Debutante II- 14




—¿Qué te preocupa, muchacho? —preguntó Youngwoon a su prometida cuando, por fin, entró en el salón y se le acercó—. ¿Aún estás enfadado porque te he hecho venir sin tener un traje de baile que ponerte?
Leeteuk se inclinó hacia él y le dio unas palmaditas en la mejilla.
—No, nunca me enfado contigo. Es Heechul. Acaba de disculparse por haber mentido acerca de ti, pero sé que no habla en serio. ¿Por qué se ha tomado la molestia?
Youngwoon encogió sus anchos hombros.
—¿Quizá para que Siwon gane la apuesta?
—¡Ah, por supuesto, la apuesta! —dijo Leeteuk, pero frunció el ceño todavía más—. No, él nunca se humillaría para ayudar a otro. Heechul no es así.
—¿Por qué dudas de su sinceridad, entonces? —preguntó Youngwoon.
—Porque ha dicho que tenía celos de mí.
~¿Y?
—¿No te parece suficiente? ¿Cómo podría él tener celos de mí?
Youngwoon se echó a reír.
—Fácilmente. ¿No sabes que eres maravilloso? Además, los celos no necesitan razones. Que él sea tan hermoso no significa que no tenga sus dudas e inseguridades.
—¿Lo estás defendiendo? —preguntó Leeteuk, incrédulo.
—No, sólo me pregunto si Siwon tenía razón y ha pasado página.
—¿Piensas que ha ganado la apuesta?
—Sí, y he venido para comprobarlo por mí mismo. ¿Dónde está Heechul?
La expresión de Leeteuk se tornó pensativa.
—Parecía estar emocionado. Supuse que fingía estarlo. Se le da bien fingir. En cualquier caso, supongo que ha abandonado el salón hasta recuperar la compostura.

Siwon y Youngwoon se habían entretenido en el vestíbulo con un viejo amigo del padre de Siwon. Youngwoon pudo escurrirse antes para entrar en el salón de baile, pero Siwon tardó casi diez minutos en encontrar una forma cordial de poner fin a la conversación. Cuando, por fin, entró en el salón tuvo que buscar a sus amigos.
El silencio imperó en la sala. Olvidaba que su presencia podía causar cierta conmoción, ya que hacía varios años que no asistía a un baile londinense. Enseguida se vio rodeado de conocidos, que no lo habían visto desde su vuelta a Inglaterra y que deseaban darle la bienvenida. Y..., maldita sea, otra vez las madres y appas casamenteros.
Cuando vio que dos grandes damas se acercaban con pasos agigantados arrastrando a sus hijos, tuvo la tentación de hacer una retirada precipitada hasta su propia casa. No obstante, logró perseverar, hizo alarde de la actitud más distante de la que era capaz y declinó bailar cuando trataron de obligarlo a hacerlo. Estaba a punto de mostrarse descortés cuando acudió a salvarlo su hermano, que se lo llevó sin más preámbulos. Sólo Donghae podía hacer algo así sin sufrir las consecuencias, tan frívolo y exuberante como fíngia ser a veces.
Lo llevó a rastras hasta la mesa de refrescos, cubierta de sucesivas hileras de copas dispuestas ordenadamente y llenas de toda una variedad de bebidas, desde champán hasta té suave, donde un sirviente se ocupaba de sustituir las copas ya usadas. Siwon tomó una copa de champán. Donghae sabía que no podía hacer lo mismo, al menos, no delante de su hermano, y cogió una copa del otro extremo de la mesa, donde estaban las bebidas que no contenían alcohol.
—Pudiste decirme que vendrías —se quejó mientras tomaba un sorbo de su refresco—. Así no habría obligado a la tía a que viniera, porque no le apetecía en absoluto. Y antes que me olvide, he estado hablando con Heechul. ¡No te lo vas a creer, ha sido amable conmigo! Casi me caigo de espaldas..., ah, bueno, da igual, me olvidaba que aún no te hablo.
Se alejó bruscamente mientras Siwon reía entre dientes. Casi sentía lástima por el hombre que eligiera su hermano. Pobre tipo, no tendría ni un momento de paz.
Finalmente, localizó a Youngwoon y a Leeteuk, que pasaron bailando delante de él. No tardó ni un momento en localizar a Heechul cuando intentó entrar desapercibido en el salón. Era como un imán para sus ojos y, como siempre, su belleza le quitó el aliento.
Su traje de baile color azul pálido ribeteado en plata sería apropiado cuando era el joven rey de hielo, pero no había nada frío en su persona en esos momentos. Heechul solía caminar con altivez inconfundible, que también le había abandonado. En realidad, parecía haber perdido la confianza en sí mismo.
La idea lo aterró. ¿Qué había hecho? Si lo había convertido en una ratita vergonzosa se pegaría un tiro.
Enseguida echó a caminar hacia él. Tenía que darse prisa. Con el rabillo del ojo vio que media docena de hombres se encaminaba a la misma dirección. ¡Alcanzarlo se convirtió en una maldita carrera! La ganó por un pelo y, puesto que los demás estaban a punto de agolparse alrededor de Heechul, lo cogió de la mano y se lo llevó hacia la pista de baile.
A medio camino se le ocurrió preguntar:
—¿Me concedes ese baile, querido?
—Encantado —respondió él—. Si nos interrumpen será porque ya se lo he prometido a otro.
—Correré el riesgo. —Entraron precipitadamente en la pista.
En el momento de abrazarlo para el vals, lo embargó una extraña sensación posesiva. Era ridículo. Aunque tuviera que ver con su cambio, aunque hubiera domado a la fiera, Heechul no era creación suya. Él se había limitado a sacar a la luz las buenas cualidades que él ya poseía y que estaban latentes.
Hay diferentes tipos de posesión, sin embargo, y Siwon ni siquiera quería pensar en uno de los más comunes, que no tenía cabida en su esfera de emociones. Aunque no podía negar que echaba de menos tenerlo a su disposición. Y mucho. En ese entorno, como en cualquier evento público, no podía pasar demasiado tiempo a solas con él. Un baile como mucho esa noche, para que no se desataran las lenguas. Sin embargo, deseaba pasar más tiempo con él, verlo reír otra vez, disfrutar de su ingeniosidad natural.
Lo había dejado marchar demasiado pronto aunque no podía ser de otra manera. En todo momento estaba pensando en acostarse con él, en lugar de terminar lo que habían empezado. Menos mal que habían terminado. Pero, aunque ya no podía monopolizar su tiempo, se había convencido de que necesitaba vigilarla y ahora quería asegurarse de que no había forzado su comportamiento demasiado en dirección contraria.
Heechul estaba bien con él o, al menos, eso parecía. ¿Era sólo porque podía relajarse en su presencia después de todo lo que habían vivido juntos? ¿Consideraba que eran amigos, de algún modo? Aún tenía que ver cómo se comportaba con los demás. Y esa expresión temerosa, vergonzosa, que lucía cuando entró en el salón le preocupaba.
—Es difícil tocarte sin querer saborearte. —Por Dios, ¿lo había dicho en voz alta? Se ve que sí, porque él se ruborizó. Siwon se apresuró en añadir—: No, no te sonrojes. Eres demasiado hermoso cuando lo haces. —El rubor se hizo más intenso—. Mucho mejor. Las manchas te favorecen. Lo he pensado más de una vez.
Heechul rió.
—Eres un bromista terrible.
—No, soy un buen bromista. Incomparable, si has de saberlo. El mejor bromista de Londres.
—¡Calla ya!
—¿Estás mejor?
Heechul lo miró curioso y rebatió:
—No sabía que estaba mal.
Él se encogió de hombros.
—No parecías tú mismo cuando entraste en el salón.
—Ah, es por eso. He hablado con Leeteuk. Resultó un poco incómodo, eso es todo.
—¿Salió mal? —preguntó Siwon.
—Pues no, si has de saberlo, me disculpé.
—No por mí, espero.
—No, de hecho, me siento bastante bien después de hacerlo como si me hubieran quitado un peso de encima. Seguramente me sentiría aún mejor si él me perdona.
Siwon frunció el ceño al oír estas palabras.
—¿No lo hizo? No es propio de él.
—Me has entendido mal. Quizá lo hiciera pero yo no me quedé para averiguarlo. Me temo que resultó un poco... embarazoso.
—Embarazoso, ¿eh? —dijo él con mirada comprensiva— No pasa nada si reconoces que has llorado.
—No creas...
—No empieces a mentir otra vez —interpuso Siwon en tono frívolo aunque también de reprimenda.
—Cierra la boca. Si quiero dar al llanto otro nombre, lo haré ¿O quieres que me vuelva a ruborizar?
Siwon ahogó la risa.
—Por favor, llámalo como te apetezca.
 
Se encontraba otra vez entre sus brazos aunque ya no era lo mismo, no, con docenas de ojos mirándolos. Y a Heechul le resultaba difícil hacer malabarismos con sus emociones y sus actitudes cuando monopolizaba la atención de Siwon. Debía moderar sus sonrisas, porque demasiadas personas los estaban observando Debía mantener la mirada apartada de sus ojos o, cuando menos intentarlo, porque sería muy fácil perderse en sus ojos y olvidar dónde estaban.
Siwon estaba demasiado guapo con su traje de gala. ¡Seguramente, cada pareja en el salón estaba deseando ocupar el lugar de Heechul aunque, por una vez, no por las razones habituales! Con su chaqueta de cola y su corbata de un blanco niveo, Siwon estaba irresistible.
¡Y se tornó seductor! Dios, no se podía creer que dijera que quería saborearlo. ¡Casi se le aflojaron las rodillas! Después de todo el tiempo que habían pasado juntos hacía alarde de atractivo sexual, ahora que nada podían hacer al respecto. A Heechul le gustaría creer que lo hizo porque no pudo evitarlo aunque en más probable que se sintiera a salvo ahora, cuando no podía responder como quisiera y él tampoco.
El baile terminó demasiado pronto para su gusto aunque era mejor así. No era capaz de seguir tan cerca de Siwon sin tocarlo más íntimamente que sostenerle la mano para bailar.
—Sabía que vendrías —dijo tímidamente Heechul, mientras él lo conducía lejos de la pista de baile.
—¿Pillaste a mi hombre espiando?
—¿Qué hombre?
Siwon alzó la vista al techo.
—No importa. ¿Cómo lo sabías?
—Tenía una fuerte premonición. Probablemente, porque me confesaste que pretendes seguir ayudándome mientras busco un esposo.
En realidad, esperaba que Siwon rectificara la suposición pero él se limitó a decir:
—Ah, entonces, ¿ya estamos dispuestos a tenerlo en seria consideración? ¿No vas a precipitarte sólo para librarte de la tutela de tu padre? A propósito, ¿cómo fue vuestro reencuentro, aparte de indignante?
—Exactamente como lo esperaba. Aunque, teniendo en cuenta nuestras discusiones a gritos en el pasado, debo admitir que no me enfadé con él tanto como antes y, en este sentido, el encuentro fue bien.
Después Siwon había acabado por disipar su enfado en el comedor pero Heechul no lo mencionó. El recuerdo de aquel beso, sin embargo, dio un poco más de color a sus mejillas.
Prosiguió:
—No creo, sin embargo, que pueda tomarme mi tiempo en buscar un esposo. Mi padre ha decidido zanjar el asunto pronto y es él quien mueve los hilos.
—Quizá debería hablar con él —indicó Siwon.
—¡Ni se te ocurra! Pensará que estás interesado en mí y se sentirá alentado.
—Maldita sea, ¿por qué tiene tanta prisa?
—¿No lo adivinas? Desde que nací espera que me case para poder cosechar los beneficios sociales. Le pareció conseguirlo con Youngwoon y estaba muy satisfecho con ese noviazgo. Fracasada nuestra relación, está indiscutiblemente insatisfecho. En realidad, está furioso por encontrarse otra vez en el punto de partida. No te sorprenda que ahora ponga sus miras en ti.
—Lo siento, no es mi tipo. —Lo dijo con expresión tan seria que Heechul se echó a reír. Aun así, se sintió obligado a advertirle
—Puedes tomarlo a la ligera pero el asunto es bastante serio, ahora mi padre está decidido a tenerte como yerno.
Siwon hizo una mueca.
—Temo que yo mismo pude fomentar esa idea con la carta que le envié. La insinuación es un arma poderosa, que se abre a todo tipo de interpretaciones.
Había abierto camino a través de la concurrencia que se agolpaba en torno a la pista de baile hasta dar con el appa de Heechul, con el que, sin duda, pensaba dejarlo. Por desgracia, Soogeun seguía charlando con Leeteuk y su tío Minwoo. Youngwoon estaba allí también, detrás de Leeteuk, con las manos apoyadas en sus hombros.
¿Quién iba a imaginar que esos dos se enamorarían? Eran tan incompatibles, el apuesto y musculoso escocés y la dulce criatura de campo, que en modo alguno era una belleza. Seguramente, lo que sedujo a Youngwoon fue el don de Leeteuk de ver el lado divertido de todas las situaciones y transmitirlo a los demás. Primero fueron amigos y luego floreció el amor, y ojalá Heechul lo hubiera visto antes de permitir que su colosal engreimiento lo convenciera de que Youngwoon sólo pretendía darle celos.
Pensó que le debía una disculpa también a él, por todas sus suposiciones equivocadas y por haberlo obligado a vivir un infierno emocional cuando se vio a sí mismo cargando con él como esposo. Curiosamente, sin embargo, aquel período infeliz habría dado resultados muy diferentes si  se hubiera dado cuenta antes de conocerlo.
Hasta podrían haberse enamorado ellos dos. ¡Qué idea tan asombrosa! No obstante, pudo ocurrir si no se mostrara tan egocéntrico y resuelto a librarse de aquel noviazgo, y si Youngwoon no llegara a hartarse tanto de sus insultos y desaires. Disculparse por haberlo enemistado equivaldría, pues, a afirmar que lamentaba que Youngwoon hubiera encontrado el amor con Leeteuk en lugar de con él. No, esto, seguramente, no sería bien recibido.
Esta vez Leeteuk le sonrió. Contento y aliviado, Heechul le devolvió la sonrisa. Luego vio la mirada recelosa de Youngwoon y quiso reconfortarlo.
—Hola, Youngwoon —dijo casi con timidez—. Me sorprende veros a ti y a Leeteuk en Londres cuando falta tan poco tiempo para vuestra boda.
—Es sólo un viaje de compras, porque mis jóvenes no encontraban ciertas cosas en casa.
—Felicidades por la boda inminente —dijo Heechul a Youngwoon—. Estoy muy contento por ambos.
—¡Que me aspen! —respondió Youngwoon con cierta incredulidad—. Parece que hablas en serio.
No era una pregunta pero Heechul respondió:
—Puede que tú y yo hiciéramos buena pareja si no nos hubieran «obligado» a conocernos, pero no me cabe duda de que Leeteuk es la persona ideal para ti. Será mucho mejor esposo de lo que yo pudiera ser nunca.
Youngwoon dirigió una mirada incrédula a Siwon.
—Me rindo, amigo. No necesito oír más para saber que ha cambiado, y para bien. No me importa perder esta apuesta contigo.
Heechul frunció el entrecejo aunque no comprendió enseguida las palabras de su dos veces ex novio. Hasta que vio que Siwon se encogía.
—Éste ha sido un cumplido por tu éxito, Hee —quiso decir él.
Heechul preguntó, como si Siwon no hubiera hablado:
—¿Una apuesta? ¿Ha sido todo por una apuesta? ¿Me has hecho pasar por el infierno por una maldita apuesta?
—No fue así en absoluto.
—Ah, ¿no?
—No —le aseguró Siwon—. Yo sabía que podías cambiar, todos somos capaces de ello. La apuesta fue sólo mi reacción al escepticismo de Youngwoon.
Heechul miró a Youngwoon y vio que él se encogía a su vez. Leeteuk parecía avergonzado. ¿Por su novio? ¿O porque Heechul hacía una escena alzando la voz? La gente se volvía para mirarlos. Soogeun y Minwoo interrumpieron su conversación y preguntaron casi al unísono cuál era el problema.
Heechul no respondió. ¡Sólo podía pensar en cómo se debieron de reír de él Siwon y Youngwoon cuando hicieron la apuesta! Todo lo que él pensaba, todo lo que Siwon le había dicho... ¿Todo era mentira?
Dirigió a Siwon una mirada entre anonadada y asesina.
—¿Dijiste que lo hacías por mi felicidad? ¡Cuando en todo momento actuabas porque habías invertido dinero en el resultado..., en mí! ¡Dios, qué embustero eres!
— Hee, te prometo que...
Heechul no escuchó el resto de la explicación. Ya salía corriendo del salón, seguido por su madre.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Soogeun sin aliento por el esfuerzo de alcanzar a su hijo.
Ni siquiera pidieron sus abrigos y Heechul tampoco quiso esperar que les trajeran el carruaje delante de la casa. Cruzó la puerta corriendo y fue a buscarlo él mismo. Como el coche estaba aparcado junto a la acera, no muy lejos de la casa, ya estaban de camino a los pocos instantes de subir al vehículo.
—¿Qué ha pasado? —preguntó su madre de nuevo.
Heechul no respondió. No era capaz de pronunciar palabras por culpa del nudo que le cerraba la garganta. Las lágrimas que corrían por sus mejillas, sin embargo, eran respuesta suficiente para Soogeun. Pronto su hombro absorbía los sollozos desgarrados de su hijo.
De pie en el umbral de la entrada, Siwon vio que el carruaje de Heechul desaparecía calle abajo. Lo había seguido con pocos segundos de diferencia, ya que sólo se entretuvo lo suficiente para gruñir a Youngwoon:
—Muchas gracias, amigo.
—¿No conocía la apuesta? —preguntó Youngwoon.
—Diablos, claro que no. ¿Te parece que llevo la palabra “idiota” escrita en la frente? ¿No? Dame un momento, sin duda parecerá.
—¿Qué importa si hicimos una apuesta? —dijo Youngwoon—. Heechul ha cambiado. Ya no es un arpía infernal.
—El cambió por las razones apropiadas. Ahora pensará que fueron equivocadas. Y eso podría anular los resultados de todos mis esfuerzos.
—Pues corre tras él y explícaselo. No me dejes con este muerto.


Siwon llegó a la residencia de los Kim a la hora más temprana que se podía considerar decente para una visita. No fue recibido. Los jóvenes, appa e hijo, no recibían visitas hoy y el conde no estaba en casa. Volvió por la tarde y le dieron el mismo mensaje. Tras el segundo intento esperó un rato en la calle y vio que también rechazaron a otros. Era cierto alivio, al menos, no era el único.
Tampoco su enviado tuvo suerte en averiguar el programa de los jóvenes para el día y la velada. Siwon descubrió que la ansiedad es un sentimiento decididamente desagradable. Debió seguir a Heechul hasta su casa la noche pasada y, a pesar de la hora, insistir en verlo. Así no se habría acostado con las tripas revueltas, sensación que todavía no lo había abandonado. Lo peor era pensar que lo habían herido las palabras de Youngwoon. Prefería su enfado mil veces. Tenía mucha experiencia en tratar con él.
Fue casi un alivio cuando llegó la carta de su padre requiriendo su presencia en Shiyuan Hall. No le sorprendió la misiva. En todo caso, le sorprendía que no hubiera llegado antes. No había pasado mucho tiempo con su familia tras su vuelta a Inglaterra. Seguramente, su padre había esperado pacientemente que regresara a Shiyuan Hall y ahora su paciencia se había agotado. Aunque aquella llamada no le pareciera extraordinaria, sin embargo, tampoco la podía ignorar sólo porque llegaba en mal momento.
Pasó la noche escribiendo una larga carta a Heechul pero, al final, la rompió. Una explicación sobre papel no era suficiente y hasta podría empeorar las cosas, según el estado de ánimo del joven. Sus emociones podrían ser tan volátiles que necesitaba estar presente para calibrar la respuesta a su explicación. Y qué le diría, en realidad, aparte de que la apuesta fue lo que puso en marcha su plan pero que, al final, nada tuvo que ver con el procedimiento.
Partió la mañana siguiente para Shiyuan Hall. Después de pasar casi toda la noche escribiendo aquella carta a Heechul estaba demasiado cansado para preguntar siquiera a Donghae por qué había decidido acompañarlo en el corto viaje. Pasó casi toda la mañana recuperando el sueño perdido.
Cuando, por fin, se despertó en torno al mediodía y vio a su hermano sentado frente a él, intentando leer un libro entre los saltos y las sacudidas del carruaje, le dijo:
—¿Has venido para protegerme?
Donghae lo miró por encima del libro.
—Se me ocurrió que podrías necesitar protección.
Siwon había bromeado. Donghae parecía hablar en serio.
—¿Por qué? No he hecho nada que merezca una reprimenda. Seguramente, nuestro padre está molesto porque paso la temporada lejos de casa.
—O porque ya sabe que te escondiste en el campo con Heechul. Si me permites, todavía no me has contado de qué iba aquello.
Siwon entornó los ojos.
—¿No se lo habrás dicho tú?
Donghae asumió una expresión dolida y dijo:
—¿Realmente crees que haría algo así?
—Recuerdo que cuando tenías diez años fuiste corriendo a contarle a papá que había hecho un nuevo fortín.
—Destrozaste el laberinto con aquel fortín, abriste una salida nueva en la intersección más desconcertante, cuando yo acababa de descubrir la auténtica salida. Estaba muy orgulloso pero tú tuviste que hacerlo fácil..., además, sólo era un niño.
—Aún eres un niño —dijo Siwon.
—¿Cómo te atreves...?
Discutieron amigablemente durante el resto del viaje, que no fue demasiado largo. La discusión era habitual dada la propensión de Siwon a las bromas.

Heechul no salió de su habitación en dos días. Temía echar a llorar si alguien lo miraba de reojo, siquiera, al tiempo que temía pegarle un tiro a cualquiera. Sus sensaciones oscilaban entre un extrañísimo dolor en el pecho, que daba lugar a un mar de lágrimas, y una furia tan grande que se sentía capaz de matar a alguien... bueno, a cualquiera no..., sólo a él.
También estaba furioso consigo mismo por haber sido tan crédulo. Había creído que Siwon deseaba realmente ayudarle cuando lo único que quería era ganar una apuesta. Además de tostarse con él.
Hanni no conseguía hacerle hablar del tema. Por una vez, su vieja táctica del silencio no daba resultado con Heechul. ¿Otro defecto desaparecido para siempre? Tampoco su appa podía convencerlo de que hablara y no iba a desistir hasta que Heechul volviera a ser él mismo, de modo que la siguiente vez que llamó a su puerta, el joven hizo un esfuerzo por tranquilizarlo.
—¿Ya estás mejor? —preguntó Soogeun asomando la cabeza por la puerta.
—No pasa nada, appá, no tienes que andar de puntillas. Ya estoy bien.
No lo estaba pero tampoco quería que su appa se preocupara.
—¿Te gustaría hablar de ello ahora?
—Prefiero no hacerlo. Sencillamente, di por hechas algunas cosas que resultaron no ser ciertas.
—Pero ¿lo has superado?
—Claro que sí. Sólo le di demasiada importancia. No era para tanto. —Esbozó una sonrisa, sintió que se quebraba y apartó la cara rápidamente, para que Soogeun no se diera cuenta—. Me sorprende que padre no haya venido a aporrear mi puerta —prosiguió—. He perdido dos jornadas de caza marital, debe de estar rechinando los dientes.
—En realidad, pocas veces lo he visto de tan buen humor. —Soogeun frunció el ceño pensativo—. Ni siquiera me ha regañado por haber salido juntos la otra noche sin decirle nada. La última vez que lo vi sonreír tanto fue cuando dobló su dinero en una buena inversión. Seguramente, también ahora se trata de eso.
—¿No te lo cuenta cuando ocurre algo así?
—Por Dios, no. Cree que los asuntos de dinero exceden mi capacidad de comprensión.
Heechul rió. Era la primera vez que tenía ganas de reír desde la noche del baile.
—Probablemente, le podrías enseñar un par de cosas...
—Chitón. —Soogeun sonrió—. Prefiero que no lo sepa. Que siga con sus ilusiones y sus engaños, según el caso.
El momento de alivio se desvaneció. No era la primera vez que Heechul tenía que reprimir un comentario despectivo en relación con su padre, pero cedió al impulso.
—¿Sabes, appá?, ojalá confesaras que tuviste una relación con otro hombre antes de nacer yo y que papá no es mi verdadero padre.
Soogeun suspiró.
—Cariño, a veces, yo también desearía poder hacer esta confesión, aunque sólo por ti. Sé que él y tú no os lleváis bien y es una lástima. Pero lo quiero. Es un buen hombre aunque, a veces, puede ser tan terco... —concluyó Soogeun con exasperación.
—En todo lo relacionado conmigo —aclaró Heechul.
—Sí. Pero no te preocupes, cariño. Algún día recordarás todo esto con una sonrisa. Estoy convencido de ello.
Lo dudo mucho, pensó Heechul pero no dijo nada. Se acercó al escritorio donde se amontonaba una nueva pila de invitaciones para esa noche.
—Ya puedes tirarlas, appá. No tengo ganas de salir todavía. Pero puedes aceptar alguna para mañana. Elígela tú. Me gustan las sorpresas.
Soogeun asintió y se encaminó hacia la puerta pero se detuvo.
—¿Bajarás, al menos, a cenar esta noche?
—Creo que no. Pero prometo poner buena cara. De verdad, estoy bien. Últimamente he dormido mal y pienso compensarlo esta noche.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...