Sungmin sintió la adrenalina precipitándose mientras se
acercaban al bar de motoristas. Este era el mejor lugar en la ciudad para venir
a encontrar amigos, comer buena comida, y encontrar todo tipo de cosas
divertidas para hacer.
–No me dijiste que íbamos al Empire.
Kyuhyun frunció el ceño.
–¿Tu sabes sobre The Empire?
–Cariño, no hay ni un joven o mujer en esta ciudad que no
sepa sobre The Empire, la Tierra de Maravillosos Dioses. Te lo juro, mis amigos
y yo queremos unirnos y proponer a Mama Ha para un premio por su política de no
contratar a cualquier hombre que no sea realmente muy atractivo.
Sungmin notó la mueca ofendida en su cara y no pudo menos
que reírse.
–No es que tu no seas atractivo. Tu seguramente puedes
tener un lugar en The Empire. ¿Pero enfréntalo, jamás has notado que este lugar
es como paraíso para jóvenes y mujeres?
–No. Francamente puedo decir que nunca he notado que
apuestos son los hombres en The Empire. Tampoco jamás me ha preocupado.
El exterior del club era el típico edificio de Nueva
Orleans que había sido construido en 1801. Los ladrillos eran de un color
herrumbre y un enorme cartel se balanceaba sobre las puertas de tipo bar
pasadas de moda. Mostraba una luna llena que se elevaba sobre una colina donde
una motocicleta estaba aparcada y con orgullo proclamada ese lugar como The
Empire, Hogar de los Zea. Los Zea era el grupo musical del lugar y eran,
también un enormemente atractivo grupo de hombres.
La barra estaba abierta las veinticuatro horas del día,
siete días a la semana, y estaba dirigida por la familia Ha. La dueña, era Mamá
Mew, tenía once atractivos hijos quienes otra vez garantizaban a la mujer un
premio por embellecer la ciudad. Cada uno de ellos era un espécimen masculino
de primera que garantizaba hacer jadear.
Ha Saenyup estaba en la puerta cuando ellos entraron. Él
era uno de un grupo de idénticos cuatrillizos. De la única manera que sabía de
diferenciar a Saenyup de uno de sus hermanos era el tatuaje de arco-y-flecha en su
brazo.
Hizo una pausa al darse cuenta que era idéntica a la
marca sobre el hombro de Kyuhyun.
–¡Hey, hombre! –dijo Saenyup con un profundo, cálido y
estremecedor acento mezcla entre francés y canjún cuando vio a Kyuhyun. Los dos
chocaron los cinco.
–¿Dónde has estado?
–Fuera, aquí y allá. ¿Tu?
Saenyup le dirigió una maliciosa sonrisa burlona.
–Sobre todo adentro y afuera.
Kyuhyun se rió.
–Yo no voy allí.
Saenyup lo miró y guiñó.
–¡Hey, pequeño Sungmin, por qué estás andando con este
perdedor? ¿Perdiste una apuesta o algo?
–O algo –dijo con una risa.
–¿Conoces a Saenyup? –le preguntó Kyuhyun, su cuerpo se puso
rígido como si se hubiera puesto celoso.
–Sí –contestó Saenyup antes que él pudiera–. El viene todo el
tiempo. Él y Minwoo juegan en la parte de atrás.
–¿Vienes aquí solo?
Sungmin empujó a Kyuhyun juguetonamente en el hombro.
–¿Paras? No eres mi padre y nadie me molesta aquí gracias
a Saenyup y a sus hermanos.
–Así es, Kyuhyun, conoces mi política. Nadie acosa a una pareja
en The Empire a no ser que quiera ser acosado.
–La excepción debe ser Minwoo –no pudo resistirse a
agregar Sungmin. El único joven hijo en el gran clan Ha, Minwoo no podía
acercarse a un hombre sin que uno de sus hermanos o su enormemente alto,
musculoso padre le dieran un golpe.
–Doblemente maldito. –Saenyup inclinó su cabeza hacia el
ataúd que estaba en la esquina derecha de la puerta de entrada del club–. Este
es el último idiota que le pidió a mi hermano salir.
Kyuhyun se rió otra vez.
–Hay otro lugar al que no quiero ir. Busco a Eros, ¿ha
estado por aquí ya?
–Arriba en la despensa jugando al póquer.
–Gracias.
Kyuhyun lo condujo por la mitad delantera de la barra
donde las mesas y los reservados estaban preparados para la cena. El lugar esa
noche estaba más bien atestado.
–Kyuhyun –gritó Sungmin en su oído. –¿Por qué tu y Saenyup tienen la misma marca de arco y flecha en sus cuerpos?
Él echó un vistazo hacia atrás a donde Saenyup estaba de pie
en la puerta.
–Saenyup piensa que es gracioso que lleve la señal de.... –Su
voz se calmó, pero Sungmin entendió lo que quería decir por el brillo en sus
ojos.
La señal de arco debía ser el signo de firma de un Dark
Hunter.
–¿Él es uno también?
–No, él es completamente de otra clase.
Comenzaba a entender.
–¿Otra clase como Kevin?
Él hizo una pausa y bajó su cabeza para poder hablar sin
ser oído por casualidad.
–Sí, y al mismo tiempo, no.
Entonces él debía ser un Were-bestia de una clase
diferente.
–¿Eso significa que toda su familia es capaz de
cambiar... –Sungmin cambió sobre la marcha cuando un parroquiano se acercó
demasiado– su ropa a algo completamente nuevo? –terminó.
Él asintió.
¡Wow! ¿Quien diría? Una Were-Familia entera dirigiendo
uno de los sitios más populares en la ciudad. Muy chic.
Kyuhyun se enderezó y se dirigió a la parte de atrás
donde estaban las mesas de billar. Sin detenerse, Kyuhyun lo condujo a través
de los clientes y se dirigió a la última mesa de la izquierda, que estaba en
una esquina.
Cinco personas estaban sentadas a ella y cuatro de ellos
jugaban al póquer. A dos personas no las conocía. Uno era un motorista rubio
que tenía a una hermosa pelirroja sentada en su regazo. Él alzó la vista, vio a
Kyuhyun, y la risa desapareció de sus labios.
–¿Qué haces aquí, Celta?
–Tengo que hablar contigo.
–¿No puedes ver que estoy ganando?
Kyuhyun miró las fichas de póquer al lado de su codo.
–Sí, y también puedo ver que estás haciendo trampa.
–¿Qué?. –Los otros hombres de pronto se animaron.
–¡Kyuhyun, estúpido!. –El rubio aclaró su garganta–. Él
sólo estaba bromeando. ¿Denme un minuto, sí?
En cuanto el rubio se alejó de ellos, Kyuhyun los
presentó.
–Sungmin, te presento a Eros y Psique.
Sungmin los miró curiosamente.
–¿Ellos sólo creen que esos nombres son lindos, no? No
son realmente Eros y Psique.
Eros le dirigió una mirada molesta.
–¿Por qué él se dirige a mí?
–Cupido –dijo Kyuhyun, una nota de advertencia de su
voz–. Se amable. –Él se volvió hacia Psique–.¿Puedes hacerme un favor, Psique,
y mantener a Sungmin ocupado mientras trato con tu marido?
–Seguramente dulce. –Psique puso su brazo sobre los
hombros de Sungmin–. Vamos a ver que clase de problemas podemos encontrar
abajo.
Sungmin siguió a Psique a la recargada escalera que
conducía al piso inferior, no lejos de la pista. El área entera estaba
atiborrada de bailarines y gente que quería oír a los Zea cantar, y de mujeres
y jóvenes que querían comerse con los
ojos a los miembros de la banda.
El y Psique se acercaron a una mesa del fondo donde un
tipo llamado Choi Minho jugaba un juego con Taeheon, uno de los ayudantes de
camarero del Empire. Taeheon era un tipo tranquilo, tímido quien tenía un aura
a su alrededor que decía que prefería ser invisible. De todos modos había algo
peligroso en él. Del tipo que decía que pelearía con mucho gusto con cualquiera
lo bastante estúpido como para molestar su introvertido espacio.
–Hola, dama, joven –dijo Minho con su leve acento Cajún.
Psique tomó el taco de su mano.
–Acomoda tus bolas, Minho. Queremos jugar.
Minho se rió.
–Psique, una cosa que una mujer nunca debería decir a un
hombre es que acomode sus bolas.
No haciéndole caso, Psique miró a Taeheon.
–A ti no te importa, ¿verdad?
Taeheon negó con su cabeza e hizo una señal a Sungmin.
Sin una palabra, él rápidamente desapareció en la muchedumbre.
–No queríamos molestarlos muchachos –dijo Sungmin a Minho.
–Oh, no te preocupes por eso. Taeheon y yo jugamos mucho.
Él tenía que regresar a la cocina de todos modos. ¿Ustedes quieren algo para
beber?
–Cerveza –dijo Psique.
–Agua.
Él asintió con la cabeza y se marchó. Sungmin miró como Minho
sorteaba la muchedumbre. Se volvió a Psique.
–¿Tu y Eros vienen aquí a menudo?
Ella asintió.
–Hasta te he visto aquí unas veces. Por lo general andas
con Minwoo y otro chico de cabello negro.
–Sungjin.
Psique tomó la bola blanca y la alineó.
–Sí –dijo ella mientras tiraba, enviando a seis de las
bolas a las troneras–. Soy una diosa y Eros es un dios.
–Como sabías...
–Soy una diosa. Puedo oír cada pensamiento en tu cabeza.
–Ella se rió de Sungmin mientras ponía tiza en la punta de su taco.
–Es un hecho realmente incómodo de saber.
–¿Tu crees?. –Psique sopló a través de la punta, dejando
la tiza de lado, luego envió tres bolas más a las troneras–. Y porque sé lo que
piensas, la respuesta es sí.
–¿La respuesta a qué?
–Si, Kyuhyun realmente te ama.
Sungmin hizo una mueca mientras Psique hundía el resto de
las bolas que estaban sobre la mesa.
–No sé. A veces siento que no puede hablarme de Shengmin.
Pienso que lo ama más que a mí.
Psique acomodó las bolas otra vez.
–No te ofendas, pero eso es estúpido. Tú y Kyuhyun son
compañeros del alma. Él siempre te amará no importa quien o qué seas. Tú, mi
amigo, podrías volverte como una ballena jorobada y él te amaría. Él no puede
manejarlo. Los dos están destinados el uno al otro.
–Sí, pero...
–No hay ningún pero, Sungmin. –Ella se movió para pararse
delante de él–. Soy la diosa de las almas y de los compañeros del alma. A
diferencia de otros dioses del Olimpo, sé cuando veo a dos personas que fueron
creadas el uno para el otro. Si tanto tú como Kyuhyun murieran esta noche y más
tarde volvieran a nacer en polos opuestos de la tierra tarde o temprano se
reunirían. Ese es un talento especial que tienen los compañeros del alma. Solo puedes sobrevivir, demonios, hasta puedes estar con otra persona, pero ninguno
de ustedes jamás estará completo sin el otro.
Ella echó un vistazo hacia arriba, adonde habían dejado a
los muchachos.
–Usted dos pueden luchar contra esto todo lo que quieran.
Pero todo lo que van a lograr es hacer sus vidas miserables.
Ella acarició el hombro de Sungmin.
–Sé que no me crees. Sé que llevará tiempo antes de que
lo aceptes. Y está dicho, el problema con tu relación no es si él realmente te
ama. Es que él no puede permitirse ni siquiera pensarlo.
–¿Por qué?
–Porque al minuto que lo haga, Camulus te matará. Kyuhyun
lo sabe. Él no se permitirá amarte por miedo a que mueras otra vez.
Sungmin tragó saliva ante sus palabras. Todo seguía
volviendo a aquel irritable e irritante dios celta.
–¿Hay algún modo de evitar a Camulus?
–Tal vez.
–¿Tal vez? ¿Eso es lo mejor que me puedes hacer?
–¡Hey!, eso es mejor que no.
Verdad, pero todavía quería más esperanza que eso.
–¿Y en cuanto a Artemisa? –preguntó Sungmin–, incluso si
conseguimos pasar a Camulus, que pasa con ella?
Psique giró su taco en sus manos mientras pensaba en
aquel hecho que no podía olvidarse.
–Ella es difícil. Con ella tienes que negociar con mucho
cuidado.
–¿Entonces es posible que yo pudiera hablar con ella?
–Es posible.
En la mente de Sungmin daba vueltas la idea. ¿Realmente
podría haber esperanza para ellos?
Kevin se sentó al otro lado del campo en su forma humana
mientras escuchaba las conversaciones ociosas alrededor de él. La mitad de la
manada estaba en forma humana mientras la otra parte eran lobos.
Hyungsik se acercó a él y le ofreció una cerveza fría.
–¿Quieres ir a patrullar y ver si podemos averiguar qué
está pasando?
Kevin hizo saltar la tapa e inclinó su cabeza para poder
ver, del otro lado del cuerpo de Hyungsik, donde Heejun y los demás estaban
reunidos. Él sacudió su cabeza.
Si salía con Heejun con el humor que tenía, uno de ellos
terminaría muerto.
–Lo que sea que es, está viniendo hacia aquí. Pienso que
deberíamos quedarnos cerca de las parejas.
Hyungsik se rió de eso.
–Me gusta el modo en que piensas, hermano. Quedarme cerca
de las parejas es lo que hago mejor.
Él se rió de las palabras de Hyungsik.
¡Kevin!
Kevin se ahogó con la cerveza cuando oyó la voz
frenética, asustada de su hermana, en su cabeza.
¿Qué?
Contestó silenciosamente.
Los cachorros están
llegando. Te necesito.
Su cerveza olvidada, Kevin se puso de pie en un salto y
corrió hacia ella. La encontró a un lado del campo, cerca de una pequeña salida
del agua.
–Te tengo, nena –dijo él gentilmente mientras se
arrodillaba a su lado para ayudarla. Ella lamió su barbilla, luego lloriqueó
más cuando el dolor del trabajo de parto la golpeó. Hyungsik se reunió con
ellos unos minutos más tarde, trayendo mantas.
–¿Quieres que consiga a Papá?
–No –dijo Kevin–. Podemos manejarlo.
Mientras se estiraba para acariciar a Yewoon, su teléfono
celular sonó. Maldiciendo por lo inoportuno, contestó para encontrar a Shindong
del otro lado.
–Estoy ocupado, Dark Hunter. Este no es un buen...
–Lo sé, pero hay un masivo número de Daimons
convergiendo. Ellos van por tu manada, Kevin.
Kevin se quedó frío con las noticias.
–¿Estás seguro?
–Positivo. Parece que ellos quieren una supercarga antes
de las festividades de mañana a la noche, así que muchachos, tienen que salir
de allí.
Cómo desearía que fuera tan simple.
–Yewoon está de parto. No podemos moverla. Pero me
aseguraré que los demás se vayan.
–Bien –dijo Shindong –. Crúzate de brazos y te tendré
algunos refuerzos tan pronto sea posible.
La implicación atravesó a Kevin e insultó cada parte de
animal de él.
–No necesito tu ayuda, Dark Hunter. Podemos cuidarnos
nosotros mismos.
–Síp, es lo mismo, estaremos allí dentro de poco.
El teléfono quedó muerto.
Gruñendo, Kevin devolvió el teléfono a su bolsillo y le
dijo a Hyungsik qué estaba ocurriendo.
–Haz que los otros se muevan.
Hyungsik asintió, luego corrió a cumplir lo pedido.
Shindong maldijo
mientras colgaba el teléfono. ¿Dónde demonios estaba Kyuhyun? El Celta se
suponía que debía estar en su pantano y en cambio no había señal de él.
Cerrando sus ojos, Shindong sintió que
el Celta estaba bien. Pero él no tenía tiempo para traerlo de lo de Sungmin.
Los Daimons se movían rápido y no pasaría mucho tiempo antes de que alcanzaran
a Kevin y su familia.
Él abrió su teléfono y llamó a Siwon que estaba todavía
en casa.
–Siwon, estoy en Bourbon...
–No me aventuraré por esas calles de groseras iniquidades
y plebeyo horror, Shindong. Este es el pozo negro de la humanidad. Ni siquiera
lo pidas.
Shindong puso sus
ojos en blando ante el tono arrogante del Romano.
–Te necesito en el pantano.
El silencio le contestó.
–Tenemos una situación, Siwon –dijo él severamente–. Un
grupo de Daimons está tras la manada Katagaria y ellos tienen parejas en
trabajo de parto...
–¿Dónde me necesitas?
Shindong sonrió.
El romano tenía sus momentos. Buenos y malos. Por suerte, este era uno de los
buenos.
–Voy para allá. –Shindong colgó el teléfono.
Siwon hizo un gesto de sorpresa al ver a Shindong en su sala de estar antes de que el romano
pudiera ni siquiera devolver el teléfono inalámbrico a su base. Lo único que
demostró Siwon fue un leve arqueo leve de su ceja derecha.
–No tenemos tiempo para medios convencionales de
transporte –explicó Shindong .
Antes de que Siwon pudiera preguntarle que quería decir, Shindong
lo agarró y ellos se materializaron cerca de la guarida Katagaria.
–¿Cómo has hecho eso? ¿Eres alguna especie de híbrido de
Were-Hunter?
Shindong le dio
una oscura medio-sonrisa.
–Es una larga historia. La parte pertinente es que no
puedo usar mis poderes cerca de los Katagaria sin obligarles a cambiar de
forma. Si las parejas embarazadas son obligadas a cambiar a la forma humana por
mis poderes, las matará a ellas y a sus bebés instantáneamente. Entonces, lucho
estrictamente como un humano. Tus poderes no son cargados iónicamente, por lo
que deberías poder luchar como siempre.
Siwon asintió, entendiendo.
Shindong sacó su bastón de batalla, luego condujo a Siwon
hacia la guarida.
Kyuhyun condujo a Eros al depósito y cerró la puerta. Ha
Hyunjong había insonorizado el cuarto unas décadas atrás para asegurar que los Ha
y otros amigos escogidos pudieran tener intimidad de forma urgente si lo
necesitaban.
Kyuhyun encendió la luz suave y enfrentó a Eros.
–Necesito un favor.
–Favor, demonios. ¿No sabes que se supone que vaporizo a
cualquier Dark-Hunter que se ponga cerca de mí?
Kyuhyun lo miró divertido.
–Lo recordaré la próxima vez que me pidas prestado dinero
para jugar sin que Psique lo sepa.
Eros rió afablemente.
–Buen punto. ¿Bien, qué puedo hacer por ti?
Kyuhyun vaciló. Silenciosamente, rezó para que Eros le
diera una respuesta diferente a lo que él temía.
–¿Conoces al dios celta Camulus?
Eros se encogió de hombros.
–No realmente. Él anda con dioses de la guerra. Siendo el
dios del amor y la lujuria, no tiendo a asociarme con ellos. ¿Por qué?
–Porque fui maldecido por él y quiero saber si hay alguna
forma de romper la maldición.
–¿Francamente?
–Sí.
–Muy probablemente no. Los dioses de la guerra por regla
general no son realmente muy indulgentes. Esa clase viene con una mentalidad de
destrucción masiva. Pero depende de lo que hiciste y que usó como maldición.
–Maté a su hijo y él ha prohibido que yo jamás ame a un
humano. Cuando lo hago, él los mata.
–Ooh –suspiró Eros. –Lo lamento, hombre, pero algo así,
tú puedes colgarlo e irte. La venganza corre profundamente en los huesos de los
dioses de la guerra. Ahora, si tuvieras la sangre de un dios, podrías tener
alguna influencia. ¿La tienes?.
–No. Soy totalmente humano, sangre sabia, de todos modos.
–Entonces estas totalmente jodido.
Kyuhyun apretó sus dientes ante la verdad, aún cuando no
estuviera sorprendido por ello. Él no había comprendido hasta entonces que
había comenzado a ver un futuro para él y Sungmin.
Ahí en el fondo de su mente realmente había estado la
esperanza. Pero era vano.
–No hay ningún modo de conservar a Sungmin.
Él no se había dado cuenta que había hablado en voz alta
hasta que Eros dijo,
–Si lo amas, entonces estoy seguro que él pagará por
ello.
Kyuhyun se reforzó para lo que tenía que hacer. Incluso
aunque esto le arrancara el corazón y lo hiciera querer gritar. Él sabía que
tenía que hacer esto. Era el único modo de protegerla.
–Bien, entonces. Tengo una última petición.
Eros le dio una mirada comprensiva.
–Quieres que yo les dispare con la flecha de plomo para
matar su amor.
Él asintió. Eros se quitó su collar de arco de alrededor
de su cuello y lo hizo más grande. Kyuhyun agarró su mano mientras él apuntaba.
–Todavía no. ¿Ok? Sólo quiero un poco más de tiempo con él.
¿Puedes esperar hasta la medianoche?
Encogiendo el arco de nuevo al tamaño de collar, Eros
asintió y apretó a Kyuhyun en el hombro.
–El amor muerde, hombre. Créeme, lo sé.
Kyuhyun pensó en Psique y él sintió una punzada de celos.
–Sí, pero tu conseguiste mantener tu amor.
–Verdad. Soy un maldito afortunado en ese departamento.
–Eros cambió como si algo lo hiciera sentir incómodo–.¿Dónde quieres que le
dispare?
–En algún lugar que no duela.
Eros revoleó sus ojos. Kyuhyun contestó seriamente.
–El club Vampire. Lo tendré allí a la medianoche.
Asintiendo, Eros dio dos pasos.
–Te veré a la medianoche.
–Gracias, Eros. Te la debo.
–Si, me la debes.
Kyuhyun inclinó su cabeza en entendimiento mutuo. Ahora
estaba endeudado con Kevin y con Eros. En la forma en que iba, probablemente
iba a perder más que su alma entera antes de que todo estuviera dicho y hecho.
Él solo rezaba para que en el final, Sungmin no perdiera
la vida. Pero él no pensaría en eso ahora. Todo lo que tenía eran unas horas más
para pasar con la mujer que amaba. Quería disfrutar del poco tiempo que ellos
tenían antes de que ella aprendiera a odiarlo.
Kyuhyun dejó el cuarto y se paró hasta que vio a Sungmin
abajo jugando al billar con Psique.
Estaba tan hermoso allí. Las luces de jugaban en su
cabello negro-medianoche. Y su cuerpo lozano, dulce... Era la perfección. Sungmin
era todo para él.
Los pensamientos de Kyuhyun se dispersaron cuando
comprendió que un hombre delgado de altura media se dirigía a Sungmin y él no
parecía feliz de verlo. De repente, su conversación se intensificó en una lucha
verbal. Sungmin estaba animado mientras empujaba al hombre con su dedo y hacia
atrás.
Psique dejó su taco y dio un paso entre ellos. Kyuhyun
vio rojo.
Sin pensar en los gorilas o en otra cosa que Sungmin puso
su mano sobre la baranda y balanceando sus piernas y se tiró al piso de abajo.
La gente jadeó y se asustó.
El dolor fusiló su pierna y empeoró cuando dio un paso. A
Kyuhyun no le preocupó. La única cosa que él veía era la cara apenada de Sungmin.
El único sonido que oía era su voz enfadada.
–¡Cómo pudiste hacer eso, tu, víbora!
–Te lo dije antes, Sungmin, todo es aceptable en los
negocios.
–Pero él era mi cliente. Me senté ahí todo el día
esperándolo para mostrarle.
–Sí, bien, te dormiste, perdiste.
–Aquí está otro refrán –dijo Kyuhyun, agarrando al tipo y
girándolo para enfrentarlo–. Nadie se mete con mi chico.
Sungmin se congeló ante la cara de Kyuhyun. Era realmente
espeluznante. Él miraba fijamente al otro hombre como si estuviera a punto de
hacer filete de él.
–Está bien, Kyuhyun –dijo, no queriéndolo meter en el
problema o, peor, que fuera detenido por golpear a la babosa.
Sabía, por la expresión de ex marido, que se moría por
decir algo vil, pero el impresionante tamaño y la ferocidad de Kyuhyun
mantuvieron sus labios sellados.
Él tomó el brazo de Kyuhyun.
–Vamos, bebé, vayámonos.
Kyuhyun realmente quería desgarrar al tipo. ¿Cómo se
atrevía a robar el cliente de Sungmin? Él sabía cuanto le importaba. Su cólera
golpeaba y siseaba, presionado contra el control que él solía mantener
controlado.
–¿Quién es este estúpido? –preguntó Kyuhyun a Sungmin.
–Solía ser su marido, ¿en cuanto a ti?
Los ojos de Kyuhyun llamearon.
–Lo mismo.
Su ex no podía haber lucido más impresionado si Kyuhyun
en realidad lo hubiera golpeado.
Kyuhyun miró Sungmin. Una parte de él se sentía sumamente
traicionada por que hubiera osado casarse con alguien más. No importaba que no
hubiera tenido ninguna idea sobre su vida pasada juntos.
Eso todavía dolía. Sus ojos le pidieron perdón.
–Yo iba a decirte.
–¿Cuándo, Sungmin?
El se dio vuelta y echó un vistazo al otro hombre.
–Eres un idiota. No puedo creer que alguna vez fuera lo
bastante estúpido como para casarme contigo.
Sungmin comenzó a alejarse entre la muchedumbre ahora
silenciosa.
–¡Eh!, Ming –lo llamó su ex–. Asegúrate de ir algún día a
admirar mi trabajo. Recuerda cuando lo mires que el mejor artista ganó.
Kyuhyun vio las lágrimas en sus ojos. Su temperamento
explotó.
Girando sus hombros, se dio vuelta y aporreó al hombre
con tal fuerza que lo liquidó. Él aterrizó con un golpe seco sobre la mesa del
fondo.
Varios miembros del clan de los osos maldijeron mientras
las cámaras destellaban.
–Que modo de procurar pasar desapercibido, Celta –dijo uno
de ellos arrogantemente al lado de él.
Kyuhyun ignoró a la pantera. Él tomó la mano de Sungmin y
lo condujo a través de la muchedumbre. Minho se encontró con él y Sungmin en la
puerta.
–Hombre, Shindong va a echar humo cuando sepa sobre esto. No
puedo creer que hayas hecho esto con la multitud apiñada por Mardi Gras para
atestiguarlo. Eres peor que Yesung.
–Sólo asegúrate de limpiarlo.
–Limpiarlo, demonios. ¿Tu sabes solamente cuántas cámaras
tomaron el truco de tu salto desde arriba? Mi mamá ahora piensa que andas en
drogas y sospecha que Kangin las vende. Estamos jodidos. Mi vida es una
condena. Estoy a punto de ser sermoneado sobre trabajar para traficantes de
droga... otra vez. Mi mamá, bendito sea su corazón, es tan ridícula, ni
siquiera se da cuenta que trabaja para osos. Estoy bien jodido.
–No te preocupes por eso –dijo Seunyup mientras se le unía–.
Cuidamos tu espalda, Celta. Limpiar indiscreciones es nuestra especialidad.
Ningún humano aquí lo recordará mañana y nos aseguraremos que ningún aparato
electrónico tampoco muestre algo. Cada uno que ha fotografiado sólo obtendrá la
foto de una gran mancha negra.
–¿Qué pasa conmigo? –preguntó Minho–. No quiero nada de
sus manejos mentales.
–Dije humanos, Minho.
Minho miró sumamente ofendido.
-Gracias –dijo Kyuhyun a Seunyup.
–De cualquier manera. Te veré mañana para Mardi Gras.
Kyuhyun inclinó su cabeza al oso y condujo a Sungmin
fuera aún cuando sentía que su pierna entera estaba rota por el salto.
Una vez que estuvieron en la calle, él le enfrentó.
–¿Estuviste casado?
–Eso fue hace siete años, Kyuhyun. Yo era joven y
estúpido.
–Estuviste casado –repitió él–. Con él.
Sungmin tomó aire y suspiró.
–Sí.
–No puedo creelo.
–Ah, vamos, Kyuhyun, dame un respiro. No te la agarres
contra mí cuando yo no tenía ni idea de que existías. Si alguien tiene derecho
a enojarse, pienso que debería ser yo.
–¿Perdón?
–Judith me contó sobre ti y tu representante, amigo. Como
te has acostado con cada joven o mujer bonita en Nueva Orleans. ¿Quieres
hablarme sobre eso?
–Eso es diferente.
–¿Por qué? ¿Por qué soy un joven? Sabías que yo no era
una virgen, Kyuhyun. ¿Qué esperabas?
Kyuhyun no sabía. Pero eso realmente no le importaba.
Después de esta noche, Sungmin lo odiaría de todas maneras. Lo último que
quería era pasar la noche peleando con. Ese era todo el tiempo que ellos alguna
vez tendrían.
–Bien, Sungmin. Tienes razón. Lo siento.
Sungmin quedó atónito. Esta era la primera vez que
conocía a un tipo que cediera tan fácilmente.
–¿Eres tu realmente?
–Sí –dijo él, sus ojos sinceros–.¿No quiero pelear, sí?
Vamos sólo a olvidarlo e ir a comer.
Llevó la mano de él a sus labios y besó sus nudillos.
–Suena bien.
Fueron a una pequeña cafetería, notó que él tenía una
leve cojera.
–¿Estás bien?
–Sí, solamente me torcí la pierna cuando salté sobre el
pasamano –dijo él–. Siempre que me pongo furioso, tiendo a perder mis poderes
de Dark Hunter, y sin ellos, mi cuerpo se hace humano.
–¿Necesitas un doctor?
Él sacudió su cabeza.
–Siempre y cuando me quede tranquilo, esto debería
curarse mientras comemos.
Kyuhyun lo mantuvo cerca de él todo el tiempo que les
tomó llegar al restaurante y sentarse. Él memorizó todo sobre su pareja. Él
siempre lo recordaría así y aquellos recuerdos vivirían dentro de él, tanto los
de Sungmin como los de Shengmin.
¿O él perdería todos aquellos recuerdos cuándo Eros le
disparara? ¿Su mente de algún modo los deformaría para que él no pudiera amarla
más?
Su estómago se anudó ante el pensamiento. ¿Cómo sería no
tener el consuelo de los recuerdos de Shengmin y Sungmin? ¿No recordar la
suavidad del contacto, su olor sobre su piel? ¿La forma en que sus ojos se
iluminaban cuando lo miraba?
Rechinando sus dientes, él intentó no pensar en eso, o
sentir el dolor en su corazón. Esto no era sobre él y lo que estaba a punto de
perder. Esto era sobre Sungmin.
Todo iba tan bien,o al menos lo mejor que se podia.
ResponderEliminarPsique ya le había dicho a Min que Kyu en verdad lo ama,pero que no puede gritarlo por el dios ese,porque si no lo mata.....y luego viene kyu a preguntar su duda ya respondida,pero quiere corroborarlo y BANG....lo mejor sería que Min lo deje de amar....por favor.....¬¬
Su última noche juntos.......si es que no pasa algo antes.
Se acerca el festival y ya habrá pelea,ahora todos tiene que cuidarse,esos dioses locos se acercan cada vez más,y estos niños andan por su lado.....¬¬
Ah diablos!! pensé que Eros podría ser de ayuda contra la maldición de Camulus y hora resulta que va a terminar hechizando a SungMin para borrar su amor por KyuHyun, eso no me gusta nada >< Al menos Psique le aclaró a SungMin que KyuHyun si lo ama y hasta le dio una pequeña esperanza.
ResponderEliminarSiwon no es tan malo como parece, ya hasta aceptó ayudar a la manada de Kevin y enfrentar a los daimons que quieren atacarlos.
Al KyuMin le queda unas horas!! Eso no me gusta nada e.e