Vikingos I -17

 



Heechul se preguntó si en su vida volvería a ver algo tan hermoso como la aurora boreal. Miró maravillado la niebla de color violeta que se arremolinaba en el cielo. Si no hubiera hecho tanto frío, Heechul se habría quedado a contemplar indefinidamente la bruma luminosa. Pero hacía frío, mucho frío, en realidad.
 
— Vamos, Coran, antes que mis pies se congelen y yo también me convierta en hielo.
 
Fue un golpe de suerte cuando Coran le preguntó si necesitaban más provisiones del depósito antes de ir a acostarse. En realidad, no faltaba nada que no pudiera esperar hasta la mañana, pero Heechul dio la excusa de que estaban escasos de centeno para hacer pan y que si lo buscaban ahora, Coran podría dormir hasta más tarde por la mañana.
 
Heechul lo hizo esperar mientras sacaba dos sacos del pequeño lugar de depósito detrás de la escalera donde se guardaban alimentos y especias.
 Escondió uno de esos sacos debajo de su capa y le dijo a Coran que lo acompañaría por si veía algo más que pudieran necesitar.
 
Esta era la oportunidad que había estado esperando. Podría procurarse armas que ocultaría hasta que las necesitase. Y si encontraba una capa más liviana la cambiaría por la suya, aunque ahora tenía que admitir que la capa más pesada lo mantenía bien abrigado.
 
Heechul agradeció que fuera tarde y los demás estuviesen ocupados en el hall, recogiendo los restos del oso asado que habían servido más temprano.
 
Coran abrió la sólida puerta del depósito. Heechul quedó decepcionado al descubrir que la habitación contenía solamente alimentos. Lo que buscaba Heechul evidentemente se hallaba detrás de otra puerta cerrada, la del fondo del depósito, donde se había añadido otra habitación más pequeña.
 
— ¿Qué hay ahí atrás, Coran? — preguntó en tono inocente y señaló la puerta cerrada.
 
— Ahí es donde el amo Siwon guarda sus riquezas.
 
— ¿Tenéis la llave?
 
— Sí — respondió Coran— . Pero me está prohibido usarla a menos que me lo ordenen.
 
— ¿Alguna vez la usasteis?
 
— Por supuesto — replicó él con orgullo— . Cuatro veces al año limpio y pulo las armas allí guardadas. Y es allí donde pongo las pieles después de curtidas.
 
— ¿Podríais abrir la puerta ahora, Coran? Me encantaría echar un vistazo.
 
— No, no puedo.
 
— Por favor, Coran — dijo Heechul con dulzura— . El amo no tiene por qué enterarse. Yo podría mirar un ratito mientras vos llenáis el saco de grano.
 
Coran meneó lentamente la cabeza. Era evidente que tenía mucho miedo de hacer lo que Heechul pedía. Sin embargo, él estaba decidido a entrar en ese cuarto.
 
— No debo hacerlo, Heechul. Si el amo llegara a enterarse, me castigarían con el látigo o quizá me harían algo peor.
 
— Pero él no se enterará, os lo prometo — insistió Heechul—. Ahora él está divirtiéndose en el hall y ni siquiera sabe que estamos aquí. Por favor, Coran... hacedlo por mí.
 
El vaciló unos segundos más y después sonrió con timidez.
 
— Está bien. Pero sólo el tiempo que me lleve llenar este saco — fue hasta la puerta y la abrió— . Y no debéis tocar nada.
 
Impulsivamente, Heechul se inclinó y lo besó en la mejilla.
 
— Gracias, Coran. No olvidaré esto.
 
El enrojeció, y hundió avergonzado la cabeza y fue a llenar el saco. Heechul abrió completamente la puerta para dejar que la luz de la vela entrara en la habitación más pequeña. Había esperado encontrar tesoros, pero no la abundancia que pudo ver a la débil luz de la bujía. Había una pequeña pila de pieles, un cofre abierto, lleno de telas exquisitas: sedas, brocados, finísimos terciopelos. En un estante contra la pared había hermosos cálices hechos de bronce, plata y hasta oro, e incrustados con gemas. Junto a ellos había fuentes y jarras de plata grabada y tallada. Alcanzó a ver varios cofres que tendrían mas tesoros de Siwon.
 
Por fin, las armas atrajeron la mirada de Heechul. colgadas de dos paredes laterales había armas de toda clase. Ballestas y flechas, lanzas de diferentes largos, hachas y espadones, mazas con púas y, en un soporte especial, dagas enjoyadas, Heechul se acercó a estas últimas y tomó una incrustada con trozos de ámbar. Quizá el ámbar que se decía era la gema favorita de Thor, lo protegería. Aunque no necesitaría la ayuda de Thor.
 
Heechul miró las ballestas, en cuyo manejo era experto. Tomó una, junto con una provisión de flechas. Puso todo en un saco atado a su cinturón y también metió debajo de éste una espada. No era tan liviana como había sido la suya, pero aquella preciosa espada ya no existía.
 
Heechul estaba por retirarse con su saco lleno, pero en ese momento vio un par de botas de cuero negro. ¡Las suyas! Junto a las mismas, en un estante, estaban sus ropas, las mismas que había vestido para sepultar a su padre. Todavía las llevaba cuando perdió la batalla más importante de su vida a manos de Choi Kangta.
 
Heechul se apoderó rápidamente de las botas y la ropa, se envolvió completamente con su capa y salió de la habitación en el instante que venía Coran.
 
— No me había percatado de que Siwon es un hombre tan rico — comentó Heechul con inquietud. Rogó en silencio que Heechul no notara la falta de las armas.
 
— Sí, pero no son muchos los que lo saben.
 
— Es muy joven para haber acumulado tanta riqueza. Debió hacer muchas incursiones de pillaje en su juventud.
 
Coran sonrió.
 
— No. La mayor parte de lo que visteis él lo trajo de Oriente. Nuestro amo es un comerciante muy hábil.
 
Después que Coran cerró las puertas con llave, regresaron junto a la casa. Al oír el bullicio de la francachela que seguía llegando desde el hall, Heechul dio las buenas noches a Coran y subió rápidamente al cuarto de costura.
 
Aunque era medianoche. Heechul seguía completamente despierto. Se dio vuelta y se metió más profundamente debajo de las pieles. Había un hogar pequeño en la habitación, pero no se había molestado en encenderlo. Ahora deseaba haberlo hecho. Era curioso, pero no recordaba haber sentido frío en su hogar. Sin embargo, también allí había conocido crudos inviernos.
 
El hogar... tan lejano. Nadie quedaba allí para formar un hogar para él. Echaba de menos terriblemente a su padre. Si él estuviese vivo, removería cielo y tierra para encontrarlo. Un pensamiento reconfortante, pero no realista.
 
Echaba de menos a Boah, también, que estaba tan cerca, pero inalcanzable. Y Dios santo, hasta echaba de menos a su hermanastro.
 
Si estos pensamientos de autocompasión no cesan pronto, me echaré a llorar, se reprochó Heechul. Un momento más tarde oyó crujir la escalera bajo un gran peso y Siwon gritó su nombre desde el pasillo.
 
— ¡Heechul!
 
— Por todos los santos, vikingo, ¿queréis despertar a toda la casa? — dijo Heechul para sí mismo mientras iba a abrir la puerta. Lo llamó en un suave susurro— Aquí estoy. Sin duda, habéis despertado a vuestra madre con vuestros gritos —  añadió y fue a pararse frente a él— . ¿No pensasteis en eso?
 
— Esa buena mujer está acostumbrada a que la despierten durante un festín —  respondió Siwon en voz tan alta que Heechul hizo una mueca.
 
— Por su marido sí, pero no por un hijo borracho — le reprochó quedamente— ¿Qué queréis ahora?
 
— No estoy borracho — dijo él con voz serena y sus hoyuelos se acentuaron cuando sonrió— . Para responder a vuestra pregunta, os quiero a vos — añadió. Soltó una carcajada, lo aferró de la cintura, lo levantó del suelo y se lo llevó a su habitación. Una vez allí, lo soltó. Heechul retrocedió hacia el diván mientras él cerraba la puerta. Cuando se volvió, él lo miró sonriendo, pero no se le acercó.
 
— ¿Queréis beber un poco de vino conmigo? — preguntó con amabilidad.
 
Heechul vaciló, intrigado por la actitud de él. Era la primera vez que le ofrecía vino. Recordó que una vez le había dicho que a los esclavos no se les permitía beber.
 
— Si, beberé con vos.
 
Se acurrucó contra el brazo del diván mientras él llenaba dos cálices con un pellejo de vino. Una sola vela ardía en la habitación y daba una luz débil y vacilante, pero Heechul podía ver a Siwon con claridad. No parecía bebido como sospechó al principio. Había cambiado las ropas que llevaba más temprano. Su túnica corta era de seda blanca con adornos de hilo verde en el ruedo y en las mangas largas. En su pecho colgaba un medallón de oro con una única esmeralda en el centro, en vez del medallón de plata grabada que usaba habitualmente. Estaba terriblemente guapo esta noche y a Heechul le costó apartar los ojos.
 
Siwon le trajo un cáliz. Tomó sólo un pequeño sorbo del líquido agridulce, saboreó el aroma y dejó el vaso en su regazo mientras él iba a encender un fuego en el hogar. Había olvidado el frío que hacía, había olvidado todo excepto la presencia de Siwon.
 
El fuego quedó encendido y añadió más luz a la habitación. Siwon tomó su cáliz y se unió a Heechul en el diván.
 
Heechul estaba tan nervioso esperando que Siwon hiciera algún movimiento que le hubieran temblado las manos si no estuviera sosteniendo con tanta fuerza el cáliz sobre su regazo.
 
— ¿El vino no es de vuestro agrado?
 
Heechul se sobresaltó cuando él habló y lo miró con expresión culpable.
 
— No... quiero decir, es excelente.
 
El le sonrió con aire de conocedor.
 
— Si tenéis pensado demorarme con la excusa de que no habéis terminado vuestro vino, no dará resultado. Sin embargo, no tengo prisa, así que relajaos y bebed vuestro vino. Podréis tomar más cuando hayáis terminado.
 
Heechul siguió el consejo y bebió el líquido embriagador, esperando que le calmara los nervios. Pero no pudo relajarse, aunque el vino le entibió la sangre.
 
Por fin se recostó hacia atrás y empezó a sentir los efectos de la bebida.
 
  Si  vos  murierais,  Siwon,  ¿qué  sería  de  mí?  — Él lo  miró divertido.
 
— ¿Estáis planeando un juego sucio?
 
— No, lucharé limpiamente. ¿Pero si no regresarais de uno de vuestros viajes de caza?
 
Siwon suspiró y miró con aire pensativo el cáliz que tenía en la mano.
 
— Como no tengo bastardos ni esposo, todo lo que poseo pasará a ser propiedad de mi padre. Eso debería complaceros, Heechul — añadió con amargura.
 
Heechul entendió lo que quiso decir, pero no podía dejar que se diera cuenta.
 
— ¿Por qué eso tendría que complacerme? Odio a vuestro padre más que a vos.
 
— ¿Seguiríais odiándolo si él os diera la libertad? Ese es su deseo — dijo Siwon, fastidiado— . El ahora lamenta haberos dado a mí.
 
Heechul terminó su vino y miró a Siwon con expresión seria.
 
— Entonces, devolvedme o vendedme a él.
 
Siwon tomó un mechón de su cabello y lo enroscó lentamente en su dedo.
 
— ¿Y qué haríais vos por mí, Heechul, si yo accediese?
 
Heechul lo miró sorprendido. ¿Qué precio tenía la libertad?
 
— Cualquier cosa — dijo.
 
— ¿Me haríais el amor? —Él no vaciló.
 
— Sí. Hasta eso haría.
 
Siwon dejó su vino, lo alzó sobre su regazo y le sostuvo la espalda con el brazo. Le sonrió y sepultó su cabeza en el hueco de su cuello. Sus labios fueron como una marca de fuego y Heechul gimió suavemente hasta que él lo besó en la boca en una forma que exigía más que una mera respuesta.
 
Heechul dejó caer al suelo el cáliz vacío, tomó la cabeza de Siwon y lo estrechó contra él. Se  sintió perdidamente atraído por Siwon. No supo si era por la libertad o por él mismo y no le importó. Lo deseaba.
 
Heechul protestó cuando Siwon se movió y se puso de pie, pero sonrió cuando vio que empezaba a quitarse la ropa. Se estiró lánguidamente, satisfecho, antes de levantarse para hacer lo mismo. Cuando se puso de pie, se tambaleó mareado y rió.
 
— Demasiado de vuestro precioso vino, creo.
 
Siwon no dijo nada, pero le sonrió y ayudó a desnudarse, después lo levantó en brazos y llevó a la cama. Allí lo depositó con suavidad y se tendió a su lado. En seguida, Heechul sintió las manos de él, sorprendentemente suaves, pese a ser tan fuertes, que lo acariciaban íntimamente con dedos que le hacían cosas extrañas y maravillosas.
 
— Podéis ser tan dulce como la miel cuando lo deseáis — dijo Siwon con voz ronca, besándolo en la boca con labios ardientes.
 
  Como  vos    murmuró y  le  pasó  los  dedos por el pelo.
 
— Mi beldad celta — murmuró él pasándole una mano sobre el vientre. Empezó a acariciarle el pecho con los labios. Las  sensaciones que le atravesaron le hicieron sentirse débil, pero lo mismo trató de resistirse, aunque sin muchas energías. Cuando levantó las rodillas él se las sostuvo con una pierna.
 
Cuando sus uñas se clavaron en los hombros de él, Siwon soportó el dolor y en vez de sujetarle las manos, las besó con un beso apasionado y salvaje que pareció privarlo de los últimos restos de voluntad y borrar de su mente todo lo demás.
 
Lo único que importaba era Siwon, su beso, sus manos que le acariciaban con ansiedad, su cuerpo apretado contra el suyo, su miembro caliente y palpitante buscando la entrada, encontrándola por fin, y después ese primer exquisito impulso que llevó a Heechul al éxtasis.
 
Una y otra vez pronunció su nombre mientras él se movía en su interior y le estrechaba como si quisiera soldar sus cuerpo para siempre. Heechul lo besó en el cuello, en las mejillas, en los labios, con salvaje abandono. Después todas sus sensaciones se acumularon en su parte inferior.
 
Un momento más tarde, Heechul sintió un delicioso palpitar en su interior. Habiendo alcanzado las cimas del placer, Heechul sucumbió inmediatamente a los efectos del vino y del amor. Se durmió y ni siquiera se movió cuando Siwon se apartó para buscar algo con qué taparse. Después, él se acostó a su lado, boca abajo, se incorporó apoyándose en los codos y le contempló largo rato con una expresión desusadamente tierna. Por fin pasó sobre él un brazo posesivo y se quedó dormido.
 
 
 
El ruido de una pelea despertó a Heechul de su profundo sueño. Viendo que estaba solo, saltó de la cama y tomó lo primero que encontró, la bata de seda blanca de Siwon, y se la puso mientras salía corriendo de la habitación.
 
En el fondo de la escalera se ocultó en las sombras y observó la escena que se desarrollaba en el hall, crecientemente alarmado. Las dos mesas largas estaban volcadas; los bancos estaban rotos en pedazos. El gran caldero de hidromiel se había derramado en el suelo con los restos de una comida matinal.
 
Los ojos de Heechul recorrieron frenéticamente la estancia. Varios hombres yacían inconscientes o muertos en el suelo. Algunos luchaban con los puños, otros con espadas o hachas. ¿Cómo podía ocurrir una riña semejante a hora tan temprana? ¿Y dónde, Dios mío, estaba Siwon?
 
Rápidamente, sus ojos siguieron buscando hasta que descubrieron a Yunho, sentado en un banco contra la pared. El enorme vikingo se sostenía con una mano la quijada hinchada, aunque reía con un compañero que estaba en el suelo. Heechul miró hacia abajo y ahogó una exclamación. Siwon estaba tendido en el piso, con un brazo apoyado en el banco. No vio nada más que la sangre de color rojo brillante que le manchaba los pantalones y la túnica color ciervo.
 
En el momento de ansiedad, Heechul olvidó todo lo demás y corrió hacia Siwon. El estaba riéndose de algo que había dicho Yunho, pero cuando Heechul llegó a su lado y se arrodilló, la risa se apagó. Siwon se volvió hacia él, atónito, y enseguida lo dominó la cólera y una mirada de furia la hizo parpadear.
 
— ¿No tenéis vergüenza? — preguntó él con rudeza y le aferró el brazo con tanta fuerza que le hizo doler— . ¿Qué significa esto?
 
Heechul no tenía idea de qué hablaba él.
 
— Estáis herido.
 
— ¡No! — rugió él— . Pero aunque estuviese moribundo, ello no sería motivo suficiente para que vengáis a presentaros ante estos hombres vestido como estáis. ¡Marchaos antes que la sed de sangre se convierta en sed de vos!
 
Heechul miró nerviosamente a su alrededor y vio que muchos habían dejado de pelear y lo miraban con fijeza.
 
— Yo no pensé, Siwon — murmuró, con la cara cada vez más roja— . Sólo quise ayudaros.
 
— ¡Vos nunca pensáis! — dijo él con crueldad y lo apartó de un empujón— ¡Iros de este salón!
 
Heechul se mordió el labio inferior que le temblaba  de indignación. Sintió en la garganta un nudo que casi lo ahogó y los ojos se le llenaron de lágrimas. Rápidamente huyó corriendo del hall antes de que las lágrimas cayeran y lo hicieran avergonzarse más.
 
No quiso pensar en la noche pasada. Corrió al cuarto de costura y cerró con un portazo. Se dejó caer sobre la pila de pieles y dio rienda suelta a un torrente de lágrimas. Pero después de unos momentos, se secó decididamente los ojos.
 
— ¡Yo nunca lloré — siseó con furia— hasta que lo conocí! No derramaré más lágrimas por ningún motivo. ¡Si él capaz de maltratarme así cuando yo sólo quería ayudarlo, que el demonio se lo lleve! ¡No estaré aquí para que eso vuelva a suceder!
 
Heechul buscó entre las pieles y sacó lo que había escondido allí la noche anterior. No había pensado que necesitaría tan pronto los objetos robados, pero tampoco imaginó que Siwon sería tan despiadado.
 
Se vistió lentamente con sus propias ropas y se animó un poco al sentir contra su piel el rico terciopelo. Una vez dentro de su atuendo varonil, su orgullo herido mejoró algo. Recobró la confianza y se sintió capaz de hacer cualquier cosa. Metió la espada en su cinturón y llenó su saco con más pieles y correas de cuero para ceñirse los pantalones y hacerse más tarde abrigos para sus manos. Después fue a la habitación de Siwon y tomó una manta de la cama.
 
Cubierto con su capa para ocultar su atuendo, se dirigió a la puerta, pero casi tropezó con Bugsy, que dormía allí. Heechul se arrodilló y acarició las orejas del mastín.
 
  ¿También  a  ti  te  expulsó  del  hall?  —el  animal  le lamió  la mano—.  No  importa,  viejo  amigo.  ¿Todavía  no  has  salido  esta mañana?
 
Abrió la puerta y Bugsy lo siguió. Heechul estaba aprendiendo a calcular la hora por las estrellas. Era extraño llamar a esto mañana cuando el cielo estaba tan oscuro. Se acercó lentamente a la puerta abierta del área de cocinar, pero Bugsy se le adelantó en busca de comida. Cuando Heechul vio que sólo Leeteuk estaba ante la mesa, cortando cebollas para hacer una sopa, se asomó a medias en la habitación.
 
— ¿Tenéis una hogaza de pan que pueda llevarme? — Leeteuk alzó la vista, sorprendido.
 
— Sí, ¿pero por qué estáis afuera? Hay mucho trabajo que hacer. Más temprano hicieron un desastre que hay que limpiar.
 
Heechul oyó las risotadas que llegaban desde el hall .
 
— ¿De modo que la pelea terminó? ¿Sabes cuál fue el  motivo?
 
  Fue  el  mismo  Siwon    replicó  Leeteuk,  sacudiendo la cabeza— . Donghae estaba allí y dijo que Yang hizo un comentario que a Siwon no le gustó. El amo atacó a Yang como un jabalí salvaje y eso fue el motivo de que empezara la pelea. Todos participaron.
 
— ¿Entonces Yang y Siwon ahora son enemigos?
 
— No, Siwon se disculpó. Así pasa en las peleas a mistosas.
 
—¡Hum!  ¿Qué fue lo que dijo Yang para hacer enojar a Siwon? ¿Donghae no os contó nada?
 
— No. — Leeteuk suspiró y se alisó el pelo en desordenado con el dorso de la mano.
 
— ¿Habéis pasado una mala noche? — preguntó Heechul, compadecido.
 
Leeteuk sonrió.
 
— No fue tan mala.
 
— ¿Y Donghae?
 
— Esta vez tuvo suerte. Hyukjae se lo llevó y nadie supo nada más.
 
Heechul no podía entender a Hyukjae. Se suponía que Siwon era su amigo más íntimo, pero Hyukjae temía enfrentarse con él por un asunto tan importante como Donghae. ¿Era Siwon realmente tan severo hasta con sus amigos?
 
— Bueno, ¿os sobra una hogaza de pan, Leeteuk? Tengó mucha hambre, pero primero me gustaría cabalgar un poco para calmar mi pena.
 
— ¿Qué pena?
 
— ¿No supisteis que Siwon me reprendió con dureza delante de todos sus amigos?
 
Leeteuk pareció asombrado.
 
— ¿Hizo eso?
 
— Sí.
 
Leeteuk rió por lo bajo. Sacó una hogaza de recién cocido y lo envolvió en un paño limpio.
 
— Entonces está bien. Iros tranquilo.
 
— Si Siwon pregunta por mí, no le digáis cómo me han herido sus palabras. Decidle solamente que tenía ganas de cabalgar un poco y que regresaré pronto.
 
  Como  gustéis,  Heechul.  Pero  si  me  lo  preguntáis,  él  debería saberlo.
 
Una sonrisa curvó los labios de Heechul cuando se dirigía a los establos. Leeteuk le contaría a Siwon todo lo que le había dicho, porque Leeteuk era así. El pensaría que era el orgullo herido lo que motivaba su ausencia. Más tarde, cuando por fin comprendiera que había huido, creería que el motivo habían sido sus rudas palabras.
 
Pero eso era sólo la mitad, admitió Heechul con sinceridad. Ya no podía confiar en si mismo estando cerca de Siwon, no después de la noche pasada.
 
Jackie no estaba en la parte delantera del establo cuando entró y fue directamente hacia Gibok. Ensilló rápidamente la yegua rogando que Jackie estuviera dormido o ausente. No le gustó mentir a Leeteuk, pero con Jackie hubiera sido aún peor, porque había llegado a estimar profundamente al anciano. Por fortuna, él no estaba aquí.
 
Heechul tomó dos grandes sacos de avena para Gibok y los ató atravesados sobre los flancos del animal, después llenó cuatro pellejos de agua en el abrevadero. Ahora ya estaba listo.
 
Llevó a Gibok por el sendero detrás del establo, pero se detuvo cuando Bugsy vino corriendo tras él, ladrando y produciendo una alarmante conmoción.
 
— ¡Vete! — le ordenó al animal, temiendo que los ladridos hubieran alertado a alguien— . Vete, Bugsy.
 
Siguió cabalgando pero el Bugsy lo siguió.
 
— ¡Vete, Bugsy! No puedes venir conmigo.
 
El animal ladeó la cabeza y lo miró con curiosidad,  agitando la cola. Heechul suspiró.
 
— Está bien, si tienes inclinación por la aventura, ven conmigo. Los tres formaremos un extraño trío. Un perro, una yegua y un esclavo fugitivo.
 
Salió al galope a campo abierto seguido muy de cerca por Bugsy. No tenía idea de adónde iba, pero estaba libre, sin tener que rendir cuentas a nadie. Se detuvo en el borde de la floresta y miró hacia atrás, hacia la casa de piedra sobre el acantilado.
 
— Adiós, Choi Siwon... Siwon el de Corazón Duro. Os recordaré, sin duda para siempre — Nuevamente sintió ese incómodo nudo en la garganta que casi la ahogaba.
 
— Debéis sentiros feliz, Heechul — se dijo en alta voz— . Ahora sois libre.
 
La costa podía ofrecerle poca caza y él nada sabía de pesca. El este, que era a donde él hubiera preferido dirigirse, sería la primera dirección donde buscaría Siwon, porque jamás pensaría que huiría hacia el norte, donde los vientos y el frío eran aún más intensos que aquí. De modo que tomó hacia el norte.
 
— ¿Podremos sobrevivir allí hasta la primavera, Bugsy? Para entonces tendré muchas pieles y podremos encontrar otro establecimiento de pobladores cerca del agua. Compraremos pasaje en un barco que vaya a nuestra tierra, o por lo menos, lejos de tu tierra. ¿Qué piensas tú?
 
Bugsy lo miró con expresión solemne.
 
— Si, creo que podemos lograrlo. O morir en el intento..., no hay otro camino — se respondió él mismo.

 


1 comentario:

  1. WOw se escapo a Siwon no le va a gustar nadita veremos que pasa gracias por el cap bye.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...