Vikingos I -22

 


— ¿Cómo sabéis que mi hermano participará? — preguntó él, sorprendido.
 
Heechul se puso pálido y se volvió de inmediato. ¿ Cómo podía admitir que los había oído hablar de la carrera sin descubrir que entendía la lengua de ellos?
 
— ¿Acaso él no correrá?
 
Afortunadamente, Siwon se conformó con esa pregunta.
 
— Correrá, pero también correré yo. ¿También a mi deseáis derrotarme?
 
Heechul lo miró de soslayo.
 — Supongo que no convendría derrotaros delante de todos — dijo, y con una sonrisa traviesa, añadió— : Basta con que sepáis que puedo hacerlo.
 
Siwon estalló en carcajadas.
 
— Pronto, un día, aceptaré ese desafío, Heechul. Pero no ahora. Tengo en la mente un deporte mucho más interesante.
  
Intentó abrazarlo pero Heechul pasó debajo de su brazo y se acercó a la entrada del cubículo, listo para hacer el panel a un lado y huir. Lo miró de frente y levantó una mano para tratar de de tenerlo.
 
— Sabéis que no dormiré voluntariamente con vos, Siwon. Dormiré afuera, si es necesario.
 
Siwon se le acercó un paso pero eso fue todo.
 
— Este día he disfrutado de vuestra presencia a mi lado, Heechul—dijo en tono sereno— . Había esperado un placer todavía más grande para esta noche. Pero no os castigaré por eso — se acostó sobre la paja y con señas lo llamó— . Venid. Será mejor que durmáis lo que podáis.
 
Heechul no esperaba que Siwon cediera, por lo menos con tanta facilidad. Bajó la guardia y casi suspiró desilusionado. Dudó poder dormir mucho estando tan cerca de él, pero estaba decidido a intentarlo, por lo menos. Sin embargo, Siwon estuvo encima de él antes que hubiera terminado de acostarse y su peso lo dejó inmovilizado.
 
Vio la expresión de triunfo de él y rápidamente sus ojos se ensombrecieron.
 
— ¡Me engañasteis!
 
— No — rió él—  Yo dije solamente que no iba a castigaros y no lo he hecho.
 
Le besó en la boca para silenciar toda posible discusión. Heechul trató de volver la cabeza a un lado pero él le tornó la cara entre sus grandes manos y su lengua se hundió en su boca. La presión del cuerpo de él, su fuerza, su deseo... todo fue algo embriagador que terminó con las objeciones de Heechul, y toda resistencia fue rápidamente olvidada cuando él se puso a un costado y metió una mano dentro de su ropa.
 
Antes de que Heechul hubiera tenido tiempo de pensar en la locura de todo ello, ambos quedaron desnudos. Las manos de él se movieron suavemente sobre su cuerpo, acariciando, tocando con dedos expertos que encendían fuegos por donde pasaban y le arrancaban gemidos de placer. No le importó. Su amor por él era lo único que contaba, su intenso deseo de sentir dentro el miembro duro y palpitante de él.
 
Y cuando por fin lo penetró profundamente, Heechul gritó extasiado. Fue tan natural como si hubieran estado hechos el uno para el otro. Sorbió la fuerza de él y le entregó su voluntad. Hasta los momentos posteriores fueron hermosos, cuando quedaron estrechamente abrazados, exhaustos, respirando agitadamente, llenos de contento.
 
Pasaron varios minutos pero Siwon no se apartó. Heechul abrió los ojos y vio que él lo miraba fijamente, con una expresión tierna aunque extraña en la cara. Se preguntó qué significaba esa expresión y entonces recordó las palabras que había pronunciado en el momento culminante de la pasión.
 
Preso del pánico, su primera reacción fue empujar a Siwon. Quería huir, ocultarse. No había pensado declararle sus sentimientos en esta forma y, ciertamente, no tan pronto. Todavía no estaba seguro de él. Sus manos no lograron apartarlo y al final él es las sujetó a los costados para inmovilizarlo.
 
— ¿Habéis dicho la verdad? ¿Me amáis, Heechul? — Heechul cerró los ojos bajo esa penetrante mirada. Hubiera podido mentir pero con eso no habría ganado su confianza. Y necesitaba esa confianza por sobre todo lo demás si quería que los dos fueran felices alguna vez.
 
— Sí, os amo — dijo en un susurro las mismas palabras que antes había gritado.
 
Ya estaba hecho y ahora se sintió bien. Abrió los ojos y vio que él le sonreía con ternura. Eso lo animó.
 
— ¿Estáis seguro, Heechul?
 
— Sé lo que siento, Siwon. Estoy completamente seguro.
 
— ¿Entonces me daréis vuestra palabra de que nunca más huiréis de mí?
 
La pregunta lo sorprendió pero respondió con prontitud.
 
— Tenéis mi palabra.
 
— Bien. Este ha sido un día memorable que no olvidaré.
 
El se puso de lado y Heechul permaneció con los ojos  muy abiertos, sin poder creer lo que acababa de suceder. Como él no dijo nada más, se incorporó apoyándose sobre su codo y lo miró de frente.
 
— ¿Eso es todo lo que tenéis que decirme, Siwon?
 
— Me complace que os hayáis entregado a mí, Heechul — replicó él y le volvió la espalda— . Es tarde y estoy cansado. Dormid ahora.
 
Sus palabras fueron como un golpe físico. Nada dijo de retribuirle su amor, sólo que le complacía que se le hubiese entregado. Heechul miró fijamente la espalda musculosa.
 
— Creo que esta noche os he dado más placer del que merecéis.
 
— ¿Qué?
 
Siguió dándole la espalda y súbitamente Heechul se sintió cegado por una furia intensa, roja. Lo sacudió con violencia p ara llamarle la atención.
  Quiero  conocer  vuestras  intenciones,  Siwon.  ¿Os casaréis conmigo?
El lo miró ceñudo.
  Un  vikingo  no  puede  casarse  con un  esclavo.  Vos ya  estáis enterado de eso.
  ¡Vuestro  padre  me  daría  la  libertad!  ¡Vos  podéis darme  la libertad!
 
— No, Heechul, no serviría de nada. No me casaré con vos. Si os dejara en libertad, os perdería — enseguida trató de calmarlo— . Como esclavo os conservaré para siempre, Heechul. Seréis como un esposo para mí.
 
  ¡Hasta  que  me  vuelva  viejo!    replicó con furia—  . ¡Entonces me dejaréis a un lado, como haríais con una yegua!
 
— No será como decís.
 
— ¡Palabras, vikingo! — gritó, aturdido por el dolor— . Si me conocierais un poco sabríais que tengo más orgullo que muchos. Nunca podré venir libremente a vos sin los votos del matrimonio. Sois el único hombre con quien me casaría. Si me rechazáis, nunca estaré satisfecho.
 
— Lo estaréis con el tiempo.
 
— Con el tiempo mi amor se convertirá en amargo rencor. ¿No lo entendéis?
 
— ¡Pedís demasiado, Heechul! — dijo él secamente— . ¡He jurado no casarme nunca!
 
— ¿Ni amar nunca'?
 
— No hay amor en mí. Fue destruido hace tiempo — le tomó una mano y se la estrechó— Pero a vos, Heechul, os estimo por encima de todos. No puedo daros más que eso.
 
— Pero podéis cambiar.
 
El meneó lentamente la cabeza.
 
— Lo siento, Heechul.
 
  También  yo    murmuró,  y  añadió,  para    mismo—  porque no me dais ninguna esperanza, Siwon.
 
El dolor y la decepción le arrancaron lágrimas. Se volvió para ocultar su angustia y lloró silenciosamente.
 
 
 
Las estrellas de la madrugada salpicaban el cielo negro. Una mujer sola bajó furtivamente al fiordo. Ya no le quedaba mucho tiempo para cambiar sus planes. La idea que se le había ocurrido la noche anterior era atrevida y muy peligrosa. Su destino era la orilla opuesta del fiordo y la población de los Wayjei. Como ella vivía sobre el lado norte del fiordo, ellos la considerarían una enemiga.
 
Esperó que una pesada bolsa haría que olvidaran eso. Sabía que aquí nadie hubiera hecho lo que ella quería, pero un Wayjei, sí. Por lo menos, eso era lo que esperaba.
 
Sólo en una oportunidad anterior había pisado ese lado del fiordo. Eso fue hacía mucho tiempo, se preguntó si recordada el camino hasta la casa de Yang Hyun Suk. Habían pasado muchos años. Llego a tierra y empezó a caminar, alejándose de la costa. lba apretadamente en vuelta en su capa para protegerse del frío. Una gruesa capucha de piel le ocultaba las facciones, como era su intención. N o quería que la identificaran por si su plan, apresuradamente concebido, llegaba a fracasar. Era un plan muy sencillo, pensó. ¿Cómo podía fracasar?
 
Según los cálculos de la mujer, había menos de media legua de marcha hasta llegar a la población de los Wayjei. No tuvo que andar toda esa distancia. En un denso grupo de árboles fue alcanzada por dos jinetes que llegaron al galope y con sus caballos la inmovilizaron contra el tronco de un árbol. Los hombres rieron de la cobardía de la mujer. Por esto y por su baja estatura la reconocieron como tal, aunque al principio creyeron que ella era una de los suyos.
 
Uno de los hombres se apeó. Era el más joven de los dos e iba envuelto en gruesas pieles: esto le daba un aspecto dos veces más grande que su tamaño normal, que ya era inmenso.
 
— Una mujer a estas horas, y sola, debe de ir a reunirse con su amante. No necesitaréis seguir buscando pues habéis encontrado dos en vez de uno para satisfaceros.
 
El otro vikingo permaneció montado. No era mucho mayor que el primero pero igualmente grande y amenazador. Su expresión indicó que los comentarios de su compañero lo impacientaban.
 
— Basta, Seungri — dijo, aunque no sonó como una orden. Después se dirigió a la mujer— . ¿Cuál es vuestro nombre, mujer?
 
— Adosinda — mintió ella.
 
— No conozco a nadie de ese nombre — dijo Seungri— . ¿Y vos, Seunghyun?
 
— No. ¿De dónde venís, Adosinda?
 
Ella vaciló. El corazón le latía aceleradamente.
 
— De... del otro lado del fiordo.
 
Los dos hombres se pusieron muy serios.
 
— ¿Sois del clan Choi?
 
— Remotamente. Muy remotamente.
 
— ¡Si venís del otro lado del fiordo debéis saber que no sois bienvenida aquí! — exclamó Seunghyun.
 
— Esto es un complot, Seunghyun — dijo el vikingo más joven— . Os dije que los Choi están muy quietos desde hace demasiado tiempo. ¡Han enviado una mujer para que entre en nuestras casas y nos mate mientras dormimos! ¿Quién sospecharía de una mujer?
 
— ¡No es verdad, lo juro! — gritó ella— . ¡Nadie sabe que he venido aquí!
 
  No  mintáis,  mujer.  Yo  soy  Seungri, tercer  hijo  de Yang Hyun Suk. Fue a Daesung, mi hermano mayor, quien mató Choi Yunho. ¡Si veo que nos engañáis, moriréis instantáneamente!
 
— ¡No quiero haceros daño! — insistió ella, presa de pánico— Vine sin armas.
 
— ¿Por qué, entonces, venís donde no se os quiere?
 
— Busco vuestra ayuda.
 
— ¡Tratáis de engañarnos! — la acusó Seungri.
 
— ¡No, no! No conozco a ningún hombre que me ayudaría porque mi intención es desairar a un Choi, ¿y qué pariente o vasallo lo haría? No, sólo un Wayjei me ayudaría a llevar a cabo mi plan.
 
— Vuestras palabras suenan falsas. ¿Qué Choi trataría de matar a otro? — preguntó Seunghyun.
 
— Una mujer... una mujer que tendría mucho que ganar con ello.
 
— Escuchadla, Seunghyun. Ahora siento mucha curiosidad.
 
— Lo que yo quiero que hagan es muy simple y os pagaré bien por ello. Hay un joven esclavo, capturado recientemente... una beldad celta de pelo renegrido. Él se interpone en mi camino y quiero que desaparezca.
 
— ¿Muerto?
 
— No me importa lo que hagáis con él cuando lo tengáis aquí — continuó la mujer— . Podéis guardarlo para vosotros mientras no escape... y os digo que intentará escapar. También podéis venderlo lejos de aquí y ganaros otra bolsa. O, sí, hasta matarlo. A mí no me importa.
 
— ¿Y cómo el robo de un esclavo podría desairar a un Choi? — preguntó Seunghyun.
 
— Fue Choi Kangta quien lo trajo aquí y lo dio a su segundo hijo, Siwon. En poco tiempo, Siwon quedó hechizado por él. Aprecia a este joven como a un tesoro y quedará devastado cuando él huya.
 
— ¿Huya?
 
La mujer rió con una risa cascada y maligna.
 
— Debe parecer así. Siwon lo buscará pero al final renunciará. Sin embargo, si él cree que no se marchó voluntariamente, que fue llevado por la fuerza, no descansará hasta encontrarlo.
 
— A mí me suena a trampa — dijo Seunghyun— . Cruzamos el  fiordo y encontramos a los Choi esperándonos.
 
— Si sabéis algo de los Choi, también debéis saber que ellos no recurren a esas artimañas. Ellos pelean limpiamente, Wayjei — dijo la mujer.
 
— Eso es verdad — admitió Seungri de mala gana— Yunho vino y desafió a mi hermano. Fue una pelea limpia.
 
— Quizá sea así  — replicó Seunghyun con escepticismo— Pero vuestro padre tendría que ser informado de este plan... él conoce bien al enemigo. Sería una tontería aceptar el plan de esta mujer sin el consejo de Yang Hyun Suk.
 
El joven Seungri pareció ofenderse.
 
— ¿Sugerís, Seunghyun, que yo no puedo decidir este asunto solo?
 
— No, sólo que me parece prudente informar a vuestro padre. Después de todo, hace años que entre los clanes no hay derramamientos de sangre, excepto la matanza de ganado sin valor y de perros extraviados. El plan de esta mujer podría provocar una venganza de naturaleza diferente.
 
— También podría hacernos más ricos sin que nadie se enterase — repuso Seungri, lleno de codicia.
 
— ¿Y el esclavo? — insistió Seunghyun— . ¿Cómo explicaríais su presencia aquí?
 
— Amigo mío, buscáis una tormenta cuando aún no ha comenzado. Retendremos al esclavo en nuestra granja hasta que decidamos qué hacer con él. Es simple.
 
La mujer se acercó un paso, contenta de ver que la codicia de estos hombres se imponía sobre sus sospechas.
 
— No debéis temer que de esto resulten venganzas ni derramamientos de sangre — le aseguró— . Todo debe hacerse de modo que parezca que el esclavo escapó. Por lo tanto, no se sospechará de vosotros ni de vuestro clan. Y tenéis esto que ganar — agregó, mostrándoles la bolsa de oro— . También tendréis la satisfacción de haber perjudicado a un Choi sin que él lo sepa. Si me dais vuestra palabra de que haréis como yo os diga, recibiréis el pago ahora y no volveréis a saber de mí. ¿Estáis de acuerdo?
 
El hombre que estaba en el suelo no volvió a consultar con su amigo sino que respondió prestamente.
 
— Primero decidnos cómo creéis que este plan que tenéis puede llevarse a cabo y después tendréis nuestra palabra.
 
La mujer sonrió, confiando que pronto tendría lo que quería.
 
 
 
Heechul despertó con los fuertes gritos y el sonido de los cascos de los caballos que se alejaban galopando de la casa. Su primera observación fue que se encontraba solo. Enseguida los sonidos que lo habían despertado arrojaron un poco de luz sobre sus turbios pensamientos. La carrera de caballos ya había comenzado.
 
Rápidamente se vistió, tomó su capa y salió del establo. El aire vivificante de la mañana terminó de despertarlo y ahora se asombró de haber seguido durmiendo en medio de toda la excitación de la carrera.
 
El recuerdo de la noche anterior era como una llaga que lo corroía interiormente y la idea de quedarse para la continuación de las festividades le resultó aborrecible.
 
En la multitud que se había reunido para la partida de la carrera, Heechul divisó a su tía y fue lentamente hacia ella. Boah se veía fresca y descansada después de una buena noche de sueño y recibió a Heechul con una cálida sonrisa.
 
— Pensé que estaríais aquí para desearle buena suerte a vuestro vikingo — dijo Boah de buen humor— . El os estuvo buscando.
 
   Si   hubiera   querido   mis   buenos   deseos habría podido despertarme — replicó Heechul en tono indiferente.
 
— ¿Qué sucede, Heechul? — preguntó Boah— . No os veis nada bien esta mañana.
 
— Sólo estoy cansado. No dormí bien en el establo.
 
La preocupación de Boah se traslucía en su expresión.
 
— Mis habitaciones están vacías. Podéis dormir un rato allí si lo deseáis. Los hombres no regresarán hasta mediodía.
 
— No, tía. Regresaré a casa. No deseo celebrar nada pues no tengo nada a qué estar agradecido.
 
— ¿Qué ha sucedido, Heechul? Parecíais tan dichoso la última vez que hablamos.
 
— He sido un tonto.
 
— ¿A causa de Siwon? ¿Acaso él no os estima como. .. como habíamos pensado?
 
— Me estima, tía, pero no lo suficiente — replicó y empezó a caminar hacia el establo— . No lo suficiente — repitió.
 
— ¡Heechul, esperad! — dijo Boah— . El preguntará por vos. ¿Qué le diré?
 
Heechul se volvió y se encogió de hombros.
 
— La verdad. Que he regresado a casa y que no volveré. Decidle que lo veré cuando haya tenido bastante con estas celebraciones.
 
Desde la casa de Kangta  hasta la de Siwon, sobre el acantilado, había  una  corta  distancia,  pero  a  Heechul  le  pareció   un  viaje interminable. Caminó un buen rato sin rumbo, cavilando acerca de la actitud remota y altanera de Siwon.
 
Después de llegar al establo demoró unos momentos antes de darse cuenta de que Jackie no estaba allí. Eso fue un golpe de suerte. Ahora no tendría que explicar por qué estaba solo. La casa también estaba vacía y tan fría como el exterior, si no más. Heechul se puso fuera de sí por una nueva cólera nacida del dolor. Puesto que Siwon no estaba aquí para desahogarse con él, eligió lo que tenía más a mano: sus presentes. Se arrancó las ajorcas de oro y las arrojó contra la pared, pero las joyas cayeron al suelo sin romperse.
 
Decepcionado, encendió un fuego y arrojó en él los brazaletes, pero el proceso de fusión del oro era demasiado lento y de ningún modo satisfactorio. A continuación, se quitó su hermoso la ropa y desgarró cada prenda, una por una hasta que quedaron en el suelo convertido en un montón de tiras.
 
La vista del fruto de sus acciones destructivas le arrancó lágrimas ardientes.
 
— ¡Era demasiado rico para un esclavo, así que una esclavo no debe tenerlo! — gritó. Después le acometió el remordimiento cuando pensó en la bondadosa mujer que lo había confeccionado para él— . Yoomi se pondrá triste — cayeron más lágrimas— . ¡Mirad lo que me hicisteis hacer, Siwon! Fue vuestra culpa y de nadie más — dijo en tono infantil, y se arrojó sobre la cama— . ¡Maldit o seáis, vikingo!
 
El sueño llegó inesperadamente y duró la mayor parte de la tarde. De pronto, un sonido fuera de su puerta lo despertó. Inmediatamente se metió debajo de los cobertores, fastidiado de que lo encontrasen en esta situación. Un segundo después, antes que hubiera podido ocultar por completo su desnudez, la puerta se abrió con violencia y Siwon entró en la habitación, con el rostro hecho una máscara de furia.
 
— ¡No os di permiso para regresar aquí!
 
— Ya lo sé.
 
— ¡Sin embargo, hicisteis lo que quisisteis! — gritó él antes de que sus ojos se posaran en la ropa estrozada. Después se volvió hacia Heechul con renovada cólera y lo arrancó de la cama—  .  ¡Vine aquí  para llevaros de regreso conmigo, pero veo que lo habéis echo imposible!
 
Heechul enrojeció intensamente. El no lo soltó.
 
  ¿No  puede  haber  en  la  casa  de  vuestro  padre un invitado vestido de tosca lana, vikingo? — le dijo con voz cargada de sarcasmo para ocultar su humillación.
 
— No, eso no puede ser — repuso él fríamente— . ¡Y puesto que preferís las ropas de esclavo, eso será lo que tendréis, porque no recibiréis más presentes de mí!
 
— ¡Yo nada os pedí!
 
El hizo ademán de golpearlo pero cambió de idea y lo apartó de un empellón. Heechul cayó contra la cama.
 
— Permaneceréis en esta casa puesto que así lo preferís. Encontraré otro para divertirme en la fiesta
 
Esas palabras golpearon a Heechul con más fuerza que un golpe físico.
 
— ¿Creéis que eso me importa? — gritó, aunque su voz tembló por la mentira.
 
— Poco me importa si os importa o no — replicó él, hiriéndolo aún más— . Y en adelante obedeceréis mis órdenes porque estoy cansado de ser indulgente con vos.
 
— ¿Qué haréis, vikingo? — preguntó con temeridad— . ¿Me quitaréis la vida tan descuidadamente como tomaste mi amor?
 
Siwon le miró un largo momento, sus ojos recorrieron sus suaves curvas, se detuvieron en el pecho agitado y descansaron en el rostro, donde contemplaron la orgullosa belleza de él, su desafío, su carácter indómito. Heechul era como una criatura salvaje, indomable, pero vulnerable.
 
— No, no os quitaré la vida, Heechul — dijo él con voz grave, impresionado por el esplendor del joven— Tomaré nuevamente vuestro amor... ahora.
 
Antes de que Heechul pudiera gritar, él se le arrojó encima al tiempo que se quitaba los pantalones y desenvainaba su virilidad, que palpitaba de deseos de penetrarlo. Heechul quedó sacudido y lleno de repugnancia por este ataque.
 
Demasiado furioso para pensar, se resistió salvajemente y lo arañó en los brazos desnudos hasta que la sangre goteó sobre la cama. Pero él no se detuvo ni trató de sujetarle las manos, siguió insistiendo hasta que su simiente de vida se vertió dentro de su cuerpo y entonces se desplomó.
 
Cuando se levantó de la cama y se abrochó los pantalones, Heechul tembló de indignación por la forma brutal en que él le había tomado sin ninguna consideración, sólo para satisfacer sus necesidades animales. Nunca se lo perdonaría.
 
— Recordad mi advertencia, Heechul — dijo él cuando salía por la puerta— . No abandonéis esta casa.
 
Aun ahora afirmaba su poder, le recordaba que le pertenecía, que sólo podía hacer lo que él le permitiera. Siwon despreciaba su amor, pero quería controlarle la vida.
 
— ¿Me habéis oído, Heechul? — Lo miró con ojos como carbones encendidos.
 
— ¡Que el demonio os lleve, vikingo! ¡Que nunca encontréis vuestro Valhalla sino que os pudráis en el infierno con la hija de Loki!
 
Siwon pareció ponerse pálido.
 
— Esas son palabras duras, Heechul, aunque las digáis encolerizado. Otro os mataría por esa maldición.
 
— ¡Hacedlo! ¡Matadme! — gritó— . ¡Ya no me importa!
 
Siwon no respondió pero salió rápidamente de la habitación antes de que la cólera volviera a adueñarse de él. Fue directamente al establo y por segunda vez no advirtió la ausencia de Erin. Montó al pobre animal que esa mañana había corrido como nunca, aunque Yunho lo mismo venció a Siwon en la carrera. Esa derrota había amargado considerablemente su humor, pero el último golpe fue comprobar que Heechul se había marchado. Siwon salió del establo, furioso.
 
— ¡Maldito joven! — gruñó contra el viento— . Primero gritaba que me odiaba con todas sus fuerzas, después cambió y dijo que me amaba... ahora, otra vez me odia. ¡Le doy todo lo que tengo para darle, pero no, eso no es suficiente! ¡Que Loki se lo lleve! No voy a seguir soportando sus caprichos.
 
Siwon espoleó a su caballo sin piedad. Esta noche se ahogaría en hidromiel y olvidaría al arpía obstinado que quedaba en la casa.
 
 


1 comentario:

  1. wow ahora si la cosa se puso fea Siwon es un tonto gracias por el cap bye.

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yota´s news : De regreso?

 Buenas tardes a todas las lectoras. Después de un año  y casi 4 meses regreso a saludarlas y comentarles nuevas.  Me gustaría decirle...