Yesung le dio un duro puñetazo en el estómago. Fue un
golpe poderoso que hizo que Jongjin se tambaleara hacia atrás y puso de
rodillas a Yesung. Siempre que un Cazador Oscuro atacaba a otro, el Cazador
Oscuro que atacaba sentía el golpe diez veces peor que el que lo recibía. Había
una única forma de evitar esto, que Artemisa levantara su prohibición. Solo
esperaba que no se la hubiera levantado a Jongjin.
Yesung luchó por respirar ante el dolor y se forzó a sí
mismo a pararse. A diferencia de Jongjin, el dolor físico era algo a lo que
estaba habituado.
Pero antes de poder alejarse vio a Mike y a otros tres
Escuderos en las sombras. Caminaban hacia ellos con pasos determinados que
decían que estaban armados para el Cazador Oscuro.
—Déjenmelo a mí –ordenó Jongjin.
Lo ignoraron y siguieron avanzando.
Dándose vuelta, Yesung se dirigió hacia su vehículo de
nieve sólo para encontrar el motor hecho pedazos. Obviamente habían estado
ocupados mientras estaba comprando el generador.
Maldita sea. ¿Cómo pudo ser tan estúpido?
Ellos debían haber destruido sus generadores para
obligarlo a ir al pueblo. Le habían hecho salir del bosque como cazadores con
un animal salvaje.
Bien. Si querían cazar a un animal, entonces él lo sería.
Estiró su brazo con la mano abierta y usó su telequinesia
para derribar a los Escuderos.
Sin querer lastimarse otra vez, Yesung esquivo a Jongjin
y corrió hacia el pueblo.
No alcanzó a llegar muy lejos cuando más Escuderos
aparecieron y abrieron fuego sobre él.
Las balas atravesaron su cuerpo, haciendo tiras su piel. Yesung
siseó y se tambaleó ante el dolor.
Aún así, continuó corriendo. No tenía alternativa.
Si se quedaba quieto, entonces lo desmembrarían, y aunque
su vida apestaba en serio, no tenía intención de convertirse en una Sombra. Ni
les daría la satisfacción de haberlo matado.
Yesung rodeó el costado de un edificio. Algo duro lo
golpeó en su centro.
La agonía explotó a través de él mientras era lanzado
patas arriba sobre la tierra. Terminó de espalda en la nieve sin poder
respirar.
Una sombra con ojos fríos, despiadados se movía y lo
vigilaba.
De por lo menos dos metros diez centímetros, el hombre
era dueño de una perfección masculina sobrenatural. Tenía pálidos cabellos
rubios y ojos oscuros, y cuando sonrió, reveló el mismo par de colmillos de Yesung.
—¿Qué eres? —preguntó Yesung, sabiendo que el desconocido
no era un Daimon o un Apolita, si bien se parecía a uno.
—Soy Thanatos, Cazador Oscuro —dijo en griego clásico,
usando el nombre que significaba "muerte" —y estoy aquí para matarte.
Agarró a Yesung de su abrigo y lo tiró contra un edificio
lejano como si no fuera nada más que una muñeca de trapo.
Yesung golpeó la dura pared y se deslizó hacia la calle.
Su cuerpo estaba tan lastimado que sus extremidades se estremecieron mientras
trataba de gatear lejos de la bestia.
Yesung se detuvo.
—No moriré de esta forma otra vez —gruñó. No sobre su
estómago como un animal asustado esperando su muerte.
Como un esclavo sin valor siendo golpeado.
Con su cuerpo fortificado por la furia, se forzó a sí
mismo a ponerse de pie y se dio media vuelta para enfrentar a Thanatos.
La criatura sonrió.
—La columna vertebral. Cómo me gusta. Pero no tanto como me
gusta chupar la médula de ella.
Yesung atrapó su brazo mientras lo trataba de alcanzar.
—¿Sabes lo que amo? —Yesung rompió el brazo de la
criatura y lo agarró del cuello. —El sonido de un Daimon exhalando su último
aliento.
Thanatos se rió. El sonido era diabólico y frío.
—No puedes matarme, Cazador Oscuro. Soy aún más inmortal
que tu.
Yesung boqueó mientras el brazo de Thanatos cicatrizaba
instantáneamente.
—¿Qué eres? –preguntó Yesung otra vez.
—Te lo dije. Soy La Muerte y nadie puede derrotar o
escapar de La Muerte.
Oh, mierda. Estaba jodido ahora.
Pero estaba lejos de estar derrotado. La Muerte podía
llevarlo, pero el bastardo iba a tener que trabajar para ello.
—Sabes –dijo Yesung, cayendo en la calma surrealista que
le había permitido, cuando era un niño, sobrevivir a las innumerables palizas.
—Apuesto que la mayoría de la gente caga sus pantalones cuando dices esa línea.
¿Pero sabes qué, Señor-quiero-ser-espeluznante-y-estoy-fallando-miserablemente?
No soy una persona. Soy un Cazador Oscuro y en el gran esquema de las cosas, no
significas ni una mierda para mí.
Él concentró todos sus poderes en su mano, luego dio un
golpe poderoso directamente al plexo solar de Thanatos. La criatura voló hacia
atrás.
—Ahora puedo sentarme aquí y jugar contigo —. Envió otro
golpe asombroso a Thanatos. —Pero más bien prefiero sacarnos a ambos de
nuestras miserias.
Antes de que pudiera golpear otra vez, una explosión de
escopeta lo golpeó directamente en la espalda. Yesung sintió la metralla
atravesándolo rasgándole su cuerpo, evitando por poco al corazón.
Las sirenas de la policía sonaron a lo lejos.
Thanatos lo agarró por la garganta y lo levantó hasta que
él se vio forzado a estar sobre las puntas del pie.
—Mejor aún, ¿por qué no te saco de las tuyas?
Luchando por respirar, Yesung sonrió desagradablemente
mientras sentía un hilo de sangre correrle por la esquina de los labios. El
sabor metálico de eso impregnó su boca. Estaba herido, pero no atemorizado.
Sonriendo sarcástico al Daimon, golpeó al bastardo con la
rodilla en sus joyas. El Daimon se encogió. Yesung empezó a correr otra vez,
lejos del Daimon, los Escuderos y los policías, sólo que no era tan rápido como
solía hacerlo.
El dolor hacía que su vista estuviera borrosa y mientras
más corría más se lastimaba.
La agonía de su cuerpo era insoportable.
En ninguna de todas las palizas que había recibido cuando
niño lo habían herido tanto. No sabía cómo lograba continuar. Sólo una parte de
él se rehusaba a caerse y dejarlos tenerle.
No estaba seguro cuando los perdió, o tal vez estaban
justo detrás de él. Yesung no podía saberlo debido al zumbido en sus oídos.
Desorientado, desaceleró, tropezando hacia adelante hasta
que no pudo ir más lejos.
Cayó en la nieve.
Yesung yació allí esperando a los demás para agarrarlo.
Esperando a Thanatos para terminar lo que habían empezado, pero como los
segundos hicieron tictac, se percató que se debía haber escapado de ellos. Aliviado,
trató de levantarse.
No podía. Su cuerpo no cooperaba más. Lo único que podía
hacer era gatear hacia delante, un metro más, donde divisaba una gran casa tipo
cabaña frente a él.
Se veía cálida y acogedora y en el fondo de su mente
estaba el pensamiento que si podía llegar a la puerta la persona adentro lo
podría ayudar.
Se rió amargamente ante el pensamiento. Nadie nunca lo
había ayudado.
Ni siquiera una vez.
No, éste era su destino. No tenía sentido oponerse a él,
y en verdad, estaba cansado de luchar solo en el mundo.
Cerrando los ojos, soltó un largo, trabajoso respiro y
esperó lo que era inevitable.
Ryeowook estaba sentado en el borde de la cama mientras
comprobaba las heridas de su "invitado". Hacía cuatro días que yacía
inconsciente en su cama, mientras velaba por él.
Los apretados músculos bajo sus manos eran firmes y
fuertes, pero no los podía ver.
El no lo podía ver.
Perdía su vista cuando era enviado a juzgar a alguien.
Los ojos podían engañar. Juzgaban las cosas muy diferente de los otros
sentidos.
Ryeowook siempre debía ser imparcial si bien por el
momento no se sentía verdaderamente así.
¿Cuántas veces había ido con el corazón abierto sólo para
ser engañado?
El peor caso había sido Kangshin. Un Cazador Oscuro
descarriado, había sido encantador y divertido. Lo había deslumbrado con su
vivacidad y su habilidad para hacer de todo un juego. Cada vez que había
tratado de empujarlo a sus límites, él había tomado a risa sus pruebas y había
demostrado ser bueno para todo.
Él había parecido el hombre perfecto, equilibrado. Por un
tiempo, se había imaginado enamorado de él.
Al final, había tratado de matarle. Había sido
completamente amoral y cruel. Frío. Insensible. La única persona que podía amar
era a sí mismo, y aunque que no era nada más que escoria, en su mente, él había
sido calumniado por el género humano, así que estaba bien que hiciera lo que
quisiera con ellos.
Cada vez que cruzaban cualquier línea que Artemisa
hubiese trazado. Entonces la diosa se apuraba para que fueran juzgados y
ajusticiados, y aunque no lo pudiera probar, Ryeowook sospechaba que Artemisa
sólo seguía el protocolo para evitar que Shindong se enojara con ella.
Así que Ryeowook había sido llamado múltiples veces
durante los siglos para encontrar alguna razón que les permitiera a los
Cazadores Oscuro vivir.
El nunca la encontró. Ni siquiera una vez. Cada vez que
había juzgado habían sido peligrosos y toscos. Una amenaza que amenazaba a la
humanidad más que los Daimons que perseguían.
La justicia del Olimpo no operaba como la justicia
humana. No había suposición de inocencia. En el Olimpo, una vez que se era
inculpado, el acusado debía probar que era digno de compasión.
Nadie alguna vez la tuvo.
El que más cerca había estado alguna vez a la clemencia
de Ryeowook, había sido Kangshin, y mira cómo había resultado. Le aterrorizaba
pensar qué tan cerca había estado de juzgarle inocente y luego dejarlo suelto
otra vez en el mundo.
Esa experiencia había colmado la medida para él. Desde
entonces, se había separado de todo el mundo.
No dejaría que la belleza de un hombre o el encanto lo
hechizaran otra vez. Su trabajo ahora era llegar al corazón de este hombre que
estaba en su cama.
Artemisa había dicho que Yesung no tenía corazón en
absoluto. Shindong no había dicho nada. Sólo le había echado una mirada
penetrante que decía que dependía de él para hacer lo correcto.
¿Pero qué era correcto?
—Despiértate, Yesung –murmuró. —Sólo te quedan diez días
para salvarte.
Yesung se despertó con un dolor que
era indescriptible, lo que dado sus antecedentes brutales como chivo expiatorio
y esclavo era difícil de creer. Especialmente desde que siendo un ser humano el
dolor había sido la única certeza en su vida.
Su cabeza le latía, cambió de posición, esperando sentir
nieve fría y tierra debajo de él. En lugar de eso, estaba encendido de tanto
calor que sentía.
Estoy muerto, pensó sardónicamente.
Ni siquiera sus sueños, lo habían hecho sentir alguna vez
así de caliente.
Aún mientras parpadeaba abriéndolos, atisbó un fuego
ardiendo en una chimenea y una montaña de mantas sobre él, se percató que
estaba muy vivo y acostado en el dormitorio de alguna persona.
Miró alrededor del cuarto, las paredes de la cabaña de
troncos eran de calidad superior, lo que denotaba que alguien quería la
apariencia de una cabaña rústica, pero que tenía bastante dinero para
asegurarse que estuviera adecuadamente resguardada del frío y que fuese
acogedora, y no tuviera corrientes de aire.
Su cama era una cara reproducción de hierro de las camas
grandes del fin del siglo diecinueve. A su izquierda había una mesa de luz
pequeña donde había una jarra y una jofaina pasadas de moda.
Quienquiera que poseía este lugar estaba cargado. Yesung
odiaba a las personas adineradas.
—¿N?
Yesung frunció el ceño ante la voz suave y melódica. La
voz de un joven. Estaba en el vestíbulo, en otro cuarto, pero él realmente no
podía precisar su posición a través del dolor en su cráneo.
Escuchó un suave quejido canino.
—Oh, deja eso —el joven regañó con un tierno tono.
—Realmente no quería lastimar tus sentimientos, ¿Lo hice?
El ceño fruncido de Yesung se hizo más profundo mientras
trataba de poner sentido a lo que había ocurrido. Jongjin y los demás le
estaban cazando y recordaba haberse derrumbado delante de una casa.
Alguien de la casa debía haberlo encontrado y arrastrado
adentro, aunque no podía imaginar por qué alguien se había tomado la molestia.
No es que tuviese importancia. Jongjin y Thanatos
estarían tras él, y no necesitarían llevar a un científico espacial para saber
en dónde estaba, especialmente con toda la sangre que había estado perdiendo
mientras corría. Sin duda, había una huella dirigida directo a la puerta de
esta cabaña.
Lo que significaba que debía salir de aquí lo antes
posible. Jongjin no haría nada para lastimar a aquellos que lo hubieran
ayudado, pero no se podía decir lo que Thanatos era capaz de hacer.
En su mente pasaron las imágenes de un pueblo ardiendo.
La horrible vista de personas yaciendo muertas...
Yesung se sobresaltó ante el recuerdo, preguntándose por
que lo perseguía ahora. Decidió, que era un recordatorio de lo que él era
capaz, y un recordatorio del porque tenia que escaparse de aquí. No quería
lastimar a nadie que hubiera sido amable con él. No otra vez.
Obligándose a olvidar el dolor de su cuerpo, se sentó
lentamente. El perro, instantáneamente, entró corriendo en su cuarto.
Sólo que no era un perro, se percató mientras se detenía
ante la cama y le gruñía. Era un gran lobo blanco americano. Uno que parecía
odiarle.
—Aléjate, Scooby —él chasqueó. –Me he hecho botas de
lobos más grandes y malos que tu.
El lobo dejó al descubierto sus dientes como si
entendiera sus palabras y le desafiara a que lo probara.
—¿N?
Yesung se congeló cuando un joven apareció en la puerta.
Maldición...
El era increíble. Su cabello castaño, su piel era pálida,
con mejillas sonrosadas y labios que obviamente habían sido protegidos muy
cuidadosamente, del clima rudo de Alaska. Vestía un suéter blanco tejido a mano
y jeans.
Mientras entraba en el cuarto, con sus manos extendidas,
avanzando lenta y metódicamente, tratando de localizar al lobo, él se dio
cuenta de que estaba completamente ciego.
El lobo le ladró dos veces a él, luego se volvió y fue
con su dueño.
—Ahí estas –murmuró, arrodillándose para acariciarlo. —No
deberías ladrar, N. Despertarás a nuestro invitado.
—Estoy despierto y estoy seguro que es por eso que está
ladrando.
Volteó su cabeza hacia él como si tratara de verle.
—Lo siento. No tenemos mucha compañía y N tiende a ser un
poco antisocial con desconocidos.
—Créeme, conozco el sentimiento.
El caminó hacia la cama, otra vez con su mano extendida.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, palmeando su hombro
mientras lo localizaba.
Yesung se encogió ante la sensación de su mano caliente
en su carne. Era tierna. Ardiente. E hizo que una parte ajena a él doliese.
Pero lo peor de todo, hizo que su ingle se endureciera. Fuertemente.
Nunca había podido aguantar a alguien tocándolo.
—Preferiría que no hicieras eso.
—¿Hacer qué? —preguntó.
—Tocarme.
Él se echó para atrás lentamente y parpadeó metódicamente
como si fuera más un hábito que un reflejo.
—Veo al tacto –dijo suavemente. —Si no te toco, entonces
estoy completamente ciego.
—Bien, todos tenemos problemas —. Se corrió al otro lado
de la cama y se levantó. Estaba desnudo excepto por sus pantalones de cuero y
unos pocos vendajes. El joven debía haberlo desvestido y curado sus heridas.
Ese pensamiento lo hizo sentir un poco extraño. Nunca nadie se había tomado la
molestia de cuidarlo cuando estaba herido.
¿Por qué lo haría él?
Aún Shindong y Minho lo habían dejado por su cuenta
después de que hubiera sido herido en Nueva Orleáns. Lo mejor que le ofrecieron
fue llevarlo hasta su casa así él podía sanar en soledad.
Por supuesto, le podrían haber ofrecido más si hubiese
sido un poco menos hostil con ellos, pero ser hostil era lo que mejor hacia.
Yesung encontró sus ropas dobladas en una silla mecedora
al lado de la ventana. A pesar de las dolorosas protestas de sus músculos,
empezó a ponérselas encima. Sus poderes de Cazador Oscuro le habían permitido
cicatrizar la mayoría de las heridas mientras dormía, pero no estaba en tan
buen forma como debería haberlo estado si un Dream Hunter lo hubiera ayudado. A
menudo iban con los Cazadores Oscuros heridos para sanarlos durante su sueño,
pero no con Yesung.
Los asustaba tanto como asustaba a todos los demás.
Entonces, había aprendido a tomar sus golpes y ocuparse
del dolor. Lo cuál estaba bien para él. No le gustaban las personas, inmortales
o de otro tipo, cerca suyo.
La vida era mejor estando solo.
Hizo una mueca cuando divisó el hueco en la parte de
atrás de su camisa donde la explosión de la escopeta lo había golpeado.
Sip, la vida era definitivamente mejor estando solo. A
diferencia de su "amigo" no podía pegarse un tiro en la espalda, aún
si lo quisiera.
—¿Estás levantado? — preguntó el desconocido joven, con
voz asombrada. — ¿Vistiéndote?
—No —dijo irritado. —Estoy meando tu alfombra. ¿Qué
piensas que estoy haciendo?
—Soy ciego. Por lo que sé, realmente puedes estar meando
mi alfombra, que sea dicho de paso es muy bonita, así que tengo la esperanza de
que estés bromeando.
Sintió una extraña punzada de diversión en su contestación.
Era rápido y listo. A él le gustaba eso.
Pero no tenía tiempo que perder.
—Mira, no sé cómo me trajiste aquí dentro, pero lo
aprecio. Sin embargo, tengo que emprender la marcha. Créeme, estarás muy
arrepentido si no lo hiciera.
El joven se obligó a alejarse de la cama ante sus
palabras hostiles y fue en ese momento que él se percató que lo había expresado
con un gruñido.
—Hay una ventisca muy fuerte afuera –dijo, con voz menos
amigable que antes. —Nadie va a ser capaz de salir a cualquier lado por un
tiempo.
Yesung no podía creerlo hasta que apartó las cortinas de
la ventana. La nieve caía tan rápida y gruesa que parecía una densa pared
blanca.
Maldijo por lo bajo. Entonces más fuerte preguntó,
—¿por cuánto tiempo ha estado así?
—Las últimas horas.
Apretó los dientes en tanto se percataba que estaba
atascado allí. Con él.
Esto no era realmente bueno, pero al menos evitaría que
los demás estuvieran rastreándolo. Con suerte la nieve escondería sus huellas y
sabía, de hecho, que Jongjin odiaba el frío.
Por lo que respectaba a Thanatos, bien, dado su nombre,
su lenguaje, y su aspecto general, Yesung daba por hecho que también era un
mediterráneo antiguo, y eso le decía a Yesung que todavía tenía una ventaja
sobre los dos. Había aprendido hacía siglos, cómo moverse rápidamente sobre la
nieve y qué peligros evitar.
¿Quién podría haber sabido que novecientos años en
Alaska, realmente le convendrían algún día?
—¿Cómo puedes estar parado y moviéndote?
Su pregunta lo sobresaltó.
—¿Perdón?
—Estabas gravemente herido cuando te traje hace unos
días. ¿Cómo puedes estar moviéndote ahora?
—¿Unos días? —preguntó, estupefacto por sus palabras.
Pasó las manos sobre su cara y sintió su barba gruesa. Mierda. Habían sido
días. —¿Cuántos?
—Casi cinco.
Su corazón se aceleró. ¿Había estado aquí por cuatro días
y no lo habían encontrado? ¿Cómo era eso posible?
Frunció el ceño. Algo acerca de esto no parecía estar
bien.
—Pensé que sentí una herida de bala en tu espalda.
Ignorando el hueco abierto en la camisa, Yesung se puso
encima su camiseta negra. Estaba seguro que había sido Jongjin quien le había
disparado. Las escopetas eran su arma preferida. Su único consuelo era pensar
que Jongjin estaría tan dolorido como él. A menos que Artemisa hubiera levantado
su prohibición. Entonces el bastardo no sentiría nada más que satisfacción.
—No era una herida de bala —mintió. —Sólo me caí.
—Sin intención de ofenderte, pero tendrías que haber
caído del Monte Everest para tener esas heridas.
—Sí, puede ser que la próxima vez recuerde llevar el
equipo para escalar conmigo.
El joven lo miró con ceño.
—¿Estás burlándote de mí?
—No —contestó honestamente. —Sólo que no quiero pensar en
lo que sucedió.
Ryeowook inclinó la cabeza asintiendo, mientras trataba
de percibir más acerca de este hombre enojado, que parecía no poder hablar sin
gruñirle. Despiértate, él esta muy lejos de ser agradable.
Había estado cerca de la muerte cuando N lo había
encontrado. Nadie debería ser golpeado y disparado en semejante forma, para
luego ser dejado morir como él lo había sido.
¿Qué habían estado pensando los Escuderos?
Estaba asombrado que este Cazador Oscuro descarriado
pudiera estar parado del todo aún después de cuatro días de descanso.
Semejante tratamiento era inhumano e impropio de esos que
habían declarado bajo juramento proteger al género humano. Si un humano hubiera
encontrado a Yesung, entonces su cubierta se habría arruinado por la
imprudencia de ellos, y los humanos se habrían enterado de su inmortalidad.
Era algo que tenía la intención de informarle a Shindong.
Pero eso vendría más tarde. Por ahora, Yesung estaba
levantado y en movimiento. Su vida inmortal o su muerte estaban completamente
en sus manos y tenía la intención de probarlo con creces para ver simplemente
qué tipo de hombre era.
¿Tenía algo de compasión o estaba tan vacío como él lo
estaba? Su trabajo era ser el epítome de las cosas que conducían a Yesung hacia
el enojo.
Lo empujaría a su nivel de tolerancia y aún más allá para
ver que hacía. Si podía controlarse con él, entonces lo evaluaría inofensivo y
cuerdo.
Si lo zamarreaba con intención de lastimarlo de alguna
forma, entonces lo juzgaría culpable y moriría.
Que comiencen las pruebas...
Rápidamente examinó en su mente, lo poco que sabía de él.
A Yesung no le gustaba hablar con las personas. No le gustaban los ricos.
Sobre todo, aborrecía ser tocado o que le dieran órdenes.
Así es que resolvió presionar su primer botón con
conversación despreocupada.
—¿De qué color es tu pelo? —preguntó. La pregunta
aparentemente innocua
trajo a su memoria, la forma en que lo había sentido bajo
sus manos mientras le limpiaba la sangre.
Su pelo había sido suave, liso. Se había deslizado
sensualmente por sus dedos, acariciándolos. De la percepción de eso, supo que
no era demasiado corto o demasiado largo, probablemente caía sobre sus hombros
cuando lo peinaba.
—¿Perdón? —sonó asombrado por su pregunta y por una vez
no gruñó las palabras.
Tenía una bella voz. Rica y profunda. Cada vez que
hablaba, enviaba un escalofrío extraño a través de su cuerpo. Nunca había oído
a un hombre tener una voz tan innatamente masculina.
—Tu pelo –repitió. —Me preguntaba qué color es.
—¿Por qué te importa? —preguntó belicosamente.
Ryeowook se encogió de hombros.
—Sólo curiosidad. Paso mucho tiempo solo y aunque
realmente no recuerdo los colores, trato de describirlos de cualquier manera.
Mi hermano, Dongwoon, una vez me dio un libro que decía que cada color tenía
una textura y una sensación. El rojo, por ejemplo, decía que era caliente y
agitado.
Yesung le miró ceñudamente. Ésta era una conversación
extraña, pero bueno, él había pasado bastante tiempo solo para entender la
necesidad de hablar cualquier cosa, con cualquiera que estuviese el suficiente
tiempo como para tomarse la molestia.
—Es negro.
—Lo pensé.
—¿Lo hiciste? —preguntó antes de poderse detener.
El joven inclinó la cabeza asintiendo mientras rodeaba la
cama y se acercaba a él. Se paró tan cerca que sus cuerpos casi se tocaban.
Sintió un extraño impulso por tocarlo. Por ver si su piel era tan suave como
parecía.
Dioses, él era bello.
Había pasado un largo tiempo desde la última vez que
había tenido sexo con alguien. Una eternidad desde que hubiera estado así de
cerca de una persona sin saborear su sangre.
Juraba que podía saborear la de él ahora. Sentir su
corazón latiendo contra sus labios mientras bebía y al mismo tiempo sentir que
sus emociones y sentimientos se vertían en él, llenándolo con algo más que
entumecimiento y dolor.
Si bien beber sangre humana estaba prohibido, era lo
único que alguna vez le había dado placer. Lo único que enterraba el dolor
dentro de él y le permitía experimentar esperanzas, sueños.
Lo único que le permitía sentirse humano. Y él quería
sentirse humano.
Quería sentir al joven que tenía en frente.
—Tu pelo es fresco y sedoso –dijo suavemente, —como
terciopelo de medianoche.
Sus palabras hicieron que su erección se tensara de
necesidad y deseo. Fresco y sedoso.
Le hizo pensar en sus piernas deslizándose contra él. En
la piel delicada que cubría sus caderas y muslos. La forma en que se sentirían
contra sus piernas mientras lo penetraba.
Su respiración se entrecortó, imaginó cómo sería deslizar
esos descoloridos jeans apretados, por sus largas piernas y extenderlas
completamente.
Cómo sería acostarlo en la cama, yacer detrás de él y
hundirse profundamente en su interior caliente y mojado hasta que ambos
llegaran al clímax.
Sentir su boca en su cuerpo. Sus manos tanteándolo.
El joven extendió la mano para tocarle.
Incapaz de moverse por la fuerza de su fantasía, Yesung
se quedó perfectamente quieto mientras él colocaba su mano en su hombro. Su
olor, humo, y rosas lo invadió y sintió una necesidad desesperada de bajar la
cabeza y enterrar su cara en su piel cremosa, y sólo inspirar su dulce perfume.
Hundir los colmillos en su suave, tierno cuello y probar la fuerza vital dentro
de él.
Inconscientemente, abrió sus labios, descubriendo sus
colmillos. Su necesidad por él era casi apabullante.
Pero ni de cerca tan exigente como el deseo de tocar su
cuerpo.
—Eres más alto de lo que pensé que serías —siguió la
curva de sus bíceps. Escalofríos lo recorrieron mientras se endurecía aún más.
Lo deseaba. Mal.
Muérdelo. Su lobo gruñó.
Yesung lo ignoró mientras continuaba mirándolo.
Sus asuntos con parejas habían sido siempre breves y
apresurados. Nunca había permitido que lo miraran a la cara o tocarlo mientras
tenían relaciones sexuales.
Siempre las había tomado en todas las formas posibles
desde atrás, furioso y rápido como un animal. Nunca había querido pasar un
tiempo con ellas aparte del que necesitaba para saciar su cuerpo.
Pero él fácilmente podía verse tomando a este desconocido
en sus brazos y penetrarlo, cara a cara. Sintiendo su respiración en su piel
mientras lo montaba despacio y duro, durante toda la noche, bebiendo de él...
No habló mientras el joven rozaba con la mano su brazo y
no podía imaginar por qué no lo apartaba de un empujón lejos de él.
Por alguna razón, lo mantenía inmóvil con su toque.
Su pesada erección ardía de cruel necesidad. Si no lo
supiese mejor, juraría que él lo animaba a propósito.
Pero había una inocencia en su toque que le decía que
sólo quería "verle". No había nada sexual en esto.
Al menos no de su lado.
Yesung se alejó y puso un metro de distancia entre ellos.
Él tenía que hacerlo.
Un minuto más y lo tendría desnudo en esa cama y a su
merced...
No es que él tuviese compasión por alguien.
El primer contacto y que empieze la doma
ResponderEliminarAjá, el primer encuentro me gusto mucho. RyeoWook no podrá ver, pero bien que la lo toqueteó todo a Yesung mientras lo curaba xD y por lo visto Yesung no es para nada inmune a los encantos de Wookie. Esto se va a poner bueno :P
ResponderEliminarEsto se trata de confiar en los demás y creo que Yesung no es el único que ha perdido la fe. Creo que ambos van a tener que aprender a volver a creer en los demás. Solo quedan 10 días, así que espero que las cosas salgan bien, de seguro y esa tormenta es el pretexto para que Yesung no se pueda alejar de Wookie.
Gracias por el cap ^^
Aaaaaaah,como odio a Artemisa,y quiero pensar,que la pelea de Jongjin y thanatos contra Yesung es o fue,mientras Shindong la trataba de convencer a Artemisa de quitar a thanatos de los pasos de yesung....porque si fue después.....déjenme matarla.....la odio.
ResponderEliminarEs cierto,dependiendo la situación,siempre hay un sentido en el que no se puede confiar....y el de wook es la vista.
Va llevar al límite a yesung para aprisionarlo y ver se actuar....y yesung con la malhumorado que es....T_T
Pero vemos que wook tiene un efecto en él......*0*