Tu Mi Destino- Capítulo 15



—Cuando me miras así, no me importa aunque no estés escuchando.

—¿Escuchando qué? —preguntó, oyendo el zumbido aturdido en su voz.

—Dije que tengo una sorpresa para ti. ¿Quieres verla?

Contra su voluntad, sus ojos se deslizaron abajo por su cuerpo hasta su entrepierna.

Kyuhyun dejó escapar un ladrido de risa, y alzó su barbilla con la mano.

—Me matas, cariño. Vamos.

 Kyuhyun entrelazó sus dedos con los suyos y le condujo por un camino sinuoso entre los árboles. Salieron a un claro, y desde ahí, pudo ver la pared de atrás del edificio principal y una febril actividad en el área de ejercicio.

El se tensó y Kyuhyun apretó su mano.

—Nadie aquí va a lastimarte. Es sólo que todos están ansiosos por conocer al chico nueva, eso es todo.

Aspiró profundamente y exhaló con fuerza. No estaba acostumbrado a estar alrededor de tantas personas, especialmente no unos tan voluminosos y poderosos como los hombres sin camisa haciendo pesas a sólo algunos metros de distancia.


Kyuhyun lo condujo a través del grupo sin percance, pero Sungmin podía sentir las miradas intensas de demasiados ojos. Se sentía como presa cuando lo observaban así, y no podía evitar sufrir un arranque de miedo que le instaba a correr y esconderse. Había estado haciendo eso toda su vida, y mantener su posición ahora había sido más duro de lo que alguna vez había imaginado.

Fuertes dedos reconfortantes se deslizaron de arriba a abajo por su antebrazo. La voz baja y tranquilizadora de Kyuhyun se deslizó en su oído.

—Sólo un poco más allá.

Sin embargo, una vez que atravesaron las puertas de cristal, el aún estaba seguro de que todavía lo observaban. No necesitaba mirar atrás para verificarlo.

—¿Tienes hambre? —él le preguntó.

Había tenido antes del ataque, pero no tanta ahora. Su estómago se había apretado, haciendo al hambre escapar.

—No puedo sentarme aquí y dejarlos observarme comer.

—Estaba pensando en algo un poco más privado. Cena para dos.

Sungmin asintió con la cabeza. Cualquier cosa para apartarse de todos esos
ojos.

—Está bien.

—Bueno. Es parte de tu sorpresa.

Kyuhyun lo condujo a un corredor, y el ruido de la gente en el área del comedor se desvaneció detrás de ellos. Sungmin respiró de un jalón, y luego otro. Finalmente, pudo llenar sus pulmones y exhalar una parte de la tensión dentro de él.

Se enfocó en las puertas deslizándose por ellos, contándolas mientras se iban. Probablemente debería haber prestado más atención a las vueltas a lo largo del camino, pero sus nervios estaban demasiado en carne viva para cualquier cosa tan complicada.

Kyuhyun lo llevó para detenerse afuera de una entrada y señaló su derecha.

—La suite de Kangin y Leeteuk está a dos puertas abajo. Creí que podrías querer estar junto a él —Kyuhyun tomó su mano y puso una tarjeta llave de plástico en su palma—. Esto es para ti.

Sungmin miró la llave. No había marcas en ella, simplemente plástico blanco con una banda magnética ancha corriendo a lo largo por un lado.

—Adelante —él le dijo, sonriendo abiertamente—. Ábrela.

Sungmin deslizó la llave, y la luz cambió de rojo a verde. Abrió la puerta y entró.

La primera cosa que le golpeó fue el olor de pan recién horneado. Inhaló el aroma en sus pulmones, gimiendo mientras su hambre volvía de nuevo en plena fuerza.

Kyuhyun estaba justo detrás, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo. Sungmin le dio su llave y fue a buscar ese pan. Antes de que pudiera quitarse, él agarró su muñeca y regresó la llave a su mano.

—Es tuya, Sungmin. Esta suite entera es tuya.

El pestañeó hacia arriba a él, esperado a que se desvaneciera el ensueño demasiado bueno para ser verdad.

—¿Qué?

—Éste es tu nuevo hogar —Kyuhyun dobló los dedos flojos alrededor de la tarjeta y le dirigió una sonrisa tan dulce que se sintió desgarrado.

—¿Hogar? —el repitió la palabra, intentando envolver su mente alrededor del concepto. Nunca había tenido un hogar sin ruedas antes.

Su brazo hizo una barrida, abarcando lo que estaba detrás suyo.

—¿Qué piensas?

Aturdido por el impacto, y con una gruesa capa de sospecha para protegerlo, Sungmin se dio la vuelta. Dio tres pasos por el pequeño vestíbulo de la entrada hasta que pudo ver todo el lugar. El salón era enorme, con cielos rasos altos y ventanas de altura imponente enmarcando un camino de árboles que delineaban el resplandeciente borde del lago. Las paredes estaban pintadas de un relajante verde que hacía juego perfectamente con el mobiliario de aspecto confortable de piel. Una TV gigante colgaba en la pared y los estantes vacíos estaban allí, esperando ser llenados de libros y baratijas.

Nada de lo cual Sungmin poseía.

Una cocina en miniatura estaba metida en una esquina, ya aprovisionada con una cafetera y una mesa para dos. Velas ardían entre dos platos cubiertos de comida, y un vino tinto de un profundo rojo resplandecía dentro de copas delicadas de cristal.

Sobre sus piernas débiles, se movió hacia adelante donde los dormitorios estaban. Dos de ellos. Cada uno con un cuarto de baño privado y armarios lo suficientemente grandes para que estacionara su coche adentro.

—¿Dos? —preguntó con incredulidad.

—En caso que quieras tener un invitado para quedarse —dijo Kyuhyun— O lo puedes usar para oficina o cuarto de computadora o algo por el estilo. Cualquier cosa que a ti te guste. Son tuyos para hacer con ellos lo que te agrade.

Suyos. Sungmin todavía no podía captar el concepto.

Ambos dormitorios estaban completamente amueblados con camas King size, con gruesos edredones encima y montañas de almohadas superfluas, resplandeciendo en telas sedosas para las que no tenía nombre. Una estaba decorado en un rico, azul profundo y la otra estaba hecha en un rosa pálido.

Ambas eran las más bellas y lujosas que cualquier cosa que alguna vez hubiera visto en la vida real.

—Puedes escoger la que sea que te guste, o pasar la noche en ambas. Es decisión tuya.

Sungmin se apresuró a entrar, alcanzando los cuartos de baño. Uno de ellos tenía una bañera gigante lo suficiente grande para dos, y el otro ostentaba una gran cabina de ducha con chorros para el cuerpo y las suficientes boquillas para hacerle tener la impresión de que estaba en un auto lavado.

—Guau —no podía formar las palabras. Ni siquiera podía pensar correctamente.

Estaba allí, en el dormitorio rosa, temblando. Kyuhyun llegó a él, con una cálida sonrisa en su cara. Tomó sus hombros en sus manos y preguntó.

—¿Te gusta?

Sungmin abrió la boca, se dio cuenta de que estaba más allá del habla, y la cerró otra vez.

Su pulgar grueso borró lágrimas de debajo de sus ojos. No se había dado cuenta de que estaba llorando hasta ahora, pero no parecía poder detener el flujo.

El tragó y e inhalo aire. Sabía cómo hablar. Sólo tenía que reunir la fuerza para hacerlo.

—Es... asombroso.

La sonrisa de Kyuhyun se ensanchó.

—Pero no lo puedo aceptar.

Su sonrisa vaciló y Kyuhyun lo jaló un poco más cerca de su calor. Sus muslos rozaron los de él y sus manos eran suaves contra su cara.

—¿Por qué no, querido?

—Es demasiado, Kyuhyun. Demasiado.

—Es solamente una suite —él dijo con indiferencia.

No. Era mucho más que eso. Un hogar... un lugar de refugio, de esperanzas y sueños. Un concepto mítico que, hasta ahora, Sungmin nunca se había atrevido siquiera a esperar obtener. Y Kyuhyun acaba de dárselo.

El deseo de acoger su regalo era casi abrumador. Esto era lo único que quería más que cualquier otra cosa. Alejarse de eso iba a desgarrarlo.

—Lo siento.

—¿Pero por qué? Todo el mundo aquí recibe su propio hogar ¿Por qué no deberías tener uno, también?

—No puedo pagar por él.

—No necesitamos dinero. Te necesitamos. Te necesito. Créame, te ganarás el sustento y aun más una vez que te enseñe cómo usar tu magia. Sólo pregúntale a Leeteuk.

—Leeteuk no tiene su propio lugar. El está viviendo con Kangin.

—Porque el quiere, no porque tenga que hacerlo. Además, tenemos todas estas suites vacías simplemente desocupadas. No quieres que se vayan a desperdiciar, ¿verdad?

—¿Desocupadas? ¿Completamente amuebladas y decoradas? —preguntó con incredulidad.

Kyuhyun le dirigió una mirada tímida.

—Bueno, no. Tomamos las mejores cosas de varias suites diferentes y las pusimos aquí para ti, pero ese no es el punto.

—El punto es que, tanto como quisiera poder aceptar tu generoso regalo, no puedo hacerlo. Aun no sabemos si esta cosa entre nosotros va a funcionar.

Su mandíbula se apretó con un pulso de la cólera, pero entonces desapareció como si él lo hubiera expulsado.

—Tengo que creer que funcionará, Sungmin.

Necesitaba que él sobreviviera. En lo más profundo, Sungmin sabía que nunca le dejaría morir. A pesar de que se quedara con él, o no, llevaría la luceria y le mantendría vivo hasta que fuese su turno de irse, o hasta que él encontrara a otra pareja para tomar su lugar.

Otra pareja. Una oleada profunda y feroz de celos se levantó dentro de él, dejándole ciego por un breve momento. No quería que Kyuhyun encontrara otra pareja. Tan egoísta como eso era, quería ser el único en su vida... el único que pudiera salvarlo.

Los vinculaba juntos, los hacía casi como familia. El no renunciaría a eso sin una pelea. Pero tampoco podía inducirlo a pensar que alguna vez podría ser la clase de hombre que Kyuhyun quería. Ese nivel de confianza que le pedía simplemente no era parte de su carácter. Sungmin no creía que siquiera hubiera confiado en su madre lo suficiente como para dejarle vagar en su mente.

Tomó la áspera mano de Kyuhyun en las suyas, celebrando la fuerza y el poder irradiando de su cuerpo.

—También quiero que las cosas resulten, pero aún así, éste es un regalo demasiado grande para que yo lo acepte.

Sungmin podía ver una sombra cruzar sus facciones y apretar sus cejas oscuras. Había lastimado sus sentimientos, pero eso no podía ser evitado. Le había mentido por tanto tiempo que le debía tanta honestidad como fuera capaz de dar.

—Bien. No lo aceptes aún, pero tampoco lo rechaces. Solamente quédate aquí por ahora. Si quieres conservarlo, es tuyo. Si no, sin presión. ¿Está bien?

Sungmin se volvió a mirar el lujo y la comodidad que este lugar tenía que ofrecer. Vivir aquí iba a ser fácil. No enamorarse de este lugar iba a ser duro.

—Está bien. Me quedaré, pero solamente por ahora. Todavía tenemos un montón de cosas que necesitamos resolver entre nosotros.

Kyuhyun acarició su cara, sus dedos dolorosamente gentiles mientras resbalaban sobre su piel, como si estuviera hecha de vidrio soplado delgado como el papel.

—Lo sé. Pero nosotros hemos conseguido tiempo. Por ahora, permítenos sólo compartir una comida tranquila. Necesitas algo de tiempo para ajustarte, y estoy muy hambriento.

Sungmin necesitaba más que solamente tiempo. Necesitaba coraje. Sabía que tenía que contarle a él sobre los Defensores y su conspiración con ellos para explotar este lugar. Eventualmente, él se enteraría, e iba a ser más fácil para ambos si  actuaba como adulto y se sinceraba.

No estaba seguro de cómo reaccionaría él, pero sabía que no lo lastimaría. Confiaba en eso por lo menos eso, aunque sólo fuera porque lo necesitaba para sobrevivir.

Pero los otros hombres aquí... los que le miraban con ojos hambrientos...
estaba bastante seguro de que realmente no iban a ser tan comprensivos.


  
Kyuhyun procuró llenar a Sungmin de comida, esperando que eso ayudara a relajarle. Había tenido razón acerca de que tenían un montón de cosas que resolver, y la mayor parte de esas era mejor manejarlas con un estómago lleno.

Encendió algunas velas que había encontrado más temprano, y trasmitieron una sensación de bienestar sobre la sala de Sungmin. Él no era diseñador de interiores, pero pensaba que a Sungmin le gustaban las cosas suaves y confortables que habían puesto en su hogar. La manera en la que sus ojos se iluminaban cada vez que miraba más allá de él alrededor, lo había convencido de eso.

Le había dado un hogar. Le había hecho llorar, pero en una buena manera. Ahora todo lo que tenía que hacer era obligarlo a quedarse aquí. Tal vez le dejara compartir la morada. Luego de dos noches con Sungmin en sus brazos, no creía que pudiera ser capaz de lidiar con una cama vacía.

Se había asegurado de que ambas camas en su suite fueran lo suficientemente grandes para contenerlos a los dos, por si acaso. Se prometió a sí mismo que no lo presionaría, pero la idea de desnudarlo y hacerle sentirse bien se estaba volviendo una obsesión velozmente.

Sungmin deslizó el último bocado de pastel de chocolate fuera de su tenedor y se recostó con un suspiro satisfecho.

—Eso estuvo fabuloso, Kyuhyun. Gracias.

—No soy muy buen cocinero, pero lo ordené de la cocina yo mismo.

Sus ojos resplandecieron con la sonrisa que él había puesto ahí, haciendo a su pecho calentarse de satisfacción.

—Dejé todos los números importantes en el frigorífico para ti en caso de que necesites a alguien, o no te guste comer en el comedor.

—Sí, no estoy tan seguro sobre eso. Todos esos hombres mirándome es un poco extraño.

Kyuhyun se paró y le alargó la mano.

—Se acostumbrarán a ti, así como están acostumbrados a Leeteuk ahora. Simplemente dales algunos días.

Sungmin puso su pequeña mano en la de él, y se veía perfecta ahí, rodeada por él, protegida.

—¿Qué hay con los platos? —Sungmin preguntó.

—Los pondré en las bandejas en el vestíbulo más tarde. No hay prisa.

—Pero... —miró de los platos a su fregadero y de regreso otra vez—. No quiero dejar todo en un completo desorden.

En su casa nueva. Sungmin no había dicho esa parte, pero él lo podía sentir en el aire, rondando sobre sus labios.

—¿Quieres lavarlos?

El sonrió y asintió con la cabeza, como un niño preguntado si quería entrar en la tienda de juguetes.

Kyuhyun se encogió de hombros.

—Cualquier cosa que te haga feliz, querido. —él tuvo que conseguir que alguien les trajera algo de jabón y paños de cocina... había olvidado adquirir esas cosas... pero poco tiempo después, habían terminado la tarea domestica y Sungmin estaba radiante.

¿Quién habría pensado que algo tan simple como lavar un fregadero lleno de platos podría hacerlo feliz? Él se encontró mirando alrededor, buscando algo diferente que pudiera hacerle sonreír.

—¿Así que, ahora qué? —preguntó Sungmin—. Está obscuro. ¿Vas a ir a cazar monstruos?

—Normalmente.Shindong me ha dado algunos días de descanso para ayudar a establecerte. Tendré que revisar el horario, pero creo que se supone que deberé estar de guardia la semana próxima. Tenemos hombres adicionales en el trabajo aquí debido a que las reparaciones en la muro todavía no terminan.

Kyuhyun lo condujo al cómodo sofá de cuero, y se hundieron en sus mullidas profundidades. Sungmin rebotó arriba y abajo un par de veces, sonriendo, y luego se sentó al lado de él. Sungmin no había arrancado la mano de la suya. De hecho, había entrelazado lo dedos, cerrándolos juntos.

—¿Tendré un empleo, también? Si me quedo, quiero decir.

Él no le dejaría irse, pero decidió que era mejor mantener las cosas ligeras y no ir todo cavernícola sobre Sungmin. Si intentara irse, entonces él dejaría en claro las cosas.

—Tú y yo seremos un equipo —él dijo— Shindong... nuestro líder...nos asignará nuestros deberes tan pronto como puedas canalizar mi poder consistentemente.

—Sí, he estado pensando acerca de eso, y quiero practicar algo más.

—Estupendo. Saldremos al patio de entrenamiento e intentaremos algunas cosas. Veremos lo qué funciona para ti.

—¿Qué clase de cosas?

—El fuego es bueno. Mata montones de snarlies. Leeteuk patea traseros arrojando fuego por todos lados.

SUngmin negó con la cabeza, haciendo a su fino pelo balancearse.

—Nunca lo habría creído si no lo hubiera visto por mí mismo.

—Probablemente va a haber bastante de ver para creer al principio. Prometo que te acostumbrarás.

—Soy rudo. Voy a arreglármelas —dijo Sungmin—. ¿Qué más?

—Aprender a protegerte es vital. Ese es mi trabajo, pero sólo soy uno, y quiero que estés a salvo de más, por si acaso. Heechul es bueno en crear escudos, así que él puede darte algunas indicaciones. También es realmente bueno en explotar cosas.

El color se deslizó de la cara de Sungmin y su mano comenzó a sudar.

—Creo que daré un paso sobre eso. Sólo por ahora.

Kyuhyun hizo una nota mental de que la idea le había dado miedo. Podría ser una señal de lo que sería su especialidad, si el miedo inicial al fuego de Leeteuk fuera cualquier indicación.

Le convencería de intentar algo más tarde, pero ahora no era el momento. Lo quería relajado y cómodo para que no notara cuándo se moviera subrepticiamente dentro de esas paredes mentales suyas. Una vez que estuviera allí, una vez que supiera que él no planteaba ninguna amenaza, entonces se ocuparían del resto.

—Seguro. Es decisión tuya. No entraremos en el campo hasta que te encuentres cómodo.

Sungmin le dirigió una sonrisa juguetona.

—¿Puedo volar?

—Tal vez. Todo el mundo es diferente. Changmin... otra pareja aquí como tú...
él puede saltar tan lejos que es casi como volar, pero ha estado haciendo esto por siglos, así que tuvo algo de tiempo de preparar el terreno para eso.

—Creo que reservaré ese, también. No quiero darme cuenta en la forma más difícil de que no puedo volar.

Sus dedos se habían relajado otra vez, y sus hombros ya no estaban arriba junto a sus oídos. Kyuhyun tiró fuertemente de su mano, instándolo a acercarse.

Pateó afuera sus zapatos, dobló las piernas debajo de él y amoldó su cuerpo contra el suyo. Su hombro estaba debajo de su brazo y su cabeza descanso contra su pecho.

Un sentido de perfección completa lo llenó, haciéndole resplandecer adentro. Él envolvió su brazo alrededor de Sungmin, su mano descansando sobre su deliciosa cadera. El anillo en su dedo vibró felizmente. De hecho, todo en él estaba feliz y contento.

Todos sus planes para ganar su confianza y quebrar sus defensas se volvieron polvo y se los llevo el viento. Eran insignificantes comparados con la satisfacción monumental que sentía ahora mismo.

Kyuhyun podía haberle ofrecido algunas paredes y un techo sobre su cabeza, pero él era el que le había dado un hogar. Sungmin era su hogar. Simplemente no se había dado cuenta de lo que había estado perdiéndose toda su vida.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...