—Despiértate, Ryeowook. Tu criminal sicótico esta jugando
con cuchillos.
Ryeowook se despertó inmediatamente al escuchar la voz de
N en su cabeza.
—¿Qué? –preguntó en voz alta antes de darse cuenta. Se
sentó en su cama. Una imagen mental de N brilló intermitentemente en su mente.
Vio a Yesung en su cocina, registrando el cajón en donde tenía todos los
cuchillos.
Yesung sacó un cuchillo grande de carnicero, luego probó
el borde con su pulgar. Ryeowook frunció el ceño ante la acción.
¿Qué estaba haciendo?
Dejó a un lado el cuchillo y regresó a los demás en el
cajón. N gruñó.
—Cállate, Scooby –gruño Yesung. Le echó a N una mirada
feroz y cruel, que contenía más veneno que una serpiente de cascabel. —¿Te he
dicho alguna vez cuánto me gusta el estofado de perro? Tienes suficiente carne
para que me dure una semana.
N avanzó.
—¡Alto!
Irrumpió mentalmente en su compañero.
—Vamos, Ryeowook. Déjame morderlo. Una sola vez.
—No, N. Retírate.
Lo hizo, pero de mala gana. Dio un paso atrás, sus ojos
nunca dejando a Yesung, quien sacó un pequeño cuchillo de pelar. Yesung pasó el
dedo por el borde otra vez, mirando a N. Podía ver el brillo en los ojos de
medianoche de Yesung, que decían que él realmente consideraba usar el cuchillo
en su compañero.
Finalmente, devolvió el cuchillo de carnicero al cajón,
luego llevó el cuchillo de pelar a la sala.
El ceño fruncido de Ryeowook se hizo más hondo mientras Yesung
iba hasta la pila de leña al lado de la chimenea y extraía un pedazo grande de
madera. La llevó al sofá y se sentó.
Ignorando a N, quien lo había seguido a cada paso y
finalmente había terminado sentándose cerca de sus pies, Yesung comenzó a
tallar la madera.
Ryeowook estaba atravesado por sus acciones inesperadas.
Se sentó allí por incontables minutos, en silencio total,
trabajando en el trozo. Pero lo que la asombró aún más que su conducta paciente
y silenciosa, era ver como el lobo que estaba tallando tomaba forma real. Iba
de un pedazo de madera a un parecido notable de N en muy poco tiempo.
Inclusive N había levantado su cabeza para observar.
Las manos de Yesung movían el cuchillo sobre la madera
con una gracia experta. Se detenía sólo a veces, cuando levantaba la mirada
para comparar la pieza con N.
El hombre era un artista sumamente talentoso y su talento
parecía completamente contrario a lo que sabía de él.
Ryeowook intrigado, se encontró levantándose y regresando
a la sala de estar. Sus movimientos rompieron su conexión mental con N. Caminar
siempre lo hacía. Sólo podía usar su vista siempre y cuando estuviera
perfectamente quieto.
Yesung levantó la mirada en tanto sentía el aire detrás
de él agitarse.
Hizo una pausa mientras contemplaba a Ryeowook y él se
quedó sin respiración. No acostumbrado a tener personas en una casa con él, no
estaba seguro si debía saludarle o debía guardar silencio.
Optó por sólo mirarlo.
Él era tan bello y delicado. Tenia el tipo de Mathias,
sólo que había una sensación de vulnerabilidad en él de la que Mathias carecía.
Mathias poseía una boca inteligente que podía rivalizar con la suya y sus años
como appa soltero habían dejado un filo muy duro en él. Pero no en Ryeowook. El
tenía ese tipo de tierna suavidad que causaría a algunas personas tomaran
ventaja de él y lo victimizaran.
El pensamiento envió una sacudida inesperada de cólera a
través de él.
Ryeowook avanzó en línea recta hacia el cuarto, y se
dirigió derecho hacia la otomana que él había movido fuera de su lugar más
temprano.
Su primer pensamiento fue dejarlo ahí y dejarlo caer,
pero apenas logró correrlo a tiempo. Ryeowook no tropezó con la otomana, pero
sin embargo, sí lo hizo con él, causando que el cuchillo resbalase.
Yesung siseó mientras la hoja sumamente afilada cortaba
profundamente su mano.
—¿Yesung?
Lo ignoró mientras entraba precipitadamente en la cocina
para atender la herida palpitante antes de que chorreara sangre por todo el
piso pulido de madera y las caras alfombras.
Maldiciendo, dejó caer el cuchillo en el fregadero y abrió
la canilla para enjuagarlo. Ryeowook lo siguió a la cocina.
—¿Yesung? ¿Hay algo mal?
—No –gruñó lavando la sangre de su mano. Hizo una mueca
al ver la profundidad de la herida. Si fuese humano, necesitaría puntadas.
Ryeowook se paró a su lado.
—Huelo sangre. ¿Estás herido?
Antes de darse cuenta de lo que él intentaba, le tomó su
mano con las suya. Su toque era como una pluma ligera mientras amablemente
tocaba su herida, pero aún así la sensación de su mano en la de él lo derribó.
Sintió como si alguien le hubiera dado en el estómago con un martillo pesado.
Estaba tan cerca de él que todo lo que tenía que hacer
era inclinarse hacia adelante y podría besarlo.
Saborear su cuello. Su sangre...
Ningún joven, nunca, lo había tentado como esta.
Por primera vez en su vida, quería saborear los labios de
alguien. Sostener su cara en sus manos y violar su boca con su lengua.
¿Qué se sentiría ser abrazado. ?
¿Qué diablos está mal conmigo?
No era el tipo de hombre al que nadie abrazara, ni él lo
quería. No realmente.
Él sólo quería...
—Esto es profundo —dijo Ryeowook quedamente, su voz
encantándole aún más.
Miró hacia abajo, pero en lugar de su mano, todo lo que
podía ver era su pecho descubierto por la V de su suéter.
—¿Que sucedió? —le preguntó.
Yesung parpadeó para disipar la imagen que había causado
que su erección doliera y latiera demandando satisfacción.
—Nada.
—¿Esa es la única palabra que sabes? —le preguntó
mientras sostenía su mano y alcanzaba una botella de peróxido del gabinete
sobre el fregadero. Estaba asombrado que conociese cuál envase era, pero bueno,
todo en el gabinete parecía estar deliberadamente y cuidadosamente colocado.
Siseó otra vez mientras vertía el líquido sobre su corte.
El frío del líquido punzaba tanto como el desinfectante.
A pesar de eso, estaba aturdido por sus acciones
compasivas, por la gentileza de su mano en la de él.
Dio palmaditas sobre la mesada buscando el paño para
secar los platos. Una vez que lo encontró, lo envolvió alrededor de su mano.
—Mantenla en alto. Llamaré a un doctor...
—No –dijo él severamente, interrumpiéndolo.
—Ningún doctor.
—Pero estás herido.
—Créeme, no es nada.
Ryeowook notó la presión en su voz mientras decía eso.
Más que nunca, deseaba poder verlo mientras hablaba.
—¿Te cortaste porque me tropecé contigo?
Él no contestó.
Ryeowook trató de alcanzarlo con sus sentidos y no
encontró nada. No podía decir si estaba con él o si estaba completamente solo.
Sus sentidos nunca le habían fallado antes.
Daba miedo no tener ninguna habilidad para
"sentirle".
—¿Yesung?
—¿Qué?
El realmente saltó ante el sonido de su profunda voz con
acento, tan cerca de su oído.
—No contestaste mi pregunta.
—Sí, ¿y qué más da? No es que a ti te importe cómo me
lastimé, de cualquier manera.
Su voz se desvaneció como si se estuviera alejando.
—¿N, dónde esta?
—Se esta dirigiendo hacia la sala.
Oyó a N gruñendo en el vestíbulo.
—Hacia atrás –dijo Yesung con un gruñido.
—Sabes —dijo él más fuerte. —He escuchado que los perros
viven más tiempo cuando son castrados. Y son más amigables, también.
—Oh, bravo, te castramos a ti y veremos si eso te afecta,
tú...
—¡N!
—¿Qué? Él es aborrecible. Y no soy un perro.
Ryeowok fue andando por el vestíbulo para palmear la
cabeza de N.
—Lo sé.
Yesung ignoró al lobo y al joven dirigiéndose a la
ventana y jalando las cortinas para atrás. Era poco después de la una a.m. y la
ventisca era tan feroz como había sido antes.
Demonios. Nunca iba a poder salir de aquí. Sólo esperaba
que el clima se apaciguara el tiempo suficiente como para permitirle regresar a
su bosque. Sin duda los Escuderos, Jongjin, y Thanatos estaban esperándolo en
su cabaña, pero él tenía muchas más áreas "seguras" que ninguno de
ellos conocía. Lugares en donde podía obtener armas y suministros.
Pero tenía que estar en su tierra para alcanzarlos.
—¿Yesung?
Él exhaló irritadamente.
—¿Qué? —dijo bruscamente.
—No uses ese tono conmigo –dijo Ryeowook con una nota
filosa en su voz que causó que él arqueara una ceja por su audacia. —Me gusta
saber dónde están las personas en mi casa. Sé simpático, o te pondré un
cencerro.
Él sintió un deseo extraño de reírse. Pero la risa y él
eran desconocidos.
—Me gustaría verte intentarlo.
—¿Eres siempre así de gruñón o sólo te levantaste del
lado incorrecto de la cama?
—Así soy, cariño, acostúmbrate.
Ryeowook se paró a su lado y él tuvo el presentimiento
que lo hacía a propósito, justamente para fastidiarlo.
—¿Y si no quiero acostumbrarme a eso?
Él se giró para confrontarlo.
—No me empujes, príncipe.
—Oooo –dijo él con voz poco impresionada. —Lo próximo
será que estarás hablando como el Increíble Hulk. 'No me hagas enojar, no te
gustaré cuando me enoje' —. lanzó una mirada arrogante en su dirección. —No me
asustas, Señor Yesung. Así que puedes dejar tu actitud en la puerta y ser
agradable conmigo mientras estés aquí.
La incredulidad lo atormentó. Nadie en sus dos mil años
lo había despachado tan fácilmente y lo enojó que él se atreviera ahora. Le
trajo a la memoria demasiados malos recuerdos de personas que veían a través de
él. Personas que no lo apreciaban en lo absoluto.
El primer voto que se había hecho a sí mismo como Cazador
Oscuro era que nunca más se preocuparía por tratar de ganar la bondad o el
respeto de los demás.
El miedo era una herramienta mucho más poderosa. Lo
empujó hacia atrás, contra la pared.
Ryeowook se aterrorizó mientras sentía a Yesung
presionándolo en tanto la pared detrás bloqueaba su escapada. No tenía ninguna
parte adonde ir. No podía respirar. No podía moverse.
Él era tan grande, tan fuerte.
Todo lo que podía sentir era a él. Le rodeó con poder y
peligro. Con la promesa de reflejos letales. Trataba de hacerle sentir miedo
por él, lo sabía.
Estaba funcionando muy bien.
No le tocó, pero bueno, no tenía que hacerlo. Su sola
presencia era aterradora. Oscura. Peligrosa.
Letal.
Le sintió inclinarse para hablarle coléricamente en su
oído.
—Si quieres algo agradable, cariño, juega con tu jodido
perro. Cuando estés listo para jugar con un hombre, entonces llámame.
Antes de que pudiera responder, N atacó.
Yesung tropezó, alejándose con una maldición, mientras el
aire a su alrededor se agitaba cruelmente con los movimientos frenéticos de N.
Encogiéndose instintivamente, Ryeowook contuvo su aliento
mientras oía el sonido de lobo y el hombre peleando. Se esforzó por mirar, pero
estaba rodeado de oscuridad y de los abrumadores sonidos enojados.
—¡N! —gritó, deseando poder ver qué ocurría entre ellos.
Todo lo que escuchó fue la mezcla de siseos, gruñidos, y
maldiciones. Luego algo sólido golpeó la pared a su lado.
N ladró.
Aterrado de lo que Yesung le había hecho a su compañero, Ryeowook
se arrodilló en el piso y anduvo a tientas hacia donde N yacía, delante de la
chimenea.
—¿N? —pasó su mano temblorosa a través de su pelaje,
buscando heridas. No se movía.
Su corazón dejó de latir mientras el terror lo invadía.
¡Si cualquier cosa le hubiese ocurrido a N, entonces mataría a Yesung por sí
mismo!
Por favor, por favor que estés bien...
—¿N? —lo mantuvo cerca y extendió sus pensamientos a él.
—Lo mataré. Así es que ayúdame, lo haré.
Ryeowook se estremeció con alivio ante la cólera de N.
¡Gracias a Zeus que estaba vivo!
Yesung se quitó la camisa rota y la usó para contener la
sangre en su brazo derecho, cuello, y en el hombro donde el perro había hecho
trizas su piel con sus garras y dientes.
Apenas podía contener su furia. No había sido herido
tantas veces en una sola hora desde el día que había muerto.
Gruñendo, clavó los ojos en la carne roja hinchada.
Odiaba estar herido.
Era todo lo que podía hacer para no regresar a la sala y
asegurarse que ese perro maldito nunca mas atacara a otra cosa viva en su vida.
Quería sangre. Sangre de lobo.
Para el caso, quería sangre humana. Un pellizco rápido
para calmar su furia y recordarle lo que él era.
Solo saborearla una vez...
Ryeowook entró al cuarto de baño y se topó con él.
Él gruñó ante la sensación de su cuerpo cálido
estrellándose contra él.
Sin comentarios, lo apartó del fregadero y se arrodilló
para sacar un botiquín de primeros auxilios.
—Podrías haber dicho 'Permiso'.
—No te dirijo la palabra –gruñó Ryeowook.
—También te quiero, cariño.
Ryeowook se congeló ante su comentario sarcástico y miró
encolerizadamente en su dirección.
—¿Eres realmente un animal, no?
Yesung apretó los dientes ante sus palabras. Era así como
todos lo habían visto en su vida. Estaba demasiado viejo, ahora, como para
empezar una nueva vida.
Resoplando de furia, comenzó a salir, luego se detuvo. Se
volvió hacia él con un gruñido.
—Sabes, no tengo idea de dónde vienes y realmente no me
importa. Nada te da el derecho para lastimar a otras personas o a N. Sólo me
protegía, mientras que tú... no eres más que un matón.
Yesung se quedó inmóvil mientras imágenes crueles,
horrorosas atravesaban su memoria. La vista de su pueblo en llamas.
De cuerpos dispersos por todas partes. Los débiles
sonidos de personas gritando. La furia dentro de su corazón que demandaba
sangre...
Se sobresaltó mientras el dolor lo laceraba. Odiaba sus
recuerdos tanto como se odiaba a sí mismo.
—Un día alguien debe enseñarte a ser civilizado —. Ryeowook
giró y se volvió hacia la sala.
—Si – dijo él, frunciendo los labios. —Ve a atender a tu
perro, principe. Él te necesita.
Yesung, por otra parte, no necesitaba a nadie. Nunca lo
necesitó.
Con ese pensamiento en mente, fue al cuarto donde se
había despertado. Tormenta o no tormenta, era hora de irse.
Se puso encima su abrigo sobre el pecho desnudo y lo
abotonó. También estaba dañado por el disparo y dejaría su herida en la espalda
expuesta al clima. Que así fuera.
No era como si él pudiera congelarse hasta morir de
cualquier manera. Había algo de ventaja en ser inmortal.
El agujero sólo haría que una linda brisa fresca
recorriese su columna vertebral hasta que pudiera encontrar más ropas.
Después de que se hubo vestido, se dirigió hacia la
puerta e hizo lo mejor que pudo para no advertir a Ryeowook, quien estaba de
rodillas delante del fuego caliente, serenando y consolando a su mascota como
lo había atendido a él.
La vista lo hizo sentir dolor, en cierto modo, como no
habría creído posible. Sí, era la maldita hora de que se fuera de aquí.
—Él se esta yendo.
Ryeowook se sobresaltó ante el sonido de N en su cabeza.
—¿Cómo que se está yendo?
—Está detrás de ti ahora mismo, vestido y dirigiéndose al
exterior.
—¿Yesung?
Le contestó el golpe de la puerta cerrándose.
Yesung se congeló fuera de la puerta. Literal y
figurativamente. El viento pegaba tan rudamente que le quitó la respiración y
le envió un agudo temblor por todo su cuerpo.
Estaba tan frío afuera, que apenas podía moverse. La
nieve caía rápida y furiosamente, y era tan densa que no podía ver a más de
tres centímetros desde su propia nariz. Inclusive sus gafas se habían
congelado.
Nadie cuerdo estaría fuera esta noche. Así que era algo
bueno que estuviera demente.
Apretando los dientes, se dirigió hacia el norte.
Demonios, iba a ser una larga y miserable caminata a casa. Sólo esperaba poder
encontrar algún tipo de refugio antes del amanecer.
En caso de que no, Artemisa y Dionisio iban a ser dos
dioses felices en unas cuantas horas y el viejo Shindong tendría un dolor de
cabeza menos en su vida.
—¿Yesung?
Él maldijo al escuchar la voz de Ryeowook sobre el
aullido del viento.
No contestes. No mires.
Pero era compulsivo. Miró hacia atrás antes de poder
detenerse y allí lo vio saliendo de la cabaña sin ningún abrigo encima.
—¡Yesung! —tropezó en la nieve y cayó.
Déjalo. El debería haberse quedado adentro donde estaba a
salvo.
Él no podía.
Solo estaba indefenso y no lo dejaría afuera para morir.
Mascullando una apestosa maldición que habría hecho a un
marinero encogerse, fue a su lado. Lo levantó rudamente y lo empujó hacia la
casa.
—Entra antes de que mueras de frío.
—¿Qué hay de ti?
—¿Qué hay de mí?
—No puedes quedarte aquí afuera, tampoco.
—Créeme, príncipe, he dormido en peores condiciones que
esta.
—Morirás aquí afuera.
—No me importa.
—Bueno, a mi sí.
Yesung habría quedado mucho menos estupefacto si Ryeowook
lo hubiera abofeteado. Al menos eso se lo hubiera esperado.
Por un minuto completo no pudo moverse mientras esas
palabras sonaban en sus oídos. La idea que a alguien le importara si vivía o
moría era tan extraña para él que no estaba seguro de cómo responder.
—Entra —gruñó, empujándolo amablemente hacia la puerta.
El lobo le gruñó.
—Cállate, N –resopló Ryeowook antes de que él tuviese la
posibilidad. —Un sonido más tuyo y tu te quedarás afuera.
El lobo inhaló por la nariz indignado, como si le
entendiera, luego se dirigió rápidamente hacia la casa.
Yesung cerró la puerta mientras Ryeowook temblaba del
frío. La nieve que le había caído se derritió, mojándolo instantáneamente. Él
estaba mojado también, no es que le importara. Estaba acostumbrado a la
incomodidad física.
Ryeowook no.
—¿Qué estabas pensando? —le gritó, sentándolo en el sofá.
—No te atrevas a usar ese tono de voz conmigo.
Así es que en lugar de eso le gruñó y caminó hacia el
cuarto de baño donde pudo agarrar una toalla de la percha. Luego se encaminó a
su dormitorio y agarró una manta.
Regresó a él.
—Estás empapado.
—Me he dado cuenta.
Ryeowook se sorprendió por el calor repentino e inesperado
de una manta cubriéndole, especialmente dadas sus palabras furiosas, llenas de
enojo que le decían que era un idiota por ir tras él.
Yesung lo envolvió apretadamente, luego se arrodilló ante
él. Le sacó las zapatillas revestidas de piel y frotó los congelados dedos del
pie hasta que otra vez pudo sentir algo aparte de la quemadura dolorosa del
frío.
Ryeowook nunca había experimentado un frío como éste
antes y se preguntó cuántas veces Yesung debía haberlo padecido sin nadie allí
para calentarle.
—Lo que hiciste, fue una cosa estúpida —dijo severamente.
—¿Entonces por que lo hiciste tu?
Él no contestó. En lugar de eso, dejó caer su pie y se
movió a su alrededor. No sabía que iba a hacer hasta que sintió una toalla
cubriéndole la cabeza.
Tensándose, esperó que él fuese rudo.
No lo fue. De hecho, su toque era asombrosamente tierno
mientras le secaba el pelo con la toalla.
¿Cuán extraño era esto? ¿Quién hubiera pensado que lo
cuidaría tan tiernamente?
Era completamente inesperado. Quizá había más en él de lo
que demostraba...
Yesung rechinó los dientes ante la suavidad de pelo
húmedo mientras caía contra sus manos. Trató de mantener la toalla entre él y
su piel, pero no funcionó. Las hebras de su pelo continuamente rozaban su piel,
haciéndolo arder.
¿Cómo sería besar a un joven? ¡Cómo sería besarlo a él!
Nunca antes tuvo la inclinación. Cada vez que una pareja
había hecho un intento, había movido los labios lejos. Era una intimidad que no
tenía deseos de experimentar con cualquiera.
Pero sentía el anhelo ahora. Sintió hambre por probar los
labios húmedos y rosados de Ryeowook.
¿Qué eres? ¿Un demente?
Sí, lo era.
No había lugar en su vida para él, ningún lugar para un
amigo o un compañero. Lo había aprendido desde la hora de su nacimiento, sólo
tenía un destino.
La soledad.
Aun cuando trató de tener un sitio, no surtió efecto. Él
era un extraño. Eso era todo lo que sabía.
Alejó la toalla de su pelo y clavó los ojos en él,
queriendo pasar su mano a través de esas húmedas hebras y peinarlas. Su piel todavía
estaba cenicienta y gris del frío. Pero no estaba menos precioso. No menos
atractivo.
Antes de poder detenerse, colocó su mano desnuda contra
su mejilla helada y dejó que su suavidad lo traspasara.
Dioses, se sentía tan bien tocarlo.
Ryeowook no se apartó de su toque o se encogió de miedo.
Se sentó allí y lo dejó tocarlo como un hombre.
Como un amante...
—¿Yesung? —su voz estaba llena de incertidumbre.
—Estas helado —gruñó y lo dejó. Tenía que escaparse de él
y de los extraños sentimientos que se removían dentro. No quería estar a su
alrededor.
No quería ser doblegado.
Cada vez que se había permitido estar atado a otro
humano, había sido traicionado.
Por todo el mundo.
Aún Jongjin, quien había parecido seguro porque vivía muy
alejado. Un eco del dolor apuñaló su espalda.
Aparentemente Jongjin no había vivido lo suficientemente
lejos.
Hay tanta soledad y desolacion en el corazon de yeye que duele el solo leer sus pensamientos
ResponderEliminarAww~ a mi yeye me hace llorar ~
ResponderEliminarQue Wookie lo besé y ya...haber si de una vez se siente bien...
Es triste que cada cosa que haga Yesung terminé siendo algo malo, salvo a Wookie de heririse con ese cuchillo y terminó siendo atacado e insultado. Cualquiera diría que a Yesung poco le importa cada insulto que le dan pero es totalmente al contrario, cada vez que piensan así de él, sufre y mucho. Me dolió cuando RyeoWook le dijo que si era un animal.
ResponderEliminarEspero que Wookie pueda ir descubriendo lo que Yesung pasó y lo que siente ahora u.u
Gracias por el cap ^^
Aaaawww mi niño
ResponderEliminarEn verdad,todos creen que yesung en un insensible,una persona son corazón,pero podría apostar que Yesung tiene el corazón más grande entre todo los hunters. Casi antepone las necesidades de los demás antes que las de él,y solo por instinto,dudo que lo hago consciente.
Dice que le da igual morir,pero al mismo tiempo quiere poder sentir.
Ha sufrido,pero eso mismo le hace querer sentir algo bonito por una vez,una vez antes de morir como lo cree él........T_T
Pero por otro lado vamos avanzado,ahora aparte de "principe" ya le dijo "cariño" *0*
sarcasticamente pero a wook no le paso desapercibido *0*