Devil´s Heart (DH4)- 6



Yesung miró fuera de la ventana de la cocina donde la nieve continuaba cayendo. Tarde o temprano, Ryeowook se dormiría y entonces se iría. Entonces no podría detenerlo.

Ryeowook comenzó a ir tras de Yesung, pero se detuvo. Quería ver lo que haría. Lo que pretendía.

—¿N, qué esta haciendo?

Se quedó quieto y usó la vista de N. Yesung desabotonaba su abrigo. Su respiración quedó atrapada ante la vista de su pecho desnudo. Cada músculo en su cuerpo ondeaba mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba detrás de la silla escalera.

El hombre era simplemente bellísimo. Sus hombros anchos, tostados y desnudos eran tentadores. Deliciosos.

Pero lo que le dejó estupefacto, fue su brazo derecho y su hombro, los cuales eran un desastre total por el ataque de N.

Ryeowook se quedó sin aliento ante la vista de lo que había hecho su compañero. Yesung por otro lado no parecía tener un mínimo de molestia por las mordidas. Se había ocupado de sus asuntos con la mayor naturalidad.

—¿Tengo que mirar esto? —N lloriqueó en su cabeza. —Me voy a quedar ciego mirando a un hombre desnudo.


—No te vas a quedar ciego y él no está desnudo —Desafortunadamente.

Ryeowook se quedó desconcertado por ese pensamiento inusual. Nunca había mirado fijamente a un hombre antes, pero se encontró embelesado por Yesung.

—Sí lo soy, y sí lo esta. Lo suficientemente desnudo como para hacerme perder mi almuerzo de cualquier manera. —N comenzó a salir de la cocina.

—N, quédate.

—No soy un perro, Ryeowook, y no me preocupo por ese tono imperativo. Me quedo contigo por mi elección, no por la tuya.

—Lo sé, N. Lo siento. Por Favor, quédate por mí —. Gruñendo en un modo muy parecido al de Yesung, N regresó a la cocina y se sentó para vigilarlo.

Yesung prestó poca atención a N mientras se movía por la cocina buscando algo.

Ryeowook frunció el cejo al verlo sacar una cacerola pequeña. Mientras se movía hacia la heladera, su respiración quedó cortada ante la vista de un estilizado dragón tatuado en la parte baja de su espalda. Y bien por encima de este, estaba la horrible herida en dónde alguien le había disparado.

Se encogió con una simpatía inesperada. Por primera vez en mucho tiempo realmente sintió lástima por alguien. Se veía cruel y dolorosa.

Yesung se movió como si apenas lo advirtiera.

Fue a la heladera y sacó la leche y una barra grande de Hershey que había comprado por un impulso. Vertió la leche en la cacerola y luego le añadió pedazos de chocolate.

Qué raro. Casi le había arrancado la cabeza e intimidado, luego le había atendido, y ahora le hacía chocolate caliente.

— No es para ti —le dijo N.

—Silencio, N.

—No lo es. ¿Quieres apostar a que trata de envenenarme con el chocolate?

—Entonces, no lo tomes.

Yesung se dio la vuelta y le dirigió una burla siniestra a N.

—Aquí, Lassie, ¿quieres salir a buscar a Timmy en el pozo? Vamos, chica, incluso te abriré la puerta y te lanzaré una galleta.

—Vamos psicópata Hunter, ¿quieres descubrir mis dientes en tus... ?

—¡N!

—No lo puedo evitar. Él me molesta. Bastante.

Yesung miró el agua y los platos con comida que Ryeowook había colocado en una bandeja pequeña, que estaba aproximadamente a diez centímetros del piso, para N.

N descubrió sus dientes.

—No mi comida, hombre. La contaminas y te morderé hasta sacar toda la mierda de ti.

—N, por favor.

Yesung se acercó a los recipientes de acero inoxidable.

—Te lo dije, Ryeowook, el bastardo va a envenenarme. Va a escupir en mi agua o va a hacer algo peor.

Yesung hizo la cosa más inesperada de todas. Se inclinó, recogió el recipiente casi vació de agua, lo lavó en el fregadero y lo rellenó con agua, luego cuidadosamente lo devolvió a la bandeja.

Ryeowook no estaba seguro cuál de los dos estaba más impresionado por sus acciones. El o N.

N se dirigió a su recipiente y lo olfateó suspicazmente.

Yesung regresó al fregadero para lavarse las manos. Una vez que la leche con chocolate estuvo caliente, la vertió en un jarro y se lo llevó.

—Aquí –le dijo él, su voz sonando con su usual nota ruda, hostil. Tomó su mano y la llevó hacia la taza.

—¿Qué es? –le preguntó.

—Arsénico y vómito.

Ryeowook retorció su cara con repugnancia ante el pensamiento.

—¿En serio? Y lograste hacerlo muy silenciosamente. ¿Quién lo diría? Gracias. Nunca he tomado vómito antes. Estoy seguro que es extra especial.

Bien, eso pasaba por pensar que Yesung tenía un lado más amable, más suave.

—Bébelo o no —gruñó. —No me importa.

Lo escuchó dejar el cuarto otra vez.

Ryeowook sostuvo la taza. Si bien lo había visto hacerlo a través de los ojos de N y sabía que no había hecho nada para contaminarlo, estaba todavía renuente a saborearlo después de su comentario antipático.

—Te está mirando –le dijo N.

Levantó la cabeza muy lentamente.

—¿De que forma?

—Como si te estuviera desafiando a saborearlo.

Ryeowook contuvo su respiración, debatiendo qué hacer. ¿Era una prueba de él? ¿Se estaba preguntando si confiaba en él?

Aspirando profundamente, bebió el chocolate, el cual estaba a temperatura perfecta y muy sabroso.

Yesung estaba asombrado de su valentía. Entonces, no había creído en su fanfarronada y había confiado en él. Él nunca hubiera bebido algo que le diera un desconocido y lo sorprendía que él lo hubiera hecho.

Sintió un gran respeto por él. El joven tenía un montón de agallas, le concedería eso.

Pero al final del día, las agallas no contaban para mucho, y todo lo que lograrían hacer sería que fuera asesinado por Thanatos si los encontraba antes de que él tuviese la posibilidad de salir.

Su mirada se puso ruda al recordar al demonio o Daimon o lo que fuere que había sido enviado para matarlo.

Todo este tiempo, los Cazadores Oscuros habían asumido que Shindong era el perro de caza que Artemisa solía usar para rastrear y matar Cazadores Oscuros deshonestos.

Todos los hombres que sabían la verdad ahora estaban vagando por la tierra como sombras. Entidades sin espíritu, incorpóreas que podían sentir hambre y sed y nunca tendrían permiso para saciarlo.

Podían sentir y percibir el mundo, pero nadie podría sentirlos o percibirlos.


Él entendía esa existencia. Por que los veintiséis años que había vivido como un humano mortal, había sido uno de ellos.

Sólo entonces, un mundo que no sabía que él existía había sido preferible. Porque cuando las personas se habían percatado que estaba por ahí, habían hecho un esfuerzo extraordinario para aumentar su dolor, por lastimarlo y humillarlo.

La furia lo inundó mientras su mirada se agudizaba otra vez. Miró alrededor de la cabaña inmaculada donde cada detalle mostraba la riqueza de Ryeowook. En su existencia humana una persona como él habría escupido en su cara por ningún otra razón más que el hecho de que se hubiese atrevido a cruzarse en su camino. Habría estado tan por debajo que habría sido golpeado aún por atreverse a levantar su mirada a su cara.

Mirarla a los ojos habría sido su muerte.

—¿Está este esclavo molestándola, señora?

Se sobresaltó ante el recuerdo que corría por su mente.

A la edad de doce había sido lo suficientemente tonto como para escuchar a sus hermanos al señalarle a una mujer que estaba en el mercado.

—Ella es tu madre, esclavo. ¿No lo sabías? El tío la liberó al año pasado. ¿Por qué no vas con ella, Yesung? Tal vez se apiade de ti y te libere, también.

Demasiado joven y demasiado estúpido, había clavado los ojos en la mujer que le habían señalado. Nunca antes había visto a su madre. Nunca había sabido que ella era tan bella.

Pero en su corazón, siempre había sido más bella que Venus. La había visualizado como una esclava como él que no tenía más alternativa que hacer lo que su amo dijera. Había creado un sueño de cómo había sido apartado de sus brazos después del nacimiento. Cómo había llorado para que se lo devolvieran.

Cómo había sufrido cada día por su hijo perdido.

Entretanto, él había sido dado a su padre despiadado, que vengativamente lo había mantenido lejos de sus brazos compasivos.

Yesung estaba seguro que lo amaría. Todas las madres amaban a sus niños. Era por eso por lo que las otras esclavas no se ocupaban de él. Estaban guardando todas sus raciones y afectos para ellos.

Pero esta mujer... era la suya. Y ella lo amaría.

Yesung había corrido hacia ella y la había abrazado, diciéndole quién era y cuánto la amaba.

Pero no había habido ninguna bienvenida cálida. Ningún afecto maternal.

Lo había mirado con un abierto disgusto y horror. Sus labios se habían torcido cruelmente mientras le siseaba a él.

—Le pagué a esa puta bastante dinero para verte muerto.

Sus hermanos se habían reído de él.

Yesung había estado demasiado apabullado por su rechazo para moverse o respirar. Había estado desolado al enterarse que su madre había sobornado a otro esclavo para matarlo.

Cuando un soldado se acercó a ellos para preguntarle si estaba siendo molestada, entonces ella había dijo fríamente.

—Este esclavo sin valor me tocó. Quiero que lo golpeen por eso.

Incluso después de dos mil años esas palabras resonaban a través de él. Al igual que la apariencia despiadada de su cara mientras cambiaba de dirección y lo dejaba con los soldados, que alegremente habían llevado a cabo su orden.

—No vales nada, esclavo. No eres bueno para nada. Ni siquiera vales las migajas que te mantienen vivo. Si tenemos suerte tal vez mueras, y nos ahorres las raciones del invierno para un esclavo que tenga más valor.

Yesung gruñó como si sus recuerdos lo sujetasen. Incapaz de enfrentar el dolor que causaban, sus poderes explotaron. Cada bombilla en la sala se hizo añicos, el fuego crepitó en la chimenea, esquivando por poco a N, que había estado echado allí. Los cuadros se cayeron de las paredes.

Todo lo que quería era que el dolor se detuviera...


Ryeowook gritó ante los sonidos extraños que asaltaban a sus oídos.

—¿N, qué está ocurriendo?

—El bastardo trató de matarme.

—¿Cómo?

—Disparó una bola de fuego de la chimenea a mi trasero. Hombre, mi pelaje esta chamuscado. Está teniendo un ataque de algún tipo y usando sus poderes.

—¿Yesung?

La cabaña entera tembló con tal ferocidad que él medio esperaba que esta estallara.

—¡Yesung!

El silencio era total. Todo lo que Ryeowook podía oír era el latido de su corazón.

—¿Qué está ocurriendo? —preguntó a N.

—No sé. El fuego se apagó y no puedo ver nada. Esta completamente oscuro. Él hizo añicos las luces.

—¿Yesung? —intentó otra vez.

Otra vez nadie contestó. Su pánico se triplicó. Podía matarlo y ni él ni N lo verían venir. Podía hacerle cualquier cosa.

—¿Por qué me salvaste?

Saltó ante el sonido de su voz justo al lado de su oreja mientras se sentaba en el sofá. Estaba tan cerca de él que podía sentir su respiración caliente en su piel.

—Estabas herido.

—¿Cómo supiste que estaba herido?

—No lo supe hasta después de que te traje adentro. Yo... pensé que estabas borracho.

—Sólo un tonto redomado metería a un hombre extraño en su casa cuando es ciego y vive solo. No me trates como a un idiota.

Ryeowook tragó. Era bastante más listo de lo que había creído. Y bastante más espeluznante.

—¿Por qué estoy aquí? —demandó.

—Te lo dije.

Él apartó de un empujón el sofá con tanta fuerza que patinó hacia adelante varios centímetros. Luego estaba delante, inmovilizándolo contra los cojines. Haciéndole temblar por su presencia feroz.

—¿Cómo me metiste?

—Te arrastré.

—¿Solo?

—Por supuesto.

—No pareces lo suficientemente fuerte.

Ryeowook boqueó con miedo. ¿Qué iba a hacerle? ¿Qué intentaba hacerle?

—Soy más fuerte de lo que parezco.

—Pruébalo —agarró sus muñecas.

Forcejeó con él para varios segundos.

—Déjame ir.

—¿Por qué? ¿Te soy repulsivo?

N gruñó. Ruidosamente.

Ryeowook se congeló y miró encolerizadamente hacia donde esperaba que su cara estuviese.

—Yesung –dijo. —Me estas lastimando. Déjame ir.

Para su sorpresa, lo hizo. Se movió hacia atrás muy ligeramente pero su presencia enojada era todavía tangible. Opresiva. Aterradora.

—Has algo inteligente, príncipe —gruñó él en su oreja. —Quédate lejos de mí.

Lo oyó alejarse.

—Él es culpable –lanzó N. —Ryeowook. Júzgale.

No podía. Todavía no. Aún cuando Yesung lo había asustado. Aún cuando en este momento se veía desequilibrado y aterrador. Realmente no lo había lastimado. Sólo lo había asustado, y eso no era algo por lo que alguien debía morir.

Después de esto, podía entender perfectamente cómo pudo haber explotado y matado a todas las personas en el pueblo que le había sido confiado para defender.

¿Explotaría así con él?

Ya que era inmortal, no le podía matar, pero sí lo podía lastimar.

Un juez menor podría haber seguido adelante y dar el veredicto basado solamente en las acciones de esta noche. Estaba tentado, pero no lo haría. Todavía no.

—¿Estás bien? —preguntó N después de que él se rehusase a responder su demanda de un veredicto.

—Sí.

Pero mentía y tenía el presentimiento que N lo sabía. Yesung lo había aterrorizado de una forma que nadie antes había hecho.

Por demasiados siglos, había juzgado a incontables personas. Asesinos, traidores, blasfemadores. Pero ninguno de ellos lo había asustado alguna vez. Ninguno de ellos alguna vez lo había hecho querer salir corriendo hacia la protección de sus hermanos.

Yesung lo hacía.

Había algo acerca de él que realmente no estaba sano. Era capaz de tratar con personas que trataban de esconder su locura. Hombres que podían jugar a ser héroes galantes mientras por dentro eran fríos y crueles.

Yesung había explotado y aun así no lo había lastimado. Al menos todavía no.

Pero sus métodos intimidantes iban a tener que irse.

Recordó las palabras de Shindong:

“Es sólo con el corazón que uno puede ver correctamente...”

¿Qué había dentro del corazón de Yesung?

Exhalando largamente, Ryeowook extendió sus sentidos y trató de localizar a Yesung. Como antes, no lo pudo localizarlo para nada. Era como si él estuviera tan acostumbrado a mantenerse oculto que no se registraba en el radar de nadie. Ni aun en el suyo intensificado.

—¿Dónde está? —preguntó a N.

—En su cuarto, pienso.

—¿Dónde estas?

N vino y se sentó a sus pies.

—Artemisa tiene razón. Por el bien de la humanidad, él debe ser eliminado. Hay algo seriamente mal con este hombre.

Ryeowook frotó sus orejas mientras consideraba eso.

—No sé. Shindong negoció con Artemisa a fin de que yo pudiera juzgar a Yesung. Él no habría hecho eso sin una razón. Sólo un tonto hace trueques con Artemisa por nada. Y Shindong está muy lejos de ser un tonto. Debe haber algo bueno en Yesung o si no...

—Shindong siempre se sacrifica por sus hombres. Es lo que él hace —se mofó N.

—Tal vez...

Pero él lo conocía mejor. Shindong siempre haría lo que fuese mejor para todos los involucrados. Él nunca antes había interferido a la hora de juzgar o ejecutar un Cazador Oscuro rebelde, y aún así, le había pedido personalmente que juzgara a éste

Él no había permitido que asesinaran a Yesung novecientos años atrás por destruir su pueblo y a los inocentes humanos.

Si Yesung verdaderamente planteaba un peligro, entonces Shindong nunca hubiera negociado con ellos por una audiencia o para permitirle al Cazador Oscuro vivir. Allí tenía que haber algo más.

Tenía que creer en Shindong. Tenía que hacerlo.



Yesung se sentó solo en su cuarto, observando a la nieve caer afuera, a través de las cortinas abiertas. Estaba sentado en la silla mecedora, pero la mantenía inmóvil. Después de su "sobrecarga", había ido a través de la casa reemplazando bombillas y recogiendo los cuadros quebrados. Ahora todo estaba misteriosamente quieto.

Tenía que salir de allí antes que explotara otra vez. ¿Por qué la tormenta no se detenía?

La luz del vestíbulo se prendió, cegándolo por un momento.

Él miró ceñudamente. ¿Por qué Ryeowook prendía luces cuando era ciego?

Lo escuchó pisar suavemente por el vestíbulo hacia la sala. Parte de él quería unírsele. Pero él nunca había sido dado a la conversación insustancial.

No sabía como conversar. Nunca nadie había estado interesado en cualquier cosa que él tuviera para decir.

Así es que lo mantenía para sí mismo y eso estaba bien para él.

—¿N?

El sonido de su melódica voz lo traspasó como un vaso haciéndose añicos.

—Siéntate aquí mientras hago otro fuego.

Casi se levantó para ayudarlo, pero se forzó a permanecer en su silla. Sus días como criado para los ricos habían terminado. Si él quería un fuego, entonces era tan capaz para hacer uno como lo era él.

Por supuesto que él podía ver para atizar el fuego y sus manos eran ásperas por el arduo trabajo.

Las del joven eran suaves. Delicadas. Manos frágiles que podían apaciguar...

Antes de darse cuenta, se dirigía hacia la sala.

Encontró a Ryeowook arrodillado frente al hogar, tratando de empujar nuevos leños sobre la parrilla de hierro. Estaba luchando contra eso y haciendo lo mejor para no quemarse durante el proceso.

Sin decir una palabra, lo hizo para atrás. Ryeowook se quedó sin aliento, alarmado.

—Muévete de mi camino –gruñó él.

—No estaba en tu camino. Tú te metiste en el mío.

Cuando se rehusó a moverse, lo alzó y la dejó caer en el sillón verde oscuro.

—¿Qué estas haciendo? —preguntó con expresión sobresaltada.

—Nada —. Regresó al hogar y prendió el fuego. —No puedo creer que con todo el dinero que tienes, no tengas a nadie aquí para ayudarte.

—No necesito a nadie que me ayude.

Él hizo una pausa ante sus palabras.

—¿No? ¿Cómo haces para estar por tu cuenta?

—Simplemente lo hago. No puedo soportar a alguien tratándome como si estuviera inválido. Resulta que soy tan capaz como cualquier otro.

—Muy bien por ti, príncipe —. Pero él sintió otra oleada de respeto. En el mundo en que había crecido, las mujeres y jóvenes como él nunca hacían nada por ellos mismos. Habían comprado a personas como él para servir a todos sus antojos.

—¿Por qué me llamas príncipe todo el tiempo?

—¿Es lo que eres, no? El querido brillante de tus padres.

Él frunció el ceño.

—¿Cómo sabes eso?

—Lo puedo oler en ti. Eres una de esas personas que nunca han tenido un momento de preocupación en su vida. Todo lo que alguna vez has querido, lo has tenido.

—No todo.

—¿No? ¿Qué es lo que te ha faltado alguna vez?

—Mi vista.

Yesung se quedó callado mientras sus palabras sonaban en sus oídos.

—Sí, ser ciego apesta.

—¿Cómo lo sabes?

—Estando ahí, habiéndolo sido.

—¿Eras ciego? —preguntó Ryeowook.

Yesung no contestó. No podía creer que se le escapara. Era algo de lo que nunca había hablado, ni siquiera con Jongjin.

Sólo Shindong lo sabía y Shindong, agradecidamente, había guardado el secreto. Reacio a visitar su pasado otra vez esta noche y el dolor que lo esperaba allí,

Yesung dejó la sala y regresó a su cuarto donde cerró la puerta y así, en paz, se puso a esperar a que pasara la tormenta.

Al menos estando solo no tenía que preocuparse por traicionarse a sí mismo o lastimar a alguien.

Pero mientras se sentaba en la silla, no eran las imágenes del pasado las que lo perseguían.

Era el perfume y los pálidos ojos de un joven.

El recuerdo de su mejilla suave y fría bajo sus dedos. Su húmedo y desordenado pelo que enmarcaba unos rasgos atractivos.

Un joven que no se sobresaltaba con él o se acobardaba.

Era asombroso y sorprendente. Si él fuera otra persona, entonces regresaría a la sala en donde estaba sentado con su lobo y lo haría reír. Pero no sabía como hacer reír a las personas. Podía reconocer el humor, más especialmente la ironía, pero no era el tipo de hombre que hacía chistes o producía sonrisas en otras personas. Especialmente no en un joven.

Eso no lo había molestado antes. Esta noche sí.



5 comentarios:

  1. Este capitulo me hizo llorar y mi companera se empezo a reir pero no importa yeye ya no estas solo

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  2. Ay ño~
    Esa existencia de Yeye me está matando...
    Creó que de todos los cazadores oscuros...
    Es él... El que se merece ser mas feliz!!!
    Dale mucho amor... TT___TT

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  3. Ay ño~
    Esa existencia de Yeye me está matando...
    Creó que de todos los cazadores oscuros...
    Es él... El que se merece ser mas feliz!!!
    Dale mucho amor... TT___TT

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  4. Hijos de su #$%&*$ quiero entrar y matarlos,como pueden hacerle eso a un niño? Son,fuero unos desgraciados,pero lo pagaron.
    Oh Wook,te comprendo y te asimilo,yesung es algo digno de ver y apreciar *0*
    Obvio,estan surgiendo emociones que no creyo tener y a las cuales no sabe que nombre darles.
    Los dos estan siintiendo cosas,y ninguno quiere permitir algo más.
    Shindong sabe,y wook lo conoce. No puede juzgar a yesung hasta que no pasen los dias prometidos

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  5. Yesung tuvo la peor de las suertes en cuanto a familia, con unos hermanos desalmados, un padre tirano y una "madre" a la cual el título le queda grande, no solo desprecio a su propio hijo sino que con toda la crueldad del mundo incitó a los soldados a que lo golpearan y Yesung era solo un niño. Si pudiera la haria comer clavos por mala.

    Yesung y Wookie se afectan mutuamente más de lo que creen. Menos malque Wookie está dispuesto a ver más allá de lo que incluso el mismo N ve, además es injusto que cada vez que Yesung hace algo bueno, esto se ve borrado por otra cosa.

    Bueno, gracias por el cap ^^

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...