VIkingos I -24

 


Siwon estaba en la habitación de Heechul, con una sola vela sobre la repisa del hogar por única luz. Miró con furia el fuego apagado y los restos de las dos ajorcas de oro, ahora ennegrecidas, pero conservando su forma original. Así le devolvía él su generosidad. Así le retribuía sus atenciones.
 
Siwon ya no controlaba su ira. No lo hacía desde varios días. ¿Por qué fingir ante los demás que no estaba afectado? Se sentía tan furioso que si hubiera podido encontrar hoy a Heechul lo habría matado. Pero había pocas posibilidades de encontrarlo... había planeado muy bien su huida.
 
Nunca más volvería a confiar en un joven. Le había dado su palabra y él le creyó.
 
— ¡Tonto!
 
Vació el jarro que tenía en la mano y salió de la habitación. Ordenaría que quemaran todo lo que había allí. No quería que quedara ningún recuerdo del perro embustero.
 
Siwon entró en el hall donde Leeteuk estaba poniendo sobre la mesa su comida.
 
— ¿Dónde está Jackie? — ladró.
 
Leeteuk saltó nervioso y se apartó del camino.
 
— Ya viene — dijo, y esperando calmarlo, añadió— Jackie está viejo, amo Siwon. Ahora, cruzar el patio le lleva más tiempo que antes.
 
— No pedí excusas — gruñó él, y golpeó la mesa con el puño— . ¡Odin y Thor el poderoso me asistan! ¿Es que ningún esclavo bajo mi dominio me obedecerá?
 
La invocación a los dioses asustó a Leeteuk más que la cólera de Siwon y salió corriendo de la habitación como si esas deidades paganas estuviesen a punto de devorarlo.
 
En el camino se cruzó con Jackie, quien se preocupó al ver el rostro pálido y los ojos aterrorizados del joven.
 
— No tenéis necesidad de descargar vuestra cólera en ese pobre infeliz — dijo Jackie audazmente a Siwon, tomándose más libertad de la que le correspondía— El no ha hecho nada fuera de serviros bien.
 
Siwon se enfureció aún más.
 
— ¡Olvidáis vuestro lugar, viejo! ¡Haríais bien en recordar quién es el amo aquí!
 
— Sé muy bien a quien sirvo con amor... y paciencia , cuando es necesario.
 
Siwon se sintió culpable pero lo ocultó tras una expresión severa. A continuación, pasó a la razón por la que había lo llamado nuevamente.
 
— Decidme una vez más lo que recordáis del día que Heechul se marchó.
 
— ¿Otra vez? Siwon, hemos hablado cuatro veces de eso. Os he contado todo.
 
En ese momento Hyukjae entró en el hall pero su expresión cansada indicó que no traía noticias alentadoras. Siwon lo ignoró después de una sola mirada y continuó su interrogatorio.
 
— Repetid vuestra historia, Jackie. — Jackie suspiró.
 
— Yo no sabía que él había regresado ese día ni que vos vinisteis y volvisteis a marcharon. Me maldigo por mi debilidad, por caer enfermo un día que os ha traído tanta miseria.
 
— ¡No importa lo que me haya traído a mí, Jackie! — dijo Siwon con rudeza— . Sólo repetid lo que sucedió.
 
— Yo no esperaba que ese día me necesitaran, de modo que fui temprano a la casa de la curandera a pedirle sus pociones especiales. Ella me hizo acostar la mayor parte del día y la verdad es que sus pociones hicieron que me pusiera bien. Regresé al establo tarde y fue entonces que oí aullar al mastín como si fuera una bestia del infierno. La tormenta no había comenzado todavía y el aire estaba quieto y silencioso, de modo que no fue difícil oír al animal desde el establo, aun con mis viejos oídos. Lo encontré solo en la casa pero no pensé nada de ello hasta que comprendí que el animal no hubiera podido encender el fuego ni hacer el pan que para entonces estaba quemado como un carbón. Sabía que los otros jóvenes no habían estado en la casa, de modo que entonces envié a Coran a avisaros lo que sucedía. Como vuestro caballo y el de Heechul no estaban en el establo, pensé que él estaba todavía con vos en la casa de vuestro padre. Antes de que vinieseis con Coran, la tormenta había empezado y ya había cubierto las huellas que esperabais encontrar.
 
Siwon rechinó los dientes al recordar sus maldiciones al cielo por la tormenta de nieve que había borrado toda posibilidad de encontrar rápidamente a Heechul. No había podido encontrarlo y ya habían pasado demasiados días.
 
— ¿Y decís que cuando esa noche abristeis la puerta , Bugsy salió corriendo hacia el frente de la casa?
 
— Eso dije — repuso Jackie.
 
Siwon se golpeó una palma con un puño.
 
— ¡He registrado cada centímetro de la tierra hacia el este hasta llegar a la base de las montañas, pero no había la más mínima señal de él!
 
— ¿Y las montañas? — dijo Hyukjae por fin.
 
— Cualquier tonto sabría que no es posible sobrevivir allí en invierno, sin embargo revisé las colinas más bajas.
 
— ¿Y Bugsy? El hubiera tenido más suerte que vos —   dijo Hyukjae—. ¿No lo llevasteis con vos?
 
— No pude encontrarlo cuando salí la primera vez. Jackie dice que regresó al día siguiente, mojado y herido. Murió horas después.
 
— Lo siento, Siwon. Sé que lo criasteis desde cachorro.
 
Siwon nada dijo. Todavía tenía que aceptar esa pérdida pero no podía pensaren nada que no fuera encontrar a Heechul.
 
— Todavía insisto en que él no huyó, Siwon — dijo Jackie con estoicismo— El está en algún lugar, herido, quizá...
 
— ¡No digáis que está muerto, viejo! — lo interrumpió Siwon con tanta vehemencia que Jackie lamentó de inmediato sus palabras. Hyukjae trató de aflojar la tensión que súbitamente llenó el aire.
 
— Si Bugsy regresó mojado, el lago más cercano está al noroeste de aquí. ¿Habéis buscado por ese lado, Siwon?
 
— Sí, y también al norte. Y mi padre todavía está buscando en el oeste, hacia la costa.
 
— Yo también estuve en el norte y el este, junto con muchos otros.
 
— Os doy las gracias, Hyukjae, por vuestros esfuerzos; pero ya es tiempo de renunciar. Jackie no me ha dicho nada nuevo. No hay indicios de la dirección en que él huyó.
 
— ¿Habéis renunciado?
 
— Ese joven es más astuto que muchos hombres. Una vez juró que cuando escapara yo no lo encontraría. Fue sólo porque Bugsy iba con él que pude traerlo de vuelta la primera vez.
 
— Pero renunciar cuando, como dice Jackie, puede estar herido imposibilitado de regresar...
 
— Entonces ya lo habría encontrado. No, mi padre no renunciará, pero yo estoy harto de hacer el tonto. Se ha marchado y no quiero que su nombre vuelva a ser mencionado en mi presencia.
 
 
 
El agua helada que le arrojaron a la cara despertó a Heechul. Se atragantó y tosió, y creyó que se estaba ahogando. Entonces abrió los ojos. Inmediatamente tuvo conciencia del peligro pero no pudo recordar qué lo amenazaba hasta que una silueta se irguió ante él.
 
Seungri estaba a sus pies, completamente desprovisto de ropas. Heechul vio que también estaba desnudo, con sus ropas completamente desgarradas. El le miraba con una mueca de lujuria por lo que gimió interiormente. ¿Había sucedido? ¿Sus partes más intimas ya habían sido violadas por este monstruo? ¡No, no! No podía creer que sus sentidos lo hubiesen abandonado, dejándolo indefenso ante el peligro.
 
— De modo que habéis despertado — dijo Seungri en un a voz llena de desprecio— Sois como todas mis parejas que se desmayan cuando sienten un poco de dolor. Esperaba que vos seríais diferente, que podríais soportar lo que tengo para vos.
 
El horrible recuerdo del dolor cegador le atravesó la mente. Se miró el pecho y vio las pequeñas marcas que ya se formaban donde los dedos de él se habían hundido en la carne. Rápidamente trató de cubrirse pero fue inútil.
 
— ¡Sois un animal! — siseó lleno de odio.
 
Seungri rió malignamente ante el estallido de Heechul.
 
— ¿No apreciáis mis métodos de buscar el placer? Aprenderéis, Heechul — dijo él lleno de confianza, y alzando la v oz por la excitación— Con el tiempo os gustará lo que os hago y las muchas formas diferentes en que os someteré. Encontraréis placer en el dolor exquisito y me rogaréis que os haga sufrir más.
 
A Heechul el estómago se le revolvió de repulsión. Tendría que matarlo, ahora no había ninguna duda. ¿Pero cuándo?¿Cuánto tendría que sufrir hasta encontrar su oportunidad?
 
El, era un monstruo malvado con una mente pervertida. Lo miró con morbosa fascinación, asqueado, pero incapaz de apartar los ojos. Las cicatrices que le cubrían los brazos y el torso no eran nada comparadas con un corte horroroso en el muslo. Y junto a eso estaba su erecta virilidad, palpitando con furia, un miembro tan grande que ciertamente le causaría mucho dolor. ¿Ya había sucedido? ¿Ahora él se preparaba a someterlo otra vez? Tenía que saberlo. Si el daño ya estaba hecho nunca podría regresar a Siwon sin sentirse intolerablemente avergonzado, sabiendo que lo que hubieran podido alcanzar no llegaría jamás.
Se mordió el labio, intensamente atormentado.
 
  ¿Vos?...    No podía decidirse a preguntar pero tenía que hacerlo. Cerró los ojos y habló— . ¿Vos ya me sometisteis?
 
El rió de la pregunta.
 
— ¿Lo dudáis?
 
Heechul gritó angustiado pero entonces más fuerte.
 
— No. No sometería a una pareja a menos que ella pueda sentir cada centímetro de mi espada. Debe saber quién le somete y tú lo sabrás ahora.
 
Heechul suspiró con un alivio que duró sólo un segundo. Comprendió asustado que estaba en la misma posición que antes, no más cerca de la daga oculta.
 
Esta vez cuando él se agachó, Heechul se escabulló rápidamente, lo oyó reír aún usando sus pies y sus codos para arrastrarse hacia atrás. Pero él todavía estaba demasiado cerca para que Heechul tratara de levantarse y correr. En el momento siguiente, con el grito poderoso de un guerrero victorioso, él saltó encima.
 
Heechul quedó sin aliento. Luchó contra las negras oleadas que amenazaban nublarle la mente una vez más. Se sintió preso del terror, seguro de que no podría seguir demorándolo. En vez de tratar de sacárselo de encima con las manos, buscó frenéticamente hacia atrás, rogando que se hubieran acercado lo suficiente a su arma.
 
Al principio no sintió más que el suelo liso debajo del tapete y le dio pánico.
 
Seungri ya trataba de separarle las piernas con una rodilla y por fin tuvo éxito. En ese instante los dedos de Heechul tocaron la fría hoja de la daga. Logró aferrar la empuñadura.
 
Heechul le hubiera abierto fácilmente la garganta en ese momento si él no hubiese sospechado por su falta de resistencia. Pero vio el brazo debajo de la alfombra y la hoja cuando la sacó. Le aferró la muñeca y le inmovilizó la mano contra el suelo junto a la cabeza, aplicando una presión brutal hasta que sintió que sus dedos empezaban a aflojarse. Resistió como si su vida dependiera de ello pues, hasta donde podía ver, efectivamente era así. No podía fallar ahora cuando tenía tan cerca la victoria.
 
El se incorporó sobre sus rodillas y con la mano libre se preparó a aplicarle un puñetazo demoledor. Estaba enfurecido. En la mente de Heechul relampaguearon las nuevas torturas que él le infligiría si fracasaba.
 
En un último esfuerzo, antes que el puño de él cayera Heechul trató de zafarse utilizando el resto de su cuerpo. Levantó con fuerza las piernas y aunque sólo lo golpeó con una, esto bastó para que Seungri saliese proyectado hacia adelante, gritando de dolor.
 
Heechul se sorprendió por el resultado porque no sabía cómo su único movimiento había afectado a su poderoso oponente. Pero él quedó acabado pues cayó sobre la daga levantada y no se movió. El alivio de Heechul fue tan grande que apenas pudo respirar con su cara cubierta por el pecho de él.
 
Le fue necesario un gran esfuerzo para sacárselo de encima. El siguió sin moverse. Si no estaba muerto lo estaría pronto y no sintió ningún remordimiento.
 
Los pensamientos se sucedían en la mente de Heechul pero su cuerpo reaccionó de manera diferente. Cuando vio la sangre que empezaba a cubrir lentamente el suelo debajo de Seungri, sintió náuseas. Apartó la vista y devolvió todo el contenido de su estómago. Después siguió teniendo dolorosas arcadas hasta que no quedó nada por devolver.
 
Por fin se levantó, aunque su estómago seguía rebelándose. Comprendió que el tiempo era su nuevo enemigo. Seunghyun podía regresar en cualquier momento y entonces se vería en una situación todavía más peligrosa que antes. Había matado a un vikingo, a un hombre libre, y peor aún, al hijo de un jefe. Si ahora lo encontraban, podría darse por muerto. Seunghyun daría la alarma y todos saldrían a perseguirlo, pero si lograba llegar primero junto a Siwon, él lo protegería.
 
Con frenética prisa, Heechul reunió todo lo que podía serle de utilidad, comida, abrigos, las armas de Seungri. Metió todo dentro de un tapete y lo ató. Tomó su capa y salió corriendo de la casa. Rápidamente encontró el rústico cobertizo donde estaba Gibok pero no perdió tiempo con la silla que allí había y puso solamente una gruesa manta sobre el lomo de la yegua.
 
Encontró un saco de avena y lo añadió a su lío. Enseguida montó y salió del cobertizo.
 
El cielo era de un azul oscuro, sin estrellas. Rogó que la casa de Seunghyun diera frente al fiordo porque esa fue la dirección que tomó. A la distancia, a su izquierda, vio a Seunghyun montado en su caballo y viniendo hacia la casa. El también le vio y Heechul sintió de pronto como si hubiera hecho todo por nada.
 
Pero Seunghyun no cabalgó hacia él. En realidad, se detuvo y se limitó a mirar cómo Heechul se alejaba. No perdió tiempo preguntándose por esa actitud. Alentó a Gibok a que tomara mayor velocidad.
 
¿De cuánto tiempo dispondría ahora? Seunghyun llamaría a otros para que lo ayudasen a perseguirlo y eso le daría un poco de tiempo, porque primero él tendría que convencerlos de que un joven era el responsable de la muerte de Seungri. Y esa muerte había sido un accidente, aunque tuvo intención de matarlo, pero esto no le serviría de mucho. i Dios mio, escapar del humo para caer en el fuego!
 
Heechul cabalgó, interminablemente, según le pareció . No se detuvo ni redujo la marcha hasta que por fin oyó a la distancia el sonido de las aguas del fiordo.
 
Empezó a temer que en vez de ir hacia el norte hubiera ido hacia el sur. No quería pensar en sus posibilidades si así era. En realidad, todavía no sabía cómo cruzaría el fiordo para ponerse a salvo. Necesitaría la ayuda de Siwon.
 
— ¡Dios misericordioso, mostradme el rumbo que debo tomar! — gritó en alta voz.
 
Como respuesta, Gibok dobló a la izquierda y avanzó a lo largo de la orilla de fiordo. Los ojos de Heechul se llenaron de lágrimas.
 
— ¡Por favor, Gibok, no yerres! ¡Por favor! — Heechul no sentía el frío excepto cuando se abría su capa y el aire helado tocaba su piel desnuda.
 
Heechul no sabía el tiempo que había cabalgado. ¿Una hora? ¿Dos? Por fin reconoció el paisaje que tenía enfrente, y muy cercana, la casa de piedra sobre el acantilado. Todo lo que pudo hacer fue contener su alegría. Aguas profundas la separaban de su amor pero él superaría ese obstáculo y estaría nuevamente a salvo. Llegó a la cima del acantilado, se apeó y empezó a gritar el nombre de Siwon. Sólo después que pasó cierto tiempo sin obtener respuesta, empezó a preguntarse si él estaría en la casa. Podía muy bien estar buscándolo. Sin embargo, alguien tenía que estar allí porque salía humo de la chimenea. Con todas las puertas cerradas para protegerse del frío, ¿oirían sus gritos pidiendo ayuda?
 
Todas sus prematuras esperanzas se disolvieron. No llegaría a ninguna parte.
 
Seguramente sus gritos no llegaban a la casa porque se le había enronquecido la voz y apenas podía soportar el dolor de su garganta. Llegar hasta aquí, tan cerca, y que no lo oyeran ni vieran.
 
Heechul cayó a tierra. Las lágrimas brotaron incontenibles y pronto lo sacudieron sollozos desgarradores. ¿Qué haría ahora? No podía quedarse aquí y esperar hasta la mañana, cuando saliera alguien de la casa, pues Seunghyun lo encontraría primero.
 
Heechul montó v volvió por donde había venido. No durmió esa primera noche. Cabalgó más allá del embarcadero hacia el este a lo largo del fiordo, hasta que le dolió la espalda y perdió toda la sensibilidad en las piernas. Hacia rato que el estómago había dejado de exigirle alimento.
 
Por fin, en un momento de la mañana siguiente, Heechul se detuvo por Gibok, no por él. Rápidamente alimentó a la yegua y la frotó. Después cortó de la manta finas tiras de piel antes de cubrir a Gibok. Se enroscó como una pelota junto a Gibok y durmió unas pocas horas.
 
 
Así pasaron días. Poco sueño, comidas apresuradas y un miedo constante a que lo encontrasen. Pronto las provisiones disminuyeron y se vio obligado a cazar.  Al sexto día, Heechul renunció a la esperanza de encontrar un bote dejándole solamente un recurso: llegar al fondo del fiordo y rodearlo.
 
A la larga esto lo llevaría a casa o moriría en esas tierras desoladas. Le quedaban pocas esperanzas y cuando pasaron más días y el fiordo pareció extenderse interminablemente, hasta eso perdió.
 
Continuó avanzando sin pensar, simplemente porque no tenía alternativa. Dos veces renunció y se desplomó, pero Gibok lo volvió a la vida empujándolo con el morro. Ese fiel animal no estaba dispuesto a dejarlo morir. Cuando por fin su cuerpo, lleno de incontables dolores, no quiso moverse más, Heechul cayó en un sueño profundo que duró todo un día y una noche. Ni los suaves empujones de Gibok lo despertaron.
 
Por fin despertó, no descansado y dispuesto a continuar, sino tan desalentado que decidió no moverse y prefirió esperar donde estaba hasta que la muerte viniera a buscarlo. Permaneció tendido, cubierto con mantas que poco lo protegían del frío, con los miembros tan entumecidos que ya no sentía dolor alguno.
 
Gibok hizo lo posible por llamar su atención, pero él cerró los ojos con fuerza, deseando que su amada yegua se alejara y lo dejase morir en paz.
 
Cuando Gibok se alejó al trote, Heechul abrió los ojos para verla marcharse y sólo en ese momento experimentó una sensación de pérdida. Fue entonces que vio por primera vez el lago, magnifico en su tamaño, anidado en la base de las montañas. Era el final del fiordo.
 
Le llevó todo un día rodear el lago. Esta fue la parte más azarosa y atemorizadora del viaje. En muchos lugares debió vadear en aguas poco profundas porque afiladas rocas del borde de la montaña bloqueaban el camino. La corriente cálida no llegaba hasta aquí y Heechul corrió peligro de helarse mientras esperaba que se secaran sus ropas.
 
Cruzó una tierra desolada donde no había nada para cazar. Tuvo que cavar para encontrar alimento para Gibok. Después tuvo que desviarse más al norte en busca de alimentos para él.
 
Con cada paso se acercaba a su meta y su ánimo mejoraba notablemente. Ya no se sentía desesperado y perdido sino seguro de que lo lograría. Los cortes y ampollas, las articulaciones doloridas, todas esas molestias pasaban inadvertidas. Ya tendría tiempo suficiente para atender sus heridas, para recuperar el peso que había perdido.
 
Siwon cuidaría de él y lo ayudaría a recobrar su salud. Se pondría fuerte rápidamente con su amor. Y él lo amaba. Aunque todavía no lo admitía, con el tiempo lo haría. Estos  pensamientos  lo  espoleaban  cada  vez  que  empezaba  a desesperar. Hacían tolerables las dificultades.
 
Cuando por fin llegó a tierras que conocía, su alivio y su regocijo fueron más intensos. Si Gibok no hubiera estado en tan lamentables condiciones, habría cubierto al galope la distancia que faltaba. Pero dada la situación, le llevó otras dos horas subir la última colina más allá de la cual estaba la casa de Siwon.
 
Qué espectáculo tan bienvenido y que creyó que nunca volvería a contemplar. Jackie estaba en el establo cuando Heechul abrió la puerta y arrastró a Gibok al interior. La mirada que le dirigió el anciano no fue solamente de sorpresa sino, también, de incredulidad.
 
— Habéis vuelto de la muerte — dijo él asombrado y con su viejo rostro muy pálido.
 
Heechul encontró fuerzas para reír débilmente.
 
— No, no morí, aunque muchas veces lo deseé.
 
El meneó la cabeza y la miró con compasión.
 
— No debisteis escapar, jovencito.
 
— ¿Qué?
 
— Tampoco debisteis regresar habiendo escapado.
 
Heechul se sonrió del error del anciano.
 
— No escapé, Jackie. Fui raptado por dos vikingos del otro lado del fiordo.
 
Jackie quiso creerle pero todo indicaba que mentía. Sin embargo, no sería él quien lo acusaría.
 
— Os veis exhausto. Prepararé comida para vos.
 
— No. Comeré en la casa. ¿Siwon está allí? — cuando él asintió vacilando, Heechul continuó—  sabéis, grité desde el otro lado del fiordo pero nadie me oyó. No podía quedarme allí sin embargo, porque maté a uno de los hombres que me llevaron, creo que era el hijo de un jefe.
 
Parecía aturdido, con dificultad para recordarlo todo.
 
— ¿Sabéis lo que estáis diciendo, Heechul?
 
Él no pareció escucharlo.
 
— Perdí la cuenta de los días que viajé rodeando el fiordo. ¿Cuánto tiempo estuve ausente, Jackie?
 
— Casi seis semanas.
 
— ¿Tanto?
 
— Heechul...
 
— Cuidad de Gibok, Jackie. Ella ha soportado tanto como yo y necesita atención. Ahora debo ver a Siwon. No pue do esperar más.
 
— Heechul,  no  vayáis  a  la  casa  — Heechul vio su preocupación y quedó intrigado.
 
— ¿Por qué no?
 
— No seréis bienvenido allí.
 
  No  seáis  absurdo,  Jackie    frunció  el  entrecejo—  ¿Siwon también cree que escapé?
 
— Sí.
 
— Entonces con más razón tengo que verlo en seguida . El debe saber la verdad.
 
— Heechul, por favor...
 
— Todo saldrá bien, Jackie — lo interrumpió y se dirigió a la puerta.
 
— Entonces iré con vos.
 
La casa estaba tibia y acogedora por los fuegos encendidos para cocinar. Aromas deliciosos llenaban el aire y Heechul se sintió débil de hambre. En todas sus semanas de ausencia no había comido hasta hartarse una sola vez, siempre tuvo que medirse porque no sabía si encontraría más comida al día siguiente.
 
Donghae fue el primera que lo vio e inmediatamente interrumpió lo que estaba haciendo. Sus ojos se llenaron lentamente de miedo pero Heechul le sonrió y abrazó a su amigo. Sin embargo no dijeron una sola palabra, porque Heechul estaba ahorrando sus fuerzas y Donghae se sentía demasiado atemorizado para hablar. Heechul entró en el hall dejando que Jackie diera las explicaciones.
 
Siwon estaba inclinado sobre el fuego del hall, atizando la madera encendida como si atacara a un enemigo desconocido. Heechul se tomó un instante para mirarlo a sus anchas antes de acercársele y detenerse detrás de él.
 
Siwon se volvió rápidamente cuando sintió su presencia y ambos se miraron con fijeza un largo momento. Heechul vio en sus ojos la sorpresa y después la cólera, pero no pudo seguir conteniéndose y se le arrojó en brazos para estrecharlo con las pocas fuerzas que le quedaban.
 
Sintió que el cuerpo de él se ponía rígido y que esos brazos amados no devolvían el abrazo. Lentamente, se apartó.
 
— De modo que habéis regresado.
 
Heechul no pudo soportar esa mirada ni el tono de esa voz. Había odio allí, además de la cólera.
 
— ¿Os extraviasteis? — continuó Siwon en el mismo tono lleno de rencor— . ¿O quizá comprendisteis por fin que no podíais sobrevivir solo en esas tierras desoladas?
 
— Él afirma que no escapó, Siwon — dijo Jackie entrando en la estancia— Fue llevado por la fuerza al otro lado del fiordo.
 
— ¿Eso fue lo que os dijo?
 
— Yo le creo— dijo Jackie con firmeza, saliendo en su defensa— . Eso explicaría por qué el mastín estaba mojado y herido cuando regresó. El animal pudo tratar de seguirlo a través del fiordo .
 
— ¡O caerse en un lago tratando de seguirlo, lo cual le costó la vida!
 
— ¿Bugsy ha muerto?
 
Siwon no hizo caso de la pregunta. Heechul miró consternado a Jackie, quien asintió en silencio. Dios misericordioso, ¿porqué también esto? ¿No bastaban sus sufrimientos? Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando lo asaltaron los recuerdos. Se había ganado el afecto del mastín sólo para causar involuntariamente la muerte del animal.
 
Vio que Siwon era de la misma opinión, pero él no tenía toda la culpa. Debía hacerle comprender eso.
 
— Fue Seunghyun quien hirió a Bugsy — dijo Heechul en un susurro cargado de dolor— . El lo apartó de un puntapié cuando Seungri se disponía a matarlo.
 
— ¡Seungri!
 
— ¡Ellos fueron quienes me llevaron, Siwon! — vio que él dudaba y se puso frenético— . ¡Debéis creerme! Trajeron un barco a fin de poder llevarse también a Gibok. Querían que vos creyeseis que yo había escapado a fin de que no sospecharais de ellos.
 
— ¿Por qué? — preguntó él.
 
— Nunca supe por qué, excepto que una mujer fue a verlos y les habló de mí. Me retuvieron en la granja de Seunghyun pero con la intención de que Seungri se adueñase de mí. Cuando él vino intentó someterme, yo lo maté y escapé. Primero busqué vuestra ayuda y grité desde el acantilado del frente, pero nadie me oyó. No sé nadar, no pude encontrar un bote, de modo que di la vuelta al fiordo pues era el único camino que me quedaba.
 
— ¡Sacadlo de aquí, Jackie, antes de que lo lastime! — Jackie le puso las manos sobre sus hombros pero él se apartó.
 
— ¡Es la verdad, Siwon! ¡Todo es verdad! En nombre de Dios, ¿por qué iba yo a mentiros?
 
— En la esperanza de que os perdone y os acepte nuevamente — dijo él, sin piedad— Es demasiado tarde para eso.
 
Lágrimas incontrolables rodaban por las mejillas y el cuello de Heechul.
 
— Podríais averiguar la verdad si quisieseis, Siwon. Cruzad el  fiordo. Comprobad vos mismo que Seungri ha muerto a manos de un joven.
 
— Sería mi muerte si me encontrasen en tierras de los Wayjei. Pero eso vos debéis saberlo, tal como supisteis sus nombres. Los jóvenes conocen bien la historia y murmuran a menudo.
 
— No es así. ¡Preguntadles! — dijo Heechul. Ahora lloraba histéricamente pero él le volvió la espalda.
 
— Vuestras propias palabras os delatan, porque nadie hubiera podido sobrevivir, en invierno, a lo que describís. Llevadlo a la casa de mi padre, Jackie.
 
— ¿Por qué allí?
 
Siwon lo miró otra vez a la cara, con tanto veneno en los ojos que Heechul se estremeció.
 
— Mi intención, si os encontraba, era venderos en el Oriente, donde los esclavos son tratados como esclavos y no con las libertades que tontamente os concedí aquí. Pero fuisteis un regalo de mi padre y por lo tanto es el derecho de mi padre teneros de vuelta.
 
— Venid Heechul — dijo Jackie.
 
Heechul se sintió corno si lo desgarraran en dos. La bilis le subió a la garganta y casi lo ahogó. No estaba lo bastante fuerte para enfrentar este rechazo. Se hubiera desplomado en el suelo si Jackie no lo hubiese sostenido. Se dejó llevar, pero se volvió y miró a Siwon por última vez.
 
  Todo lo que he dicho es verdad, Siwon —su voz sonó desprovista de toda emoción. Interiormente, estaba muerto— . Fue mi amor por vos y mi necesidad de regresar a vuestro lado lo que hizo posible que sobreviviese al viaje alrededor del fiordo. Pasé hambre porque no había nada que comer y muchas veces estuve a punto de helarme. Pero seguí adelante porque pensaba que vos estaríais aquí para recibirme. Debí morir. Eso os hubiera hecho más feliz.
 
Había hablado a la espalda de él, rígida e inconmovible. Ahora se marchó, con un dolor torturante en el pecho. Lo había perdido. Ya nada más importaba.



1 comentario:

  1. No quiero defender a Siwon pero las pruebas dan a pensar que escapo pero si confiara el sabría la verdad que dilema en fin Heechul haciendo todo por sobrevivir y volver para que este lo rechace vaya lio gracias por el cap bye.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...