VIkingos I -10


 

— ¿Por qué insistís? He dicho que seré gentil. Os causará algún dolor esta primera vez, pero no mucho.
 
  ¡Mentís!    gritó  Heechul,  tratando  en  vano  de  liberar  sus brazos— . ¡Otro rasgo vil para añadir a los otros que tenéis!
 
— ¡Quieto! — ordenó él en tono cortante cuando Heechul levantó la rodilla peligrosamente cerca de su ingle— Estabais dispuesto a recibir una azotaina que causa mucho dolor, pero rechazáis esto, que sólo causa placer. ¿O es la humillación lo que teméis, porque una vez hecho, no habrá ninguna duda de que me pertenecéis?
 
— ¡Vuestra lengua embustera no hará que me someta! — gritó lleno de frustración— . ¡Conozco los sufrimientos que vais a causarme!
 
— ¿Sufrimientos? — el miró esos ojos aterrorizados y se preguntó qué demonios le habrían metido en la cabeza— . La verdad surgirá del hecho.
 Con eso, se apartó y Heechul pensó fugazmente que había cambiado de intención. Pero se engañó, porque al instante siguiente le quitaron el cinturón, y su camisa le fue arrancada de los hombros, bajada por sus caderas y arrojada al suelo. Gimió débilmente por la humillación de tener su joven cuerpo desnudo completamente ante los ojos lascivos de un hombre. Y los ojos de este hombre saborearon con voracidad su desnudez y le hicieron cerrar los ojos de vergüenza.
 
— Así que éste es el cuerpo que queríais negarme — murmuró él con voz ronca— Esperaba encontrar formas de varoncito, no estas curvas y redondeces perfectas. Sí, sois un joven de verdad, completo. Nunca había visto tanta belleza... y ahora es toda mía.
 
Heechul se sobresaltó ante sus palabras y abrió los  ojos.
 
— ¡Cesad de balbucear, vikingo! ¡Yo no soy vuestro y vos no habéis demostrado lo contrario!
 
El le sonrió a esos tormentosos ojos negros y esas  mejillas de color encendido.
 
— Lo haré con placer, Heechul. — pronunció el nombre como una caricia— . Sí, con mucho placer, por cierto.
 
Se inclinó, sus manos le sujetaron los brazos a los  costados y puso una pierna sobre las de él, dejándolo inmovilizado. Después llevó sus labios a las firmes eminencias de los pezones que se alzaban orgullosos frente a él. Tomó uno en su boca y succionó suavemente. Heechul se estremeció ante este ataque. Nunca había soñado que los labios de un hombre pudieran ser tan ardientes. Parecían abrasarlo donde tocaban. ¿Este intenso calor era parte de los sufrimientos que iban a venir?
 
Bajó la vista hacia él; asombrado, miró la cabeza que descansaba sobre su pecho. Después miró los hombros enormes y vio las finas marcas sangrientas de sus arañazos.
 
Observó los músculos de hierro que ondearon en la espalda cuando trató de mover sus brazos y él se lo impidió. Heechul admiraba la fuerza y el coraje; siempre los había admirado. Pero la fuerza de este hombre era increíble. Lo sujetaba con pasmosa facilidad cuando trataba con todas sus energías de sacárselo de encima. Aunque un cuerpo tan poderoso era magnífico de contemplar, estar a merced de esa fuerza le resultaba intolerable.
 
— Siwon..., Siwon... — El lo miró, asombrado.
 
— Es la primera vez que usáis mi nombre — dijo — Me gusta como suena en vuestros labios.
 
Heechul se esforzó para hablar.
 
— Siwon, soltadme — dijo en tono lo más cercano al ruego que le fue posible.
 
El sonrió, con los ojos inflados de pasión.
 
— No, mi beldad. Es demasiado tarde para eso.
 
Intentó besarlo, pero Heechul volvió la cabeza a un la do. Le soltó un brazo para sujetarle la cara. Instantáneamente lamentó su decisión, pues él le clavó en una parte blanda del pecho las uñas como filosos dientecillos. El aulló de dolor y rápidamente volvió a sujetarle la mano.
 
— ¡Veo que, después de todo, tenéis un arma, mi joven sanguinario!
 
— ¡Sí, pero lamento no poder alcanzar vuestro corazón; porque, si pudiera, lo arrancaría y lo arrojaría a los lobos para que lo comiesen!
 
— Bueno, mí fierecilla, aquí tengo algo que os daré a cambio, aunque no irá a los lobos, sino entre vuestras piernas — gruñó él, y le aferró ambos brazos con una mano mientras que con la otra se quitaba los pantalones.
 
Con las piernas libres por un momento, Heechul pateó con furia, pero fue inútil. Y entonces, el miembro duro e hinchado de él se apretó contra sus muslos.  Como él estaba de costado, pudo verlo claramente, soltó una exclamación ante el enorme tamaño y supo que Jaejoong no había mentido. Seguramente, este orgulloso animal lo haría pedazos y lo dejaría pidiendo misericordia a gritos. Pero aunque se sintió preso de un miedo horrible, no pudo pronunciar las palabras rogándole que lo soltara.
 
Su pánico creciente casi lo ahogó. Se sacudió y retorció de tal modo que no se dio cuenta de que él había metido las rodillas entre sus piernas y ahora se inclinaba sobre su cuerpo. Cuando él bajó lentamente su peso, anulando de una vez por todas sus inútiles esfuerzos, supo que estaba atrapado sin la menor esperanza de escapar.
 
— Actuáis como si fuera a mataros — dijo él, todavía asombrado de que luchara con tanta fiereza— . Dejad a un lado vuestros temores. No pereceréis en mi lecho.
 
— ¡Las palabras de un taimado zorro a su víctima elegida! — siseó Heechul entre dientes— . Os advierto, vikingo. Si insistís en esta fechoría lo lamentaréis. ¡Yo no me tomo las injusticias a la ligera!
 
El ignoró la amenaza y aplicó sus labios a la curva  de su cuello. Después, le susurró al oído.
 
— Relajaos, Heechul, y seré gentil con vos.
 
— ¿Cómo puede ser gentil un patán chapucero? — replicó.
 
Heechul no vio que la cara de él se crispaba de cólera, pero la voz fue prueba de su fastidio...
 
— ¡Entonces, lo tendréis a vuestro modo! — dijo Siwon.
 
Las piernas de Heechul estaban ampliamente separadas por los muslos de él. El enorme miembro fue como un grueso vástago de acero que apretaba para penetrarlo, hasta que encontró la resistencia de la doncellez. Pero como un ariete que golpea y golpea, él atravesó, Heechul sintió un dolor penetrante y ardiente.
 
El cuerpo de Heechul estaba rígido de expectativa. Esperó que el terrible sufrimiento continuara. Pudo sentir el arma ofensiva que entró profundamente en él y enseguida salió por completo, sólo para volver a entrar más y más hondo. Una y otra vez lo penetró, salió, regresó rápidamente para sepultarse de nuevo. ¿Dónde estaba el dolor que Heechul temía por sobre todas las cosas? ¿Y qué era esta extraña sensación que lentamente se extendía por su cuerpo y que lo hacía sentirse flotando, volando en una nube mística que lo llevaba cada vez más alto... y hacia dónde?
 
Heechul no sabía que Siwon estaba observando la confusión de sus facciones. Por fin él cerró los ojos y entró tan hondo que pareció que ambos quedarían unidos por toda la eternidad. Después se quedó quieto. Aunque hubiera querido bajar la guardia y descansar en esta proximidad, para obtener de ello más placer, ni siquiera ahora pudo confiar en él.
 
Heechul estaba sumido en sus pensamientos cuando él le miró, una arruga le cruzaba la frente. Siwon se preguntó brevemente por su humor, por qué ahora estaba tan quieto y no exigía que lo soltara. Heechul le había proporcionado más placer del que había creído posible y con un poco de asombro sintió que ya estaba deseando volver a poseerlo.
 
— ¿Por qué os detenéis? — preguntó Heechul en tono altanero. El miró esos ojos confundidos y rió.
 
— Porque habéis recibido mi simiente y pasará un rato antes que pueda daros más.
 
  Pero  aún  estáis  duro  dentro  de    — replicó sin avergonzarse— . Puedo sentiros. ¿No podéis continuar?
 
Siwon lo miró completamente sorprendido.
 
  ¿Queréis que continúe?
 
Heechul lo pensó un momento y respondió en tono indiferente.
 
— No, el momento ha pasado.
 
El gruñó, irritado por la respuesta, y se preguntó  si después de todo, no habría perdido la batalla.
 
  Deduzco que no os resultó tan terrible, ¿eh?    preguntó mientras buscaba sus pantalones.
 
— No, en lo más mínimo — repuso y se estiró perezosamente delante de él. De pronto, una expresión de cólera pasó por su rostro— . ¡Pero alguien pagará muy caro por lo que fui persuadido a esperar!
 
— ¿Quién?
 
  Es  asunto  mío,  no  vuestro—replicó.  Enseguida,  sus carcajadas resonaron en la habitación, aumentando aún más la confusión de él— Este día he aprendido mucho, vikingo. Os doy las gracias.
 
 
 
Como no estaban Jooahn ni Siwon para decirle nada, Heechul pasó el día holgazaneando en la casa y conociendo a los sirvientes. Siwon había salido violentamente de la habitación después de vestirse, de un humor tempestuoso. Regresó apenas el tiempo suficiente para arrojarle una camisa nueva y enseguida se marchó sin decir palabra. Sabía que estaba profundamente irritado por el resultado de haberle hecho el amor. Había esperado humillarlo, y en realidad fue él quien dominó la situación. Esto no lo satisfacía para nada. Quizás ahora estaba tramando otras formas de domeñarlo, pero las enfrentaría llegado el momento.
 
Heechul se sentó junto a la mesa de la larga y angosta área de cocinar y miró cómo Donghae preparaba hogazas de pan para la comida vespertina de Siwon. Leeteuk estaba junto al fuego revolviendo una espesa sopa llena de trozos de pollo. Leeteuk era un joven de cabellos leonados, de unos cuarenta años, bajo y rollizo, de sonrisa fácil y complexión florida.
 
Los dos jóvenes habían contado a Heechul cómo llegaron aquí. Sorprendentemente, sus relatos estuvieron desprovistos de rencor. Habían sido vecinos en su tierra natal, pues vivían en una aldea que fue saqueada hacía cuatro años. Fue el mismo Siwon quien los capturó y trajo aquí. En esos años, él servía a su padre y participó en muchas de esas incursiones. Los dos jóvenes no se lamentaban de la vida que llevaban aquí, pues no era muy diferente a la que conocían en su tierra, y estaban bien alimentados.
 
A Leeteuk no le importaba tanto como a Donghae que cualquier huésped de Siwon pudiera llevarlos a la cama cada vez que lo deseara, simplemente porque eran esclavos y no tenían ningún derecho. Este era el único aspecto de su vida del que se quejaba Donghae. Por lo menos, no sucedía a menudo.
 
Ambos escucharon con ansiedad cuando Heechul explicó su historia y quedaron un poco intimidados al enterarse de la forma en que había sido educado. Ahora se sintió doblemente agradecido de que su padre no hubiera dado ninguna importancia a las costumbres y la tradición, pues de otro modo él también habría sido como estos jóvenes, pasivo bajo el yugo. Él nunca se sometería, y Choi Siwon tendría que aprender esa verdad con el tiempo, aun si no la aceptaba.
 
— Contadme acerca de Siwon — dijo Heechul mientras mordisqueaba unas nueces silvestres que Jackie le había traído esa mañana—. ¿Es un hombre equitativo?
 
— Claro que lo es — dijo Leeteuk prestamente.
 
— Excepto cuando nos entrega a sus amigos—añadió Donghae todavía recordando los días de festín.
 
— Creo que os quejáis demasiado — dijo Leeteuk, y rió por lo bajo— . Os oí reír lo mismo que yo cuando os revolcabais con un hombre.
 
— No me importa un hombre a la vez, pero no uno tras otro como en el festín — repuso Donghae con irritación— Decidme si os gusta el dolor que sentís en el trasero al día siguiente.
 
Heechul trató rápidamente de cambiar de tema porque su propia experiencia con un hombre aún era demasiado reciente y no quería pensar en ello todavía.
 
— ¿Y los esclavos que vendió? ¿No le importa qué será de ellos?
 
  Tuvo  que  venderlos,  Heechul    explicó  Donghae—  .  Tenía demasiados aquí..., los que tomó él mismo, los de Kangsi y los que le dio su padre. Vendió solamente los más robustos, que podrán defenderse bien y, por supuesto, los que creaban problemas.
 
Heechul palideció aI oír esto, pero Donghae y Leeteuk no lo notaron. Pronto recobró la compostura.
 
— ¿Cuántos quedaron? — preguntó.
 
— Diría que aproximadamente una docena. Estamos nosotros, y los dos jóvenes viejos que visteis ayer. Después están Jackie y cinco hombres más jóvenes. Por supuesto, también están los niños.
 
— ¿Los niños?
 
Donghae sonrió con orgullo.
 
— Yo tengo uno, Hyungsik, de dos años. Leeteuk tiene tres, dos de ellos mellizos.
 
— Los viejos los cuidan durante el día — dijo Leeteuk— . Los conoceréis más tarde, cuando vengáis a casa con nosotros. Espero que os gusten los niños.
 
— Me gustan — Heechul sonrió— . Solía llevar a cazar a los pequeños de nuestra aldea cuando sus padres trabajaban en los campos. Quizá también pueda llevar a los vuestros cuando sean más grandes.
 
Heechul advirtió con una sacudida interior que había hablado de un futuro aquí, cuando no tenía intención de quedarse mucho tiempo, tendría que vigilarse y no hacer demasiada amistad con estas personas, a fin de no lamentar su partida.
 
Siguió reuniendo información sobre el vikingo.
 
— ¿Son hijos de Siwon?
 
— El amo jamás me tocó — dijo Leeteuk e hizo pucheros— aunque traté muchas veces de llamar su atención.
 
— A mí me llevó a su cama unas pocas veces después que me trajo aquí — dijo Donghae— Pero perdió el interés y empezó a visitar la casa de su padre para probar los esclavos de allí. Hyukjae es el padre de Hyungsik, de eso estoy seguro.
 
— ¿Hyukjae?
 
— El amigo más íntimo de Siwon. Se hicieron hermanos de sangre para sellar esa amistad. Mezclaron sus sangres y las vertieron en la tierra en un rito de fertilidad. Eso fue hace seis años. Cuando Siwon tenía diecinueve y Hyukjae algunos más.
 
— ¿Hyukjae os contó eso?
 
— Sí, viene a verme a menudo y platica conmigo.
 
— ¿Hyukjae sabe que Hyungsik es su hijo? — preguntó Heechul.
 
— Por supuesto.
 
— ¿Entonces, por qué no se casa con vos?
 
Los jóvenes miraron a Heechul como si fuera un tonto. Leeteuk respondió.
 
— Un vikingo no puede desposar a un esclavo
 
  No está permitido
 
— ¿Y si el esclavo fuera liberado?
 
— Yo no seré liberado, Heechul. Hay una sola forma en que un esclavo puede obtener su libertad, que yo conozca, y es ayudando durante una pelea, matando a un enemigo del clan. Sólo un amo generoso otorga entonces la libertad. Hyukjae ha pensado en comprarme a Siwon; está aguardando el momento apropiado para hacerle el ofrecimiento, cuando la dureza de Siwon se relaje un poco. Siwon era un joven alegre y bondadoso cuando vinimos aquí, generoso y amable con todos. El hermano joven de Hyukjae cambió eso, hace tres años. Ahora él detesta a todos y se burlaría de Hyukjae si éste le dijera que me ama. 
 
A Heechul se le despertó el interés.
 
— ¿Ese es el Zhoumi que he oído mencionar con disgusto?
 
Donghae miró la puerta para asegurarse de que estaban solos antes de responder.
 
— El es, sin duda. Una perra fría y calculadora, si me lo preguntáis... en nada parecido a Hyukjae. Bueno, Siwon se enamoró de Zhoumi y creyó que él retribuía ese amor. Iban a casarse, en realidad. Pero entonces llegó un rico mercader y Zhoumi se fue con él, aparentemente prefiriendo las riquezas al amor. Desde entonces Siwon no es el mismo. Ha jurado despreciar a todos los jóvenes y no casarse jamás. Se enfurece y enfada por la cosa más pequeña. Se ha vuelto cruel y despiadado, busca pelea y ha perdido muchos amigos. Durante dos inviernos se fue a las forestas y navegó hacia el norte para cazar, llegando al agotamiento para acumular centenares de pieles, que vendió junto con los esclavos. Sus ansias de riqueza eran intensas. Por lo menos, eso lo ha conseguido. Hyukjae dice que ahora es un hombre rico. Y ya no es tan duro con nosotros como antes de partir en ese viaje. Pero sigue siendo frío y desconfiado.
 
— ¿Creéis que piensa conquistar a Zhoumi con esas riquezas? — preguntó Heechul.
 
— Quizá — replicó Donghae— . Yo no sé lo que puede haber en la mente de él. Sólo sé lo que Hyukjae me cuenta, y me dice que Siwon jamás volverá a entregar su corazón. Se cuida mucho. La única pareja que merece su amor, según él, es su madre. Esa mujer no puede hacer ningún mal, piensa Siwon.
 
— Sí, he visto el respeto que le tiene cuando estuve en el hall — dijo Heechul— Decidme, ¿por qué ella enseñó nuestra lengua a Siwon y no al otro hijo?
 
— Yunho es el primogénito y el heredero, así que tiene que ser un verdadero vikingo. Ella no puede demostrar amor por él en público porque está mal visto, y él es vigilado continuamente por el clan. Ella se los dejó a ellos. Siwon fue su segundo hijo y ella se consagró a él como sólo puede hacerlo una madre. El habla nuestra lengua y conoce a nuestro Dios además de los suyos. Sus modales bondadosos y amables vienen de ese amor que ella derramó sobre él, hasta que Zhoumi mató esos sentimientos.
 
— Me resulta difícil de creer que un corazón destrozado pueda hacer tanto daño — dijo Heechul pensativo.
 
— Es fácil ver que nunca entregasteis vuestro corazón, Heechul, pues de otro modo sabríais los demonios que puede poner la venganza en un alma dolorida. A Siwon lo volvieron malvado. No en broma lo apodaron Siwon Corazón Duro.
 
Heechul para el establo, al entrar encontró a Jackie aplicando un emplasto a la pata herida de una yegua.
 
— Estaba empezando a preguntarme si habíais perdido interés en el establo, jovencito — dijo él cuando se le acercó— . Esta mañana me hubiera servido mucho vuestra ayuda para tranquilizar a esa potranca después que ese semental salvaje la pateó en su ansiedad por salir.
 
Heechul frotó suavemente el morro de la yegua.
 
— Creí que no aceptaríais mi ayuda a menos que Siwon diera permiso.
 
— Lo dio anoche.
 
— ¿De veras? — pregunto Heechul, sorprendido, y enseguida rió con ganas— . ¡De modo que he ganado!
 
— Nada sé acerca de eso — replicó Jackie con una risita divertida— .El dijo que yo debía trabajar con vos hasta que desistierais.
 
— Bueno, no imaginé que sabría perder con gracia —    dijo Heechul, y se sonrió, muy satisfecho de sí mismo— . Sin embargo, estoy dispuesto a trabajar duro. Veamos, dejadme terminar eso con vos.
 
Jackie se incorporó lentamente y Heechul se puso de rodillas para ocupar su lugar junto a la yegua. El lo observó con ojo crítico mientras trabajaba, pero no le importó. Sabía que le llevaría un tiempo demostrar al anciano que era capaz.
 
— El invierno se acerca rápidamente — dijo Heechul e n tono pensativo— . Sentí el viento frío en mis brazos des nudos cuando subí la cuesta.
 
Jackie rió por lo bajo.
 
— Estaréis contento con este tiempo hermoso, jovencito, cuando hayáis probado el invierno aquí. Pero sí, pronto estará sobre nosotros. Las cosechas fueron recogidas hace dos semanas y el sol se acerca al horizonte. Antes de que pasen muchos días, estaréis deseando los fuegos del infierno para calentaros.
 
— Eso, no — replicó Heechul— Jamás. Quizá pueda dormir aquí, con los caballos, cuando llegue la nieve.
 
— iHum! — gruñó él— El amo Siwon nunca permitirá eso.
 
Heechul sonrió con astucia.
 
— Vos creíais que no me permitiría trabajar aquí y lo hizo. Siwon no es tan difícil de persuadir — con curiosidad, preguntó— : ¿Qué hace él en invierno para ocupar su tiempo?
 
— No hay mucho que hacer para nadie cuando llega la nieve. El amo suele cazar y reunirse con sus amigos para beber. Habitualmente se une por un mes a su hermano Yunho y navegan hacia el norte para cazar osos polares.
 
— ¿Dónde está ahora?
 
— Salió a hacer su cabalgata matinal.
 
— ¿Cabalga todas las mañanas? — Jackie lo miró con curiosidad.
 
— ¿Por qué tantas preguntas, joven? ¿Os habéis enamorado del amo?
 
— ¡Claro que no! — replicó Heechul— . Pero si voy a quedarme aquí, quiero saberlo todo acerca del hombre que es el amo de este lugar.
 
  ¿Si  vas  a  quedaros?    Jackie  enarcó  una  ceja—  .  No tenéis alternativa, jovencito.
 
Heechul terminó su tarea con la yegua, se incorporó y sacudió el polvo de su pantalón.
 
— Tengo una alternativa, Jackie — dijo en tono de confidencia— . No lo dudéis.
 
Una arruga más se sumó a los surcos de la frente del anciano.
 
— ¿Qué demonios se ha metido en vuestra cabeza? Por vuestro bien, os advierto que el amo trata con mucha dureza a los que tratan de huir.
 
— Si los encuentra. ¿Ninguno de aquí buscó la libertad?
 
— Sí, dos. Una mujer trató de escapar a las colinas en medio del invierno, pero el amo la encontró enseguida y la trajo de vuelta. La desdichada pasó dos días en la celda de castigo y casi había muerto congelada cuando por fin la sacaron. La llevaron con los otros esclavos que fueron vendidos.
 
— ¿Dijisteis dos?
 
— Un joven huyó el año pasado. Yunho se ocupó de él, pues Siwon no estaba aquí. El muchacho fue azotado delante de todos, hasta morir. A Yunho le gusta que sus escarmientos sean recordados para siempre.
 
Heechul se estremeció.
 
— Esa celda de castigo, ¿existe de veras? — Jackie asintió con expresión sombría.
 
— Está debajo de la casa, frente al fiordo. Kangsi la hizo construir para los castigos, pues el látigo no le gustaba. Es sólo un recinto pequeño tallado en acantilado y que se cierra con una pesada puerta. En la puerta hay una pequeña abertura cuadrada, con barrotes de hierro, que es la única entrada de aire. Pero también deja entrar el frío en invierno. No es una habitación confortable, pero el amo la ha usado en algunas ocasiones.
 
— Bueno, no temáis, Jackie. Yo no veré esa habitación . Cuando me vaya, si me voy, abandonaré estas tierras y no me encontrarán.
 
— ¿Por barco? — preguntó él y rió brevemente— ¿Cómo, jovencito? En este fiordo hay sólo tres barcos. El del amo, el de su padre y uno que pertenece al clan del otro lado del fiordo. Ninguno zarpará antes de la primavera y vos solo nunca podríais manejar uno.
 
— No imaginé que podría — replicó Heechul secamente, sintiendo que la desesperanza descendía sobre él.
 
En ese instante oyeron que se acercaba un jinete. Un momento más tarde, el gran semental negro entró en el establo. Siwon, alto y erguido sobre el lomo del animal, vestía túnica y pantalones color castaño oscuro y su pelo estaba en desorden por la cabalgata.
 
Los ojos de Heechul examinaron caballo y jinete. Siwon tenía un cuerpo cuya fuerza era evidente en los marcados músculos de los brazos desnudos, un cuerpo inmensamente agradable de contemplar. Y su rostro hubiera embobado a un joven más débil, tan de muchacho cuando sonreía, tan recio y guapo cuando estaba serio.
 
Ciertamente, Heechul nunca había conocido un hombre como éste. Pensó, un poco contra su voluntad, que podría pasar se horas contemplándolo sin cansarse de lo que veía.
 
 


1 comentario:

  1. después de todo no fue como esperaba al estar con Siwon y descubrió como fue engañado y sigue buscando a forma de escapar lo lograra gracias por el cap bye.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...