Kyuhyun observó a Sungmin una vez más y vio
que estaba en un puesto, examinando una selección de patucos de bebé.
Seguramente, Sanghyun le habría contado a
su hijo que él era inocente.
Habría insistido en que él era a quien se
había hecho daño. Le habría dicho que Kyuhyun se había enfrentado a él para sacar
beneficio.
Sanghyun había sido un hombre encantador y manipulador. Así, había
conseguido estafarles a sus propios accionistas diez millones de dólares antes
de que una fuente interna hubiera alertado a Kyuhyun del robo.
¿Le creería Sungmin si el le contaba la
verdad?
Sí, seguramente le perdonaría. Comenzó a
caminar hacia él y, entonces, se detuvo en seco. Tendría que contarle la verdad
sobre unos padres a los que idolatraba, dos personas que ya estaban muertas.
Eso le rompería el corazón.
¿Importaría eso? Si recuperaba la memoria,
lo odiaría de todos modos. No importaba si le contaba la verdad o no. Después
de pasarse una vida amando a su padre, ninguna explicación que pudiera darle
podría competir con eso. Justa o injustamente, Sungmin le odiaría por haber
destruido sus recuerdos más queridos.
Si él volvía a recuperar la memoria, Kyuhyun
lo perdería para siempre. Tan sencillo como eso.
Kyuhyun cerró los ojos. La última vez que
vio a Kim Sanghyun, éste estaba completamente borracho en un hotel de Nueva
York.
—Me has arruinado, canalla —le dijo Sanghyun—.
Yo te lo enseñé todo, te saqué del arroyo y éste es tu modo de pagármelo.
—Les estabas robando a tus accionistas —le
replicó Kyuhyun fríamente.
Se alejó de él sin sentir culpabilidad
alguna. Sabía que había hecho lo correcto. Kim Sanghyun había infringido la ley
y tenía lo que se merecía. No se sintió culpable ni siquiera después de que Kim
Sanghyun cayera al río Hudson con su Mercedes. Había estafado… y no sólo a sus
accionistas.
Jamás se le había ocurrido pensar en el
hijo que Sanghyun dejaba atrás.
Jamás se había ocupado de su viuda.
Durante el primer año que Kyuhyun pasó en
los Estados Unidos, fue a la casa de los Kim en Massachusetts para celebrar el
Día de Acción de Gracias con ellos. Recordaba perfectamente cómo Bonnie besaba
a Sanghyun antes de servir el pavo. Su hijo, Min, era entonces sólo un niño
regordete.
Sungmin había cambiado mucho desde
entonces, pero en esos momentos el embarazo había redondeado su figura y él
podía ver por primera vez la semejanza con el niño que había sido entonces…
Dios mío, era el quien tenía amnesia, aunque, en su caso, por elección.
El escándalo que siguió a la muerte de Sanghyun
debió de terminar con todo el dinero. Su viuda regresó a Inglaterra. Tras amar
a Sanghyun casi hasta la locura, se casó con Lee para asegurarse así un futuro
para su hijo.
No podía ser que hubiera muerto por
problemas de corazón. No. Ya nadie moría por un corazón roto.
Miró de nuevo a Sungmin. Durante diez años,
había moldeado su carácter y había cambiado su aspecto para poder pagarle con
la misma moneda.
Había asistido al baile benéfico del brazo
de su mayor rival para poder seducirlo y luego darle una puñalada en el
corazón.
Nunca en su vida habría podido imaginar que
existiera un odio así.
No era de extrañar que hubiera estrellado
su coche cuando descubrió que estaba embarazado. No era de extrañar que su
traumatizada mente se hubiera quedado en blanco. Había sido por pura
supervivencia, como una persona gravemente herida que entra en coma.
Lo observó mientras reía en el puesto con
dos pares de patucos en las manos, uno rosa y otro azul. Al verlo reír,
reconoció perfectamente en él el niño que había sido. Parecía tan vivo, tan
inteligente, tan inocente…
Durante todo aquel tiempo, había creído que
aquella versión de Sungmin era una ilusión. Se había equivocado.
Aquél era el verdadero Sungmin. La
persona que habría sido si hubiera crecido sin penas ni sufrimiento. Aquél era
la persona en la que se habría convertido si él no se lo hubiera arrebatado
todo cuando sólo tenía catorce años.
De repente, no pudo respirar. El aire lo
ahogaba. Se sintió como si se estuviera asfixiando. Se quitó con fuerza la
corbata. Si Sungmin recuperaba algún día la memoria… No solo lo odiaría, sino
también al hijo que llevaba en las entrañas.
En aquel momento, él se volvió para mirarlo
como si hubiera notado el peso de la mirada de Kyuhyun. Sonrió inmediatamente y
sus ojos mostraron adoración y amor. Era el joven más deseable que él hubiera
conocido nunca. El amante perfecto. El perfecto esposo. El perfecto appa. En
aquel momento. Kyuhyun tomó una dolorosa decisión.
Se dirigió hacia el mercado y, sin decir
palabra, tomó a Sungmin entre sus brazos y lo besó apasionadamente. El le
devolvió el beso y se echó a reír.
—¿Qué pasa? ¿Ocurre algo?
—Nada.
Efectivamente, pensaba asegurarse de que no
volviera a ocurrirle nada nunca más. Lo estrechó con fuerza contra su cuerpo,
como si no tuviera intención de dejarlo escapar y le dio un beso en el cabello.
No podía perderlo. No podría soportarlo. Sabía que no lo merecía, pero no podía
dejar que volviera a ser la persona que había sido antes de perder la memoria,
una persona amargada que centraba su existencia en la búsqueda de venganza.
Por primera vez en su vida, a Kyuhyun no le
importó la justicia, sino que rezó para pedir piedad.
¿Adónde podía llevarlo? ¿Dónde podría estar
seguro, lejos de todo lo que pudiera recordarle la verdad? ¿A qué lugar podía
llevarlo para que ningún recuerdo pudiera asaltarle nunca?
Lo sacó del mercado.
—¿Adónde vamos?
—A casa —dijo él, de repente—. Te llevo a
casa.
—¿Al ático?
—No. A Ilsan. A mi isla.
Para salvar a su familia, para salvarlos a
todos.
Kyuhyun tenía que rezar, y esperar, que Sungmin
nunca recordara nada.
La luz del sol resultaba brillante, casi
cegadora, contra la palaciega villa de blancas paredes. Se estiró en la hamaca
que había Junto a la piscina y decidió que el cielo parecía unirse al mar.
Sólo llevaban allí unas pocas horas, pero
ella ya se había puesto un pequeño bañador de color amarillo. Cerró los ojos y
gozó con la calidez que los rayos del sol le transmitían a la piel.
No era el único al que parecía gustarle. De
repente, abrió los ojos de par en par y contuvo la respiración. Se colocó las
manos sobre el vientre, justo por encima del bañador.
¿Acababa de sentir…? ¿Había sido eso…?
—Buenos días, cariño…
Miró hacia atrás y vio que Kyuhyun estaba
en la terraza. Sólo llevaba un bañador y tenía una bandeja con dos vasos de
agua con gas y dos platos de sándwiches y fruta. El le sonrió, aunque no tenia
demasiada hambre.
Al menos, no de comida.
Centró la atención en su torso, sus fuertes
brazos y sus piernas… No comprendía del todo la razón por la que, con tanta
urgencia, se habían trasladado hasta allí desde Seul, pero se había mostrado
tan cariñoso y tan encantador, que le había resultado imposible negarse a su
deseo por llevarlo a casa.
Desde que llegaron a la isla aquella
mañana, se había tomado muchas molestias para que se sintiera allí como en su
casa. Sungmin no podía creer que fuera dueño de aquella isla. Los criados que
se ocupaban de la enorme villa resultaban casi invisibles.
Su marido bajó con la bandeja y le dio un
dulce beso en la mejilla.
—¿Te gusta?
—Es como un sueño, Kyuhyun. Un cuento de
hadas. Me encanta.
—Bien —dijo él mientras se sentaba en la
hamaca que había al lado de la de Sungmin—. Quiero que seas feliz. Quiero que
críes a nuestros hijos aquí.
—¿Hijos? ¿Cuántos hijos?
—¿Dos?
—¿Seis? —bromeó él.
—Creo que podremos alcanzar un acuerdo.
Tres.
—Está bien. Soy tan feliz aquí, que creo
que no querré marcharme nunca.
—Así será.
—Bueno, ¿qué es lo que tienes en mente?
¿Una luna de miel que no acabe nunca?
Kyuhyun se inclinó para besarlo tierna y
dulcemente en los labios.
—Exactamente.
Se levantó de nuevo y se dirigió a la mesa
con la bandeja. Colocó los platos e hizo lo mismo con cubiertos y servilletas.
Entonces, se llevó las dos copas de agua mineral a las hamacas y le entregó una
a Sungmin.
Luego, levantó la suya.
—Por la persona más hermosa del mundo.
Sungmin se sonrojó y golpeó suavemente la
copa contra la de él.
—Por el hombre más maravilloso del mundo.
Gracias por decirme la verdad. Gracias por perdonarme. Gracias por dejarlo todo
atrás y por traerme a casa.
Kyuhyun frunció el ceño y apartó la mirada.
Entonces, echó la cabeza hacia atrás y se bebió el agua de un trago. Sungmin
dio un sorbo y, entonces, se incorporó de un salto sobre la hamaca.
Inmediatamente, se puso las manos sobre el vientre.
—¡Creo que acabo de sentir cómo se movía el
bebé!
—¿Si? —preguntó él. Entonces, le colocó las
manos sobre el vientre—. No siento nada.
—Tal vez me haya equivocado. Soy nuevo en
esto… —dijo. Entonces, volvió a sentir algo parecido a las burbujas de champán
en el vientre—. ¿Has sentido eso?
—No.
Observó cómo el se concentraba, conteniendo
hasta la respiración como si no hubiera nada más importante para él en todo el
mundo que sentir cómo su hijo se movía dentro.
Sungmin recorrió el hermoso rostro de Kyuhyun
con la mirada. Le parecía imposible que hubiera ningún joven más afortunado que él en el amor.
«Sin embargo, aún no te ha dicho que te
quiere».
Decidió que no necesitaba escuchar esas
palabras. Los actos de Kyuhyun demostraban lo mucho que le importaba. Las
palabras se las lleva el viento. Podría vivir sin ellas.
—Sigo sin sentir nada…
—Lo sentirás, aunque creo que podría tardar
un poco. El libro que estaba leyendo dice que podría pasar otro mes antes de
que se le pueda sentir desde el exterior, pero me gusta que te preocupes por
nuestro hijo tanto. Yo te…
«Te quiero». Estuvo a punto de pronunciar
aquellas palabras, pero no lo hizo. No cuando él no se las había dicho.
—Creo que me apetecería comer algo.
—Tus deseos son órdenes para mí —replicó
él.
Se pasaron el día en la playa, paseando por
la arena y descansando.
Kyuhyun lo miraba constantemente y lo
besaba. Sus labios eran tan suaves y sus besos tan apasionados, que se sentía
completamente vivo.
Contuvo el aliento y lo miró. La bronceada
piel del torso de Kyuhyun relucía con el agua del mar.
—No dejes nunca de besarme…
Sin previo aviso, él lo tomó en brazos y lo
levantó contra su torso desnudo.
—Tengo intención de pasarme el resto de mi
vida besándote.
Regresaron así a la casa. Kyuhyun subió las
escaleras de dos en dos como si él no pesara nada y lo llevó a su dormitorio. Sungmin
temblaba tanto de deseo, que ni siquiera consiguieron llegar a la cama. Al
pasar frente a las puertas del balcón, con su maravillosa vista, Kyuhyun lo
besó. Sungmin se giró hacia su cuerpo y le rodeó la cintura con las piernas. El
beso se intensificó.
Kyuhyun lo empujó contra la puerta
corredera y le quitó el bañador. Él hizo lo mismo con el bañador que Kyuhyun llevaba.
Se besaron frenéticamente, acariciándose por todas partes. Al besarle la piel, Sungmin
notó el aroma a sal y a mar.
Kyuhyun lanzó un gruñido y le hizo tumbarse
sobre la alfombra. La brisa del mar les refrescaba la piel. Él comenzó a
besarle el pecho y siguió bajando hasta
llegar a su erección. Sungmin gimió de placer cuando Kyuhyun le separó las
piernas y comenzó a estimularlo con la lengua hasta que creyó que iba a
volverse loco.
Con cada lametazo, se tensaba más y más,
hasta que se sintió abrumado por su propio deseo. Sabía que estaba a punto de
explotar.
—Dentro de mí…
Kyuhyun no necesitó más invitación. Se
tumbó sobre el suelo y lo levantó sobre él para hacer luego que se sentara.
Durante un instante, no pudo moverse, dado que él lo llenaba plenamente.
Entonces, volvió a levantarlo con sus
fuertes brazos y le dijo:
—Móntame…
Sungmin obedeció. Gimió de gozo mientras se
movía encima de él, controlando el ritmo. Lo sujetaba con fuerza en su
interior, dejando que sus cuerpos se unieran como si fueran uno solo. Los dos
estaban sin aliento, cubiertos de sudor y jadeando. Con un último movimiento,
explotó por fin.
—Te amo —gritó—. ¡Te amo!
—Te amo…
Kyuhyun miró a Sungmin cuando pronunció las
palabras. Se sintió tan profundamente unido a él que ya no podía negarlo.
«Te amo».
Hacer el amor con Sungmin en Seul había
sido explosivo, pero aquello era mucho más. Comprendió por qué aquello no se
parecía en nada a lo que había experimentado antes. Por qué el placer había
sido tan intenso. Al escuchar cómo Sungmin pronunciaba aquellas dos palabras,
no pudo contenerse más y se vertió en él con un grito. Entonces, entendió que
estaba enamorado.
Miró a su hermoso esposo y comprendió que lo
amaba. Él le había devuelto a la vida. Le había hecho sentir cosas y verlo todo
bajo una luz diferente.
Lo amaba. Sabía que se moriría si lo
perdía. Rezó para que pudieran permanecer así siempre, ocultos al mundo, sin
temer que pudiera recordar.
De repente, Sungmin gritó de un modo que no
tenía nada que ver con el placer. Se cubrió el rostro y se apartó de él.
—¡Sungmin! —exclamó él. Se incorporó y lo
tomó entre sus brazos.
Entonces, vio que tenía el rostro lleno de
lágrimas.
—Acabo de recordar algo más —gimió.
—¿El qué? —preguntó él, completamente
aterrorizado.
—Recuerdo haber robado los papeles de tu
caja fuerte. Se los di a Jinseob, tal y como tu dijiste. Entonces, salí huyendo
de Seul y no dejé de correr nunca. No quería que me encontraras. Te odiaba…
¿Por qué? ¿Por qué te odiaba tanto?
Kyuhyun sintió que se le hacía un nudo en
la garganta. Lo miró fijamente, pero sin poder hablar.
—Dime por qué te odiaba.
—Yo… No lo sé —mintió. Deseaba proteger a
su esposo.
Sungmin se cubrió el rostro y se apartó de
él.
—No importa —dijo él tomándolo entre sus
brazos una vez más—. El pasado no importa. Ya no. Lo único que importa es el
futuro. Nuestro hijo.
Sungmin lo miró fijamente.
—¿Me amas, Kyuhyun? —susurró Sungmin.
Él no había esperado aquella pregunta. Se
preparó para decirle que sí, que claro que lo amaba, pero no pudo pronunciar
las palabras.
Nunca antes se las había dicho a nadie.
«Te amo y me aterra poder perderte».
Cuando él no respondió. Sungmin contuvo el
aliento. Kyuhyun vio la tristeza reflejada en el rostro de su esposo y supo que
le había hecho daño en el momento en el que más apoyo necesitaba.
—Sungmin… —susurró. Se inclinó para besarlo,
pero se detuvo.
Había pensado que llevándolo a Ilsan, a un
lugar que Sungmin no había visto antes, podría protegerlo de sus recuerdos.
Decidió que no habían sido las vistas de
Venecia o de Seul lo que le habían hecho recordar. Había recordado lo primero
después de que él le besara en el puente. Inmediatamente después de hacerle el
amor en Seul, Sungmin había recordado detalles de la muerte de su padre.
Y en aquel momento, después de hacer el amor
por segunda vez, había recordado que lo odiaba.
Aquella noche, se quedó dormido llorando. Kyuhyun
no sabía qué hacer. Quería hacerle el amor.
Quería decirle la verdad. No podía
hacer ninguna de las dos cosas.
Cuando por fin Sungmin se quedó dormido, Kyuhyun
ya no pudo resistirlo.
Se levantó de la cama y se acercó a la
terraza para mirar el mar.
Observó cómo la luna llena se reflejaba
plenamente sobre la playa.
Había creído que allí podría mantenerlo a
salvo del mundo.
Se había equivocado.
Si quería salvar a su familia, no podría
volverle a hacer el amor a su esposo. Ni siquiera podría
besarlo porque, si lo
hacía, lo recordaría todo y lo perdería.
El dolor se apoderó de él. Observó por
última vez el cuerpo desnudo de su esposo. Gozó con su dulce belleza a pesar de
que su alma sufría por las lágrimas que se le habían secado sobre el rostro.
Observó cómo la luz rosada del amanecer se deslizaba lentamente sobre las
paredes del dormitorio.
Entonces, con las manos apretadas en puños,
se marchó y lo dejó dormir a solas.
AMo mucho este fic, no se, amo todo lo que adaptas, soy tu lectora fiel aunque no comente en todos los capis *o*
ResponderEliminarOH diablos el delato al papa de MIn y se murio, por eso min lo odiaba creo que secretamente ya lo amaba y la culpa de la traicion no lo dejaba, al momneto del saber del bebe todo dejo de tener sentido ahora Kyu tiene miedo de perderlo poque lo ama y a su bebe, waaaa que dificil, o Yota va hermoso.
ResponderEliminarCreo que el miedo de perder a SungMin está haciendo que KyuHyun se equivoque, debería ser sincero con él y decirle la verdad, tarde o temprano, incluso si deja de besarlo SungMin va a recordar y le dolera que KyuHyun no haya sido honesto con él y para colmo KyuHyun no es capaz de decirle de una vez a SungMin que lo ama, lo único que logra con eso es crear más inseguridad en él.
ResponderEliminarComo siempre gracias por la actu ^^
No no no no no kyuhyun
ResponderEliminartan perfecto que iba todo,lo perdono,le conto la verdad y bueno,le falta decirle algo,pero tambien es algo que kyu acaba de saber,pero supongo que al saberlo y no decirle,esto ya se torna mal
ahora hará sufrir a min para que no lo odie o lo deje
no kyuhyun,debes de hablar con el...no hagas cosas de las que te arrpientas