referirse a su comportamiento del pasado—. Sé que te gustaría recibir todo el crédito de mi nuevo «yo» pero, de hecho, lo único que hiciste fue abrirme los ojos a algunas realidades y ayudarme a controlar algunos defectos que se me iban de la mano. No obstante, ya antes tenía algunas virtudes aunque no las manifestara públicamente.
—Sí, me di cuenta —admitió él.
—¿De qué?
—De que no carecías de virtudes por completo. Tu forma de ganarte a mi tía enseguida es un buen ejemplo.
—¿Ganármela? —Heechul sonrió—. Le gusté desde el principio y lo sabes.
—Sí, supongo que fue así. Y ahora deberías volver a tus invitados. Una cosa es pasar unos minutos conmigo, pero si nos excedemos, se desatarán las lenguas.
—Lo sé. —Se levantó para irse—. Gracias por venir a ver cómo estoy. Muy tierno de tu parte.
Los ojos de Siwon destellaron.
—Por Dios, no uses nunca esta palabra cuando hablas de mí. Conseguirás darme una mala reputación, lo juro.
—¿Prefieres que te consideren un libertino irremediable?
—¡Por supuesto!
Heechul sabía muy bien que estaba bromeando y le siguió el juego:
—Tu secreto está a salvo conmigo.
Se dio la vuelta para irse. Él le cogió del codo. Heechul contuvo la respiración y cerró los ojos por un momento. Había estado bien sentarse allí inmerso en la conversación en lugar de fijarse en la proximidad de él. El contacto, sin embargo, le hizo recordar con detalle lo que habían vivido juntos y lo maravilloso que fue..., y las palabras de Hongki...
—¿Cómo fue el reencuentro con tu padre? —preguntó Siwon. La razón por la que lo había retenido le hundió el ánimo.
No se volvió para mirarlo, temeroso de hacerlo en esos momentos.
—No ha estado en casa desde mi regreso y ni siquiera sabe que he vuelto.
—¿Por qué no esperas a ver cómo va eso antes de tomar decisiones precipitadas?
—¿Yo? ¿Precipitado? —Lo dejó con un suave resoplido y lo oyó reír mientras se alejaba.

Distraído tras su encuentro con Siwon, Heechul no pudo elegir peor momento para pasar del comedor al salón. Ni siquiera vio que su padre estaba en la puerta principal, quitándose el largo abrigo para entregárselo al sirviente que aguardaba. Él, no obstante, le vio enseguida.
—¿Heechul? ¿Cuándo has vuelto?
No hubo sonrisa de bienvenida. No abrió los brazos para darle un cálido abrazo. Sencillamente, parecía curioso.
Kim Janghoon, Conde de Gangwon, mediaba los cuarenta. Conservaba todo su cabello oscuro y sus ojos tenían una mirada incisiva. De constitución alta. No era un hombre feo aunque tampoco se lo podía llamar apuesto. Quizá fuera por eso que se asombraba tanto de haber engendrado a un hijo tan incomparablemente hermoso y que decidiera sacar algún beneficio propio de aquel regalo de la naturaleza.
—Volví esta tarde. Appa, como ves, organizó una fiesta de bienvenida e invitó a muchos de mis admiradores.
Su padre prestó atención al barullo que salía del salón.
—¿Era necesario?
Heechul calló. Había mencionado a los admiradores porque, normalmente, a su padre le habría encantado la idea de exhibirlo y conseguir aún más peticiones de matrimonio..., bueno, le habría encantado antes de decidir que quería a Kang Youngwoon como yerno. Además, siempre había fomentado la inclinación de Soogeun por dar fiestas. En esto, marido y su joven esposo estaban completamente de acuerdo.
—No era necesario. Pero hace feliz a appá, de modo que cumple una función.
—No me hables en ese tono, jovencito.
Heechul casi se echó a reír. El tono de su voz no había cambiado en absoluto, por el contrario, era más suave que el que solía emplear con su padre. Obviamente, sin embargo, él esperaba una reacción más brusca. Al fin y al cabo, desde que lo prometiera con Youngwoon, entre ellos sólo había habido discusiones acaloradas.
—Ven a mi despacho. Quiero hablar contigo —le dijo.
—¿No puede esperar? Tengo invitados.
—No, no puede esperar.
Sin decir nada más, pasó por su lado y se dirigió al otro extremo del vestíbulo, donde estaba su despacho. Heechul respiró profundamente y lo siguió. No iba a permitir que alterara la paz de espíritu recién encontrada. De alguna manera conseguiría dominar su mal genio. Nunca antes lo había logrado en presencia de su padre y éste sería un buen comienzo.
Él ya estaba sentado tras el escritorio cuando entró en el despacho. Odiaba esa estancia, donde habían tenido la mayoría de sus discusiones. Hubo un tiempo, hacía muchos años, cuando le gustaba entrar en esa habitación para buscar a su padre...
Normalmente se sentaba frente al escritorio pero esa noche se acercó a la única ventana con vistas a la esquina de la calle. Sorprendentemente, había empezado a nevar otra vez. Aún no lo suficiente para cubrir la calle pero ya era bonito cómo caía en torno a las farolas. La visión de la nieve calmó la tensión que crecía en su interior.
—¿Has recibido ya una proposición de Choi? —preguntó Janghoon mientras encendía una de las lámparas de su escritorio.
Heechul cerró los ojos antes de preguntar:
—¿Ésta era tu esperanza?
—Mi esperanza no. Una expectativa. Es lo único que haría portable la ruptura de tu compromiso con Kang..., por segunda vez.
Alzó la voz para dar énfasis a las últimas palabras. Heechul aún no dio la vuelta para enfrentarle. Solía entrar en este despacho a menudo, en busca de un poco de atención. Jamás notaba que raras veces la recibía. Es curioso cómo los niños dan ciertas cosas por hecho, corrió el amor de sus padres.
—Choi Siwon es un libertino —dijo con voz cansina. Esto debería bastar para poner fin a la conversación aunque no con su padre.
—¿Y?
Lo que pensaba. Este dato no lo amilanaba en absoluto. Si Siwon tuviera la peor reputación posible, su padre aún aprobaría aquella visita. El título de los Choi era lo único que le importaba.
—Y no tiene intención de casarse conmigo ni con nadie más. —Por fin se volvió para ver la reacción de su padre—. Creo que sus palabras fueron «no en este siglo».
—Tonterías. Eres capaz de hacer cambiar de opinión a cualquier hombre en ese sentido.
Era un cumplido..., en cierto modo. Ojalá pudiera aceptarlo como tal, en lugar de sentirse ofendida.
No pensaba contarle cómo había luchado con uñas y dientes contra aquella «invitación» ni cómo lo habían secuestrado, prácticamente. Ni a su padre le importaría ni él daba ya daba importancia al asunto. De aquel viaje había sacado mucho más de lo que nunca podría soñar. Y el hecho de no haberse enfadado todavía con ese hombre era un magnífico ejemplo de los beneficios que le había aportado la injerencia de Siwon en su vida.
—¿Está, al menos, enamorado de ti, como todos los demás? —preguntó Janghoon.
—No, aunque de alguna forma somos amigos.
—¿Me estás diciendo que no te ha comprometido? ¿Es un libertino famoso y ni siquiera trató de seducirte?
Heechul se ruborizó intensamente y la ira creció en su interior.
—¿De modo que sabías que es un libertino? ¿Y, aun así, diste tu permiso para que fuera a visitarlos?
—Claro que sí. Es el mejor partido de toda Inglaterra. Dime, pues. ¿Por qué no lo atrapaste?
Intentar ponerlo a la defensiva no daba resultado. Para ponerse a la defensiva tenía que haber cierta medida de culpabilidad, por ínfima que fuera. El no se sentía culpable. Y Heechul empezaba a perder el control de su ira.
—Quizá porque no quería.
—¿Has perdido el juicio?
Heechul cruzó la estancia a grandes zancadas y apoyó las manos en el escritorio para poder inclinarse hacia delante y traspasarlo con la mirada.
—No, creo que, por fin, lo he recuperado. ¿Quieres saber por qué él no me sirve? —preguntó Heechul—. Sí, es increíblemente guapo, rico y noble. Es todo lo que podría desear de un hombre. Sin embargo, hay una cosa que lo hace inaceptable para mí.
—¿Cuáles?
—¡Tú lo deseas demasiado como yerno! Después de echarme, ni más ni menos, que a los lobos en Yorkshire, no pienso hacerte feliz con mi matrimonio. ¿Te sorprende?
Su padre se puso de pie y le devolvió la mirada iracunda.
—¿Que eres un hijo obstinado y vengativo? No me sorprende en absoluto. Pero te casarás con él. ¡Me importa un bledo cómo consigas llevarlo al altar, tú hazlo! O tomaré cartas en el asunto.
No tenía sentido intentar explicarle que hablaban de la vida de Heechul, no de la de su padre. Lo sabía por experiencia. Furioso, se marchó del despacho. Demasiado enfadado para reunirse con los invitados en el salón, se dirigió al comedor.
Siwon aún estaba allí. Acababa de levantarse de la mesa, su plato ya vacío. Los otros dos hombres se habían ido aunque Heechul no sabía si su presencia lo habría detenido, ya que no pensó siquiera en lo que iba a hacer. Sencillamente, se acercó a Siwon y lo besó con fuerza en la boca.
Él consiguió dominar la sorpresa. De hecho, le devolvió el beso casi al instante, dejando el plato encima de la mesa para tener ambas manos libres para atraerlo hacia sí. No hizo falta más para que el enfado de Heechul desapareciera, dejando la pasión en su lugar. Y era una pasión poderosa. Aumentó cuando él le chupó la lengua, que valerosamente había introducido en su boca. Y creció todavía más cuando él le cubrió una nalga con la mano, apretándole con firmeza contra su erección.
¡Dios, lo que ese hombre era capaz de hacerle sentir! ¡Ira, pasión, ternura, placer, todo lo había sentido en sus manos, y cuánta excitación! Era su ruina y su salvación. ¿Cómo diablos había permitido que se convirtiera en alguien tan importante para él? ¿Estaba Hongki en lo cierto? ¿Se había enamorado sin darse cuenta?
Siwon lo besó con avidez, acariciándole la espalda y haciéndole estremecer de placer durante varios minutos más, hasta que a Heechul se le ocurrió que no podía haber elegido un lugar peor para compartir un rato de intimidad con él. La puerta estaba abierta de par en par. Había docenas de personas del otro lado del vestíbulo. Cualquiera pudo pasar para verlos fundidos en un abrazo ardoroso.
Dio un paso atrás de inmediato, alarmado con la idea. Pero su corazón seguía desbocado. Sus mejillas estaban arreboladas. Hasta sentía los labios hinchados y, seguramente, lo estaban. Temía ofrecer el aspecto de alguien a quien acababan de besar. Él también. Heechul lo había despeinado. Ahora le alisó el cabello con gesto rápido. Sin embargo, no podía hacer nada para apagar el fuego que aún ardía en sus ojos.
Siwon aspiró profunda y temblorosamente antes de decir:
—Ha sido algo inesperado.
Heechul tardó un momento en recuperar el aliento.
—Lo he aprendido de ti —respondió, aludiendo al beso que él le diera el día anterior cuando volvió de improviso al carruaje. Esbozó media sonrisa para quitar hierro al asunto.
—¿Has discutido con tu padre?
—¿Cómo lo has adivinado? —preguntó secamente.
Siwon le acarició la mejilla con el dedo.
—¿Quieres dejarme abierta la puerta trasera esta noche?
La idea casi lo dejó paralizado de deliciosa expectación.
—Podría —dijo sin aliento.
Mientras subía corriendo a la planta superior, para recuperar la compostura y quitarse de la cabeza la idea de volver a hacer el amor con Siwon, sabía que esa noche dejaría la puerta abierta.


2 comentarios:

  1. En serio aborrezco al padre de Heechul gracias por el cap bye.

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  2. Jajajaja a siwon lo único que se. Le ocurre es que le deje la puerta abierta! Jajajajajajajaja

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...