Tu Mi Destino- Capítulo 22



Sungmin se acercó a Kyuhyun, necesitando calmarle, queriendo tocarle. Muriéndose por probar algunas de las cosas que Leeteuk le había contado.

Pasó las manos por su musculoso pecho y cerró los dedos alrededor de la parte posterior de su cuello.

Kyuhyun cerró los ojos e inhaló profundamente. Aquello los presionó a ambos más cerca. Sungmin sintió que se le endurecían los pezones bajo la delgada tela de su camiseta.

Lo mismo le pasaba a Kyuhyun.

Él soltó un gruñido casi inaudible de necesidad y lo agarró por las caderas con sus grandes manos.

—Tenemos que hablar —le dijo a él.

—Lo haremos. Después.

Leeteuk decía que hacer la conexión con Kyuhyun sería más fácil durante el sexo. La intimidad y la confianza ayudaban a relajar el flujo de poder o algo así. Sungmin realmente no lo comprendía, pero estaba dispuesto a poner la lección de Leeteuk en buen uso.


Se puso de puntillas y tiró hacia abajo a Kyuhyun para poder besarle. El primer roce de sus labios contra los suyos extrajo un gemido de placer de su cuerpo, pero no era suficiente ni de cerca. Necesitaba saborearlo, sentir deslizar su lengua contra la de él.

Kyuhyun no lo hizo esperar. Inclinó la cabeza hacia abajo y profundizó el beso, separándole los labios para poder saborear su calidez, su necesidad por él. Como un hombre famélico, se alimentó de su boca, sosteniéndolo tan fuerte que pudo sentir la fuerza contenida en sus brazos.

Cuando estuvo sin aliento, Kyuhyun se apartó justo lo suficiente para mirarlo. El deseo iluminaba sus ojos. Sungmin no había soltado ese cordel de plata y a través de el, un único pulso de necesidad física palpitaba entre ellos. Ni siquiera tenía que concentrarse. Sólo pasaba.

Estaba funcionando.

El se humedeció los labios y le dio una sonrisa victoriosa.

Los ojos de Kyuhyun se concentraron en su boca y él vio sus pupilas ensancharse, sintió aumentar el sostén que tenía sobre él.

—Cama —dijo Kyuhyun— antes de que olvide usar una.

Sungmin asintió y Kyuhyun lo levantó hasta que lo puso a caballo sobre sus caderas. El sintió el grueso calor contra sí, quemándole a través de sus pantalones vaqueros. Mientras lo llevaba de regreso a la habitación, cada paso le enviaba una sacudida de sensación travesándolo, haciendo que su cuerpo se tensara.

Kyuhyun lo bajó y se desabrochó el cinturón de la espada. La espada parpadeó volviéndose visible, brillando a la luz de la sala. No se había molestado en encender la luz de la habitación, y él consideró brevemente encender la lámpara, hasta que Kyuhyun se despojó de la camisa por la cabeza.

Entonces Sungmin no pensó en nada que no fuera la belleza de su pecho, la anchura de sus hombros y los ensombrecidos relieves de su estómago. El árbol de su pecho se balanceaba ligeramente y Sungmin se subió de rodillas sobre la cama. Presionó las manos contra la carne caliente, amando el contorno liso y duro de su cuerpo. No se cansaba. Podría pasar un año tocándole y todavía no saciar su necesidad de sentir su piel bajo las manos.

Kyuhyun se quedó allí, rígido e inmóvil, mientras él le tocaba, pasando los dedos por las intrincadas ramas, bajando por el grueso tronco hasta que sus vaqueros le cerraron el camino.

Sungmin le miró mientras sus dedos hacían un trabajo rápido con el botón y la cremallera. Sus costillas se expandieron y contrajeron como si acabara de terminar una larga carrera. Un brillo de sudor brillaba a lo largo de su frente y su mandíbula estaba fuertemente apretada.

Sungmin presionó un beso por encima de su ombligo, girando la lengua contra su piel. Los músculos de su estómago se apelotonaron y una oscura sonrisa de satisfacción estiró la boca de Sungmin.

Kyuhyun era todo un hombre, y era todo suyo.

Bajarle los apretados vaqueros por las caderas estrechas fue más difícil de lo que hubiera sido sin la pesada erección ocupando tanto espacio, pero no le importó el esfuerzo adicional. Valía más que la pena. No se detuvo para ayudarle quitándose las botas. No podía esperar tanto para conseguir lo que quería.

Sungmin envolvió los dedos alrededor de su pene, deleitándose con la suave dureza de su cuerpo. Incluso en la oscuridad, era fácil ver su mano deslizándose sobre él. Si hubiera estado ciega, tan pronto como hubiera oído su bajo gemido de placer, habría sabido que lo había hecho a la perfección.

La concentración era difícil, pero Sungmin estaba decidido a hacerlo funcionar. Encontró ese alambre de plata allí, olvidado en su mente, y le dio un fuerte tirón.

Una ola de cruda lujuria le llenó, haciéndole aspirar una fuerte bocanada de aire. Su lujuria, pura y potente, era tan feroz que él no tenía ni idea de cómo podía soportarlo. La cabeza de Sungmin cayó sobre el abdomen de Kyuhyun y cerró los ojos, tratando de encontrar suficiente cordura para recordar lo que había estado haciendo. Era importante. Había tenido algún tipo de plan, sólo que no estaba seguro de lo que era.

Olió el calor masculino de su piel, el almizcle de su necesidad por él. Dentro de su férreo control, la erección de Kyuhyun palpitó. El alambre de plata entre ellos brillaba.

Poder. Estaba tratando de alcanzar el poder de Kyuhyun. El sexo ayudaba. La intimidad ayudaba incluso más.

De acuerdo. Sungmin lo recordaba ahora. Podía hacerlo. De hecho, nunca había querido hacer algo tanto en su vida como quería hacer esto.

—Acuéstate —le dijo Kyuhyun.

No era parte de su plan. Sungmin sacudió la cabeza, dejando que su pelo pasara por encima de su cadera.

—Aún no.

Sintió hincharse su erección y supo que estaba a punto de perder el control sobre su plan cuidadosamente coreografiado. Antes de que pudiera hacerse cargo, Sungmin tomó su erección en la boca, hundiéndose profundamente.

Kyuhyun siseó de placer y su cuerpo entero se tensó. Sus manos acunaron su cabeza, deslizando los dedos convulsivamente sobre su cuero cabelludo.

Sungmin se echó atrás, dejándolo casi libre. Se le hizo la boca agua mientras giraba la lengua encima de él, sacando un suspiro de su poderoso cuerpo. Sabía bien. Caliente, masculino, una combinación intoxicante de necesidad y hambre que sólo él podía satisfacer.

Su propio cuerpo se arqueó, pero lo que Sungmin quería era más importante que el placer. Quería esperanza, la promesa de ser lo que Kyuhyun más necesitaba. Una compañera.

La luceria vibraba alrededor de su garganta, calentándose más con cada movimiento de sus labios y lengua sobre su dura carne. Podía sentir algo maravilloso justo asomándose fuera de su alcance, a un pelo de distancia. Ese algo brillaba y pulsaba, inundando su visión de luz y color. Hermoso verde jade, tan lleno de promesas que casi podía saborearlas.

Sungmin lo alcanzó, luchando por mantener la concentración.

Su cabeza giró y el rico sabor del cuerpo de Kyuhyun desapareció. Oyó un sonido rasgado. El aire frío asaltó su piel y cuando abrió los ojos para averiguar qué iba mal, se encontró sobre la espalda, su camisa rasgada por la parte delantera y los frenéticos dedos de Kyuhyun deshaciéndose de sus vaqueros.

Eso no era en absoluto lo que había planeado.

—Kyuhyun, espera —dijo.

Se detuvo y lo miró, con el rostro tenso de lujuria insatisfecha. Sungmin vio su boca moverse como si estuviera tratando de encontrar las palabras, pero ninguna salió. En cambio, sintió temblar la luceria, entonces se llenó con un deseo tan desgarrado y duro que estalló en su interior, haciéndole gritar por la fuerza de la misma.

Su cuerpo se estremeció y puso los ojos en blanco. Puro y crudo placer rasgó su cuerpo, empujándolo hasta el borde del orgasmo. No era lo suficientemente grande para contener tanta sensación. No le daba espacio para respirar.

Y no le importaba.

Antes de tener tiempo para ajustarse a tantas sensaciones, Kyuhyun le dio más. Sungmin sintió estirarse su conexión, haciendo a la luceria calentarse bajo la tensión. Y entonces, todos los pensamientos de planes y conexiones fueron expulsados de su mente cuando una burbuja de placer estalló en su interior, haciéndolo correrse.

El cabalgó las olas de la sensación, dejando que lo arrastraran, llevándolo donde quisieran. Pensó que el poder podría desgarrarlo, pero en su lugar, lo acunaba y facilitaba su vuelta a la realidad cuando pasó golpeando.

Tenía los parpados pesados, pero se obligó a abrirlos. Kyuhyun estaba sobre él, apoyando su peso de manera que los músculos sobresalían en sus brazos. Sintió la cabeza de su erección presionar contra su entrada y estaba tan suave y resbaladiza que se deslizó con facilidad. Su cuerpo se extendió para aceptarlo sin quejas. De hecho, cada centímetro de terreno que él ganaba hizo que se le enroscaran los miembros con una nueva agitación de deseo.

El aliento de Sungmin ni siquiera se había igualado por su orgasmo, y ya, Kyuhyun lo llevaba a otro. Si no actuaba rápido, iba a perder su oportunidad de fortalecer su vínculo.

Kyuhyun se movió en su interior, asentándose profundamente. Pudo sentir el palpitar de su corazón latiendo en su erección, verlo golpeando en la vena a lo largo de su cuello. Tenía los ojos abiertos, sexy adormilado, mirándolo. Vio su garganta moverse como si estuviera intentando hablar, entonces, en mitad de su agitada lujuria, sintió un sutil aleteo de preocupación deslizarse hacia él.

Kyuhyun estaba preocupado por él.

Le ofreció lo que esperaba fuera una sonrisa alentadora y dijo:

—Estoy bien. Mejor que bien.

Kyuhyun asintió satisfecho y cerró los ojos de alivio. Sin dudarlo más, sus poderosos músculos se acumularon y flexionaron mientas establecía un ritmo constante.

Sungmin apretó los dientes, tratando de permanecer enfocado en su tarea, pero era casi imposible. Su necesidad fluía hacia él como agua, su cuerpo lo llenaba, conduciéndolo más alto. No podía concentrarse o recordar lo que Leeteuk le había dicho que hiciera. Ya no más. Sentía demasiado en su interior para dejar cualquier espacio para pensar.

Derrotado, pero de la forma más dulce imaginable, Sungmin se dio por vencido y se dejó ir. Llevó los dedos al sedoso pelo de Kyuhyun y tiró de su cabeza hacia él. Le besó la boca, la mandíbula, bajando por su cuello. Cada toque de sus labios contra su piel era recompensado por un profundo sonido de placer. Cada giro de su lengua lo llenaba con su embriagador sabor.

Su hombre. Todo suyo.

Kyuhyun pellizcó un pezón entre dos dedos. Eróticas corrientes rasgaron a través de su cuerpo, haciéndole arquear sus caderas entre embates.

Su cuerpo temblaba, débil por la tensión y la pérdida de sangre, pero Sungmin ignoró los temblores. El cuerpo de Kyuhyun se tensó y aceleró el ritmo, cambiando por lo que cada embate golpeaba solamente en los puntos correctos. Su mundo giró en el espacio de minutos entre sus tirantes cuerpos y chisporroteantes sacudidas de electricidad formaron un arco entre ellos.

Un profundo retumbar sacudió el pecho de Kyuhyun, resonando en el interior de Sungmin. Envolvió su brazo alrededor de sus caderas, sosteniéndolo inmóvil y metiéndose profunda y duramente en su interior. Sintió su erección hincharse y pulsar, sintió el calor de su liberación mientras pequeñas chispas bailaban por sus miembros.

Era demasiado. No podía aguantar ninguna sensación más. Toda esa tensión en espiral giró libre y rebotó dentro de su cuerpo mientras el clímax le desgarraba.

La luz bailó en su visión y sintió la calidez de la luz del sol lo engullía, arrastrándolo.

Minutos más tarde, aunque no tenía idea de cuántos, encontró fuerza suficiente para abrir los ojos. Kyuhyun lo cubría, con la respiración ralentizándose. El sudor enfriaba su cuerpo donde las corrientes de aire la tocaban. En todos los demás estaba caliente y completamente contento.

Kyuhyun parecía no tener prisa por moverse, y a é le gustaba allí. Tenía cuidado con su peso para no aplastarlo, pero estaba lo suficiente sólido para sentirse protegido bajo él. La articulación de su cadera había sido empujada hasta sus límites, abriendo espacio para su gran cuerpo entre sus muslos, pero incluso ese dolor era muy agradable.

La cabeza todavía le giraba, pero se había aclarado lo suficiente para recordarle la meta de su seducción, tal como era. Kyuhyun no había hecho exactamente un reto.

La idea de que él fuera tan fácil, que le deseara tanto, le hizo sonreír.

En el oscuro silencio de la habitación, con los cuerpos saciados y felices, Sungmin se extendió, luchando por acceder al poder de Kyuhyun. Hasta ahora, se había figurado como sacar sentimientos de él, pero no había sido capaz de enviarlos de regreso, ni había sido capaz de encontrar la cinta de energía que Leeteuk describía. Era como si la conexión entre ambos estuviera rota.

O tal vez, sólo era diferente.

Una delgada película, como la piel de una burbuja, flotaba entre ellos. Sungmin se metió en ella, esperando romperla, pero se mantuvo firme. Empujó más fuerte y todavía no pasó nada.

Kyuhyun apoyó el cuerpo sobre un codo. Su cara brillaba de emoción.

—Sentí esa… presión. Inténtalo de nuevo.

Sungmin lo hizo. Empujó la barrera hasta que se mareó, pero no se rompió.

Exhausto, dejó escapar un suspiro de frustración.

—Lo siento.

Kyuhyun le alisó el pelo de su húmeda frente y le dio una sonrisa alentadora.

—No te preocupes. Vendrá. Sólo necesitas algo de descanso. Y tal vez, algo más de práctica.

Todavía estaba semirrígido dentro de él, la parte “semi” convirtiéndose rápidamente en un recuerdo. Pero, en lugar de aprovecharlo, Kyuhyun se retiró y se tendió a lo largo de su costado. Puso una sabana sobre su cuerpo húmedo y pasó un dedo por la luceria. Se le oscurecieron los ojos mientras observaba el juego de su dedo como si la visión le excitara. Tal vez lo hacía.

—Espero que sea suficiente —dijo Sungmin.

—Lo será —su voz sonó con toda confianza—. Pero, por ahora, necesitas recobrar sus fuerzas. Hacer un poco de sangre nueva. Jodido chupasangre bastardo —un ceño oscureció su oscura frente.

Sungmin lo alisó con el pulgar.

—Estoy bien. En serio.

—Date la vuelta y déjame acariciarte —su voz era ronca, pero a Sungmin no le importó.

Sintió que Kyuhyun simplemente no quería que viera las emociones reproducirse en su rostro. Ya fuera que se sentía culpable, o que simplemente no quería que se preocupara, no estaba seguro, pero le siguió la corriente y rodó sobre su estómago.

La amplia mano cálida de Kyuhyun se deslizó a lo largo de su espina dorsal, apartando la sábana a su paso. Sin embargo, el frío del aire no lo tocaba. No con Kyuhyun a su espalda, radiando calor como un horno.

Sungmin cerró los ojos y disfrutó de la sensación de él acariciándole. Pequeñas chispas saltaron en su piel, pero se estaba acostumbrando a eso ahora, y era casi como un mini masaje.

Trazó un dedo por su tatuaje de lobo, siguiendo las sinuosas curvas de vides que rodeaban al animal.

—¿Por qué hiciste esto? —preguntó.

—Para evitar que me encontraras. Mamá estaba convencida de que mi marca de nacimiento atraía a los monstruos hacia mí, así que solía cubrirla con maquillaje. Cuando fui mayor, me la tatué.

Su mano se movió hasta la base de su columna vertebral donde las espirales de filigrana de las que él se había enamorado con quince años estaban incrustadas en su piel. Le sintió moverse, bajando su cuerpo, sintiendo su cálido aliento barrer a lo largo de su trasero mientras se movía para una inspección de cerca.

—Aquí —dijo él, tocando un punto justo a la derecha de su columna—. Lo veo. El anillo que te marca como Suju.

—Sí. Eso es. Mamá decía que era peligroso, así que teníamos que cubrirlo. Cuando vi esa marca cuando te lanzaste sobre mí en el restaurante, supe que eran malas noticias. Me imaginaba que si lo cubría, tal vez te impediría seguirme.

—Y así fue. Es curioso como ninguno de nosotros sabía que funcionaría así. ¿Cómo pudo tu madre saberlo?

Sungmin encogió su hombro tatuado, percibiendo a Kyuhyun sobre su cuerpo con la imagen de sus ojos sobre el cuerpo del leopardo.

—No estoy seguro. El tío que me engendró le dio toda clase de instrucciones sobre cómo mantenerme a salvo, y un montón de advertencias sobre lo importante que era que me mantuviera oculto hasta que creciera. Supongo que mamá le hizo caso.

—Me gustaría más bien darle las gracias por cuidarte.

Un profundo dolor antiguo, desgastado con bordes suavizados por el tiempo, creció en el interior de Sungmin. Echaba de menos a mamá todos los días, deseando poder compartir su vida con ella ahora que las cosas eran mejores. Más seguras.

A mamá le hubiera gustado Kyuhyun. Después de que hubiera terminado de tratar de matarlo, por supuesto.

—¿Por qué un lobo? —preguntó Kyuhyun.

—Fue por la forma en que te movías. Como un depredador. La manera en que me mirabas como si estuvieras hambriento, haciéndome sentir cazado.

—Estaba cazándote. Y en cuanto a la idea de comerte entero… eso he prometido.

Un lánguido calor se enroscó en su interior.

—Cada vez que quieras.

Kyuhyun gruñó bajo en su garganta, pero se apartó.

—Necesitas descansar. Si comienzo ahora, no vas a dormir en horas.

La fatiga pesaba sobre Sungmin, tirándolo hacia la tierra de los sueños. Tanto como quería a Kyuhyun, sabía que se dejaría seducir sin esfuerzo si estuviera a su alrededor. El hombre era irresistible, aun cuando no estaba tratando de serlo.

—No estoy seguro de que pueda durar mucho.

Él le dio un rápido beso en el hombro y se levantó de la cama.

—Por eso voy a irme un rato. Sungmin, desnudo eres demasiado tentador para resistirme, y estoy determinado a ser un buen chico y permitirte dormir. Si crees que puedes.

—Creo que me gustaría probar. Hay un montón de cosas en mi cabeza ahora mismo.

Kyuhyun asintió.

—Sí. Un montón de eso por aquí.

—¿Quieres hablar de ello?

— Ahora no. Mañana es muy pronto. Descansa un poco. Voy a salir y ver si puedo echar una mano con el muro. A menos que prefieras que me quede.

Sungmin necesitaba algo de tiempo para pensar, y estaba seguro como el infierno de que no iba a dormir si su varonil cuerpo estaba justo allí, distrayéndolo con lo delicioso que era.

—No, vete. Necesitan tu ayuda. Leeteuk dijo que no iba bien.

—No, pero saldremos adelante. Siempre lo hacemos.

Sungmin observó mientras él cubría su firme trasero con los descartados vaqueros, bloqueándole la hermosa vista.

—Aguafiestas —bromeó Sungmin.

Kyuhyun soltó una carcajada, sacudiendo la cabeza.

—Deja de tratar de hacerme sonrojar. Podría tomar represalias.

—Suena divertido.

Se abrochó el cinturón de la espada alrededor de las caderas y la cosa brilló antes de desaparecer de la vista.

—No estás en forma para más diversión —se inclinó y le besó la punta de la nariz—. Duerme. Entonces veremos si podemos encontrar algo para divertirte.

Estaba justo cerrando la puerta del dormitorio cuando Sungmin le detuvo.

—¿Kyuhyun? ¿Qué pasa si no puedo hacerlo? ¿Si nunca consigo recurrir a tu poder?

Se quedó inmóvil con la mano sobre el pomo y le dio una sonrisa tan llena de confianza que casi la hizo creer en los milagros.

—Puedes.

—Pero, ¿qué pasa si no puedo?

Él le miró justo a los ojos y dijo:

— Te querré de todos modos.



Kyuhyun se estaba arrepintiendo de su confesión de amor al mismo tiempo que golpeaba en el patio de formación. Continuaba palpando a su alrededor, tratando de conectarse a Sungmin, buscando algún tipo de reacción a su declaración. Pero lo único que sintió fue una abismal laguna de nada estirándose entre ellos.

Mierda.

Sabía que Sungmin lo estaba intentando. No podía culparlo por eso, pero todavía le molestaba que las cosas no estuvieran funcionando entre ellos como debieran.

Debido a que todavía no confiaba en él. Ese tenía que ser el problema.

La frustración lo montó con fuerza mientras se acercaba a las desmoronadas ruinas del muro. Miró su móvil para asegurarse de que estaba conectado y así Sungmin pudiera ponerse en contacto con él, luego se entregó por completo al duro trabajo. Levantar rocas era eso e incluso más.



Una hora después Sungmin se había convencido de que Kyuhyun en realidad no quiso decir que lo amara. Era sólo una manera de hablar. Una expresión que su pueblo usaba o algo así.

Te amaré de todas formas.

Quería tanto que fuera cierto que le dolía el corazón. Nadie lo había amado desde su madre, y se encontró muriendo por más, deseándolo como el respirar.

Lo cual era totalmente injusto por su parte. Allí estaba él queriendo su amor cuando no estaba aún en condiciones de corresponderle. No es que Kyuhyun no fuera adorable. Demonios, nunca había conocido a un hombre que cantara a su alma en la forma que él lo hacía. Estaba seguro de que podía llegar a amarlo.

Si se permitiera creer que todo esto era real y que Kyuhyun era lo que parecía.

Todavía había una astilla de duda alojada profundamente en su interior de que tal vez todo lo que había visto y sentido desde la noche en que Kyuhyun lo había encontrado. Una alucinación provocada por los monumentales poderes que ejercían los Centinelas.

Y no importaba cuántas veces se dijera a sí mismo que esto tenía que ser real, que la astilla de duda todavía le hería y acosaba, volviendo una y otra vez a su mente. Quería que todo esto fuera verdad tan desesperadamente que estaba seguro de que quedaría devastado. Alguien levantaría una cortina y mostraría su realidad, y todas sus esperanzas y sueños se disolverían como un cubo de azúcar lanzado dentro de agua caliente.

En el fondo, Sungmin sentía que era este último pedacito de duda el que se sujetaba en el fondo, pero no sabía cómo sacudirla. Era lo único protegiéndolo, y no importa lo seguro que se sentía en los brazos de Kyuhyun, sabía que también podía ser parte de la ilusión. Su verdadera seguridad sólo radicaba en aferrarse a esa duda, manteniéndola cerca de su corazón para que al menos esa parte fuera invulnerable.

Si todo esto era una mentira, y la cortina se abría, por lo menos Sungmin sabría que había retenido la parte más importante de sí mismo. Podría ser despojado de su orgullo y estar humillado, podrían reírse del tonto que cayó bajo su hechizo tan fácilmente, que incluso podrían matarlo, pero al menos no moriría con el corazón destrozado.

Era un triste consuelo.

Sungmin apartó las mantas, encontró algo de ropa nueva que no estaba rasgada por la mitad, se duchó y se vistió.

Su primer impulso fue salir a buscar a Leeteuk para hablar con él, pero estaría ocupado en el muro, o si no lo estaba, estaría probablemente durmiendo. Ya que Sungmin era inútil cuando se trataba de echar una mano mágica, lo menos que podía hacer era mantenerse fuera del camino y no ralentizar a todos los demás.

Sólo había una cosa que Sungmin pudiera hacer para ayudar: obligar a los Defensores a ver la realidad y ponerlos del dado de los Centinelas. Había centenares de ellos, tal vez incluso algunos miles, dispersos por todo el país. Si se aliaran con los Centinelas y ayudaran a combatir contra los Sasaengs, tal vez ayudaría a igualar el juego.

Claro, no eran más que humanos sin poderes mágicos, pero estaban fuertemente armados y dedicados por completo a la humanidad. Incluso si sólo accedieran a proporcionar ojos y oídos, podrían ayudar a inclinar la balanza a favor de los Centinelas.

Valía la pena intentarlo.

Además, si se las arreglaba para convencer a los Defensores de que todo lo que esperaba fuera cierto, entonces eso recorrería un largo camino hasta arrancar esa última astilla de duda.

¿Y si no pudiera convencerlos? Bueno, no estaba seguro de lo que haría a continuación, pero tenía que intentarlo.

Sungmin no era tan estúpido como para reunirse con ellos cara a cara, pero una llamada telefónica no le haría daño. Ya sabían dónde estaba, y puesto que la bomba no había detonado, probablemente también sabrían que había sido comprometido.

Creía poder obtener una línea exterior, y llamaría a Hong Gildong, hijo de Jack. Era romper la cadena de mando, pero Gildong era un hombre mucho más razonable que su padre. Si alguien iba a escuchar su versión de los hechos, sería él.


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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...