Libre para Amar I




Prólogo
Palacio Real, año 1169
La muerte se filtró en la pequeña alcoba y, centímetro a centímetro fue avanzando por el suelo hacia el camastro situado sobre el estrado, en el centro de la habitación. Como una columna de humo procedente de incienso quemándose, avanzó con la brisa y envolvió la habitación con una corriente de aire helado. Un aire que le produjo escalofríos a Jackson de Hong, esclavo predilecto de Morigatte.
—Deja tu furia y tu odio conmigo, hijo mío. Deja que me los lleve. Deja que tu deseo de venganza muera. Perdona. Olvida.
Jackson se arrodilló junto al lecho de muerte de su señor y agarró con fuerza los papeles que les otorgaban a él ya sus compañeros de esclavitud la libertad.
—No puedo. Me quitaron demasiado.
Lo arrancaron de todo lo que conocía en su noche de bodas, le negaron los placeres del cuerpo de su esposo, lo torturaron y le privaron de comida. Le robaron su libertad, su patrimonio, su futuro. Pisotearon con brutalidad lo que para él era vital. Su inocencia. Sus sueños.
Y todo por la mentira de una chica vanidosa.
—Hijo.
Se estremeció cuando Morigatte le posó su mano frágil y marchita sobre el corazón.
—Recuerda todo lo que has aprendido.
Sin intentar ocultar las lágrimas que se le escapaban asintió y le tomó la mano al anciano.
—Lo haré, padre.
—Seguirás siendo bienvenido aquí cuando yo ya no esté.
Nada más lejos de la realidad. Zirtha, el hijo de la nueva esposa de Morigatte, detestaba a Jackson. Si deseaba vivir, tenía que marcharse de allí antes de que el poder del palacio cambiara de manos. Sin embargo, prefirió no angustiar a Morigatte con ese pensamiento.
—Lo sé, pero debo volver a mi casa —si no fuera por Zirtha y por otro hombre claramente despiadado, le sería fácil quedarse allí y seguir con la vida que se había acostumbrado a vivir, pero también anhelaba Inglaterra. Si quería tener un futuro, tenía que recuperar el pasado que le habían robado. Alguien le debía algo… y él quería cobrarse esas deudas.
—¿No recibiste más a cambio? ¿Todo lo que he hecho no significa nada?
Jackson miró al hombre al que una vez había odiado tremendamente. Le había sido muy difícil aprender a respetarlo y finalmente a amarlo.
—Sabéis que eso no es cierto. No hay suficiente gratitud en el mundo para agradeceros lo que habéis hecho por mí.
—¿No hay nada que pueda decir para disuadirte?
Jackson apretó los dientes contra el deseo de dejar su dolor y su orgullo de lado y negó con la cabeza.
—No.
El pecho de Morigatte se alzó y cayó con un fuerte suspiro.
—Prométele una cosa a este viejo.
—Lo que queráis.
—En esta búsqueda de tu verdad, no hagas daño a ningún inocente —la voz del hombre se quebró.
Jackson sabía que quedaba poco tiempo.
—Os lo juro, padre. Juro que me guiaré por vuestra sensatez y sabiduría.
Una sonrisa curvó los labios de Morigatte.
—Entonces márchate, tienes mi bendición.
—Mi señor, mi maestro, mi padre, deseo que vuestro viaje sea plácido —se agachó y lo besó en la frente.
 Después se levantó y apresuradamente y se secó las lágrimas para salir de la alcoba. Antes de salir del palacio y dirigirse al grupo que lo esperaba, vio a la esposa de Morigatte, entrar en la alcoba.
Los cuatro hombres, cada uno perdido en sus pensamientos, dejaron atrás las puertas y los muros de la civilización. Pero para Jackson, el sabor de la libertad fue agridulce.
En los duros días y noches que tenían por delante, sus compañeros y él necesitarían fuerza y sustento para completar ese largo y arduo viaje. El sustento se lo daría la tierra.
La venganza sería el estímulo de donde sacar esa fuerza.




1 comentario:

yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...