VIkingos I -15

 


La primera nevada demoró en llegar y no ocurrió hasta fines de otoño. Cuando vino, una tormenta que duró toda una semana heló lagos y estanques y dejó un manto de nieve de un metro a un metro y medio de espesor. La tierra quedó melancólicamente amortajada de blanco.
 
Pocos querían salir a desafiar el viento helado y la nieve que caía. Siwon era uno de ellos. Cuando empezó la tormenta , llevaba ausente dos semanas y cuando la nevada cesó, todavía no había regresado.
 
El mismo día que calmó el viento, Kangta vino a la casa de Siwon trayendo consigo, además de su caballo, una hermosa yegua de manto plateado. Su esposa le había dicho que según a ella le había contado Boah que ese animal en especial había pertenecido a lord Heechul. Ahora él llevaba tres largos meses cavilando sobre el joven de pelo renegrido. El disgusto que hacia él mostraba su propio hijo no lo hacía sentirse mejor. Lamentaba habérselo dado a Siwon, porque aunque no había venido a visitarlo personalmente en esos meses, temía que a Heechul no le hubieran ido muy bien las cosas con el mal humor de su hijo.
 
Kangta le había dado al jovencito a Siwon en la esperanza de que el temple y la belleza de Heechul apartarían la mente del muchacho de la perra que lo había convertido de un joven animoso en un hombre cínico y frío.
 Cuando Siwon buscó al hermano del joven, y después, un mes más tarde, habló largamente con la tía, Kangta supuso que el deseo que mostraba su hijo de saber más acerca de Heechul era un comienzo prometedor y que pronto Siwon volvería a ser el de antes. Pero después de eso, la sombría disposición de Siwon no mejoró; en realidad, empeoró. Por qué Kangta no podía adivinarlo. Ahora Siwon se iba a las montañas por períodos de varias semanas a la vez y su padre lo veía muy poco.
 
Las ausencias de Siwon se hicieron más prolongadas y este último viaje al norte ya llevaba unas tres semanas. Aunque Kangta había empezado a preocuparse ligeramente por el bienestar del muchacho, esperaría unos pocos días más antes de iniciar una búsqueda, como Yoomi venía pidiéndole que hiciera desde que empezara la tormenta.
 
— ¡Eh, viejo! ¿Dónde estáis?
 
Jackie vino desde el fondo del establo, envuelto de pies a cabeza en una capa de pieles multicolores.
 
— Os oí — gruñó el anciano con voz cascada. Kangta lo miró con expresión de disgusto.
 
— Veo que Siwon sigue desperdiciando pieles en los pobres infelices como vosotros los sirvientes
 
— Ajá, estamos mejor vestidos que los pobres que poseéis vos — replicó Jackie, sonriente.
 
Kangta no hubiera tolerado ese comentario de ningún otro, pero estimaba sinceramente al viejo. El hombre había servido al padre de Kangta y ahora servía a su hijo, y por muchos años se habían divertido intercambiando bromas y reproches con buen humor, cada vez que se encontraban. Kangta gruñó y contuvo una carcajada.
 
  Traje  una  nueva  potranca  para  vuestro  establo    dijo—  .¿Tenéis espacio para ella?
 
— Claro que tengo espacio — repuso Jackie, tomando las riendas de ambas cabalgaduras— . Claro que hay espacio.
 
— Pero no es para Siwon.
 
— ¿Cómo?
 
— No. La yegua es un presente para el joven celta — dijo Kangta roncamente— Y no olvidéis decírselo a mi hijo cuando regrese.
 
— ¡Por todos los santos! — exclamó Jackie— . ¿Desde cuándo sois tan generoso con un esclavo?
 
— Eso a vos no os importa, viejo gruñón. ¿Dónde está el joven? ¿En la casa de los esclavos?
 
— No. Él vive en la casa grande.
 
Kangta se sorprendió por esta noticia y enseguida rió por lo bajo.
 
— Quizá, después de todo, no fui tan tonto.
 
  ¿Me  pedís  mi  opinión?    replicó Jackie,  con  sus  viejos  ojos brillantes de buen humor.
 
— ¡Ocupaos de vuestro trabajo! — ladró Kangta  y se encaminó a la casa grande.
 
Heechul estaba en el área de cocinar, donde pasaba al mayor parte de sus horas de vigilia, pues era el lugar más abrigado y agradable de la casa. Sobre la mesa estaban los restos de su desayuno. A un lado estaba el conejo que habían empezado a trozar para la cena, pero que habían dejado sobre la tabla de cortar.
 
Cuando Siwon se marchó en una expedición de caza, Jooahn vino a quedarse. Exasperó a Heechul con sus insisten tes exigencias. Pero pasada una semana, la mujer regresó a su casa y cuando vino la nieve no volvió más. Sin su autoritaria presencia, Donghae y Leeteuk se quedaron en su alojamiento y Heechul no quiso aventurarse a salir de la casa grande para buscarlos. Ni siquiera Jackie venía ahora a hacerle compañía porque había traído del depósito provisión es suficientes para una quincena y prefería quedarse en su abrigado establo.
 
Heechul había llegado al punto en que hubiera recibido de buen grado el regreso de Jooahn. Aunque los dos no se comunicaban, la charla constante de Jooahn consigo misma era divertida y a veces interesante.
 
En una ocasión, Heechul descubrió que Jooahn abrigaba un odio intenso y profundo hacia Yoomi y que ese odio se extendía hasta alcanzar a los dos hijos de Yoomi. Esto a Heechul le resultó desconcertante, puesto que Jooahn trabajaba para Siwon. Se preguntó si Siwon conocía los verdaderos sentimientos de Jooahn.
 
Heechul arrojó otro leño al fuego. Después se recostó en su silla y miró fijamente las llamas danzarinas. Odiaba admitirlo, pero en realidad echaba de menos a Siwon.
 
Cuando él estaba presente, vivía en un estado constante de aprensión, sin saber cuándo él le pediría algo o si obedecería o no. Cuando él estaba aquí, nunca notaba lo lentas que transcurrían las horas. Estaba alerta todo el tiempo, vivo como nunca lo había estado antes. Y de noche, Dios misericordioso, de noche era un manojo de nervios, esperando y temiendo que Siwon viniera nuevamente. Pero él nunca lo hizo desde la noche que lo tomó por la fuerza.
 
Estaba profundamente ofendido por el trato que él el dispensaba. Quizá lo habría perdonado si él se hubiera mostrado tierno como antes. La única noche que Siwon se había mostrado gentil y él había sido complaciente fue maravillosa.
 
Heechul no podía olvidar la belleza de aquello, o el placer, como ningún otro, que él le había dado. Después, él la había abrazado en forma posesiva, como si realmente le amara, y había disfrutado en la proximidad compartida.
 
Pero esta última vez, cuando él se mostró tan cruel... Dios, cómo lo odiaba por ello. Al dia siguiente escapó de la casa y trató de disipar su cólera con una alocada cabalgata en el caballo más veloz que Jackie le permitió montar. Eso ayudó en cierto grado.
 
No vio al jinete que desde una colina observaba su galopar. Nada le importaba en ese momento excepto que por un rato, por lo menos, su vida parecía más llevadera. Pero no duró mucho. Ni bien vio el rostro colérico de Siwon y comprobó que él no se disculpaba por el duro tratamiento que le había dado, nuevamente se sintió furioso.
 
Heechul suspiró con tristeza. El lo ignoró dos largos meses. Después empezó a salir de cacería y a ausentarse por varios días a la vez. Cuando no salía en sus expediciones volvía a la casa muy tarde. Se preguntaba si había estado con Zhoumi. O quizás, había ido a buscar a Donghae o a Leeteuk en su alojamiento.
 
¡Quizá los esclavos de su padre, hasta Jaejoong, eran más de su agrado! En esas ocasiones, Heechul caminaba de un lado a otro cada vez más furioso. Se decía que tenía todo el derecho de estar ofendido, pues hubiera podido encontrarse durmiendo cómodamente en su cama en vez de tener que aguardar el regreso del amo.
 
Una noche en particular, cuando Siwon llegó muy tarde por tercera vez consecutiva, Heechul fue a acostarse pese a su tardanza. Por fin él llegó, de un humor violento, alcoholizado, y aunque su comida estaba calentándose sobre las brasas, lo despertó y arrastró por la escalera para que lo sirviera.
 
Su actitud era belicosa y no admitía negativa, pero Heechul estaba demasiado furioso para temerle. Llenó un tazón de madera con sopa humeante y lo dejó sobre la mesa, derramando sobre Siwon la mitad del contenido. Sabía que Siwon debió sentir dolor , pero el hecho de que no lo demostrara lo calmó un poco. El lo despidió y Heechul se retiró rápidamente.. Al día siguiente no se dijo una sola palabra sobre el incidente.
 
Heechul se sobresaltó cuando oyó los fuertes golpes en la puerta. Sintió que el pulso se le aceleraba, porque sólo Siwon podía anunciarse así. El se preguntaría por qué la puerta estaba atrancada. Ciertamente, todas las puertas eran cerradas con tranca desde que él salió una mañana por agua y encontró un perro muerto en el umbral. Jooahn se puso blanca cuando vio el animal casi despedazado, pero no dijo nada, dejando a Heechul en la incertidumbre sobre quién pudo hacer una cosa semejante.
 
Abrió la puerta, preparada para decir a Siwon por qué la había cerrado con tranca. Pero allí estaba Kangta, envuelto en una gruesa chaqueta de pieles que lo hacía parecer dos veces más enorme de lo que era. Verlo fue un golpe para él, pero en menos de un segundo sus ojos relampaguearon de furia.
 
No lo pensó dos veces, corrió hasta la mesa y tomó el cuchillo que había estado usando para cortar el conejo. En su ciega furia fue descuidado. Se volvió para atacar, pero Kangta ya estaba detrás de él. Lo tomó de la muñeca y con la otra mano fue abriéndole los dedos hasta que el cuchillo cayó al suelo. Después lo hizo a un lado cayendo sobre la silla que estaba junto al fogón, casi derribándolo.
 
Allí se quedó, respirando agitadamente, y vio que él levantaba el cuchillo y enseguida miraba a su alrededor para ver si había otros en la habitación, antes de cerrar la puerta. Cuando por f in lo miró, sus ojos quedaron como clavados y pareció que pasaron horas hasta que él se movió. Kangta caminó hasta la mesa, apartó el largo banco y se sentó a horcajadas sobre él.
 
— No quiero haceros daño, jovencito — las palabras de Kangta brotaron roncas. Se aclaró la garganta y continuó, en tono más suave — ¿No podéis comprender lo que digo? ¿Todavía no aprendisteis a hablar en mi lengua?
 
Heechul no parpadeó ante la pregunta y siguió inmóvil. Lo miró con recelo. ¿Qué razón tenía ese hombre para venir aquí en ausencia de Siwon?
 
Kangta jugó con el cuchillo que tenía en sus mano se inclinó la cabeza, mirando la larga hoja que brillaba a la luz del fuego.
 
— No esperaba menos de vos — dijo en un suave susurro.
 
Heechul frunció el entrecejo. ¿De qué estaba hablando? Tuvo que esforzarse para seguir escuchando cuando él continuó.
 
— No debía venir, supongo. Es demasiado pronto para   que hayáis olvidado lo que hice, o para que comprendáis la razón que tuve. Yo odiaba a vuestro pueblo, jovencito, por lo que le hicieron a mi hijo. Cuando tengáis un hijo vuestro comprenderéis. Siwon pudo perdonarlos porque aprendió compasión de su madre, pero yo no. Nosotros somos un pueblo orgulloso y vengativo, pero me equivoqué al querer vengarme de vos y de vuestra familia pues vosotros no teníais culpa alguna. Fueron los celtas norteños quienes hicieron prisionero a mi hijo y lo encerraron en una sombría mazmorra durante un año, cuando él sólo tenía diecisiete años. Le negaron alimento, excepto una bazofia ni siquiera apropiada para los perros. Lo torturaron por diversión, pero tuvieron cuidado de no matarlo, por que su intención era usarlo contra otros vikingos que fueran a atacarlos. Cuando Siwon escapó y regresó a nosotros, era apenas un esqueleto. Le llevo más de un año recuperar todas sus fuerzas y sanar de sus cicatrices.
 
Kangta levantó la vista hacia Heechul y lo miró con sus ojos llenos de tristeza.
 
— Sé que no entendéis lo que estoy diciendo, jovencito. Oís mi voz, pero no comprendéis mis palabras. Así es mejor — suspiró.— Os estimo mucho. Admiro vuestro coraje y lamento haberos arrebatado de vuestra tierra. Esto, sin embargo, vos nunca lo sabréis, porque yo soy un hombre muy orgulloso. Nunca os diría estas palabras si vos pudierais entenderlas. Pero por lo menos puedo tratar de hacer una reparación y esperar que un día no me odiéis como me odiáis ahora.
 
Heechul estaba tentado de hablar a Kangta en su lengua, para que supiera que entendía cada palabra. Eso le hubiera dado cierta satisfacción al humillarlo en esa forma, pero no quiso revelar el secreto que podría servirle de mucho cuando estuviera listo para escapar. Además, sentíase turbado por lo que su propio pueblo había hecho con Siwon y entendía por qué Kangta pudo querer vengarse, aunque no estaba dispuesto a perdonarle lo que él y sus hombres hicieron en su tierra. Después de todo, Siwon se había arriesgado a que lo capturaran cuando decidió hacer una incursión. Sin embargo, hubieran debido matarlo al hacerlo prisionero y no conservarle la vida para torturarlo por diversión.
 
Kangta se puso de pie y dejó caer sobre la mesa el largo cuchillo. Heechul lo vio caer y enseguida volvió a mirar al enorme vikingo.
 
— Sí, sé que me mataríais si tuvieseis la oportunidad — dijo Kangta con su habitual hosquedad— . Pero no lo intentéis. Todavía no tengo deseos de morir con tantos años de luchas por delante, cuentas que arreglar y nietos que ver y tener en mis brazos antes de reunirme con Odín en el Valhala.
 
Kangta se acercó al fuego para calentarse las manos. Fue como si desafiara a Heechul a que se apoderase del cuchillo que estaba sobre la mesa. Eso, o quería demostrarle que estaba dispuesto a confiar en él. Prudentemente, siguió donde estaba.
 
El continuó hablando, quizá para aliviar su conciencia.
 
— Desde que por primera vez puse mis ojos en vos, habéis pesado mucho en mi mente. Pero veo que habéis vivido bien aquí, en el hogar de mi hijo — lo miró con expresión taimada— . Sí, habéis vivido bien, aunque el humor de Siwon se ha vuelto más negro que antes. ¿Sois vos la causa? — súbitamente gruñó— . ¡Bah! Como si fuerais capaz de responderme aunque entendieseis lo que os digo. Soy siete veces tonto por hablar con un persona que no sabe nada de lo que le digo. Y más tonto, aún, por haberle regalado una hermosa yegua a un joven esclavo. Que se adueñó de mí para tomar esa decisión...bueno, ya está hecho. A Siwon no le gustará, pero quizás os permita cabalgar en la yegua plateada cuando sepa que fue vuestra en vuestra tierra.
 
Heechul tuvo que bajar los ojos para que él no viera la súbita alegría allí reflejada. No podía creerlo. ¿Gibok aquí? ¡Y entregada a él! ¡No a Siwon, a él!
 
Kangta se acercó a la puerta para marcharse. Heechul miró con curiosidad la espalda del vikingo. ¿Por qué habrá echo eso? Después de todo lo que la había hecho pasar, era inconcebible que ahora se mostrase tan amable. Como en respuesta a la silenciosa pregunta, Kangta se volvió desde la puerta.
 
— Jackie os contará lo de la yegua. No espero que esto cambie vuestros sentimientos hacia mí, pero es un comienzo — rió por lo bajo— Mi acción ciertamente os dará ocasión de preguntaros cuáles fueron los motivos.
 
Cualesquiera que fueran esos motivos, Gibok estaba aquí y nuevamente era suya. Ahora tenía una razón para aventurarse al helado invierno. Necesitaría pantalones para cabalgar con comodidad y protegerse del frío.
 
De pronto Heechul danzó alegremente en la habitación . Hacía tiempo que no se sentía tan feliz. El hecho de que Kangta fuera el responsable no disminuía su placer.
 
Siwon, por otra parte, podría prohibirle salir montando a Gibok después de aquel encuentro con los dos hombres que lo atacaron. Una nube cruzó por su frente, pero sólo duró un momento. El no podía detenerlo ahora que estaba ausente, y cuando regresara, bueno, que el diablo se lo llevase.
 
¡Que Siwon intentara detenerlo ahora!
 
Heechul entró en el establo y cerró la gran puerta enseguida para no dejar pasar el frío. Estaba bien envuelto en la pesada capa de piel de oso que Siwon le había arrojado un día cuando ya habían pasado los últimos signos del verano.
 
El establo estaba abrigado y el olor acre a caballo y estiércol lo llenó de nostalgias. De niño, había pasado la mayor parte de su tiempo libre en el establo de su padre... siempre que no estuviese practicando con sus armas o cazando con Sooman.
 
A Jackie no se lo veía en ninguna parte. Probablemente estaba durmiendo en el fondo, pero Heechul no estaba ansioso por despertarlo todavía.
 
Apenas pudo contener su excitación cuando recorrió el establo en busca de Gibok. Cuando vio a la yegua de flancos plateados, corrió hacia el animal con los ojos llenos de lágrimas.
 
— Oh, Gibok, mi dulce Gibok. ¡Creí que nunca volvería a verte! — gritó Heechul.
 
En realidad, había empezado a dudar de que alguna vez volvería a ver algo de su tierra, incluidas su tía y su hermanastro. Una vez le había pedido a Siwon que lo llevara a visitarlos, pero se negó sin dar ninguna explicación, y él era demasiado orgulloso para volver a pedírselo.
 
Heechul abrazó con fuerza el cuello de Gibok. La yegua resopló y meneó la cabeza en respuesta a las caricias.
 
— Me alegro tanto de volver a verte — dijo suavemente— que hasta te perdono por haberme derribado la última vez que te monté. Esto ha sido un infierno, pero ahora tú me lo harás mas tolerable.
 
— ¿Quién está alli? — gritó Jackie desde el fondo del establo, y apareció— Oh, sois vos, jovencito. ¿Qué os trae por aquí?
 
Heechul se mordió nervioso el labio inferior. Detestaba engañar a Jackie, pero no podía confiar su secreto a nadie, ni siquiera al hombre a quien consideraba su amigo.
 
— Kangta  vino ayer a la casa — dijo Heechul por fin— . Habló mucho, pero yo no entendí nada de lo que dijo — Heechul se volvió nuevamente hacia Gibok y la alegría que asomó a su  voz fue sincera—. ¡Encontré a mi yegua, Jackie! ¿Qué hace ella aquí?
 
Jackie rió por lo bajo, ignorando que Heechul estaba engañándolo.
 
— La potranca es vuestra otra vez, jovencito, os la ha regalado el mismo Kangta .
 
— ¿Dijo él por qué?
 
— No, sólo dijo que yo tenía que asegurarme de que Siwon entendiera que el animal es vuestro, no suyo — Heechul no pudo contener la risa.
 
— ¿Creéis que Siwon se enfadará?
 
— Claro que sí. Se pondrá furioso, tal como últimamente se ha puesto furioso por todo. No puedo imaginar qué le pasa a ese muchacho. Ahora está peor que hace unos pocos años, cuando su mal carácter estalló por primera vez.
 
— ¿Os referís a cuando Zhoumi huyó?
 
— Sí.
 
— ¿Suponéis que Siwon está de mal humor porque Zhoumi ha regresado? — se aventuró a preguntar Heechul.
 
— No podría decirlo con seguridad.
 
Heechul, como todos los demás, no entendía la hosca actitud de Siwon. El no se había mostrado tan quisquilloso cuando lo conoció.
 
Al principio Heechul esperó ser él la causa de su mal humor, pero no imaginaba ninguna razón concebible para serlo. N o, la causa era Zhoumi, estaba seguro. Zhoumi era una parte de Siwon, aunque él ahora lo odiase. Empero, la única razón por la que tanto la odiaba era que la había amado mucho. Este pensamiento perturbaba intensamente a Heechul y lo desechaba cada vez que se presentaba, pues no quería demorarse en esa posibilidad.
 
— Voy a montar mi yegua, Jackie — anunció con decisión— . ¿Tenéis alguna objeción?
 
— No, pero... — Cuando él no continuó, Heechul sonrió.
 
— ¿Queréis saber si regresaré? — El asintió en silencio. Heechul añadió— Todavía no he sido provocado a abandonar la casa  de Siwon.
 
— Pero ahora tenéis vuestra yegua y es un animal robusto que conocéis y en el que confiáis. Podría llevaros donde quiera que quisierais dirigiros.
 
— No puede llevarme a mi tierra, Jackie — murmuró y por un momento algo de su reciente alegría se borró de sus ojos— . Ahora venid, ayudadme a ensillarla. Hace meses que no cabalgo y todavía más que no monto a Gibok. No cabalgaré mucho porque estoy seguro de que el frío me hará volver a la casa enseguida.
 
— Por lo menos, ahora admitís que éste es vuestro hogar — dijo Jackie mientras ponía la silla sobre el lomo de Gibok.
 
— El hogar está donde está el corazón, y mi corazón está más allá de ese negro mar.
 
— Por vuestro propio bien, jovencito, espero que un día vuestro corazón esté aquí.
 
 

1 comentario:

  1. No entiendo al padre de Siwon pero me imagino que tendrá una muy buena razón para regresarle su caballo, y Siwon porque no regresa donde estara gracias por el cap bye.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...