Mona miró a su
cuenco de visiones y sonrió mientras veía al príncipe lobo aullar en agonía.
Eso fue demasiado fácil, pensó. Ahora lo único que necesitaba era conseguir
sacar a los otros hombres fuera del escenario, y basándose en la forma en que Kangin
reaccionó a su compañero estando en peligro, no sería demasiado difícil.
Faltaba sólo un
día hasta que se encontrara con el Rey Hechiero. Un día quedaba hasta que
lloviera su ira sobre un mundo indigno de ella. Se había sorprendido de lo bien
que Sora había estado aceptando todo. Esperaba que la humana enloqueciera y
entrara en un ataque de histeria, pero había mantenido totalmente la calma.
Ella en realidad
podría ser una muy buena bruja, pensó. Y luego, con una sonrisa triste, dijo en
voz alta:
—Nah.
Mona cacareó una
risa en la Sala vacía.
Sora se despertó
con un suave llamado a la puerta de la habitación en la que había dormido. Se
incorporó y se limpió el sueño de los ojos.
—Entra —dijo ella
con una voz clara.
La puerta se
abrió y Jungsoo se quedó allí, imponente en la entrada.
—¿Cómo has
dormido? —le preguntó con su voz profunda.
—Nada mal,
teniendo en cuenta que he sido secuestrada por una bruja loca, estoy siendo
retenida por un apuesto, aunque un poco aterrador, Rey hechicero y no tengo ni
idea de cómo está mi hijo. Así que, en definitiva, dormí decente.
Jungsoo se
estremeció al oír el sarcasmo en sus palabras. No podía negar ninguna de sus
acusaciones, pero no quería renunciar a ella tampoco.
—He hecho que una
de las ayudantes aquí prepare el desayuno. Me gustaría que te unas a mí.
Sora pasó las
piernas sobre el lado de la cama, sin importarle que en lo único que estaba era
en pantalones cortos y una camiseta sin mangas.
—Está bien, pero
déjame lavarme y vestirme, por favor.
Él hizo una
reverencia formal y cerró la puerta tras de sí.
Sora se dirigió
al cuarto de baño y se miró en el espejo.
—¿En qué demonios
te has metido a ti misma?
Suspiró. Iba a
tener que preguntarle a Jungsoo si había un teléfono que pudiera usar. De
alguna manera, la bruja malvada del oeste había frito el de ella, la perra
astuta. Teukkie la habría castigado por eso, pero, francamente, la bruja era
una perra. Y ahora ella estaba haciendo rimas. Si seguía así, podría darle a
Dr. Seuss una buena competencia en locura.
Se lavó la cara y
se peinó el cabello, luego siguió adelante y se cepilló los dientes a pesar de
que estaría comiendo. ¿A quién le gusta andar por ahí con aliento matutino?
Una vez que se
hubo cambiado de ropa una vez más se puso de pie delante del espejo. Llevaba
unos vaqueros, una camiseta ajustada de manga larga y sus zapatos para correr
New Balance, no es que iba a alguna carrera. Pero viendo cómo había
transcurrido el último par de días, supuso que podría adoptar el deporte de
correr sólo para estar lejos de las cosas que seguían surgiendo de golpe.
—Es lo mejor que
puedes conseguir, pequeña —dijo a la imagen en el espejo—. Es hora de enfrentar
al público, o en este caso, al alto y apuesto Rey Hechicero. —Ella hizo una
pausa—. Tengo que dejar de llamarlo así.
Una vez que Sora
bajó las escaleras siguió a su nariz. Olía a tocino y su estómago gruñó.
Mentalmente le dijo a su estómago que tomara un calmante, porque ella iba a
tratar de ponerse en contacto con su hija antes de hacer cualquier otra cosa.
Cuando dobló la
esquina y se encontró la cocina, se detuvo abruptamente. Jungsoo estaba de pie
delante de una gran ventana. La luz de la mañana entraba por ella, halagando su
alta figura, y su cabello negro oscuro relucía y brillaba. Él realmente era
impresionante. Rápidamente cerró su boca cuando él se volvió para mirarla.
—Buenos días, Sora
—le dijo con un peculiar temblor de sus labios que le decía que la había
pillado babeando por él.
Sora decidió que
la mejor defensa era un buen ataque.
—Tengo que usar
el teléfono —le dijo ella, sin reconocer su sonrisa.
Sus ojos parecían
bailar con humor. Él sabía el efecto que estaba teniendo sobre ella y eso era
algo frustrante.
—Tengo que ver si
mi hijo está bien. Si me permites esto te prometo cooperar.
Jungsoo dejó
escapar una carcajada.
—¿Puedo preguntar
cómo se vería tu idea de no cooperar, pequeña?
Sora ignoró la
estacada a su corazón que el cariño que usó en sus palabras parecía causar.
—Digamos que no
es bonito. —Ella le dio su mejor mirada fulminante. Por lo general, funcionaba
en sus empleados… no tanto en un Rey hechicero.
Jungsoo sacó un
teléfono celular de su bolsillo y se lo tendió.
Ella levantó una
ceja.
—¿Tienes un
teléfono celular? —preguntó ella con incredulidad.
Él se río entre
dientes.
—Incluso los
Reyes hechiceros tienen que mantenerse al día con los tiempos —le dijo con un
guiño.
Sora tomó el
teléfono de él y marcó el número de teléfono de Teukkie. Cuando no hubo
respuesta, se dijo a sí misma que no entrara en pánico y llamó a Junjin. Hace
mucho tiempo se había asegurado de memorizar los números de celular de Junjin, Hyesung,
y Kangin.
En el cuarto
timbrazo fue que contestó la llamada.
—Junjin —su voz
se escuchó fuerte y claro.
—Junjin, es Sora
Park.
Junjin guardó
silencio durante un minuto.
—Sora, no reconozco
este número, pero sé que no es un número de Estados Unidos. ¿Dónde estás?
Sora había decidido
que si Teukkie estaba bien, ella no iba a hacerles saber en ese momento en lo
que ella se había metido.
—¿Teukkie está
bien? —preguntó ella, evadiendo su pregunta.
Una vez más se
quedó en silencio. Condenado hombre, sabe cómo hacer que alguien se retuerza,
se dijo a sí misma.
—Teukkie está
bien.
Sora se dio
cuenta que había algo apagado en su voz, algo que él no quería Decirle.
—¿Estás seguro, Junjin?
¿Está a salvo? —preguntó ella, cuidando de no provocarlo.
—Estoy seguro. Mi
verdadera preocupación es, ¿tú estás a salvo?
Sora
prácticamente podía ver a Junjin tratando de usar su mojo Alfa en ella. Gracias
a Dios, ella era humana.
—Estoy muy bien,
pero me tengo que ir. Voy a llamar para verificar a Teukkie de nuevo, ¿de
acuerdo?
—De acuerdo, Sora.
Por favor, sabes que si nos necesitas, estamos aquí para ti. Por favor llama si
te encuentras atrapada en cualquier tipo de problema.
Sora no se perdió
el juego de palabras. Ella no quería hacer que se involucraran si no tenían que
hacerlo. Ahora bien, ella no estaba segura de lo que la bruja Mona tenía bajo
la manga, pero Sora no era estúpida. Si ella había traído, a la madre de una
hembra apareada, todo el camino a Corea, entonces los lobos estaban
definitivamente involucrados. Ella sólo tenía que averiguar cómo encajaban en
el rompecabezas.
—Te he oído alto
y claro, Junjin. No puedo hablar ahora, pero voy a llamar de nuevo. —Antes de
que él pudiera Decir nada más ella puso fin a la llamada.
—¿Todo bien?
—preguntó Jungsoo, mucho más cerca, detrás de ella, de lo que había estado
cuando empezó la llamada.
Se dio la vuelta
para encontrarlo a menos de un pie de distancia de ella. Se quedó sin aliento y
se encontró ahogándose en sus hermosos y cálidos ojos amarillos.
Sora cerró los
ojos y se sacudió, tratando de aclarar su cabeza.
—Sí, Teukkie está
bien —dijo en voz alta y luego pensó: Esa es una cosa menos en mi mente. Ahora
sólo tengo que comer y luego averiguar por qué estás empeñado en retenerme.
Jungsoo siguió
mirándolo a los ojos. Sentía como si él estuviera mirando en su alma y tenía
miedo de que él fuera capaz de ver cómo le afectaba. Vamos, Sora, se dijo,
¿quien se enamora de alguien que la ha secuestrado?
Ella rompió el
contacto visual y dejó escapar un suspiro que no se dio cuenta que había estado
conteniendo.
—Así que huelo
tocino —le dijo mientras bordeaba a su alrededor.
Los labios de Jungsoo
se curvaron en una sonrisa torcida, como si supiera que ella estaba tratando de
impedirle ver sus verdaderos sentimientos.
—Sí, hay tocino y
una tortilla —le dijo.
—¿Tú haces
tortillas? —le preguntó, obviamente sorprendida.
Él se sentó en un
taburete en la isla en el medio de la cocina.
—Lo creas o no,
tenemos internet y sabemos cómo usarlo —bromeó.
Sora tomó el
plato de comida que le había dejado en el mostrador para ella y se sonrojó.
—Correcto,
internet. Sabía eso. —Ella tomó el taburete frente a él. Tomó un bocado y
sonrió—. Dios mío, Jungsoo esto está bueno. Como realmente bueno.
Jungsoo hizo toda
la cosa de la sonrisa torcida de nuevo.
—Internet, Sora.
Incluso sé cómo leer.
—Lo siento. No
estoy tratando de dar a entender que no eres capaz de aprender cosas nuevas o,
ya sabes, cualquier cosa —le dijo ella, otro sonrojo arrastrándose hasta su
cuello.
Se sentaron en
silencio mientras Sora terminaba su desayuno. Le resultaba mucho más fácil
comer ahora que sabía que Teukkie estaba a salvo. Ahora sólo tenía que llegar
al fondo de lo que Jungsoo y la perra malvada estaban haciendo.
Se limpió la boca
con la servilleta que le entregó.
—Gracias. Eso fue
realmente bueno.
—Me alegro que te
haya gustado. Me gusta alimentarte —le dijo con descarada honestidad.
Sora decidió que
ella iba a tener un rubor permanente en su cara mientras él siguiera diciendo
cosas como esas.
—Entonces, ¿qué
tal si volvemos a los negocios? —le dijo ella con audacia.
—¿Qué negocio
sería ese? —le preguntó.
—¿Qué están
planeando Mona y tú? ¿Por qué ella me quiere aquí?
Jungsoo apartó la
mirada de ella. Podía ver que estaba luchando contra algo en su interior.
Quería Decirle la verdad, pero a lo mejor no toda ella.
—Mi raza está
muriendo —le dijo Jungsoo. Él todavía no la miraba—. Las Fae se han retirado de
este reino y se han llevado la magia con ellos, por lo tanto, aquellos de
nosotros que estamos hechos principalmente de magia nos estamos tornando
lentamente más débiles. Hay una cosa que todas las razas sobrenaturales tienen
en común: los hombres son más fuertes con una pareja. Soy viejo, Sora. Ni
siquiera sé mi edad exacta, pero he visto más de mil años, y todo ese tiempo he
estado sin una pareja. Mi raza, a diferencia de otras, puede tomar a una que no
sea de nuestra especie. Pocas veces tenemos contacto con los seres humanos, así
que nunca antes he buscado una pareja humana. Entonces, te conocí.
Sora tosió una
carcajada.
—En realidad no
me conociste, Jungsoo, tú me secuestraste.
—Un tecnicismo.
Esta vez Sora rió
sin trabas.
—Un tecnicismo…
buena esa, como diría mi hijo. De todos modos, ¿qué quiere Mona de ti que pasó
por toda esa molestia para encontrarte una pareja?
Esta vez Jungsoo
de hecho se alejó de ella.
Oh, oh, pensó.
Debe ser malo si ni siquiera puede mirarme a la cara.
—Sé que no puedes
entender la responsabilidad que tengo con mi gente.
—Pruébame —le
disparó Sora en respuesta.
Su cabeza giró
rápidamente al chasquido en su voz. Sus ojos se encontraron con los de ella y
sus labios se curvaron levemente ante el desafío que vio en sus ojos.
—Confían en mí
para cuidar de ellos, para asegurarse de seguir adelante.
—Lo entiendo.
Eres algo así como el Alfa de una manada de lobos —le dijo ella.
Él gruñó.
—Ni siquiera
cerca. Sólo hay uno de mí. Hay muchas manadas y muchos Alfas para el cuidado de
cada una. Yo soy el Rey de mi pueblo. No hay nadie más que comparta esta carga,
no hay nadie más que se ocupe de ellos si me pasa algo.
—Mira, puedo no
ser la reina de ninguna raza, pero soy una madre. Sé lo que se siente el ser
responsable de otro.
Jungsoo se burló.
—Eres un simple
humano. No puedes saber de la carga que hablo.
Sora se puso de
pie, empujando su taburete hacia atrás que casi se vino abajo. Jungsoo se movió
más rápido de lo que había visto en su vida a alguien en movimiento y atrapó el
taburete antes de que pudiera caer.
—¿Quién demonios
eres tú para Decirme lo que yo entiendo? ¿Un simple humano? Por favor, soy una
madre soltera. Me he ocupado de mierdas que ni siquiera puedes imaginar.
¿Alguna vez has tenido un hijo pasando por la pubertad? ¿Eh? ¿Lo has tenido? —Sora
estaba gruñendo, temblaba de ira.
¿Cómo demonios se
atrevía él a Decir que ella no podía entender su responsabilidad? Entonces la
golpeó.
—Espera, ¿estás
tratando de justificar que estás ayudando a Mona diciendo que estás salvando a
tu gente? —le preguntó con incredulidad, su voz cortando a través de él como un
cuchillo—. ¿Entonces prefieres infectar tu corazón y a tu pueblo con la mancha
del mal?
Sora lo vio
estremecerse. Ella había dado en el blanco. Antes que pudiera Decir nada más, Jungsoo
salió furioso de la cocina. Oyó un portazo y saltó cuando las paredes
temblaron.
—Bueno —dijo ella
a la habitación vacía—, eso ha ido bien.
Donghae miró a
los chicos cargar todas sus cosas en la camioneta una vez más, preparándose
para el largo viaje a las montañas. Hee le había contado lo que Junjin le había
dicho a Siwon la noche anterior. Estaba enojado de que Hee no hubiera ido a
contarle de inmediato, pero entendía su razonamiento. Observando a Hee, se dio
cuenta que algo no estaba bien, pero cuando Donghae intentó preguntarle cómo
estaba, Él sólo hizo una mueca en la típica forma suya.
Lo más raro fue
que parecía estar evitando ser tocado y no hacía contacto visual con su
compañero. De hecho, él apenas había
hablado con Siwon, lo cual era muy extraño. Por lo general, estaban unidos por
la cadera. Bueno, él simplemente continuaría observando y escuchando. Tal vez
sería capaz de llegar a una respuesta, y si eso no funcionaba, simplemente
presionaría a Hee hasta que finalmente le confesara cualquier cosa que estaba
pasando.
Una vez que
estuvieron por fin en camino, Siwon soltó exactamente lo que había pasado y
dejó que los hombres supieran que necesitaban estar alerta ante cualquier cosa.
—Parece que Mona
ha estado muy ocupada, más de lo que pensábamos en un principio.
Dambi soltó un
resoplido.
—Ocupada ni
siquiera empieza a describir lo que esa vaca ha estado haciendo.
Hee puso su puño
en el aire y gritó:
—¡Qué vocablo!
Donghae sonrió…
eso era más al estilo de su amigo. Tal vez sólo había estado cansado esta
mañana.
—¿Cómo estás?
—preguntó Hyukjae mientras ponía su brazo alrededor de Donghae y lo atraía
hacia sí. Se acurrucó contra él, disfrutando de la nueva intimidad entre ellos.
Donghae no podía
dejar de sentir más confianza en su relación. Habían hecho los Ritos de Sangre.
Era un hecho. Él no iba a dejarle ahora.
Su pecho se
sacudió cuando se rió.
—Como si alguna
vez quisiera dejarte.
—¿Un poco
entrometido? —Donghae le dio un golpecito en el pecho, castigándolo.
—¿Cómo puedo ser
entrometido si tengo derecho a la información?
Hee resopló desde
la parte delantera de la camioneta.
—¿Acabo de oírte
bien, peludo H? Seguramente no acabas de Decir que tenías derecho a escuchar
los pensamientos de mi chico. Seguramente te he oído mal. —Hee se había girado
en su asiento y estaba dando a Hyukjae la famosa mirada a la que muchos hombres
habían sucumbido.
—Alfa, domina a
tu pareja.
Entonces todo
empezó a moverse en cámara lenta.
En una reacción
violenta ante el comentario misógino aunque bromista de Hyukjae, Hee le gritó:
—¡OH, DIABLOS,
NO! —él se había quitado el cinturón de seguridad en un instante y comenzó a
arremeter contra Siwon.
Siwon, en un
movimiento experto, llevó la camioneta a un lado de la carretera, estacionó, y
puso su brazo alrededor de la cintura de su compañero antes que un aliento
pudiera ser expulsado. Los ojos de Hee estaban brillando.
—Maldición
—murmuró Donghae.
Si Hyukjae
hubiera estado en forma de lobo, su pelaje del cuello habría estado erizado
ante la amenaza que reconoció en Hee. A pesar de que era la pareja Alfa, él lo
veía como una amenaza potencial a su compañero, quien era humano y frágil.
—Heechul —gruñó Siwon.
Después de unos
momentos, cuando todo el mundo pareció congelado, Hee finalmente levantó las
manos en señal de rendición.
—Ya he terminado.
—La cabeza de Hee colgó en derrota cuando Siwon lo dejó ir, y subió de nuevo a
su asiento.
Toda la camioneta
pareció respirar un suspiro de alivio. Se había evitado el desastre… por ahora.
—Hyukjae,
cálmate. No hubo ningún daño —le dijo Siwon a través del espejo retrovisor. Hyukjae
sostuvo la mirada de su Alfa por un instante y luego la bajó.
Donghae miró a su
compañero y vio que luchaba con su necesidad de protegerlo y su necesidad de
obedecer a su Alfa. Marcó una página del libro de Teukkie y extendió la mano
bajo la camisa de Hyukjae, colocando su mano sobre su pecho. Carne sobre carne.
Observó cómo se relajó visiblemente. Su característica sonrisa, con hoyuelos y
todo, se extendió por su rostro.
—Gracias —le
dijo. La sinceridad brillaba en sus ojos.
—Siempre. —Donghae
le devolvió la sonrisa.
—¿Qué diablos fue
eso de todos modos? —le susurró a él.
Donghae se
encogió de hombros.
—Algo pasa con él.
Hongki se volvió
en su asiento y miró a Donghae.
—¿Puedo tratar de
hablar con él primero?
Donghae asintió.
—Claro. ¿Crees
que sabes lo que está pasando? —Sus cejas se alzaron interrogantes.
Hongki se encogió
de hombros sin comprometerse.
—A veces la gente
va a hablar con un médico porque sienten que hay algo de anonimato en ello. Voy
a darle una oportunidad. Lo peor que puede hacer es Decirme que me vaya a la
mierda.
Donghae soltó un
bufido.
—Eso es algo que él
diría.
bueno...tecnicamente hablando,a Sora no le esta yendo mal(?)
ResponderEliminary mi pobre mapache!!!!!
ahhhh TT______TT
no puedo, mi corazon no puede con el sufrimiento de Hee!!!