VIkingos I -16

 


Siwon salió de la floresta de pinos del este, pero detuvo su caballo en el borde cuando vio el jinete que cruzaba el campo abierto de altas hierbas y con gruesos parches de nieve. Pudo ver claramente al jinete porque el cielo crepuscular tenía un suave color azul que daba luz suficiente sin los rayos del sol.
 
Siwon se irguió y admiró la gracia del caballo gris plateado que corría raudamente por el campo, pero no reconoció al animal como uno de los suyos y de sus vecinos. Sin embargo, recordó haber visto un caballo así en el establo de su padre.
 
El jinete era pequeño. Seguramente no era su padre, ni Yunho. ¿Su madre, quizá? Siwon sintió que su curiosidad aumentaba hasta que vio que el sombrero de pieles del jinete caía volando al suelo dejando ver una melena renegrida. Entonces se enfureció.
 
Heechul había robado el caballo de su padre. No había respuesta posible: Heechul estaba huyendo. Su primer impulso fue perseguirlo y demostrarle inmediatamente que había fracasado. Pero los movimientos de su propio caballo le recordaron que su semental estaba cansado y que no se encontraba en condiciones de lanzarse a la carrera.
 Antes que Siwon pudiera tomar una decisión, Heechul a frenó su caballo y se volvió hacia el sombrero caído, pero no se detuvo para levantarlo. En cambio, colgándose audazmente de lacrines del animal, se inclinó e intentó levantar el sombrero, sin conseguirlo.
 
Siwon se puso rígido. ¡Hubiera podido quebrarse su tonto pescuezo si hubiese soltado las crines del animal! Con renovada cólera, vio que se volvía y lo intentaba otra vez. Ahora tuvo éxito, detuvo el caballo, lanzó el sombrero al aire y volvió a lanzarlo, como una criatura que hubiese ganado un codiciado premio. Aun a la gran distancia que los separaba, él oyó su risa, inconfundible y desinhibida, como le había oído una sola vez.
 
Antes que Siwon pudiera recobrarse de sus confusas emociones, Heechul lo sorprendió aún más galopando en la dirección desde donde había venido, Siwon se relajó y su furia disminuyó. Su preocupación fue olvidada. En su mente predominó el hecho de que no estaba tratando de escapar, como él creyó al principio.
 
Ahora no tendría que aplicarle el castigo destinado a un esclavo fugitivo. Eso lo dejó complacido porque no deseaba tener que castigar a Heechul. Ahora ya no podía verlo porque había descendido la ladera que llevaba hasta la casa. El sonido de su risa seguía resonando en sus oídos, lo mismo que el día cuando lo vio que le ofrecía a Coran llevarlo en la grupa hasta la casa. Todavía lo fastidiaba pensar que había disfrutado de la compañía de un esclavo más que de la suya.
 
En muchos sentidos, Heechul era todavía una criatura. Sus berrinches y sus actitudes desafiantes eran pruebas de ello, lo mismo que las tontas cabriolas que acababa de presenciar en el prado. Y seguía aferrándose tercamente al pasado, a sus días de infancia cuando lo dejaban en libertad de vivir como el hijo varón de lord Sooman, no como un jovencito. Boah le había contado muchas cosas acerca de Heechul, cosas que contradecían la mayoría de las afirmaciones de Jaejoong. No sabía a cuál de los dos creer. Se inclinaba a tomar por cierta la descripción de Jaejoong porque confirmaba su propia opinión de las parejas en general. Pero había visto la prueba de las palabras de la tía en el sentido de que Heechul todavía no había madurado por completo.
 
¡Por los dioses, estaba hechizado! No podía sacarse de la cabeza a ese pequeño zorro por más que lo intentaba. Había esperado que su larga ausencia de la casa ayudaría, pero aun cuando estaba rastreando a sus presas, Heechul y sus caprichos ocupaban sus pensamientos. Era un pobre consuelo que Heechul hubiera desplazado a Zhoumi, porque ahora sus pensamientos eran igualmente sombríos.
 
Siwon espoleó su caballo en dirección a la casa. Regresaba con una variedad de pieles que estarían curtidas y preparadas para la primavera, cuando él zarpara nuevamente hacia los mercados comerciales del Oriente. Había sorprendido a dos osos negros, a los que despertó de su sueño invernal y había derribado a uno.
 
Esta era una excusa perfecta para llamar a su vecinos y ofrecer un festín para todos. A Heechul eso no le gustaría, pero que Loki se lo llevara. La piel de oso sería vendida en la primavera, y quizá también Heechul. Esta sería una forma de sacarse de la cabeza al joven celta. ¿O no?
 
 
 
Heechul se detuvo frente al fuego en el área de cocinar, con una abrigada manta sobre los hombros, y se frotó las manos para desentumecerlas y calentarlas. Era dudoso que se habituara jamás a un clima frío, pero la próxima vez que saliera al exterior estaría mejor preparado.
 
Unos suaves golpes llamaron su atención y lentamente se apartó del hogar para abrir la puerta trasera. Se puso detrás de la puerta para protegerse de la súbita ráfaga de viento helado y cerró rápidamente, si bien entraron Donghae, Leeteuk y Rayna.
 
La anciana chasqueó la lengua, se quitó la capa y la colgó junto a la puerta.
 
— ¿Por qué atrancáis las entradas de esta casa? Al amo no le gustará.
 
— ¿No habéis sabido del perro muerto que apareció en los escalones de la puerta? — replicó Heechul con causticidad.
 
— Todos hemos oído hablar de ese animal, pero eso no es razón para atrancar la puerta — repuso Rayna, y se acercó al fogón para añadir leña al fuego— Sí, fue otra del clan Wayjei , sin duda — continuó— . La guerra entre ellos y los Choi todavía no ha vuelto a alcanzar el punto en que se producen derramamientos de sangre. Se limitan a matarse mutuamente los animales.
 
— ¿Qué guerra? — preguntó Heechul.
 
— Ahora no hay tiempo para esas historias — interrumpió Donghae, quitándose su capa— El amo Siwon ha regresado y ordenó que preparemos un festín.
 
El pulso de Heechul se aceleró al saber que Siwon estaba nuevamente en casa, pero al mismo tiempo el recuerdo del último festín lo hizo estremecer.
 
— ¿Dónde está él?
 
— Fue a reunir a los vecinos para traer el oso que cazó — respondió Leeteuk con alegría, obviamente ansioso de tener otra vez una gran reunión de hombres— Jackie nos envió aquí para poner las ollas a hervir y preparar el hall. Traerán barriles de cerveza del depósito.
 
— ¿Y cuánto durará el festín?
 
— No se puede saber aún. Como es invierno, no hay otra cosa que hacer. Podría durar semanas.
 
¿Cómo actuaría Siwon después de estar ausente tres semanas? ¿Se alegraría de verlo?, se preguntó Heechul. Se reprochó sus tontos pensamientos y empezó a limpiar con energía el hall. Debía recordar que había jurado odiar a Siwon.
 
No podía concederle nada, ni siquiera una sonrisa de bienvenida. De modo que cuando Siwon entró en el hall, Heechul se había puesto de mal humor. Sin embargo, al verlo de pie donde terminaba el tabique que separaba el área de cocinar del frío hall, sintió que su corazón latía, más a prisa y que su cólera quedaba por el momento olvidada. El estaba tomado del brazo de Hyukjae y reía de algún comentario que había hecho el otro. Entonces lo vio y sus ojos lo tocaron como una tierna caricia.
 
Heechul se perdió en esos ojos aun brillantes de hilaridad, pero no por mucho tiempo. Una perversa vocecilla interior lo hizo volver a la realidad y arrepentido apartó la vista.
 
Pocos segundos después sintió la presencia de Siwon a sus espaldas. El lo tomó de un codo y sin decir palabra la condujo fuera del hall. Pasaron junto a Hyukjae, quien sonrió, pero nada dijo, y vieron que Gorn y otros dos entraban en ese momento por la puerta trasera. Siwon los ignoró y lo llevó arrastrándolo casi escaleras arriba.
 
Cuando llegaron arriba, se apartó de él.
 
— ¿Adónde me lleváis, vikingo? — preguntó en un ronco susurro.
 
— A la cama — replicó él, y lo alcanzó con un rápido movimiento antes de que pudiera escapársele.
 
— ¡Pero tenéis huéspedes abajo! — protestó. Siwon rió abiertamente, un sonido que Heechul había oído raras veces.
 
— Ellos pueden esperar, yo no — dijo.
 
Mientras lo llevaba en brazos a su habitación, Heechul se sintió abrumado por el deseo que inundó sus sentidos. Cerró con fuerza los ojos y luchó contra el impulso de sucumbir a las insinuaciones de Siwon.
 
— ¡Dejadme en el suelo!
 
— Como gustéis.
 
Lo dejó caer sobre la cama y enseguida lo siguió y le sujetó los muslos con sus rodillas. Heechul se incorporó con todas sus fuerzas y lo empujó con ambos brazos, pero no consiguió ni siquiera hacerlo tambalear.
 
— ¿Puede ser que no me hayáis echado de menos ? — dijo él en tono burlón mientras se quitaba el cinturón y lo arrojaba a un lado.
 
Heechul se apoyó en los codos y lo miró con altanería.
 
— ¿Por qué debo echaros de menos? No sois el único hombre de por aquí, vikingo.
 
La frialdad que asomó instantáneamente a los ojos de Siwon lo sorprendió.
 
— No retozaréis con ningún hombre que no sea yo.
 
Ahora la cólera se inflamó dentro de Heechul y sus ojos se ensombrecieron.
 
— ¿Y qué hay de vuestros amigos? ¡Me dijeron que vos permitís que se acuesten con cualquiera de vuestros esclavos!
 
El sonrió.
 
— ¿Por fin habéis aceptado que sois mío, Heechul?
 
— ¡No, pero vuestros odiosos amigos creen que lo soy! — replicó con furia.
 
— Bueno, por ese lado no debéis temer. Ellos no os molestarán.
 
— ¿Entonces les diréis que me dejen tranquilo? — preguntó sorprendido.
 
— Sí.
 
— ¿Por qué haréis eso? — preguntó, con escepticismo— . Ciertamente, no lo haréis por mí.
 
— Es suficiente que todavía no haya decidido compartiros — admitió él en tono despreocupado.
 
Los ojos de Heechul se ensombrecieron aún más.
 
— ¡Todavía... todavía! ¡Sois despreciable! Cuando os canséis de mí me arrojaréis a los lobos, ¿verdad? Bien, dejad que os diga una cosa. Me habéis advertido que no retoce con hombres. Ahora yo os advierto lo siguiente: si encuentro un hombre de mi agrado lo tendré, sea esclavo o libre. ¡Vos no me detendréis!
 
— Os haré azotar — dijo él con frialdad.
 
— ¡Entonces hacedlo ahora, maldito vikingo! — exclamó Heechul—. ¡No me dejaré amenazar!
 
— Eso os gustaría ¿verdad? — él lo tomó de las muñecas y obligó a extender los brazos sobre la cama, al tiempo que se inclinaba sobre su cuerpo— . Tenéis formas muy astutas de distraerme par a hacerme olvidar mis propósitos.
 
— ¡No fue ésa mi intención! — gritó Heechul, lleno de  frustración, y retorciéndose debajo de él.
 
— Estaos quieto, entonces.
 
Heechul sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas cuando él le soltó una mano para bajarle y bajarse los pantalones. Se sintió como una ramera. Se sintió sucio, pero él no podía entenderlo.
 
— ¡Os odio, Siwon! — siseó, tratando con desesperación de contener las lágrimas de debilidad.
 
El nada dijo, le separó las rodillas y metió la mano entre ellas. Pero cuando por fin volvió a mirarlo a la cara y vio las lágrimas quedó inmóvil.
 
— ¿Por qué lloráis?— preguntó en una voz sorprendentemente suave— ¿Os hago daño?
 
— No. Soy capaz de soportar todo el dolor que podáis infligirme.
 
— ¿Por qué lloráis, entonces?
 
— ¡Yo nunca lloro! — exclamó.
 
  ¿Negáis  las  lágrimas  que  caen  de  vuestros  ojos,  Heechul?— meneó la cabeza— ¿Es porque trato de haceros otra vez el amor?
 
— Vos no hacéis el amor, vikingo. Os imponéis por la fuerza a una víctima involuntaria.
 
— ¿No queréis dejar que os haga el amor?
 
— No..., no quiero.
 
El se inclinó y besó las lágrimas que caían por sus mejillas.
 
— ¿Por qué lo mencionáis, entonces? — preguntó con   suavidad.
 
— Vos no comprenderíais.
 
— Ah, pero comprendo — dijo él. Le tomó la cara entre sus manos y lo besó tiernamente— . Preferís que os haga el amor con gentileza a que os obligue — le besó en el cuello— Pero más que eso, preferiríais que no os toque — volvió a besarlo en los labios, esta vez con pasión, y le rodeó el cuello con los brazos sin que lo notase— . ¿No es así, Heechul?
 
Heechul se  sintió  como  una  marioneta  en  sus manos  y respondió mecánicamente:
 
— Sí, es así.
 
— Iros, entonces.
 
Heechul abrió muy grandes los ojos, roto ahora el hechizo sensual.
 
— ¿Qué?
 
El rodó a un costado y se abrochó los pantalones.
 
— Podéis marcharos. ¿No es eso lo que queréis?
 
— Pero no comprendo — replicó evidentemente sorprendida, y salió enseguida de la cama— . ¿Ya no me deseáis más?
 
El rió.
 
— Me decís que me odiáis, que no deseáis mis atenciones, y cuando accedo a vuestros deseos, discutís conmigo. Decidíos, Heechul. ¿Habéis cambiado de forma de sentir?
 
— ¡Oh! — exclamó, y salió furioso de la habitación. Heechul bajó la escalera corriendo y encontró a Donghae que se dirigí a al hall con las manos llenas de jarros vacíos. Al oír que Siwon salía de la habitación, detuvo a Donghae.
 
— Yo llevaré estos jarros — se ofreció. Rápidamente tomó los jarros antes que Donghae pudiera negarse.
 
Cuando entró en el hall, gimió interiormente al ver para quiénes eran los jarros. Kangta y Yunho habían llegado, junto con Yang y otros dos hombres. Heechul apretó los dientes y se acercó a la larga mesa donde estaban reunidos los hombres.
 
Cuando pasó junto a Hyukjae él le hizo un guiño que le hizo sonreír pese a sí mismo. Entregó los jarros a los dos hombres que no conocía. Ellos los hundieron en el enorme caldero lleno de espumoso hidromiel que estaba sobre la mesa. Después dejó uno delante de Yang, quien afortunadamente estaba absorto en una discusión con Gun y no notó su  presencia.  Cuando  por  fin  llegó  junto  a  Kangta y Yunho, su expresión  estaba  llena  de  odio.  Dejó  los  jarros  ante ellos y en ese momento su expresión cambió rápidamente por una sonrisa apretada cuando encontró la mirada de Siwon, que estaba sentándose a la mesa.
 
En el instante siguiente, Heechul ahogó una exclamación cuando Yunho lo tomó de la cintura y le hizo sentarse sobre su regazo.
 
  De  modo  que,  después  de  todo,  habéis  domado al zorrito, hermano — dijo Yunho dirigiéndose a Siwon y riendo  por lo bajo— .Yo no lo hubiera creído posible.
 
— ¿Acaso no dije que lo haría? — replicó Siwon. Heechul se obligó a quedarse quieto. Si hubiera sido otro quien lo sujetaba y no Yunho, habría pensado en coquetear con él.
Pero no con Yunho, a quien despreciaba.
 
— Ya hace tres meses que lo tenéis y raras veces estáis en casa para hacer uso de él. ¿Por qué no me lo vendéis? — ofreció Yunho— . Os daré tres de mis mejores caballos... cuatro, si insistís.
 
Heechul observó atentamente a Siwon, esperando su respuesta. El tenía el entrecejo fruncido, como si estuviera pensando. Cuando no respondió inmediatamente, Heechul sintió que el pánico crecía en su interior. No había pensado que él pudiera venderlo. Comprendió, con pavor, que él era realmente su dueño. Tenía el derecho a venderlo y nada podría decir.
 
Heechul estaba a punto de revelar su secreto, de dejar que todos supieran que había entendido las palabras de Yunho y rogarle a Siwon que se negase. Pero la voz impaciente de Yunho lo detuvo.
 
— ¿Y bien? ¿Qué decís, hermano?
 
— Hubierais podido tener al jovencito por nada, pero en cambio elegisteis al hermano — le recordó Siwon.
 
— En realidad, no pensé que fuera posible domesticarlo. Yo quería un joven de carácter, pero éste casi me arranca la lengua con los dientes cuando lo probé. Sin embargo, parece que vos lo habéis domado.
 
— ¿De modo que habéis cambiado de parecer? Creo que os gustaría iniciar un harén como tienen esos califas de Oriente. Sois afortunado al tener un esposo tímido a quien no le importan vuestros retozos, Yunho.
 
Alrededor de la mesa sonaron las risotadas de todos los que estaban escuchando y hasta Kangta se les unió. Todos excepto Yunho rieron y Heechul se estremeció cuando él le apretó la cintura con más fuerza.
 
— No habéis respondido, Siwon — dijo Yunho con voz  fría.
 
— ¿Por qué queréis al joven? — preguntó Siwon con seriedad— . No es tan complaciente ni agradable como creéis. Su lengua es tan filosa como la hoja de vuestra espada, pero, por supuesto, vos no le entenderíais. Es obstinado, desafiante, terco y decididamente de mal carácter. Su única virtud es la belleza.
 
— Por la razón que acabáis de dar es que lo deseo. Admiro su carácter.
 
— Lo dejaríais baldado, Yunho, porque no tendríais paciencia con su terquedad — dijo Siwon en tono cortante, pero enseguida suavizó su tono y añadió— : sin embargo, no importa, todavía no tengo deseos de venderlo.
 
   Entonces, disfrutaré ahora del zorrito — dijo Yunho, y se levantó de la mesa, sin soltar la delgada cintura de Heechul que sujetaba con su enorme brazo.
 
Siwon también se puso de pie con una expresión sombría y amenazadora en el rostro.
 
— No, hermano, no quiero venderlo ni compartirlo.
 
Yunho vaciló un momento. Después rió nerviosamente, soltó a Heechul y volvió a sentarse. Heechul quedó inmóvil y sintió la tensión en la habitación como un peso alrededor de su cuello.
 
Kangta había guardado silencio mientras sus hijos discutían, pero ahora se aclaró la garganta y se dirigió a Yunho en tono severo.
 
— Contentaos con el joven de pelo llameante que tenéis en casa y olvidaros de éste. Él pertenece a Siwon por mi palabra y si él decide venderlo alguna vez, me lo venderá a mí porque yo puedo ofrecerle más de lo que vos estaríais dispuesto a pagar.
 
Los dos hijos miraron al padre con incredulidad.
 
— Habéis dicho que no confiabais en él para tenerlo en vuestra casa por temor a que tratara de mataros — le recordó Siwon a su padre— . ¿Por qué querríais volver a comprarlo?
 
— Os lo di a vos en la esperanza de que querríais conservarlo, pero si no lo queréis, entonces prefiero verlo libre antes que en posesión de algún otro.
 
— ¿Pagaríais la fortuna que yo exigiría sólo para dejarlo en libertad? — preguntó Siwon.
 
— Sí.
 
— ¡Esto es inaudito, padre! — protestó Yunho.
 
— No obstante, lo haría.
 
Heechul miró atónito a Kangta . Nuevamente debió agradecerle, ¡Maldito vikingo! ¿Cómo podría matarlo, ahora que sabía esto?
 
— ¡Id a ocuparos de la comida, joven! — ordenó Siwon en un tono irrazonablemente cortante.
 
Heechul se volvió y vio que él le miraba ceñudo, de lo que dedujo que no estaba satisfecho con las palabras de su padre.
 
— No es necesario que gritéis, vikingo. No soy sordo — amonestó con altanería y se volvió para retirarse. Se detuvo al pasar junto a Hyukjae y se inclinó para susurrarle al oído—. Pare ce que tendréis que esperar para siempre para encontrarlo de buen humor. Pobre Donghae.
 
— Pobre de mí — respondió él también en un susurro y con una expresión llena de preocupación. Después sonrió—. Las cosas serían más fáciles si vos le sonrierais.
 
Heechul se irguió y rió en voz alta.
 
  Es  una  vergüenza  que  me  hayáis  sugerido  semejante cosa, Hyukjae.
 
Enseguida se dirigió al área de cocinar, sin advertir que Siwon lo seguía  con  sus  ojos  que  ahora  tenían  el  color oscuro de las aguas turbulentas de lo más profundo del mar.


1 comentario:

  1. No entiendo al padre de Siwon y Heechul me desespera veremos que pasa gracias por el cap bye.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...