Tu Mi Destino- Capítulo 16



Sus dedos delgados se deslizaron sobre su pecho hasta que alcanzaron la piel desnuda de su garganta. La banda que había estado allí tanto tiempo, cubriendo su piel, se fue, sensibilizando su carne al tacto. Sungmin le acarició, como si supiera que ese era el caso, y el cuerpo de Kyuhyun comenzó a calentarse con una dosis previsible de lujuria. El hombre fue directamente a su cabeza.

—Tu piel esta mucho más clara aquí —dijo Sungmin.

—Hambrienta de luz del sol desde que nací —Kyuhyun tembló y sus músculos se tensaron. Sangre caliente corrió a su ingle, poniéndole tan duro tan rápidamente que era doloroso.

—¿Te lastimé?

—No mi cuello —él le dijo entre dientes apretados.

Sungmin se movió para poder ver su cara. Sus ojos chocolate agridulce se deslizaron sobre él, buscando la fuente de su incomodidad. Inevitablemente, vio su erección y sus pestañas descendieron. Una sonrisa tibia calentó su boca, haciéndolo casi irresistible.

—¿Quieres que la bese y la haga mejorar? —preguntó.


Un puñetazo de deseo en bruto lo golpeó en las entrañas, haciéndole gruñir contra la fuerza de ello.

—Estás tratando de matarme, ¿verdad?

Sungmin negó con la cabeza.

—No. Te quiero, Kyuhyun. Pero te quiero sin los juegos mentales. ¿Crees que puedes hacer eso?

Él no estaba seguro, pero sabía que lo intentaría como el demonio. Haría casi cualquier maldita cosa para darle lo que quería, queriéndole sólo a él a cambio.

Él asintió con la cabeza.

—Sólo sexo —le dijo Sungmin, lamiendo sus labios.

No era lo que él quería, no era como se suponía que fueran las cosas entre ellos, pero sabía que tomaría lo que pudiera conseguir. Especialmente si implicaba tener a Sungmin desnudo sólo para él.

Kyuhyun intentó estar de acuerdo, pero sus cuerdas vocales estaban aseguradas apretando dentro de su garganta. Se acomodó para la acción en lugar de las palabras, tomando su boca en un beso suave.

Sungmin dejó escapar un gemido de satisfacción y profundizó el beso, deslizando su dulce lengua contra la de él. Sungmin agarró su cabeza y extendió sus dedos a través de su pelo, sujetándole mientras bebía hasta llenarse.

Kyuhyun intentó dejarlo marcar el paso, pero no podía mantener sus manos para sí mismo. Él no era tan fuerte. Le agarró sus caderas en sus palmas y la presionó abajo contra su erección estirándose. El contacto, aún a través de todas esas capas de ropa, disparo chispas a lo largo de su columna vertebral y desgarró un sonido animal de lujuria de su garganta.

Todas sus buenas intenciones de hacerle la corte, hacerle confiar en él, se deslizaron a través de sus dedos, perdidas y olvidadas. Palidecieron en comparación con el resplandeciente fuego de necesidad arañando sus entrañas.

Los dedos de Sungmin se deslizaron abajo de su cuerpo y tiraron del dobladillo de su playera sobre su cabeza, dejando al descubierto su pecho. Romper el beso le disgustó y él lo arrojó abajo sobre el sofá donde podía mantenerle justo donde le quería.

Sus labios estaban rojos, húmedos e hinchados y sus ojos resplandecían con anticipación. Sungmin extendió sus manos sobre su pecho y Kyuhyun sintió su marca de vida oscilar, las ramas desnudas arqueándose bajo su toque.

Antes de que se olvidara de sí mismo y terminara lastimando a uno de ellos, Kyuhyun desabrochó su cinturón de cuero para llevar la espada y la coloco al alcance de su mano. Parpadeó ante la visibilidad, el patrón de la hoja de plata que adornaba la empuñadura y la vaina resplandeciendo en la luz amarilla de las velas que todavía ardían en la cocina.

Él quería ver la piel de Sungmin bajo esa luz cálida. Todo

—Quítate la camiseta —él le dijo, renuente a confiar en sí mismo para hacer el trabajo sin arrancarla de su cuerpo. Su voz salió pesada y oscura, casi siniestra, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. No ahora, mientras su necesidad por Sungmin lo golpeaba.

Sungmin no le había oído. Sus ojos estaban cerrados mientras deslizaba sus manos sobre su pecho. El sudor trataba valientemente de enfriar su piel sobrecalentada, pero no pudo lograr exitosamente la tarea, no mientras Sungmin estuviera tocándole.

La mirada de absorción y disfrute total en su cara era humillante. La idea de que podía complacerlo con algo tan simple como su pecho desnudo le hizo sentirse poderoso, dándole más esperanza para su futuro de lo que creyó posible.

Su luceria brilló tenuemente alrededor de su garganta, resplandeciendo como un plumaje pálido y luminoso de jade y verdes esmeraldas.

Una ráfaga de posesividad estalló dentro de él. No iba a dejarlo ir. No iba a dejarlo esconderse de él. Quería cada parte de Sungmin. Su cuerpo, su mente, su alma. Todo eso. Para siempre.

Sungmin aspiró un aliento jadeante y sus ojos se abrieron desmesuradamente. Tembló debajo de él y sus dedos se clavaron en sus hombros.

— ¿Qué fue eso?—preguntó Sungmin con voz desesperada.

Kyuhyun no sabía lo que quiso decir, y no iba a desperdiciar ese pequeño pensamiento racional que le había quedado para aclararlo. Necesitaba eso para recordar como desnudarlos a ambos. Ahora.

Él deslizó sus manos debajo de su camiseta, frotando sus nudillos a través de la piel de raso de su vientre. Chispas de poder salieron a raudales de él, hundiéndose en Sungmin dondequiera que tocara. Sus músculos temblaban bajo sus dedos y él sintió su respiración acelerarse, vio sus pezones tensarse debajo de su ropa.

El deseo de sentir esos rígidos puntos contra su lengua lo abrumó, y empujó su camiseta arriba sobre sus brazos y lo que quería estaba justo allí, apretado, ansioso y mendigando por él.

Kyuhyun lo cubrió con su boca. Sungmin se levantó fuera del sofá en un poderoso arco. El movimiento hizo que sus miembros se rozaran, y él casi se vino en ese mismísimo momento. Necesitó varias inhalaciones por la nariz para calmarse, pero no podía resignarse a mover su boca. Su pezón estaba duro contra su lengua y el sabor del hombre, de su piel lo llenó y le puso más hambriento al mismo tiempo.

Sungmin tomó su pelo en sus puños y lo sostuvo con fuerza, haciendo ruidos eróticos de ánimo. Sus caderas se mecieron debajo de él, frotándose perfectamente. Demasiado perfecto. Él no quería venirse aún y terminar el placentero tormento. Colgar sobre el borde de locura se sentía demasiado bueno y lo quería justo allí mismo con él cuando cayera.

De alguna forma, logró abrir sus pantalones vaqueros y sus dedos se deslizaron debajo de sus boxer hasta que sintió su resbaloso miembro. Sungmin estaba duro por él, y listo tan rápidamente que quiso caer de rodillas en agradecimiento. No estaba seguro de que pensara lo suficiente claro como para hacer esto bien, y él en realidad quería que fuera adecuado para Sungmin.

Sungmin levantó la cabeza y cubrió su boca en un beso abrasador. Sonidos ansiosos, necesitados llenaron sus pulmones y él los bebió de un trago, muriendo por oír más.

—Te necesito —le dijo.

Las palabras lo llevaron más allá de lo posible.

Sungmin se apartó, despojándose de su camiseta en un tiempo récord. De alguna manera, salió de debajo de él y se arrodilló delante de él en el sofá, esforzándose por retorcerse fuera de sus jeans.

La tierra en el mundo de Kyuhyun se detuvo. El titilar de las llamas de las velas sobre su piel desnuda y ruborizada lo recorrió lentamente en una perezosa caricia de calor y luz. Sus pezones estaban brillantes y distendidos por la humedad de la succión de su boca. La curva suave de su estómago refulgía de sudor. Lentamente, tan despacio que él pensó que perdería la razón, Sungmin empujó sus jeans y los boxer abajo, desnudándose ante él hasta que se arrodillo allí, desnudo y glorioso, ofreciéndosele.

Un regalo que él no podía rehusar.

Su pareja se inclinó hacia adelante hasta que su boca estuvo al nivel de su pecho y presionó un beso contra su marca de vida. El zumbido llenó su cabeza y su árbol se estremeció debajo de su boca.

Su aliento barrió sobre su pecho y Sungmin le contempló desde debajo de largas pestañas. Era la clase de mirada que un hombre soñaba con ver una sola vez en su vida, llena de deseo y lujuria y el suficiente calor para abrasar su alma. Aún sin poder ver dentro de su mente, él sabía sin duda alguna que lo que estaba ocurriendo entre ellos era exactamente lo que Sungmin quería.

Sus dedos fueron a sus pantalones vaqueros y esta vez, él no le impidió hacer chasquear el botón. Sungmin solamente quería sexo, así que eso sería lo que le daría. El suficiente como para hacerlo gritar de placer. El suficiente como para dejarlo doliendo por más, porque él estaba seguro de que nunca a conseguiría suficiente. Si ésta era la única parte que Sungmin le permitiría tener, iba a usarla para su completa satisfacción.

Él le ayudó a librarlo de sus ropas y sus zapatos, entonces apretó los puños en sus costados mientras sus ojos oscuros vagaban por su cuerpo desnudo en oscura apreciación.

—Eres un hombre atractivo, Kyuhyun.

— Recuéstate —las palabras sonaron cortantes y afiladas, pero al menos salieron. Era más de lo que él esperaba.

Sungmin sacudió la cabeza y gateó lejos en un alboroto de piernas y brazos flexibles. Dijo algo mientras salía, pero Kyuhyun no lo oyó. Su sangre martilleaba en sus oídos, su pulso un rugiente tambor de necesidad.

El le había dejado. Otra vez.

Kyuhyun observó su bello culo contonearse mientras caminaba. El tatuaje de lobo en su hombro le devolvió la mirada, burlándose de él con su verde mirada. El tenía los dos hoyuelos más sexys que alguna vez hubiera visto en la base de su columna vertebral. De alguna manera, eso no hizo la vista de Sungmin dejándole más fácil de soportar. Todas esas noches de desesperación sin esperanza... noches que había pasado buscándola mientras sufría a través de horribles espasmos dolorosos... regresaron a él.

El no iba a dejarlo. No ahora. Nunca más.

Los instintos animales... la necesidad de reclamar a su compañero asumió el control y él saltó de pronto. No estaba seguro de cómo había cruzado la habitación, pero lo había hecho, y Sungmin estaba inmovilizado debajo de él sobre el tapete, sus ojos amplios con aprensión.

A Kyuhyun no le importó. El había intentado dejarlo otra vez, como si fuera basura arrojada en la calle. No iba a dejarle hacer eso. No esta vez.

Él empujó sus muslos abiertos, empujando su rodilla entre ellos. Su pene se deslizó a lo largo de su resbalada entrada, latiendo, grueso y caliente. Su respiración se aceleró y sus dedos se apretaron contra su pecho. Él tenía sus brazos sujetos para que no pudiera moverse, pero eso era joder rudo. Sungmin había intentado escaparse. Necesitaba saber que él no lo iba a consentir.

—Kyuhyun — Su nombre fue una plegaria desgarrada por algo que él no podía descifrar.

Estaba tan mojado y duro, tan listo para él. Kyuhyun se abrió paso, deslizándose dentro de su cuerpo fácilmente, empujando la cabeza de su erección justo dentro de el. Sungmin era cómodo, ardiente y el deseo de empujar su polla en él hasta venirse era casi abrumador.

Pero se contuvo, aunque no estuviera seguro de por qué.

Sus ojos se agitaron cerrados y un rubor rosa oscuro se extendió sobre sus mejillas. Calientes listones de poder manaron de él, aliviando una parte de la presión en su interior, ayudando a aclarar su cabeza.

Su boca estaba abierta, su aliento caliente llenando el espacio entre ellos. Su pecho era suave contra su pecho húmedo, contra sus pezones duros apuñalándolo.

Él empujó hacia adelante sus caderas, necesitando estar dentro en su totalidad, llenándolo, reclamándolo.

Sungmin se volvió tenso y él sintió su cuerpo atenazando duro en su polla.

—Déjame entrar —él ordenó.

Sungmin no respondió. No se relajó. Él no quería lastimarlo, pero tampoco podía detenerse. No ahora que estaba tan próximo a ser parte de él.

Kyuhyun no supo qué más hacer, así es que cubrió su garganta con su mano, cerrando las dos partes del luceria juntos. El poder se levantó en él, agitándose y burbujeando.

Él canalizó ese poder a través de su enlace y lo forzó a deslizarse bien dentro de Sungmin.

El jadeó y se arqueó fuera del piso, alojándole más profundamente dentro de su cuerpo apretado. Chispas azul brillante de energía se derramaron de su piel, hundiéndose en la suave alfombra. Sungmin tembló, sus músculos se tensaron y sus ojos se apretaron firmemente.

Lo estaba lastimando.

Kyuhyun entró en pánico y yació allí paralizado, clavando su cuerpo en el lugar. Lo había lastimado, pero no podría retroceder, no podía detenerse. No podía dejarlo ir.

Encontró la fuerza suficiente para decir.

—Lo siento —lamentaba lastimarlo. Lamentaba que no pudiera detenerse.



El cuerpo de Sungmin no le pertenecía. Era una cosa extraña, necesitada y
desesperada, llena con tantas chispas de energía que difícilmente podía encontrar el espacio para respirar. La altura de Kyuhyun lo mantenía en el suelo, negándole lugar al que huir. Su gruesa erección estaba posicionada en su entrada, estirándola tan apretadamente que casi dolía. No había estado listo para esto. Tampoco había estado listo para el calor de esos tintineantes lazos de energía hundiéndose en su interior.

Piel desnuda sobre piel desnuda.

Y él estaba definitivamente desnudo. Suave y duro, deslizándose dentro de suyo. El pensamiento le molestó, provocándole un parpadeo de preocupación, pero no podía centrarse en ello lo bastante para descubrir el por qué. Todo lo que podía hacer era estremecerse bajo la fuerza de su presencia, la intensidad de aquellos ojos  contemplándolo.

—No te dejaré ir —le gruñó él, su voz vibraba en su masivo pecho.

Todo había estado bien hasta el momento en que se había alejado para entrar en un dormitorio. Ahí fue cuando Kyuhyun lo había atrapado he ido tras él igual que alguna clase de animal salvaje. Esa fiera mirada estaba todavía allí. Su mandíbula apretada. El sudor delineando sus cejas. Podía sentir los gruesos cordones de sus músculos mientras él trataba de controlarse a sí mismo y al fuerte latido de su corazón. No estaba seguro de cuánto tiempo resistiría.

La necesidad de calmarle se elevó en su interior. No estaba seguro de si eso era porque estaba asustado de lo que le hacía, o si temía que quizás dejase de hacerlo.

—No voy a dejarte. Sólo quisiera acabar en una de las camas.

—¿Camas? —dijo él como si no reconociera la palabra.

Sungmin consiguió liberar sus brazos y Kyuhyun hizo más presión con su cuerpo sobre él, dándole una estruendosa advertencia desde la garganta. Nunca había oído a un hombre hacer un sonido así, y tuvo que luchar con la astilla de miedo que amenazaba con deslizarse en su interior.

No había lugar para el temor. Ya había roto las costuras con más sensaciones de las que podía soportar.

Hizo que sus músculos se quedaran laxos bajo Kyuhyun, diciéndole con su cuerpo que no iba a intentar huir.

Algo de la tensión en su mandíbula se borró y él se dio cuenta en ese momento de que Kyuhyun estaba actuando por miedo, no por rabia. Tenía miedo de que fuera a huir otra vez. ¿Y por qué no iba a tenerlo? Ya lo había hecho antes.

—No voy a irme a ningún lado —le dijo. Le acarició el rostro con el suave deslizar de la punta de sus dedos por su frente, mejillas y boca—. Estoy justo donde quiero estar.

Y esa era la verdad. No había ningún otro lugar en el que quisiera estar más que con ese hombre, recreándose en el placer que le daba con su simple presencia.

Tiró de su cabeza hacia abajo, de modo que pudiera besarle, diciéndole con sus labios y lengua que se rendía. Que era suyo.

Su cuerpo se suavizó, relajándose alrededor de su erección, facilitándole la entrada para que empujara profundamente. Kyuhyun era grande, y él había pasado mucho tiempo desde que había estado con un hombre —ninguno de los cuales podría haberlo preparado para esto, de todas formas.

Kyuhyun lo estiró hasta los límites, alcanzando terminaciones nerviosas que no sabía ni que existían hasta que cobraron vida. Estaba temblando, vibrando bajo la presión de tal sensación. Con lento y doloroso progreso, combinó sus cuerpos hasta que no hubo lugar que él dejara sin llenar.

Presionó su frente contra la suya, su cuerpo todavía profundizando. Su respiración salía en caliente jadeos, mezclándose con la suya. Su erección se movía dentro de él, palpitando con calor.

Sungmin gimió, sorprendiéndose con el sonido de su resonante necesidad tan clara en su voz.

—¿Duele? —pronunció la palabra en una arenosa voz.

—No.

Una llama de satisfacción iluminó sus ojos; entonces deslizó sus brazos a su alrededor, uniendo su cuerpo contra el suyo y empezando a moverse. La fácil y deslizadiza sensación de él dejando su cuerpo vacío, le hacía dolerse. Se agarró a sus hombros y arqueó las caderas hacia él cuando volvió a deslizarse en una llana embestida.

El potente calor corría a lo largo de su columna y le llenaba la cabeza. Un ruido de rabioso placer llenó el espacio entre ellos, pero no podía decir quién lo había hecho. Quizás ambos. Sus gruesos brazos lo acunaban, sosteniéndolo estable mientras imponía un lento y profundo ritmo. Brillantes globos de luz danzaban en sus ojos y, cuando se aclararon, todo lo que vio eran brillantes lazos de poder fluyendo dentro de su cuerpo. Estaban conectados entonces, unidos con seguridad con ninguna posibilidad de escapar.

No es que él quisiera alguna. Todo lo que quería estaba justo aquí, dentro de ese abrazo, y todo ello era un regalo de Kyuhyun.

Su boca cubrió su pezón, succionándolo con más calor. Arcos de placer saltaron a su entrepierna, haciendo que tensara su agarre alrededor de su erección.

Kyuhyun gruñó contra la carne, la vibración causando un nuevo disturbio de placer arremolinándose profundamente.

El poder de su cuerpo le asombraba. El agarrador fluido y la liberación de sus músculos le empujaron más alto con cada latido de su corazón. El calor se escurría de ellos, causando que el aire a su alrededor estallara y chisporroteara. Kyuhyun plegó su haciendo sitio para que su mano serpenteara entre ellos.

El cambio de posición hacía que golpeara un nuevo y más sensible punto. Deslizó sus dedos a través de miembro, sintió las ásperas yemas de sus dedos en toda su extension, iniciando una danza ardiente. El balanceo de su cuerpo movió su mano lo suficiente como para hacer que sus interiores se apretasen igual que un enrollado capullo. La exquisita sensación de su mano era perfectamente calculada para obligarlo a ir donde él quería.

Sungmin no tenía otra opción excepto entregarse. Estaba demasiado cansado de luchar, tan cansado de que nada en su vida fuese fácil. Hasta ese preciso momento.

Kyuhyun cubrió su boca con la suya justo cuando su clímax se estrelló sobre él. Toda la tensión dentro de Sungmin explotó en un estallido de luz y sensaciones. Ésta sólo se drenó una fracción de segundo antes de deslizarse fuera de él otra vez.

Era demasiado repentino. Kyuhyun lo dominaba, lo destruía, lo hacía completo.

Sus sordos gritos de liberación llenaron sus oídos y sintió como los brazos se Kyuhyun se apretaban a su alrededor. Otra temblorosa ola de placer brilló desde él justo cuando su erección aumentó y pulsó dentro. El último eco de su suave orgasmo se extendió por él, haciéndolo apretarse alrededor de Kyuhyun mientras éste gruñía desde lo más profundo de su culminación.

Su respiración se normalizó mientras el sudor refrescaba sus cuerpos. La boca de Kyuhyun estaba en su garganta, mordisqueándolo, sorbiéndolo con besos que dejarían marcas.

Una satisfecha sonrisa estiró su boca. Dejaría que lo marcara. No le importaba. Se sentía demasiado bien para importarle ninguna otra cosa que el cómodo peso de su cuerpo sobre el suyo y el protector círculo de sus brazos, todavía anclados a sus caderas, manteniéndolos unidos.

Kyuhyun se movió, dejándole sitio para respirar, pero no demasiado. Se sostuvo sobre sus codos y le acarició el pelo apartándolo de la sudorosa frente. Una extraña y casi vulnerable mirada oscurecía su rostro.

Quería consolarle, darle las palabras cualesquiera que necesitara. Pero profundamente, sabía que lo que Kyuhyun necesitaba de él no eran palabras. Eran acciones.

Quería que él se abriera a sí mismo y le dejara entrar. No sólo en su cuerpo, sino en su mente.

¿Cómo podría hacer eso? ¿Cómo podría poner ese tipo de confianza en las manos de un hombre que había creído su enemigo durante tanto tiempo?

Entonces de nuevo, después de lo que habían compartido, ¿cómo no podría?

Esto no había sido sólo sexo. Eso es lo que él había querido que fuera, pero era más que eso. Había visto lo mucho que lo necesitaba —lo vulnerable que era realmente a sus caprichos. Sungmin tenía el poder de aplastarle, destruir su mundo con nada más que un pensamiento —que la luceria cayera de su cuello y esto lo mataría— y con todo, sin embargo, su confianza no era suficiente.

Esa clase de confianza era humillante. Cambiaba vidas.

—Estás pensando demasiado —le dijo él—. No debo haber hecho un buen trabajo si todavía eres capaz de pensar correctamente.

Sungmin le dedicó una sonrisa y le besó la punta de la nariz.

—Si lo hubieses hecho mejor, me habrías matado.

Una arrogante sonrisa se extendió por su boca, haciendo que sus blancos dientes brillaran en la tenue luz.

—¿Podríamos darle una oportunidad a esa teoría?

No podía aceptar más intensidad ahora mismo. Se sentía demasiado delicado. Demasiado frágil.

—¿Lo dejamos para otro momento?

—Para cuando quieras, cariño. Sólo di la palabra.

Su generosidad hacía que sus defensas se rompieran más con cada acto de bondad. No estaba seguro de cómo sabía qué armas esgrimir contra él para hacer que se derritiera a sus pies, pero parecía tener un instinto para ello.

Kyuhyun se retiró de su cuerpo, todavía tan grueso y duro como si no se hubiera corrido. Pero Sungmin sabía que lo había hecho. Podía sentir el semen goteando de su cuerpo, verlo brillando en la oscura cabeza de su pene.

No habían usado preservativo. Eso era de lo que se había olvidado antes.

Las ramificaciones de eso azotaron contra él, una por encima de otra hasta que no pudo hacer otra cosa que mirarle.

—¿Qué ocurre? —preguntó Kyuhyun, el pánico filtrándose en sus palabras.

—No tuvimos precausiones.

Su mano se deslizó sobe su pelo en una tranquilizadora caricia.

—Está bien. No tienes que preocuparte. No puedo transmitirte alguna enfermedad o dejarte embarazado.

—¿Embarazado?

Los brillantes sueños se deshicieron y se disolvieron antes incluso de que acabaran de formarse.

—Aunque seas hombre como pareja Suju tienes la posibilidad de embarazarte, pero nuestros hombres son estériles. Algo que nos hicieron los Sasaengs, asi que... —a pesar de la gentileza de su mano, sus palabras eran secas y cortantes. Amargas.

—Lo siento.

Y lo hacía, pero no sólo por Kyuhyun.

—Sí. Yo también, pero es una historia antigua —se levantó y le tendió una mano—. ¿Qué te parece si probamos esa ducha nueva nuestra?

Sungmin asintió. Una ducha sonaba bien. Distrayente. Tenía demasiadas cosas moviéndose a través de su cabeza ahora mismo. Demasiadas preguntas. Demasiada confusión. Lanzar algunas de ellas por el desagüe sonaba como una maravillosa idea.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...